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Florencia Luna1
Cuatro ejes
Ante esta situación se deben considerar al menos cuatro ejes. En primer lugar, es fundamental una
mirada de género. El aborto y el embarazo afectan principalmente a las mujeres. Como se acaba de
señalar, hay que tener en cuenta que en realidad lo que se busca con la implementación de políticas
penalizadoras del aborto no es prevenir la ocurrencia de abortos sino punir y castigar a las mujeres.
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Florencia Luna es directora del área ética, derechos y bienes públicos de la FLACSO (Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales) y del Programa Bioética (FLACSO-Argentina).
Ya que, efectivamente, la realización de un aborto inseguro puede llevar a la mujer a la muerte y la
discapacidad, y alterar completamente su plan de vida.
El segundo eje a tener en cuenta es que el aborto forma parte de los derechos sexuales y
reproductivos. La salud sexual y reproductiva es parte vital de la salud integral de las personas,
permite formar un plan de vida, una familia. Muchas de las mujeres que en algún momento deciden
abortar o tienen que abortar lo hacen porque quizás son muy jóvenes y en ese momento no pueden
ser madres, o porque están viviendo una situación extrema como un embarazo forzado, pero quieren
más adelante formar una familia. Se debe tener una visión integral respecto de los derechos sexuales
y reproductivos, y de la salud sexual y reproductiva. Esto implica no solamente elegir si procrear o
no, sino con quién y por qué medios. La salud sexual y reproductiva implica no sólo al aborto sino
también la prevención de enfermedades de transmisión sexual, el acceso a tratamientos, la relación
médico paciente (por ejemplo evitar la violencia obstétrica), la infertilidad secundaria, la
anticoncepción, la reproducción asistida, los diagnósticos pre natales, etc. Por ejemplo, quienes
trabajan en las técnicas de reproducción asistida deberían respaldar las luchas de quienes abogan
por una adecuada regulación del aborto, ya que en ciertos casos estas técnicas implican abortos
selectivos (aunque esta práctica se esconda). Un adecuado análisis de la salud sexual y reproductiva
debe abarcar todos estos elementos de manera coherente y respetuosa de las mujeres. En este
sentido es fundamental tener una visión integral del problema y de la salud sexual y reproductiva.
El tercer eje a considerar es el de la salud pública. La salud pública analiza las causas de la
salud, enfermedad y mortalidad de las poblaciones, hace especial hincapié en causas prevenibles,
implica al Estado y a la regulación de instituciones de salud. En este sentido el aborto siempre ha
sido considerado un asunto de salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el
aborto inseguro es una de las cinco causas directas de mortalidad materna, y cada año mueren más
de 270 mil mujeres y adolescentes en el embarazo y el parto por causas evitables. Esto es totalmente
inaceptable desde una perspectiva ética.
Finalmente, el cuarto eje examina cuál es el ámbito de regulación. La regulación para una
sociedad democrática y pluralista es diferente que para una sociedad teocrática. En el primer caso la
tolerancia es uno de los valores que tenemos que respetar y promover, y en el segundo se mantiene
un dogma religioso. Los ciudadanos de una sociedad teocrática son considerados como fieles y
deben acatar tales dogmas. Chile es una sociedad democrática y debe regular siguiendo pautas
democráticas. No puede hacerlo imponiendo una visión religiosa particular.
Estos cuatro ejes están permeados de valores y han sido trabajados extensamente desde la
bioética o la ética. Existen numerosos planteos desde el género en bioética, así como interesantes
desarrollos desde la ética de la salud pública. Los derechos humanos así como los derechos sexuales
y reproductivos forman parte fundamental de la bioética como también lo hace el contexto de
aplicación. Así pues, estos cuatro ejes no pueden soslayarse y deben estar presentes cuando se
analiza la permisibilidad moral y la regulación del aborto.
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Si bien para el caso de las fallas en los anticonceptivos Thomson brinda otros argumentos.
brindar una igualdad de expectativas y oportunidades, y en este sentido es fundamental, porque las
mujeres, en especial aquellas de escasos recursos, son las que más sufren las secuelas de los abortos
clandestinos e inseguros. Una mujer que tomó la decisión de hacerse un aborto, lo va a realizar sea
como sea y no importa cómo. Una mujer de clase media o alta sabe dónde recurrir, cómo hacerlo de
manera segura y tiene el dinero para pagarlo; pero aquellas que no tienen recursos no. Esto
profundiza aún más las brechas y las desigualdades ya existentes.
Tener en cuenta el principio de justicia, no sólo es importante desde una perspectiva ética y
ciudadana: implica el respeto de los derechos humanos fundamentales. Desde la perspectiva de la
salud pública, también es importante evitar las secuelas de los abortos inseguros, mortalidad y
morbilidad materna.
Respecto de la elección de no reproducirse, las cargas que implica un embarazo en los casos
excepcionales que plantea la legislación chilena, son lo suficientemente pesadas como para que no
haya ninguna consideración moral que sea de tanta importancia como para dejar sin efecto el
derecho de la mujer a optar por terminarlo. Debe señalarse, además, dos tipos de derechos, el
derecho negativo: que los demás no interfieran; y el derecho positivo: supone que el costo de estos
servicios es lo suficientemente bajo y los intereses y valores que protege son tan importantes como
para estar obligados a ofrecerlos a quien no pueden pagar. Esto es, no sólo no se debe interferir con
la decisión de la mujer sino que además se debe proveer este servicio, por ejemplo a través de los
hospitales públicos.
Las últimas consideraciones que formularé ponen en primer plano el ejercicio de la medicina
en este ámbito. Respecto del profesional médico, hay que formar adecuadamente a los(as)
profesionales de la medicina. Primero, deben conocer estas prácticas y realizarlas según las pautas
que brinda la OMS. Segundo, deben ejercer la medicina respetando la autonomía, privacidad y
confidencialidad de la mujer. En tercer lugar, deben conocer sus obligaciones y no delegar su
responsabilidad, respetar plazos y procedimientos. Finalmente, los(as) profesionales médicos
pueden objetar aduciendo su autonomía y libertad de conciencia, pero debieran explicitar esta
posición personal previamente en la institución y referir a otro profesional competente. La objeción
de conciencia es un privilegio que se otorga al profesional. Es siempre individual, en este sentido
una institución de salud debe tener profesionales no objetores que puedan realizar la práctica
solicitada de manera adecuada y sin pérdida de tiempo.
Conclusión
En función de lo expuesto cabe señalar que debiera aceptarse una regulación del aborto desde una
perspectiva ética. Implica una posición que considera a las mujeres como agentes morales y sujetos
de derechos. Implica el compromiso con la construcción de una sociedad pluralista y tolerante.
Implica una actitud humana en situaciones trágicas, como lo es una violación o el peligro de vida o
riesgo en la salud de una persona, y lo más importante, implica dar la opción, no obliga a nadie a
realizar lo que está en contra de sus convicciones. Así los cuatro ejes con los que comenzamos esta
exposición están presentes. Converge una mirada de género, una mirada desde la ética de la salud
pública, desde los derechos sexuales y reproductivos para una sociedad democrática.
Sin embargo, a los ojos de la bioética el proyecto chileno resulta insuficiente. La primera
causal debiera incorporar explícitamente la salud de la mujer y la segunda causal, debería
considerar serios problemas genéticos en el feto. Debe reconocerse que ante una prohibición
extrema como la existente en Chile, quizás este sea un primer paso para lograr consenso. No
obstante, debiera abogarse por mejorar estas causales para que realmente se proponga una ley que
sea ética y proteja adecuadamente a la mujer.
Bibliografía
Luna, F. y Salles, A.L.F. (1995), Decisiones de vida y muerte: eutanasia, aborto y otros temas de
ética médica, Sudamericana, Buenos Aires.
Thompson, J.J. (1983), “Una defensa del aborto”, Debate sobre el aborto, Cátedra, Madrid.