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LA TRANSVERSALIDAD

DE LA EDUCACIÓN MORAL

Las finalidades de cualquier tema transversal:


1E. Detectar y criticar los aspectos injustos de la realidad cotidiana y de las
normas sociales vigentes.
2E. Construir formas de vida más justas en los ámbitos interpersonales como en
los colectivos.
3E. Elaborar autónoma, racional y dialógicamente principios generales de valor
que ayuden a enjuiciar críticamente la realidad.
4E. Conseguir que los Jóvenes hagan suyo aquel aquél tipo de comportamientos
coherentes con los principios y normas que personalmente hayan construido.
5E. Lograr que adquieran también aquellas normas que la sociedad, de modo
democrático y buscando la justicia y el bienestar colectivo, se ha dado.

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Los temas o contenidos transversales son conocimientos a los que l a sociedad
es especialmente sensible y que no forman parte especifica de ningún Diseño
Curricular Base en concreto, con intención de que sean tratados en todas las
áreas
as o materias de la ESO. Se denomínan transversales, en el sentido de que
deben "atravesar y estar presentes a lo largo de toda la programación de aula/
sea cual sea el área de que se trate.
Esta transversalidad se retira a ámbitos d e la experiencia social
soci y personal de
especial relevancia para la autonomía del individuo y para la vida armónica de
las personas en sociedad:
! Salud y calidad de vida.
! Educación para la igualdad
!Educación ambiental
! Educación para la paz.
! Educación para el ocio.
! Educación del consumidor.
! Educación vial.
!Educación
Educación para la igualdad de oportunidades entre los sexos

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EDUCACIÓN EN VALORES

Los valores morales forman parte de la cultura de un pueblo y se transmiten en


base a la acción educativa de los agentes socializadores. Uno de estos agentes
es, sin duda, la institución escolar. Por lo tanto, es deber de los Centros
educativos el educar en estos valores. La Institución Escolar desempeña un
papel indiscutible como agente transmisor de cultura y por lo tanto de valores.
Los valores morales existen porque cohesionan la sociedad que los genera y
maximiza sus posibilidades de adaptación al entorno. Para un alumno es tan
importante recibir una educación en contenidos humanos y científico-
tecnológicos, como educarse en el conocimiento y vivencia de valores morales
que harán más fácil su integración en una sociedad que vive estos valores de
forma intensa.

La dimensión moral de la persona es tan importante como su dimensión


intelectual. El modelo educativo que sustenta la Reforma ha optado
decididamente por fomentar que cada centro escolar haga explícitas sus

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intenciones educativas, incluyendo las relacionadas con la formación en valores,
actitudes y normas. Por eso, en todos los elementos del curriculo básico
aparecen formulaciones tendentes a asegurar la educación en valores de todos
los alumnos y alumnas. La óptica desde la que se contempla la educación en
valores está definida por dos criterios básicos:

1E. El abandono de unos modelos basados en una concepción absoluta


e inmutable de los valores, ya que estos modelos tienden a imponer las
normas y los valores que la sustentan de forma autoritaria y en no >y
pocas ocasiones, coactiva, impidiendo u obstaculizando la autonomía
moral de los alumnos/as, su libre adscripción a las opciones que estimen
más justas.
2E. El alejamiento de una concepción relativista de los valores, desde
la cual no hay ninguna opción preferible en si misma, sino que todas ellas
dependen de criterios puramente subjetivos e individuales. Desde este
punto de vista, sería imposible afirmar que una actitud, norma o
comportamiento determinado sea mejor que otro, por lo que la tarea de
educar en los valores estaría tremendamente limitada.

Por lo tanto, la educación en valores se realiza desde una concepción de la


Educación moral entendida como un conjunto de acciones intencionadas
tendentes a que los alumnos y alumnas construyan racional y autónomamente
sus propios valores y normas, adopten actitudes coherentes con los mismos y se
comporten de manera consecuente.

Propósitos de la educación moral.


La formación de personas autónomas y dialogantes, dispuestas a comprometerse
en una relación personal y en una participación social basadas en el uso crítico
de la razón, la abertura a los demás y el respeto por los Derechos Humanos,
creemos que supone formar un perfil moral caracterizado por los rasgos que a
continuación se especifican.

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! Construir aquellas disposiciones que configuran la conciencia moral
autónoma en tanto que capacidad para regular o dirigir por sí mismo la propia
vida moral.
! Adquirir criterios de juicio que guíen la producción de razones y argumentos
morales justos y solidarios y usarlos recta y habitualmente en las controversias
que implican un conflicto de valores.
! Desarrollar las capacidades de comprensión crítica de la realidad personal y
social de modo que sea posible reconocer y valorar el significado de las
situaciones concretas.
! Formar las disposiciones necesarias para la autorregulación que permitan
dirigir por sí mismo la propia conducta y construir formas comportamentales
voluntaria y reflexivamente decididas.
! Adquirir la sensibilidad necesaria para percibir los propios sentimientos y
emociones morales, para aceptarlos críticamente, y para usarlos en tanto que
componentes de los procedimientos de la conciencia moral.
! Fomentar las competencias dialógicas que predisponen al acuerdo, al
entendimiento y a la autodirección, así como a la tolerancia y a la participación
democrática.
! Reconocer y asimilar aquellos valores morales que podemos entender como
universalmente deseables.
! Conocer toda aquella información que tenga relevancia moral o pueda
resultar formativa por su clara explicitación de valores.

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! Construir una identidad moral compleja, abierta y crítica que delimite un
espacio de diferenciación y creatividad personal en el ámbito de los
valores. Tal construcción supone al menos un trabajo de elaboración
autobiográfica, de diálogo democrático y de acción comprometida.

! Reconocer y valorar (a pertenencia a las comunidades habituales de


convivencia, integrarse participati-vamente en ellas y reflexionar
críticamente sobre sus formas de vida y tradiciones valorativas.

Se trata, en síntesis, de desarrollar unas formas de pensamiento sobre temas


morales y cívicos cada vez mejores. Pero también se trata de aprender a
aplicar esta capacidad de juicio a la propia historia personal y colectiva a
fín de mejorarla. Finalmente, la forma del juicio y su aplicación contextúa!
toman todo su valor cuando no se quedan únicamente en el nivel de los
razonamientos y opiniones, sino que trascienden al ámbito de los
comportamientos y se llega a realizar lo que cada uno considera mejor.

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