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EMBOSCADA
Carlos Quintero Gamboa
Universidad Militar Bolivariana de Venezuela
Fondo Editorial Hormiguero
Un Sueño, Una Estrategia, Un Libro
EDITOR
“
Yo soy yo y mi circunstancia”, decía el escritor José Ortega
y Gasset, en un afán de precisar un principio filosófico que
sirviese por igual a todos los seres humanos. Pero parece
que a veces hay hombres nacidos para determinadas circunstan-
cias, o como prefieren plantearse los otros pensadores: son éstas
las que hacen a los hombres. Sea cualquiera de ellas la tesis va-
ledera, el caso del general Cipriano Castro es digno de análisis.
Quizás desde los tiempos de Ezequiel Zamora, dotado de
una energía mesiánica, que vivía las veinticuatro horas del día
pensando en una revolución, no ofrece nuestra historia cerca-
na otro hombre más controvertido, simultáneamente vapulea-
do y ensalzado, como el del general Castro. Elogios como no
los escuchó en vida del mismísimo Libertador, halagos simi-
lares a los que le ofrecieron a Guzmán Blanco; pero al mismo
tiempo objeto de vituperios, insultos, calificativos denigrantes.
Sin embargo, otro caudillo, contemporáneo suyo, que lo cono-
ció, y mejor que conocerlo lo midió en su potencial político, ese
“taita de la guerra”, según lo bautizó alguna copla folklórica,
el general Joaquín Crespo, dijo que Castro tenía una ambición
que no le cabía en el pecho. A esta apreciación le correspon-
dería Cipriano Castro con su asombrosa, inesperada, insólita
marcha triunfante que lo llevó en menos de seis meses, del le-
jano territorio tachirense a la capital de la República, y lo trans-
formó de jefe de una mesnada en dueño del poder.
Repetir que Cipriano Castro era libidinoso, pedantesco y ri-
dículo, resulta más sencillo que ojear algunos libros de la his-
toria reciente de la patria. Decir que el líder de la Restauradora
no era más que un hombrecito de barbas abisinias y ojos de
sátiro, requiere menor esfuerzo que seguirle la pista a su cam-
paña guerrillera en las frías regiones andinas o en sus fatigo-
sas marchas por el centro del país.
Parece que la cursi oratoria de Castro, tantas veces mofada
por sus enemigos, no fue obstáculo alguno para que la repi-
tiese, ya no en los cafetales de las haciendas tachirenses ante
una peonada boquiabierta, sino en la Casa Amarilla frente a
los doctores caraqueños y las fogueadas personalidades de la
política nacional.
Otro caudillo, ídolo de multitudes, pero que es su contrario
en la sobriedad del temperamento y también en la inestabili-
dad de propósitos, compartirá con Cipriano Castro la atención
de la Venezuela finisecular. Es “el Mocho” Hernández, a quien
el cabito saca de la cárcel en cuanto se posesiona de Caracas,
lo meterá a ella poco después cuando el jefe nacionalista se
levanta en armas y lo volverá a liberar con ocasión del bloqueo
contra Venezuela. Pareciera como si Castro se hubiese adue-
ñado del destino de Hernández. Similar tratamiento le aplicará
Castro al general Matos, jefe de la mal llamada Revolución Li-
bertadora, llevándolo a la cárcel, luego a la guerra y por último
a la derrota. Solo que “el Mocho” es caudillo de la política y
Matos lo es de las finanzas.
Para Castro, de temperamento avasallante, electrizado, im-
pulsivo, no hay obstáculo en su carrera política. Se siente po-
seído, así lo llegó a confesar en las postrimerías de su vida, de
un aliento interior, de una fuerza suprema que lo lleva inexora-
blemente hacia un “destino glorioso”. Los incidentes, llámese
el general Hernández, o el general Matos, o el Bloqueo, o la
Libertadora, no detendrán al cabito en su avance meteórico.
No hay, pues, que anclarse en las palabras: Castro es “un mono
trágico”, Castro es un ególatra, un cursi, un payaso. Todo eso
podría ser cierto, pero ante la evidencia de los hechos es solo
una pirotecnia verbal que oculta las verdaderas acciones del
caudillo. “Dadme un hecho y me postraré ante él”, dijo alguna
vez Carlyle en una frase que es toda una invitación al estudio
de la conducta humana. Y los hechos de Cipriano Castro desdi-
cen la leyenda negra que le inventaron sus depredadores.
Pareciera elemental recomendar al venezolano de hoy, que
oriente sus lecturas acerca de nuestro acontecer histórico, no
por apreciaciones subjetivas sin otra base que las motivacio-
nes del afecto o de la aversión, sino fundamentándose en estu-
dios serios, con la dimensión científica que reclama la nueva
historiografía. Tal es este libro que su autor, el coronel y licen-
ciado en Historia, Carlos Quintero Gamboa, intitula La Gran
Emboscada, y que estudia desde un punto de vista histórico
militar la campaña de Cipriano Castro, conocida en el argot
popular como “invasión de los sesenta”.
La obra, ya laureada antes de su publicación con el premio
“Gran Mariscal Antonio José de Sucre” que ha creado la Presi-
dencia de la República para estimular el trabajo creativo en los
miembros de las Fuerzas Armadas, está precedida de un pró-
logo, conceptuoso y valiente, del teniente Raúl Oviedo Rojas.
Vale la pena dejarnos conducir en las palabras del prologuista
a las del autor en su análisis del capítulo conque Venezuela
cierra el siglo XIX, y que es al mismo tiempo, por su cargado
dramatismo y por sus consecuencias inmediatas, uno de los
episodios más fascinantes de los muchos que pueblan la vida
contemporánea de Venezuela.
E
ntre los apasionados por la historia del país figura el cara-
queño Carlos Enrique Quintero Gamboa, egresado de la
Escuela Militar en 1960 (Promoción General de División
Pedro León Torres), graduado de la Escuela Superior del Ejército,
con estudios en la Escuela de Artillería de Venezuela, Licenciado
en Educación mención Ciencias Sociales (UCAB) y Especialista
en Defensa Nacional (Universidad de La Sorbona-París). Reco-
nocido profesor de la Academia Militar, la Escuela de Armas y la
Escuela Superior del Ejército. Militar con treinta años de servicio
a la Fuerza Armada y veinte años como cronista.
Paralelamente a su sólida formación y aportes a la milicia,
se distinguió por sus dotes de investigador-historiador con la
primera publicación: La Gran Emboscada, merecedora de dos
premios: Gran Mariscal Antonio José de Sucre (1979) y Enrique
Bernardo Nuñez (1980). El Coronel Carlos Enrique Quintero
Gamboa representa para los venezolanos una referencia en
materia educativa, histórica y militar. Forma parte del acervo de
hombres intelectuales que sirvieron a la Revolución. La Gran
Emboscada, publicada en el año 1986, por la Editorial Circulo
de las Armas, ha sido considerada en Venezuela y Colombia
como texto de lectura obligatoria, basta revisar el catálogo en
línea de la Biblioteca Nacional y el Instituto Colombiano de
Antropología e Historia para darnos cuenta de ello.
Nuestro Caballero de la Revolución, Cronista de la Fuerza Ar-
mada, apasionado historiador, educador, fundador de la Cátedra
Filosofía de la Guerra, director del Departamento de Historia del
Ejército, director del Museo Histórico Militar, dejó un legado y
compartió como buen maestro sus enseñanzas a jóvenes ge-
neraciones. Algunos tuvieron la fortuna de conocerlo y ser sus
discípulos, otros se acercaron por el ejemplo y la mística de su
trabajo que no cesaba de rendir frutos. Su amor por la fami-
lia, el trabajo y el país traspasaron las pantallas durante una
entrevista que le realizaran para el año 2007, en el programa
Fuente Viva en el canal Vive Tv. Ciertamente un material digno
de compartir y divulgar.
La Universidad Militar Bolivariana de Venezuela, a través del
Fondo Editorial Hormiguero agradece a familiares y amigos del
Coronel Carlos Enrique Quintero Gamboa, esta edición Post-
Mortem de La Gran Emboscada. Obra maestra de incompara-
ble valía que nos recuerda la importancia de mirar al pasado
desde las fuentes de interpretación que nos da la Historia y
las Ciencias Militares. Solo un hombre de su talla lo ha hecho
posible. Nos ha obsequiado este escenario para el aprendizaje,
la escritura y la investigación.
La Gran Emboscada propone la revisión de conceptos fun-
damentales de la Historia Militar a partir del estudio de la cam-
paña militar de la Revolución Restauradora, que encabezó Ci-
priano Castro el 23 de mayo de 1899 desde Colombia y en un
acelerado periplo lo lleva el 14 de septiembre de ese mismo
año a la Casa Amarilla en Caracas, como Jefe del Gobierno
Venezolano. A propósito de esto, el autor estudia la historia y
las categorías relevantes dentro de ese contexto económico,
social, político y militar.
La concepción de guerra de guerrillas para aquella revolu-
ción, destaca su recurso táctico más relevante: La emboscada.
Con particularidades propias que mantiene a Castro en una po-
sición de comando que jamás abandona la visión de conjunto y
de totalidad en las operaciones. Una lógica que no opera en la
casualidad o improvisación sino desde la planificación táctica.
Quintero Gamboa así la describe: “Siempre mantiene una visión
de totalidad en el combate (…) para decidir el momento y sitio
oportuno y no dejar al azar los resultados de la acción”. Como
se advierte, ello habla del genio militar indiscutible de Castro
y de sus estrategias que le garantizaron el triunfo con ventajas
importantes respecto a la precaria resistencia de sus oponentes,
expresado por el gobierno con explícitos intereses de algunos
poderes, entre los cuales destacan banqueros y caudillos.
El panorama nacional a finales del siglo XIX era desalenta-
dor. Entre descomposición social, debilitamiento de las institu-
ciones y un mando militar representado por Ignacio Andrade,
crean las condiciones para la llegada al poder de Castro. Mar-
cadas diferencias cuantitativas, en términos de hombres para
el combate, mostraron notorias deficiencias tácticas: desunión
del ejército, ausencia de fuertes liderazgos, división de poderes
y desacertadas decisiones. Magistralmente el autor nos acerca
a revisar las acciones militares de la Batalla de Tocuyito. Una
lección, que debe ser estudiada por las implicaciones político-
militares en la historia venezolana.
La Gran Emboscada contiene sobrados méritos. Uno de
ellos el profundo análisis de los aspectos militares que lo con-
vierten en una referencia fundamental de nuestra historiogra-
fía militar y como tal, debe ser asumida y heredada por esta y
próximas generaciones.
Epígrafe:
a) “… antes pluma de cronista que de
historiador…” induce Gil Fortoul.
b) “héroe de leyenda, que no el héroe de
la historia…” deduce Gil Fortoul.
H
istoria, cuento, crónica. Hay cuentos que se vuelven
historia y hay crónicas que lo pretenden, pero jamás
la historia es cuento o es crónica. Otra cosa es la le-
yenda. Esta la realizan -porque la leyenda es realidad- los pro-
pios héroes y el pueblo para los historiadores con “h” minúscu-
la, se complazcan en adulterarlas o en contarlas a su manera.
Es decir, que en las exposiciones, aparentemente históricas,
contemporáneas o no, hay mucho de fantasía y de folklore, y
esto, porque solo abundan los cronistas.
La generalidad de nuestros historiadores no termina de ex-
plicarnos el porqué del 19 de abril de 1810. Se queda allí mis-
mo, en el cuento, en la crónica y les basta con decir que Mada-
riaga dijo “no”, que Salias gritó “vamos” y Emparan murmuró
“hasta luego”.
Así es como observo que en nuestro tiempo hay un solo his-
toriador militar: Lino Iribarren Celis. ¿Por qué Iribarren Celis?
Porque es el único que se ha puesto a estudiar Historia Militar
para después escribirla. Los demás, grandes trabajadores de
archivo, no lo niego -también él- grandes memorizadores, cier-
to -también él-. Es como si yo a través de un trabajo meticuloso,
16 / La Gran Emboscada. Cipriano Castro y la Revolución Liberal Restauradora
Señor coronel:
¡Siga escribiendo de frente al porvenir!
INTRODUCCIÓN
L
a historia contemporánea de Venezuela es en sí apasio-
nante y delicada, por lo profuso y por lo inmediato de su
ubicación cronológica. Implica elaborar conclusiones y
emitir juicios que sensibilizan diversos sectores nacionales y
extranacionales que estuvieron y están ligados a estos aconte-
cimientos.
El tema de este trabajo es el estudio del desarrollo de la
Campaña Liberal Restauradora conducida por el general Ci-
priano Castro, en 1899, que le allanó el acceso al poder político
del país después de conducir una singular empresa de carác-
ter político-militar.
Esta campaña del general Castro ha sido enfocada de muy di-
versas maneras: novelada, narrada, distorsionada, parodiada y
hasta ridiculizada. Ahora intento, en consecuencia, elaborar un
enfoque concreto, de orientación militar, basado en las fuentes
documentales que consideré más apropiadas: general Eleazar
López Contreras: Páginas para la Historia Militar de Venezuela.
El Boletín del Archivo Histórico de Miraflores –publicación de
la Secretaría de la Presidencia de la República- fuente valiosa
para estudiar el proceso político venezolano, desde 1899 hasta
1935; en este voluminoso repositorio de documentos logré, por
ejemplo, ubicar el texto de una narración hecha por el general
Antonio Fernández, uno de los personajes centrales de las ope-
raciones militares que aquí se tratan, y de él pude extraer una
serie de datos que, unidos a los que aporta el general López
Contreras, me permitieron demostrar la tesis que aquí propon-
go. Examiné con detenimiento un escrito del general Francisco
Linares Alcántara: Mi bautismo de Sangre, en el que relata su
32 / La Gran Emboscada. Cipriano Castro y la Revolución Liberal Restauradora
EL AUTOR
General Ignacio Andrade
Ilustración del texto de Ramón J. Velásquez. La caída del Liberalismo Amarillo, tiem-
po y drama de Antonio Paredes. Ediciones de la Contraloría General de la República.
Caracas, 1972. Pág. 145.
CAPÍTULO I
1. La gran emboscada
2. Antecedentes de la Revolución
3. La concentración y la primera emboscada
Salta a la vista que las circunstancias son más favorables a la
concentración del fuego cuando se puede tirar sobre el enemi-
go desde varios lados a la vez, es decir, atacándolo por medio
de un movimiento envolvente, mientras él mismo no puede en-
volverse más que hacia un solo lado. (*)
1. LA GRAN EMBOSCADA
2. ANTECENDENTES DE LA REVOLUCIÓN
RESTAURADORA
3. LA CONCENTRACIÓN Y LA PRIMERA
EMBOSCADA
Cuadro (6)
4. El Enganche a Sarría
5. Como en Junín o la Irreverencia
6. Asalto a San Cristóbal
7. Emboscada en El Zumbador
“La Sagacidad, la inteligencia, cierta delicadeza de imagina-
ción, deben ser cualidades – de las tropas- desde el jefe hasta
el último soldado, porque la independencia y la espontaneidad
de acción son el alma de la guerrilla”. (*)
4. EL ENGANCHE A SARRIA
7. EMBOSCADA EN EL ZUMBADOR
JORNADAS DE LA REVOLUCIÓN
LIBERAL RESTAURADORA
Mao Tse Tung fija seis reglas: repliegue ante el avance ene-
migo mediante ‘retiradas centrípetas’, avance ante la retirada
enemiga, estrategia de uno contra cinco, táctica de cinco con-
tra uno, abastecimiento a costa del enemigo, cohesión íntima
entre el ejército y las poblaciones. (3)
NOTA: los anexos de esta edición respetan fielmente las normas ortográficas
de la primera edición de La Gran Emboscada.
ANEXOS 2
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de la primera edición de La Gran Emboscada.
ANEXOS 3
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ANEXOS 4
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de la primera edición de La Gran Emboscada.
ANEXOS 5
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ANEXOS 6
NOTA: los anexos de esta edición respetan fielmente las normas ortográficas
de la primera edición de La Gran Emboscada.
BIBLIOGRAFÍA
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