Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Diariamente salimos de nuestros hogares, salimos para la escuela, para el trabajo, salimos
a cumplir con nuestras responsabilidades…
Ese “salir” significa desprendernos de nuestra instalación, de nuestra comodidad, de lo
que sea encerrarnos en nosotros mismos.
No vinimos a este mundo a vegetar, a pasarla cómodamente, a hacer de la vida un sofá
que adormezca, al contrario, hemos venido a otra cosa, a dejar una huella.
Jesús es el Señor del riesgo, el Señor del siempre más allá. Jesús no es el Señor del confort,
de la seguridad y de la comodidad. Para seguir a Jesús hay que tener una cuota de
valentía, hay que animarse a cambiar el sofá por un par de zapatos que te ayuden a
caminar por caminos nunca soñados y menos pensados. ¿Te animas?
El saludo que le da Dios a Abram es insólito: “sal” ¿Y de dónde debe salir Abram? “De tu
tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre”. Se trata de una verdadera
emigración, de una profunda erradicación; debe cortar de raíz los fundamentos de toda
una larga vida, dejando de lado los afectos más entrañables de su corazón, el trabajo o la
profesión sobre la que ha construido la propia vida. Se trataría de algo así como de
cambiar de nombre, de patria y de identidad, pretendiendo hacerlas nacer y florecer en
otro lugar... ¿Pero dónde?
HIJAS DE MARÍA AUXILIADORA
INSPECTORÍA ANTILLANA SAN JOSÉ
Abram deberá partir de su tierra no sólo sin oponer ninguna objeción y sin pedir
explicaciones, sino sobre todo sin saber hacia dónde debe dirigirse.
Así es toda vocación y toda búsqueda vocacional: sólo la confianza hace posible el
descubrimiento de la llamada personal de Dios, que no es jamás un simple cálculo mental,
sino que exige la valentía de arriesgar, como vemos en Abram. La seguridad de la llamada
la alcanzará después. Lo primero es el riesgo, la osadía de apostar sin haber visto.
Pidamos a Dios la fe, la valentía y la confianza de Abram para que cómo María podamos
decir: Hágase en mí.
Haz que muchos jóvenes escuchen, también, la voz apremiante de tu Hijo: <<Deja tú
tierra>>. Haz que tengan el valor de dejar sus familias, sus ocupaciones, sus esperanzas
terrenas y sigan a Cristo por el camino que Él les tiene preparado.
Extiende tu maternal solicitud sobre los sacerdotes; sobre los religiosos y religiosas que
asisten a los ancianos, enfermos, impedidos y huérfanos; sobre los que trabajan en el
campo de la enseñanza; sobre los miembros de los institutos seculares, fermento
silencioso de buenas obras; sobre quienes, en la clausura, viven de fe y amor, y oran por la
salvación del mundo. Amén.