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CONSULTAR SOBRE LAS ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN DE

DESARROLLO COMUNITARIO Y EL ROL DEL TRABAJADOR SOCIAL


COMUNITARIO

La Intervención Social tiene como objeto de intervención las situaciones de malestar social,
desde una doble perspectiva: los factores estructurales que inciden en las mismas y las
vivencias subjetivas que de estas situaciones tienen las personas. Argote Céspedes, Enrique
(2001)

Su objetivo es la producción de una serie de cambios en estas situaciones sociales, para


mejorarlas, capacitando y educando a las personas implicadas en las mismas.

Las Intervenciones Sociales se realizan desde diferentes Modelos.

Según LUTZ, un modelo es un "Conjunto de principios de acción relativos a un campo


definido de fenómenos o de experiencia. Es la inclusión en un todo de los aspectos: filosófico,
teóricos, funcionales y metodológicos, de una forma determinada de práctica".

La educación para la salud debe contemplarse en una estrategia amplia de Promoción de la


Salud en la que la comunidad asuma un protagonismo efectivo, y sus objetivos vayan más allá
de los estrictamente educativos.

La metodología es uno de los contenidos del método de las ciencias aplicadas y establece los
procedimientos operativos concretos que conlleva la realización de toda intervención.

Algunos profesionales utilizan también técnicas para extender la conciencia del problema a
toda la comunidad, mediante la cooperación de las personas o subgrupos más sensibles en una
especie de red de colaboradores.

Otra técnica es el denominado censo de problemas, que se utiliza con anterioridad a la


realización de un debate sobre las dificultades a que debe enfrentarse la comunidad.

Murray G. Ross ofrece una forma de sensibilizar a la comunidad para resolver sus problemas,
basada en la tesis ampliamente sostenida por la psiquiatría sobre el papel movilizador que tiene
el dolor por las condiciones negativas de una determinada forma de vivir o de hacer las cosas.
Según este autor, el descontento con las condiciones existentes en la comunidad debe iniciar
y/o alimentar el cambio y el papel del trabajador social deberá ser enfocar el descontento;
ayudando a las personas a exteriorizarlo y canalizarlo hacia soluciones concretas.

En este momento, lo primero que hay que evaluar son las fuerzas a las que está sometido el
sistema comunitario. Según Kurt Lewin, todo grupo está sometido a unas fuerzas impulsoras
y otras moderadoras.

Las primeras contribuyen a satisfacer las necesidades de los miembros del grupo e influyen
sobre los individuos de forma tal que éstos permanecen unidos porque ven en el grupo la mejor
oportunidad para desarrollarse. Por fuerzas moderadoras se entiende aquellas que garantizan
desde fuera la cohesión del grupo. Estas son las normas sociales, el temor a perder ciertas
ventajas, etcétera. Ambas clases de fuerzas deben ser consideradas conjuntamente, no aisladas
unas de otras.

Moscovichi apoya esta teoría, pero señala que, por un lado la intervención social y cognitiva
que proporcionaba el grupo puede producir un descenso de la resistencia al cambio y favorecer
el surgimiento de nuevas conductas. Pero el grupo es también, como lo han demostrado los
trabajos sobre la influencia social, un extraordinario instrumento de conformismo, de sumisión,
de empobrecimiento de las ideas y de limitación de la creatividad en beneficio de las normas
y comportamientos mayoritarios.

Lippit, R.,Watson, J. y Westley, B denominan a estas fuerzas fuerzas de cambio y fuerzas de


resistencia. Estas pueden ser racionales o irracionales, reconocidas o no, generales o
específicas y pueden proceder del grupo comunitario, del entorno o del propio profesional.

Estas fuerzas operan en todas las situaciones. En un grupo o comunidad algunas personas
querrán cambiar, otras desearán mantener el "status-quo", muchos tendrán deseos
contradictorios, ya que les gustaría ver los beneficios que acarrearía el cambio, pero temen
renunciar a la seguridad de que gozan o a los mecanismos de acomodación que han
desarrollado; sobre todo, los grupos más pobres en los que el fatalismo, la resignación y la
ausencia de aspiraciones son factores que generan una reconciliación con los inevitable, como
señala Galbraith.
Kurt Lewin afirma que, una vez superada la etapa crítica de resistencia tenaz al cambio,
sobreviene un compromiso con el mismo que, da lugar a una reversión espectacular de forma
tal que, las fuerzas que antes se oponían al cambio, ahora lo apoyan y, aunque las antiguas
fuerzas de oposición persistan, la energía se orienta a completar el proceso y a llegar a la meta.

El establecimiento de la relación de cambio es una delicada tarea que exige una gran destreza
profesional, además del estudio profundo de las fuerzas implicadas en la situación. Deben
tenerse en cuenta dos requisitos esenciales, a fin de que esa reversión se produzca y alcance un
efecto máximo. Estos requisitos son:

La comunidad debe sentir que es ella y no el profesional, quién asume la responsabilidad de


iniciar los primeros pasos.

No permitir a la comunidad completar con demasiada rapidez el proceso de cambio, ya que,


con frecuencia se tiende a buscar medidas incompletas o soluciones parciales, que tienen un
efecto inmediato de refuerzo o satisfacción.

T. R. Batten recomienda el estudio y recogida de información sobre las comunidades objeto


de intervención, ya que ninguna es igual a otra y es preciso conocer las costumbres, valores y
creencias de los grupos.

Según aportan Lippit y sus colaboradores, esta recomendación no siempre se practica, ya que
existen profesionales que abordan la intervención en la comunidad a partir de juicios
preconcebidos que se apoyan en experiencias anteriores.

Otros profesionales prefieren basar su intervención en la investigación, usando tanta


información nueva como puedan conseguir, sobre la historia y la realidad de la comunidad.

Con esta fase de estudio y conocimiento de la vida social, se trata de percibir el


comportamiento de las personas, sus relaciones de vecindad, los límites geográficos y los
límites fijados por los mismos pobladores que, no en todos los casos coinciden; las necesidades
y problemas de la zona; la estructura social, relaciones con las instituciones, relaciones entre
grupos, etcétera.
Es un momento, el del estudio, importante para el conocimiento entre la comunidad y el
profesional, en el que puede establecerse la relación, por ejemplo, mediante la participación de
la población en la obtención de información.

Uno de los principales problemas que surgen en el trabajo comunitario es el de difundir a toda
la comunidad la comprensión del diagnóstico. Esto supone superar el ámbito del grupo con el
que trabaja directamente el profesional, para que además de que el diagnóstico sea aceptado
por éste, no sea rechazado por el resto de la comunidad.

Este problema puede abordarse adecuadamente, si en la primera fase se ha logrado el


establecimiento de la necesidad del cambio y se ha evaluado de forma exacta las fuerzas
favorables y las resistencias al cambio.

La investigación-acción participativa es utilizada para referirse a todos aquellos procesos de


investigación por lo que los actores sociales no son considerados como un objeto pasivo de
estudio, sino que se implican en la investigación de tal forma que ellos van a ser quienes
identifiquen los problemas, realicen un análisis crítico de su situación y propongan las
soluciones correspondientes.

Entendido así, muchos procesos de psicoterapia de grupo e individual, el grupo operativo,


etcétera son investigación-acción participante. En general las técnicas del método cualitativo
tienen este enfoque en mayor o menor grado.

Este concepto ha tomado fuerza e identidad a raíz de la investigación del trabajo en


comunidades, sobre todo a partir de la metodología de Paolo Freire. Según Pedro Demo, la
investigación-acción debe realizarse dentro de un marco dialéctico, aunque él mismo advierte
sobre los riesgos que este enfoque puede tener; sobre todo que se convierta en una farsa y se
caiga en el izquierdismo y activismo.

El objetivo de la investigación participante es crear saber popular. Se parte de la idea de que el


dominio del saber es una fuente de poder. Así el conocimiento que debe alcanzar la población
debe conducirle a obtener una información de las cuestiones de la vida social y cultural, al
control del trabajo y de las técnicas de investigación y a reconocer la ciencia como parte del
quehacer diario de la comunidad.
Por medio de la investigación-acción se pretende conocer los condicionamientos objetivos de
la vida de la comunidad y su percepción subjetiva, en un proceso de coparticipación con los
profesionales. Así, éstos ya no pueden situarse en la cumbre del saber verdadero que debe
producir un discurso para los que no saben.

La consecución de las finalidades de la investigación-acción participativa se realiza a partir de


la consideración de dos tipos de variables: las condiciones objetivas de la comunidad y las
percepciones subjetivas de la comunidad.

Los contenidos de la investigación-acción participativa se desarrollan a partir de los grupos,


en los que los profesionales asumen el papel de apoyo metodológico, las hipótesis de la
investigación son a la vez hipótesis de acción y los resultados son presentados a la comunidad
de forma que puedan ser comprendidos por esta.

A menudo la comprensión de las causas que originan un problema nos lleva a emprender las
acciones más adecuadas. Sin embargo, esto no siempre es así. Un equipo de autoencuesta
puede descubrir que una de las principales causas de tensión en la comunidad es la falta de
comunicación y contacto entre los diferentes subgrupos; pero sigue sin saber qué hacer para
mejorar las relaciones.

En ocasiones, la toma de conciencia de un problema puede potenciar las tensiones y


ansiedades, generando temor a perder ciertas ventajas o desconfianza en la habilidad para
encontrar alternativas que faciliten los cambios necesarios. Deriche, Yamilé (1999)

Por tanto, es preciso estudiar cuidadosamente el paso del diagnóstico a la formulación de


planes, poniendo especial atención en la ayuda prestada a la comunidad para establecer las
metas de cambio y desarrollar un compromiso, ya que a veces el profesional puede ayudar a
un grupo comunitario a convertir el diagnóstico en un reconocimiento de metas, pero no en un
plan de acción.

Esto sucede, porque aunque comprendan la causa del problema, e incluso que hacer para
remediarlo, pueden tener dificultades en el procedimiento para llevar a cabo estas alternativas
de solución, es decir, en cómo hacerlo. Marron, R. (2010).
El profesional debe tener la iniciativa en la toma de decisiones sobre dónde se quiere llegar,
cómo se puede hacer y qué se va a hacer en primer lugar.

En primer lugar se trata de formular los objetivos. Estos objetivos dependerán de las diferentes
situaciones en que se encuentre la comunidad. En cualquier caso, los objetivos o metas del
cambio pueden ser: un equilibrio diferente de poder, una nueva pauta de comunicación y/o el
desarrollo de recursos orientados a la solución de problemas o a la satisfacción de necesidades
de alta prioridad.

El trabajo social comunitario es una experiencia realizada desde la óptica cubana, por
profesores investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas de la
Universidad de Granma. El espacio comunitario y barrial constituyó el principal escenario para
realizar estas experiencias que al generar propuestas encaminadas al desarrollo local también
se orientaron hacia la defensa de los valores y principios del sistema social cubano.

Una comunidad es un grupo humano que habita un territorio determinado con relaciones
interpersonales, historia, formas de expresiones y tradiciones y sobre todo con intereses
comunes.

En estas experiencias se encuentran los proyectos comunitarios, entendidos éstos, como un


conjunto de acciones estratégicamente planificadas que involucran y articulan a personas
interesadas en provocar cambios o transformaciones en su realidad (barrio, localidad,
comunidad), para lo cual necesitan contar con una serie de recursos humanos y materiales, que
utilizados racionalmente, les permiten producir bienes y servicios, de beneficio social, en un
tiempo determinado con un enfoque sostenible.

Los proyectos comunitarios se deben inscribir en las estrategias de desarrollo territorial


planificadas por los gobiernos municipales, además son promovidos e impulsados por
instituciones con presencia en lo local como el Ministerio de Cultura, el Ministerio de
Educación, Ministerio de Salud Pública, Ministerio de la Agricultura, Planificación Física,
INDER, entre otros; así como organizaciones no gubernamentales, asociaciones y
organizaciones religiosas.

María del Carmen Caño lo define como:


El proceso de transformación de las condiciones económicas, sociales y culturales y de las
relaciones sociales de los espacios locales, mediante el desarrollo de una cultura y un estilo
participativo que involucre la acción integrada de la mayor diversidad de los actores sociales,
en la generación de los procesos de cambio encaminados al mejoramiento de la calidad de vida.

En el proyecto de programa de trabajo comunitario integrado se plantea: «El problema cardinal


del trabajo comunitario podría ser definido en término de cómo articular de manera coherente
los diferentes factores existentes en función de dinamizar las potencialidades de la comunidad
encaminada al logro progresivo de su autogobierno».

Teniendo esto como fundamento es lo que nos permite entender el trabajo comunitario como
movimiento de masas, como el modo de articular coherentemente los diferentes actores en
función de promover su participación y dinamizar las potencialidades de la comunidad, lo que
implica tener en cuenta las múltiples formas de organización de la sociedad
independientemente de su régimen social, desde las instituciones y organizaciones, pasando
por la familia y otros grupos formales e informales, hasta el sujeto particular que incorpora en
sí todas las relaciones vinculares descritas anteriormente.

La experiencia en el desarrollo del Trabajo Social Comunitario desde el grupo científico de


Cooperativismo, Extensionismo y Desarrollo Rural de la Universidad de Granma, otras
investigaciones realizadas, la participación en jornadas, talleres y eventos científicos, la
evaluación de proyectos comunitarios y la experiencia acumulada en todos estos años indica
que la mayoría de los proyectos elaborados y el trabajo comunitario se han desarrollado sin
tener en cuenta la participación de los pobladores de la comunidad y sin considerar su
problemática social y su estructura socio clasista.

En resumen, el trabajo comunitario no es solo para la comunidad, ni en la comunidad, ni


siquiera con la comunidad; es un proceso de transformación desde la comunidad: soñado,
planificado, conducido, ejecutado y evaluado por la propia comunidad. Bustillo, CIE Graciela
(1999)

El trabajo comunitario en ocasiones se ha desarrollado por personas con perfiles de calificación


no apropiados y baja preparación en lo referido a las técnicas participativas, a las metodologías
de «intervención comunitaria», lo que ha provocado que estudios de comunidades se realicen
incompletos, sin la aplicación de las técnicas necesarias e imprescindibles para estos casos.
Esto trae como consecuencias que se realizan diagnósticos e incluso evaluaciones de impacto,
sin tener en cuenta estudios anteriores como referencias, ni indicadores de medición en casos
extremos lo que trae consecuencias nefastas a la propia comunidad, la academia y por
consiguiente en la futura formación profesional de diversas profesiones.

El trabajo comunitario, aunque se ha avanzado mucho, a veces es fragmentado pues falta


integración de los factores y agentes de cambio, pues cada uno lo realiza desde su punto de
vista y sus intereses institucionales. Coexisten en ocasiones una multiplicidad de programas
institucionales que actúan simultáneamente, pero sin un proceso de integración y articulación
de sus objetivos, con carácter poco diferenciado entre sí y con respecto a las especificidades
de cada comunidad, todo lo cual provoca el solapamiento en ocasiones choque de acciones,
programas, proyectos lo que provoca además reducción de su efectividad y su eficiencia. Frías
Martí, Pedro (2001)

En los diagnósticos se omiten aspectos importantes como la memoria histórica, las tradiciones,
costumbres, saber popular o estados de las estructuras sociales concretas.

Otra cuestión a destacar es la ausencia de una carrera universitaria que prepare a profesionales
para el trabajo comunitario específicamente, aunque se han dado pasos de avances con la
formación de los trabajadores sociales de nuevo tipo y con la apertura de la carrera de
Licenciatura en Estudios Socioculturales.

Existen muchos especialistas que coinciden en el hecho de que si se coordinaran e integraran


las acciones para el desarrollo del trabajo comunitario, así como para la gestión y planificación
de proyectos de desarrollo local se obtendrían mejores resultados.

En este sentido algunos autores plantean que: «Si en una comunidad no se consigue poner
orden en las diferentes intervenciones y en el uso de los múltiples recursos (tanto humanos,
como técnicos y económicos) es probable que no vaya a haber una intervención comunitaria
sino la confusión de múltiples y parcializadas intervenciones, que impedirán una seria
participación de la comunidad» (M. Marchioni, 1994).

Los procesos de desarrollo en las comunidades requieren de la participación de la población


en las complejas tareas de dirección que traerán consigo un ambiente capaz de lograr un
equilibrio económico, político, social y ambiental. Todo esto es posible a partir de la
interacción de una serie de instituciones y organizaciones que existen en la comunidad y que
en un proceso activo transformador con los pobladores ayudan a modificar el entorno.

Para desarrollar trabajo comunitario es imprescindible la labor de determinados actores


sociales como son: las organizaciones políticas, sociales, y de masas, los especialistas en
estudios socioculturales, trabajadores sociales, instructores de arte, promotores culturales,
maestros, médicos de la familia, delegados del poder popular, entre otros.

La carrera de Estudios Socioculturales prepara a profesionales capaces de facilitar y enriquecer


la vida cultural de los territorios a partir de su condición como agente de cambio. Constituyen
aspectos esenciales de su labor la promoción de la cultura y la participación activa de la
población en su desarrollo; a través del desempeño de diversas funciones y áreas de la gestión
cultural, al tiempo que hace énfasis en la realización de acciones de trabajo comunitario,
promoción, animación, investigación, programación, gestión de proyectos, docencia y
extensión cultural. Pagani, H. (2010).

Esta amplitud de espacios obliga al profesional a realizar una interpretación científica e integral
de la realidad, a propiciar procesos de concertación entre agentes sociales como son las
instancias del gobierno, instituciones culturales, educacionales, organizaciones políticas y de
masas y otras entidades de interés.Aspecto esencial de estos procesos de integración es la
identificación y desarrollo del potencial cultural en el territorio, privilegio a artistas,
intelectuales y creadores, así como otros técnicos y profesionales, como son promotores
culturales, instructores de arte, trabajadores sociales, etc.

En la actividad comunitaria las organizaciones juegan un importante papel pues de las pautas
que éstas establezcan depende en gran medida el desarrollo. Este desarrollo exige la cuidadosa
coordinación de instituciones y organizaciones que se ocupan tanto de digirir la política a nivel
comunitario como de la ejecución de proyectos. No se trata entonces de imponer una visión
«modelo» a cada comunidad sino más bien de proporcionarle un conjunto de información que
permite a cada grupo elegir la pauta de desarrollo más apropiada para sus condiciones
particulares. Vignolo, R. (2010)
En las condiciones cubanas la actividad de las organizaciones e instituciones de la comunidad
adquiere matices particulares, al tratarse de un proceso de construcción del socialismo a partir
de un país subdesarrollado en el cual escasean los recursos y las políticas deben tratarse de
forma eficiente con vistas a que surtan el efecto deseado, y demás en medio de un recio
bloqueo, todo lo cual significa especificidades mucho más allá del ámbito económico pues se
hace necesario la participación consciente de la población.

Sobre las organizaciones e instituciones de la comunidad en nuestro país recae la


responsabilidad de organizar, capacitar, concienciar y movilizar a la población a las complejas
tareas que requieren las comunidades. Farinella, M. (2012).

El peso fundamental de la actividad de estos actores sociales debe recaer en la labor del Poder
Popular como órgano de gobierno y el núcleo del Partido de la comunidad como organización
política movilizadora que junto a la UJC, los CDR la FMC, los maestros y el médico de la
familia deben de conjunto realizar la función del trabajador social. Marchioni, M. (1999)

La estrategia diseñada para resolver las dificultades desde y con la comunidad debe partir de
la jerarquización de los problemas teniendo en cuenta la opinión de los pobladores para
después darle solución a través de los planes de acción a partir de la propia comunidad y de los
recursos existentes. Recondo, H. (2000).

Estas consideraciones son vitales para el funcionamiento comunitario pues elevan el


protagonismo de la comunidad en el proceso del movimiento social, la legitimidad de ésta
incrementa la eficiencia estatal y de las organizaciones en todos los campos de la actividad
humana. Las organizaciones deben, para cumplir su función social promover, diseñar y
ejecutar estrategias de cambio en correspondencia con las posibilidades y realidades para
fomentar el desarrollo comunitario, mejorar el funcionamiento de la comunidad y satisfacer
las necesidades de los pobladores. Todo esto presupone una interrelación bidireccional de todas
las organizaciones e instituciones a nivel comunitario, o lo que es lo mismo, una acción
interdependiente y conexa de todas ellas, y por consiguiente, la no realización de actividades
aisladas, sino integradas, aprobados y conformados por todos donde la coordinación de las
acciones se convierta en requisito para lograr una alta eficiencia en el funcionamiento de la
comunidad lo que no significa andar juntos, sino que cada cual asuma sus tareas desde la
posición que le corresponde con un objetivo común: La coordinación y cooperación de todos.
BIBLIOGRAFÍA

Argote Céspedes, Enrique (2001): Entorno sociocultural de la comunidad montañosa Los


Números, municipio Guisa, provincia Granma. Tesis de maestría, 2001.

Bustillo, CIE Graciela (1999): Selección de Lecturas sobre Trabajo Comuntario. Asocación de
Pedagogos de Cuba, 1999.

Deriche, Yamilé (1999): La participación: ¿desde dónde y por qué? Tesis de maestría en
intervención comunitaria. La Habana, 1999.

Frías Martí, Pedro (2001): El papel del maestro rural como agente de cambio en la comunidad
de Los Números, municipio Guisa, provincia Granma. Tesis de maestría, 2001.

Marchioni, M. (1999): Comunidad, participación y desarrollo. Teoría y metodología de la


intervención comunitaria. La Habana: Editorial Popular, 1999.

Vignolo, R. (2010). Proyecto de programa de trabajo comunitario integrado. Grupo Ministerial


para el Trabajo Comunitario Integrado. La Habana, 1996.

Recondo, H. (2000). Trabajo social comunitario – EcuRed. Recuperado de:


https://www.ecured.cu/Trabajo_social_comunitario

Farinella, M. (2012). El trabajador social y sus funciones | Guía Emagister. Recuperado de:
https://www.emagister.com › ... › Actualidad Emagister › Nuestros clientes

Pagani, H. (2010). La Importancia Del Trabajador Social En La Comunidad. Recuperado de:


www.eumed.net › Revistas › CCCSS
Marron, R. (2010). El trabajador social y sus funciones | Guía Emagister. Recuperado de:
https://www.emagister.com › ... › Actualidad Emagister › Nuestros clientes

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