Sie sind auf Seite 1von 6

Repensar la pedofilia

Marcial Maciel el clérigo renegado

Jiménez Rivera Hugo

Hay temas complicados de abordar debido a que se han constituido como una
parte especial de la vida social humana, una parte maldita. Es decir, componen
toda una serie de hechos innombrables y, por lo tanto, intratables, que han y
continúan polarizando muy tajantemente las opiniones que surgen en torno a ellos
y que, más que comprenderlos o explicarlos, buscan erradicarlos, relegándolos a
ámbitos hacía los cuales ciertos enclaves de la masa humana “sienten” profundo
desprecio y/o vergüenza. Diríase que, por su “naturaleza” misma, perturban los
estatutos más sensibles de la vida en sociedad, juegan dentro y fuera del bien y el
mal, lo correcto y lo incorrecto, lo normal - lo anormal, legal - ilegal o cualquier
clase de dualidades que los califiquen o descalifiquen inmediatamente.

Debido a esto, continúo, a fin de tratar la manifestación de un fenómeno de este


tipo, como lo son los casos de atracción sexual de personas adultas por personas
menores (infantes, niños, pubertos), intentando desajustarme de aquellas
tradiciones mencionadas anteriormente y preciso, por ello, prevenir que tales
hechos surgen en contextos específicos por los cuales se les concibe de acuerdo
a previas codificaciones y normativizaciones que realiza el sistema o sistemas de
ideas fundamentales y que posibilitan las formas en las cuales los individuos se
conciben y viven en relación con otros. Por esto es que, antes que nada debo
hacer una construcción de los conceptos clave a abordar.

- Niñez o infancia: Desde la Convención Sobre los Derechos del Niño (CDN)
en 1989 “[…] se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho
años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya
alcanzado antes la mayoría de edad.” Término que posteriormente dejaría
de ser aplicable debido a la simplicidad en la que incurre y a su
imposibilidad por abarcar diversos factores. A partir de ello, parafraseando,
“se consideran las distintas etapas del desarrollo humano, postulando una
primera – niñez 0 a 11 años y una segunda - adolescencia 12 a 18 años.”
(Azaola, J. Estes, Tremblay, Ruíz y Weiner, 2003)
- Pedofilia: Es un “[…] término clínico que se emplea para definir a un adulto
con un interés sexual específico y localizado en niños prepúberes.” (Azaola
et al. 2003, 32)
- Hebefilia: “[…] gusto por parejas sexuales inmaduras y básicamente sin
poder […].” (Azaola et al. 2003, 32)

A través de estas últimas dos definiciones se plantean otras más que consideran
distintas variables para su comprensión, ya sea la preferencia por algún sexo, el
nivel práctico o ideal, frecuencia de manifestación, rango de edad etc. Véase
(Azaola et al, 2003)

Para iniciar éste apartado debo subrayar que, además de tener en cuenta a estos
fenómenos como constituidos de diversas maneras, acordes a la época en la que
se hiciesen manifiestos, se deben también tener en cuenta aquellos ámbitos que
se articularon al momento (religión, política, economía etc.). Es por eso que para
aclarar y profundizar en este punto, expondré uno de los casos más sonados en la
actualidad debido a las características que presentó.

El fundador de la Legión de Cristo, Marcial Maciel Degollado, recibió una serie de


acusaciones por actos de abuso sexual infantil en diversos países que, para
complementar el cumulo de violaciones que cometiese no únicamente contra el
código de su propio movimiento y los mandatos de su religión, ponen en tela de
juicio la eficacia de la aplicación de la ley en casos como éste y permite ver la
articulación existente entre distintos ámbitos que convergen en el fenómeno.

Cuando el todavía cardenal Ratzinger clamó contra la "suciedad" interna en su iglesia, los
cardenales se convencieron de que era el hombre a elegir. Dos días más tarde lo hicieron
Papa, el 19 de abril de 2005. Fue entonces cuando se empezó a cavar la tumba del hasta
entonces intocable fundador de los Legionarios. Una de las primeras medidas
anticorrupción del pontífice Benedicto XVI, en mayo de 2006, le alcanzó donde más dolía.
(Bedoya, 2010)

Maciel había permanecido tras el manto protector del anterior papado y algunos
de los altos mandatarios clericales en México y otros países, tenía una gran
influencia en el Vaticano (basada en su relación con el Papa Juan Pablo II) y la
organización que formase tiempo atrás había adquirido una gran fuerza, aún
después de que se le achacasen varias acusaciones a finales de la segunda mitad
del siglo XX e inicios del siglo XXI (véase: La jornada Jueves 4 de marzo de 2010,
p. 3), siendo estas las cuales expondrían el caso a escrutinio público dado que en
1956 había recibido acusaciones por parte de tres sacerdotes que, por medio de
cartas enviadas al Vaticano lo comenzaron a poner en dilema por su
comportamiento, sin tener repercusiones serias ajustadas al hecho (véase:
Aristegui, 2015)

La familia que formó el sacerdote Marcial Maciel en México reveló ayer los excesos y
abusos sexuales cometidos por el fundador de la Legión de Cristo. Tres de sus hijos:
Omar, José Raúl y Christian González Lara, junto con su madre Blanca Estela Lara
Gutiérrez, lo retrataron como un gran mentiroso, usurpador de personalidades,
manipulador y un hombre que cometió actos de pedofilia con dos de sus vástagos. (La
jornada Jueves 4 de marzo de 2010, p. 3)

El histórico comunicado del 1º de mayo de 2010 de Benedicto XVI –que significó la


defenestración post mortem de Marcial Maciel- era trascendente no sólo porque reconocía
las conductas execrables del fundador, sino porque aceptaba de cierta manera la
existencia de una red de silencio y complicidad que lo protegía […]. (Aristegui, 2015, 19)

Las acusaciones del 2010 por parte de sus hijos y esposa en México otorgarían
la completa culpabilidad por actos de pederastia, consumo de drogas, etc. al
fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, organización en la cual éste
había explotado su figura para cometer actos reprobables, sin embargo, aun
debían hacerse diversas investigaciones, los actos no habían sido hechos propios
sino que varios ex legionarios habían sido culpados. A fin de cuentas, el caso fue
cerrado sin que se extendiese el juicio más allá de la figura del fundador pero si
repercutiendo en la imagen efectiva de los agentes eclesiásticos y la iglesia para
la posterioridad.
II

El fenómeno de la pedofilia es generalmente explicado mediante una única


relación: Abusador – víctima (adulto – infante), por ejemplo, el Manual Diagnostico
y Estadístico de los Trastornos Mentales en su quinta edición (2014) basa el
diagnosticar una caso de pedofilia a partir de tres criterios “básicos”.

A. Durante un período de al menos seis meses, excitación sexual intensa y recurrente


derivada de fantasías, deseos sexuales irrefrenables o comportamientos que implican la
actividad sexual con uno o más niños prepúberes (generalmente menores de 13 años).

B. El individuo ha cumplido estos deseos sexuales irrefrenables, o los deseos


irrefrenables o fantasías sexuales causan malestar importante o problemas
interpersonales.

C. El individuo tiene como mínimo 16 años y es al menos cinco años mayor que el
niño/niños del Criterio A.

Nota: No incluir a un individuo al final de la adolescencia que mantiene una relación


sexual continua con otro individuo de 12 o 13 años.

Sin embargo, la cuestión descansa sobre la problemática que surge al momento


de considerar los casos a partir de una explicación, el expuesto más arriba ilustra
en gran manera el objeto de estas, el abusador o abusadores y las víctimas. El
DSM V esconde bien este hecho, sin embargo, lo contiene y se hace visible al
momento de observar los primeros criterios de clasificación: éste despoja, de
cierto modo, a los individuos “menores de edad” del pleno goce de su corporeidad,
aun cuando Freud ya había advertido que estos seres son perversos polimorfos,
es decir, el manual los piensa como seres completamente conformados,
monomorfos con la capacidad de transgredir premeditadamente los cánones del
mundo adulto y, por lo tanto, es de este modo que se concebirán a sí mismos en
relación con los otros (en el caso tratado, los adultos).

Antes de continuar, quisiera aclarar que de ningún modo pretendo justificar casos
como el de Maciel, es por eso que lo traté aquí, aquellos en los cuales la relación
inmediata se denuncia como puramente abusiva, mas, por otro lado, me parecen
imprudentes las opiniones que aseveran todo el tiempo basándose en fenómenos
únicos o los argumento que deducen consecuencias necesarias a causas
establecidas y que, sin tratar de comprender las lógicas particulares, los tratan
como naturalmente malditos, desechándolos ya de por sí.

Los abusos cometidos por el legionario resaltaron inmediatamente en la relación


comúnmente planteada: abusador – victima. Maciel (y algunos de sus cómplices)
se realizó en el primero de ellos, aprovechando la envestidura que le otorgaba el
ambiente en el cual se desempeñaba cometió hechos de abuso execrables (de
acuerdo a las denuncias que recibió). Para el segundo término, resulta obvio a
quien se otorga el calificativo en primera instancia, a las personas que fueron
abusadas y a algunas de aquellas que denunciaron esto, mas, véase que el hecho
y las acusaciones no recayeron únicamente sobre la figura de Maciel sino que se
expandieron sobre integrantes de su organización, sobre los clérigos y la iglesia
en general, incluso traspasando a otras esferas que, en un primer momento o a lo
largo del proceso fueron transformándose de abusadores a víctimas, en otros
términos, del abusador.

III

“Acabar con la perversión, tal es en la actualidad la nueva utopía de las


sociedades democráticas globalizadas, llamadas posmodernas: borrar el mal, el
conflicto, el destino, la desmesura, en provecho de un ideal de gestión tranquila de
la vida orgánica” (Roudinesco, 2009, 182)

Dicho lo anterior, es viable decir que tal ideal va por buen camino, uno que
aparenta un final sublime pero, repensémoslo mejor, transformar aquella parte
maldita inherente a la vida social del ser humano fingiendo eliminarla puede tener
graves consecuencias en un futuro próximo, los efectos comienzan a resaltar por
todas partes. Digamos que, aquella que se quiere desechar, es visible y por lo
tanto criticable, redimible si se quiere, ¿qué ocurrirá si estas cualidades
desaparecen al transformarse? Agradezcamos a la democracia que alza en lo más
alto la bandera de triunfo, de libertad, de tolerancia, de utilidad, de bienestar y
demos la bienvenida a las nuevas costumbres – perversidades.
Concluyendo pues, repensemos también a la pedofilia. Debido a que esto es
efectivamente incidente, al igual que lo otro, en la vida de los individuos, en la
forma en que se conciben a sí mismos en relación con los otros y a los otros en
relación con ellos, no es un problema de menor peso. El tema desarrollado aquí se
debe pensar de acuerdo a los factores que se desenvuelven en los diversos casos
con el propósito de no deducir de por sí el trato que se le debe dar a estos (sea
castigo, tratamiento, remedio etc.).

Bibliografía

- Aristegui, Carmen, 2015, Marcial Maciel: historia de un criminal, Debolsillo,


México, pp. 295.
- Asociación Americana de Psiquiatría, Manual diagnóstico y estadístico de
los trastornos mentales (DSM-5®), 5a Ed. Arlington, VA, Asociación
Americana de Psiquiatría, 2014.
- Azaola Elena, Estes J. Richard, Tremblay Pierre, Ruíz Miguel A. y Weiner
Neil A., 2003, La infancia como mercancía sexual: México, Canadá,
Estados Unidos, Siglo Veintiuno, México, pp. 370.
- Roudinesco, Elisabeth, 2009, Nuestro lado oscuro: una historia de los
perversos, Anagrama, Barcelona, pp. 256.

Cibergrafía

- Bedoya, Juan G. (24 de enero de 2010). La increíble vida de Marcial Maciel.


El País. Recuperado de
http://elpais.com/diario/2010/01/24/domingo/1264308758_850215.html
- (4 de marzo de 2010). Hijos de Marcial Maciel lo acusan de abuso sexual.
La Jornada. Recuperado de
http://www.jornada.unam.mx/2010/03/04/politica/003n1pol#texto

Das könnte Ihnen auch gefallen