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Aborto: Bases éticas para su regulación

Florencia Luna1

¿Qué es la bioética? Su relación con el aborto.


En esta breve presentación se examinará la permisibilidad moral del aborto desde una perspectiva
ética secular. Se comenzará preguntando qué es la bioética y brindando una definición de esta
disciplina para luego analizar la permisibilidad moral del aborto desde diferentes ángulos. Este
trabajo es el producto de una conferencia grabada, posteriormente editada así pues carece del rigor y
de las referencias bibliográficas adecuadas para un artículo académico, sin embargo la idea es
exponer algunas de las líneas fundamentales de argumentación en este campo.
“La bioética es el estudio sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias
biológicas y la atención de la salud, en la medida en que esta conducta se examina a la luz de
valores y principios morales” (Reich, 1978). Esta disciplina abarca una serie de cuestiones como el
aborto, la relación médico paciente, la eutanasia, las técnicas de reproducción asistida y la genética,
entre otras. El campo de la bioética es bastante amplio, se tratan no solo cuestiones que tienen que
ver con el ser humano, sino también con los animales y las obligaciones con respecto a
generaciones futuras, pero esta presentación se va a centrar en la bioética y su relación con las
personas. Se considerará la bioética de la salud pública ya que la misma es una rama que considera
principalmente la salud poblacional y es especialmente relevante en la discusión del aborto, dado
que varios de los problemas que se presentan están relacionados con la salud pública.
Antes de continuar se formularán algunas consideraciones generales que resultan cruciales
cuando analizamos la cuestión del aborto. En primer lugar vale la pena aclarar que ninguna mujer
busca ni desea hacerse un aborto. Se trata de una situación sumamente difícil que ella debe afrontar.
Una segunda consideración fundamental que hay que tener en cuenta es que el aborto afecta
mucho más seriamente a mujeres sin recursos, ya que estas se practican abortos en condiciones
inseguras y se sabe que las mujeres de clase media y alta (si bien tienen que practicarse abortos en
condiciones ilegales, lo cual -desde ya- no es lo más simple) tienen mayores posibilidades de
obtener un aborto seguro que aquellas que no tienen recursos.
Una tercera consideración sumamente relevante es que la prohibición del aborto no previene
que se realicen abortos. De hecho se sabe que más de 20 millones de mujeres aborta de manera
insegura y que alrededor de 47 mil mueren, independientemente de que el aborto esté prohibido.
Esta práctica mata y discapacita a las mujeres y la liberalización y regulación del aborto, aún en las
estrategias más liberales, sobre todo si es acompañada de una adecuada educación y provisión de
cuidados para la salud sexual, no aumenta la cantidad de abortos sino que las disminuye. Esto es
fundamental, porque si lo que se busca tan fervientemente es evitar la cantidad de abortos, la
prohibición no lo logra.

Cuatro ejes
Ante esta situación se deben considerar al menos cuatro ejes. En primer lugar, es fundamental una
mirada de género. El aborto y el embarazo afectan principalmente a las mujeres. Como se acaba de
señalar, hay que tener en cuenta que en realidad lo que se busca con la implementación de políticas
penalizadoras del aborto no es prevenir la ocurrencia de abortos sino punir y castigar a las mujeres.

1
Florencia Luna es directora del área ética, derechos y bienes públicos de la FLACSO (Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales) y del Programa Bioética (FLACSO-Argentina).
Ya que, efectivamente, la realización de un aborto inseguro puede llevar a la mujer a la muerte y la
discapacidad, y alterar completamente su plan de vida.
El segundo eje a tener en cuenta es que el aborto forma parte de los derechos sexuales y
reproductivos. La salud sexual y reproductiva es parte vital de la salud integral de las personas,
permite formar un plan de vida, una familia. Muchas de las mujeres que en algún momento deciden
abortar o tienen que abortar lo hacen porque quizás son muy jóvenes y en ese momento no pueden
ser madres, o porque están viviendo una situación extrema como un embarazo forzado, pero quieren
más adelante formar una familia. Se debe tener una visión integral respecto de los derechos sexuales
y reproductivos, y de la salud sexual y reproductiva. Esto implica no solamente elegir si procrear o
no, sino con quién y por qué medios. La salud sexual y reproductiva implica no sólo al aborto sino
también la prevención de enfermedades de transmisión sexual, el acceso a tratamientos, la relación
médico paciente (por ejemplo evitar la violencia obstétrica), la infertilidad secundaria, la
anticoncepción, la reproducción asistida, los diagnósticos pre natales, etc. Por ejemplo, quienes
trabajan en las técnicas de reproducción asistida deberían respaldar las luchas de quienes abogan
por una adecuada regulación del aborto, ya que en ciertos casos estas técnicas implican abortos
selectivos (aunque esta práctica se esconda). Un adecuado análisis de la salud sexual y reproductiva
debe abarcar todos estos elementos de manera coherente y respetuosa de las mujeres. En este
sentido es fundamental tener una visión integral del problema y de la salud sexual y reproductiva.
El tercer eje a considerar es el de la salud pública. La salud pública analiza las causas de la
salud, enfermedad y mortalidad de las poblaciones, hace especial hincapié en causas prevenibles,
implica al Estado y a la regulación de instituciones de salud. En este sentido el aborto siempre ha
sido considerado un asunto de salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el
aborto inseguro es una de las cinco causas directas de mortalidad materna, y cada año mueren más
de 270 mil mujeres y adolescentes en el embarazo y el parto por causas evitables. Esto es totalmente
inaceptable desde una perspectiva ética.
Finalmente, el cuarto eje examina cuál es el ámbito de regulación. La regulación para una
sociedad democrática y pluralista es diferente que para una sociedad teocrática. En el primer caso la
tolerancia es uno de los valores que tenemos que respetar y promover, y en el segundo se mantiene
un dogma religioso. Los ciudadanos de una sociedad teocrática son considerados como fieles y
deben acatar tales dogmas. Chile es una sociedad democrática y debe regular siguiendo pautas
democráticas. No puede hacerlo imponiendo una visión religiosa particular.
Estos cuatro ejes están permeados de valores y han sido trabajados extensamente desde la
bioética o la ética. Existen numerosos planteos desde el género en bioética, así como interesantes
desarrollos desde la ética de la salud pública. Los derechos humanos así como los derechos sexuales
y reproductivos forman parte fundamental de la bioética como también lo hace el contexto de
aplicación. Así pues, estos cuatro ejes no pueden soslayarse y deben estar presentes cuando se
analiza la permisibilidad moral y la regulación del aborto.

Estatus moral del embrión


En bioética se consideran estos cuatros ejes mencionados, así como también el estatus moral del
embrión. Se discute si el embrión es un conjunto de células, si es un conjunto de células
‘especiales’, si es una persona potencial o si es una persona y se pondera el peso que cada uno de
estas consideraciones respecto del embrión tiene en relación con los derechos de la mujer.
Dejaré de lado la visión que sostiene que el embrión es un conjunto de células del organismo
humano ya que aquellos que están en contra del aborto consideran esta posición como inaceptable.
Y, en la discusión del aborto por ciertas causales no se necesita la visión del embrión como una
célula más, pues aún si se deja de lado esta primera posición, se puede mostrar que aunque se le
otorgue mayor estatus ontológico al embrión, esto no necesariamente implica condenar el aborto en
cualquier condición.
Las posiciones más habituales piensan que el embrión es un conjunto de células que tiene un
estatus moral especial. Por ejemplo, hay que tener particular consideración cuando se va a hacer
investigación en embriones ya que no es lo mismo que cualquier otra célula del cuerpo justamente
porque tiene propiedades especiales. Por lo tanto algunas personas están en contra de crearlas para
fines de investigación. Sin embargo, en el caso del aborto, sobre todo cuando se trata de aborto por
determinadas causales, como veremos más adelante, este estatus especial no tiene mayor peso.
Una tercera posibilidad es considerar al embrión una persona potencial. Esta estrategia
concede todavía más peso al embrión. Sin embargo, hay un error lógico cuando se deducen
derechos reales de condiciones potenciales. Si se toma al embrión como una persona potencial esto
implica que tiene potencialmente derechos, por lo tanto no los tiene actualmente. Cuando hay un
conflicto entre una persona actual y una persona potencial, no se tiene un conflicto en el mismo
nivel. El ejemplo clásico es que la bellota no es un roble. Otro ejemplo bastante ilustrativo es que el
Príncipe Carlos es potencialmente el Rey de Inglaterra pero ahora no tiene los derechos ni es tratado
como Rey, lo mismo debiera plantearse respecto del embrión. Éste tiene la potencialidad de devenir
persona pero no tiene los derechos ni puede tratarse como una persona actual.
Si no se desea aceptar los argumentos anteriores, se puede señalar también que la posición
más fuerte no demuestra que el embrión siempre debe prevalecer por sobre los derechos de las
mujeres. Aún si se considera que el embrión sea una persona, esto no necesariamente tiene la
exigencia que, frecuentemente, se pretende. Las personas, por el hecho de ser personas, no tienen
derechos ilimitados. Por ejemplo, en el caso de muerte o de un riesgo serio para la salud de una
persona, la legítima defensa es uno de los límites a tener en cuenta. Para ilustrar el punto, considere
el caso de la Santa Gianna Beretta Molla, una mujer italiana que padecía cáncer y al quedar
embarazada puso en riesgo su vida. La mujer decide continuar con el embarazo y muere, dejando a
cuatro hijos huérfanos. Esta es una posición válida y se justifica desde la autonomía, que es
justamente lo que hay que respetar. Sin embargo, esta mujer fue canonizada, lo cual lleva a pensar
que su acción no es la habitual ni la que cualquier mujer realizaría. La canonización de Gianna
Beretta Molla se enmarca en lo que se llama un acto supererogatorio y por lo tanto se lo trata como
tal: son los héroes o los santos los que realizan esas acciones. Pero no podemos exigir a las mujeres
que arriesguen sus vidas para continuar un embarazo si ellas no lo desean. A ningún varón se le
demanda que arriesgue su vida para salvar a otra persona si él no lo desea (es diferente si la persona
decide hacerlo de motus propio, por altruismo o aún conveniencia como puede ser un bombero
voluntario, o médico que decide viajar a zonas de conflicto para colaborar, etc.) tal como lo hizo la
mujer canonizada.
Lo mismo sucede en el caso de la violación. La filósofa Judith Jarvis Thompson plantea el
argumento del violista (Thompson, 1983). Esta filósofa señala que, aún si concedemos que el
embrión sea una persona esto no implica que tenga derechos absolutos. Para mostrar esto plantea un
experimento mental que permita testear nuestras intuiciones. Se pregunta qué haría usted si un día
se levanta y se encuentra que la sociedad de los amantes de la música se dio cuenta que un famoso y
excelente violinista corría peligro de muerte si no se conectaba a una persona particular para seguir
viviendo y que la única persona en el mundo que podía salvarlo era usted. Así se levanta por la
mañana y se encuentra conectado a este excelso violinista. Pero el director del hospital le dice que
se quede tranquilo, que él no está de acuerdo con el proceder de la sociedad de los amantes de la
música, pero que ahora ya está conectado y él no puede hacer nada. Ahora usted debe estar
conectado sólo nueve meses para salvar a esta persona. El violinista es una persona actual, no se
trata de una persona potencial, y sin embargo uno podría decir que sería loable acceder a salvarlo,
pero es absurdo sugerir que es un crimen si usted no lo hace. El derecho a vivir del violinista no
obliga a hacer cualquier cosa para salvarlo y esto mismo se puede plantear en el caso del aborto por
violación o cuando fallan los métodos anticonceptivos2.
Dejando de lado los experimentos mentales, en el caso de una violación hay que tomar en
cuenta la situación de violencia que esto implica hacia la mujer, en donde continuar un embarazo
puede resultar una situación que linda con la tortura (física y psíquica) en la cual se re-victimiza a la
víctima.
Las posiciones que otorgan al embrión un estatus semejante a las personas en la mayoría de
los casos tienen una base religiosa. Pero los fieles pueden continuar respetando sus convicciones
aún si se modifica la regulación del aborto, ninguna regulación del aborto va a obligar a nadie a
abortar si no lo quiere hacer. Sólo permitirá que lo hagan aquellas mujeres que tomaron la decisión
de hacerlo.
El proyecto en discusión en Chile no parece llevar hacia una colisión de derechos. Los casos
que pretende regular son tan extremos que no llegan a plantear una colisión de derechos. Aún si se
acepta que el embrión sea un conjunto de células especiales o persona potencial o incluso una
persona; la lesión o daño a la persona actual, a la mujer, es tal que debe prevalecer su protección.

Principios éticos frente al aborto


En general, la permisión del aborto en ciertos casos o condiciones permite respetar principios éticos
y bioéticos fundamentales entre los cuales se puede citar: el principio de no maleficencia, el
principio de respeto por las personas, y el principio de justicia.
El principio de no maleficencia implica ante todo no dañar. En este principio se funda la
base moral tradicional de la medicina y se traduce en una obligación más fuerte que el principio de
beneficencia. Algunas de sus reglas son: no matar, no discapacitar, no quitar la libertad de
oportunidad. Este principio resulta fundamental en la justificación moral del aborto, porque cuando
se prohíbe el aborto, se permite matar, se acepta que se discapacite a las mujeres así como que se les
quite la libertad de oportunidades.
Prueba de la extensión del daño que puede provocar la negación del aborto seguro son los
números preocupantes de mortalidad y morbilidad materna y por eso la ética de la salud pública es
importante. La muerte y la discapacidad provocada por el aborto inseguro es absolutamente
prevenible, evitable e inaceptable.
El principio de respeto por las personas o el principio de autonomía (que en general siempre
se esgrime como el principal principio de la bioética aunque no hay realmente prioridad de
principios en bioética) surge del reconocimiento que todas las personas tienen un valor
incondicional. Cada uno tiene la capacidad de determinar su propio destino, de autolegislarse diría
Kant, la capacidad para formar un plan de vida y revisarlo conforme pasa el tiempo, y de seguirlo.
Las personas en tanto seres morales son agentes autónomos. Esto forma parte de un ideal
moral de la persona, implica respeto por sus decisiones, supone considerarlas como agentes
responsables, dejar de lado actitudes de tutela, involucra la obligación positiva de dar un tratamiento
respetuoso al revelar información, y justifica el consentimiento informado. Es más, la ética no tiene
sentido si no se basa en agentes autónomos. Indudablemente las mujeres son agentes autónomos.
Privarlas de la posibilidad de elegir y seguir un plan de vida parece un planteo medieval.
Otro principio fundamental es el principio de justicia. Se habla de justicia distributiva, que
es aquella que establece la conexión entre las propiedades o características de las personas y la
distribución moralmente correcta de los beneficios y cargas de la sociedad. Implica la posibilidad de

2
Si bien para el caso de las fallas en los anticonceptivos Thomson brinda otros argumentos.
brindar una igualdad de expectativas y oportunidades, y en este sentido es fundamental, porque las
mujeres, en especial aquellas de escasos recursos, son las que más sufren las secuelas de los abortos
clandestinos e inseguros. Una mujer que tomó la decisión de hacerse un aborto, lo va a realizar sea
como sea y no importa cómo. Una mujer de clase media o alta sabe dónde recurrir, cómo hacerlo de
manera segura y tiene el dinero para pagarlo; pero aquellas que no tienen recursos no. Esto
profundiza aún más las brechas y las desigualdades ya existentes.
Tener en cuenta el principio de justicia, no sólo es importante desde una perspectiva ética y
ciudadana: implica el respeto de los derechos humanos fundamentales. Desde la perspectiva de la
salud pública, también es importante evitar las secuelas de los abortos inseguros, mortalidad y
morbilidad materna.
Respecto de la elección de no reproducirse, las cargas que implica un embarazo en los casos
excepcionales que plantea la legislación chilena, son lo suficientemente pesadas como para que no
haya ninguna consideración moral que sea de tanta importancia como para dejar sin efecto el
derecho de la mujer a optar por terminarlo. Debe señalarse, además, dos tipos de derechos, el
derecho negativo: que los demás no interfieran; y el derecho positivo: supone que el costo de estos
servicios es lo suficientemente bajo y los intereses y valores que protege son tan importantes como
para estar obligados a ofrecerlos a quien no pueden pagar. Esto es, no sólo no se debe interferir con
la decisión de la mujer sino que además se debe proveer este servicio, por ejemplo a través de los
hospitales públicos.
Las últimas consideraciones que formularé ponen en primer plano el ejercicio de la medicina
en este ámbito. Respecto del profesional médico, hay que formar adecuadamente a los(as)
profesionales de la medicina. Primero, deben conocer estas prácticas y realizarlas según las pautas
que brinda la OMS. Segundo, deben ejercer la medicina respetando la autonomía, privacidad y
confidencialidad de la mujer. En tercer lugar, deben conocer sus obligaciones y no delegar su
responsabilidad, respetar plazos y procedimientos. Finalmente, los(as) profesionales médicos
pueden objetar aduciendo su autonomía y libertad de conciencia, pero debieran explicitar esta
posición personal previamente en la institución y referir a otro profesional competente. La objeción
de conciencia es un privilegio que se otorga al profesional. Es siempre individual, en este sentido
una institución de salud debe tener profesionales no objetores que puedan realizar la práctica
solicitada de manera adecuada y sin pérdida de tiempo.

Diferentes posiciones frente al aborto


Existen diferentes posiciones frente a la regulación del aborto. Algunas leyes se basan en plazos,
como en los Estados Unidos donde en el primer trimestre del embarazo se permite el aborto a libre
demanda, en el segundo se restringe y en el tercero se prohíbe. Algunas posiciones abogan por la
prohibición más estricta posible, Chile es uno de los pocos países en mantener esta posición tan
extrema; la mayoría de los países, acepta que hay casos en los cuáles el aborto no debe ser un
crimen.
Las leyes basadas en causales consideran por lo menos estas situaciones: cuando peligra la
vida y/o la salud de la mujer; cuando el feto tiene una seria discapacidad o malformación genética;
cuando se trata del producto de una violación o incesto; y cuando hay una seria carencia de medios
económicos de la mujer y/o su pareja.
Estas causales también pueden justificarse desde la perspectiva de los derechos humanos, en
cuanto implican el derecho a la vida, a la salud, a no ser discriminado, a la igualdad de
oportunidades, entre otros, así como se señalaba al comienzo: desde la promoción, el ejercicio y el
acceso a la salud reproductiva.
El proyecto chileno toma la estrategia de las causales pero, a mi criterio, tal como están
expresadas considera a las causales en una forma muy restrictiva. No toma en cuenta la cuarta
condición. El proyecto tampoco considera la salud de la mujer ni casos serios de enfermedades que
puedan implicar serias discapacidades y sufrimiento extremo al futuro niño(a) sin necesariamente
causar su muerte inmediata.

Conclusión
En función de lo expuesto cabe señalar que debiera aceptarse una regulación del aborto desde una
perspectiva ética. Implica una posición que considera a las mujeres como agentes morales y sujetos
de derechos. Implica el compromiso con la construcción de una sociedad pluralista y tolerante.
Implica una actitud humana en situaciones trágicas, como lo es una violación o el peligro de vida o
riesgo en la salud de una persona, y lo más importante, implica dar la opción, no obliga a nadie a
realizar lo que está en contra de sus convicciones. Así los cuatro ejes con los que comenzamos esta
exposición están presentes. Converge una mirada de género, una mirada desde la ética de la salud
pública, desde los derechos sexuales y reproductivos para una sociedad democrática.
Sin embargo, a los ojos de la bioética el proyecto chileno resulta insuficiente. La primera
causal debiera incorporar explícitamente la salud de la mujer y la segunda causal, debería
considerar serios problemas genéticos en el feto. Debe reconocerse que ante una prohibición
extrema como la existente en Chile, quizás este sea un primer paso para lograr consenso. No
obstante, debiera abogarse por mejorar estas causales para que realmente se proponga una ley que
sea ética y proteja adecuadamente a la mujer.

Bibliografía

Brock, D. (1997), “Libertad reproductiva: su naturaleza, bases y límites” en Platts, M. Dilemas


éticos, México, UNAM-FCE.

Luna, F. y Salles, A.L.F. (1995), Decisiones de vida y muerte: eutanasia, aborto y otros temas de
ética médica, Sudamericana, Buenos Aires.

Reich, W. (1978), Encyclopedia of Bioethics, Nueva York, McMillan Publishers.

Thompson, J.J. (1983), “Una defensa del aborto”, Debate sobre el aborto, Cátedra, Madrid.

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