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PROLOGO «El dia de la infamia», llamé el presidente | de Estados Unidos F. D. Roosevelt al bombardeo de Pearl Harbor por la aviacién japonesa. «La guerra innecesaria», la llamé Winston Churchill. Las democracias occidentales salieron triunfantes de la prueba tras 2191 dias de guerra, los afios de la infamia, y con ellas, la Unién Soviética de Stalin, que tan alto precio debié pagar para derrotar a Hitler. Cuando los soldados soviéticos y norteamericanos se abrazan a orillas del rio Elba, camino de Berlin, la vieja Europa pasa a un segundo plano, el mundo se bipolariza, las 2 grandes potencias pasan a llamarse Estados Unidos y Unién Soviética, los imperios se desploman. De los rescoldos de la I Guerra surgié la IT Guerra. A partir de 1939 y hasta que el almirante Shigemitsu se rinde al general MacArthur a bordo del acorazado Missouri en la bahia de Tokio, el mundo se despedaza, camina al revés, en sentido contrario, como las agujas del reloj del cementerio judio de Praga. No bast la carniceria de la I Guerra | Mundial. Tuvieron que morir mas de 60 millones de hombres —Ias cifras se revisan al alza con el paso de los afios— para poner fin a las hostilidades desencadenadas por aquel que Hindenburg liamé «el cabo bohemio», ebrio de gloria y de espacio vital, resentido por las condiciones impuestas a Alemania por los vencedores de la I Guerra. Este libro empieza con un bombardeo, el de Guernica en 1937, y termina con otro, con el hongo apocaliptico de Hiroshima. Hitler habia organizado un Reich, un Estado, un imperio basado de forma exclusiva en la ciega y total obediencia a su persona. Va a ser la guerra total en todos los continentes. La I Guerra Mundial se libré en el frente europea, la II Guerra desborda todas las fronteras, envuelve a las poblaciones civiles, ensaya armas cada vez mas mortiferas y paga un pesado tributo en sangre. La guerra fue un terremoto que transformé el mundo, sus continentes, sus alianzas, sus mapas, sus hombres, su ciencia y su conciencia: Estados Unidos puso su pie en Europa, las naciones sometidas se rebelaron contra las potencias coloniales, Europa descubrié, por segunda vez, que las viejas disputas conducian a la catastrofe y que el mejor camino era el de la unidad entre los pueblos. El doble destino del viejo continente: Europa es demasiado grande para estar unida y demasiado pequefia para permanecer dividida. Del final de la guerra brota un rayo de esperanza sobre los escombros y los cuerpos pulverizados de Hiroshima: la guerra no debe + volver a repetirse. Por una de esas paradojas de la historia, las tres naciones vencidas — Alemania, Italia y Jap6n— sabran aprovechar la segunda oportunidad hasta convertirse en potencias vencedoras gracias a su sacrifi a su capacidad de trabajo. Todo apunta a que el mundo entraria en una nueva era, en un nuevo orden una vez derrotados los fascismos. Sin embargo, a la guerra caliente le sucedié la guerra fria, las guerras de la posguerra: mas de un centenar de conflictos «pequefios» que han arrojado un saldo de 30 millones de victimas. Ahora la televisién retransmitia en directo los horrores del campo de batalla: a pesar de todo, el hombre no se daba por enterado. Ha preferido la victoria a la paz. El fin del comunismo, la caida del Muro, descarté el enfrentamiento entre las grandes potencias, pero quedaban las pequefias, que libres de direccién y tutela combatian en el interior de sus fronteras. «El arte de la guerra —escribié el teérico chino Sun Tzu hace muchos siglos— es de vital importancia para el Estado... un asunto de vida o muerte.» éPor qué la guerra? El historiador Tucidides atribuyé las causas de la guerra del Peloponeso al rapido crecimiento del poder de Atenas. Otras razones pueden haber sido las ambiciones territoriales, el botin y la riqueza, los conflictos de fronteras, el imperialismo, el nacionalismo exacerbado, la lucha de clases, la religién, la carrera de armamentos, los sistemas de alianzas, las ambiciones de los generales, las venganzas de la historia, el honor, el miedo, el interés, el afan de poder y territorio, la autoestima, el prestigio y hasta el rapto de una mujer, Helena, que desencadené la guerra de Troya; el sentido del honor provoca el conflicto, muy por encima de otras consideraciones. Tan esencial como el arte de hacer la guerra es el de saber cémo evitarla. La paz no se conserva por si misma. En su obra On the origins of war and the preservation of peace, el historiador de Yale Donald Kagan, celebrado por George Steiner como uno de los intérpretes mas profundos de este siglo tragico, elige dos guerras antiguas y 2 modernas, la guerra del Peloponeso (431- 404 a. de C.) en paralelo con la I Guerra Mundial, y la II Guerra Punica entre Roma y Cartago (218-201 a. de C.) en relacién con la Il Guerra Mundial, En el primer caso se establecia un equilibrio de poder entre dos alianzas. La expansién y el dinamismo del Imperio Ateniense del siglo v antes de C. y de la Alemania del siglo xix (kdiser Guillermo) amenazaban con romper esa estabilidad. En los dos casos las hostilidades se precipitaron por incidentes menores que no afectan a los grandes protagonistas, sino a sus aliados (atentado de Sarajevo y declaracién de guerra a Serbia). En Grecia, la ruptura de treinta afios de paz se debié al auge del poder de Atenas que aterrorizaba a los espartanos; en la Europa occidental el equilibrio que se mantiene desde 1871 se quiebra cuando Alemania reclama del

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