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PSICOLOGIA DEL DESARROLLO

EL APEGO

Mg. Víctor Hugo Rosas Imán

 DIOLI PAUCAR JORDAN


AREQUIPA – PERU

2018
John Bowlby: definió la conducta de apego como “cualquier forma de comportamiento
que hace que una persona alcance o conserve proximidad con respecto a otro individuo
diferenciado y preferido. En tanto que la figura de apego permanezca accesible y responda, la
conducta puede consistir en una mera verificación visual o auditiva del lugar en que se halla y en el
intercambio ocasional de miradas y saludos. Empero, en ciertas circunstancias se observan
también seguimiento o aferramiento a la figura de apego, así como tendencia a llamarla o a llorar,
conductas que en general mueven a esa figura a brindar sus cuidados”

¿Qué es el apego?
El apego es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros
momentos de vida entre el hijo y la madre (o más bien la persona
encargada principalmente de su cuidado). Su función es asegurar el
cuidado del recién nacido. El apego cumple un rol clave en el desarrollo
psicológico del niño y en la formación de su personalidad.

El establecimiento del apego desde la infancia más temprana permite que


se den dos fenómenos que harán del niño un ser más o menos dependiente
y temeroso; nos referimos al sistema exploratorio y al sistema afiliativo.

El sistema exploratorio permite al bebé contactar con el ambiente


físico a través de sus sentidos: tocan, miran e intentan introducirse en la
boca todo lo que encuentran. Además no tienen miedo de pasar tiempo con
otras personas; esto es debido al sistema afiliativo.

El apego se compone, según López (2009), de tres componentes: la


construcción mental que permite establecer la relación de pertenencia e
incondicionalidad, la unión afectiva que proporciona sentimientos de alegría
y bienestar, y el sistema de conductas de apego focalizado en mantener un
contacto privilegiado.

¿Cómo se establece el apego?


De este modo, desde el nacimiento, el bebé observa, toca y es reactivo
a todo le dice la figura principal de apego, que por lo general suele ser la
madre. Sobre los 6 meses de vida se establece un vínculo de apego con la
persona con quien tiene más contacto y aparece el miedo ante los
desconocidos.

El apego es el encargado de proporcionar seguridad al niño en


situaciones de amenaza. En concreto, un apego satisfactorio permite al
pequeño explorar y conocer el mundo bajo la tranquilidad de saber que la
persona con quien se ha vinculado va a estar allí para protegerlo.
Cuando esto no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en la manera
en que el niño se comporta, lo cual repercutirá en su forma de relacionarse,
en las reacciones que obtenga de los demás y en última instancia en su
forma de interpretar el mundo.

Según los estudios realizados en 1979 por John Bowlby, principal


autor de esta teoría, el apego es una relación afectiva que se establece
desde el nacimiento hasta la muerte, y por lo tanto perdura a lo largo de la
vida.

Los 4 tipos de apego


En la literatura sobre la crianza de los niños se encuentran gran cantidad de
estudios que analizan el apego y la influencia que tiene en la edad adulta.
Por ello sabemos y es importante destacar que según el tipo de apego el
impacto en el comportamiento adulto será distinto.

1. Apego seguro
Este tipo de apego está caracterizado por la incondicionalidad: el niño sabe
que su cuidador no va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. El
comportamiento de los niños con apego seguro es activo, e interactúan de
manera confiada con el entorno. Hay buena sintonía emocional entre el niño
y la figura de apego.

Las personas que han tenido un apego seguro en la infancia suelen


interactuar con sus iguales de forma saludable en la edad adulta. No
les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y no les provoca
miedo el abandono. La dependencia es recíproca y no les preocupa estar
solos.

2. Apego ansioso y ambivalente


En estos casos el niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación
constante de inseguridad. Es por ello que los pequeños con apego ansioso-
ambivalente necesitan la aprobación de los cuidadores y vigilan de manera
permanente que no les abandonen. Exploran el ambiente de manera
poco relajada y procurando no alejarse demasiado de la figura de
apego.

Los adultos con este tipo de apego sentirán temor a que su pareja no les
ame o les desee realmente. Les resulta difícil interaccionar de la manera
que les gustaría con las personas, ya que esperan recibir más intimidad o
vinculación de la que proporcionan. Así, podemos decir que en la edad
adulta este estilo se relaciona con la dependencia emocional.

3. Apego evitativo
Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar
con sus cuidadores, lo cual les provoca sufrimiento. Estos pequeños
aprenden a vivir sintiéndose poco queridos y valorados; muchas veces no
expresan ni entienden las emociones de los demás y evitan las relaciones
de intimidad.

En el apego evitativo en la edad adulta, tal y como ocurre en la infancia, se


producen sentimientos de rechazo a la intimidad y de dificultades de
relación. Las parejas de estas personas echan en falta más intimidad en la
interacción.

4. Apego desorganizado
Este tipo es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo en que el
niño presenta comportamientos contradictorios e inadecuados. Tienen
tendencia a las conductas explosivas y a la destrucción de juguetes, así
como grandes dificultades para entenderse con sus cuidadores.

Buscan evitar la intimidad pero no han encontrado una forma de gestionar


las emociones que esto les provoca, por lo que se genera un
desbordamiento emocional de carácter negativo que impide la expresión de
las emociones positivas.

Los adultos que han tenido este tipo de apego de pequeños suelen ser
personas con alta carga de frustración e ira, no se sienten queridas y
parece que rechacen las relaciones, si bien en el fondo son su mayor
anhelo.

La importancia de ser flexibles en las relaciones


Todo esto es necesario interpretarlo desde un prisma integrador; esto
implica que todas las interrelaciones que se producen desde el nacimiento
hasta la edad adulta marcan el comportamiento del momento actual, y que
el apego no es inmutable ni se mantiene en la misma medida en todas las
personas a medida que el desarrollo progresa.
De este modo, haber tenido un apego ansioso no cataloga a esa persona
como insegura de por vida. Las relaciones de amistad, laborales y de
pareja también influyen en el tipo de apego y el rol que se mantienen con
las nuevas figuras de apego.

Además, el comportamiento de todo individuo en una relación se ve


mediado por la conducta del otro. Así, una persona con un estilo de apego
evitativo en la infancia puede, por así decirlo, “aprender” a querer gracias
a las conductas de apego seguro que le proporcionan su pareja u otras
personas queridas, como puede ser un grupo de amigos íntimos
psicológicamente saludables.

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