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Máster en Fisioterapia

Manual y Osteopatía
Facultad de Medicina
Centro de Posgrado

Seminario III

Pelvis I: Iliaco y pubis

Luis Ángel Iglesias García


Máster FMO. Seminario III. Pelvis I. UVa

INDICE:

PARTE 1: ANATOMÍA, FISIOLOGÍA Y CLÍNICA DE LA ARTICULACIÓN SACROILIACA Y


DEL PUBIS 1

Descripción anatómica 1
Cambios en la ASI a lo largo de la vida 8
Cinemática de la pelvis 9
Sínfisis del pubis 14
Dolor pélvico musculoesquelético 16

PARTE 2: BIOMECÁNICA DE LA PELVIS 18


Estática de la pelvis 20
Cinemática de la pelvis 23
Cinética de la pelvis 29

PARTE 3: DISFUNCIONES DE LA REGIÓN LUMBOPÉLVICA 30


Disfunciones articulares iliosacras 30
Disfunciones sacroiliacas 41
Disfunciones lumbares 49

PARTE 4: EVALUACIÓN Y EXPLORACIÓN DE LAS DISFUNCIONES DE LA REGIÓN


LUMBOPÉLVICA 54
Examen subjetivo (Anamnesis) 54
Examen físico (examen objetivo) 59
Pruebas clínicas para la valoración de la región lumbopélvica 79
Examen neurológico 112

PARTE 5: TRATAMIENTO MANUAL DEL COXAL 126

Técnicas para el tratamiento del coxal posterior 126


Técnicas para el tratamiento del coxal en rotación anterior 133
Técnica global de la pelvis 137
Técnica para disfunción en superioridad del coxal 138
Técnica para disfunción en in flare o cierre de la pelvis 139
Técnica para disfunción en out flare o apertura de la pelvis 140
Técnica de energía muscular para disfunción en rot. interna de coxa 141
Técnica de energía muscular para disfunción en rot. externa del coxal 142
Técnicas de energía muscular para disfunciones en el plano frontal 143

PARTE 6: DISFUNCIONES, EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO MANUAL DEL PUBIS 145

PARTE 7: SÍNDROME DEL DOLOR MIOFASCIAL EN LA MUSCULATURA DE LA CINTURA


PÉLVICA. 154

Luis Ángel Iglesias García


luisangeliglesias@gmail.com
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Seminario III. Pelvis I

PARTE 1: ANATOMÍA, FISIOLOGÍA Y CLÍNICA DE LA ARTICULACIÓN


SACROILIACA Y DEL PUBIS

La articulación sacroilíaca (ASI) es una articulación sinovial o diartrosis


entre el sacro y el hueso coxal. Las superficies articulares son descritas como
irregulares, en ocasiones de forma marcada o sinuosas. La superficie del sacro
está revestida de cartílago hialino y la superficie del ilíaco por un tipo de
fibrocartílago. El cartílago del sacro, típicamente hialino, es más grueso por
delante que por detrás en los adultos.
Esta variabilidad en la forma está condicionada, entre otros factores, por la
edad, la raza y el sexo. En ambos sexos se producen adherencias y una gradual
obliteración en la articulación. Estos cambios comienzan antes en el hombre,
observándose en la mujer de manera más clara a partir de la menopausia. La
articulación sufre a lo largo de la vida de un individuo drásticos cambios, en la
vejez puede mostrar fibrosis completa o llegar a una total osificación. No es
infrecuente la presencia de articulaciones sacroilíacas accesorias adquiridas
como resultante de la carga de pesos.
Cuenta con una cápsula única que se inserta cerca de ambos márgenes
articulares. Presenta una estructura ligamentosa directa e indirecta: ligamentos
sacroilíacos anterior, interóseo y dorsal (directos), ligamentos sacrotuberoso y
sacroespinoso (indirectos).

Superficies articulares de la ASI

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Características internas de la articulación sacroilíaca (ASI). Se ha abierto la ASI femenina de la figura 16 para
mostrar sus superficies media) (sacra) (A) y lateral (B). El límite anterior está formado por una cápsula nítida, y
el posterior por el entrecruzamiento de los ligamentos interóseos. La articulación tiene una rama superior (rs) y
otra inferior. Las flechas orientadoras tanto en A como en B apuntan en dirección superior (S) y anterior A. La
superficie media) es cóncava y está cubierta por cartílago hialino con depósitos grasos asociados mientas que la
superficie lateral es convexa y está cubierta por fibrocartílago

Ligamento sacroilíaco anterior


Se trata de un engrosamiento anteroinferior de la cápsula. Está
especialmente desarrollado cerca de la línea arqueada y de la espina ilíaca
posteroinferior (EIPS). Sus fibras se disponen horizontalmente en la cara
anterior y en el polo inferior de la articulación.

Ligamento sacroilíaco interóseo


Este ligamento establece el mayor lazo de unión entre el sacro y el ilíaco,
ocupa el espacio posterosuperior a la articulación. Aunque no es reconocido
oficialmente constituye la sindesmosis típica más grande en el humano; por
detrás está cubierto por el ligamento sacroilíaco dorsal. Su porción más
profunda muestra una banda inferior y otra superior que corren desde las
depresiones posteriores de la superficie articular sacra a las de la tuberosidad
ilíaca. Estas bandas están cubiertas por una lámina fibrosa más superficial que
conecta el margen posterosuperior del área rugosa posterior a la cara dorsal
del sacro con los márgenes correspondientes de la tuberosidad ilíaca. Esta
lámina se suele dividir en una porción superior y otra inferior denominándose
ligamento sacroilíaco dorsal corto.

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Ligamento sacroilíaco dorsal largo


Se encuentra situado sobre el ligamento interóseo y, entre ambos, se
encuentran las ramas dorsales de los vasos y los nervios espinales sacros. Tiene
varios fascículos que conectan las crestas sacras intermedia y, por debajo,
lateral con la EIPS y el labio interno de la cresta ilíaca en su extremo posterior.
Las fibras inferiores, procedentes de los segmentos sacros tercero y cuarto,
ascienden hasta la EIPS y el labio interno de la cresta ilíaca. Estas fibras forman
por separado al ligamento sacroilíaco dorsal largo. Medialmente se inserta en
el plano profundo de la fascia toracolumbar y aponeurosis del erector espinal.
Lateralmente se mezcla con la banda superior del ligamento sacrotuberoso. A
nivel profundo tiene conexión con el músculo multífido.

Ligamento sacrotuberoso
Se inserta, en su base, en la EIPS, se fusiona en parte con los ligamentos
sacroilíacos dorsales hasta los tubérculos sacros inferiores y los márgenes
laterales de los ángulos inferiores del sacro y del cóccix. Sus fibras descienden
lateralmente y convergen para formar una banda gruesa y estrecha que,
próxima a su inserción, se ensancha de nuevo para insertarse en el margen
medial de la tuberosidad isquiática. Recibe inserciones tendinosas de los
músculos bíceps femoral y semitendinoso.

Ligamento sacroespinoso
Es un ligamento fino, de forma triangular, que se extiende desde la
espina ciática hasta los márgenes laterales del sacro y del cóccix, por delante
del ligamento sacrotuberoso, con el que se fusiona. Su superficie anterior es
muscular y constituye el músculo isquiococcígeo.

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Ligamentos Sacroiliaco anterior y sacrociáticos

Visiones anteriores de la articulación sacroilíaca (ASI) en una pelvis femenina seccionada por la mitad después
de extirpar todo su contenido y la fascia endopélvica. A. Porción superior de la ASI (SI) con su superficie lisa y su
continuidad con el ligamento iliolumbar (LIL). B. Porción inferior de la ASI (SI) en la que se aprecia la continuidad
con el ligamento sacroespinoso (SE). Tanto en A como en B está marcado el promontorio sacro (ps) como
referencia. Las flechas orientadoras en la zona inferior derecha de A indican las direcciones superior (S) y lateral
(L).

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Visión posterior ASI: cápsula posterior, ligamento sacroilíaco posterior largo e ileolumbares. (Pelvis femenina)

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Inserciones posteriores de la articulación sacroilíaca (ASI). A. Visión posterior de la región sacra con la fascia del
multífido abierta. Se ha extirpado la mayor parte de este músculo así como la totalidad del músculo glúteo
mayor. Está presente el rafe (Ra) sobre el extremo inferior del músculo multífido. La superficie posterior de este
rafe es la inserción del músculo glúteo mayor. Una cresta en el rafe (puntas de flecha) señala su inserción en el
ligamento interóseo posterior largo de la ASI El borde interno del rafe se fusiona con el ligamento sacrotuberoso
(SI). Se ve el músculo piriforme (MPf) y el nervio ciático (NC) saliendo por el agujero ciático mayor bajo el rafe.
B. El rafe (Ra) separa los músculos multífido (Mu) y glúteo mayor (Gm). El borde profundo del rafe está sobre el
ligamento interóseo posterior largo (puntas de flecha). Los puntos negros señalan la espina ilíaca
posterosuperior y la posteroinferior.

Visión posterior de una articulación sacroilíaca (ASI) masculina y


ligamento sacrotuberoso. Se han extirpado todas las capas del músculo multífido (Mu) excepto las más
profundas. Se ven los ligamentos sacrotuberosos entre la tuberosidad isquiática (Tls) y el cóccix en la zona

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media) y las espinas ilíacas posteriores en la superolateral. Están señaladas la espina ilíaca posterosuperior
(eips) y la posteroinferior (eipi) del lado contrario. El asterisco señala la tuberosidad transversa de la cresta
sacra lateral y las puntas de flecha señalan el trayecto del ligamento interóseo posterior largo bajo la banda
lateral del ligamento sacrotuberoso. Se ven tres bandas principales del ligamento sacrotuberoso: lateral (BL),
media) (BM) y superior (BS). La banda lateral salta el músculo piriforme (MPf) para alcanzar el ilíaco por debajo
de la (eipi). Conforme la banda lateral asciende hacia la (eips), se fusiona con el rafe. La banda media) se
inserta en el cóccix y la banda superior discurre superficial al ligamento SI dorsal largo para conectar el cóccix
con las espinas ilíacas posteriores. Los tendones del multífido pasan entre la banda superior y el ligamento SI
dorsal largo para insertarse en el cuerpo del ligamento sacrotuberoso.

Relaciones entre el ligamento


sacrotuberoso y la articulación sacroilíaca (ASI). A. Dibujo esquemático de las tres bandas que forman el
ligamento sacrotuberoso. La banda lateral (BL) cubre el ligamento interóseo posterior largo (puntas de flecha) y
llega a la espina ilíaca posterosuperior (EIPS). La inserción más firme de la banda lateral está en el tubérculo
transverso (TT) de la cresta sacra lateral. La banda medial (BM) se inclina hacia las vértebras coccígeas. Estas
dos bandas nacen en la tuberosidad isquiática (Tls). Una banda superior discurre hacia arriba desde las
inserciones coccígeas para fusionarse con la banda lateral sobre el ligamento interóseo posterior largo. B.
Fotografía del ligamento sacrotuberoso similar a A. Están marcados como referencias el músculo piriforme
(MPf) y el nervio ciático (NC).

Continuidad de los isquiosurales con el ligamento sacrotuberoso. Los isquiosurales, sobre todo el bíceps
femoral, se continúan con el ligamento sacrotuberoso. La contracción de los isquiosurales aumenta la tensión
en este ligamento sacroilíaco extrínseco, frenando la nutación del sacro y la torsión posterior del ilíaco.
(Tomado de Porterfield y DeRosa 1998, p. 107.)

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Inervación Articular
En la descripción de la inervación de la articulación sacroilíaca no existe
un acuerdo total en la literatura. Estudios modernos sostienen que la
inervación posterior de la articulación depende de ramas dorsales de L5, S1 y
S2, y que en la inervación de la cara anterior participan ramas del plexo sacro y
del nervio obturador.

Cambios en la ASI a lo largo de la vida

CAMBIOS. ETAPA EMBRIONARIA. MACROSCÓPICOS


-Superficies articulares lisas
-Existen movimientos de deslizamiento entre las carillas
-La superficie articular sacra es tres veces más grande que la ilíaca

CAMBIOS. ETAPA EMBRIONARIA. MICROSCÓPICOS


-La matriz del cartílago ilíaco es estriada y tiene fibras de colágeno
-La matriz del cartílago sacro es homogénea y sin fibras

CAMBIOS. 1ª y 2ªDÉCADA. MACROSCÓPICOS


-Se desarrollan las superficies articulares desiguales (ilíaco convexo y
sacro cóncavo)
-Cartílago articular ilíaco es más gris y áspero
-Cartílago articular sacro es más amarillento

CAMBIOS. 1ª y 2ªDÉCADA. MICROSCÓPICOS


-Cartílago articular ilíaco mantiene apariencia fibrocartilaginosa
-Cartílago articular sacro mantiene apariencia hialina

CAMBIOS. 3ª y 4ªDÉCADA. MACROSCÓPICOS


-Convexidad ilíaca se vuelve más marcada
-Se observan osteofitos marginales en la superficie articular sacra
-Ambas superficies se vuelven de color amarillento

CAMBIOS. 3ª y 4ªDÉCADA. MICROSCÓPICOS


-Cápsula articular contiene menos células y más fibras de colágeno
-La sinovial es más gruesa, fibrosa y tiene menos vascularización
-Se observan grietas y erosiones en el cartílago articular

CAMBIOS. 5ª y 6ªDÉCADA. MACROSCÓPICOS

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-Superficies articulares irregulares con erosiones profundas que exponen


el hueso subcondral -Se observan cúmulos de residuos amorfos en la
interlinea articular

CAMBIOS. 5ª y 6ªDÉCADA. MICROSCÓPICOS


-La cápsula articular y la sinovial son más gruesas y fibrosas
-Se observan osteofitos marginales

CAMBIOS. 7ª y 8ªDÉCADA. MACROSCÓPICOS


-Existe anquilosis articular real
-Hay formación de rodete marginal
-Disminuye el espesor articular considerablemente

CAMBIOS. 7ª y 8ªDÉCADA. MICROSCÓPICOS


-Calcificaciones en la periferia de la cápsula
-Presencia de osteofitos marginales
-Existe aumento de fibras de colágeno en el cartílago articular

CINEMÁTICA DE LA PELVIS

La movilidad de la articulación sacroilíaca es actualmente reconocida por


toda la comunidad científica, pero sigue siendo controvertido su significado
clínico. Los diferentes métodos de investigación incluyen: manipulación manual
y cirugía en cadáver, análisis radiológico en diversas posiciones,
estereorradiografía tras la inserción de bolas de tantalum en el ilíaco y en el
sacro, y las mediciones con un inclinómetro en varias posturas del tronco y de
las extremidades después de haber insertado agujas de Kirschner en el ilíaco y
en el sacro.
El movimiento de la pelvis sucede en los tres planos del espacio. En la
articulación sacroilíaca se observan movimientos de rotación y traslación en el
plano sagital, coronal y horizontal. Aunque debemos destacar que se trata de
movimientos de escasa amplitud, la movilidad de la articulación actúa como un
mecanismo de absorción de las fuerzas que se transmiten desde el tronco hacia
la pelvis así como, desde las extremidades al tronco.

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Movimiento de nutación y contranutación del sacro


Descripción osteocinemática: El movimiento de nutación del sacro es un
desplazamiento hacia delante y hacia abajo del promontorio sacro, el cual
ocurre en torno a un eje transversal que se sitúa en el ligamento interóseo de
la articulación. Este movimiento puede ser bilateral o unilateral y se observa en
los primeros grados de la flexión del tronco (bilateral) o durante la flexión de la
cadera (unilateral).
El movimiento de contranutación es el desplazamiento hacia atrás y arriba
del promontorio sacro alrededor del mismo eje mencionado anteriormente, se
puede observar, en algunos sujetos, durante los últimos grados de la flexión del
tronco (bilateral), de forma unilateral sucede con la extensión de la cadera.

Descripción artrocinemática: Cuando el sacro nuta en relación al ilíaco se


produce un movimiento lineal o de traslación entre ambas superficies
articulares. La articulación sacroilíaca tiene la forma de un boomerang, con dos
brazos que entre sí forman un ángulo de aproximadamente 90º. El brazo corto
(nivel S1) está orientado sobre un plano vertical (craneocaudal) mientras que el

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brazo largo lo hace sobre un plano anteroposterior (nivel S2, S3 y S4). Ambos
brazos convergen en la línea arqueada del ilíaco.
Durante el movimiento de nutación, el sacro desliza caudalmente hacia
abajo en el brazo corto y hacia atrás por el brazo largo. Este movimiento es
resistido por la forma acuñada del sacro, las rugosidades y depresiones de las
superficies articulares, el coeficiente de fricción de sus superficies y la
integridad de los ligamentos interóseos y sacrotuberosos. La acción de los
ligamentos es reforzada por la acción muscular. La amplitud de esta traslación
es pequeña (1 a 2 mm).
Durante el movimiento de contranutación, el sacro se desliza hacia delante
en el brazo largo y hacia arriba por el brazo corto. Este movimiento es resistido
por la tensión del ligamento sacroilíaco dorsal largo, acción que se ve reforzada
por la contracción de los multífidos lumbares. Los multífidos y el elevador del
ano parecen actuar como un par de fuerzas para el control de los movimientos
de nutación y contranutación del sacro.

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La nutación enrolla el ligamento sacrotuberoso, La contranutación enrolla el ligamento sacroilíaco posterior


largo.

Análisis del movimiento activo


En el movimiento de flexión del tronco, la pelvis en conjunto se desplaza
hacia atrás, quedando el centro de gravedad por detrás del apoyo bipodal.
Ambos coxales rotan bilateralmente hacia delante en torno al eje transversal
de las articulaciones coxofemorales, el raquis lumbar se desplaza hacia delante
y abajo hasta que L5 se desliza hacia delante sobre la base sacra.
Dentro de la pelvis no hay un movimiento relativo de rotación
anteroposterior entre un coxal y otro, ambas EIPS deben desplazarse al mismo
tiempo y con la misma amplitud en dirección craneal. Mientras, aparece una
ligera rotación hacia afuera de los coxales, que se puede apreciar al sentir
como las EIPS se aproximan a la línea media.
En bipedestación el sacro descansa en ligera nutación. Durante los
primeros 60º de flexión del tronco, en situación normal, esta nutación debe
aumentar, al menos hasta que la tensión alcance a los tejidos longitudinales
profundos (bíceps femoral, semitendinoso, ligamento sacrotuberoso, planos

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profundos de la fascia toracolumbar y tejidos neuromeníngeos), en este


momento, el movimiento de nutación del sacro se detiene. Mientras, los
coxales continúan rotando anteriormente en torno a la articulación
coxofemoral, lo que resulta en una relativa contranutación del sacro.
La etapa en la cual el sacro invierte el movimiento parece ser crítica para la
estabilidad de la articulación sacroilíaca. La nutación facilita la compresión y
estabilidad de la articulación, mientras que en contranutación la articulación es
más vulnerable. Si el sacro permanece en nutación durante toda la anteflexión
del tronco, la articulación sacroilíaca permanece en compresión y las cargas
pueden ser transferidas de manera más efectiva desde la pelvis hacia los
miembros inferiores. Cuando el sacro hace una contranutación de forma
anticipada, como ocurre en caso de acortamiento de la musculatura
isquiotibial, la articulación sacroilíaca estará sometida a menor grado de
compresión, lo cual exige un mayor control motor para la transferencia de
cargas. Algunas lesiones de la espalda suceden en esta posición.

En resumen, en algunos sujetos el movimiento de nutación persiste


durante toda la flexión del tronco, en otros, una ligera contranutación
(desbloqueo) ocurre hacia el final del rango. Esto parece no ser normal.
En el movimiento de extensión del tronco, la pelvis en conjunto se desplaza
hacia delante, quedando el centro de gravedad por delante del apoyo bipodal.
La región dorsolumbar se dirige hacia atrás y abajo hasta que L5 se extiende y
desliza hacia atrás sobre la base del sacro. Ambos coxales rotan bilateralmente
hacia atrás en torno al eje transversal de las articulaciones coxofemorales.
Dentro de la pelvis no hay un movimiento relativo de rotación
anteroposterior entre un coxal y otro, ambas EIPS deben desplazarse al mismo
tiempo y con la misma amplitud en dirección caudal. El sacro debe permanecer
en su posición de nutación relativa entre los coxales.

En el movimiento de inclinación lateral del tronco, a la izquierda por


ejemplo, la parte alta de los miembros inferiores se desplazan hacia la derecha,
de este modo, se mantiene el centro de gravedad en el centro del apoyo
bipodal. El ápex de la curva se sitúa a la altura del trocánter mayor del fémur.
La pelvis, en conjunto, se inclina hacia la izquierda y rota ligeramente hacia la
derecha en torno a la cabeza femoral, poco o ningún movimiento de torsión
ocurre en las articulaciones sacroilíacas, salvo en individuos jóvenes. En este
ejemplo, el ilíaco derecho rota posteriormente y el izquierdo lo hace
anteriormente, el sacro rota a la derecha en relación al plano coronal del
cuerpo. La cadera derecha aduce y rota internamente, la cadera izquierda
abduce y rota externamente. La columna lumbar se inclina a la izquierda. El
conjunto de la rotación segmentaria es variable, clínicamente, L5 parece
acompañar al sacro.

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En el movimiento de rotación axial del tronco, a la derecha por ejemplo, la


pelvis, en conjunto, rota hacia la derecha en torno a las articulaciones
coxofemorales, resultando en una extensión y rotación externa del fémur
izquierdo y en una flexión y rotación interna del fémur derecho. El movimiento
de rotación axial continúa ahora en dirección superior, produciendo una
torsión intrapélvica. El ilíaco derecho rota posteriormente mientras que el
ilíaco izquierdo rota anteriormente. Ambos coxales llevan pasivamente al sacro
a rotación derecha. El sacro, por tanto, contranuta en la ASI izquierda y nuta en
la ASI derecha. La columna lumbar se inclina a la derecha. El conjunto de la
rotación segmentaria es variable, clínicamente, L5 parece acompañar al sacro.

Comportamiento en la marcha

En la marcha los coxales realizan movimientos de rotación en el plano


sagital en sentidos opuestos. Con la flexión de la cadera del lado oscilante, por
ejemplo el derecho, el coxal homolateral rota posteriormente y,
simultáneamente, en lado izquierdo, la extensión de la cadera hace que el
coxal rote anteriormente. Ambos coxales llevan pasivamente al sacro a
rotación derecha. El sacro, por tanto, nuta en la ASI derecha y contranuta en la
ASI izquierda.
La nutación del sacro, al final de la etapa de oscilación, estabiliza a la
articulación sacroilíaca y la protege del impacto del contacto del pie contra el
suelo. La forma acuñada del sacro, las rugosidades, depresiones y coeficiente
de fricción de sus superficies, la tensión de los ligamentos interóseos y
sacrotuberosos y la acción sinérgica de los distintos grupos musculares, tanto
locales como globales, generará las fuerzas de aproximación necesarias además
de mantener niveles óptimos de presión intraabdominal.

• Neumann DA 2002 Kinesiology of the Musculoskeletal System. Fundations for Physical


Rehabilitation. Ed Mosby. St. Louis, Missouri

SINFISIS DEL PUBIS


Esta articulación que une por delante al coxal contiene un disco
fibrocartilaginoso y no presenta tejido sinovial. Las superficies articulares están
cubiertas por una delgada lámina de cartílago hialino que se encuentra
separada por el fibrocartílago. La porción posterosuperior del disco presenta

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una cavidad que se observa a partir de los 10 años. Esta no es una cavidad
sinovial y en ella se aprecian cambios de tipo degenerativo según la edad. La
estabilidad articular pasiva la mantiene la estructura ligamentosa que incluye al
ligamento púbico superior, ligamento púbico inferior (arcuatum), ligamento
púbico anterior y ligamento púbico posterior.
El ligamento púbico superior es una banda fibrosa gruesa que se sitúa
transversalmente entre los tubérculos y ambos huesos pubianos. Por debajo, el
ligamento arcuatum se mezcla con el fibrocartílago y une a ambas ramas
isquiopubianas entre sí. El ligamento púbico posterior es membranoso y se
confunde mezclándose con el periostio adyacente. El ligamento púbico anterior
es muy grueso, tiene fibras transversales y oblicuas. Recibe fibras de la
expansión aponeurótica de la musculatura abdominal así como del aductor
largo, que se cruzan por delante de la articulación.

• Bogduk N 2005 Clinical Anatomy of the Lumbar Spine and Sacrum. 4ª Edition.
Churchill Livingstone.
• Lee D 2004 The Pelvic Girdle. An approach to the examination and treatment of the
lumbopelvic-hip region. 3ª Edition. Churchill Livingstone.
• Vleeming A, Mooney V, Stoeckart R 2007 Movement, Stability and Lumbopelvic Pain.
Integration of research and therapy. 2nd Edition. Churchill Livingston - Elsevier.

Corte verticofrontal de la sínfisis del pubis Vista posterior Vista anterior

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DOLOR PÉLVICO MUSCULOESQUELÉTICO

El dolor pélvico afecta a un pequeño, aunque significativo, grupo de


pacientes que presentan cuadros de dolor musculoesquelético. El dolor que
nace de la articulación sacroilíaca (ASI) y/o de las distintas estructuras,
capsulares, ligamentosas, musculares o neurales, asociadas a ella
representarían, por tanto, un subgrupo de estos desórdenes de dolor. Aunque
la patología inflamatoria de la ASI, como por ejemplo la sacroileítis, sea
relativamente sencilla de identificar, en la mayor parte de los casos la
presentación clínica es poco específica y es difícil establecer un diagnóstico
médico definido. Es por ello que la mayor parte de los procesos de dolor que
afectan a la pelvis se clasifican como ?inespecíficos?, lo que conduce a un vacío
en el manejo clínico de los mismos. A pesar de ser clasificados como
inespecíficos (no existe base anatomopatológica), a menudo se presentan
durante el embarazo, el parto o postparto, o tras traumatismos pélvicos.
Estos cuadros son en muchos casos abordados como dolor lumbar, pese
a que existe abundante evidencia para afirmar que los cuadros de dolor
musculoesquelético pélvico representan un subgrupo de pacientes con una
historia y presentación clínica propias, con necesidad de un manejo específico
de la misma.
Estudios formales utilizando bloqueos articulares con anestesia
demuestran la prevalencia de un componente articular sacroilíaco en un 15-
21% de personas con dolor lumbar crónico.

• Schwarzer A C, Aprill C N, Bogduk N 1995 The sacroiliac joint in chronic low back pain.
Spine 20:31
• Slipman C W, Jackson H B, Lipetz J S, Chan K T, Lenrow D et al 2000 Sacroiliac Joint
Pain Referral Zones Arch Phys Med Rehabil Vol81. 334-38
• Fortin J D, Dwyer A P, West S, Pier J 1994 Sacroiliac Joint: Pain Referral Maps Upon
Applying a New Injection/Arthrography Technique. Spine 19(13):1475-82

De los distintos estudios biomecánicos que analizan la función de la


pelvis se deduce que es una región crítica para asegurar la correcta
transferencia de cargas generadas por el peso corporal y la gravedad durante la
bipedestación, la marcha, la sedestación, o muchas otras actividades
funcionales de la vida cotidiana. En base a lo efectivo o no que sea el manejo
de dichas cargas, así de eficiente será la función. El término estabilidad se
utiliza entonces para definir la transferencia efectiva de cargas, y requiere de la
integridad anatómica y funcional de los distintos sistemas pasivos, activos y de
control para su correcta ejecución. En conjunto estos sistemas provocan la

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aproximación de las superficies articulares; la cantidad de aproximación


requerida es variable y dependiente de la actividad funcional en cuestión, así
como del estado de las distintas estructuras implicadas en la estabilidad, y, por
tanto, difícil de cuantificar.

Subsistema Pasivo “Form Closure”:


-Morfología, disposición y coeficiente de fricción de las superficies articulares,
la cápsula y los ligamentos.

Subsistema Activo “Force Closure”:


-Músculos, tendones y fascias: sistemas local y global. Provocan compresión
articular.

Sistema Nervioso: Control Motor


-Emociones y Alerta

• Lee D, Vleeming A 2007 An integrated therapeutic approach to the treatment of


pelvic girdle pain. In: Vleeming A, Mooney V, Stoeckart R (Eds) Movement, Stability
and Lumbopelvic Pain. Integration of research and therapy. 2nd Edition 2007.
Churchill Livingston - Elsevier.
• Panjabi M 1992 The stabilizing system of the spine. Part 1 and Part 2. Journal of
Spinal Disorders 5(4): 383-97

La siguiente definición de estabilidad es recogida de la Guía Europea para el


Diagnóstico y Tratamiento del Dolor Pélvico:

“La acomodación eficaz de las articulaciones a cada demanda local


específica mediante una compresión articular adaptada y adecuada, como una
función de la gravedad, fuerzas coordinadas de músculos y ligamentos, para
producir fuerzas de reacción articulares efectivas ante situaciones variables”.

“La estabilidad óptima se consigue cuando el equilibrio entre la ejecución


(el nivel de estabilidad) y el esfuerzo se optimiza para economizar el uso de la
energía”.

"Una estabilidad no-óptima implica valores alterados de laxitud/rigidez


que conducen a un incremento de las traslaciones articulares, lo que provoca
una nueva posición articular y/o una compresión articular exagerada/reducida,
con un ratio ejecución/esfuerzo alterado”.

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PARTE 2: BIOMECÁNICA DE LA PELVIS

Introducción

La cintura pelviana puede compararse a un anillo cerrado, formado por tres


huesos (los dos ilíacos y el sacro), que dan origen a otras tantas articulaciones (las
dos sacroilíacas y la sínfisis púbica).

Las articulaciones pelvianas juegan un papel muy importante:


a) En la estabilidad de la columna vertebral.
b) En el mecanismo del parto; por esta razón, el estrecho superior de la
pelvis es más ancho y más abierto en la mujer.

Funciones de la pelvis

- Son los cimientos de la columna vertebral; por tanto, cualquier


alteración en su posición va a repercutir en la estática del raquis y de
todo el cuerpo.
- Contribuye a formar las paredes de la cavidad abdominal y, de esta
manera, servir de protección a las vísceras y al feto durante el
embarazo.
- Mantiene en posición adecuada, para su normal funcionamiento, los
órganos abdominales.
- Sirve como punto fijo a la musculatura del tronco y de los miembros
inferiores.

Por todo ello, la pelvis debe combinar adecuadamente su función estática y


dinámica.

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Propiedades mecánicas de la pelvis

a) Solidez: escasa movilidad articular.


b) Elasticidad: cartílagos gruesos y ligamentos muy potentes.
c) Resistencia a los traumatismos.

Posición de referencia

En posición bípeda, la pelvis se encuentra en estado de anteversión.


El grado de anteversión varía con la constitución de cada individuo; es mayor en
la mujer y en el niño no se estabiliza hasta los 10-12 años.

Para determinar su posición se usa la medición de diferentes ángulos:


a) ángulo formado por la horizontal y una línea que une el promontorio
con la sínfisis púbica; su amplitud está comprendida entre 54 y 58
grados.
b) ángulo formado por la horizontal y una línea que une la espina ilíaca
anterosuperior con la posterosuperior; su valor promedio es de unos 15
grados.
c) ángulo sacro: formado entre la horizontal y una línea tangente a la base
del sacro; son valores normales los comprendidos entre 30 y 45 grados.
d) ángulo lumbosacro: formado por el eje del sacro y de la quinta vértebra
lumbar; su valor es de 140 grados.

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Ángulos radiológicos

ESTÁTICA DE LA PELVIS

La pelvis debe transmitir fuerzas descendentes (debidas al peso corporal) y


fuerzas ascendentes (debidas a la reacción del suelo).

1. Transmisión de fuerzas descendentes:

El peso del tronco recae de forma vertical sobre la cara superior del sacro,
pudiéndose descomponer en dos fuerzas:

a) La primera impulsa el sacro hacia abajo.


b) La segunda tiende a llevar la base del sacro hacia delante.

Estos desplazamientos se evitan por la forma en cuña del sacro que queda
incrustado entre ambos coxales y por la tensión de los ligamentos sacroilíacos y
sacrociáticos.

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Desde el sacro, esta fuerza se transmite a través de las articulaciones sacroilíacas


y líneas innominadas hasta las articulaciones coxofemorales; por tanto, su
dirección será oblicua hacia abajo y afuera, pudiéndose descomponer en:
- Un vector vertical.
- Un vector horizontal: que tiende a separar las superficies de la sínfisis
púbica.

2. Transmisión de fuerzas ascendentes:

Se debe a la reacción del suelo y se produce exactamente de forma inversa.


De esta manera, se producen dos pares de fuerzas que se anulan mutuamente.

Trasmisión de fuerzas en la pelvis

Estática de la articulación lumbosacra

Su estabilidad es bastante débil, debido a la inclinación hacia abajo y adelante


que poseen la cara superior del sacro y la quinta vértebra lumbar.
La disposición de las carillas articulares interapofisarias de la cara superior de la
primera vértebra sacra impiden el desplazamiento hacia adelante de la quinta
vértebra lumbar.

Hay dos factores que intervienen en su estabilidad:


a) Distancia de la articulación a la línea de gravedad: cuanto mayor sea
ésta, mayor será su inestabilidad.
b) La inclinación del sacro.

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Relación entre curvaturas raquídeas y el sacro

a) Tipo dinámico:
Se caracteriza por:
- Curvas raquídeas pronunciadas.
- Sacro en posición más horizontal.
- Carilla auricular muy incurvada y cóncava.
- Mayor movilidad de la articulación sacroilíaca.

b) Tipo estático:
- Escasa acentuación de las curvaturas raquídeas.
- Sacro en posición más vertical.
- Carilla auricular poco incurvada y más plana.
- Poca movilidad sacroilíaca.

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CINEMÁTICA DE LA PELVIS

1. Global:

Movimientos realizados sobre tres ejes y en tres planos:


- Flexión-extensión: eje transversal.
- Lateralidad: eje anteroposterior.
- Rotación: eje vertical.

2. De la articulación sacroilíaca:

a) Teoría clásica:
Describe los movimientos de nutación y contranutación, que se
caracterizan por:
Movimiento de nutación:
- El eje de movimiento pasa a nivel del ligamento axial.
- La base del sacro se dirige hacia abajo y adelante.
- Hay desplazamiento posterior del vértice del sacro y del cóccix.
- Disminución del diámetro anteroposterior del estrecho superior de la
pelvis.
- Aumento del diámetro anteroposterior del estrecho inferior de la
pelvis.
- Las alas ilíacas se aproximan.
- Separación de las tuberosidades isquiáticas.
- El movimiento está frenado por el aumento de tensión de los
ligamentos sacrociáticos mayor y menor y por el ligamento sacroilíaco
anterior.

Movimiento de contranutación:
- El eje es el mismo que para la nutación (ligamento axial).
- El comportamiento del sacro es el inverso que durante la nutación:
desplazamiento hacia atrás y arriba de la base y hacia abajo y adelante
del vértice y cóccix.

- Aumento del diámetro anteroposterior del estrecho superior de la


pelvis.
- Disminución del diámetro anteroposterior del estrecho inferior de la
pelvis.
- Las alas ilíacas se separan.
- Las tuberosidades isquiáticas se aproximan.
- Limitan el movimiento los ligamentos sacroilíacos posteriores.

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b) Teoría osteopática:
Los movimientos de la articulación sacroilíaca son deslizamientos sobre el
brazo mayor y menor; se efectúan alrededor de un eje que pasa a nivel del tercer
agujero sacro. Sobre el brazo menor se produce una traslación horizontal y sobre
el brazo mayor una traslación vertical.

a) Rotación anterior del ilíaco:


- Se produce un descenso hacia abajo y adelante sobre el brazo menor y
un descenso hacia abajo y atrás sobre el brazo mayor.
- La EIAS desciende y se anterioriza.
- La EIPS asciende y se anterioriza.
- La cresta ilíaca está más baja.
- Se produce una ligera apertura de las crestas ilíacas.
- La tuberosidad isquiática se hace más posterior.
- La sínfisis púbica del mismo lado está más baja.
- Hay una falsa pierna homolateral.
- Rotación al lado contrario de L5.
Los principales músculos que intervienen en este movimiento son:
sacrolumbar, ilíaco, sartorio, recto anterior del muslo y aductores.

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Rotación anterior del iliaco

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b) Rotación posterior del ilíaco:


- Se produce un ascenso hacia arriba y adelante sobre el brazo mayor y
un ascenso hacia arriba y atrás sobre el brazo menor.
- La EIAS asciende y se posterioriza.

- La EIPS desciende y se posterioriza.


- La cresta ilíaca se sitúa más alta.
- Las alas ilíacas se cierran.
- Se anterioriza la tuberosidad isquiática.
- Ascenso de la sínfisis púbica del mismo lado.
- Hay una falsa pierna corta homolateral.
- Rotación homolateral de L5.

Los principales músculos que intervienen en este movimiento son: recto mayor
del abdomen, glúteo mayor e isquiotibiales.

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Rotación posterior

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Músculos tensos en rotación posterior

3. De la sínfisis púbica:

Es una anfiartrosis dotada de movimientos de muy escasa amplitud que se


realizan en torno a un eje transversal.
Durante la marcha, se producen pequeños desplazamientos de las ramas
isquiopubianas: asciende la del miembro inferior en apoyo y desciende la del lado
opuesto.
Hay una diástasis de sus superficies articulares durante el embarazo y el parto.

4. De la articulación lumbosacra:

El movimiento de mayor amplitud es la flexión-extensión; la extensión queda


frenada antes que la flexión por el choque entre la espinosa de L5 contra el sacro;
la flexión está limitada por el aumento de tensión de los ligamentos iliolumbares,
sobre todo por el superior.
Los movimientos de lateralidad y rotación están muy limitados por el choque
óseo y por la orientación de las carillas articulares.

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CINÉTICA DE LA PELVIS

a) Musculatura estabilizadora en el plano frontal:


Intervienen los siguientes músculos:
- Tensor de la fascia lata.
- Glúteo mediano.
- Glúteo menor.
Aunque su momento muscular es muy bajo, su función es indispensable en
el apoyo monopodal y durante la marcha.

b) Musculatura estabilizadora en el plano anteroposterior:


La llevan a cabo dos pares de fuerzas musculares:
1. De la anteversión:
El brazo de palanca inferior está formado por los músculos que unen la
pelvis y el fémur por delante:
- Recto interno del muslo.
- Aductor medio.
- Aductor menor.
- Psoasilíaco.
- Pectíneo.
- Tensor de la fascia lata.
- Recto anterior del muslo.
El brazo de palanca superior lo constituyen:
- Cuadrado lumbar.
- Musculatura extensora del raquis lumbar.

2. De la retroversión:
El brazo de palanca superior lo constituye la musculatura abdominal:
- Recto mayor.
- Oblicuo mayor.
- Oblicuo menor.

El brazo de palanca inferior está formado por:


- Glúteo mayor.
- Isquiotibiales.
- Aductor mayor.

Para que se obtenga una correcta posición y estabilización de la pelvis y,


por tanto de la columna vertebral, es necesario que se establezca el equilibrio
entre ambos pares de fuerzas responsables de la anteversión y retroversión.

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PARTE 3: DISFUNCIONES DE LA REGIÓN LUMBOPÉLVICA

1. Disfunciones articulares ileosacras

Hace referencia a las disfunciones de los iliacos respecto al sacro. Dichas


disfunciones pueden producirse, de forma individual o combinada, en las tres
direcciones del espacio (plano sagital, coronal y transversal); estos planos
teóricamente se cortan en un punto situado en el interior de las ASI, a la altura
del ligamento interóseo.
• Disfunciones en el plano sagital (disfunciones en rotación posterior y
anterior de los iliacos).
• Disfunciones en el plano coronal (disfunciones en apertura o cierre de la
pelvis).
• Disfunciones en el plano transversal (disfunciones en rotación externa e
interna de los iliacos).

1.1. Disfunciones iliacas en el plano sagital

Tienen lugar en un plano sagital y alrededor de un eje transversal, que pasa a


nivel de S2.
1.1.1. Disfunción en rotación posterior del iliaco
Respecto al sacro, en este tipo de disfunción se produce un desplazamiento del
iliaco hacia craneal y ligeramente posterior a lo largo del brazo menor y un
desplazamiento anterior y ligeramente hacia craneal a lo largo del brazo mayor
(fig. 1).

Fig.1

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De forma recíproca, la hemibase homolateral del sacro se dispondrá en


anterioridad relativa (nutación), aumentando la tensión en las estructuras
responsables del freno de la nutación (ligamentos sacroiliaco anterior,
sacrotuberoso y sacroespinoso).
El coxal queda fijado en el brazo menor y rechaza la rotación anterior.
La ASI correspondiente se sitúa en posición de autobloqueo, aumentando las
fuerzas de fricción en la articulación y, si el proceso se perpetúa, favoreciendo
el desarrollo de procesos degenerativos y cambios adaptativos en toda la
región lumbopélvica.

Esta defectuosa posición del iliaco en rotación posterior provoca ciertas


modificaciones estructurales en relación al iliaco contralateral (fig. 2).
• EIPS posteroinferior.
• EIAS posterosuperior.
• Cresta iliaca más alta.
• Tuberosidad isquiática anterior.
• Rama púbica superior.
• Falsa pierna corta homolateral (por ascenso del cotilo).
• Hemibase homolateral del sacro relativamente anterior con respecto a la
EIPS.
• Trocánter mayor posterior.
• Posible adaptación de L5 en rotación homolateral.

Figura 2.

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No obstante, diferentes estudios han comprobado que estas asimetrías


posicionales, tanto del sacro como del iliaco, poseen un grado bajo de validez y
fiabilidad, por lo que su valor diagnóstico por sí solas es escaso.

Esta disfunción se acompaña del acortamiento adaptativo de determinados


músculos, que participan en el fenómeno de perpetuación (fig. 3):
• Isquiosurales.
• Recto mayor del abdomen.
• Glúteo mayor.
• Psoas menor.

Figura 3. Figura 4.

Simultáneamente, otros músculos pueden estar sometidos a un aumento de


tensión, pudiendo participar en el cuadro clínico (fig. 4):
• Sartorio.
• Recto femoral.
• Aductor menor.
• Aductor largo.
• Cuadrado lumbar.
• Dorsal ancho.

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1.1.2. Disfunción en rotación anterior del iliaco


El iliaco, respecto al sacro, efectúa un deslizamiento caudal y ligeramente hacia
adelante a lo largo del brazo menor y simultáneamente desliza hacia atrás y
ligeramente hacia caudal a lo largo del brazo mayor (fig. 5).
Recíprocamente, equivale a una posterioridad relativa de la hemibase
homolateral del sacro (contranutación), sometiendo a un aumento de tensión a
los frenos de la contranutación (ligamentos sacroilíacos posteriores corto y
largo).

Figura 5.

El iliaco queda bloqueado en el brazo mayor, rechazando el movimiento de


rotación posterior.
La rotación anterior del iliaco y la relativa contranutación de la hemibase sacra
homolateral disponen a la ASI correspondiente en un estado de desbloqueo,
siendo responsable de procesos de inestabilidad sacroilíaca, del reclutamiento
motor de músculos pertenecientes al sistema estabilizador global y del
desarrollo de procesos degenerativos sacroilíacos y adaptativos de la región
lumbopélvica.
El cambio de posición supone la presencia de ciertas asimetrías respecto al
coxal contralateral (fig. 6):
• EIAS anteroinferior.
• EIPS anterosuperior.
• Cresta iliaca más baja.
• Tuberosidad isquiática posterior.
• Rama púbica inferior.

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• Hemibase homolateral del sacro relativamente posterior en relación a la


EIPS.
• Hemibase contralateral del sacro relativamente posterior respecto a la
hemibase homolateral.
• Falsa pierna larga homolateral (por descenso del cotilo).
• Trocánter mayor anterior.
• Posible adaptación de L5 en rotación contralateral.

Figura 6.

La posición disfuncional provoca el acortamiento adaptativo de ciertos


músculos, que a su vez colaboran en su perpetuación (fig. 7).
• Recto femoral.
• Sartorio.
• Aductor largo y menor.
• Sacrolumbar.
• Iliaco.
Al mismo tiempo, ciertos músculos estarán sometidos a excesiva tensión,
pudiendo ser fuente generadora de síntomas (fig. 8):
• Recto mayor del abdomen.
• Isquiosurales.
• Glúteo mayor.
• Cuadrado lumbar.

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Figura 7. Figura 8.

1.2. Disfunciones iliacas en el plano coronal

Tienen lugar en un plano coronal y alrededor de un eje anteroposterior, que


pasa por la ASI a la altura de S2.
Son las denominadas disfunciones en apertura superior e inferior de la ASI, que
en la terminología osteopática se conocen como out flare e in flare
respectivamente.
Suelen ser disfunciones de carácter unilateral.

1.2.1. Disfunción iliaca en apertura superior de la ASI (out flare)


En este tipo de disfunciones se produce un proceso de distracción de la porción
superior de la ASI y una compresión o cierre de la porción inferior. Como
consecuencia, la EIAS y la EIPS se separan del plano medio sagital del cuerpo;
por el contrario, el isquion tiende a aproximarse a dicho plano (fig. 9).
En su producción, mantenimiento y perpetuación pueden intervenir los
siguientes músculos (fig. 9):
• Espasmo de los músculos homolaterales del suelo pélvico, que pueden
traccionar medialmente del isquion.

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• Glúteo medio y menor, que pueden traccionar lateralmente de la pala


iliaca.
• Tensor de la fascia lata.

Figura 9. Disfunción iliaca en apertura superior de la ASI (out flare). Lesión y


músculos que la fijan.

1.2.2. Disfunción en cierre superior de la ASI (in flare)


Se produce el proceso inverso al de la disfunción precedente; es decir, un
bostezo o apertura de la porción inferior de la ASI y una compresión o cierre de
su porción superior. Como consecuencia, la EIAS y la EIPS se desplazan
medialmente, mientras que la tuberosidad isquiática lo hace lateralmente (fig.
10).

En dicho mecanismo pueden participar los siguientes músculos (fig. 10).


• Aquellos que traccionan medialmente de la pala iliaca (oblicuo interno,
transverso abdominal e iliaco).
• Los que traccionan del isquion y de la rama púbica hacia abajo y afuera;
de modo que puedan separar al isquion de la línea media (aductores e
isquiosurales.

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Figura 10. Disfunción en cierre superior de la ASI (in flare). Lesión y músculos
que la fijan.

1.3. Disfunciones del iliaco en el plano transversal

Son las denominadas disfunciones en rotación externa e interna del iliaco.


Tienen lugar en un plano transversal y alrededor de un eje vertical, que pasa
por el centro de la ASI.

1.3.1. Disfunción del iliaco en rotación interna


En esta disfunción se produce una compresión de la porción anterior de la ASI y
un bostezo de su porción posterior, sometiendo a un exceso de tensión a las
estructuras capsuloligamentosas posteriores.
La EIAS se sitúa más cerca del plano sagital medio del cuerpo, mientras que la
EIPS se desplaza lateralmente. Como consecuencia, tiene lugar un
desplazamiento contralateral de la sínfisis púbica (fig. 11).

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Figura 11. Disfunción del iliaco en rotación interna. Movimiento normal y


disfunción.

Si se observa radiológicamente la pelvis en una vista frontal, se apreciará que el


diámetro transversal de la pala iliaca está disminuido.
Los músculos que poseen capacidad para mantener el iliaco en rotación interna
son: transverso del abdomen, oblicuo interno del abdomen y cuadrado crural
(fig. 12).

Figura 12. Disfunción del iliaco en rotación interna. Músculos que la fijan.

1.3.2. Disfunción del iliaco en rotación externa


En esta disfunción tiene lugar una compresión de la porción posterior de la ASI
y un bostezo de su parte anterior, provocando un aumento de tensión en las
estructuras capsuloligamentosas sacroilíacas anteriores (fig. 13).

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La EIAS se aleja del plano sagital medio, mientras que la EIPS se sitúa más cerca
de dicho plano. Al mismo tiempo, tiene lugar un Desplazamiento homolateral
de la sínfisis púbica.
Radiológicamente, se puede observar que el diámetro transversal de la pala
iliaca es más ancho del lado de la rotación.
Los músculos que pueden participar en su mantenimiento y perpetuación son
las porciones posteriores del glúteo menor y medio y el tensor de la fascia lata
(fig. 14).

Figura 13. Disfunción del iliaco en rotación externa. Movimiento normal y


disfunción.

Figura 14. Disfunción del iliaco en rotación externa. Músculos que la fijan.

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1.4. Disfunción del iliaco en superioridad (up slip)

Su mecanismo de producción suele ser de origen traumático (caída en apoyo


monopodal), produciéndose un desplazamiento global del iliaco en dirección
craneal en relación al sacro y quedando bloqueado en esta posición, no
aceptando la rotación posterior ni anterior.
Las diferentes referencias óseas pélvicas se dispondrán superiormente (cresta
iliaca, EIAS, EIPS, tuberosidad isquiática y rama púbica). Como consecuencia
tendrá lugar un evidente acortamiento del miembro inferior correspondiente
(fig. 15).

Los músculos que pueden sufrir un acortamiento adaptativo son el cuadrado


lumbar, el recto mayor del abdomen, el ileocostal, el dorsal largo y el dorsal
ancho (fig. 15).

Figura 15. Disfunción del iliaco en superioridad (up slip). Disfunción y músculos
que la fijan.

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2. Disfunciones sacroilíacas

Para facilitar la comprensión de la mecánica sacra y los mecanismos


disfuncionales, clásicamente, se establecen los siguientes ejes imaginarios del
sacro (fig. 16):
• Ejes transversales superior, medio e inferior: alrededor de los cuales se
efectúan los movimientos recíprocos entre el sacro y el iliaco en el plano
sagital (nutación y contranutación).
• Ejes verticales: determinan los movimientos de apertura y cierre de la
pelvis (ejes verticales laterales) y teóricamente una rotación pura del
sacro (eje vertical medio).
• Ejes oblicuos: alrededor de ellos se efectúan los denominados
movimientos de torsión del sacro (torsión anterior y posterior).
- El eje oblicuo derecho se extiende desde la hemibase derecha hasta el
AIL izquierdo. Alrededor de dicho eje el sacro puede efectuar dos
movimientos de torsión:
o Torsión derecha/derecha: el sacro rota a la derecha sobre el
eje derecho.
o Torsión izquierda/derecha: el sacro rota a la izquierda sobre
el eje derecho.

Figura 16. Ejes del sacro

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- El eje oblicuo izquierdo se extiende desde la hemibase izquierda hasta


el AIL derecho. En torno a este eje el sacro puede efectuar dos
movimientos de torsión:
o Torsión Izquierda/izquierda: el sacro rota a la izquierda
alrededor del eje izquierdo.
o Torsión derecha/izquierda: el sacro rota a la derecha en
torno al eje izquierdo.

2.1. Disfunciones bilaterales del sacro

Estas disfunciones se corresponden con movimientos del sacro en el plano


sagital (nutación y contranutación) y alrededor de un eje transversal que pasa
por S2..
Se asocian a movimientos de flexión/extensión del raquis lumbar:
• En la extensión lumbar, la base sacra se anterioriza, mientras que el ápex
retrocede (estado de nutación). Un movimiento forzado o repetitivo en
extensión lumbar puede bloquear al sacro en nutación, con los
consiguientes cambios adaptativos de las estructuras
musculoesqueléticas lumbopélvicas.
• En flexión de tronco, la base sacra retrocede y el ápex se anterioriza
(estado de contranutación). El mecanismo de producción de estas
disfunciones suele tener lugar durante el levantamiento de objetos; si
dicho movimiento se efectúa sin componente de inclinación lateral y
rotación vertebral, se puede producir una disfunción bilateral en flexión.
En cambio, si se levanta un objeto con la columna lumbar en flexión y
con el tronco en inclinación lateral, se provocará una disfunción de
flexión unilateral y si lo hace con la columna en rotación, se podrá
provocar una disfunción en torsión posterior. Por este motivo, es
importante en la anamnesis interrogar al paciente sobre el mecanismo
de producción, ya que su conocimiento puede orientar hacia el tipo de
fijación del sacro.

2.1.1. Disfunción en anterioridad o en extensión bilateral del sacro


El sacro efectúa una rotación sagital anterior (nutación) alrededor del segundo
eje transverso sacro. De tal forma que la base se encuentra anteriorizada y el
ápex posterior.
Para fijarse en esta posición, el sacro ha tenido que descender, primero sobre
los brazos menores de las ASI y luego descender y retroceder a lo largo de los
brazos mayores.
Fisiológicamente, esta disfunción es la respuesta a una extensión lumbar.

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Estos cambios posicionales del sacro supone la presencia de ciertas


modificaciones musculoesqueléticas:
• La base sacra se desplaza hacia adelante y hacia abajo.
• El ápex se desplaza hacia atrás y hacia arriba.
• Los sulcus sacroilíacos se encuentran más profundos.
• Las EIPS se disponen relativamente posteriores en relación a las
hemibases del sacro.
• No provoca dismetría de miembros inferiores, ya que en esta disfunción
no se asocia inclinación lateral o rotación del sacro.
• La compensación lumbar será una hiperlordosis.
• Adaptación en extensión bilateral de L5.

Este estado de nutación provoca estiramiento de los ligamentos sacroiliaco


anterior, sacroespinoso y sacrotuberoso, pudiendo generar dolor de tipo
insercional.
Puede actuar como factor contribuyente en la producción y mantenimiento de
una espondilolistesis.
Generalmente, se asociará dolor a la extensión y restricción y dolor al
movimiento de flexión de la columna lumbar.
Los músculos que principalmente pueden participar en el mecanismo
disfuncional son los erectores vertebrales y el multífido lumbosacro.
Simultáneamente, otros músculos estarán sometidos a un aumento de tensión
(glúteos mayores músculos del suelo pélvico y la musculatura abdominal).
En una radiografía lateral se observará un sacro con tendencia a la
horizontalidad, con hiperpresión de las carillas interapofisarias lumbosacras y/o
con presencia de signos degenerativos.

2.1.2. Disfunción del sacro en posterioridad o en flexión bilateral


Generalmente, por un mecanismo forzado o repetitivo de flexión del tronco, el
sacro efectúa un movimiento de rotación sagital posterior (contranutación)
alrededor de un eje transversal que pasa por S2.
La base del sacro presenta una posición bilateral en posterioridad, mientras
que el ápex se dispone en anterioridad. Los iliacos se adaptan en posición de
anterioridad relativa.
El sacro asciende y se anterioriza al deslizarse por los brazos mayores y se
posterioriza y asciende mediante un deslizamiento a lo largo de los brazos
menores.
Mediante este movimiento se provoca una apertura del estrecho superior de la
pelvis y un cierre del inferior.
El raquis se adapta mediante una rectificación de la lordosis lumbar.

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Las ASI se disponen en un estado de desprotección o desbloqueo, por lo que


pueden convertirse en articulaciones dolorosas e inestables. Dicha
inestabilidad favorece la aparición de procesos degenerativos sacroilíacos y
necesita el reclutamiento adicional de músculos estabilizadores del sistema
global.
Este estado de contranutación provoca los siguientes cambios
musculoesqueléticos:
• Base sacra posterior.
• Vértice del sacro anterior.
• EIPS bilateralmente en anterioridad relativa en relación al sacro.
• Sulcus sacroilíacos borrados.
• Raquis lumbar en flexión (lordosis rectificada).
• No provoca dismetría de miembros inferiores.

La disfunción puede estar mantenida y perpetuada por un espasmo bilateral de


los piramidales y de los isquiococcígeos, aunque estos músculos pueden
encontrarse secundariamente en un estado adaptativo de acortamiento.

Habitualmente, el paciente percibe dolor al pasar de la sedestación a la


bipedestación y/o con la sedestación prolongada. Las mujeres pueden
presentar molestias en las relaciones sexuales, debido a la afectación de la
musculatura isquiococcígea.
El paciente que presenta este tipo de disfunción adopta una posición antiálgica
en flexión; al levantarse de un asiento necesita dar unos cuantos pasos hasta
que puede enderezarse y anteriorizar el sacro o compensar con una lordosis
lumbar con el sacro bloqueado en posterioridad bilateral.
En una radiografía lateral se puede observar el sacro con tendencia a la
verticalización.

2.2. Disfunciones unilaterales del sacro

Son disfunciones en extensión o anterioridad y en flexión o posterioridad que


afectan de forma unilateral a las ASI. Por tanto, puede decirse que el sacro
efectúa una rotación sagital anterior o posterior alrededor de un semieje
transverso.

2.2.1. Disfunción del sacro en anterioridad o en extensión unilateral


Un lado del sacro se desplaza hacia abajo y ligeramente adelante a lo largo del
brazo menor, mientras que, simultáneamente a lo largo del brazo mayor, el AIL
del mismo lado que la hemibase se desplaza hacia atrás y ligeramente abajo;
esto provoca una hemibase anterior y un AIL homolateral posteroinferior, pero

44
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con predominio del componente de inferioridad sobre el de posterioridad, ya


que en esta disfunción se produce lateralidad del sacro del mismo lado que la
disfunción. Por tanto, el parámetro disfuncional mayor es la inclinación lateral
del sacro.
Habitualmente, se asocia una adaptación en imbricación de la articulación
interapofisaria contralateral de L5.
La hemibase del lado disfuncional no acepta posteriorizarse ni ascender.
La movilidad del lado opuesto al disfuncional es normal, aunque
frecuentemente con cierta tensión ligamentosa.

Esta disposición asimétrica del sacro provoca cambios en la posición relativa de


determinadas estructuras y adaptaciones lumbopélvicas (ejemplo: disfunción
en extensión o en anterioridad unilateral izquierda del sacro) (fig. 17).
• Hemibase izquierda del sacro en anterioridad respecto a la EIPS izquierda
y a la hemibase derecha.
• EIPS izquierda en posterioridad relativa en relación a la hemibase
izquierda del sacro.
• Sulcus sacroiliaco izquierdo más profundo.
• AIL izquierdo en posición posteroinferior.
• Espasmo o acortamiento adaptativo del piramidal izquierdo.
• Falsa pierna izquierda larga.
• Ciática S1 izquierda.
• Actitud antiálgica cruzada.
• Generalmente, adaptación de L5 en imbricación derecha o presencia de
un grupo vertebral en mecánica neutra.
• Bostezo discal izquierdo (del lado de la ciática).

Figura 17. Disfunción en Figura 18. Disfunción del sacro


extensión o en anterioridad en flexión o anterioridad
unilateral izquierda del sacro. unilateral derecha.

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2.2.2. Disfunción del sacro en posterioridad o en flexión unilateral


La hemibase del lado disfuncional desliza hacia arriba y ligeramente hacia atrás,
mientras que el AIL homolateral lo hace hacia adelante y ligeramente hacia
arriba. El problema mecánico consiste en que la hemibase del lado disfuncional
no acepta el deslizamiento hacia adelante.
Esta posición disfuncional del sacro conlleva los siguientes cambios y
adaptaciones (ejemplo: disfunción del sacro en flexión o anterioridad unilateral
derecha) (fig. 18).
• Hemibase derecha del sacro posterosuperior en relación a la hemibase
izquierda.
• EIPS derecha en anterioridad relativa respecto a la hemibase derecha del
sacro.
• Sulcus sacroiliaco derecho borrado.
• AIL derecho anterosuperior en relación al AIL izquierdo, aunque con
predominio del componente de superioridad, ya que se produce
inclinación contralateral a la disfunción.
• Posible espasmo o acortamiento adaptativo del piramidal derecho.
• Falsa pierna corta derecha.
• Actitud antiálgica directa.
• Ciática S2 derecha.
• Generalmente, adaptación lumbar neutra o L5 en desimbricación
contralateral; esto implica la existencia de un bostezo discal L5/S1
izquierdo (lado opuesto a la ciática), pudiendo evolucionar hacia un
proceso degenerativo o hernia discal.

Debido a la posición en contranutación del sacro, la ASI se encuentra en un


estado de desprotección, por lo que está favorecida la aparición de procesos de
irritabilidad e inestabilidad articular, pudiendo ocasionar una ASI dolorosa y
que sea necesario el reclutamiento de músculos estabilizadores globales, que
en condiciones normales sería suficiente la activación de los estabilizadores
locales.
Esta disfunción se suele presentar en lumbalgias, hernias discales, ciatalgias,
etc. Es un dolor muy característico, ya que disminuye en sedestación y
aumenta al pasar de sedestación a bipedestación.

2.3. Disfunciones del sacro en torsión

Se producen en relación a los ejes oblicuos del sacro. Alrededor de cada eje
oblicuo, el sacro puede sufrir dos tipos de disfunción:

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• De anterioridad: cuando la hemibase del sacro queda desplazada hacia


adelante (torsión derecha/derecha o izquierda/izquierda).
• De posterioridad: cuando la hemibase del sacro queda desplazada hacia
atrás (torsión derecha/izquierda o izquierda/derecha).

2.3.1. Disfunciones del sacro en torsión anterior


Su mecanismo disfuncional suele tener lugar durante la marcha, al efectuar un
falso paso; por eso se considera que estas disfunciones son más fisiológicas que
la de torsión en posterioridad del sacro.
Producen más sintomatología a distancia que localmente.

Figura 19. Disfunción en torsión


derecha/derecha del sacro

Figura 20. Disfunción en torsión


derecha/izquierda del sacro.

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Ejemplo: disfunción en torsión derecha/derecha del sacro (fig. 19):


• Se lleva a cabo alrededor del eje oblicuo derecho, que se extiende desde la
hemibase derecha hasta el AIL izquierdo.
• La cara anterior del sacro rota hacia la derecha.
• La hemibase izquierda del sacro desciende y se anterioriza por el brazo menor
izquierdo, al mismo tiempo que el AIL derecho desciende y se posterioriza,
siguiendo la dirección que le marca el brazo mayor derecho.
• EIPS izquierda en posterioridad relativa en relación a la hemibase
homolateral.
• Sulcus sacroiliaco izquierdo más profundo.
• El AIL derecho estará posteroinferior respecto al del lado opuesto, pero con
predominio del componente de posterioridad; por tanto, el parámetro
disfuncional mayor es la rotación del sacro.
• Posible adaptación del raquis lumbar en convexidad izquierda (mecánica
neutra). Por tanto, se asociará una actitud antiálgica cruzada.
• Falsa pierna corta derecha.
• Posible espasmo o acortamiento adaptativo del piramidal izquierdo.
• Ciática S1 izquierda.
• Bostezo discal izquierdo de L5/S1.

Los músculos en espasmo o en acortamiento adaptativo que pueden favorecer el


establecimiento y perpetuación de la disfunción son el piramidal izquierdo y los
erectores vertebrales del lado izquierdo.
En cambio, puede estar sometida a un aumento de tensión la musculatura del suelo
pélvico en el lado derecho.

2.3.2. Disfunciones del sacro en torsión posterior


Su mecanismo disfuncional suele estar asociado a movimientos forzados y/o
repetitivos de flexión del tronco, sobre todo si se combina con rotación del mismo.
Las torsiones posteriores del sacro son más patógenas para la columna lumbar y
cintura pélvica que las torsiones anteriores; las torsiones anteriores predisponen
más al desarrollo de lumbociáticas.
Las ciáticas que pueden generar las torsiones posteriores del sacro son de tipo S2.

Ejemplo: disfunción en torsión derecha/izquierda del sacro (fig. 20):


• Tiene lugar alrededor del eje oblicuo izquierdo, que se extiende desde la
hemibase izquierda hasta el AIL derecho.
• La cara anterior del sacro rota hacia la derecha.

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• La hemibase derecha del sacro asciende y se posterioriza por el brazo menor


derecho, al mismo tiempo que el AIL izquierdo asciende y se anterioriza,
siguiendo la dirección que le marca el brazo mayor izquierdo.
• EIPS derecha en anterioridad relativa en relación a la hemibase homolateral.
• Sulcus sacroiliaco derecho más borrado.
• El AIL izquierdo se dispone anterosuperior en relación al del lado opuesto,
pero con predominio del componente de anterioridad. Por tanto, el
parámetro disfuncional mayor es la rotación del sacro.
• Posible adaptación del raquis lumbar en convexidad izquierda (mecánica
neutra); por tanto, el paciente adoptará una actitud antiálgica cruzada.
• Falsa pierna corta derecha.
• Ciática S2 izquierda.
• Bostezo discal izquierdo de L5/S1.

Los músculos que pueden participar en su mantenimiento y perpetuación son:


piramidal, psoas derecho e isquiococcígeos del lado izquierdo.

3. Disfunciones lumbares

3.1. Disfunción lumbar en imbricación unilateral

Son disfunciones de segmentos vertebrales aislados, que siguen el comportamiento


de la mecánica no neutra; por tanto la vértebra se encuentra disfuncionalmente
acoplada en extensión, inclinación lateral y rotación hacia el mismo lado.
El problema mecánico principal es la imbricación de una de las articulaciones
facetarias, limitando o dificultando los movimientos que requieren su
desimbricación o apertura (flexión e inclinación lateral opuesta).

Figura 21. Disfunción de extensión o imbricación unilateral derecha de L4.

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Ejemplo: disfunción de extensión o imbricación unilateral derecha de L4 (fig. 21):


• Posición disfuncional: L4 se encuentra en extensión, inclinación lateral
derecha y rotación derecha.
• Parámetros de restricción: flexión, inclinación lateral izquierda y rotación
izquierda. No obstante, debe tenerse en cuenta que la amplitud del
movimiento de rotación en el raquis lumbar es casi nula.
• Problema mecánico: rechazo a la apertura o desimbricación de la articulación
facetaria derecha L4/L5.
• La articulación facetaria izquierda de L4/L5 no presenta restricciones.
• Espacio interespinoso L4/L5 de menor amplitud, rechazando su normal
apertura durante la flexión.
• Apófisis transversa y articular derechas en posterioridad, aunque teniendo en
cuenta su poca significación, debido a la escasa amplitud del movimiento de
rotación lumbar.
• Habitualmente, debido a la inervación de carácter segmentario de las
articulaciones facetarias por nervios del ramo primario posterior, son
disfunciones que se manifiestan con dolor local profundo, circunscrito a dos o
tres segmentos vertebrales y de localización posterior.
• No obstante, ocasionalmente pueden asociarse a dolor irradiado por edema o
cierre del agujero de conjunción del mismo lado de la imbricación (derecho) o
por tensión neural del lado de la apófisis transversa en anterioridad
(izquierda).

3.2. Disfunción lumbar en desimbricación unilateral

Al igual que las disfunciones de imbricación, las de flexión o de desimbricación


corresponden también a segmentos vertebrales aislados, efectuando el
acoplamiento en inclinación lateral y rotación hacia el mismo lado (mecánica no
neutra).
El problema mecánico principal es la desimbricación de una de las articulaciones
facetarias, impidiendo o dificultando los movimientos que requieren su imbricación
(extensión e inclinación lateral del mismo lado de la desimbricación).

Ejemplo: disfunción de flexión o de desimbricación unilateral derecha de L4 (fig. 22):


• Posición disfuncional: flexión, inclinación lateral derecha y rotación derecha.
• Parámetros de restricción: extensión, inclinación lateral izquierda y rotación
izquierda.

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• El problema mecánico principal es la desimbricación de la articulación


facetaria del lado opuesto (desimbricación articulación facetaria izquierda de
L4/L5).
• Protrusión discal hacia el lado de la desimbricación (protrusión posterolateral
izquierda).
• Espacio interespinoso L4/L5 de mayor tamaño en relación a los adyacentes,
rechazando su normal cierre durante la flexión.
• Apófisis transversa y articular derechas en posterioridad.
• Habitualmente, el dolor se localiza en el lado de la desimbricación, debido al
aumento de tensión de las estructuras capsuloligamentosas.
• Ocasionalmente, puede asociar dolor irradiado del lado de la desimbricación,
debido a tensiones neurales generadas por la anterioridad de la apófisis
transversa.

Figura 22. Disfunción de flexión o de desimbricación unilateral derecha de L4

3.3. Disfunción lumbar de adaptación

Son disfunciones de un grupo vertebral, que actúa como adaptación a una


disfunción del sacro o de L5. Dichas disfunciones siguen el comportamiento de la
mecánica neutra; es decir, se produce un movimiento acoplado de inclinación
lateral y de rotación hacia lados opuestos.

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El problema mecánico consiste en que los segmentos vertebrales no aceptan rotar


hacia la convexidad durante la inclinación lateral.
El grado de adaptación de cada segmento es diferente; debe determinarse cuál es el
segmento vertebral más adaptado, que suele coincidir con la vértebra ápex del
grupo adaptativo.

Figura 23. Disfunción de adaptación de un grupo vertebral (derecha).

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Ejemplo: disfunción de adaptación de un grupo vertebral (derecha) (fig. 23):


• El grupo de vértebras se encuentra en una posición neutra de
Flexión/extensión, efectuando un movimiento acoplado de inclinación lateral
y rotación hacia lados opuestos (mecánica neutra).
• Como las disfunciones se denominan en relación a la rotación, en este caso el
acoplamiento será en inclinación lateral izquierda y rotación derecha.
• Dichos segmentos vertebrales no aceptan la inclinación lateral derecha y la
rotación izquierda.
• Espacios interespinosos aparentemente normales en cuanto a su amplitud.
• Apófisis transversas del lado derecho en posterioridad.
• Como se trata de disfunciones secundarias, lo prioritario es proceder a la
normalización de las disfunciones iliacas, sacras y lumbares no neutras; en
cuyo caso, si la disfunción no es de larga evolución, posiblemente no sea
necesario el tratamiento específico de la adaptación.

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PARTE 4: EVALUACIÓN Y EXPLORACIÓN DE LAS DISFUNCIONES DE LA


REGIÓN LUMBOPÉLVICA

Cuando el paciente consulta por un dolor lumbopélvico, el objetivo principal es


determinar cuál es la estructura o el tejido que está originando el dolor y cuáles son
sus causas y consecuencias.
La exploración debe iniciarse con una visión global, que permita ir descubriendo
cuál es el origen del problema. Debe comenzarse con la anamnesis y pruebas muy
generales, que permitan progresivamente ir pasando a pruebas más específicas,
que nos permitan acotar la disfunción y establecer sus características clínicas.
Una vez determinado el origen del dolor, también es necesario valorar si el
tratamiento es posible, el grado de eficacia que se puede alcanzar y establecer las
posibles contraindicaciones.

1. Examen subjetivo (anamnesis)

Es importante llevar a cabo un examen subjetivo del paciente a través de la


elaboración de una anamnesis. En sus aspectos principales debe ser común a todos
los pacientes que presenten dolor lumbopélvico.
Cuando se evalúa a un paciente, antes de empezar el examen físico (examen
objetivo) es necesario haber desarrollado una anamnesis lo más completa posible.
En ella se debe recoger la máxima información posible sobre la historia mórbida del
paciente y de los síntomas:
• Intensidad.
• Distribución.
• Forma de inicio.
• Características.
• Comportamiento durante las últimas 24 horas.
• Comportamiento durante la última semana.
• Mecanismo lesional.
• Factores contribuyentes a mitigar el síntoma (físicos, mecánicos,
psicosociales, laborales, ergonómicos, etc.).
• Factores contribuyentes a la exacerbación del síntoma.

Los objetivos principales de la anamnesis son:


• Sopesar la gravedad del cuadro clínico y el grado de discapacidad que
provoca.

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• Orientar sobre cuál o cuáles son las estructuras responsables del cuadro
clínico.
• Conocer cuál es la naturaleza de los síntomas.
• Estimar la condición tisular; dicha condición depende de multitud de
factores; entre ellos:
- Traumatismos.
- Edad.
- Inmovilización prolongada.
- Estado óseo (osteoporosis).
- Procesos metabólicos.
- Procesos degenerativos.
- Cirugía.
- En general, debe permitir hacerse una idea de la condición tisular y
de los mecanismos fisiopatológicos que predominan en el paciente y
sus síntomas.
• Descartar aquellas causas graves y urgentes que pueden cursar con
dolor lumbopélvico asociado o no con radiculopatía.
• Ayudar en la planificación del tratamiento más adecuado.

Con toda la información obtenida en el examen subjetivo, se debe planificar el


examen físico, que debe ser diferente para cada paciente, ya que la hipótesis clínica
será distinta, en función de la información recogida.

1.1. Datos personales

- Edad:
Lo más frecuente es que las hernias discales aparezcan entre los 30-40 años,
aunque no es exclusivo de estas edades. La aparición de un proceso degenerativo o
una estenosis del conducto raquídeo está relacionada con épocas más avanzadas de
la vida.

- Sexo:
Algunas patologías que cursan con dolor lumbopélvico son más prevalentes en uno
de los dos sexos; así por ejemplo, los varones padecen con mucha mayor frecuencia
de espondilitis anquilosante y las mujeres de procesos osteoporóticos; en cambio, la
degeneración discal, no parece tener una predilección determinada por ningún
sexo.

- Ocupación:
Se debe conocer el tipo y nivel de trabajo y actividades recreativas del paciente, ya
que cada actividad predispone al padecimiento de diferentes formas de tensión
55
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musculoesquelética, cuya naturaleza influye en la planificación del tratamiento y en


la adopción de medidas preventivas; por ejemplo, los trabajos que conllevan una
hiperfunción de la región lumbar orientan hacia patologías del disco intervertebral.

1.2. Medicación y cirugía

Conviene conocer la medicación que actualmente se le ha prescrito y su dosis


(analgésicos, antiinflamatorios, relajantes musculares...) y si ha sido sometido a
algún tipo de intervención quirúrgica (artrodesis, microcirugía discal,
laminectomía...).

1.3. Antecedentes de procesos similares

Debe interrogarse al paciente sobre la existencia de episodios similares al actual y


con qué frecuencia se han producido las recidivas. Debe preguntarse también por
los tratamientos recibidos, qué resultados se obtuvieron y cuánto tiempo
transcurrió hasta la recuperación completa.

1.4. Características del dolor

- Forma de inicio:
Debe conocerse si la aparición del dolor fue insidiosa, como ocurre en la artrosis
lumbar, hernia discal crónica, estenosis del conducto raquídeo o en un síndrome de
transición lumbosacra, o, por el contrario, ocurrió de forma súbita, como sucede en
el caso de la hernia discal aguda, en los traumatismos vertebrales o en un
pinzamiento sinovial.
Los inicios súbitos suelen ser recordados con precisión por el paciente. Sin embargo,
la identificación del inicio en un proceso insidioso ofrece mayores dificultades.
En algunos casos existe un desencadenante claro e identificable, como suele
suceder en los traumatismos o en la adopción mantenida de ciertas posturas. Es útil
en estos pacientes conocer la posición adoptada en el momento del incidente, ya
que puede orientar en la identificación de las estructuras implicadas.

- Localización:
El paciente debe hacer una descripción lo más aproximada posible de la localización
y distribución del dolor, así como resaltar las zonas en las que se manifiesta con
mayor intensidad.
Esta localización y distribución debe relacionarse con la topografía de los
dermatomas, los miotomas y los esclerotomas, como una importante, pero no
infalible ayuda para la determinación del nivel vertebral afectado.
Debe distinguirse entre:
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• Dolor constante, que en ocasiones se asocia con áreas de irradiación.


• Dolor periódico o episódico.
• Dolor provocado: es decir, el que se obtiene únicamente debido a ciertas
posiciones, movimientos, pruebas o palpación.

- Tipo y descripción:
En función de su comportamiento y de la sensación subjetiva percibida por el
paciente, el dolor puede describirlo como:
• Constante, permanente, profundo y difícil de describir.
• Intermitente y agudo, en ocasiones solapándose sobre el anterior.
• Un suave pinchazo o una fuerte punzada o sensación de descarga al moverse.
• Dolor intenso e incapacitante, que puede producir nauseas.
• Parestesia dolorosa (hiperestesia).

1.5. Relación con movimientos y posturas

Permite discriminar entre una lumbalgia mecánica o inflamatoria. En caso del dolor
de naturaleza mecánica, conociendo los movimientos que especialmente
incrementan el dolor, puede orientar sobre los tejidos implicados. En cambio, el
dolor no mecánico, aunque puede ser modificado por los movimientos, persiste en
reposo e incluso exacerbarse durante el descanso.
Debe averiguarse qué movimientos, posturas o actividades agravan el dolor y cuáles
lo alivian; por ejemplo:
• En caso de una hernia discal habitualmente aumenta su intensidad en
sedestación y disminuye en decúbito, debido a la descarga del peso corporal y
a la menor presión intradiscal.
• Cuando existen dificultades para ponerse los calcetines, a menudo pone de
manifiesto un problema sacroilíaco.
• Si el dolor se manifiesta al andar y cede con la sedestación en flexión del
tronco, orienta hacia una estenosis del conducto raquídeo.

1.6. Cronología y comportamiento

El dolor relacionado con infecciones, tumores y fracturas suele ser continuo, no


remitiendo con el reposo ni por la noche. No obstante, debe tenerse en cuenta que
algunas hernias discales (localización foraminal) o patologías de carácter
inflamatorio pueden sufrir exacerbaciones nocturnas.
La rigidez matutina y el dolor que cede al cabo de unas horas y con el movimiento
deben orientar hacia una espondiloartropatía de carácter degenerativo o a un
síndrome de disfunción miofascial. El dolor mecánico aumenta a lo largo del día con

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la actividad y se alivia con el reposo, a diferencia de la espondilitis anquilosante y


otras espondiloartropatías inflamatorias, en las cuales la duración y la intensidad de
la rigidez son mucho mayores.
En caso de patología ligamentosa, el dolor se manifiesta con tiempo de latencia
cuando se mantiene una posición de forma prolongada.

Para realizar un análisis del comportamiento del dolor en relación con el tiempo, la
postura y la actividad, la utilización de una secuencia lógica de preguntas puede
ayudar al paciente y al fisioterapeuta:
- ¿Cuál ha sido el comportamiento del dolor durante los últimos días?, ¿ha
aumentado?, ¿Ha permanecido invariable? ¿Ha disminuido?
- ¿Cuál es la relación del dolor con el descanso y el sueño?, ¿qué posición suele
adoptar para dormir?, ¿en qué medida el dolor perturba el sueño?, ¿cómo y porqué
el dolor despierta al paciente sin cambiar de posición?, ¿cuáles son las
características de la cama, colchón y almohada?
- ¿Cuál es el comportamiento del dolor al levantarse de la cama?, ¿se levanta sin
dolor, pero la carga del peso corporal lo provoca?, ¿se levanta con dolor y rigidez?,
¿cuánto tiempo necesita para que se alivie la rigidez?
- ¿Cuál es el comportamiento del dolor a lo largo del día?, ¿el dolor aumenta de
forma constante a medida que avanza el día?, ¿tiene alguna relación con la
actividad desarrollada?, ¿es mayor en el tronco que en las extremidades o
viceversa?
- ¿Qué actividad o postura lo agrava o lo alivia?, estar sentado y levantarse, estar de
pie, flexionar el tronco y elevar pesos, durante las tareas domésticas, toser o
estornudar, respiración profunda, flexión mantenida del tronco, conducir, caminar,
estar sentado, etc.
- ¿Cuál es el estado al terminar el día?, ¿aumenta el dolor regularmente al final del
día?, ¿más en el tronco que en las extremidades o viceversa?, ¿disminuye con el
descanso?

1.7. Alteraciones sensitivas

Debe tomarse nota de la distribución en el tronco y en las extremidades inferiores


de las disestesias, las parestesias y las áreas de pérdida de sensibilidad, junto con
sus características en relación con el tiempo, la postura y la actividad.

1.8. Patologías a descartar

La presencia de determinados signos o síntomas puede orientar hacia ciertas


patologías, que también producen dolor lumbar, con las que se debe tener cierta
precaución o derivar a otros especialistas:
58
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- Neoplasias: el paciente presenta dolor persistente, rebeldes al tratamiento


conservador y farmacológico y cuanto más tiempo pasa, más se agrava. Pueden
asociarse a alteración del estado general (astenia, anorexia, pérdida de peso y
probablemente febrícula, sin ninguna razón aparente. Puede haber antecedentes de
cáncer visceral.
- Síndrome de la cola de caballo: debe sospecharse cuando el paciente describe
anestesia o parestesia en el área perineal o en silla de montar. También cuando
existen cambios en los hábitos de micción o con trastornos de los esfínteres. Suelen
cursar con ciática bilateral y plurisegmentaria.
- Espondiloartropatías: la presencia de psoriasis, alteraciones oculares, alteración de
articulaciones periféricas y enfermedad inflamatoria intestinal debe despertar la
sospecha de diferentes tipos de artropatías.
- La espondilitis anquilosante. En su curso evolutivo ocasiona dolor lumbopélvico y
dolor referido, que puede simular una ciática.
- Dolor referido visceral: pueden referir dolor al raquis dorsolumbar diversas
patologías, como una úlcera gastroduodenal, una pancreatitis o el cáncer de colon.

2. Examen físico (examen objetivo)

El examen físico depende principalmente de la situación clínica del paciente. En una


fase aguda, la exploración probablemente deba ser bastante incompleta, ya que
cualquier movimiento o maniobra podrá desencadenar dolor.

A grandes rasgos, el examen físico debe incluir los siguientes elementos:


- Análisis de la postura estática y dinámica.
- Estudio de las actividades funcionales desencadenantes del síntoma.
Si el paciente informa que su dolor, como factor contribuyente, está
asociado claramente con la bipedestación, con permanecer sentado
durante un tiempo prolongado, al salir del coche, al levantarse del sofá, al
levantarse de la silla de trabajo, etc., es posible que en ese paciente, por su
condición y tolerancia al dolor y el grado de irritación del síntoma, se pueda
y se deba durante el examen físico observar la ejecución de dichas
actividades; es decir, analizar el comportamiento durante el movimiento o
la actividad desencadenante del síntoma.
- Análisis de los movimientos activos por planos fisiológicos: es decir, cómo
se comporta durante el movimiento, cuáles son las sensaciones del paciente
y el reclutamiento de los músculos al efectuar los diferentes movimientos
del tronco (flexión, extensión, inclinación lateral y rotación).
- Valorar el comportamiento durante la realización de movimientos
combinados.

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- Análisis de la movilidad pasiva de los diferentes movimientos angulares del


tronco.
- Cuando sea posible, se debe valorar el comportamiento de los movimientos
accesorios; es decir, el comportamiento frente a empujes
posteroanteriores, lateromediales, compresión, distracción, etc.
- Palpación discriminativa, valorando la sensibilidad, textura, respuesta del
tejido, etc.
- Valoración de la función muscular de forma individual o por grupos
musculares.
- Tests ortopédicos específicos, en especial aquéllos que ofrecen una mayor
fiabilidad. La elección de las pruebas ortopédicas debe estar en función del
grado de fiabilidad y de la calidad de la información que aporten. No
obstante, aunque las pruebas individualmente puedan ser poco fiables,
cuando se utilizan de forma conjunta y hay concordancia entre ellas, el
grado de fiabilidad aumenta.
- Valoración neurodinámica: debe realizarse en caso necesario y con la
finalidad de comprobar en qué medida el sistema nervioso forma parte del
cuadro clínico o que pueda explicarlo.
- En algunos pacientes, por su situación clínica, puede ser necesario llevar a
cabo un examen neurológico (función sensitiva, función motora, reflejos
superficiales y profundos, etc.).
- En ocasiones puede ser necesario valorar la función vestibular.
- En otros, puede ser necesario valorar la función vascular.

2.1. Inspección

Mediante la observación puede recopilarse mucha información necesaria,


iniciándose el proceso la primera vez que se ve al paciente y continuando a lo largo
de todo el tratamiento, como un proceso continuo y cambiante en función de la
evolución.
La valoración de la actitud postural estática de la pelvis de pie y sentado y su
comportamiento dinámico durante la marcha y diferentes actividades funcionales
debe formar parte del examen clínico rutinario, no sólo de los pacientes con dolor
lumbopélvico, sino en cualquier proceso que afecte a cualquier segmento vertebral
e incluso a las articulaciones periféricas. Las razones que sustentan esta forma de
proceder se basan en la interdependencia neurofisiológica y mecánica del sistema
musculoesquelético, que se presenta en una gran diversidad de formas, algunas de
ellas muy sutiles.

60
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Se debe realizar una inspección de la actitud postural estática desde diferentes


perceptivas y en las distintas posiciones (de pie, sentado, en decúbito supino y en
decúbito prono), teniendo en cuenta las modificaciones que tienen lugar por efecto
de la fuerza de gravedad en las posiciones de carga.
Es importante relacionar los síntomas del paciente con alguna alteración de la
postura como factor contribuyente del síntoma.

2.1.1. En bipedestación
El paciente debe situarse de pie en actitud natural y con los pies ligeramente
separados.
El fisioterapeuta debe observar al paciente desde distintos ángulos, tratando de
valorar todos aquellos aspectos que puedan tener relación con el cuadro clínico.

Desde una perspectiva posterior:


• Verticalidad de la columna vertebral.
• Relación de la horizontalidad de los hombros en relación con la pelvis.
• Presencia de curvaturas vertebrales en el plano frontal (actitud escoliótica,
escoliosis antiálgica o estructurada).
• Presencia de una giba costal posterior (habitualmente del lado convexo de
la curvatura vertebral).
• Simetría del contorno de la cintura y de la caja torácica.
• Amplitud del espacio toracobraquial (habitualmente más amplio del lado
cóncavo de la curvatura vertebral).
• Posición relativa de las manos respecto a los muslos (posible indicador de
una rotación vertebral).
• Simetría de las masas musculares de los erectores vertebrales.
• Horizontalidad de la pelvis.
• Altura de las crestas iliacas y de las EIPS.
• Contorno de las nalgas y nivel de los pliegues subglúteos.
• Genu varo o valgo.
• Pie varo o valgo.

Desde una perspectiva lateral:


• Amplitud de las curvaturas vertebrales en el plano sagital.
• Estado de protracción o retracción de la cabeza.
• Anteriorización de los hombros.
• Anteversión/retroversión de la pelvis.
• Torsión pélvica.
• Flexo de cadera.

61
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• Flexum/recurvatum de rodillas.
• Arcos longitudinales del pie.

Desde una perspectiva anterior:


• Presencia de una giba costal anterior (habitualmente del lado vertebral
cóncavo).
• Contorno de la cintura y del abdomen.
• Horizontalidad de la pelvis.
• Horizontalidad de las EIAS.

Para la interpretación de la postura es necesario utilizar algún parámetro como


referencia. Por tanto, conceptos como anteversión/retroversión de la pelvis,
protracción/retracción de la cabeza, anteriorización/posteriorización de los
hombros, flexum/recurvatum de rodilla, etc. se necesita un parámetro que sirva de
referencia.
Desde una perspectiva lateral debe definirse cuál es la posición neutra en el plano
sagital. La presencia de discretas desviaciones de este parámetro no significa
patología, ya que generalmente no existe una correlación con las manifestaciones
clínicas; en cambio, puede ser de gran utilidad cuando se relaciona con los
síntomas.

Para poder determinar la posición neutra de anteversión/retroversión de la pelvis,


se pueden utilizar diferentes parámetros radiológicos (fig. 1).
- (a) El ángulo del sacro está formado por la confluencia de la horizontal y una línea
recta que prolongue la cara superior de S1; su valor promedio es de
aproximadamente 30 grados.
- (b) El ángulo lumbosacro queda determinado por la confluencia del eje de L5 y el
eje del sacro; su valor es aproximadamente de 140 grados.
- (c) El ángulo de inclinación de la pelvis lo determina la horizontal con una línea que
se extiende desde el promontorio sacro hasta el borde superior de la sínfisis púbica;
aproximadamente posee un valor de 60 grados.
- Una línea recta que una la EIPI con la EIAS debe coincidir con la horizontal para
considerar que la pelvis se encuentra en posición neutra en el plano sagital.
Si dicha línea es oblicua hacia abajo y adelante indica un estado de anteversión
pélvica; por el contrario, si la EIPI está más baja que la EIAS indica la presencia de
una alteración postural en retroversión pélvica.
- Si se traza una línea recta entre la EIPS y EIAS debe formar un ángulo comprendido
entre 7 y 15 grados, para considerarlo como normal.

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Desde el punto de vista mecánico, una posición en anteversión o en retroversión


pélvica se puede relacionar con la actividad de determinados grupos musculares,
según se encuentren por delante o por detrás del eje transversal de las
articulaciones coxofemorales.

Si la pelvis se encuentra en anteversión, con el sujeto en bipedestación en cadena


cinética cerrada, significa que la cadera se encuentra en una posición relativa de
flexión; por tanto, los músculos flexores de cadera tendrán reducida su capacidad
de extensibilidad; es decir, que músculos como el recto femoral, el tensor de la
fascia lata, el sartorio, el psoas mayor, el iliaco, el aductor largo, los erectores del
tronco y el cuadrado lumbar puedan encontrarse en una posición relativa de
acortamiento.
Cuando el sujeto se encuentra en bipedestación, es probable que la ASI tenga
tendencia a fijarse en nutación.
Existe un aumento de la lordosis lumbar, con el consiguiente incremento de la
presión intraarticular de las articulaciones interapofisarias de la región lumbosacra,
estando sometidas a un mayor estrés mecánico, especialmente L4 y L5; esto puede
estar relacionado con patrones de hiperextensión lumbar y es probable que este
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paciente presente una alteración en el patrón de reclutamiento muscular


unidireccional hacia la extensión y adopte posturas de evitación hacia la extensión,
ya que puede resultar dolorosa.
En la posición de anteversión pélvica se produce un aumento de la compresión
vertebral, con el consiguiente sufrimiento discal; esto es debido al vector que
genera el aumento de actividad de los espinales, el ileopsoas y el cuadrado lumbar.
Los pacientes con anteversión pélvica, cuando se sientan, tienden a reproducir un
patrón extensor lumbar; es decir, se sientan con una actividad exagerada de los
espinales lumbares. Suelen acompañarse de una restricción de la extensión de la
cadera.

En el caso de una retroversión pélvica, los músculos que contribuyen a la


retroversión pélvica presentarán un aumento de su actividad: pelvitrocantéreos,
como los géminos y el obturador interno, el glúteo mayor, los isquiosurales, el recto
mayor del abdomen y el oblicuo externo.
Probablemente la columna lumbar en conjunto o en alguno de sus segmentos
presente una rectificación de la lordosis o una inversión de curvas; esto supone una
transferencia de la carga intervertebral hacia las articulaciones discosomáticas, con
el consiguiente aumento de la presión intradiscal.
La ASI tendrá más facilidad para salir de su posición de estabilidad o autobloqueo.
Es posible que el paciente presente restricción del movimiento de flexión del
tronco, debido principalmente al aumento de tensión de los isquiosurales.
Estos pacientes serán más propensos a padecer, además de discopatías, un proceso
de inestabilidad de las ASI, ya que tienen mayor tendencia a la contranutación del
sacro.
Las personas con retroversión pélvica tienden al desplome del cuerpo; es decir,
cuando se sientan lo hacen con cifosis dorsolumbar, evitando el exceso de flexión
de caderas.

2.1.2. En sedestación:
Con el paciente sentado y los pies apoyados en el suelo se debe valorar:
• Altura de los hombros.
• Amplitud de las curvaturas raquídeas en el plano sagital.
• Altura de las crestas iliacas y de las EIPS.
• Musculatura dorsal, lateral y abdominal.
• Altura de las EIAS.

Debe efectuarse un análisis comparativo entre los hallazgos observados en la


posición de bipedestación y de sedestación, con el fin de determinar el grado de
participación de los miembros inferiores en la actitud postural defectuosa.

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Si en la posición de pie se aprecia una basculación lateral de la pelvis y ésta se


corrige en posición de sentado, se puede deducir que la causa de la inclinación
pélvica posiblemente esté relacionada con algún trastorno de los miembros
inferiores, como por ejemplo una dismetría. El resultado es menos fiable en un
paciente adulto, ya que pueden haberse producido acortamientos adaptativos.

Además de la comparación de la postura lumbopélvica en los planos frontal y sagital


en posición de pie y sentado, suele ser necesario hacer comparaciones entre la
flexión del tronco en posición de pie y sentado.
Una visión tangencial de la espalda, desde detrás o desde el frente, puede poner en
evidencia la existencia de:
• Una rotación pélvica.
• Una alteración en la relación horizontal de las EIPS.
• Una mayor prominencia de la masa muscular paravertebral de un lado en
relación con el otro.
• Una rotación vertebral.
• Un mantenimiento de una lordosis rígida de la parte lumbar inferior.
• Una desviación lateral de la columna vertebral y del tronco. A veces una
desviación postural lateral estando de pie se corregirá en la posición
flexionada y en otros pacientes una columna recta, estando de pie o
sentado, se desviará al flexionarse momentáneamente o bien
progresivamente durante el movimiento.

2.1.3. En decúbito supino


Las alteraciones que se observen deben compararse con las detectadas en la
posición de pie y sentado.
Deben observarse los siguientes aspectos:
• Posición de las clavículas y la región pectoral, junto con los hombros.
• Simetría de los costados.
• Postura pélvica.
• Relación horizontal de las EIAS.
• Valoración de la longitud de los miembros inferiores:
La cuantificación de una dismetría de miembros inferiores, sea por pierna
corta anatómica o por falsa pierna corta, no es fiable con este método,
necesitándose mediciones radiográficas para su exacta cuantificación y
corrección.
Con el paciente en decúbito supino y con las caderas y las rodillas en
extensión, el fisioterapeuta coloca ambos pulgares inmediatamente por
debajo de los maleolos internos, estableciendo su posición relativa.

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2.1.4. En decúbito prono


Debe valorarse de nuevo el contorno del cuerpo mediante una observación
tangencial:
• Simetría de la musculatura paravertebral y glútea.
• Relación horizontal y anteroposterior de las EIPS.
• Valoración de la longitud de los miembros inferiores con las rodillas
flexionadas a 90 grados; debe completarse con una visión lateral de la
alineación de los tubérculos tibiales en esta posición.

2.2. Valoración de la movilidad activa

Se deben valorar los movimientos activos del tronco en los diferentes planos
fisiológicos:
- Flexión/extensión.
- Inclinación lateral.
- Rotación.
Permiten observar la amplitud del movimiento, el control motor y el reclutamiento
muscular asociado a la inestabilidad articular.
Cuando se analiza el movimiento, tanto activo como pasivo, se debe tener en
cuenta que la información que se recoge en este análisis no debe limitarse sólo a los
efectos cuantitativos; es decir, nos interesa, además de cuánto se mueve el
paciente, también cómo se mueve y cuáles son las sensaciones que tiene frente al
movimiento, desde la dificultad hasta el dolor.
Si aparece dolor, es importante identificar en qué amplitud del movimiento se
produce y cuáles son sus características (intensidad, localización, distribución,
profundidad, grado de latencia...) y si su intensidad es la causa que limita el
movimiento.
También debe tenerse en cuenta si el movimiento se efectúa de forma armónica y si
están presentes segmentos o zonas que no acepten el movimiento.
Si el movimiento se realiza de forma pasiva, a la información que aporta el paciente,
se le debe añadir la que percibe el fisioterapeuta (calidad de la resistencia,
sensación final del movimiento y tipo de resistencia).

Hay individuos que, por su condición genética, de raza o de género, poseen una
mayor elasticidad del tejido conjuntivo; es decir, tienen tendencia a grados variables
de hiperlaxitud; es lo que se conoce como hiperlaxitud congénita benigna, que no se
considera patológica, pero causa predisposición a sufrir problemas articulares y
musculares.

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No obstante, una persona que tenga tendencia a la hiperlaxitud es más vulnerable a


desarrollar patrones de inestabilidad articular, ya que tiene un déficit del sistema
pasivo de estabilidad y dependen más de la actividad muscular. Las personas más
rígidas tienen menos dependencia muscular para controlar la estabilidad articular.
En la persona hiperlaxa es más frecuente encontrar, por ejemplo, disfunciones,
inestabilidad o desplazamiento de la articulación temporomandibular, del complejo
articular del hombro y articulaciones vertebrales y de las ASI.
Para identificar a la persona hiperlaxa se pueden utilizar diferentes pruebas de
movilidad; una de las más habituales consiste en puntuar al paciente de 0 a 9, según
cumpla diferentes condiciones; se considera hiperlaxo cuando alcanza una
puntuación igual o superior a 6. Se puntúa con 1, si la laxitud es unilateral y con 2, si
es bilateral.
Estos criterios son los siguientes:
• Que la extensión de la articulación metacarpofalángica del meñique llegue
al menos a los 90 grados.
• Que la separación pasiva del pulgar, con la muñeca previamente flexionada,
permita tocar el antebrazo.
• Que se produzcan grados negativos de extensión del codo.
• Que esté presente un genu recurvatum.
• El punto impar se concede si el paciente en bipedestación con flexión del
tronco es capaz de tocar el suelo con las puntas de los dedos.
No obstante, basta con palpar al paciente para sentir que la piel y los
músculos son más laxos. Todo el sistema mesenquimatoso presenta una
mayor elasticidad.
2.2.1. Movimiento de flexión activa del tronco en bipedestación
Se realiza habitualmente en el análisis del movimiento de los pacientes con dolor
lumbopélvico, observando el comportamiento del dolor, la amplitud del
movimiento y el ritmo lumbopélvico.
La amplitud promedio suele establecerse en que los dedos lleguen hasta 10-15 cm.
del suelo; para alcanzar esta amplitud es necesaria la suma del movimiento libre en
flexión del raquis lumbar (inversión de la lordosis) y de las articulaciones
coxofemorales (pelvis prácticamente horizontal).
Las personas que tienen tendencia a la anteversión pélvica pueden presentar
limitación o restricción del movimiento de flexión del tronco, debido a que el raquis
lumbar aporta una menor amplitud; son personas que tienen tendencia a mantener
la lordosis lumbar durante todo el desarrollo del movimiento de flexión del tronco.
En cambio, otros pueden presentar un patrón contrario; es decir, la columna lumbar
aporta una amplitud normal a la flexión del tronco, pero con restricción de la
movilidad de las articulaciones coxofemorales (por ejemplo, un paciente con
retroversión pélvica por un aumento de tensión de los isquiosurales o una tensión

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neural adversa del nervio ciático). En estos casos, es más probable que las ASI
efectúen una contranutación precoz durante el movimiento de flexión.
Se somete a un mayor estrés mecánico a los ligamentos sacroilíacos posteriores;
por tanto, se producirá una mayor demanda de los sistemas globales de estabilidad
de la pelvis (mayor actividad de espinales, abdominales, isquiosurales) y mayor
presión intraabdominal para poder efectuar el movimiento.
En el caso contrario, se mantiene la lordosis lumbar, aporta poca amplitud al
movimiento de flexión, hay gran actividad de los músculos erectores del tronco y un
aumento de la presión intraarticular en el raquis lumbar.
Si el paciente espontáneamente coloca los pies en rotación externa, quiere decir
que los músculos pelvitrocantéreos están muy activos y no van a permitir que se
cierre con normalidad el ángulo coxofemoral, limitando la flexión del tronco.

La aparición/incremento del dolor o restricción de los movimientos lumbopélvicos


durante el movimiento de flexión del tronco puede deberse a múltiples causas,
entre ellas:
• Compromiso discal (prolapso, protrusión o edema discal), debido al
aumento de la presión intradiscal.
• Defectuosa función del sistema estabilizador local del raquis lumbar
(principalmente multífidos lumbosacros), que no cumplen adecuadamente
con su función de estabilización segmentaria y con la anticipación a la carga.
• Insuficiente tensión de la fascia toracolumbar y de la unidad funcional de
tejido conectivo asociada, formado por el ligamento supraespinoso,
ligamento interespinoso, ligamento amarillo y cápsula de las articulaciones
facetarias.
• Afectación del ligamento longitudinal posterior.
• Afectación de los músculos posteriores (dorsal largo, ileocostal, cuadrado
lumbar, glúteo mayor...) que, mediante contracción excéntrica, controlan la
ejecución del movimiento de flexión del tronco.
• Defectuoso funcionamiento de las cinchas cruzadas posteriores, que no
regulan el grado de deformación de la columna vertebral durante la flexión.
• Insuficiente grado de autobloqueo de la pelvis.
• Retracción o irritación de los ligamentos sacroilíacos posteriores,
principalmente el ligamento sacroiliaco posterior largo.
• Acortamiento adaptativo de los isquiosurales, principalmente de la porción
larga del bíceps femoral.
• Disfunciones de anterioridad del sacro (bilaterales, unilaterales o en
torsión).
• Disfunciones en extensión de los segmentos lumbares.

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En una disfunción lumbar en extensión unilateral, el segmento disfuncional no


acepta la desimbricación de una de las carillas articulares; el espacio discosomático
del segmento suprayacente se torna hipermóvil; el núcleo pulposo se desplaza hacia
atrás más de lo normal y pone en tensión las fibras del ligamento longitudinal
posterior, que generalmente es la estructura responsable del dolor que manifiesta
el paciente.
Ejemplo: en una disfunción en extensión de L5, dicho segmento rechaza la flexión,
viéndose obligada L4 a compensar la hipomovilidad.
la hipermovilidad de L4 provoca un excesivo desplazamiento hacia atrás del núcleo
pulposo, que ejerce presión sobre el ligamento longitudinal posterior, dando lugar a
la sintomatología.
El tratamiento debe tener el objetivo de normalizar la movilidad de la disfunción de
L5 y automáticamente se normalizará la hipermovilidad de L4, con el consiguiente
alivio del dolor.

2.2.2. Movimiento de extensión activa del tronco en bipedestación


El movimiento activo de extensión debe combinar un aumento de la lordosis
lumbar, una nutación del sacro y una rotación posterior relativa de los iliacos
respecto al sacro.
La aparición/incremento del dolor y/o la restricción del movimiento puede deberse,
entre otras causas, a:
• Estenosis vertebral, al disminuir el diámetro anteroposterior del conducto
raquídeo.
• Procesos degenerativos de las articulaciones facetarias, al aumentar la
presión sobre las carillas articulares.
• Hernia discal anterior.
• Afectación del ligamento longitudinal anterior.
• Disfunciones en flexión del raquis lumbar.
• Disfunciones en posterioridad del sacro (bilaterales, unilaterales o en
torsión).
• Retracción de los ligamentos que actúan como frenos de la nutación
(ligamento sacroiliaco anterior, sacrotuberoso y sacroespinoso).
• Espasmo muscular y activación de puntos gatillo en la musculatura
extensora del tronco, principalmente dorsal largo, ileocostal y cuadrado
lumbar.

En una disfunción en flexión, el segmento vertebral no puede realizar con


normalidad la extensión; como consecuencia, los segmentos supra o subyacentes
están obligados a compensar dicha restricción, aumentando su amplitud articular
normal. Esta hipermovilidad reaccional tiene lugar en el espacio discosomático o en

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las articulaciones facetarias, pudiendo ser responsable del dolor que percibe el
paciente.
Ejemplo: en una disfunción en flexión de L5, dicha vértebra no puede realizar con
normalidad la extensión (hipomovilidad), viéndose obligada L4 a aumentar su
amplitud articular normal (hipermovilidad).
Aunque el paciente presente síntomas correspondientes al nivel de la
hipermovilidad, el tratamiento debe enfocarse principalmente a normalizar la
función del segmento en hipomovilidad. En este ejemplo, el tratamiento debe estar
enfocado a obtener la normalización de la disfunción en flexión de L5.

2.2.3. Movimiento de inclinación lateral activa del tronco en bipedestación


Para la realización de este movimiento se le pide al paciente que incline el tronco
hacia ambos lados en un plano frontal, sin componente de rotación vertebral.
Fisiológicamente, debe producirse una convexidad homogénea de la columna hacia
el lado contrario de la inclinación lateral y una nutación del sacro del mismo lado del
movimiento (rotación posterior relativa del iliaco), con el fin de provocar el cierre de
la ASI, debido a que aumenta la carga en dicha articulación.
Se valora la amplitud del movimiento, la regularidad de la curvatura formada y la
percepción subjetiva del dolor. La restricción y/o aparición del dolor puede deberse
a:
• Prolapsos y protrusiones discales posterolaterales.
• Afectación de los músculos (cuadrado lumbar, ileocostal, dorsal largo...)
que, mediante contracción isotónica excéntrica, controlan el movimiento de
inclinación contralateral.
• Insuficiente autobloqueo de la ASI del mismo lado de la inclinación lateral.
• Disfunciones en flexión del raquis lumbar.
• Disfunciones de posterioridad del sacro del mismo lado de la inclinación
lateral.
• Disfunciones en anterioridad del sacro del lado contrario a la inclinación
lateral.
• Retracción de los ligamentos ileolumbares del lado contrario a la inclinación
lateral.

2.2.4. Movimiento de rotación activa del tronco en bipedestación


Se le solicita al paciente que realice rotaciones máximas del tronco hacia ambos
lados. El fisioterapeuta debe bloquear con ambas manos la pelvis del paciente.
Se valora la amplitud y simetría del movimiento, así como la aparición o incremento
de los síntomas.
Dada la prácticamente nula amplitud del raquis lumbar en rotación, la provocación
o incremento del dolor durante este movimiento no puede achacarse al raquis

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lumbar, ya que no se crea suficiente estrés mecánico en las estructuras


lumbopélvicas. En dicho caso debe hacerse una valoración de los segmentos
dorsolumbares o torácicos inferiores.

2.3. Palpación estática de las estructuras lumbopélvicas

Objetivos:
• Detectar asimetrías de las diferentes estructuras óseas lumbopélvicas y
establecer su relación con la sintomatología. No obstante, debe tenerse en
cuenta que la percepción subjetiva de niveles y asimetrías óseas presenta
un índice bajo de validez y fiabilidad.
• Apreciar si existen cambios en la textura y trofismo de los tejidos.
• Valorar cambios en los músculos: aspecto, resistencia a la deformación,
tensión, tono, etc.
• Valorar la sensibilidad de las diferentes estructuras a estímulos mecánicos.
• Valorar cambios de la sensibilidad discriminativa, como parte del examen
neurológico.
• Localizar signos de inflamación en fase activa.
• La palpación también puede utilizarse como prueba de provocación,
sometiendo a estrés mecánico a un tejido o a una estructura por medio de
una compresión, permitiendo en ocasiones evocar los síntomas.
• Comprobar la irritabilidad de la estructura, con el fin de determinar si tiene
o puede tener alguna relación con la clínica que muestra el paciente.
Si el paciente señala a punta de dedo la localización del dolor, lo más
probable es que su origen coincida con la indicación del paciente. Sin
embargo, debe tenerse en cuenta que no siempre donde duele se
encuentra el origen, ya que hay estructuras que pueden dar dolor referido o
irradiado a dicha zona y hay estructuras en las que el paciente percibe más
intenso el dolor referido que el correspondiente al de la estructura local.
Por tanto, siguiendo un razonamiento clínico, lo primero que se debe
determinar cuál es la estructura responsable del dolor local y luego las
estructuras que puedan dar dolor referido o irradiado a la zona.

Para valorar la relación del dolor con la estructura afectada deben tenerse en
cuenta los siguientes aspectos:
• Para valorar el grado de irritabilidad de la estructura debe considerarse la
intensidad del dolor provocado y la intensidad del estímulo necesario para
provocar el síntoma.
• Determinar el grado de latencia del dolor tras el estímulo; es decir, una vez
provocado el dolor cuánto tiempo es necesario para que remita. Este

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parámetro es importante en el dolor de tipo mecánico. Cuanto mayor sea el


grado de latencia, indica una mayor irritabilidad de la estructura.
• También es un indicador del grado de irritabilidad la presencia de
respuestas motoras al estímulo (por ejemplo, una respuesta de espasmo
local al presionar sobre una apófisis espinosa o articular o al friccionar sobre
un músculo).
• Con frecuencia, asociada a la respuesta motora, se produce una respuesta
neurovegetativa. Cuando un paciente siente dolor tras un estímulo, es
frecuente que aparezcan respuestas neurovegetativas asociadas a dicho
estímulo (cambios de coloración de la piel, sudoración, alteraciones de la
presión arterial, del ritmo cardiaco, de la frecuencia respiratoria, sensación
de mareo...).
• La anamnesis puede informar sobre el grado de irritabilidad; por tanto, se
deben acondicionar la palpación y los tests de movilidad al grado de
irritabilidad observado.

2.3.1. Palpación estática en bipedestación


El paciente se sitúa de pie, con los pies ligeramente separados y adoptando una
actitud natural.
Deben valorarse los siguientes aspectos:
• Altura de los acrómiones: el fisioterapeuta sitúa los dedos índices en la
parte superior de cada acromion, justo por fuera de la interlínea
acromioclavicular.
• Altura de las crestas iliacas: el fisioterapeuta sitúa los índices sobre la parte
más alta de las crestas iliacas, empujando hacia adentro los tejidos blandos;
valora la posible asimetría en cuanto a su altura.
• Altura de los trocánteres mayores: el fisioterapeuta coloca los índices en la
parte más alta de cada trocánter mayor, empujando hacia adentro los
tejidos blandos; compara los trocánteres mayores en cuanto a su altura.
También deben valorarse los trocánteres en cuanto a su disposición de
anterioridad o posterioridad.
• Disposición de las EIPS, tanto en sentido vertical como anteroposterior. Esta
valoración debe efectuarse entre ambas espinas y en relación con la
hemibase sacra correspondiente.
• Disposición de las EIAS, tanto en sentido vertical como anteroposterior.
• Disposición de los ángulos inferolaterales (AIL) del sacro, tanto en sentido
vertical como anteroposterior.

2.3.2. Palpación estática en sedestación


El paciente debe estar sentado con el tronco recto y los pies apoyados en el suelo.

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Deben valorarse los siguientes aspectos:


• Altura de los acrómiones.
• Altura de las crestas iliacas.
• Disposición de las EIPS, tanto en sentido vertical como anteroposterior.
• Distancia de las EIPS a la línea dorsal media.
• Disposición de los AIL del sacro en sentido vertical y anteroposterior.
• Debe efectuarse un análisis comparativo de los hallazgos obtenidos en
bipedestación y sedestación, pudiendo darse los siguientes casos:
a. Los hallazgos observados en bipedestación se corrigen en sedestación: en
cuyo caso debe achacarse a una dismetría de miembros inferiores o a la
presencia de alguna disfunción o deformidad en los mismos.
b. Los hallazgos observados en bipedestación se mantienen en sedestación, en
cuyo caso debe achacarse a una disfunción pélvica, a una hemipelvis pequeña
o a un problema vertebral.

2.3.3. Palpación estática en decúbito prono


Deben valorarse los siguientes aspectos:
• Apófisis espinosas lumbares:
Una línea horizontal que una los puntos más altos de las crestas iliacas, en
la mayoría de los casos, se encuentra en el mismo plano que el espacio
interespinoso L4/L5; en algunos casos se sitúa al mismo nivel que el cuerpo
vertebral de L5 o a nivel del cuerpo vertebral de L4.
Dado que los defectos de transición son relativamente frecuentes en la
región lumbosacra, pueden existir dificultades para decidir cuál es el último
segmento vertebral móvil; en circunstancias normales es L5/S1, pero en
caso de sacralización de L5, el último segmento móvil será L4/L5 y en una
lumbarización de S1 será S1/S2.
Habitualmente, la apófisis espinosa de L2 se encuentra en la misma
horizontal que la punta de la última costilla.
En la palpación de las apófisis espinosas lumbares deben tenerse en cuenta
las siguientes relaciones:
o Que la apófisis espinosa de L5, frecuentemente, es un punto óseo más
profundo y más pequeño, mientras que la de L4 es comparativamente
más grande.
o Que las apófisis espinosas desde L4 hacia arriba, incluyendo las de las
últimas vértebras torácicas, se presentan con frecuencia ligeramente
deprimidas transversalmente en su parte media y erróneamente se
puede suponer que se está palpando un espacio interespinoso, cuando
en realidad se trata de dicha depresión.

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o Que las eminencias palpables, que pueden detectarse a través de los


tejidos blandos a cada lado de las apófisis espinosas, no son las
láminas, sino las caras posteriores de los macizos articulares inferiores;
marcan el nivel de las articulaciones facetarias y se encuentran a cada
lado del tercio inferior de las apófisis espinosas.
o Que las carillas lumbosacras se encuentran a un través de dedo por
dentro y por encima de las EIPS.
o Las apófisis espinosas pueden valorarse mediante test de ballesteo o
movimientos accesorios en sentido posteroanterior. Se evalúa la
resistencia al movimiento, la calidad del mismo y la provocación del
dolor. El estímulo puede ser rítmico intermitente o mantenido. Debe
tenerse en cuenta que un estímulo sobre una apófisis espinosa lumbar
puede provocar un dolor de localización sacroilíaca.
• Amplitud de los espacios interespinosos:
Se valora la amplitud del espacio interespinoso del segmento disfuncional
respecto al subyacente; en caso de disfunción en extensión, dicho espacio
aparecerá reducido, mientras que en las disfunciones en flexión se mostrará
ampliado.
• Proyección posterior de los macizos articulares: la palpación se realiza
sobre los macizos articulares posteriores de la vértebra suprayacente. Se
pueden utilizar los mismos tests y criterios que se han mencionado para las
apófisis espinosas.
Debe tenerse en cuenta que en los segmentos torácicos y lumbares altos se
encuentran inmediatamente laterales a las apófisis espinosas; en cambio, a
partir de L3, especialmente en L4 y L5, se disponen más lateralmente,
aproximadamente a un través y medio de dedo de la apófisis espinosa.
Colocando los pulgares por detrás de cada macizo articular posterior de
cada segmento, se pueden realizar presiones unilaterales y observar la
respuesta.
• Siguiendo con este tipo de palpación en sentido descendente, los pulgares
llegan a situarse sobre ambos lados de la base sacra, percibiéndose por el
aumento de resistencia a la palpación.
• Borde posterior del promontorio sacro.
• Proyección posterior de las apófisis transversas: en el raquis lumbar,
generalmente, se encuentran en el mismo plano que el espacio
interespinoso del segmento correspondiente; son más largas en la parte
media del raquis lumbar que en sus extremos superior e inferior.
• Palpación de la musculatura de los flancos, pudiendo llegar hasta las
apófisis transversas.

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Debe valorarse la sensibilidad de las estructuras que se comprimen contra


las apófisis transversas (troncos nerviosos y músculos); como respuesta
puede provocarse un espasmo muscular, una respuesta de espasmo local o
un dolor referido de un punto gatillo miofascial activo del cuadrado lumbar.
• Masa de la musculatura paravertebral:
Se valora principalmente la resistencia a la deformación, el tono, presencia
de bandas tensas y sensibilidad.
El más lateral es el ileocostal lumbar, más medialmente se sitúa el dorsal
largo y profundamente junto a las apófisis espinosas se localizan los
multífidos.
• Cresta iliaca y tejidos blandos relacionados (dorsal ancho y oblicuo interno
abdominal).
• Disposición de las EIPS en sentido vertical y anteroposterior.
Debe valorarse la EIPS derecha en relación a la izquierda, pero es más
importante la relación de cada EIPS respecto al sacro.
• Ligamento sacroiliaco posterior largo: se palpa en una línea oblicua en
dirección craneolateral entre las crestas rugosas del sacro y la EIPS.
Se valora realizando una fricción transversal sobre el ligamento.
Se buscan diferencias de sensibilidad en relación al lado sano.
• EIPI: están situadas aproximadamente a 2-2,5 cm. por debajo de las EIPS.
• Disposición de las hemibases sacras en sentido vertical y anteroposterior.
• Disposición de los AIL del sacro en sentido vertical y anteroposterior; estos
ángulos se encuentran a nivel del nacimiento del pliegue interglúteo.
• Cresta sacra media.
• Cara dorsal del sacro: al palpar esta zona, debe tenerse en cuenta que
confluyen una gran cantidad estructuras (piel, grasa, fascia superficial,
multífidos lumbosacros, ligamento sacrotuberoso, fascia profunda e
inserción del glúteo mayor); de hecho a la palpación no es posible apreciar
las crestas rugosas del sacro, debido a la gran interposición de tejidos
blandos.
• Proyección de la base del sacro por dentro de las EIPS.
• Presencia de un sulcus sacroiliaco más relleno o más profundo.
• Correlación de los niveles del iliaco con el sacro:
- Parte posterosuperior de la EIPS se corresponde con S1.
- Vértice de la EIPS con S2.
- Parte posteroinferior de la EIPS con S3.
- EIPI con S3/S4.
• La palpación de la articulación a nivel de la EIPI es la palpación más directa
de la articulación. A este nivel se palpa la parte más inferior del brazo
mayor.

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• La EIPI está relacionada con un tronco del nervio glúteo superior, que pasa
lateralmente a la misma, pudiendo encontrarse alterado y presentar
síntomas a la palpación.
• Cara posterior del cóccix.
• Articulación sacrococcígea: puede realizarse una compresión hacia adelante
para comprobar si se provoca dolor lumbosacro o lumbar.
• Cara posterior del isquion.
• Disposición de las tuberosidades isquiáticas en sentido vertical y
anteroposterior.
• Inserción de los isquiosurales en la tuberosidad isquiática y, medialmente a
ésta, la inserción de parte de los isquiococcígeos y el nervio pudendo.
• Cara lateral del isquion y la inserción del cuadrado crural.
• Ligamentos sacrotuberosos o ligamentos sacrociáticos mayores: de alta
densidad, de aspecto acordonado y de gran grosor.
Debe valorarse su capacidad de deformación, su tensión y su sensibilidad
respecto al del lado opuesto.
• Escotadura ciática menor.
• Fosa isquiococcígea: se palpa entre el cóccix y el ligamento sacrotuberoso.
Es un plano muy aponeurótico de la musculatura del periné.
Debe valorarse su resistencia a la deformación, su tensión y su sensibilidad
respecto al del lado opuesto.
• Corredera del nervio ciático entre la tuberosidad isquiática y el trocánter
mayor.
• Los músculos pelvitrocantéreos.
• Los músculos aductores: aductor mayor y largo e indirectamente el menor.
• Piramidal: para su localización se toman tres puntos de referencia: AIL del
sacro, EIPI y trocánter mayor.
Sale de su porción endopélvica por debajo de la EIPI. En el 85% de la
población el ciático es anterior al piramidal; en el resto, el nervio perfora al
músculo.
Su recorrido pélvico es entre la EIPI y la parte superior del trocánter mayor.
El entrecruzamiento entre piramidal y nervio ciático se produce en el tercio
medial del músculo; por tanto, al presionar en este punto se está
comprimiendo el ciático a través del glúteo mayor y del piramidal.
Si el ciático perfora al piramidal, en este punto habrá mayor sensibilidad,
pudiendo dar lugar a un síndrome del piramidal, que es una entidad clínica
controvertida y poco reconocida.
• El resto del nervio ciático se puede seguir desde EIPI hasta el isquion. Para
facilitar su palpación es preferible colocar al paciente en decúbito lateral y
disponer la cadera y rodilla en semiflexión, con el fin de provocar cierta

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tensión en el nervio; se colocan los dedos entre la tuberosidad isquiática y el


trocánter mayor en la corredera del ciático; se efectúa una fricción profunda
y perpendicular al nervio.
• Nervio glúteo superior: se puede palpar como una estructura acordonada en
la cara posterior de la EIPI.

Debe tenerse en cuenta que los hallazgos obtenidos en las posiciones de descarga
(decúbito supino y prono) pueden verse modificados en las posiciones de carga
(bipedestación y sedestación), debido a las modificaciones que se producen por los
ajustes del tono muscular y del soporte de carga.

Se puede utilizar una palpación a cuatro dedos del sacro (ambos pulgares e índices),
puesto que permite tener localizado al mismo tiempo, tanto las hemibases del sacro
como los AIL; de este modo, se tiene una sensación muy indicativa de cuál es su
orientación espacial.

2.3.4. Palpación estática en decúbito supino


Deben valorarse los siguientes aspectos y estructuras:
• Cresta iliaca.
• EIAS: se valora su disposición en sentido vertical y anteroposterior,
comparándola con la del lado opuesto; se debe comprobar su distancia a la
línea media.
• A 2-3 cm. por detrás de la EIAS se palpa la cintilla ileotibial.
• Entre la cintilla ileotibial y la EIAS se palpa el tensor de la fascia lata.
• EIAI.
• Rama ileopubiana.
• Ligamento inguinal y su inserción en el tubérculo del pubis: su recorrido es
desde la EIAS hasta el tubérculo púbico.
• Conducto inguinal: se encuentra ligeramente por encima del ligamento
inguinal. Las estructuras que pasan por él son: arteria y vena espermática,
cordón espermático y troncos nerviosos (genitocrural e ileoinguinal).
• Borde superior de la sínfisis púbica.
• Cara anterior de la sínfisis púbica.
• Recto mayor del abdomen: su inserción se palpa justo por encima del pubis y
hasta 1,5-2 cm. a cada lado de la línea media; se valora su sensibilidad en
comparación con el lado opuesto y la presencia de bandas tensas en su
inserción, que pueden tener un recorrido mayor.
Debe valorarse siempre el recto mayor del abdomen en las pubalgias.
• Tendón del aductor largo y menor: ambos tendones confluyen hacia el mismo
punto y se palpan en la cara anterior del pubis. Se localiza el tendón del

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aductor largo y se sigue todo su recorrido hasta el pubis, valorando su


sensibilidad, engrosamientos, estado inflamatorio, etc.
• Las inserciones de los abdominales a través de su fascia superficial en el pubis
y de los aductores se cruzan entre sí y con las del lado opuesto, sobrepasando
la línea media; por tanto, el par de fuerzas cruzado de abdominales y
aductores actúa como un elemento estabilizador de la sínfisis púbica.
• Tubérculos púbicos: localizados en la cara anterior del pubis; es el punto de
anclaje medial del ligamento inguinal.
• Triángulo inguinal: está formado por el recto mayor del abdomen, el
ligamento inguinal y la arteria hipogástrica inferior, que cierra el ángulo
formado por las dos primeras estructuras; constituye la zona más débil de la
pared abdominal, pudiendo establecerse una hernia inguinal; para
comprobarlo, se le pide al paciente una maniobra de Valsalva o que tosa y se
comprueba si el contenido abdominal tiende a herniarse en esa zona.
• En la palpación de la sínfisis púbica también se puede encontrar una
separación más o menos acentuada de las ramas púbicas (diastasis). Lo
normal es que no se pueda introducir el pulpejo del dedo entre las ramas, no
debiendo superar la separación los 5 mm. En una mujer, el último mes de
gestación puede haber una separación de dos traveses de dedo, tratándose
de una diastasis fisiológica.
En las personas con osteopatía dinámica de pubis con inestabilidad se puede
encontrar una diastasis de unos 1-1,5 cm.
Las pubalgias pueden estar asociadas a disfunciones de la sínfisis púbica, a
patología insercional de los aductores y de los abdominales o a dolor referido
de los músculos de la pared abdominal o de otros músculos, como aductores,
pectíneo, etc.
• Triángulo femoral y su contenido: está delimitado por el ligamento inguinal,
el aductor largo y el sartorio. En él se pueden palpar la arteria femoral, el
ileopsoas por debajo del ligamento inguinal, el pectíneo y el nervio crural; el
nervio crural sigue un trayecto paralelo y lateral a la arteria femoral.
• Tensor de la fascia lata, sartorio y recto femoral: en disfunciones pélvicas se
deben valorar estos músculos, ya que pueden influir en su función.
• Psoas mayor.
• Iliaco.
• Todas estas estructuras (óseas, ligamentosas, musculares o nerviosas)
pueden ser fuente generadora de clínica, pudiendo evocar los síntomas del
paciente y, en ocasiones, pueden dar dolor referido o irradiado hacia la ASI:
glúteo medio, nervio glúteo superior, piramidal, articulaciones
interapofisarias lumbares, musculatura espinal lumbar, etc.

78
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• Valoración de la longitud de los miembros inferiores, en busca de una


dismetría; el paciente flexiona caderas y rodillas y apoya los pies en la camilla.
A continuación, extiende los miembros inferiores, dejándolos caer relajados
sobre la camilla; de esta manera, se eliminan las posibles tensiones
asimétricas en las caderas.
El fisioterapeuta coloca los pulgares inmediatamente por debajo de los
maleolos internos, tratando de establecer su posible asimetría.
Debe tenerse en cuenta que la valoración de la longitud de los miembros
inferiores en decúbito supino resulta poco fiable, alcanzando más validez su
medición en bipedestación, pero sobre todo con telerradiografías en carga.

2.4. Pruebas clínicas para la valoración de la región lumbopélvica

Alguna de estas pruebas son específicas y sensibles ante determinados problemas


mecánicos de la región lumbopélvica, en particular cuando se utilizan de forma
combinada y los resultados son concordantes entre ellas. En cambio, cuando se
utilizan individualmente pierden validez y fiabilidad.

Objetivos generales:
• Determinar el grado de inflamación e irritabilidad de las articulaciones
facetarias lumbares y las ASI.
• Someter a los tejidos periarticulares a estrés mecánico, para valorar su
mecanosensibilidad.
• Confirmar su participación y responsabilidad en el contexto del dolor
lumbopélvico.
• Establecer el diagnóstico diferencial entre el dolor de origen lumbosacro,
sacroiliaco y coxofemoral. Aunque en los pacientes con dolor lumbopélvico
la responsabilidad suele ser compartida, se puede determinar qué
articulación es la predominante en el cuadro clínico.
• Valorar el grado de estabilidad/inestabilidad de las articulaciones
lumbopélvicas.
• Efectuar el diagnóstico estructural segmentario, con el fin de detectar los
segmentos hipomóviles, determinar los parámetros de restricción y valorar
los aspectos relacionados con la barrera de restricción.

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Figura 2.

2.4.1. Pruebas de provocación del dolor lumbopélvico


Debe desecharse la idea extendida de que el dolor en la cintura pélvica se
corresponde con un dolor referido procedente de las estructuras
musculoesqueléticas del raquis lumbar.
Fortin y cols (1999) determinaron en personas asintomáticas los mapas de la
localización y distribución del dolor por irritación de la ASI mediante inyección, con
contraste y control radioscópico. Concluyeron que la irritación de la ASI produce
dolor aproximadamente 10 cm. distal y 3 cm. lateralmente a la EIPS (fig. 2). No
obstante, en algunos casos (20%), el dolor se extendía por la cara posterolateral del
muslo y la zona superior del trocánter mayor. De este estudio se puede concluir que
la ASI puede producir dolor en la cintura pélvica, entre la cresta iliaca y el pliegue
subglúteo, pero nunca lumbalgia.
Schwarzer y cols (1995) determinaron la prevalencia del dolor de la ASI en una
muestra de pacientes con lumbalgia crónica mediante inyección en la ASI de un
anestésico local con control radioscópico y registro del alivio del dolor,
demostrando que la ASI puede contribuir a la lumbalgia en el 15-21% de los casos.
Vleeming y cols (2002) confirmaron que el ligamento sacroiliaco posterior largo es
un origen frecuente de dolor en pacientes con dolor en la cintura pélvica
(sensibilidad del 76%). Sin embargo, dicha sensibilidad mejoró hasta el 98% en los
estudios que se establecieron criterios de inclusión más específicos, como dolor
intenso en la cintura pélvica asociado a prueba de provocación posterior positiva
(Ostgaard y cols, 1994) y prueba de elevación activa de la pierna extendida positiva
(Mens y cols, 2002).
Por tanto, la ASI y sus ligamentos pueden provocar dolor en la cintura pélvica,
limitado a la región entre la cresta iliaca y el pliegue subglúteo.

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Diferentes estudios han valorado la fiabilidad interexplorador de las pruebas de


movilidad, posición y provocación del dolor para la cintura pélvica. Aunque las
pruebas de provocación del dolor son fiables, no se puede decir lo mismo con las de
movilidad y posición. Albert y cols (2000) señalan que la baja fiabilidad de las
pruebas de movilidad y posición podría deberse al sesgo y habilidad del explorador
y sugieren que, en lugar de no usarlas, sería conveniente mejorar la habilidad de los
exploradores. Proponen la necesidad de una mayor estandarización de estas
pruebas para mejorar la fiabilidad interexplorador.
El estudio de Albert y cols (2000) demostró una alta fiabilidad y especificidad en
algunas pruebas para la ASI y sus ligamentos (prueba de provocación de dolor
pélvico posterior, prueba de Faber y de deslizamiento vertical). Sin embargo, hasta
la actualidad, ningún estudio mediante bloqueo anestésico ha evaluado la
implicación de los ligamentos posteriores en la producción de dolor posterior de la
cintura pélvica, ni tampoco a correlacionado estas estructuras con las pruebas
tradicionales de provocación de dolor de la ASI. Por tanto, puede decirse que las
pruebas de provocación de dolor en la cintura pélvica son fiables, sensibles y
específicas, pero no identifican las estructuras que causan el dolor.
No existen hasta el momento estudios que hayan valorado la fiabilidad de las
pruebas de movilidad y posición de la ASI y de la sínfisis púbica.

Actualmente no existe ninguna duda sobre la existencia de movilidad en las ASI,


aunque no se conoce claramente la relación de las alteraciones de su amplitud con
los trastornos funcionales de la pelvis. Varios estudios han demostrado que la
amplitud de la movilidad en las ASI no es un indicador de función normal/anormal
de la pelvis.
Se han llevado a cabo multitud de estudios que han tratado de cuantificar la
amplitud de los movimientos de las ASI y de la sínfisis púbica y sus ejes:
• Jacob y Kissling (1995) estudiaron en personas sanas la movilidad de la ASI
mediante la colocación de agujas de Kirschner en el iliaco y el sacro y
estimaron unas cifras promedio en los hombres de tan solo 1,8 grados de
rotación asociada a 0,7 mm. de traslación y en las mujeres de 1,9 grados de
rotación asociada a 0,9 mm. de traslación.
• Sturesson y cols (2000) investigaron también la movilidad de la ASI en
pacientes que habían sido diagnosticados de trastornos sacroilíacos y
hallaron una rotación media del iliaco de 2,5 grados asociada a una
traslación media de 0,7 mm.

Desafortunadamente, no existen todavía pruebas clínicas que valoren de forma


fiable la movilidad o la posición de las ASI. Aunque con defectos metodológicos,
ningún estudio ha logrado demostrar una fiabilidad intra e interobservador en estas
pruebas (Sturesson, 1999).
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Debe tenerse en cuenta que es un inconveniente el hecho de que la mayoría de las


pruebas estudiadas se basan en la movilidad activa (flexión en bipedestación y
sedestación, test de Gillet), ya que el movimiento requiere no sólo movilidad
articular, sino también la participación muscular; por ejemplo, en el caso de una
rotura completa del manguito rotador del hombro, la abducción activa del brazo
puede estar limitada a 45 grados, mientras que la pasiva puede permanecer
completa.
El test de flexión de la cadera en bipedestación (Gillet) no es la prueba más
adecuada para cuantificar la movilidad, ya que una prueba de movilidad activa no
determina de modo concluyente la movilidad pasiva de una articulación (Sturesson
y cols, 2000). Se han propuesto dos pruebas pasivas específicas para evaluar la
movilidad de la ASI (Lee, 2004) (fig. 3 y 4).
Dado que la zona neutra de todas las articulaciones es mayor cuando está en
posición o de reposo (Panjabi, 1992), las pruebas de movilidad pasiva de la ASI es
recomendable efectuarlas en decúbito supino, para evitar la autoprotección o el
autobloqueo (Vleeming, y cols, 1990).
Dichas pruebas valoran fundamentalmente la capacidad de traslación
anteroposterior y superoinferior del iliaco respecto al sacro.
Buyruk y cols y Damen (2002) demostraron en personas sanas que la rigidez de la
ASI es variable en diferentes situaciones y también lo es la amplitud del movimiento
en distintas personas. También hallaron que la rigidez de la ASI derecha e izquierda
es simétrica en personas sanas, mientras que en personas con dolor en la cintura
pélvica era asimétrica. Por tanto, el análisis de la movilidad en las ASI debe
centrarse en si existe o no simetría del movimiento, haciendo menos hincapié en la
amplitud del movimiento (hipomóvil/hipermóvil).

Figura 3. Figura 4.

Richarson y cols (2002) y Van Wingerden y cols (2004) confirmaron que la


compresión o rigidez de la ASI puede aumentar gracias a la activación de
determinados músculos, tanto estabilizadores locales como globales.
Resumiendo, puede afirmarse de las ASI que:

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• Poseen una pequeña movilidad angular (1-4 grados) y una pequeña


traslación (1-3 mm.).
• La amplitud de dichos movimientos presenta variabilidad individual y en
distintas situaciones de carga en el mismo individuo.
• Para la normal función de la pelvis, la movilidad de las ASI debe ser
simétrica.
• La valoración de la movilidad pasiva de las ASI debe realizarse con los
brazos junto al costado, ya que la posición con los brazos por encima de la
cabeza tensa de forma pasiva las cinchas musculares oblicuas anterior y
posterior.

A. Prueba de apertura de la pelvis (fig. 5):


Objetivos:
• Determinar la presencia de una sacroileitis.
• Provocar una compresión de la porción articular posterior de la ASI y una
descompresión de la porción anterior.
• Provocar estrés mecánico por distracción en las estructuras anteriores de la
ASI.

Figura 5.
Posición del paciente:
En decúbito supino, en una posición de máximo confort del raquis lumbar, pudiendo
colocarse una almohada bajo las rodillas, si es necesario.
Posición del fisioterapeuta:
De pie, oblicuamente en dirección de la cabeza del paciente.
Contactos:
Se coloca el talón de las manos sobre la parte medial de las EIAS, cruzando los
antebrazos y situando el peso corporal centrado en la pelvis.
Ejecución:
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Aprovechando el peso corporal, con ambas manos se aplica una fuerza tangencial
progresiva a la pelvis, que intente separar las manos de la línea media del cuerpo y
quisiera aumentar la rotación externa de los iliacos.
Valoración:
• Con esta prueba se somete a estrés por distracción al conjunto de las
estructuras articulares de la ASI y de la sínfisis púbica.
• La prueba es positiva cuando provoca la aparición o aumento del dolor
sacroiliaco.
• En procesos agudos inflamatorios, traumáticos o reumáticos, en los que la
irritabilidad del conjunto de la ASI es importante, se espera que la prueba
sea positiva con provocación del dolor, que debería ser de localización
posterior, unilateral y relativamente circunscrito a la ASI.
• La prueba también puede ser positiva en caso de pubalgia, ya que provoca
un bostezo anterior de la sínfisis púbica, poniendo en tensión a sus
estructuras articulares.
• La prueba puede aprovecharse para valorar el grado de elasticidad de las
ASI.

B. Prueba de cierre de la pelvis (fig. 6):


Objetivos:
• Provocar estrés mecánico por compresión en la ASI.
• Determinar la presencia de una sacroileitis o sinovitis.
• Someter a compresión al cartílago articular.
• Someter a tensión a las estructuras articulares posteriores de la ASI.

Figura 6.

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Posición del paciente:


En decúbito supino, en una posición de máximo confort del raquis lumbar.
Posición del fisioterapeuta:
De pie, oblicuamente en dirección de la cabeza del paciente.
Contactos:
Se dispone el talón de ambas manos en la cara lateral de la pelvis, dirigiendo los
dedos medialmente por encima de las EIAS y los antebrazos perpendiculares a la
parte lateral de la pelvis. El contacto debe tener lugar lo más cerca posible de las
EIAS.
Ejecución:
Se aplica una fuerza tangencial a la pelvis, que intente aproximar ambas manos a la
línea media del cuerpo. Dicha fuerza provoca un bostezo articular posterior y una
compresión anterior de la ASI.
Valoración:
• La prueba es positiva cuando provoca la aparición o aumento del dolor.
• En procesos agudos inflamatorios, traumáticos o reumáticos, en los que el
grado de irritabilidad de la ASI es importante, cabe esperar una prueba
positiva con provocación de dolor, que debería ser de localización posterior,
unilateral y relativamente circunscrito a la ASI.

Figura 7.

Variante (fig.7):
Posición del paciente:
En decúbito lateral con los hombros y la espalda ligeramente oblicuos hacia atrás,
con el fin de evitar que el paciente rote hacia adelante. La cadera y la rodilla
situadas arriba deben estar ligeramente flexionadas, con el objetivo de estabilizar al
paciente.
Posición del fisioterapeuta:

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De pie por delante del paciente. Apoya uno de sus antebrazos y el peso corporal
sobre la pala iliaca situada arriba. La otra mano puede cumplir una función sensitiva
sobre la ASI.
Ejecución:
Con la mano y el peso corporal se ejerce una fuerza de compresión hacia el suelo y
ligeramente hacia adelante. El contacto debe situarse lo más cerca posible de la
EIAS.
Con esta maniobra se provoca un bostezo de la parte posterior de la ASI y una
compresión de su parte anterior.

C. Prueba de Gaenslen (fig. 8):


Objetivos:
• Efectuar el diagnóstico diferencial entre un dolor de origen lumbosacro o
sacroiliaco.
• Provocar una fuerza de cizallamiento en la ASI, llevando al iliaco en rotación
anterior y al sacro en contranutación relativa.
• Someter a tensión a los ligamentos sacroilíacos posteriores y evocar el dolor
referido correspondiente a dichos ligamentos.
Posición del paciente:
En decúbito supino con las caderas y las rodillas en máxima flexión y desplazado
hacia el borde de la camilla, de tal manera que la hemipelvis del lado a explorar
quede ligeramente por fuera de la misma. El paciente coge con ambas manos la
rodilla del lado contrario a valorar y la mantiene en esa posición. Deja caer por el
borde de la camilla la pierna a valorar.

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Figura 8.

Posición del fisioterapeuta:


De pie en finta adelante y a la altura de la pelvis del paciente.

Contactos:
• Coloca la palma de la mano craneal en la pala iliaca del lado a valorar, de tal
manera que el borde radial quede a lo largo de la cresta iliaca.
• Sitúa la mano caudal en la cara anterior del tercio distal del muslo del lado a
valorar.
Ejecución:
• En todo momento, el paciente debe mantener el miembro inferior del lado
contrario en máxima flexión de cadera y rodilla.
• El fisioterapeuta, de forma lenta y progresiva, deja caer por fuera del borde
de la camilla el miembro inferior del lado a valorar hasta alcanzar la máxima
extensión de cadera o hasta que aparezca dolor.
• Simultáneamente, realiza con la mano craneal un empuje hacia adelante
sobre la cresta iliaca para provocar una rotación anterior del iliaco.
Valoración:
• La prueba es positiva si provoca o aumenta el dolor, debiendo ser unilateral
y localizado entre la cresta iliaca y el pliegue subglúteo.
• Si la prueba es positiva nos orienta hacia un proceso inflamatorio o de
inestabilidad de la ASI (Albert y cols, 2002).

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• Con esta maniobra se somete a estrés mecánico a los ligamentos


sacroilíacos posteriores, pudiendo aparecer dolor o mayor sensibilidad en
sus extremos.
• Para evitar el aumento de tensión en el recto femoral, se puede realizar la
maniobra con extensión de rodilla.
• La posición en este test es similar a un Lasegue invertido, pudiendo dar un
falso positivo de dolor sacroiliaco, en caso de que exista una irritación del
nervio crural, puesto que se pone en tensión con esta maniobra. En este
caso, debe llevarse a cabo un diagnóstico diferencial entre dolor sacroiliaco
y cruralgia. El dolor de origen sacroiliaco es de localización posterior y la
cruralgia se manifiesta en la región inguinal y cara anterior del muslo.
• En algunos casos, puede aparecer dolor lumbar, debido a fenómenos de
compresión vertebral, a causa del estiramiento del psoas mayor. En este
caso, debe hacerse un diagnóstico diferencial, utilizando otras maniobras.
• Una restricción importante de este movimiento, acompañado o no de
dolor de predominio inguinal, puede ser debido a una pérdida de
extensibilidad de los tejidos que atraviesan esta región o a una afectación
articular coxofemoral. En este caso, debe efectuarse un examen específico
de dichas estructuras.

D. Prueba de Patrick (FABRE) (fig. 9):

Figura 9.

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Objetivos:
• Efectuar un diagnóstico diferencial entre el dolor de origen pélvico y
coxofemoral.
• Provocar estrés mecánico en las estructuras anteriores de la ASI.
Posición del paciente:
En decúbito supino, colocando la cadera del lado a valorar en flexión, abducción y
rotación externa; apoya el pie sobre la rodilla o la planta del pie contra la cara
medial de la rodilla opuesta.
Posición del fisioterapeuta:
De pie en el lado a valorar y oblicuamente en dirección de la cabeza del paciente.
Contactos:
• El talón de la mano interna se coloca inmediatamente medial a la EIAS del
lado opuesto.
• La mano externa se coloca sobre la cara medial de la rodilla del lado a
valorar.
Ejecución:
• La mano interna bloquea la hemipelvis del lado opuesto.
• La mano externa empuja la rodilla del lado a valorar, aumentando los
parámetros de la cadera, pero principalmente la abducción.
• Progresivamente, deben vencerse las sucesivas barreras; en primer lugar, se
pondrán en tensión los aductores de cadera, más adelante se bloquea la
articulación coxofemoral y finalmente la tensión alcanza a las estructuras
anteriores de la ASI.
Valoración:
El test es positivo cuando provoca o aumenta el dolor en las ASI o en la sínfisis
púbica.
• El test puede ser positivo en caso de patología insercional de los aductores
de cadera o en disfunciones de la sínfisis púbica, de la articulación
coxofemoral o de la ASI.
• Si el dolor procede de la parte anterior de la ASI, éste será sordo, profundo,
de localización posterior, unilateral y circunscrito a la parte posterior de la
región sacroilíaca.
• En cambio, si el dolor es de origen coxofemoral, se percibirá en la región
inguinal.
• Es menos específica que la de apertura de la pelvis, ya que utiliza el muslo
como palanca.

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E. Prueba de provocación del dolor pélvico posterior (Thigh Thrust Test)(fig. 10):
Objetivos:
Inducir una fuerza de cizallamiento de la ASI y provocar dolor pélvico posterior de
origen sacroiliaco (fig. 11), en una posición de desbloqueo articular.

Figura 10. Figura 11.

Posición del paciente:


En decúbito supino cerca del borde de la camilla, con la cadera a valorar en flexión
de 90 grados y ligera aducción y la rodilla flexionada libremente.
Posición del fisioterapeuta:
De pie a la altura de la pelvis y orientado hacia la cabeza del paciente.
Contactos:
• La mano externa apresa el muslo cerca de la rodilla.
• La mano interna estabiliza la pelvis, tomando contacto con la EIAS del lado
opuesto. La axila del mismo lado se apoya sobre la rodilla.
Ejecución:
• El fisioterapeuta presiona con suavidad y de forma progresiva sobre la
rodilla en dirección posterior, siguiendo el eje diafisario del fémur.
• Simultáneamente, con la otra mano estabiliza la pelvis.
Valoración:
• La aparición o el aumento del dolor en la región posterior de la pelvis indica
que la prueba es positiva (Ostgaart y cols, 1994).
• La maniobra no es específica para una estructura anatómica concreta, pero
ayuda en la identificación del dolor pélvico posterior.
• La prueba es negativa en los pacientes diagnosticados de lumbalgia
específica, como en el caso de la hernia discal.
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F. Sacral Thrust test:


Objetivo:
Provocar estrés mecánico en deslizamiento posteroanterior de la ASI.
Posición del paciente:
En decúbito prono.
Posición del fisioterapeuta:
De pie a la altura de la pelvis.
Contactos:
Se disponen ambas manos, una reforzando a la otra, sobre la cara dorsal del sacro a
nivel de la ASI. Los codos deben estar extendidos y los brazos verticales.
Ejecución:
El fisioterapeuta efectúa un empuje vertical posteroanterior sobre la cara dorsal del
sacro.
Valoración:
• La prueba se considera positiva cuando provoca dolor pélvico posterior, en
cuyo caso debe achacarse a un problema de las ASI.
• Puede realizarse variando el contacto en la base del sacro o en el ápex, para
provocar nutación y contranutación y, de esta manera, poner en tensión
selectiva a los ligamentos sacroilíacos anteriores y posteriores.

G. Prueba de flexión del tronco en bipedestación (fig. 12):


Objetivo:
Realizar el diagnóstico diferencial entre un dolor de origen lumbosacro y sacroiliaco.
Posición del paciente:
En bipedestación con los pies ligeramente separados.
Posición del fisioterapeuta:
Se sitúa por detrás del paciente.

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Figura 12.

Ejecución:
• En una primera fase, el paciente realiza una flexión activa completa del
tronco, sin contactos del fisioterapeuta.
• En una segunda fase, el paciente realiza una flexión activa del tronco y el
fisioterapeuta, con las manos colocadas a ambos lados de la pelvis, efectúa
una fuerza que provoque una compresión en las ASI.
• Valoración:
• Si el dolor lumbopélvico se provoca o aumenta con la flexión del tronco, sin
contactos del fisioterapeuta, puede ser de origen tanto lumbosacro como
sacroiliaco.
• Si el dolor lumbopélvico desaparece o disminuye significativamente al
comprimir las ASI, indica afectación sacroilíaca, probablemente relacionada
con procesos de inestabilidad.

2.4.2. Modelo integral basado en la función y pruebas para valorar la


transferencia de cargas a través de la región lumbopélvica
Las investigaciones recientes han permitido una mejor comprensión del mecanismo
de transmisión de fuerzas a través de la región lumbosacra y pelvis, diseñándose un
modelo integral basado en la función y no en el dolor (fig. 13).

92
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Figura 13.

Para una correcta transferencia de fuerzas es necesaria una adecuada estabilidad de


las articulaciones de la pelvis. Dicha estabilidad se consigue cuando los sistemas
activo, pasivo y de control actúan conjuntamente para provocar una aproximación
de las superficies articulares en el momento de la carga. El grado de aproximación
necesario varía, ya que depende de la estructura individual, de las fuerzas
necesarias para el control y de la intensidad de la carga..
Por tanto, la capacidad para transferir fuerzas a través de la pelvis es cambiante,
dependiendo principalmente de varios factores: cierre de forma, cierre de fuerza y
función nerviosa apropiada (control motor y estado emocional). En la posición de
autobloqueo o de autoprotección, la articulación está sometida a una importante
compresión, debido a la tensión de la cápsula y ligamentos. La compresión
resultante aumenta la fricción entre las superficies articulares y la resistencia al
cizallamiento.
El autobloqueo en la ASI se consigue mediante una nutación del sacro y una
rotación posterior del Iliaco, Siendo una posición idónea para el soporte de fuerzas
elevadas. La nutación del sacro tiene lugar en bipedestación, por ejemplo, en la
flexión/extensión del tronco y en el lado de apoyo al flexionar la cadera
contralateral.
En situación de carga baja, por ejemplo en decúbito supino y elevación de una
pierna, bipedestación, sentado y en determinados momentos del ciclo de la marcha,
las articulaciones de la cintura pélvica no están autobloqueadas, ya que el sacro
está suspendido entre los dos iliacos y estabilizado por activación de los sistemas
muscular local y global.
El grado de activación muscular necesario para la estabilidad depende de las fuerzas
transferidas y del grado individual del cierre de forma.
En condiciones normales, los músculos estabilizadores locales se anticipan cuando
el SNC puede predecir el momento de la carga; es decir, estos músculos aumentan
su actividad antes de que se produzca la carga o el movimiento. Esta contracción
anticipada prepara las articulaciones de la columna lumbar y pelvis, para recibir la
carga y evita el cizallamiento excesivo, independientemente de la posición de la
articulación.

93
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La compresión articular y la resistencia a la traslación resultante debe aparecer


antes del inicio del movimiento. El momento de contracción muscular específica es
esencial para la transferencia efectiva de fuerzas a través de la pelvis.
En la evaluación y tratamiento de los pacientes con dolor en la cintura pélvica es
necesario valorar tanto el control motor (secuencia y momento de activación
muscular) como la capacidad muscular (fuerza y resistencia). Este modelo requiere
pruebas que exploren el estado funcional individual (capacidad de transferir
fuerzas), en vez de las dirigidas a identificar el origen del dolor.

- Pruebas funcionales para valorar la transferencia de fuerzas a través de la


región lumbopélvica
Estas pruebas funcionales valoran la eficacia de la transferencia de cargas en la
región lumbopélvica (raquis lumbar, ASI y articulaciones coxofemorales).
Para que una articulación pueda transmitir correctamente las cargas se deben tener
en cuenta el papel que juegan las estructuras pasivas y activas y la regulación de la
aproximación de las superficies articulares en rangos pequeños de movimiento,
gracias al exquisito control del sistema nervioso de ajustar las estructuras en
función de la magnitud de la carga.
En el ajuste activo participan músculos, desde los cortos o segmentarios (Sistema
estabilizador local) hasta los polisegmentarios (sistema estabilizador global), que
realizan una fuerte intensidad de cocontracción.
Para realizar el movimiento que se solicita en estas pruebas funcionales suele ser
suficiente la contracción de los músculos estabilizadores locales (suelo pélvico,
multífidos, etc.), para asegurar la aproximación de las superficies articulares y que la
transferencia de carga no se deteriore al pasar por la región lumbopélvica.
En cambio, en la marcha o en la realización de otras actividades de mayor carga, es
necesario el reclutamiento de otros músculos o grupos musculares (sistema
estabilizador global), como el glúteo mayor, dorsal ancho, isquiosurales, recto
anterior, etc.
Por tanto, cuando se realiza una actividad, el grado de la contracción muscular debe
ser proporcional a la magnitud de la carga. En cambio, sucede en algunos pacientes
que al realizar una actividad de baja carga, reclutan la acción de grandes músculos;
dicho reclutamiento muscular y su importante gasto energético no está justificado
para la realización de una actividad de baja carga, como es el apoyo monopodal.
El paciente no debe realizar compensaciones de la pelvis ni del tronco, que hagan
pensar que se están generando niveles de cocontracción muscular demasiado
elevados para la actividad que se solicita.
Debe combinarse el resultado de estas pruebas con las de provocación y movilidad;
por ejemplo, paciente con pruebas de provocación positivas de la ASI y que al
realizar las pruebas funcionales muestra dificultad o imposibilidad para realizar el
movimiento, déficit en el equilibrio o la utilización de estrategias de compensación.
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A. Prueba de Gillet o de pie sobre una pierna (One-leg Standing test o Stork
Test) (fig. 14):

Figura 14.
Objetivos:
• Valorar la capacidad de la región lumbosacra, pelvis y caderas, para
transferir la carga de modo unilateral.
• Valorar la capacidad de la pelvis de permitir rotación intrapélvica
(Hangerford, 2004).
Los estudios de sensibilidad y fiabilidad interobservador con esta prueba han
obtenido buenos resultados (concordancia del 91%).
Posición del paciente:
En bipedestación con los pies ligeramente separados y las manos apoyadas en una
pared a la altura de los hombros. Debe distribuir el peso corporal simétricamente
sobre ambos miembros inferiores.
Posición del fisioterapeuta:
Sentado por detrás del paciente.
Contactos:
• Se apoya el pulgar del mismo lado a valorar sobre la porción inferior de la
EIPS; el resto de la mano se acopla a la porción posterolateral de la pelvis.
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• El pulgar de la otra mano se apoya sobre la cresta sacra media; ambos


pulgares deben quedar situados en la misma horizontal a nivel de S2.
Ejecución:
• Se le pide al paciente que transfiera el peso corporal hacia el miembro
inferior del lado a valorar, flexionando ligeramente la cadera contralateral.
• El fisioterapeuta valora la estabilidad de la ASI en el lado de apoyo en
carga, observando el comportamiento del iliaco respecto al sacro,
conforme se transfiere el peso a la pierna de apoyo.
Valoración:
• En condiciones normales de estabilidad sacroilíaca, debe producirse el
cierre articular mediante una nutación del sacro o una rotación posterior
del iliaco cuando se transfiere el peso a la pierna de apoyo.
Si el movimiento de flexión de la cadera continúa, es probable que el sacro
realice una contranutación; este comportamiento, si aparece, debe
producirse al final del rango de flexión.
• La prueba es positiva cuando la contranutación tiene lugar en el momento
de despegar el pie del suelo, indicando que existe un déficit en el control
de estabilidad de la ASI durante la transferencia de peso.
• La positividad de esta prueba indica un fallo en el mecanismo de
autobloqueo de la pelvis en situación de soporte de carga.
• El fisioterapeuta debe observar y valorar las compensaciones o
adaptaciones que se realicen en la pelvis y el tronco. Dichas adaptaciones
indican una insuficiente estabilidad lumbopélvica y la necesidad de la
activación de músculos del sistema estabilizador global.
• En diferentes estudios se ha comprobado que existe una firme correlación
de la positividad de la prueba con personas sintomáticas, dándole un
mayor valor clínico al test.
En personas asintomáticas, en el lado de la carga, hay tendencia a realizar
nutación del sacro o rotación posterior del iliaco; en cambio, las personas
sintomáticas tienen tendencia a la rotación posterior del iliaco (estado
relativo de contranutación del sacro).

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B. Prueba de elevación activa con la pierna extendida (fig. 15):

Figura 15.
Objetivos:
• Valorar la transferencia de una carga de mínima magnitud entre el tronco y
las extremidades inferiores.
• Detectar la discapacidad para elevar activamente la pierna en decúbito
supino (situación de carga de mínima magnitud), correlacionándose con un
déficit de estabilidad de la pelvis.
Se ha demostrado que es una prueba clínica fiable, sensible y específica para el
dolor de la cintura pélvica, especialmente en el dolor pélvico relacionado con el
embarazo y el dolor lumbopélvico crónico (Mens, 2002).
Posición del paciente:
En decúbito supino, ya que en esta posición la ASI se encuentra desbloqueada.
Coloca las rodillas extendidas y los pies separados unos 20 cm.
Posición del fisioterapeuta:
Se sitúa de pie en el lateral de la camilla y del lado a valorar.
Ejecución:
• Se le pide al paciente que eleve el miembro inferior con la rodilla extendida
y hasta que el tobillo alcance una altura aproximada de 20 cm.
• Se le solicita al paciente que puntúe la dificultad en una escala de 0 a 6: sin
dificultad (0), dificultad mínima (1), cierta dificultad (2), bastante dificultad
(3), mucha dificultad (4), imposible (5) (Mens y cols, 1999).
• El fisioterapeuta observa si el paciente puede elevar la pierna sin esfuerzo o,
por el contrario, necesita de diferentes estrategias de compensación o
adaptación de la pelvis, del tronco o un aumento excesivo de la presión
intraabdominal.
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• La prueba debe efectuarse bilateralmente, con el fin de comparar el lado


sintomático con el lado sano.
Valoración:
• Si la función de la ASI es normal, la pierna puede elevarse sin esfuerzo y la
pelvis no se mueve (flexión, extensión, inclinación lateral o rotación) respecto
al tórax y/o extremidad inferior. Aunque la ASI se encuentre desbloqueada,
durante la prueba suele ser suficiente la activación del sistema activo de
estabilización local (suelo pélvico, multífidos, abdominales), que aumenten
ligeramente la presión intraabdominal.
• En cambio, cuando existe un déficit en el sistema pasivo y/o activo, el
paciente utiliza determinadas estrategias de compensación (Richardson y
cols, 2004), que pueden ser identificadas mediante esta prueba.
Generalmente, en caso de estabilidad insuficiente, la pelvis tiende a girarse
hacia el lado de la pierna en elevación o una cocontracción excesiva de la
musculatura abdominal, que incremente la presión intraabdominal.
• Cuando el fisioterapeuta aplica una fuerza de compresión bilateral y en
dirección medial sobre las palas iliacas, sin entorpecer el movimiento en la
articulación coxofemoral, los pacientes con dolor e inestabilidad de la ASI
pueden efectuar la elevación de la pierna con un menor esfuerzo. (Mens,
1999).
• Se puede pedir al paciente la contracción simulada de distintos músculos
locales, que asisten a la estabilidad de la pelvis y al control de la presión
intraabdominal (transverso, fibras más horizontales del oblicuo interno, suelo
pélvico, multífidos lumbares); dichas contracciones deben ser submáximas
(30-40% de la contracción máxima), que se considera suficiente para provocar
una estabilización adicional lumbopélvica. En todo caso, debe evitarse la
cocontracción de músculos del sistema estabilizador global; por ejemplo,
resistir el hombro del paciente para provocar una contracción del oblicuo
externo.
• Si con ellos se aprecia mejoría, es un buen pronóstico para la prescripción de
fisioterapia activa.
• Si es necesario, se pueden utilizar contactos manuales que no interfieran con
el desarrollo de la prueba (EIAS, rebordes pélvicos, región pectoral,
talones...).

2.4.3. Pruebas para valorar la flexibilidad general de la región lumbopélvica


Objetivos:
• Determinar el grado de inflamación o de irritabilidad de las articulaciones
lumbopélvicas.

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• Identificar qué segmentos lumbopélvicos presentan disfunciones de


hipomovilidad, debiendo valorarse la respuesta del segmento tanto al
empuje posteroanterior como al soltar la presión. Los segmentos
sospechosos de hipomovilidad deben ser sometidos a un examen
segmentario detallado.

A. Prueba de ballesteo en sedestación (fig. 16):

Figura 16.

Posición del paciente:


Sentado en la camilla a horcajadas y con el tronco recto.
Posición del fisioterapeuta:
De pie por detrás del paciente.
Contactos:
• El antebrazo del lado no dominante se dispone transversalmente a la
región cervicodorsal, de tal manera que con la mano se bloquea un hombro
y con el codo el otro.
• La parte dorsal de las segundas y terceras falanges de los dedos
trifalángicos de la mano dominante se disponen sucesivamente sobre

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ambas ASI, base del sacro y sobre todos y cada uno de los segmentos
lumbares.
• El antebrazo debe situarse siempre perpendicular al segmento vertebral a
valorar.
Ejecución:
• La mano no dominante estabiliza el tronco del paciente.
• La mano dominante efectúa empujes en sentido posteroanterior sobre los
iliacos, el sacro y los segmentos lumbares, salvando primero los diferentes
planos tisulares (piel, tejido celular subcutáneo, fascia y músculos). Debe
valorarse la calidad del desplazamiento, la sensación de rigidez a la
compresión y la respuesta de rebote al soltar la presión.
Valoración:
• Aquellos segmentos vertebrales en los que se detecte rigidez o
hipomovilidad deben someterse al examen segmentario correspondiente,
teniendo en cuenta que el movimiento es mayor en el centro de la lordosis
lumbar y que, de forma fisiológica, la rigidez aumenta a medida que el
empuje se efectúa más cerca de las charnelas (dorsolumbar y lumbosacra).

B. Prueba de ballesteo en decúbito prono (fig. 17):


Posición del paciente:
En decúbito prono con los pies por fuera del borde de la camilla. Si existe
hiperlordosis, debe colocarse una almohada debajo de la región abdominal.
Posición del fisioterapeuta:
De pie a un lado del paciente, a la altura de la pelvis y con el peso corporal sobre el
segmento a valorar. Los codos deben disponerse en extensión.
Contactos:
• Se dispone el talón de una mano sobre el segmento a valorar, pudiendo
situar los dedos en dirección craneal o caudal. Las apófisis espinosas
lumbares o la cresta sacra media deben quedar situadas en el centro del
talón, de manera que la eminencia tenar quede dispuesta por detrás de la
apófisis transversa o hemibase del sacro y la eminencia hipotenar en el
lado opuesto. La otra mano refuerza el contacto de la anterior.

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Figura. 17
Ejecución:
• Se ejerce una fuerza de compresión hacia la camilla sobre el segmento a
valorar.
• El antebrazo debe estar siempre situado perpendicular al segmento a
valorar.
• Se valora tanto la calidad del movimiento, la resistencia a la compresión y la
respuesta de rebote al soltar la presión.
• Debe valorarse comparativamente la movilidad de ambas ASI; si una
presenta hipomovilidad, se percibirá que se mueve más en bloque.
• Los segmentos hipomóviles deben someterse a un análisis más detallado.

2.4.4. Pruebas para valorar la movilidad de las ASI


A. Prueba de flexión del tronco (pulgares ascendentes) (fig. 18):
Objetivo:
Determinar en qué ASI se encuentra el problema mecánico o la hipomovilidad.
Posición del paciente:
En bipedestación con los pies ligeramente separados y el tronco recto.

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Figura 18.

Posición del fisioterapeuta:


Sentado en un taburete por detrás del paciente.
Contactos:
• Se coloca cada pulgar contra el borde posteroinferior de cada EIPS; la yema
del pulgar debe bloquearse en dirección anterior y superior. El resto de la
mano es importante que contacte con la pala iliaca, con el fin de percibir el
movimiento global del iliaco.
Ejecución:
• Se pide al paciente que efectúe una flexión lenta y progresiva del tronco.
• Cuando el movimiento llegue a las ASI, el fisioterapeuta permite el arrastre
del contacto de sus pulgares.
Valoración:
• El test es positivo del lado donde se produce un mayor ascenso del pulgar.
• Del lado en que el test es positivo indica el lado donde se encuentra el
problema mecánico (hipomovilidad).
• El test es inespecífico, ya que un acortamiento de determinados músculos,
como el cuadrado lumbar o el dorsal ancho, pueden condicionar que
traccionen de la pelvis y ascienda más el pulgar de ese lado.

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B. Test clásico de Gillet (fig. 19):

Figura 19.

Objetivos:
• Identificar la ASI hipomóvil.
• Determinar si la disfunción es ileosacra o sacroilíaca.
• Determinar si se trata de una disfunción de iliaco posterior o anterior.
Posición del paciente:
De pie frente a una pared, con los hombros en flexión de 90 grados, los codos
extendidos y las manos apoyadas en una pared. El cuerpo debe estar vertical y no
reclinado sobre la pared.
Posición del fisioterapeuta:
Sentado por detrás del paciente.

Fase 1:
Objetivo:
Determinar cuál es la ASI hipomóvil.
Contactos:
Se colocan los pulgares sobre las EIPS; el resto de la mano debe acoplarse a la cresta
iliaca y fosa iliaca externa.
Ejecución:
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• Se le pide al paciente que alternativamente flexione la cadera en una


amplitud de unos 100 grados.
• Los pulgares del fisioterapeuta siguen el desplazamiento de las EIPS.
Valoración:
• Fisiológicamente, al flexionar la cadera, La EIPS y el pulgar situado sobre
ella deben descender al flexionar la cadera.
• Si existe un bloqueo, sea en iliaco anterior o posterior, la EIPS del lado
hipomóvil desciende en menor cuantía, no desciende o incluso puede
ascender.
• Dicha hipomovilidad puede afectar al movimiento del iliaco respecto al
sacro (disfunción ileosacra) o al movimiento del sacro en relación al iliaco
(disfunción sacroilíaca).

Fase 2:
Objetivo:
Efectuar el diagnóstico diferencial entre una disfunción ileosacra o sacroilíaca.
Contactos:
• El pulgar del mismo lado de la hipomovilidad se coloca sobre la EIPS.
• El otro pulgar se dispone sobre la cresta sacra media, al mismo nivel del
otro pulgar (generalmente en el plano de S2).
Ejecución:
• Se le pide al paciente que flexione la cadera del lado de la ASI hipomóvil.
• Se le pide al paciente que flexione la cadera del lado opuesto a la ASI
hipomóvil.
Valoración:
• Si el pulgar situado sobre el iliaco no desciende al flexionar la cadera
homolateral, se habla de disfunción ileosacra.
• Si el pulgar situado sobre el sacro no desciende al flexionar la cadera
contralateral, se habla de disfunción sacroilíaca.

Fase 3:
Objetivo:
Determinar si la disfunción ileosacra afecta al brazo menor o al brazo mayor de la
ASI.
Contactos:
• Para valorar el brazo menor, se sitúa un pulgar inmediatamente por encima
de la EIPS (S1) y el otro pulgar sobre el sacro en la misma horizontal.
• Para valorar el brazo mayor, se sitúa un pulgar inmediatamente por debajo
de la EIPS (S3) y el otro pulgar sobre el sacro en la misma horizontal.

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Ejecución:
• Para valorar una disfunción ileosacra sobre el brazo menor o mayor se le
pide al paciente que flexione la cadera del lado a valorar.
• Para valorar una disfunción sacroilíaca sobre el brazo menor o mayor, se le
pide al paciente que flexione la cadera contralateral.
Valoración:
• Si el pulgar situado sobre el iliaco a la altura de S1 no desciende al flexionar
la cadera homolateral, se trata de una disfunción ileosacra en el brazo
menor.
• Si el pulgar situado sobre el sacro a la altura de S1 no desciende al flexionar
la cadera contralateral, se trata de una disfunción sacroilíaca en el brazo
menor.
• Si el pulgar situado sobre el iliaco a la altura de S3 no desciende al flexionar
la cadera homolateral, se trata de una disfunción ileosacra en el brazo
mayor.
• Si el pulgar situado sobre el sacro a la altura de S3 no desciende con la
flexión de la cadera contralateral, se trata de una disfunción sacroilíaca en
el brazo mayor.

C. Prueba para valorar la movilidad del iliaco en el plano sagital (decúbito supino)
(fig. 20):

Figura 20.

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Es una prueba inespecífica, que valora la movilidad pasiva de la ASI en el plano


sagital, al realizar empujes anteroposteriores y posteroanteriores sobre el iliaco. Los
resultados obtenidos deben compararse siempre con la ASI opuesta.
Objetivo:
Conocer cómo se mueve la articulación, cuál es la calidad de la resistencia y si
aparece dolor al aplicar el estímulo mecánico.
Posición del paciente:
En decúbito supino con las rodillas ligeramente flexionadas y una almohada bajo las
mismas.
Posición del fisioterapeuta:
De pie del lado a valorar y mirando en dirección de la cabeza del paciente.
Contactos:
• Las yemas de los dedos trifalángicos de la mano externa se sitúan por
dentro de la EIPS, de tal manera que contacten con la cara posterior del
sacro.
• El talón de la mano interna se apoya sobre las espinas iliacas anteriores, de
tal manera que el antebrazo se sitúe en pronación y los dedos dirigidos
hacia fuera.
Ejecución:
• Con la mano interna se ejerce un empuje anteroposterior sobre las espinas
iliacas anteriores.
• Partiendo de la posición neutra del iliaco en el plano sagital, el
fisioterapeuta efectúa un movimiento anteroposterior del iliaco
independiente del sacro. Debe percibir una resistencia elástica al
movimiento.
• Al efectuar una rotación posterior del iliaco, el sacro se dispone en una
posición relativa de nutación; por tanto, manteniendo la rotación posterior
del iliaco y realizando un empuje anteroposterior se debe percibir que la
ASI se bloquea y que la capacidad de absorber un movimiento
anteroposterior disminuye; debe percibirse sensación elástica, pero de
mucho menor amplitud.
• Si se empuja el iliaco en dirección posteroanterior, debe percibirse que el
grado de movilidad es mayor.
Valoración:
• En una ASI en condiciones normales, en la que está presente un buen
funcionamiento del sistema pasivo de estabilidad debe ocurrir:
o Partiendo de la posición neutra, se puede efectuar la rotación posterior
del iliaco, percibiendo una discreta y linealmente progresiva resistencia
hasta la primera barrera (R1).

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o Cuando la articulación se aproxima a la posición de cierre y de puesta


en tensión de los ligamentos (R2), la movilidad debe disminuir
exponencialmente.
o La movilidad debe aumentar con la rotación anterior.
• En las ASI inestables, con pérdida de la función de estabilidad del sistema
ligamentoso, se percibe que la articulación no se bloquea al realizar la
rotación posterior del iliaco; a la articulación le cuesta entrar en una
posición de cierre.

D. prueba para valorar la movilidad del iliaco en el plano sagital (decúbito prono) (fig.
21):

Figura 21.
Objetivo:
Valorar la movilidad posteroanterior del iliaco en el plano sagital, cuál es la calidad
de la resistencia y determinar si aparece dolor al aplicar el estímulo mecánico.
Posición del paciente:
En decúbito prono.
Posición del fisioterapeuta:
De pie en el lado a valorar.

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Contactos:
Se coloca el talón de una mano sobre la EIPS y se refuerza el contacto con la otra
mano.
Ejecución:
• Se realizan empujes en sentido posteroanterior, que provoquen una
deformación de la pelvis, pero sin que afecte a la flexión/extensión del
raquis lumbar.
• Se valora la calidad de la resistencia o la aparición del dolor.
• Variantes:
• Para el deslizamiento posteroanterior:
• Se dispone el talón de una mano sobre la EIPS y el pisiforme de la otra
mano sobre la hemibase contralateral del sacro. Una mano estabiliza el
sacro, mientras que la otra realiza empujes posteroanteriores sobre el
iliaco.
• Para el deslizamiento anteroposterior:
• Se dispone el talón de una mano sobre la parte posterior de la tuberosidad
isquiática y el pisiforme de la otra mano sobre la hemibase homolateral del
sacro. Una mano estabiliza el sacro y la otra efectúa empujes
posteroanteriores sobre la tuberosidad isquiática, provocando una rotación
posterior del iliaco.

E. Prueba para valorar la movilidad del iliaco en el plano coronal (fig. 22):
Aunque los movimientos sacroilíacos más estudiados y reconocidos son los de
nutación/contranutación del sacro y de rotación posterior/anterior del iliaco, los
movimientos de apertura de las palas iliacas (out flare) y de cierre de las palas
iliacas (in flare) son perfectamente perceptibles y valorables.
Se realizan en un plano coronal y alrededor de un eje anteroposterior que pasa por
S2:
- Out flare: la pala iliaca se separa del plano medio sagital del cuerpo y el
isquion se aproxima.
- In flare: la pala iliaca se aproxima al plano sagital medio del cuerpo y el
isquion se separa.

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Figura 22.

En el apoyo monopodal, el iliaco realiza una rotación posterior, el sacro una


nutación y la pala iliaca una apertura o out flare.
Durante la marcha, ambos iliacos realizan este movimiento de forma opuesta, en
función de la carga que reciban las ASI.
Objetivo:
Valorar los movimientos de apertura y cierre de los iliacos.
Posición del paciente:
En decúbito lateral confortable y sin dolor, para que los sistemas local y global estén
inactivos.
Posición del fisioterapeuta:
De pie por delante del paciente.

E.1. Para valorar la aproximación de la pala iliaca:


Contactos:
• Se rodea con una mano la cresta iliaca y se refuerza el contacto con la otra
mano.
• Una alternativa consiste en realizar el contacto sobre la cresta iliaca con
una mano y con la otra controlar el movimiento del isquion.
Ejecución:
• Se aprovecha el brazo de palanca desde la ASI hasta la cresta iliaca.
• El fisioterapeuta deja caer su peso corporal sobre el contacto, empujando
la cresta iliaca en dirección medial y ligeramente en dirección craneal, con
el fin de seguir la curvatura del iliaco. El movimiento debe efectuarse hasta
percibir la resistencia mecánica de la articulación.
• Si se le solicita al paciente que contraiga la musculatura del suelo pélvico se
percibirá que el movimiento se bloquea o disminuye, lo que demuestra que

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la afectación de esta musculatura influye en el bloqueo de estos


movimientos, que también son importantes.

E.2. Para valorar la separación de la pala iliaca:


Contactos:
• Se coloca el talón de la mano sobre la parte lateral del isquion, con
precaución de no comprimir al nervio ciático; se refuerza este contacto con
la otra mano.
• Una alternativa consiste en realizar el contacto con una mano y la otra que
controle el movimiento de apertura de la pala iliaca.
Ejecución:
• Se aprovecha el brazo de palanca desde la ASI hasta la tuberosidad
isquiática.
• El fisioterapeuta deja caer lentamente el peso corporal sobre el contacto,
empujando al isquion en dirección medial.
• Debe percibirse la sensación elástica del movimiento y al final del mismo.
• La contracción del transverso del abdomen puede bloquear la apertura de
las palas iliacas.
Variante:
Puede colocarse una mano sobre la cresta iliaca y la otra sobre la tuberosidad
isquiática y realizar alternativamente ambos movimientos.

F. Prueba para valorar los movimientos del iliaco en el plano transversal (fig. 23):
Objetivo:
Determinar si los iliacos aceptan o no los movimientos de rotación externa/interna.
Posición del paciente:
Sentado con los pies apoyados en el suelo.

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Figura 23.

Posición del fisioterapeuta:


Sentado por detrás del paciente.
Contactos:
Se sitúan los pulgares sobre el borde interno de las EIPS; el resto de las manos se
acoplan a la forma de la pelvis.
Ejecución:
• En un primer tiempo, se valora la distancia de cada EIPS a la línea dorsal
media.
• En un segundo tiempo, se le pide al paciente que realice abducción y
aducción simultánea de las caderas.
Valoración:
• Fisiológicamente, al realizar la abducción de las caderas, las EIFS deben
acercarse a la línea dorsal media. Por el contrario, al realizar la aducción,
deben alejarse de dicha línea.
• Si la EIPS está más alejada de la línea media y durante la abducción de
caderas no se acerca a la línea media, indica que ese iliaco no acepta la
rotación externa, estando bloqueado en rotación interna.
• Si la EIPS está más cercana a la línea dorsal media y durante la aducción de
cadera no acepta alejarse de la línea dorsal media, indica que dicho iliaco
no acepta la rotación interna, estando bloqueado en rotación externa.

2.4.5. Pruebas para valorar la movilidad del sacro


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2.4.6. Pruebas para la valoración segmentaria del raquis lumbar

A. Ballesteo en sedestación
B. Ballesteo en decúbito prono

C. Prueba de inclinación lateral del tronco en bipedestación

D. Prueba de flexión/extensión (test de Mitchell):

E. Pruebas de movilidad pasiva segmentaria en decúbito lateral:

E.1. Para el movimiento de flexión

E.2. Para el movimiento de extensión

E.3. Para el movimiento de rotación

E.4. Para el movimiento de inclinación lateral

F. Pruebas de movilidad pasiva en sedestación:

F.1. Para el movimiento de flexión

F.2. Para el movimiento de extensión

F.3. Para el movimiento de inclinación lateral

F.4. Para el movimiento de rotación

2.5. Examen neurológico

2.5.1. Pruebas de puesta en tensión de las raíces nerviosas


A. Signo de Lasegue o de elevación pasiva de la pierna extendida (fig. 42):
Objetivo:
Someter a tensión al nervio ciático y a las raíces nerviosas que participan en su
conformación.

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Figura 42.

Posición del paciente:


En decúbito supino con las rodillas extendidas.
Posición del fisioterapeuta:
De pie en el lado a valorar.
Contactos:
Con la mano caudal apresa el tobillo del paciente y con la mano craneal controla la
extensión de la rodilla.
Ejecución:
El fisioterapeuta lleva pasivamente la cadera del lado a valorar a flexión con la
rodilla en extensión, hasta que aparezca o aumente el dolor irradiado en la región
lumbar o en la cara posterolateral del miembro inferior.
Valoración:
• La prueba es positiva cuando aparece o aumenta el dolor en la región
lumbar o en la cara posterolateral del miembro inferior.
• La positividad de la prueba no es patognomónica de una hernia discal, ya
que también puede resultar positiva en otros procesos, tales como un
síndrome del piramidal o una disfunción de la ASI.
• Su positividad por debajo de los 15-20 grados puede ser una
contraindicación para las técnicas articulares de alta velocidad.
• Cuando es positiva de forma bilateral y se asocia a signos de hernia discal
orienta hacia una hernia posteromedial.
• Cuando únicamente provoca dolor en la región lumbar y se asocia a signos
de hernia discal, su positividad apunta hacia una hernia discal interna.
• Cuando únicamente provoca dolor irradiado al miembro inferior y se asocia
a signos de hernia discal, su positividad apunta hacia una hernia discal
externa.

113
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• Si la positividad de la prueba aumenta añadiendo aducción de la cadera,


apunta hacia un síndrome del piramidal.

B. Prueba de Bragard (fig. 43):

Figura 43.

Posición del paciente:


En decúbito supino con las rodillas extendidas.
Posición del fisioterapeuta:
De pie en el lado a valorar.
Contactos:
La mano caudal apresa el pie del paciente y la mano craneal controla la extensión
de la rodilla.
Ejecución:
El fisioterapeuta lleva pasivamente la cadera a flexión con la rodilla extendida, hasta
que aparezca o aumente el dolor irradiado al miembro inferior. Desde esta posición
disminuye ligeramente la flexión de la cadera (aproximadamente 10 grados) y,
seguidamente, con la mano caudal provoca una flexión dorsal máxima del tobillo.
Valoración:
El test es positivo cuando provoca o aumenta el dolor irradiado al miembro inferior.

114
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C. Prueba de Nery (fig. 44):

Figura 44.
Objetivo:
Provocar un ascenso de la médula espinal y poner en evidencia un atrapamiento de
las raíces que conforman el tronco ciático.
Posición del paciente:
En decúbito supino con las rodillas en extensión.
Posición del fisioterapeuta:
De pie a la altura de los hombros del paciente.
Contactos:
• La mano caudal se coloca transversalmente sobre la parte superior del
esternón.
• La mano craneal se sitúa debajo de la cabeza.
• Ejecución:
• La mano caudal comprime sobre el esternón para fijar la posición del
tronco.
• La mano craneal lleva la cabeza y el cuello a máxima flexión.
Valoración:
• La prueba es positiva cuando dicha maniobra provoca o aumenta el dolor
irradiado a los miembros inferiores.
• Su positividad indica atrapamiento de la vía nerviosa, siendo un argumento
a favor de una hernia discal cuando se acompaña de signos de compromiso
discal.

115
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D. Signo de Lasegue invertido (fig. 45):

Figura 45.
Objetivo:
Someter a tensión selectiva al nervio femoral o crural y a las raíces que participan
en su conformación.
Posición del paciente:
En decúbito prono con la rodilla del lado a valorar en máxima flexión.
Posición del fisioterapeuta:
De pie del lado a tratar.
Contactos:
• La mano craneal se sitúa sobre la parte posterior de la pelvis.
• La mano caudal se sitúa por debajo del tercio distal de la cara anterior del
muslo.
Ejecución:
Manteniendo fija la posición de la pelvis con la mano craneal, el fisioterapeuta lleva
la cadera a extensión con la rodilla en flexión.
Valoración:
• La prueba es positiva cuando dicha posición provoca o aumenta el dolor
irradiado por la región inguinal y cara anterior del muslo.
• La positividad de esta prueba orienta hacia una cruralgia, teniendo en
cuenta que dicho dolor puede estar causado por trastornos coxofemorales
o por una falta de extensibilidad de la musculatura anterior, debiendo
efectuarse un diagnóstico diferencial.

116
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E. Prueba de Slump (fig. 46 y 47):

Figura 46. Figura 47.

Objetivos:
• Poner en tensión la totalidad del sistema neuromeníngeo que corresponde
al nervio ciático, con el fin de poner en evidencia posibles compromisos de
dicho nervio, tanto en las raíces que forman el nervio como en los troncos
nerviosos.
• Permitir efectuar un diagnóstico diferencial entre una afectación del nervio
ciático y un trastorno del sistema musculoesquelético.
Posición del paciente:
Sentado con las piernas colgando por el borde de la camilla.
Posición del fisioterapeuta:
De pie, situado lateralmente respecto al paciente.
Contactos:
Se dispone una mano sobre la cabeza del paciente.
Ejecución:
• El fisioterapeuta coloca todo el raquis en flexión, fijando la posición de la
cabeza y el cuello con sus manos.
• Se le pide al paciente que extienda ambas rodillas y realice una flexión
dorsal de los tobillos.
• En esta posición se valoran los siguientes aspectos:
o Grado de tensión que percibe el paciente.
o Aparición de dolor de tipo neurógeno.
o Imposibilidad o dificultad para realizar la movilidad completa de
rodillas o tobillos.
• Seguidamente, el fisioterapeuta dispone el raquis cervical en extensión,
manteniendo la flexión del resto de la columna y se le pide que
nuevamente extienda las rodillas y realice flexión dorsal de los tobillos,

117
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valorando los mismos aspectos que en la posición anterior; con esta


maniobra se pretende reducir parcialmente la tensión en el sistema
neuromeníngeo.
Valoración:
• Si el dolor irradiado o la tensión aparece con la flexión del raquis cervical,
orienta hacia un posible compromiso del nervio ciático.
• Si el dolor aparece o se mantiene al colocar el raquis cervical en extensión,
orienta hacia un posible trastorno musculoesquelético.

2.5.2. Valoración de las alteraciones de la inervación segmentaria


La irritación o compresión de las raíces de los nervios raquídeos puede perturbar la
función neurológica, ocasionando la aparición de signos y síntomas en los tejidos
abastecidos por esta raíz.
La referencia distal del llamado dolor de raíz, que se cree que aparece por la
implicación de una sola raíz, puede observarse en las distribuciones presentadas en
las figuras 50 a 52, pero no invariablemente, puesto que el tamaño y los límites de
los dermatomas tienden a fluctuar según los niveles cambiantes de facilitación
existentes en los segmentos del cordón espinal. Hay también mucha variación entre
individuos en los modelos de referencia con proyección del dolor.
En la variabilidad de los modelos de referencia se deben tener en cuenta los
siguientes factores:
• El solapamiento de aporte cutáneo, sobre todo a nivel proximal.
• La prefijación y postfijación de los plexos.
• La gran oblicuidad de las raíces lumbosacras (fig. 48), debido a la cual dos
raíces adyacentes pueden estar comprometidas por invasión de tejido en
un solo segmento vertebral.

118
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Figura 48.

Es aconsejable mantener una mentalidad abierta al valorar el nivel probable de


implicación vertebral a partir de los modelos de referencia distal del dolor y otros
síntomas y déficits neurológicos.

La disfunción metamérica vertebral se pone en evidencia mediante la valoración de


sus diferentes elementos (dermatoma, miotoma y esclerotoma), a través de las
siguientes pruebas:
- En el dermatoma:
• Dermalgias reflejas al pinzado rodado.
• Dolor irradiado.
• Parestesias e hipoestesias.

-En el miotoma:
- Presencia de cordones miálgicos.
- Debilidad a los tests musculares.
- Claudicación a la contracción isométrica resistida.
- Abolición o disminución de los reflejos osteotendinosos.
-En el esclerotoma:
• Sensibilidad dolorosa a la presión/fricción sobre prominencias óseas y
ligamentos.
• Palpación dolorosa sobre la apófisis espinosa del segmento vertebral
correspondiente.

119
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Una radiculopatía puede presentar sintomatología de carácter sensitivo (cutánea,


miógena, esclerógena), así como alteración de los reflejos y déficits motores de la
musculatura inervada. La suma de todos ellos constituirá el cuadro clínico. En las
lesiones esqueléticas, es decir en las no neurógenas, puede aparecer dolor referido
en cualquiera del resto de las estructuras que están inervadas por la misma raíz,
pero no déficits neurológicos.

2.5.3. Topografía de la inervación segmentaria (dermatomas) (fig. 49)


A. Raíz L1 (fig. 50 a y b):
-Dermatoma:
El dolor se extiende según una banda oblicua que abarca:
• La región lumbar alta.
• Cruza la cresta iliaca.
• La totalidad de la región inguinal.

- Miotoma:
• Intercostales de la duodécima costilla.
• Cuadrado lumbar.

Figura 49.
B. Raíz L2:
- Dermatoma (fig. 50 a y b):
Se extiende según una banda oblicua situada ligeramente por debajo de la
correspondiente a L1, presentando el siguiente trayecto:

120
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• Región lumbar alta.


• Rodea lateralmente la nalga.
• Desciende por la mitad superior de la cara anterointerna del muslo.
- Miotoma:
Como músculo representativo se considera al psoas mayor. Por tanto, para poner
en evidencia la debilidad muscular se debe valorar de forma bilateral la flexión de la
cadera.

- Esclerotoma (fig. 53).

- Puesta en tensión de las raíces:


Se utiliza el test de Lasegue invertido (estiramiento del nervio femoral o crural).

Figura 50. Figura 51.

C. Raíz L3:
-Dermatoma (fig. 51 a y b):
• Parte superior de la nalga.
• Cara anterior del muslo.
• Parte interna de la rodilla.

- Miotoma:
Se toma como músculo representativo el cuádriceps; por tanto, para ponerlo en
evidencia se compara bilateralmente la fuerza de extensión de las rodillas.

121
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- Reflejo osteotendinoso:
Abolición o disminución del reflejo rotuliano.

- Esclerotoma (fig. 53).

- Puesta en tensión de la raíz:


Test de Lasegue invertido (estiramiento del nervio femoral o crural).

D. Raíz L4:
- Dermatoma (fig. 51 a y b):
Abarca las siguientes zonas:
• Parte media de la nalga.
• Parte inferoexterna del muslo.
• Cara anterior de la tibia.
• Dorso del pie hasta el dedo gordo.

- Miotoma:
Aunque también participa en la inervación del cuádriceps, se toma como músculo
representativo el tibial anterior; por tanto, para poner en evidencia su debilidad, se
debe comparar bilateralmente la fuerza de la flexión dorsal de los tobillos.

- Reflejo osteotendinoso:
Abolición o disminución del reflejo rotuliano.

- Puesta en tensión de la raíz:


- Estiramiento del nervio crural (test de Lasegue invertido).
- Estiramiento del nervio ciático (test de Lasegue).

- Esclerotoma (fig. 53).

E. Raíz L5:
- Dermatoma (fig. 52 a y b):
Inerva las siguientes zonas:
• Parte media de la nalga.
• Porción posteroexterna del muslo.
• Cara externa de la pierna.
• Dorso del pie.
• Los 3 primeros dedos.

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• En cada dermatoma parecen existir unas áreas concretas más vulnerables a


la pérdida de sensibilidad; en la lesión de la raíz L5 se sitúa en el espacio
interdigital entre el primero y segundo dedo del pie.

Figura 52.
- Miotoma:
Se toman como músculos representativos los extensores de los dedos del pie. Por
tanto, para poner en evidencia la afectación de este miotoma se compara
bilateralmente la fuerza en la extensión del dedo gordo. El paciente puede
presentar dificultad para caminar de talones.

- Reflejos osteotendinosos:
Percusión sobre el extensor del dedo gordo e isquiosurales mediales.

- Esclerotoma (fig. 53).

F. Raíz S1:
- Dermatoma (fig. 52 a y b):
Inerva los siguientes territorios:
• Parte media de la nalga.
• Cara posterior del muslo.
• Cara posterior de la pierna.
• Talón.
• Planta del pie por su parte externa.
• Borde externo del pie.

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• El área más vulnerable a la pérdida de sensibilidad, así como de la aparición


de parestesias, está situada por debajo y por detrás del maleolo peroneo.

- Miotoma:
Inerva a los peroneos, glúteo mayor, isquiosurales y tríceps sural. Por tanto, para
poner en evidencia la afectación de su miotoma se debe comparar bilateralmente la
fuerza de la eversión del tobillo, extensión de cadera y flexión de la rodilla.

- Reflejo osteotendinoso:
Abolición o disminución del reflejo aquileo o la percusión sobre los isquiosurales
laterales.

- Esclerotoma (fig. 53).

- Puesta en tensión de la raíz:


Signo de Lasegue (estiramiento del nervio ciático).

Figura 53.

G. Raíz S2:
- Dermatoma (fig. 52):

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Banda posteromedial desde la nalga hasta el talón.

- Miotoma:
Se toma como músculos representativos los isquiosurales y el tríceps sural; por
tanto, para poner en evidencia su afectación se debe comparar bilateralmente la
fuerza de flexión de las rodillas y pedir al paciente que camine de puntillas.

- Esclerotoma (fig. 53).

- Puesta en tensión de la raíz:


Signo de Lasegue (estiramiento del nervio ciático).

H. Raíces S3 y S4:
- Dermatoma:
Corresponde al área de la silla de montar.

- Miotoma:
Se toman como músculos representativos los del suelo de la pelvis.
Puede acompañarse de síntomas de incontinencia.

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PARTE 5: TRATAMIENTO MANUAL DEL COXAL

1.- TÉCNICA ARTICULATORIA DE ALTA VELOCIDAD SEMIDIRECTA PARA


NORMALIZAR UNA DISFUNCIÓN EN ROTACIÓN POSTERIOR DEL COXAL EN
DECÚBITO LATERAL. Foto 1.

Foto 1.

Objetivo:
• Favorecer la rotación anterior del coxal.
Posición del paciente:
• Decúbito contralateral en relación al coxal en disfunción.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación en caderas asimétricas a la altura de la pelvis, mirando en
dirección craneal y pegando los muslos al borde de la camilla.
Parámetros:
• Tracción del miembro inferior que está pegado a la camilla.
• Flexión de la cadera superior por debajo de 90 grados para no arrastrar el
coxal a rotación posterior y apoyamos el dorso del pie en la parte posterior de
la pierna contraria.
• Adelantamos la hemipelvis inferior hasta que el muso quede paralelo al suelo.
• Flexión de la palanca superior hasta la base del sacro con el fin de llevarlo a
contranutación.
• Rotación homolateral al coxal en disfunción hasta la charnela toracolumbar.
• Brazos del paciente cruzados por delante.
Contactos:
• Mano craneal en la cara anteroexterna del hombro estabilizando la palanca
superior.
• Pisiforme caudal sobre la espina iliaca posterosuperior orientando los dedos
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hacia medial.
• Se realiza un torque hacia craneal.
• El antebrazo se orienta de posterior a anterior y de arriba abajo.
• Colocamos la rodilla de la pierna caudal sobre la rodilla del paciente.

2.- TÉCNICA DE ENERGÍA MUSCULAR PARA UNA DISFUNCIÓN EN ROTACIÓN


POSTERIOR DEL COXAL. FOTO 2.

Foto 2.

Objetivo:
• Recuperar la movilidad en rotación anterior.
Posición del paciente:
• Decúbito prono.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación en caderas asimétricas, mirando hacia la cabeza del paciente, a
la altura de la pelvis y al lado contrario de la sacroiliaca a tratar.
Contactos:
• Pisiforme de la mano craneal apoyado sobre la espina ilíaca posterosuperior.
• La mano caudal pasa por la parte externa de la rodilla del paciente y toma
contacto con el tercio distal de la cara anterior del muslo.
Realización de la técnica:
• La mano craneal ejerce presión hacia abajo sobre la espina ilíaca postero-
superior para anteriorizar el coxal.
• La mano caudal introduce extensión de la cadera sin llegar a la columna
lumbar.
• A continuación añadimos la aproximación y rotación interna de la cadera que
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abre el polo superior.


• Le pedimos al paciente tres series de tres contracciones isométricas hacia la
flexión de la cadera con tres segundos de reposo entre contracción y
contracción; y vamos ganando hacia la extensión de la cadera.

3.- TÉCNICA ARTICULATORIA DE BAJA O ALTA VELOCIDAD DIRECTA PARA


NORMALIZAR UNA DISFUNCIÓN EN ROTACIÓN POSTERIOR DEL COXAL. FOTO 3.

- Objetivo:
Normalizar el movimiento en la articulación sacroilíaca en la dirección de la rotación
anterior.
Contactos directos sobre la articulación en disfunción.
Indicada en patología lumbar aguda.

Foto 3.

Posición del paciente:


• Decúbito prono.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación en caderas asimétricas del mismo lado del coxal a tratar y
mirando en dirección caudal.
Contactos:
• El pisiforme de la mano craneal se apoya sobre la espina iliaca
posterosuperior, orientando los dedos trifalángicos hacia la tuberosidad

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Seminario III. Pelvis I

isquiática homolateral.
• El pisiforme de la mano caudal se apoya sobre la hemibase contralateral
orientando los dedos trifalángicos hacia lateral.
• Los antebrazos quedan cruzados.
Ajuste de los parámetros e impulso:
• El punto fijo lo constituye la mano caudal que empuja hacia abajo sobre la
hemibase contralateral del sacro.
• La mano craneal empuja rítmicamente sobre la espina iliaca posterosuperior
hacia abajo y anterior tratando de apreciar el grado de elasticidad de la
articulación sacroilíaca sobre el brazo menor.
• Al final del deslizamiento realizamos un impulso en la dirección de los
antebrazos.

4.- TÉCNICA ARTICULATORIA DE ALTA VELOCIDAD SEMIDIRECTA EN DECÚBITO


PRONO CON PALANCA CRANEAL PARA NORMALIZAR UNA DISFUNCIÓN EN
ROTACIÓN POSTERIOR DEL COXAL DERECHO. FOTO 4.

Foto 4.
Objetivo:
• Favorecer la rotación anterior del coxal utilizando la palanca craneal.
Posición del paciente:
• Decúbito prono.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación a la altura de la charnela toracolumbar, del lado contrario al
coxal en disfunción y mirando en dirección caudal.
Contactos:
• Mano caudal, contacto pisiforme sobre la espina iliaca posterosuperior,
129
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orientando los dedos en dirección lateral.


• Mano craneal, en la cara anterior del hombro del lado contrario al
fisioterapeuta.
Ajuste de los parámetros e impulso:
• Introducimos una rotación derecha de la palanca superior hasta que se
levante la hemipelvis derecha.
• Empujamos con la mano caudal sobre la espina iliaca posterosuperior hacia
anterior y caudal.
• Ajustamos la barrera articular y damos un impulso en dirección antero-caudal
con el contacto del pisiforme inferior sin aumentar la rotación de la palanca
superior.

5.- TÉCNICA ARTICULATORIA DE ALTA VELOCIDAD SEMIDIRECTA EN DECÚBITO


PRONO PARA NORMALIZAR UNA DISFUNCIÓN EN ROTACIÓN POSTERIOR DEL
COXAL DERECHO CON PALANCA CAUDAL. FOTO 5.

Foto 5.
Objetivo:
• Anteriorizar el coxal utilizando la extensión y aproximación de la articulación
coxofemoral.
Posición del paciente:
• Decúbito prono.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación en caderas asimétricas, mirando en dirección caudal, situado a
la altura de la hemipelvis derecha.
Contactos:
• Cara anterior del antebrazo craneal sobre la espina iliaca posterosuperior

130
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orientando el antebrazo en dirección caudal.


• Mano caudal en la cara anterior y distal del muslo.
Ajuste de los parámetros impulso:
• Introducimos extensión y aducción de la coxofemoral para abrir el polo
superior de la articulación sacroilíaca y arrastrar el coxal a rotación anterior.
• Empujamos con el antebrazo craneal el coxal a rotación anterior.
• Reducimos el slack en la dirección de la corrección y damos el impulso hacia
caudal y anterior.

6.- TÉCNICA ARTICULATORIA DE ALTA VELOCIDAD SEMIDIRECTA PARA


NORMALIZAR UNA DISFUNCIÓN EN ROTACIÓN ANTERIOR DEL COXAL EN
DECÚBITO LATERAL. FOTO 6.

Foto 6
Objetivo:
• Favorecer la rotación posterior del coxal.
Posición del paciente:
• Decúbito contralateral en relación al coxal en disfunción.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación en caderas asimétrical a la altura de la pelvis; mirando en
dirección craneal con el muslo anterior apoyado contra el borde de la camilla.
Parámetros:
• Traccionamos del miembro inferior que está pegado a la camilla.
• Flexión de la cadera superior por encima de 90 grados para favorecer la
rotación posterior del coxal.

131
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• Adelantamos la hemipelvis inferior hasta que el muslo superior quede


paralelo al suelo.
• Extensión de la palanca superior hasta la charnela lumbosacra con el fin de
llevar el sacro a nutación.
• Rotación homolateral al coxal en disfunción hasta la charnela toracolumbar.
• Brazos del paciente cruzados por delante en forma de escuadra.
• Para esta técnica imaginamos el brazo mayor, su dirección, que va de arriba
abajo y de delante atrás, por tanto necesitaremos bastante flexión de cadera,
es decir, el dorso del pie del paciente está por encima del hueco poplíteo de
la pierna inferior.
Contactos:
• Mano craneal apoyada sobre la cara anteroexterna del hombro.
• Talón de la mano caudal sobre la tuberosidad isquiática. Atornillamos el
contacto supinando el antebrazo. Orientamos el antebrazo caudal hacia
anterior y ligeramente craneal.
• Colocamos la rodilla de la pierna caudal sobre la rodilla del paciente.
Ajuste de los parámetros e Impulso:
• Buscamos la barrera articular llevando el coxal hacia anterior y ligeramente
arriba.
• Montamos el golpe de pedal llevando la rodilla hacia la aproximación de la
cadera.
• Mano craneal estabilizamos la palanca superior.
• Impulso de forma simultánea aumentando los parámetros de la barrera
articular y dando el golpe de pedal de forma explosiva utilizando la caída de
nuestro cuerpo al mismo tiempo.

132
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7.- TÉCNICA DE ENERGÍA MUSCULAR PARA UNA DISFUNCIÓN EN ROTACIÓN


ANTERIOR DEL COXAL. FOTO 7.

Foto 7.

Objetivo:
• Recuperar la movilidad en rotación posterior utilizando la fuerza de los
músculos que rotan el coxal hacia posterior como son el glúteo mayor o el
mediano.
Posición del paciente:
• Decúbito lateral sobre el lado sano.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación a la altura de la pelvis en caderas asimétricas mirando en
dirección craneal.
Contactos:
• Dedos de la mano interna sensitivos sobre la articulación sacroiliaca.
• Mano craneal se coloca al nivel de la rodilla para poder ajustar los
movimientos de la cadera.
Parámetros:
• Primero realizamos flexión de cadera hasta que notemos que se posterioriza
el coxal.
• Luego añadimos separación con ligera rotación interna Con el fin de abrir el
polo inferior de la articulación sacroiliaca.
Contracciones isométricas:
• Se realizan tres ciclos de tres contracciones isométricas hacia la extensión de
cadera durante tres segundos.
• La técnica también se puede realizar con contracciones isométricas de los
músculos separadores de cadera mediante resistencia con la mano craneal.
• Al final de cada ciclo se busca una nueva barrera motriz aumentando la
flexión y la separación de cadera.
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8.- TÉCNICA ARTICULATORIA DE BAJA O ALTA VELOCIDAD DIRECTA PARA


NORMALIZAR UNA DISFUNCIÓN EN ROTACIÓN ANTERIOR DEL COXAL. FOTO 8.

Foto 8.

Objetivo:
• Normalizar el movimiento de la articulación sacroilíaca en la dirección de la
rotación posterior.
• Indicadas en patología lumbar aguda.
Posición del paciente:
• Decúbito prono.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación; a la altura del tercio proximal del muslo, homolateral al coxal
en disfunción y mirando en dirección craneal.
Contactos:
• El pisiforme de la mano cranea,l se apoya sobre la hemibase homolateral del
sacro con los dedos dirigidos en dirección al trocánter mayor contralateral.
• El talón de la mano caudal se apoya sobre la tuberosidad isquiática
orientando los dedos trifalángicos hacia craneal.
Ajuste e impulso:
• El punto fijo lo constituye la hemibase homolateral del sacro, que es
empujado hacia abajo con la mano craneal.
• La mano caudal empuja rítmicamente hacia anterior y arriba la tuberosidad
isquiática, apreciando el grado de elasticidad de la articulación sacroilíaca a
nivel del brazo mayor.
• Cuando se note tensión sobre la articulación podemos efectuar un impulso
sobre la tuberosidad isquiática en la dirección que marca el antebrazo caudal,
hacia anterior y craneal.

134
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9.- TÉCNICA DE CHICAGO PARA NORMALIZAR UNA DISFUNCIÓN EN ROTACIÓN


ANTERIOR IZQUIERDA DEL COXAL. FOTO 9.

Objetivo:
• Posteriorizar el coxal con el paciente en decúbito supino utilizando la rotación
del tronco.
Posición del paciente:
• Decúbito supino con los dedos entrecruzados en la región occipital.

Foto 9.

Posición del fisioterapeuta:


• Bipedestación en caderas asimétricas, a la altura de la columna torácica
media, mirando en dirección caudal.
Contactos:
• La mano craneal pasa por debajo del brazo izquierdo del paciente y
contactamos con el dorso de la mano con el tórax.
• Mano caudal contacto global sobre la espina iliaca anterosuperior izquierda.
Ajuste de los parámetros e impulso:
• Llevamos hacia la izquierda la pelvis del paciente. Desplazamos los pies hacia
la derecha, colocando la pierna izquierda por encima de la derecha. Giramos
al paciente hacia la derecha, mediante la palanca superior, hasta que se eleve
la E.I.A.S. Reducimos el slack, empujando la E.I.A.S. hacia la camilla. Al final de
la espiración realizamos el impulso por la contracción del pectoral mayor
derecho.

135
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10.- TÉCNICA ARTICULATORIA DE ALTA VELOCIDAD SEMIDIRECTA PARA


NORMALIZAR UNA DISFUNCIÓN EN ROTACIÓN ANTERIOR IZQUIERDA SIN GOLPE
DE PEDAL CON EL PACIENTE EN DECÚBITO LATERAL. FOTO 10.

Objetivo:
• Posteriorizar el coxal con una técnica semidirecta en decúbito lateral
utilizando una camilla alta y dando el impulso en body drop.

Foto 10.
Posición del paciente:
• Decúbito contralateral al coxal en disfunción.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación en caderas asimétricas mirando en dirección craneal.
Contactos:
• Cara anterior del antebrazo caudal sobre la tuberosidad isquiática.
• Apoyamos el pectoral interno sobre la parte lateral de la hemipelvis superior.
• Mano craneal en contacto con la parte anterolateral del hombro.
Parámetros:
• Traccionamos del miembro inferior que está pegado a la camilla.
• Flexionamos la cadera superior por encima de 90 grados para favorecer la
rotación posterior del coxal.
• Rotación homolateral al coxal en disfunción hasta la charnela toracolumbar.
• Extensión de la palanca superior hasta la base del sacro favoreciendo la
nutación.
• Ajustamos oblicuidad a la pelvis, la misma que a la cintura escapular.
Ajuste de los parámetros e impulso:
• Estabilizamos con la mano craneal el tronco del paciente.
• Con el pectoral y el antebrazo caudal llevamos el coxal a rotación posterior.
• El impulso se realiza aumentando estos parámetros y dejando caer el peso de
nuestro cuerpo en la dirección de la rotación posterior del coxal.
136
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11.- TÉCNICA ARTICULATORIA DE ALTA VELOCIDAD SEMIDIRECTA GLOBAL DE LA


PELVIS. FOTO 11.

Foto 11.

Objetivo:
• Normalizar disfunciones en rotación externa, posterior, anterior del coxal y
en extensión unilateral de la charnela lumbosacra.
Posición del paciente:
• Decúbito contralateral a la articulación sacroilíaca en disfunción.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación a la altura de la pelvis en caderas asimétricas mirando hacia
craneal.
Parámetros:
• Tracción del miembro inferior que está pegado a la camilla.
• Flexión de la cadera superior hasta los 90 grados.
• Adelantamos la hemipelvis que está pegada a la camilla.
• Rotación de la palanca superior hasta la charnela lumbosacra.
• El paciente apoya sus manos superpuestas sobre su hemitórax.
Contactos:
• Mano craneal, sobre la cara anterior de la articulación glenohumeral superior.
• Antebrazo caudal apoyado en la parte posterior de la articulación sacroilíaca
en disfunción, contactando con los dedos trifalángicos sobre la espina iliaca
anterosuperior.
Ajuste de los parámetros e impulso:
• Máxima rotación de la palanca superior, al mismo tiempo que llevamos el
coxal en rotación anterior con el tercio distal del antebrazo.
• A continuación con el codo caudal llevamos el coxal a rotación posterior.
Montamos el golpe de pedal.

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• Damos un impulso simultáneo con los tres parámetros: rotación de la palanca


superior, rotación interna del coxal y el golpe de pedal.

12.- TÉCNICA ARTICULATORIA DE ALTA VELOCIDAD INDIRECTA PARA NORMALIZAR


UNA DISFUNCIÓN EN SUPERIORIDAD DEL COXAL. FOTO 12.

Foto 12.

Objetivo:
• Favorecer el descenso del coxal en relación al sacro.
Posición del paciente:
• Decúbito prono con los pies por fuera de la camilla.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación a los pies del paciente mirando en dirección craneal.
Contactos:
• Apoyamos la planta del pie del lado contrario al coxal en disfunción sobre
nuestro muslo.
• La pierna del lado de la disfunción, haremos una presa de ella pasando una
mano con el antebrazo en supinación por la cara interna de la pierna del
paciente por encima del tobillo y la otra mano en pronación refuerza este
contacto por la cara externa haciendo una presa del extremo distal de la
pierna, podemos entrelazar el pulgar con los demás dedos y así se hace una
presa sólida.
Ajuste de los parámetros e impulso:
• Llevamos la cadera del coxal en disfunción hacia la extensión, aproximación y
rotación interna con el fin de bloquear la articulación coxofemoral.

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• Traccionamos en la dirección que nos marca el eje diafisario del fémur para
descender el coxal en relación al sacro.
• Le pedimos al paciente que tosa con fuerza y después nosotros damos un
impulso traccionando en la dirección de la diáfisis femoral.
Con la tos se produce una contracción de abdominales y del cuadrado lumbar.
En algunos casos cuando hay lesiones verdaderas se puede oír el deslizamiento.

13.- TÉCNICA ARTICULATORIA DE BAJA O ALTA VELOCIDAD DIRECTA PARA


NORMALIZAR UNA DISFUNCIÓN EN CIERRE DE LA PELVIS O INFLARE. Foto 13.
Objetivo:
• Favorecer la apertura superior de la articulación sacroiliaca con
procedimientos pasivos de baja o alta velocidad.
• El objetivo de las técnicas es contactar con la cara lateral del isquion, con el
paciente en decúbito lateral, y aproximar éste a la línea media. Son técnicas
directas de quiropraxia.

Foto 13.

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14.- TÉCNICA ARTICULATORIA DE BAJA O ALTA VELOCIDAD DIRECTA PARA


NORMALIZAR UNA DISFUNCIÓN DE APERTURA DE LA PELVIS O OUTFLARE. FOTO
14.

Foto 14.

Objetivo:
• Normalizar el movimiento en el plano coronal, favoreciendo el cierre de la
parte superior de la articulación sacroiliaca.
• El objetivo es aproximar la pala ilíaca a la línea media separando el isquion de
ésta.
Posición del paciente:
• Decúbito lateral. Miembro inferior pegado a la camilla en máxima extensión.
Miembro inferior superior en flexión.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación en caderas asimétricas a la altura de la pelvis mirando en
dirección craneal.
Contactos:
• Antebrazo craneal superpuesto con el caudal sobre la parte lateral de la
cresta iliaca.
Ajuste de los parámetros e impulso:
• Llevamos la pala iliaca hacia la línea media hasta sentir la barrera articular.
• Damos un impulso en la misma dirección.

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15.- TÉCNICA DE ENERGÍA MUSCULAR PARA UNA DISFUNCIÓN EN ROTACIÓN


INTERNA DEL COXAL. FOTO 15.

Objetivo:
• Conseguir la movilidad en rotación externa gracias a la relajación de los
músculos rotadores internos.
• Los músculos responsables del mantenimiento de esta disfunción son el
transverso, oblícuo interno y el iliaco.

Foto 15.

Posición del paciente:


• Decúbito supino con la cadera en separación y rotación externa, la rodilla
flexionada apoyando la planta del pie en la cara interna de la rodilla
contralateral.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación en caderas asimétricas mirando en dirección craneal a la altura
de la pelvis del paciente y del mismo lado de la disfunción.
Contactos:
• Mano interna estabilizadora sobre la espina iliaca anterosuperior
contralateral.
• Mano externa activa sobre la cara interna de la rodilla homolateral.
Parámetros:
• Máxima separación y rotación externa.
• En esta posición, se le pide al paciente tres ciclos de tres contracciones
isométricas hacia la aproximación.
• Al final de cada ciclo debe buscarse una nueva barrera motriz hacia la
separación y rotación externa.

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16.- TÉCNICA DE ENERGÍA MUSCULAR PARA UNA DISFUNCIÓN EN ROTACIÓN


EXTERNA DEL COXAL. FOTO 16.
Objetivo:
• Conseguir mayor movilidad en rotación interna del coxal gracias a la
relajación de los músculos rotadores externos, en especial los fascículos
posteriores del glúteo medio y tensor de la fascia lata. Para ello utilizaremos
la relajación postisométrica de dicha musculatura.

Foto 16.
Posición del paciente:
• Decúbito supino con flexión de la cadera y rodilla del lado de la disfunción.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación en caderas asimétricas mirando en dirección craneal a la altura
de la pelvis del paciente.
Contactos:
• Mano craneal: debajo de la hemipelvis, de tal manera que las terceras
falanges semiflexionadas se sitúen en el borde interno del coxal a la altura de
la sacroilíaca.
• Mano caudal: se coloca sobre la rodilla del mismo lado.
Realización de la técnica:
• Flexión de la cadera a 90 grados.
• A continuación traccionamos con nuestra mano craneal sobre el borde
interno del coxal hacia fuera para provocar una separación de las superficies
articulares.
• Simultáneamente a la tracción, llevamos la cadera hacia la aproximación.
• En esta posición, se le pide al paciente tres ciclos de tres contracciones
isométricas en separación durante tres segundos.
• Al final de cada ciclo se busca una nueva barrera motriz, llevando la cadera a
mayor aproximación y al mismo tiempo traccionando con la mano craneal
sobre el borde interno del coxal.

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17.- TÉCNICA DE ENERGÍA MUSCULAR PARA DISFUNCIONES EN EL PLANO


FRONTAL. FOTO 17.

Foto 17
Objetivo:
• Normalizar las disfunciones del coxal en el plano frontal, utilizando los
principios de la relajación post-isométrica y la inervación recíproca para ganar
movilidad en el sentido de la restricción.
• Los músculos que participan en este plano son el glúteo medio, tensor de la
fascia lata, abdominales y músculos del periné.
Posición del paciente:
• Decúbito contralateral con las rodillas y caderas flexionadas.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación por delante y perpendicular al paciente a la altura de la pelvis.
Contactos:
• Cara anterior del antebrazo craneal sobre la parte externa de la cresta ilíaca.
• Talón de la mano caudal en la tuberosidad isquiática.
Realización de la técnica:
• En el caso de una disfunción de apertura de la pala ilíaca buscaremos la
primera barrera motriz hacia el cierre; y le pediremos tres series de tres
contracciones isométricas contrayendo la musculatura del periné; buscando
el principio de la relajación post-isométrica, con tres segundos de reposo
entre contracción y contracción e iremos ganando hacia el cierre de la pala
ilíaca.
• También le podemos pedir la contracción de la musculatura abdominal como
músculos agonistas del cierre de la pala ilíaca.
• En el caso de una disfunción de cierre de la pala ilíaca haremos lo contrario
buscaremos la primera barrera motriz induciendo una apertura de la pala
ilíaca. Le pediremos tres series de tres contracciones isométricas contrayendo
la musculatura abdominal o los músculos del periné con tres segundos de
reposo entre contracción y contracción e iremos ganando hacia la apertura

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de la cresta ilíaca.
Ajuste de los parámetros e impulso:
• Buscamos la barrera articular siguiendo la dirección del antebrazo caudal
hacia abajo y ligeramente anterior.
• Montamos el golpe de pedal llevando la rodilla a aproximación para abriir la
parte posterior de la articulación sacroiliaca.
• Impulso de alta velocidad y corta amplitud simultáneo con el golpe de pedal
al mismo tiempo que llevamos el coxal hacia anterior y abajo.
• Debe realizarse un body-drop con todo el cuerpo para que el impulso sea más
potente.
• Si al realizar el impulso tenemos poco recorrido para dar el "golpe de pedal",
giramos en bloque al paciente hacia adelante; esto nos facilita también el
empuje que debemos realizar con la mano caudal sobre la espina ilíaca
posterosuperior.

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PARTE 6: DISFUNCIONES, EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO MANUAL DEL


PUBIS

1.- GENERALIDADES ANATÓMICAS DE LA SÍNFISIS PÚBICA.

Las disfunciones del pubis son de adaptación a la articulación sacroilíaca. Son poco
frecuentes y casi siempre tiene un origen traumático.
Desde el punto de vista morfológico la incluimos dentro de las anfiartrosis con un
fibrocartílago interarticular que permite los deslizamientos y la decoaptación entre
las superficies articulares.
Las superficies articulares se sitúan en la cara interna de la lámina del pubis; son
ovoideas con un eje mayor oblicuo hacia arriba y adelante. Tiene aproximadamente
una longitud de tres centímetros y va a formar un ángulo de 30 grados con la
horizontal. Están recubiertas de cartílago hialino.
El fibrocartílago interarticular es más ancho por delante que por detrás.
Los ligamentos de esta articulación son muy potentes, reforzando tanto la cara
anterior como la posterior. Los principales refuerzos se sitúan en la cara posterior.
La cápsula está reforzada por los ligamentos inguinales. Existe un ligamento,
llamado arqueado, que se extiende entre las dos ramas púbicas. El ligamento
posterior es muy robusto y está destinado a mantener la coaptación de las ramas
púbicas. Por debajo de él existen tres ligamentos, los llamados ligamentos pubo-
vesicales, que juegan un papel importante en el sostén de la vejiga.

Imagen: VISTA INTERNA Y CORTE HORIZONTAL DE LA SÍNFISIS.

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2.- BIOMECÁNICA DE LA SÍNFISIS PÚBICA.

En esta articulación se producen movimientos de rotación alrededor de un eje


transversal que pasa por la sínfisis púbica.
Cualquier movimiento de las alas ilíacas va a repercutir al nivel de la sínfisis púbica,
como ocurre, por ejemplo, en la marcha.
Las fuerzas de gravedad pasan a través de la línea innominada y llegan a la sínfisis
púbica.
Los problemas musculares pueden repercutir sobre la articulación; sobretodo, los
aproximadores de cadera por debajo y los abdominales por encima.
Durante el movimiento de Rotación no se produce escalón al nivel de la sínfisis
púbica, ya que fisiológicamente estos movimientos se efectúan sobre el mismo eje.

La sínfisis púbica y la articulación sacrococcígea.

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3.- DISFUNCIONES ARTICULARES DE LA SÍNFISIS PÚBICA:

Las disfunciones del pubis son de subluxación craneal y caudal dentro de un plano
coronal.
Las disfunciones de superioridad están fijadas por el aumento del reclutamiento del
músculo recto mayor del abdomen y las de inferioridad por los músculos aductores
de cadera.
El aumento de la actividad tónica del músculo recto mayor del abdomen produce
una elevación de la rama púbica y como consecuencia da una disfunción en rotación
posterior del coxal.
Un espasmo de los músculos aproximadores produce un descenso de la rama
púbica, que es responsable de una disfunción en rotación anterior del coxal.
En la disfunción de superioridad tendremos una debilidad de los músculos
aductores y en la de inferioridad de la musculatura abdominal.
Por tanto, en la exploración no podemos considerar estas articulaciones
individualmente, sino como una unidad funcional.
Cualquier movimiento del cuerpo repercute al nivel de la sínfisis púbica a través de
las líneas de gravedad.
Mitchell considera a la sínfisis púbica como un indicador de las disfunciones
dorsales bajas y lumbares altas.
En todas las disfunciones de la sínfisis púbica se producen alteraciones de las
sacroilíacas.

FOTO: DIASTASIS DE LA SÍNFISIS PÚBICA

4.- EXPLORACIÓN DE LA SÍNFISIS PÚBICA.

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4.1.- Palpación estática.


Siempre, lo que nos encontremos en la palpación estática debemos confirmarlo con
las pruebas de movilidad.
Observaremos las asimetrías en la disposición de las ramas púbicas en el plano
coronal y cuál es más sensible a la palpación.
Dicha palpación de las ramas púbicas debe realizarse tanto por el borde superior
como inferior no sea que una malformación de las ramas nos falsee el diagnóstico.

Del lado de la disfunción será más hipersensible la palpación estática.

Podemos encontrar también un escalón anterior, pero éste, es menos importante


que el ascenso y el descenso de las ramas púbicas.

4.2.- Prueba de movilidad. FOTO 1.

Foto 1.

Posición del paciente:


• Decúbito supino.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación a la altura de la pelvis mirando hacia craneal en relación al
paciente.
Contactos y ejecución de la prueba:
• Mano interna. Apoyamos suavemente el pulgar y el índice en el borde craneal
y caudal de la rama púbica.
• Mano externa. En la rodilla homolateral para introducir los movimientos de
flexo-extensión de la cadera para valorar como asciende y desciende la rama
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del pubis.
• Al inducir una flexión de la cadera la rama del pubis debe ascender y en la
extensión de la cadera la rama púbica desciende en relación a la
contralateral.
• Si al realizar la flexión de la cadera no se produce el ascenso, estamos ante
una disfunción de inferioridad. Y al contrario, si en la extensión de la cadera
la rama del pubis no desciende hablamos de una disfunción de superioridad.

5.- TRATAMIENTO MANUAL DEL PUBIS.

En el protocolo del tratamiento del pubis comenzaremos normalizando las


disfunciones de las articulaciones sacroilíacas; después seguiremos con la región
dorsolumbar y terminaremos con el tratamiento local de la sínfisis púbica.
El objetivo del tratamiento específico del pubis es conseguir un equilibrio entre los
músculos abdominales y aductores de la cadera.
Para ello debemos normalizar los niveles de inervación metamérica. Músculos
abdominales región toracolumbar. Músculos aductores Niveles lumbares L2-L3.
Después de normalizar los niveles de inervación trataremos la articulación con
técnicas de acción muscular. Bien con el principio de la relajación post-isométrica o
con la acción miotensiva conseguiremos el equilibrio de la musculatura del pubis.
Por último, trataremos la musculatura afectada localmente, reeducando los
músculos débiles y estirando la musculatura acortada.
Reequilibración muscular: esta reequilibración muscular la podemos obtener a
través de técnicas como el estiramiento, técnicas de tratamiento de los puntos
gatillo, compresión isquémica, spray frío en estiramiento, masoterapia y las técnicas
miotensivas.

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5.1.- Técnica de energía muscular para una disfunción de superioridad del pubis.
Foto 2.

Foto 2.

Posición del paciente:


• Decúbito supino con el miembro inferior del lado a normalizar por fuera del
borde de la camilla.
Posición del fisioterapeuta:
• El operador se coloca del mismo lado a corregir en caderas asimétricas,
sujetando entre sus piernas el muslo del paciente.
Colocación de las manos del fisioterapeuta y de la barrera motriz:
• Mano interna se coloca sobre la espina ilíaca antero-superior del lado
contrario, para bloquear la posición de la pelvis.
• Con la mano externa lleva el muslo hacia la extensión de la cadera para
favorecer el descenso de la rama púbica.
Contracciones isométricas:
• En esta posición, se le pide al paciente tres ciclos de tres contracciones
isométricas en flexión de cadera durante tres segundos.
• Al final de cada ciclo debemos buscar una nueva barrera motriz hacia la
extensión de la cadera.

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5.2. Técnica de energía muscular para una disfunción de inferioridad del pubis.
Foto 3.

Foto 3.

Posición del paciente:


• Decúbito supino con cadera y rodilla en flexión.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación en caderas asimétricas al lado contrario de la disfunción
mirando en dirección craneal. Apoyamos el pectoral interno en la cara
anterior y proximal de la tibia.
Contactos:
• Palma de la mano caudal se coloca debajo de la tuberosidad isquiática del
lado de la pierna en flexión.
• La mano craneal se coloca sobre la espina ilíaca antero-superior.
Barrera y contracciones isométricas:
• Con el peso de nuestro tronco llevamos la cadera y rodilla a flexión y se le
pide al paciente tres ciclos de tres contracciones isométricas en extensión de
cadera durante tres segundos.
• Al final de cada ciclo se busca una nueva barrera motriz en flexión de cadera.

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5.3.- Técnica de spray and stretch para la musculatura aductora.

Antes de realizar la corrección de la sínfisis púbica es necesario reducir al máximo el


espasmo de los aductores para que la disfunción no recidive.
Las técnicas de stretching son poco eficaces sobre estos músculos debido a que son
muy fuertes y fibrosos.
En caso de espasmo de los aductores existe dolor referido en las siguientes zonas:
- Cara interna del muslo.
- Una pequeña zona por encima y dentro de la rótula.
- Cerca del pliegue inguinal.

Para realizar la técnica de spray and stretch se coloca al paciente en decúbito supino
con la cadera en separación y la rodilla flexionada, de tal manera que apoya la
planta del pie en la parte interna de la rodilla del lado opuesto.
En esta posición se realiza el barrido sobre toda la cara interna del muslo llegando
hasta el tobillo.

5.4.- Técnica de sobt-gun. Foto 4.

Foto 4.

Técnica inespecífica de decoaptación global que normaliza la sínfisis púbica y libera


las tensiones de los músculos y ligamentos.
Con la contracción de la musculatura aductora se obtiene un bostezo de la cara
inferior de la articulación.
Posición del paciente:

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• Decúbito supino con caderas y rodillas en flexión y las plantas de los pies
apoyadas sobre la camilla.
Posición del fisioterapeuta:
• Bipedestación a la altura de los pies del paciente mirando en dirección
craneal.
Contactos:
• Colocamos el antebrazo entre la cara interna de ambas rodillas.
• Le pedimos al paciente que realice una serie de cinco contracciones
isométricas de cinco segundos cada una de ellas en aducción de ambas
coxofemorales.

Si escuchamos cavitación puede deberse al bostezo que se produce en el borde


inferior de la articulación por la contracción de la musculatura aductora.
Esta técnica no permite corregir la disfunción específica pero si separar el borde
inferior de las superficies del pubis.
También existe una variante de esta técnica que es solicitarle al paciente una fuerte
contracción de sus músculos aductores y nosotros al mismo tiempo realizamos una
separación explosiva de sus caderas. Si la contracción de sus aductores es dolorosa
no debemos realizar esta técnica.

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PARTE 7: SÍNDROME DEL DOLOR MIOFASCIAL EN LA MUSCULATURA DE


LA CINTURA PÉLVICA.

1. GLÚTEO MAYOR

1.1 Anatomía, acción e inervación.

Origen.- Ilíaco (cresta ilíaca y línea semicircular posterior de la fosa ilíaca externa),
sacro (cara lateral del borde libre del sacro), cóccix (lateral), fascia de los espinales y
ligamento sacrotuberoso.

Inserción.- Cinta de Maissat y fémur (cresta del glúteo mayor)

Acción.- es E y RE de la cadera. La mitad superior es abductora y la mitad inferior es


aductora.

Inervación.- nervio glúteo inferior L5-S2

1.2 Localización de los PGM y patrón de referencia

Se describen tres localizaciones habituales de PGM:

PG1 : Próximo a su origen muscular en el borde libre del sacro.


Como zona esencial de referencia Travell y Simons citan una media luna abierta en
dirección craneolateral que empieza en EIPI y abarca la zona entre PGM y borde
libre del sacro, ángulo inferolateral del sacro, ligamento sacrotuberoso y zona
isquiática. Como zona de desbordamiento (menor prevalencia) mitad inferior de la
nalga y cuarto proximal de cara posterior del muslo.

PG2 : Zona central del borde inferior de la nalga, en la proyección posterior o


ligeramente craneal a la tuberosidad isquiática (pliegue subglúteo).
Existen tres zonas esenciales de referencia, la zona isquiática (que abarca al PGM),
la zona sacro-coccígea y la zona de la fascia lata craneal al trocánter mayor del
fémur.
Como zona de desbordamiento la totalidad de la nalga sin llegar a la cresta iliaca.

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PG3 : Zona medial del borde inferior del músculo, próxima a su inserción en el
cóccix. En la misma línea pero medialmente al PG2, ligeramente caudal con
respecto al cóccix (pliegue interglúteo).
Como zona de referencia, Travell y Simons, describen la zona coccígea y anal.

1.3 Mecanismos de activación y perpetuación

Los mecanismos de activación/perpetuación de los PGM del glúteo mayor


son:

• Traumatismos directos (caídas, golpes, patadas...)


• Subir cuestas (sobre todo si nos inclinamos hacia delante)
• Inyecciones intramusculares en PG latentes con sustancias irritantes.
• Natación estilo crol.
• Sedestación prolongada.

1.4 Sintomatología.

Dolor o hipersensibilidad en la zona de referencia.


El paciente puede comentar que no siente molestias al andar, pero sí al correr o
al subir una cuesta. También le duele al sentarse o tumbarse sobre los puntos gatillo
del glúteo mayor (o sobre su zona de dolor referido) o por lo menos provocar
sensación de incomodidad o inquietud.

1.5 Tratamiento conservador.

1.5.1. Técnica de liberación por presión.


En el tratamiento de estos PG se localiza el mismo mediante localización de la
banda tensa y del punto hipersensible y se aplica la técnica mediante compresión
plana contra el sacro o la tuberosidad isquiática en el caso de PG1 y PG2
respectivamente y mediante compresión en pinza en el caso del PG3.

El PG1 coincide con la localización de PG medial del piriforme, por lo que habrá que
ser sensible a la profundidad exploratoria, a la tonicidad y al patrón de referencia de
ambos músculos, para determinar si es uno u otro, ya que la dirección de las fibras
es similar y no sirve como criterio diferencial.

1.5.2. Técnica de estiramiento analítico.


Con el paciente en decúbito supino, el terapeuta situado homolateral, a la altura del
diafragma del paciente y mirando al mismo, realiza una flexión de cadera
pasivamente llevando la rodilla hacia el hombro contralateral, con la cadera en
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rotación interna, intentando que el isquion no se despegue de la camilla para evitar


la rotación posterior del iliaco. Se puede pedir al paciente que activamente intente
llevar el cóccix hacia la camilla (nutación sacra -anteversión ilíaca)

1.5.3. Técnica de autoestiramiento.


El paciente en decúbito supino lleva la rodilla homolateral hacia el hombro contrario
con la EE.II. contralateral colgando (al menos la pierna) por fuera de camilla o cama
que mantiene el iliaco homolateral en relativa rotación anterior.

En estas dos técnicas se debe realizar RI de coxofemoral para introducir el


parámetro opuesto a la acción muscular, pero en caso de que la posición resulte
molesta por dolor inguinal, podría sacrificarse este parámetro e introducir RE
siempre que nos permita de esta manera una mayor puesta en tensión del músculo
al alcanzar mayor flexión de cadera.

Muy útil en este músculo el empleo de técnicas de relajación post-isométrica.

2. GLÚTEO MEDIO

2.1 Anatomía, acción e inervación.

Origen.- En la fosa iliaca externa, por debajo de la cresta iliaca en sus tres cuartos
anteriores.

Inserción.- Cara externa del trocánter mayor del fémur.

Inervación.- nervio glúteo superior : L4- L5-S1.

Acción.- ABD de la coxofemoral y rotación interna (fibras anteriores) y externa


(fibras posteriores). Estabilizador lateral de la pelvis en apoyo unipodal.

2.2 Localización de los PGM y patrón de referencia

Se describen tres localizaciones habituales de PGM, todas muy próximas al origen


craneal del músculo en la cresta iliaca:

PG1 : Próximo a la EIPS, en la zona mas posterior y craneal del músculo, cubierta por
el glúteo mayor
Como zona esencial de referencia Travell y Simons citan una zona en forma de “C”
abierta hacia lateral cuya mitad superior abarcaría la EIPS, la zona de ligamentos
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iliolumbares y articulaciones interapofisarias L3-L4 y L4-L5 y la mitad posterior de la


cresta iliaca y la mitad inferior de la “C” incluiría el hemisacro homolateral, ASI,
borde libre del sacro, ligamentos sacrotuberoso y sacroespinoso y zona isquiática.
Como zona de desbordamiento incluyen el resto de la nalga (relleno de la “c” y
ampliación del brazo inferior de la misma hasta pliegue subglúteo)..

PG2 : Por delante del PG1, aproximadamente en la unión del tercio posterior con los
dos tercios anteriores de la cresta iliaca y uno o dos traveses de dedo por debajo de
la misma.
Como zona esencial de referencia dos zonas ovaladas en la zona central de la nalga,
una más medial y caudal y otra mas lateral y craneal, de un tamaño aproximado del
ovalo que pudiéramos inscribir dentro del sacro de nuestro paciente reduciéndolo
un 20%.
Como zona de desbordamiento una zona ovoidea también, de mayor tamaño, cuya
mitad superior incluye ambas zonas esenciales y su mitad inferior engloba el
cuadrante superoexterno de la cara posterior del muslo y la parte externa del
pliegue subglúteo.

PG3 : Por delante del PG2, próximo al tubérculo iliaco (prominencia ósea palpable
en el labio externo de la cresta iliaca aproximadamente tres traveses de dedo por
detrás de la EIAS.)
Como zona esencial de referencia se describe la totalidad del sacro y del cuerpo y
apófisis de L5 (uno de los pocos PG cuyo patrón “salta” el plano sagital para
provocar sintomatología contralateral) y como zona de desbordamiento desde la
localización del PG hacia la zona esencial.

2.3 Mecanismos de activación y perpetuación

Los mecanismos de activación/perpetuación de los PGM del glúteo medio


son:

• Traumatismos directos (caídas, golpes, patadas...)


• Dismetría de EE.II.
• Inyecciones intramusculares en PG latentes con sustancias irritantes.
• Bipedestación unipodal prolongada.
• Cambios bruscos de dirección lateral (tenis, padel, …)
• Disfunciones de la ASI.
• Pie de Morton.

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2.4 Sintomatología.

Dolor o hipersensibilidad en la zona de referencia. (lumbo-gluteo-sacralgia)


El paciente puede comentar dolor al caminar, especialmente en la fase de apoyo
unipodal.
También pueden referir dificultad para dormir en decúbito lateral del lado
afecto.

2.5 Tratamiento conservador.

2.5.1. Técnica de liberación por presión.


En el tratamiento de estos PG se localiza el mismo mediante localización de la
banda tensa y del punto hipersensible y se aplica la técnica mediante compresión
plana contra el iliaco en posición de ligero estiramiento del músculo.

El PG1 del glúteo medio lo trataremos a través del glúteo mayor que lo cubre, por lo
que habrá que ser sensible a la profundidad exploratoria, a la tonicidad y al patrón
de referencia de ambos músculos, para determinar si es uno u otro, ya que la
dirección de las fibras es similar y no sirve como criterio diferencial.

Se puede instruir al paciente en la autoaplicación de técnicas de inhibición de la


hipertonía mediante la compresión en supino, en decúbito lateral o en posición
intermedia con una pelota de tenis o similar.

2.5.2. Técnica de estiramiento analítico.


Muy importante asociarlo a técnicas de relajación post-isométricas u otras técnicas
de energía muscular.

Con el paciente en semidecúbito supino contralateral, el terapeuta situado por


delante, a la altura de la pelvis del paciente, introduce con su mano caudal
pasivamente aducción de cadera , llevando la extremidad a tratar por delante de la
otra apoyada en la camilla (o por detrás si PG3 con terapeuta por detrás y
semidecúbito prono contralateral). La mano craneal estabiliza la pelvis en dirección
craneal con los trifalángicos dirigidos hacia el pubis o con el antebrazo craneal en
pronación.
Existen variantes con paciente en supino o prono, o en decúbito contralateral lateral
con pierna a tratar colgando hacia el suelo en los pies de la camilla y contralateral
hacia el pecho sujetándola el paciente.

2.5.3. Técnica de autoestiramiento.


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Paciente en decúbito contralateral en los pies de su cama con ambas EE.II. colgando
por fuera de la misma. Flexiona la rodilla contralateral (inferior) y apoya el maleolo
peroneo de la misma en la proximidad de la cabeza del peroné homolateral. Empuja
la pierna a tratar en dirección del suelo para introducir mayor aducción de cadera y
va proximalizando su apoyo en el lateral del músculo en sucesivos contactos en
dirección al trocánter mayor homolateral que obligaran a una mayor aducción de
cadera.
Para focalizar el estiramiento en la zona a tratar instruiremos al paciente a jugar con
mayor flexión o extensión de cadera y mayor o menor componente supino-prono
en el decúbito.
El inconveniente es la dificultad para crear un punto fijo craneal en la pelvis que
puede intentarse mediante la colocación de una almohada en la cara externa del
isquion contralateral y una flexión y elongación “telescópica” máxima de la EE.SS.
homolateral o el anclaje a un punto fijo externo. En esta posición también
estaríamos estirando en cuadrado lumbar homolateral, muchas veces relacionado
con la actividad de PG de la musculatura glútea.

3. GLÚTEO MENOR

3.1Anatomía, acción e inervación.

Origen.- Fosa iliaca externa entre líneas glúteas anterior e inferior.

Inserción.- zona superior de la cara anterior del trocánter mayor del fémur.

Inervación.- nervio glúteo superior : L4- L5-S1.

Acción.- ABD de la coxofemoral y rotación interna de la misma. Estabilizador lateral


de la pelvis en apoyo unipodal.

3.2 Localización de los PGM y patrón de referencia

Se describen distintas localizaciones de PG en este músculo que se agrupan en dos


en base a su localización (anterior o posterior) y al patrón de referencia que
producen.

PG anteriores : En el tercio anterior del músculo. Habitualmente cubiertos por el


tensor de la fascia lata y/o por el glúteo medio.
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Como zona esencial de referencia tenemos el cuadrante inferolateral de la nalga y la


zona lateral de muslo y pierna desde el trocánter mayor hasta el maleolo peroneo.

PG posteriores : En los dos tercios posteriores del músculo, normalmente en su


mitad craneal. Los situados en el tercio posterior (dorsal) del músculo estarían
cubiertos por los músculos glúteo mayor y medio, mientras que los del tercio medio
(en la zona entre trocánter mayor y tubérculo iliaco) estarían cubiertos únicamente
por el glúteo medio.
Como zona esencial de referencia el cuadrante inferomedial de la nalga, los tres
cuartos proximales de la zona central de la cara posterior del muslo y la zona central
del vientre muscular del gastrocnemio lateral.
Como zona de desbordamiento la casi totalidad de la nalga salvo la zona de origen
proximal del glúteo medio y el cuadrante inferolateral de la nalga y una zona
ampliada hacia lateral y caudal de la zona esencial en el muslo hasta la zona esencial
en la pantorrilla.

3.3 Mecanismos de activación y perpetuación

Los mecanismos de activación/perpetuación de los PGM del glúteo menor


son:

• Traumatismos directos (caídas, golpes, patadas...)


• Dismetría de EE.II.
• Inyecciones intramusculares en PG latentes con sustancias irritantes.
• Bipedestación unipodal prolongada.
• Cambios bruscos de dirección lateral (tenis, padel, …)
• Disfunciones de la ASI.
• Pie de Morton.

3.4 Sintomatología.

Los PG de este músculo pueden producir dolor de alta intensidad e incapacitante


de distribución “ciática” (dolor pseudo-ciático). También hipersensibilidad en la
zona de referencia.
El paciente puede comentar dolor al caminar, especialmente en la fase de apoyo
unipodal y producir cojera durante la marcha.
También pueden referir dificultad para dormir en decúbito lateral del lado
afecto.

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3.5Tratamiento conservador.

3.5.1. Técnica de liberación por presión.

En el tratamiento de estos PG, con el paciente en decúbito lateral, se localiza el


mismo mediante localización de la banda tensa y del punto hipersensible y se aplica
la técnica mediante compresión plana contra el iliaco en posición de ligero
estiramiento del músculo.

Los PG anteriores lo trataremos a través del glúteo mediano que lo cubre, y


conviene apartar el tensor de la fascia lata, si es posible, para no interponer más
planos musculares al efectuar la técnica.

Al igual que el resto de los PG en glúteos, podemos instruir al paciente en la


autoaplicación de técnicas de inhibición de la hipertonía mediante la compresión en
supino, en decúbito lateral o en posición intermedia con una pelota de tenis o
similar.

3.5.2. Técnica de estiramiento analítico.


Muy similar a la técnica de estiramiento del glúteo mediano pero introduciendo
habitualmente extensión de cadera.

3.5.3. Técnica de autoestiramiento.

También similar a la descrita para el glúteo medio pero con parámetro de extensión
de cadera.

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4. PIRIFORME

4.1 Anatomía, acción e inervación.

Origen.- Cara anterior del sacro, habitualmente mediante tres digitaciones carnosas,
entre y lateralmente a los agujeros sacros anteriores primero al cuarto.

Inserción.- Vértice superior del trocánter mayor del fémur.

Inervación.- S1 y S2.

Acción.- ABD de la coxofemoral y rotación externa de la misma.

4.2 Localización de los PGM y patrón de referencia

Se describen dos localizaciones de PG en este músculo:

PG1 (lateral): En la zona más lateral del vientre muscular, lateralmente a la unión
del tercio lateral con los dos tercios mediales del músculo.
Como zona esencial de referencia tenemos un ampliado cuadrante inferolateral de
la nalga y la zona lateral al borde libre del sacro.
Como zona de desbordamiento del dolor la casi totalidad de la nalga (salvo zona
cresta iliaca y pliegue interglúteo) y la zona central de los tres cuartos proximales de
la cara posterior del muslo.

PG2 (medial) : Junto a su origen medial en el sacro, lateralmente al borde libre del
mismo. Coincide con la localización del PG1 del glúteo mayor.
Los patrones de referencia son los mismos que para el PG1.

4.3 Mecanismos de activación y perpetuación

Los mecanismos de activación/perpetuación de los PGM del piriforme son :

• Traumatismos directos o indirectos (caídas, golpes, patadas...)


• Inyecciones intramusculares en PG latentes con sustancias irritantes.
• Bipedestación unipodal prolongada.
• Cambios bruscos de dirección lateral (tenis, padel, …)
• Disfunciones del sacro.
• Esfuerzos máximos en el levantamiento de pesos.

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4.4 Sintomatología.

Dolor o hipersensibilidad en la zona de referencia.


También pueden referir dificultad para dormir en decúbito lateral del lado
afecto.
Aparte de la sintomatología en la zona de referencia puede aparecer otra
sintomatología secundaria a la disfunción miofascial provocada por la disfunción
sacra y el compromiso neurovascular en el orificio ciático mayor desencadenando
dolor o parestesias en zona lumbar, ingle, periné, y cara posterior de muslo pierna y
pie. Además podría ser causa de edema en EE.II. y disfunciones sexuales.

4.5Tratamiento conservador.

4.5.1. Técnica de liberación por presión.


En el tratamiento de estos PG, con el paciente en decúbito lateral, se localiza el
mismo mediante localización de la banda tensa y del punto hipersensible y se aplica
la técnica mediante compresión plana contra el iliaco en posición de ligero
estiramiento del músculo.

Se puede combinar esta técnica con el estiramiento analítico del músculo en


decúbito prono, la rodilla en flexión de 90º y la puesta en tensión del piriforme
introduciendo RI de cadera al mismo tiempo que ejecutamos técnica de inhibición
compresiva.

4.5.2. Técnica de estiramiento analítico.


Puede hacerse la descrita en el apartado anterior solo que ahora estabilizamos la
pelvis para evitar que se vaya a rotación contralateral o en decúbito supino llevando
rodilla hacia pelvis contralateral con cadera en flexión de 90º-100º.

4.5.3. Técnica de autoestiramiento.


Paciente en decúbito supino con cadera y rodilla en flexión hace un contacto de su
mano contralateral en la cara externa de la rodilla homolateral y la lleva hacia la
pelvis contralateral sin que se despegue la pelvis de la camilla/colchoneta/cama.

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5. BÍCEPS FEMORAL

5.1 Anatomía, acción e inervación.

Bíceps
Origen inserción Acción Inervación
femoral
 Extensión de
Porción tibial del
Cabeza Tuberosidad Cara cadera.
N. Ciático
larga isquiática posterolateral  Flexión y R.E.
(S1,S2,S3)
de la cabeza rodilla.
Labio externo de del peroné Porción peronea
Cabeza  Flexión y R.E.
la línea áspera del del N. Ciático
corta rodilla.
fémur. (L5,S1,S2)

5.2 Localización de los PGM y patrón de referencia

Se describen varias localizaciones de PG en este músculo, todas ellas en la cabeza


corta o el la mitad distal de la cabeza larga :

La zona esencial de referencia comprende toda la proyección posterior del


compartimento medio y externo de la rodilla, incluyendo la totalidad del hueco
poplíteo.
Como zona de desbordamiento tenemos desde la zona de localización de los PG
hacia la tuberosidad isquiática sin llegar al pliegue subglúteo y hacia la zona
esencial.

5.3 Mecanismos de activación y perpetuación

Los mecanismos de activación/perpetuación de los PGM del bíceps femoral son :

• Sobrecarga aguda, mantenida o repetitiva.


• Sobrecarga crónica postural (m. estático).
• Disfunción de la ASI.
• Debilidad de abdominales.
• Posiciones mantenidas en acortamiento (yoga, estiramiento de cuadriceps,
…).
• Compresión muscular por asientos mal adaptados.
• Contracción de defensa ante valgo/varo forzado.

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5.4 Sintomatología.

Dolor o hipersensibilidad en la zona de referencia.


Cojera, dolor al caminar, intolerancia a la sedestación en superficies duras,
dificultad para la extensión completa de la rodilla tras sedestaciones prolongadas,
dolor nocturno.

5.5 Tratamiento conservador.

5.5.1. Técnica de liberación por presión.


En el tratamiento de estos PG, con el paciente en decúbito prono, se localiza el
mismo mediante localización de la banda tensa y del punto hipersensible y se aplica
la técnica mediante compresión plana contra el fémur. Se puede iniciar la técnica
con ligera flexión de rodilla e ir simultaneando la LPP con el alargamiento del
músculo.

5.5.2. Técnica de estiramiento analítico.

En decúbito supino se introduce flexión de cadera con la rodilla en extensión y RI de


rodilla. Es útil asociarlo a RPI e IR (inervación recíproca) y aprovechar el tiempo
espiratorio para ganar mas amplitud articular.

5.5.3. Técnica de autoestiramiento.


- Paciente en bipedestación, apoyado en mesa con ambas manos o antebrazos para
realizar flexión de tronco hasta la horizontal y rodillas en ligera flexión, realiza
anteversión pélvica máxima con lordosis lumbar y activamente va intentando ganar
extensión de rodillas mediante trabajo cuadricipital.
- Paciente en supino con caderas en flexión de 90º, isquiones y talones apoyados en
la pared, lordosis lumbar y anteversión pasiva (almohada) realizamos extensión de
rodillas y flexión dorsal de tobillos.

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6. RECTO MAYOR DEL ABDOMEN.

6.1 Anatomía, acción e inervación.

Origen inserción Acción Inervación


• Flexión de
RECTO Apéndice
Cresta del tronco.
MAYOR xifoides y 7º al 12º nervios
hueso • Retroversión
DEL cartílagos de 5ª, intercostales.
púbico pélvica.
ABDOMEN 6ª y 7ª costillas.
• Espiración

6.2 Localización de los PGM y patrón de referencia

Se describen tres localizaciones de PG en este músculo :

PG superiores : Situados en el tercio superior del músculo.


La zona de referencia es la zona de la espalda a la altura que se haya el PG en ambos
lados de la misma (dolor bilateral en banda).

PG periumbilicales : situados en el tercio medio, próximos al ombligo.


Patrón de referencia próximo a la localización del PG.

PG inferiores : Próximos a su inserción caudal.


La zona de referencia es en la zona dorso-lateral de la pelvis incluyendo el sacro
ambas ASI y el tercio superior de la nalga (dolor bilateral en banda).

6.3 Mecanismos de activación y perpetuación

Los mecanismos de activación/perpetuación de los PGM del recto anterior del


abdomen son :

• Sobrecarga aguda, mantenida o repetitiva.


• Traumatismos directos.
• Disfunción de la ASI.
• Enfermedad visceral
• Cirugía abdominal
• Disfunciones respiratorias

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• Asimetrías de EE.II.
6.4 Sintomatología.

Dolor o hipersensibilidad en la zona de referencia. Evaluar siempre estos músculos


en lumbalgias o dorsalgias “crónicas” o resistentes a tratamientos habitualmente
eficaces.
Trastornos viscerales, vómitos, diarrea, sensación de hinchazón o presión
abdominal, nauseas.

6.5 Tratamiento conservador.

6.5.1. Técnica de liberación por presión.


En el tratamiento de estos PG, con el paciente en decúbito supino, se localiza el
mismo mediante localización de la banda tensa y del punto hipersensible y se aplica
la técnica mediante compresión en pinza, poniendo las caderas y rodillas en flexión
si es necesario para realizar la pinza y luego progresivamente se llevan las EE.II. a
mayor extensión.

6.5.2. Técnica de estiramiento analítico.


En decúbito supino pasivamente se introduce extensión de columna mediante
almohadas o sobre balón tipo Bobath, o paciente tumbado perpendicular a la
camilla con pelvis en la misma, pies en el suelo y brazos y cabeza colgando o
apoyados en silla al otro lado. Se juega con la altura de la camilla para mayor
alargamiento del músculo y se realizan técnicas de estiramiento manual directo
centrifuga o transversalmente, y la combinación con técnicas de amasamiento son
muy eficaces.

6.5.3. Técnica de autoestiramiento.


En decúbito prono el paciente apoya las manos en el suelo para realizar una
extensión del tronco arqueando la espalda sin despegar el pubis del suelo. En esta
posición el paciente realiza sucesivas inspiraciones diafragmáticas, protruyendo el
abdomen para conseguir una mayor elongación del músculo.

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