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El desarrollo de las medidas cautelares en el proceso administrativo en Venezuela.

En principio, es evidente que Venezuela se encuentra en un notable estado de atraso, o al


menos, se puede considerar que la evolución de las medidas cautelares dentro del proceso
administrativo venezolano ha sido lento en relación a los ordenamientos jurídicos de otras
naciones del hemisferio occidental. Tenemos por ejemplo que no es sino hasta el 4 de diciembre
de 1967 que la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia toma una decisión en
relación a un procedimiento administrativo donde de forma inédita, sin tener un procedimiento ni
normativa expresa previamente establecida, esta Sala, a través de una construcción
jurisprudencial llega a una decisión que abre el camino al desarrollo del proceso de las medidas
cautelares dentro del procedimiento administrativo, tal como lo fue en ese momento la
suspensión de la ejecución de un acto de la administración pública.

Puedo asumir que el criterio que en ese entonces debió guiar a la Sala Político
administrativa de la antigua Corte Suprema de Justicia estaba inspirado en otras legislaciones, en
la jurisprudencia emanada del control difuso de la jurisdicción administrativa y en los mismos
principios y garantías que se establecían en la Constitución de 1961 (artículos 60 y 68), entre
otros, principios fundamentales como el derecho a la tutela judicial efectiva, derecho inherente a
la persona humana y esencial en un Estado de Derecho y de Justicia.

A partir de esa decisión de suspender cautelarmente la ejecución de una decisión de


carácter administrativo, observamos que se allanó el camino para la creación de un andamiaje
jurídico que estableciera los presupuestos dentro de los que pudiera ser materializada la
pretensión de suspender la ejecución de estos actos, en primer término, de efectos particulares.
Así, en el transcurso de una década después de esta medida cautelar, fue a través de la entrada en
vigencia de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia que por primera vez de una manera
expresa se formula la potestad de los administrados de poder accionar la pretensión cautelar de
suspender la ejecución de un acto administrativo (artículo 136 de la referida ley y también en los
artículos 5 y 22 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales). Aquí
ya observamos que la jurisprudencia y la doctrina empiezan a concurrir en el carácter
constitucional de estas medidas que se desprende del derecho a la tutela judicial efectiva. Esto, a
mi manera de entenderlo, representó un avance ya que se está estableciendo un mecanismo
mediante el cual se le brinde una protección al administrado frente a esos actos de la
administración que podrían lesionar de manera irreparable los intereses de los justiciables. Sin
embargo, es en nuestros días un hecho palpable que estos avances han llegado a un punto donde
todo se ha detenido y en algunos caso tomado una posición retrograda, ya que a diario vemos que
la administración pública a tomado decisiones que evidentemente lesionan derechos de
particulares y no existe esa igualdad jurídica garantizada a la hora de implementar esas medidas
cautelares que garanticen lo contemplado en los artículos 26 y 49 de la CNRBV, eso lo vemos en
los diferentes procesos sancionatorios en materia de telecomunicaciones respecto a la aplicación
de multas que tienen su génesis en fundamentos políticos, al igual que procedimientos de carácter
tributario, o en materia de expropiaciones ( aquí vemos como una constante la violación al debido
proceso y la manifiesta indefensión de los administrados frente a un Estado donde privan las
razones de orden político e ideológico por encima de los principios y garantías que se desprenden
del orden Constitucional y en toda clase de procesos donde pareciera que la tutela judicial efectiva
es ilusoria frente a arbitrariedad de la administración pública). Es por consiguiente que en mi
carácter de estudiante de derecho considero que en la actualidad ha habido un retroceso
sistemático de estas garantías que mal pudieran ubicarnos en los estados iníciales al desarrollo de
este procedimiento de medidas cautelares sobre los actos administrativos en lugar de haber
avanzado, ya que es evidente que lo que en principio fue un mecanismo de protección del débil
jurídico frente a los poderes públicos, hoy por hoy se ha desvirtuado y se aplica de una manera
discrecional por parte de estos poderes del Estado.

El desarrollo paulatino del procedimiento ha contemplado una serie de requisitos para que
el mismo se encuadre dentro de los supuestos donde estos puedan ser accionados por los
administrados, aquí vemos que esto ha sido un mecanismo para que estas medidas no se utilicen
de manera fraudulenta con fines de dilatar los procedimientos administrativos con actos
inmotivados o irrisorios o cualquier otra conducta donde sea deducible un abuso del derecho, es
decir, el procedimiento de estas medidas cautelares contempla una serie de requisitos para que
sea posible su accionar, pero aquí también podemos ver que dada la falta de celeridad de la
instancias del poder público, las razones en las que se funde la pretensión de una medida cautelar
pudieran quedar ilusorias. Aquí se observa que este procedimiento difería según el basamento por
el cual se accionaba, pues si se trataba de una presunción de una grave violación a los principios
fundamentales se podía accionar por la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías
Constitucionales, y este contemplaba una serie de requisitos distintos a los que se pudieran
aplicar si el recurso se interpone a través del Código de Procediendo civil donde ya debían alegarse
y probarse los extremos tradicionales.

Las distinción de los procedimientos en realidad no era determinante porque para otorgar
estas medidas cautelares los requisitos no eran excluyentes y se considera que entre ellos hay
relación, estos son la apariencia del buen derecho y el peligro en la mora, ambos, son
concurrentes, este concepto es producto de la jurisprudencia y la doctrina que han llegado a
definir los supuestos procesales para fundamentar estas medidas cautelares.
Ahora podemos ver un retroceso y una mayor desigualdad ante la ley por las
desaplicación del artículo 92 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República que
afirmaba la protección constitucional a las medidas cautelares, al establecer una serie de
requisitos que dada la poca celeridad de estos procedimientos en Venezuela ponen en serio riesgo
una verdadera tutela judicial efectiva y amenaza con dejar como ilusorias las pretensiones de los
justiciables, tomado una posición discrecional que generalmente debilita aun más la posición de
los particulares frente al Estado, lo que a juicio de este alumno y basado en los razonamientos del
texto de donde se extrae este análisis, indudablemente tiene motivaciones de orden político que
contravienen las de orden jurídico que en principio son las que deben privar en un autentico
Estado Social de Derecho y de Justicia.

Es evidente la necesidad que estas medidas cautelares estén sincronizadas con el


nacimiento del derecho para que estos sean oportunos y no frustren su motivación, es por ello
que se requiere de un procedimiento flexible que no sacrifique la esencia de este llamado
principio de la tutela judicial efectiva por formalismos o dilaciones que pongan en peligro el
derecho, para ello ya existen los presupuestos procesales que se requieren, pero la legislación,
que debe tener un carácter progresista y evolucionar con la sociedad, hoy no es cónsona con ello
y retrocede a posturas que ya habían sido superadas y por razones de carácter político se coloque
aun en mayor estado de inferioridad a los administrados frente a las decisiones de los poderes
públicos. Esto, a su vez nos lleva a plantearnos cuales son los extremos a considerar deben
cumplirse para que esta facultad de los justiciables no fuera violatoria a su vez del principio del
buen uso del derecho.

Estas no deberían en principio tener mayores limitaciones cuando se fundan en hechos


ostensibles y no contarías al orden jurídico y exhiban de manera razonable una apariencia
formalidad acordes al Derecho, es decir, cuando sea evidente que estas pretensión de medidas
cautelares están dentro de los parámetros de lo que la doctrina y la jurisprudencia señalen como
buen Derecho y pueda ser una realidad en toda su magnitud la verdadera aplicación de una tutela
judicial efectiva.

El Alumno.

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