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SIGNIFICADO CARTAS LENORMAND.

LA NIÑA.
La carta de la niña es una representación que no se puede abarcar con palabras, cada vez que
aparece en la tirada me genera un proceso mental difícil de describir, a continuación, si mi
capacidad me lo permite voy a intentar transmitirlo.
Antes de avanzar voy a reiterar que no creo conveniente encerrar una carta en un significado
estático. Inocencia, inmadurez, carta positiva, etc están bien, pero el oráculo exige más que eso, es
como si a una obra de arte intentamos violentarla con un “significado”.
No hay significados en las cartas, hay cartas, con una presencia real que evocan, nada más, el resto
corre por cuenta de la creatividad del tarotista.
La figura que me ocupa en este articulo entraña significados profundos, que no hacen referencia a
una niña en sí sino a un aspecto concreto del ser humano. No podemos obviar en un estudio mas o
menos serio (no tan serio, soy bufón) lo enigmático de la imagen.
La niña no puede dejar indiferente a ningún tarotista que utilice el sistema Lenormand. Encierra un
misterio a desentrañar, implica todo un trabajo de lectura desarrollar su simbolismo.
Antes de seguir leyendo, señor/señora lector/lectora haga una pausa, deje de atender a estas
palabras y observe la figura en su mazo. Nadie puede quedarse indiferente ante la fuerza de esa
imagen. La pregunta es por qué genera ese efecto.
Se nos muestra la niñez en género femenino.
¿Por qué se representa a la mujer niña? La feminidad es un misterio profundo, tanto para el hombre
como para la mujer. Todo aquello que está más allá de las palabras involucra a lo femenino y le da
su forma. La intuición, según el saber popular, elige a las mujeres para su expresión. La sexualidad
en la mujer es un enigma del que ni siquiera ellas pueden dar cuenta, sólo sentirlo.
La mujer goza como niña, más allá de lo decible, abarca al espíritu en el goce carnal, muy distinto
de los hombres, que encuentran en la posesión, en el órgano o en el hecho de realizar el acto un
placer puntual y definible.
La mujer es misterio oculto detrás de una fragilidad que hace de máscara. La seducción es
femenina, el amor se inclina hacia lo femenino.
Esta carta es la inocencia, no la de una niña, lo cual sería muy limitado. Sino lo que representa una
niña en lo íntimo de la constitución de un adulto. Ese elemento niña que en nuestra personalidad
expresa amar, desear, buscar lo nuevo con la inocencia poderosa, reveladora y sabia de la mujer
niña.
Me dejé tomar por la carta, no sé si la claridad forma parte de este artículo, pero pretendo evocar
más allá de las palabras y de los significados estáticos. Mi estilo un poco indeterminado, que sabrán
disculpar mis indulgentes lectores, intenta trascender el “catálogo” de significados y los decálogos
de teoría, tan inútiles desde mi punto de vista en un sistema de adivinación.
Las ciencias racionales exigen un conocimiento teórico de la materia en cuestión, el oráculo
involucra un saber diferente, más cercano al del artista, del creador o del sabio. Tan difícil de
aprehender, tan inasible. No me pretendo sabio ni mucho menos, pero es al menos el camino que
un oráculo marca. Es por eso que todas las prácticas mágicas requieren el manejo mántico.
Con mi modo bufónico de explorar las cartas no pretendo esgrimir verdades sino un modo de
abordar cada figura que dispare la imaginación del tarotista, es la imaginación más que el saber el
camino que libera a la intuición.
La carta de la niña marca ese rumbo de sabiduría que parte de la inocencia, no de la acumulación
de saber que sólo estanca. Enseña a recibir lo que se siente, la capacidad de alojar una verdad que se
impone en contra de lo que nos marcan nuestros conocimientos previos.
Los verdaderos actos, los genuinos no parten del saber, se imponen desde el íntimo deseo
transformador que surge en alguna parte de nuestro ser. El acto que nos hace estar vivos tiene que
ver con la niña, con esa fragilidad interior, receptiva y creativa que todos portamos.
Una vez más me sorprendo con tan enredado artículo y más aún con mi decisión de publicarlo de
todas maneras. Pienso que es posible que este desorden marque una dirección de lectura más
productiva que una exposición “clara y distinta”.
Creo que con sólo comprender lo que la carta de la niña representa avanzaremos más en la lectura
oracular que con mil páginas escritas.
EL ANILLO.

La libertad es esa desgarradora certeza que tenemos de que somos dueños de nuestro destino…
nada más ni nada menos.
Claro que podemos jugar un juego peligroso soñando con una libertad absoluta que implique
desasimiento…
¿Qué verdad tan terrible esconde la libertad que nos aterra asumirla?
No voy a dar respuesta a preguntas que no corresponden a un bufón.
Solo puedo responder hoy por mi alma desgarrada por lo maravilloso de la vida que me carcome y
que toca un punto sagrado que nadie podría lograr traspasar a lo inmutable de la escritura si no
tuviera esta extraña condición de personaje de ficción.
Mi libertad en este punto es singular, no existo, como dice facebook, pero sí existo en tanto me
comprometo en un nombre y en una palabra.
No soy nada más que un punto álgido ser, casi una molécula, donde se confunde lo que llamamos
Dios, hasta tanto no me comprometo. Dejo de ser absoluto para ser puro límite en la medida en
que logro entrañar mi ser con algo que me ata al mundo… y comienzo a ser lo que otros ven en
mí.
¿Por qué escribir un blog, sin más recompensa que hablarle a otra alma?
¿Qué impulsa a las personas a comunicar algo que está más allá de lo íntimo?
Esa es la carta del anillo, el compromiso.
Mi compromiso es comunicar algo que está mas allá de lo propio, comunicar una ficción.
Que poco trascendente resultan los dolores individuales para hacer de ellos expresión. Que poco
trascendente resulta lo más íntimo para llegar al alma de otros. No es sino un punto inasible del
alma que trasciende a lo propio y que hace a lo imposible de ser tal, lo que impulsa un hombre con
ínfulas de payaso a dignarse a escribir.
Es un profundo compromiso con un destino humano, tan lejos de lo divino, lo que nos hace
hombres.
¿Qué es la libertad entonces sino libertad de comprometerse?
Como hacer para que mis lectores entiendan un pensamiento tan propio que surge de un bufón,
incapaz de hacer literatura… este es mi intento, espero con ansias que alguien haga el intento por
entender.
¿Podemos comprometernos con un destino humano?
…tal vez necesitamos el destino del héroe… ¿es humano el compromiso del héroe?
Canto mis verdades con mi laúd en la cortes, no soy el héroe que deslumbra con hazañas, no me
pregunten por qué pero desconfío de ellos. Mi compromiso es con mis trucos y chistes de feria. Mi
vida se va en esta apuesta.
Dibujo mi alma con garabatos y siento en esos torpes rasgos la grandeza humana embarrada con
niebla y olvido, y juego mi vida escribiendo con tinta indeleble mi destino, apostando toda mi
bufónica existencia a todo o nada… y entiendo con las tripas que no hay todo, que no hay nada…
hay algo que dibujamos en el corazón de otros…
Jugarse a gastarse la vida en algo.
Tan distinto de lo impuesto por otros, tan distinto del destino aceptado pasivamente, el
compromiso del anillo es el compromiso con la propia vida.
¿De que pueden servir estas torpes palabras a quien intente adivinar lo que depara el destino con un
mazo de cartas? No es algo que pueda responder, tal vez sirvan…
EL ATAUD

¡Siniestro! Pero a no preocuparse, insisto en que no hay cartas negativas, sino que depende de la
interpretación que se le de a cada una en cada tirada.
El ataúd evoca algo muerto, pero no necesariamente una muerte.
Podemos andar por la vida como muertos, cuando nos volvemos rutinarios, cuando acallamos
nuestra palabra, cuando aplazamos el acto que nos hace existir.
Un grupo humano o una institución pueden morir, cuando su finalidad termina, cuando no tiene
más empuje por parte de sus integrantes.
El deseo, la pasión en una pareja a veces termina, en ocasiones la pareja sigue, cambia, se mantiene
la compañía, el afecto. Otras veces la relación llega a su fin por mutua falta de interés.
La muerte es necesaria para que la vida siga, para que el cambio llegue a la existencia, algo termina y
cosas nuevas empiezan.
El ataúd transmite una idea de final tranquilo o de estancamiento pero formando parte de algo
natural, de algo que tiene que ocurrir. No evoca por sí sola sucesos inesperados, muertes violentas,
etc.
Esta carta puede anunciar también la muerte de una persona, pero hay que ser muy cautos con
andar repartiendo actas de defunción por ahí. Es preferible que si no lo vemos muy claro o si no
tenemos la suficiente experiencia con el tarot no pronostiquemos la muerte de nadie porque
podemos generar angustia innecesaria.
Otro mensaje posible es que las cosas están como siempre, que nada cambió, pero con una
connotación de estancamiento.
Creo que el aspecto más preocupante de esta carta es el psicológico, cuando la intuición nos marca
un freno, la muerte del deseo, del empuje para avanzar en la vida.
En general nos habla de alguien que está congelado, detenido en el tiempo. Podemos pensar en esos
adultos que actúan como niños, como adolescentes. También en gente que vive el día a día sin
ningún entusiasmo, como mecánicamente.
Lo más importante es la muerte de todo sentimiento o afecto, incluso de la angustia. Este es tal vez
el mayor peligro, la angustia suele ser el despertador por excelencia. Si bien se siente horrible,
cuando nos angustiamos nos movemos y crecemos. La persona afectada por el ataúd logra
defenderse tan bien de la angustia que ni siquiera por este medio puede avanzar.
Otro aspecto psicológico que nos puede marcar el ataúd es la inhibición. Es algo similar a lo
descrito anteriormente, pero quizá no tan grave. Puede tratarse de esas personas que parecen
tímidas, que nunca muestran nada propio, que no se atreven a buscar un trabajo acorde a sus
capacidades o una pareja satisfactoria.
Puede asociarse esta carta a pérdidas, sobre todo afectivas, no necesariamente muertes. La persona
puede estar atravesando un duelo. También puede estar sufriendo. Generalmente se trata de un
sufrimiento sordo, lento, cerrado.
Otra muerte que puede evocarnos es la de los ideales. Esto puede acarrear decepción, pero también
ser muy posibilitador. Cuando un ideal cae podemos encontrarnos mejor con nosotros mismos y
con lo que verdaderamente queremos.
En lo laboral y lo económico puede evocar demoras o frenos o bien la necesidad de cambiar de
enfoque.
Algunos tarotistas le atribuyen un valor de dolor o sufrimiento, no suele ser lo que a mi me evoca
en las tiradas pero como es tan popular esta connotación simplemente la menciono.
Para redondear voy destacar que esta carta es compleja, como digo siempre no nos quedemos con
la sensación de algo negativo.
Evoca dos situaciones paradójicas: estancamiento y cambio.
Si analizamos esto más de cerca podemos ver que son polos de lo mismo, incluso el cambio puede
estar precedido de un período de estancamiento.
Permitamos que la intuición nos marque el tono de esta imagen tan poco grata ¡y a no desesperar si
aparece!
EL ARBOL.

Si bien no pretendo responder a preguntas trascendentales si voy a cometer la osadía de esgrimir un


precioso saber.
Este bufón sabe de qué está hecha la vida, sus ladrillos son del mismo material con el que se
fabrican los cuentos.
Por ser tan sólidos los argumentos de engreídos científicos, que anuncian triunfantes en nombre de
la biología que los cimientos que nos forman son compuestos bioquímicos, me veo obligado a
retroceder ante esta verdad en mi pobre condición de bufón, sin recursos retóricos para refutar
tamaña aseveración.
Somos biología, concedido, pero biología recubierta de historias.
Si algo nos diferencia de una ameba son las historias que nos visten.
Ese ropaje de cuentos nos hace ser quienes somos y nos hace vivir como vivimos.
Nos contamos, nos cuentan, en forma dialéctica con otros construimos nuestra ficción, pero
cuidado, una ficción con profundos efectos de verdad.
Nuestra historia se cuenta desde antes de nacer por las expectativas de nuestros padres y se sigue
contando después de nuestra muerte por quienes nos recuerdan.
Somos los principales responsables de la pluma que nos escribe, borra y reescribe. Narramos para
otros, para nosotros mismos, para la humanidad.
Contamos nuestro presente, nuestro pasado y nuestro futuro. ¿Quieren mis lectores convertirse en
magos?, ¿quieren cambiar lo que fue y lo que será?, pues cuéntense su vida de otra manera y esta
cambiará en el mismo instante de la enunciación.
La historia de una vida es desprolija, hecha de retazos, de profundas contradicciones. Por eso
amamos las que brillan por su coherencia en los libros.
Si estamos hechos de relatos, si por nuestras venas circula tinta y no sangre contemos entonces el
cuento más bello de todos.
Es aquí donde entra el árbol con la asociación que se me hace más inmediata: la salud. Que es estar
sano sino poder contar el cuento más bello.
Creemos que la enfermedad es lo opuesto a la salud, nada más errado. Una persona enferma, puede
darle a lo que le pasa muchos significados. Puede ser una prueba, una enseñanza, un aspecto más de
la vida al que hay que hacerle frente.
La salud depende del cuento que nos contamos.
Y siguiendo con el hilo que la carta me tiende continúo con la siguiente asociación, el árbol evoca
la familia.
La familia es la más vasta fuente de historias.
Llevamos en nuestra imaginación un cúmulo de relatos genealógicos. Nos constituyen biografías,
las de nuestros padres, abuelos, tíos, etc, etc… además de todas las historias, cuentos y leyendas que
ellos nos contaron, todo lo que de ellos nos fuimos enterando al crecer…
El relato familiar es la madera de la que está hecha el alma, nuestro núcleo más íntimo se forja en
boca de nuestros seres más próximos, nos convertimos en personajes importantes de su historia y
comenzamos de esta manera a existir.
Toda esa ficción que nos forma suele ser, como el árbol, rígida y antigua. El cuento en el que nos
insertamos nos precede largo en el tiempo. Por eso cambiarlo puede ser difícil y trabajoso.
La vida es el arte de ser autores de nuestra propia historia. Por lo que debemos trabajar con la
rigidez del árbol, con lo imborrable de las palabras dichas, con los puntos inflexibles de nuestra
historia, con la estructura inquebrantable de nuestro yo para hacernos artesanos de nuestra propia
madera.
El árbol es un camino de introspección, que va desde las viejas raíces hasta los más recientes
retoños. Es una invitación a comprender el todo que se esconde detrás de los hechos aislados, es el
llamado a inundar con imaginación la condición absoluta de la naturaleza. Es el recuerdo de que
para estar vivos debemos creer en una bella historia para poder así tener fe en los demás y sobre
todo en nosotros mismos.
Junto con este artículo va mi deseo de que no se nos pase inadvertida la sabiduría de la carta del
árbol que anuncia que la vida se construye con creatividad e imaginación y que la salud y la dicha
sólo dependen de nosotros que somos los artesanos narradores.
EL BARCO

El barco es para mí la carta más vistosa del Tarot Lenormand. La presencia del agua en la carta le
imprime un toque místico que me resulta difícil de explicar.
Esta carta está asociada a movimiento y a lejanía. Debemos pensar en la época en que se creó este
oráculo. El viaje en barco era una aventura, nunca exenta de peligros, pero bañado de un aura
romántica un poco olvidada en nuestra época.
Antes de avanzar en el desarrollo de la imagen propongo que nos situemos mentalmente en el siglo
XIX. Los viajes en barco eran tema corriente en las novelas de aventuras, eran motivo de grandes
preocupaciones, de las grandes incógnitas que deparaban tierras lejanas y exóticas. Incluso en la
imaginación de muchos perduraban sirenas, monstruos marinos.
Los barcos fueron vehículos de conquista de ricas tierras, transportaron guerreros, piratas, hombres
de ciencia. El comercio se basaba principalmente en el transporte marítimo.
Lejos de los cruceros de lujo, naves comerciales y militares de nuestra época, equipados con
modernos artefactos tecnológicos. Sin llegar siquiera a la imaginación aviones, colectivos o
automóviles, los barcos eran el único medio de realizar largos viajes.
Las noticias, el correo, los libros de otras tierras, las mercaderías llegaban por mar. El puerto era el
lugar donde se despedían y recibían tanto seres queridos como políticos, artitas, nobles, hombres de
ciencia.
Frente a esta carta debemos pensar entonces en hechos significativos. Lo primero y más tradicional
que evoca es viajes, generalmente de grandes distancias.
El viaje puede ser interior y a veces los movimientos no son geográficos sino del entorno, como un
cambio de trabajo, una nueva pareja. En ocasiones todo lo que era familiar cambia y es como sí
habitáramos un lugar diferente.
Puede estar indicando que una época de estancamiento terminará.
También se asocia a transacciones comerciales, puede ser un negocio que marcha con viento a
favor.
Puede estar marcando un distanciamiento, tal vez largo o definitivo. También una ausencia, alguien
a quien se extraña.
En relación al amor los significados son variados, podría indicar un viaje en pareja, una relación que
va viento en popa, pero también una ruptura o un alejamiento. Depende de la intuición del
tarotista y de las cartas circundantes.
También puede relacionarse con novedades, no tanto con noticias, para eso hay otras cartas, sino
con situaciones nuevas, con personas que llegan de otros ámbitos, de otros lugares.
A esta carta se le suele atribuir un valor positivo, pero dependerá de muchos factores como los
vientos, las mareas, el clima y la tripulación. Cuando aparece el mejor concejo es dejarse transportar
por la intuición, que será la que dicte su verdadero valor en la tirada.

EL CAMINO

El camino es una carta compleja. En algunas ocasiones es difícil de interpretar en las tiradas,
supongo que tiene que ver con lo que representa con mayor intensidad: indecisión.
Lo que vemos en la figura no es un camino sino un cruce de caminos. La diferencia es importante
porque el cruce no conduce a ninguna parte.
La imagen tiene algo de perturbador, de misterioso. Nada nos indica que dirección es mejor para
echarse a andar.
Es conocido el mito que dice que en el cruce de caminos podemos encontrarnos al diablo.
Todos atravesamos en la vida por momentos en que una elección difícil se hace presente, donde se
nos termina el saber y tenemos que decidir “a ciegas” mediante un acto del que es imposible
determinar las consecuencias.
El camino es la carta del momento previo a la decisión, donde la duda esgrime sus armas, no para
atacar, sino para paralizar, para atemorizar.
A veces es más insoportable tener opciones que no tenerlas, Jean Paul Sartre dejó impresa en la
historia su célebre frase “Estamos condenados a la libertad”.
Debemos elegir y además hacernos cargo de nuestras elecciones a pesar de no tener una brújula
divina que nos guíe.
La duda es una manera de renunciar a asumir la responsabilidad del acto, es una forma de cobardía
que hace retroceder, sentarse en la encrucijada a esperar que algo pase, que alguien llegue.
Recordemos la leyenda antes mencionada, el único que llega es el diablo.
No quiero asustar a nadie, el diablo simboliza el dolor, la falta de entereza, el detenimiento. El
tiempo se nos pasa y seguimos sin decidirnos a actuar porque la acción está llena de riesgos. El
tiempo pasa y nos quedamos en el cruce, estancados.
Cualquier camino lleva a alguna parte, no importa a donde, pero es preferible a quedarse esperando.
Cuando esta carta aparece busquemos el punto de indecisión, que a veces está bastante bien
escondido. Esa puede ser la causa de sufrimiento.
Debemos saber que si damos en la tecla con el punto de detenimiento es posible que generemos
angustia, incluso rechazo por la puesta en juego de mecanismos de defensa por parte del
consultante. Mucho cuidado cuando rumbeamos por estos terrenos.
Si el consultante pregunta específicamente por su detenimiento en cualquier aspecto de su vida esta
carta nos lleva a pensar que depende más de su inacción que de situaciones exteriores.
Esto deriva en un aspecto muy importante de esta carta que le da su costado positivo. Avanzar
depende del consultante.
En cualquiera de los caminos está la salida, no importa en cual, esta carta por sí sola no nos dice
que rumbo tomar. Precaución a la hora de aconsejar la dirección, si el consultante no quiere hacerse
cargo de la responsabilidad de elegir es muy posible que quiera echársela en los hombros al
tarotista.
El mejor consejo puede ser instar al consultante a caminar, por donde sea, declarar que no sabemos
que camino es el mejor, recordarle que no sabemos todo ni mucho menos, pero de lo que sí
estamos seguros es de que el problema más importante es la duda que lo paraliza y que mantenerse
en el cruce tendrá peores consecuencias que cualquier rumbo que elija.
Tratemos de no hacernos cargo nunca de las decisiones que debe tomar el consultante, esto sería
infantilizarlo y asumir un papel de sabiduría que no tiene que ver con el lugar del tarotista. Lo
único que hacemos con el oráculo es orientar, decir lo que vemos, pero no somos padres, ni grandes
sabios.
El lugar de saber esconde una satisfacción muy tentadora pero desde ahí podemos hacer mucho
daño por la posición en que dejamos a quien nos consulta. Por otra parte nos estaríamos haciendo
cargo de las consecuencias que acarreen sus actos y eso bajo ningún punto de vista es saludable ni
ético.
Si el estancamiento es severo el consejo más prudente es la consulta con un psicólogo.
Es muy común que el consultante nos confunda con psicólogos. No aconsejo ocupar ese lugar bajo
ningún punto de vista. Primero por una cuestión legal, más aún en el caso de que el tarotista cobre
(yo no cobro por tirar las cartas, aunque no lo descalifico en absoluto). Segundo porque el trabajo
de un profesional de la salud mental requiere un entrenamiento que no tenemos y prescinde
absolutamente de la adivinación, esta sólo entorpecería la labor del psicólogo ya que quien debe
hablar es el paciente y es con el discurso del paciente que se trabaja.
Creo que esta aclaración es pertinente para esta carta, porque, hablando de dudas y confusión la
figura del cruce caminos puede desorientarnos en nuestro rol. Repito: mucho cuidado con
infantilizar al consultante, es antiético y sumamente perjudicial.
Tengo pensado ampliar este tema, creo que es de utilidad para el tarotista distinguir muy bien su
rol del rol del psicólogo, saber cuando tiene abstenerse de continuar trabajando con una persona y
recomendar la consulta a un profesional de la salud mental.

EL JARDIN

Esta carta emana con fuerza una imagen estética, se representa un lugar que invita ser recorrido.
Es el jardín de algún personaje encumbrado, dado su tamaño y belleza. En la mayoría de las
ediciones del Tarot Lenormand la figura cuenta con ornamentos como fuentes, estanques, estatuas.
Es una carta muy asociada a eventos sociales, generalmente recreativos. Puede evocarnos fiestas,
espectáculos, reuniones, casamientos.
Suele atribuírsele un tono agradable y llevadero, tal vez con ciertos tintes de protocolo y frivolidad,
aunque dependerá mucho de la tirada y de la información intuitiva que nos transmita.
Si la pregunta es por un grupo de personas nos hace pensar en relaciones agradables, moderada por
la educación. No necesariamente vinculadas por sentimientos profundos, pero si cordiales, como
un buen lugar de trabajo. Por lo mismo puede mostrar un grupo de amigos donde existen
falsedades y máscaras, aunque por sí solo esta carta no marca malas intensiones.
Si preguntamos por una persona suele evocar una mujer sociable, atractiva, tal vez más por sus
gestos y simpatía que por su belleza. También puede ser un hombre con muchas relaciones sociales,
podría ser rico o muy reconocido, agradable y hospitalario con un gran desarrollo de su lado
femenino.
Puede mostrarnos también riqueza material o espiritual.
Una nueva amistad puede estar en puerta, o un nuevo grupo de amigos.
En ocasiones marca la necesidad de buscar nuevos amigos, de aumentar el número de relaciones o
de mejorar la habilidad social.

EL LIBRO

Sólo porque estamos acostumbrados, “estas cosas” que son los libros no nos causan sorpresa.
Extraño artefacto con innumerables hojas pegadas, lleno de palabras que llevarían horas o días
decirse…
Nunca compraríamos un libro si no estuviéramos totalmente convencidos que dentro de él
hallaremos un precioso secreto.
Hasta la novela más simple intenta persuadirnos que entre sus páginas encontraremos una extraña
mezcla de sensaciones y saber que harán que algo dentro de nosotros cambie para siempre. ¿Si no
fuera así quien se tomaría el trabajo de leer un libro?
Todos recordamos una obra especial que nos cambio la forma de ver el mundo. Esa historia, ese
escritor, ese pensador que modificó algo íntimo en nuestro ser.
Algo de esto evoca la carta del libro. Un secreto por rebelarse, algo que falta saber.
En la carta el libro se presenta cerrado y esperando ser leído, es un conocimiento que se ofrece
cuando quien consulta sea capaz de tomarlo, de enfrentarlo.
El secreto está al alcance del consultante, sólo que las cosas más simples, las que de verdad
importan, son muchas veces más difíciles de entender que las grandes construcciones intelectuales,
incluso suelen ser obstaculizadas por estas.
Esta carta representa un conocimiento trascendente para la persona que consulta. Algo que se revela
o algo que falta revelarse, algo que falta entender.
Pasar del saber al conocimiento y del conocimiento a la verdad es un camino posible, pero no
debemos olvidar que hay verdades que se imponen sin estos pasos previos y no se trata verdades
comunicables. La verdad última no puede decirse o bien puede decirse Dios. Hay un punto
insondable que sólo podemos sentirlo en su inmutabilidad perdida, vedada para ojos humanos
como la zarza ardiente.
Eso que se nos revela como inabarcable, infinito, irrepresentable, opera en nuestra realidad
cotidiana como lo que no puede incluirse y desde afuera instaura sus efectos en lo más íntimo.
El libro representa lo que podemos y no podemos conocer. Es por esto mismo un recordatorio de
lo limitado de la condición humana, un llamado a la humildad.
Solemos esgrimir verdades en las que nos sostenemos y sin darnos cuenta estas toman el control de
nuestra vida. Juzgamos a otros y a nosotros mismos desde nuestras pequeñas verdades y somos
capaces de las más duras condenas con tal de mantenerlas vigentes.
De la misma manera todos pasamos por situaciones-libro en las que, muchas veces con dolor,
debemos reconocer la pequeñez de nuestro saber y replegarnos con humildad a la enormidad del
universo. Cada uno de estos momentos-libro son oportunidades para crecer.

EL LIRIO

A medida que esta flor se acerca a la hora de marchitar y morir aumenta su perfume.
Simboliza la madurez, la madurez armónica, donde las etapas de la vida se reciben para desplegarlas
con creatividad.
El lirio nos dice que “no todo es color de rosas” pero nos muestra como podemos perfumar
nuestros dolores.
Nos enseña que en el camino de todo ser humano la felicidad siempre porta su costado de
amargura y que a pesar de que vida y dolor son inseparables podemos siempre destilar un perfume
agradable.
El sentido de la vida es enigmático, pero hasta tanto nadie diga lo contrario esta para disfrutarla y
para destilar, al modo del lirio un buen perfume destinado a quienes nos rodean. La pregunta que
plantea la carta del lirio es si somos capaces de lograrlo a pesar de las vueltas complicadas que se
nos presentan.
Entender que no hay cartas “positivas” y cartas “negativas” tiene que ver con el lirio y con el modo
en que pensamos la vida. Si buscamos estas dualidades en un oráculo es muy posible que las
busquemos también en nosotros mismos y en los demás. El único resultado es que a falta de
situaciones “puras” el dolor tiña nuestra búsqueda.
Cualquier arte mántica debe servir como camino de sabiduría, mala señal si buscamos saber si el
destino nos depara lo bueno o lo malo.
Al viejo modo oriental, el dolor existe sólo porque buscamos la felicidad. Si nos alejamos de los
dualismos categóricos podremos aceptar los grises de la vida.
No se trata de portar una apática indiferencia, sino de poder soportar la porción de dolor que
acompaña a la dicha.
La flor del lirio simboliza la amistad, la pureza y la abundancia, pero con la advertencia de que el
más puro blanco en el ámbito humano tiene siempre sus manchas. La forma de disfrutar de estos
dones de la vida exige tolerar esas manchas con creatividad.
El modo de superar el sufrimiento no es evitarlo, sino atravesarlo con entereza.
El lirio es flor que crece entre los yuyos, como la flor de loto crece en el barro. El blanco del lirio
blanco es blanco que crece entre los yuyos, blanco con manchas, como la vida cuando madura. El
perfume del lirio aumenta cuando madura, como la vida cuando madura…

EL TREBOL

Se entiende por “suerte” a la manifestación repetitiva del azar a favor de una persona en forma
independiente de la voluntad de la misma y sin razón aparente.
El elemento inexplicable en la reiteración de la buena fortuna es indispensable, ya que si
conociéramos el motivo de tal beneficio (esfuerzo personal, magia, favores ajenos, etc) no le
llamaríamos de ninguna manera suerte.
Por el sólo hecho de poder nombrarla voy a dar crédito a su existencia pero intentaré reflexionar
brevemente a cerca de qué fenómeno la produce.
Una característica importante que orienta mi reflexión es la siguiente: rara vez identificamos
personas que se sientan a sí mismas elegidas por la suerte. Siempre a la suerte se la suponemos a los
demás.
Es muy claro que si las cosas buenas que nos han sucedido sólo fueran atribuibles a la suerte
deberíamos renunciar a la vanagloria de las propias cualidades personales que intervinieron en
nuestros éxitos.
Esto hace sumamente sencillo atribuir a la buena fortuna los logros ajenos pero jamás reconocer tal
causa a los propios.
Corro el riesgo de ser sumamente categórico en mi desarrollo, tal vez dejo de lado los grises. Pero si
buscamos a la suerte creo que sólo la encontramos de este modo, en forma de subestimación ajena.
Mi interés no radica en arrojar a la cara a mis lectores disconformes con mi visión pruebas
contundentes para convencerlos de mi verdad. No me ata ninguna forma de exposición académica
y mis condescendientes seguidores saben disculpar los excesos que este bufón se permite, mi
demostración se basará en un elemento trivial, un personaje de ficción, creo tal vez un poco
olvidado, que retorna de mis recuerdos infantiles al escribir estas palabras.
Me resultaba muy divertido en mi niñez un personaje de Disney, amigo odiado del Pato Donald
que se llamaba Pánfilo Ganso.
Era en términos generales era un idiota. No tenía una maldad terrible, sino pequeños gestos de
egoismo y antipatía, no era inteligente, sino más bien bastante tosco, era engreído, irritante, en
general bastante poco querible.
A pesar de todas estas características aparecía en todas las historias cosechando éxitos, dotado de
una suerte desmesurada. No tenía dinero, pero si lo necesitaba conseguía una fortuna, no era
agradable ni buen tipo, pero siempre quedaba bien parado y como para terminar de indignar a
Donald y a los infantiles sujetos que con él nos identificábamos, Daisy siempre miraba con deseo a
tan exitoso personaje, pareciendo pasar por alto todos sus detestables defectos.
Lo que nos aliviaba en cada una de las historias era que terminaban “bien”, todo ocurría como se
suponía. Al final la bella pata se daba cuenta que a pesar de todo Pánfilo Ganso era un imbécil, que
sus éxitos se debían “sólo a la suerte” y que Donald era bueno, íntegro, es cierto que un poco
tocado por el fracaso pero digno de su amor.
Tal renuncia de la pata al suertudo personaje nos parecía de lo más natural en la infancia, pero con
el tiempo y los años todos hemos visto que esta ley solo se cumple en los cuentos para niños y la
única ley que rige en el bufónico mundo adulto es la del embudo (la más linda con el más boludo).
Claro, si no nos consolamos pensando en las pobres cualidades que posee quien es objeto de amor
de la “más linda”, corremos serio riesgo de llegar a la conclusión que el “boludo” no es
necesariamente quien tan bien acompañado se encuentra.
Me excuso sin culpa en mi profesión de bufón para publicar en el blog tan soez reflexión sobre la
subestimación ajena en la que inevitablemente tendemos a caer los seres humanos.
Pretendo que tal introducción sirva para evitar atribuirle un mensaje de suerte a la carta del trébol,
o al menos intentar reflexionar a cerca del mecanismo que interviene en la existencia de la misma.
Intentando retomar la seriedad que me caracteriza y dadas mis excusas por tan excesivo desliz
intentaré esbozar algo acerca del simbolismo del trébol de cuatro hojas que la figura de la carta
representa.
Esta planta, cuando está tocada por tan infrecuente deformidad genética, representa para quien lo
encuentra un amuleto de protección contra las desgracias y los demonios.
El trébol evoca éxito, puede ser en un hecho determinado o éxito en la vida en general. También
puede hacernos pensar en el éxito como ilusión del consultante.
Las formas en que la buena estrella se presenta involucra las tonalidades antes descriptas. Pero no
podemos dejar de lado el costado favorable que puede anunciar el trébol en la tirada.
Por supuesto, no todo lo que es favorable se presenta a primera vista como tal, suele ocurrir que un
hecho de lo menos agradable termine generando a largo plazo grandes beneficios.
Puede pensarse también a esta carta como otra de las tantas cartas anunciadoras de cambio que
tiene el Tarot Lenormand. El cambio que predice es abrupto, repentino pero siempre con un tono
beneficioso, a pesar de que puede no ser evidente en un primer momento.
Aquí finalizo mi intento de darle profundidad a una carta que tan pocos caminos de interpretación
me sugiere. Sólo puedo concluir deseando a todos mis lectores ¡muy buena suerte!
EL ZORRO

¡Animalito simpático y lindo si los hay! Es el símbolo de la astucia por excelencia.


A esta carta se le asocian situaciones muy negativas, personas poco confiables y traicioneras, timos y
trampas.
Hay que ser precavidos con este reduccionismo. Voy a intentar ampliar el simbolismo de esta carta
para que no se transforme en una traba para la intuición.
El zorro es personaje frecuente en fábulas folclóricas, donde es siempre el artífice de una trampa.
Habitualmente es comprador, cae bien, es capaz de un dialogo inteligente.
Lo encuentro más relacionado con la “avivada” que con la maldad. Es el estafador simpático que
incluso a veces nos agrada (siempre que no seamos nosotros su víctima). Me hace pensar en
aquellos hackers que roban de a 10 centavos de cada cuenta bancaria.
La astucia no tiene de por sí un tono negativo. Incluso puede no estar relacionada con viveza en
cuestiones materiales, sino con la palabra, por ejemplo aquellos que manejan muy bien la ironía o
que tienen rápidas respuestas que los dejan siempre bien parados.
El zorro es un animalito muy curioso, a veces muy dañino, puede meterse en los corrales en las
zonas rurales y hacer grandes destrozos.
Son animales muy difíciles de domesticar y cuando se domestican son muy traviesos.
Otro dato interesante es que es de hábitos nocturnos.
Puede hacernos pensar en un hombre astuto, podría ser un estafador o un tramposo bajo una
apariencia muy simpática, esto último lo puede hacer muy peligroso.
También podemos pensar en un hombre de la noche, que tiene muchas mujeres y no se queda con
ninguna. Puede ser un hombre incapaz de ser fiel.
Puede evocarnos también astucia sin maldad, o la necesidad de que el consultante agudice su
astucia.
A esta carta se la suele considerar negativa, yo recomiendo que en ningún caso nos encerremos en la
idea de que hay cartas buenas y cartas malas. Todo dependerá de la tirada y de la interpretación.
Cada carta debe abrirnos la mente, no encajonarnos en un significado. Este llegará por intuición y
no por lo que “significa” esa carta. Pensemos que solo hay 36 cartas en el mazo Lenormand, sería
absurdo creer que aquí podemos contemplar todos los aspectos de la vida.
Las cartas quedan en la mesa, la intuición es la que vuela.

LA CARTA.

Lo que esta carta evoca está irremediablemente perdido para quienes nos hemos habituado a
Internet.
Debemos hacer un pequeño esfuerzo de imaginación para alcanzar algo que antes era una realidad
cotidiana: los mensajes por carta.
Los e-mails son descoloridos derivados de un sistema de comunicación antiguo.
Actualmente lo único que llega por correo son facturas y avisos legales, con esto el servicio postal
perdió todo el romanticismo de otras épocas (recordemos que el oráculo Lenormand se dibujó en
el siglo XIX).
En la primera mitad del siglo XIX se inventó el telégrafo, el cual aún no había logrado difusión, ni
siquiera se había inventado el código Morse.
Los mensajes llegaban por correo, el cual para funcionar, debía ser un medio veloz y seguro de
comunicación, por ese motivo podemos relacionarla con un corto período de tiempo.
Quien esperaba noticias se movilizaba con la llegada del cartero. Este oficio mantenía un halo
misionero, tenía una carga emocional y un reconociendo totalmente olvidado, muy lejos de los
empleados actuales, cadetes que no evocan nada.
Esta carta está muy relacionada con las noticias, los avisos, con la ley y con documentos legales.
La carta del jinete también nos evoca noticias, hay una diferencia significativa.
Tiene que ver con el tipo de noticias y con el tono de estas, voy a explicarlo.
En varios lugares leí que la carta de la carta, valga la redundancia, se relaciona con el lenguaje
escrito. Esto no es exactamente así, pero permite captar algo.
Yo diría que el mensaje es indirecto o impersonal, como una citación judicial o alguna noticia
sobre un familiar que vive lejos.
La carta del jinete representa alguien que llega a nuestra vida, con una presencia bien marcada y
cambia radicalmente nuestra realidad. Tiene un impacto mucho mayor.
Podemos decir que el jinete se refiere más al mensajero que al mensaje.

LA CASA.

La casa condensa elementos muy fuertes disimulados en una carta que se presenta a primera vista
simple y agradable.
Hace referencia al origen, al punto de partida, al punto de referencia y al punto de llegada.
Todos portamos estos elementos de forma más o menos clara y tienen su lugar en cada situación y
cada acto de nuestra vida.
Intervienen permanentemente, de forma conciente y a veces más o menos inconciente estructurando
fantasías que imponen rumbos y elecciones.
La carta de la casa condensa lo íntimo, lo que se esconde detrás de una bella fachada.
Es de tal complejidad la interpretación que refuta a las claras la falsa simplicidad asignada
gratuitamente al Tarot Lenormand.
Esta carta toca fibras de lo íntimo que se hunden en las profundidades de la subjetividad, hacerla
intervenir en la interpretación exige como mínimo cierto trabajo de reflexión e imaginación.
¿Qué valor tienen los muros protectores de un hogar en la tirada, en la pregunta particular del
consultante?
Aconsejo valerse de esta pregunta o una similar cuando se la encuentre en una lectura, partiendo de
aquí se puede abrir enormemente las posibilidades de interpretación.
No creo recomendable quedarse en lo habitual: seguridad, familiaridad, estabilidad, durabilidad,
etc. Estos son significados coagulados, no quiero decir que estén mal ni mucho menos (dependerá
de lo que a cada uno lo evoque), pero creo que estancan las enormes posibilidades aclaratorias que
brinda esta carta.
Es fascinante pensar cuantos secretos esconde una casa.
Imaginemos que somos visitantes, invitados. Vemos la construcción desde afuera y nos transmite
sensaciones. Al entrar encontramos las pistas, los rastros que dejan impresos en el interior cada uno
de sus habitantes. El lugar tiene características singulares, no existen dos casas que se parezcan en su
interior. Hay colores, olores, ruidos que le dan un tinte único. Nuestros anfitriones nos guían, nos
ofrecen un sitio para ponernos cómodos en un lugar reservado para las visitas. Desde allí podemos
ver zonas de la casa en las que los que vienen de afuera no suelen entrar, alguna puerta, una escalera
que no sabemos a donde conduce, como si fueran sectores prohibidos o reservados a personas de
mucha confianza.
Quienes habitan esa casa tienen un modo de recibirnos, una forma de interactuar entre sí, tienen
una historia en común, podemos acceder a parte de ella pero otra permanece en secreto, solo sus
habitantes la conocen.
Cuando nuestra visita termina la casa adquiere otro funcionamiento, todo comporta otra dinámica,
más íntima, más oculta a la mirada exterior. Se mezclan el amor, el odio, las peleas y los afectos.
Aparecen cosas extrañas a quienes no viven allí.
El misterio habita todas las casas, la propia, las ajenas.
Todos contamos con un lugar que consideramos propio, de hecho o de derecho, pero propio al fin.
Ese sitio nuestro que aloja lo íntimo, del cual partimos y al cual volvemos.
La figura en todas las ediciones Lenormand muestra una casa idealizada, más cercana a una fantasía
infantil, a un vestigio de la niñez que sigue operando. Nos remite a infancia del consultante, pero
también a la nuestra, nunca es fácil de separar pero es absolutamente necesario para no mezclar lo
propio en la tirada.
Este artículo es un intento de generar múltiples interpretaciones en lugar de cerrarse a unas pocas.
Será un desafío para cada uno que utilice este oráculo dar el justo valor a esta figura que exige
siempre un trabajo introspectivo para separar lo propio. Se hace imprescindible un buen diálogo
con el consultante para ir situar a la casa en la interpretación adecuada.
Espero ansiosamente recibir comentarios sobre esta carta, conocer que les evoca a otros para así
poder profundizar en una imagen tan compleja y fascinante.
LA CRUZ.

La cruz es una carta muy compleja. Tal vez la más difícil de interpretar en la tirada.
Voy a hacer una descripción amplia, sin coagular sentidos porque esta figura tiene muchas aristas.
Mi intención es hacer trabajar al inconciente en un proceso de evocación.
En occidente de manera casi automática asociamos éste símbolo al cristianismo, sin importar la
religión que se profese.
El Via Crucis o “Camino de la Cruz” representa para los católicos las etapas que precedieron a la
muerte de Jesús, desde su condena hasta la introducción de su cuerpo en el sepulcro.
Para esta religión la cruz representa la aceptación de Cristo del mandato del padre, la resignación al
destino terrible asignado al Dios Hombre para salvar a la humanidad de sus pecados. Representa
el poder para transformar un símbolo de derrota en un símbolo de victoria. Lo que se derrota es la
vida terrenal para dar paso a la vida eterna.
El cristiano acepta su destino con dignidad, carga su cruz por la vida imitando a Jesús para alcanzar
la salvación.
No quiero extenderme en este tema, pero es sumamente importante ampliar todo lo posible la
significación de este símbolo en el cristianismo para penetrar en el significado de la carta porque es
a donde nos lleva inmediatamente la asociación inconciente.
Existen muchas variantes de la cruz en la cultura, generalmente como símbolos religiosos,
formando parte de escudos de familia y en banderas o símbolos nacionales.
El tema es amplio y bien podría desviarme del propósito del artículo por lo que me voy a abocar
sin más a la carta en el Tarot Lenormand.
Aquí el significado más popular es: destino. Otra ramificación inabarcable implica hablar del
destino. Solo voy a mencionar que de acuerdo al momento histórico en nuestra cultura la
concepción del destino fue mutando.
El concepto antiguo implicaba una idea de determinación inapelable. En las tragedias griegas el
drama del héroe estaba dado porque su destino era inmutable y a pesar de todos sus esfuerzos por
cambiarlo éste llegaría inexorablemente.
La idea del destino cambia en la modernidad, incidencia previa del cristianismo, que es la religión
que esgrime el libre albedrío.
El drama posmoderno es la pregunta por el propósito en la vida, sin la cercanía del Dios del
medioevo, sin el destino escrito, la pregunta por la causa y el motivo atormentan al hombre, seamos
o no concientes de esto.
La libertad absoluta, sin necesidad de rendir cuentas, angustia y en ocasiones impide avanzar
porque falta una finalidad.
Filósofos y ensayistas actuales lo plantean mucho mejor que yo, pero marco mi rumbo con estas
ideas que contribuyen a aclarar la carta de la cruz.
El destino anunciado en las tragedias griegas a viva voz al héroe a partir de la modernidad se hace
inconciente. De esto se valen los discípulos del tal Sigmund Frued.
Cumplimos con un destino inconciente impuesto por nuestras fantasías, por nuestra historia, por el
lugar en nuestro grupo de origen, etc.
La cruz representa en parte nuestro destino inconciente. Todo lo que hacemos en la vida, sin saber
por qué lo hacemos, guiados por las marcas que llevamos en las profundidades de nuestro ser.
La vivencia que tiene el consultante de su destino es como si fuera algo impuesto desde el exterior,
cuando en realidad es autoimpuesto. Siempre somos libres diagramar nuestro camino, pero de esa
libertad no queremos saber nada porque tiene un costado atormentador.
Jean Paul Sartre habla de lo angustiante de la libertad en un artículo titulado “El existencialismo es
un humanismo”, sin duda lo desarrolla con una maestría de la que este bufón adolece, por lo que
dejo un link para el que le interese: http://www.uruguaypiensa.org.uy/imgnoticias/766.pdf
Continúo con mi interpretación de la cruz, por cierto muy personal. A medida que escribo siento el
enredo de significados. Siento mermar mi claridad de exposición y ser excesivamente repetitivo con
algunas palabras, espero que el benévolo lector sepa disculparme, pero esto representa la
identificación con esta carta, creo que es la única forma en que se puede escribir sobre la cruz.
Destino, imposición, pesos que se cargan sobre la espalda hasta no aguantar más con tal de no
volar, porque para ser livianos y volar hay que soportar con coraje la libertad.
Releo lo escrito y lo encuentro tan enredado, tan lleno errores gramaticales que me duele en mi
bufónico orgullo. Cuando intenté mejorar el estilo me topé una gran dificultad y con un
sentimiento claro de molestia. Creo que todo esto tiene que ver con la carta de la cruz. Me llevó
bastante tiempo desarrollar este texto y finalmente me decidí a publicarlo así como estaba para
sacármelo de encima.
Pienso que quien se haya atrevido a leer este artículo hasta el final habrá captado el significado de
la carta por el modo pastoso del desarrollo que esta me impuso.
LA GUADAÑA

El impacto que genera esta herramienta por estar asociada a la tradicional figura de la parca nos
puede alejar de su verdadero significado y valor en el Tarot Lenormand.
Debemos visualizar antes que nada la utilidad de este utensilio en otras épocas en las que era una
herramienta de trabajo rural.
Se la utilizaba como instrumento para cosechar o para mantener jardines.
Esta constituida por un mango y una hoja que debe mantenerse bien afilada para facilitar su
función y se la utiliza balanceando el cuerpo.
Podemos asociarla a un corte abrupto que puede ser inesperado pero también podría estar
efectuado con precisión, voluntad e inteligencia.
Puede hablarnos de una persona inteligente, rápida, que no suele enredarse ni complicarse con
situaciones engorrosas.
Se implica en esta figura la cosecha del esfuerzo realizado o la obtención de un beneficio mediante
una acción oportuna.
Puede que una situación o relación tenga un final repentino, tal vez con dolor y sufrimiento.
En ocasiones nos habla de trabajo duro, pero generalmente productivo.
También tiene un costado negativo fuerte, dependerá por supuesto de las cartas circundantes y de
la intuición del tarotista.
Puede hacernos pensar un cambio abrupto que genere dolor, en accidentes, en heridas físicas, en
intervenciones quirúrgicas (generalmente bien realizadas y por mano experta).
También puede indicar la presencia de problemas de cualquier índole, sobre todo inesperados,
siempre en relación con las otras cartas de la tirada.
Si la pregunta es por la salud indica dolores físicos o accidentes, aunque no suele relacionarse con
enfermedades graves.
Si la pregunta es por el amor indica corte o cambio radical de una situación.
La guadaña nos habla también de una decisión rápida, segura, concreta. De la necesidad de no darle
demasiadas vueltas a un asunto.
LA LLAVE

La puerta, por más sólida e infranqueable que sea abre fácilmente con la llave que le corresponde.
Es una carta que augura una simple solución incluso para un problema que parece agobiante, es una
carta de apertura, que nos dice que los recursos con los que se cuentan son los adecuados.
Ahora se dispone de la herramienta correcta para abrir esa puerta que se nos negaba, ese cofre que
escondía el preciado secreto. Se hace fácilmente, sin gran esfuerzo.
Estamos ante la solución, se saldrá de un encierro, se penetrará en el lugar deseado.
Lo importante es que no nos habla de enormes recursos, sino que nos dice que con lo que hay es
suficiente porque es lo adecuado.
Puede anunciarnos un camino correcto, o la coyuntura que resuelve con el menor esfuerzo un
conflicto.
Esta carta dice “sí” a un proyecto.
Evoca eficacia.
Podemos pensar en la clave para resolver una situación, incluso de la Única manera de resolverla.
Si por intuición concluimos que esta llave falta, por más esfuerzos que el consultante realice por
otros caminos no podrá encontrar salida.
También nos habla de secretos ocultos, de una persona que sabe algo y lo esconde, aunque en
general si consultamos sobre una persona suele evocar a un hombre práctico, capaz de hacer mucho
con poco.
En general es una carta de buenos designios, pero siempre dependiendo del entorno de la tirada y
de la intuición del tarotista.
LA MONTAÑA.

El valor negativo que usualmente se le asigna a esta carta impide totalmente su lectura y nubla la
visión en cualquier tirada que aparece.
No me canso en ningún artículo de reiterar la inconveniencia de asignar estas cualidades por
separado a los elementos oraculares. Ambas están contenidas en la realidad por el modo en que
proyectamos sentido a las cosas.
La montaña se alza imponente. Vista desde el llano es obstáculo insalvable, visto el llano desde la
cima se devela lo insignificante de nuestra condición.
La montaña es metáfora de lo que parece imposible hasta el momento en que es abordado.
Todos tenemos una montaña por delante.
Podemos cruzarla con la paciencia de quien emprende algo difícil.
Podemos moverla con la fe del que cree en si mismo y en sus ideas.
También podemos quedarnos sentados otorgándole la categoría de imposible.
La montaña es inmune a la risa y a los llantos del bufón… solamente queda el paso firme.

LAS NUBES.

Terminé inevitablemente por concluir que la carta de las nubes tiene que ver con la confusión
después de intentar durante varios días darle forma a un artículo sin ningún éxito, perdido entre
frases mediocres (más mediocres aún que las que este bufón ha sido capaz de publicar).
Después de desechar todo lo escrito, sin siquiera pasar por la papelera de reciclaje, comprendí mi
estancamiento al distinguir un error bastante tonto, pero que tiene mucho que ver con la forma en
que pensamos en nuestra cultura.
Comentar el proceso de escritura de esta carta me parece pertinente porque cada vez me doy cuenta
más cabalmente que este trabajo tiene que ver con un camino de exploración personal marcado por
las cartas que se me van presentando.
Escribir para otros es una excusa para ordenar mis ideas, no es mi posición la de “enseñar” a usar el
oráculo (no veo cómo podría hacerlo), no intento ocupar un lugar de saber, sino de usar un medio
de comunicación como forma de expresión, la cual es siempre un trabajo sobre uno mismo.
Mi error con las nubes fue intentar dividir, basándome en las interpretaciones que la carta me ha
sugerido en muchas tiradas, las situaciones de confusión en internas y externas.
Por externas se me ocurría la desorientación en un grupo humano, como la familia, el trabajo, los
amigos, etc. En fin, cualquier situación en la que los roles se confunden y no hay posibilidad de
avance. Esos momentos en los que uno no recibe un lugar, una función o una posición clara y todo
se torna estancamiento y angustia.
Por otro lado pensaba en la confusión interna, cuando no sabemos lo que queremos o a donde
apuntar para seguir adelante y no hay claridad para tomar decisiones.
Me daba cuenta de lo absurdo de la separación, pero esas situaciones se me tornaban tan patentes
que no veía cómo resolverlo.
Me acordé de una frase hermética muy conocida: “Como es adentro es afuera”.
Suele pasar que la primera lectura de esta frase sugiere algo así como que lo interno influye al
entorno y viceversa y en ese sentido intentaba trabajar las situaciones de confusión.
Pero la frase apunta a algo muy simple pero más radical y más difícil de pensar.
Como ES adentro ES afuera, es decir, no hay adentro ni afuera, o bien adentro y afuera ES LO
MISMO.
La confusión es interna se manifiesta afuera, no hay algo sobrenatural, adentro y afuera es lo
mismo.
Mantenemos la ilusión de separación porque lo que en realidad mantenemos es al YO como algo
distinto del exterior.
Modificar algo del yo puede ser tan difícil como modificar algo del entorno, porque se trata de lo
mismo.
Llevando estas ideas a sus últimas consecuencias, si buscamos lo estrictamente propio encontramos
puro vacío.
No se trata de un vacío estéril, sino de un vacío deseante, una nada que intenta llenarse e
insaciablemente nos mueve por la vida.
Mantener la separación nos demanda enormes esfuerzos. Lo que se intenta es defender al yo,
mantenerlo como algo diferente, individualizable.
De esto se tratan los “mecanismos de defensa” Freudianos.
El yo, para mantenerse estructurado, tiene deshacerse de su deseo inconciente, es decir, reprimirlo,
proyectarlo a otros, disimularlo en un síntoma en el cuerpo, etc.
No soy psicoanalista, soy bufón, pero la explicación freudiana viene al caso.
Otro autor, mucho más interesante que Freud voy a citar para hacer gráfico mi desarrollo, a riesgo
de hacer de este artículo algo muy culturoso o intelectualoso.
“Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de
personalidades.
En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica en estado crónico de erupción; no
pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.
Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece
el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo,
en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C.
¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso! ¡Imposible saber cuál es la verdadera!
Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me
convenzo de que me pertenezcan.
¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo —me pregunto— todas estas personalidades
inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por
ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide
cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?
El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de
indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los
repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia… de un egoísmo… de una
falta de tacto…
Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna
clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y
naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de
contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su
voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una
ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto
al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se
empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me
deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto
con las gallinas.
Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas
encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor
determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante
necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar
que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la
satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.”
Oliverio Giriondo, un poeta argentino, ayuda con su arte a este bufón a compensar su pobre estilo
literario.
Termino con la idea de que tal vez mandando “a todas ellas a la mierda” podamos hacer florecer
un genuino vacío interior en su paradójica existencia y lograr dar algunos pasos en la confusa
ensalada de la vida.
Y si de confusiones se trata, pretender que el artículo se distinga por su claridad no forma parte de
una aspiración lógica, pero es posible que de esta manera algo de las nubes pueda transmitir a mis
amables lectores, tan importantes para que este bufón explore las enigmáticas cartas.

LA LUNA.

La luz de la luna esconde misterios, difumina las sombras, empalidece los colores.
Hace que lo oculto se manifieste, permite la magia, susurra sobre lo eterno.
Temor, respeto y silencio inspiraron siempre los dioses lunares.
La luna es también símbolo de tristeza, de soledad.
Augura momentos obscuros, fuerzas tenebrosas.
La luna es seducción, sexo sin amor, engaños.
Esta carta representa el alivio de la luminosidad tajante y definida del sol. Las artes, las noches
llenas de magia y a veces llenas de frío.
Es la carta de la ambigüedad donde lo bueno y lo malo pierden sus límites y se tocan la libertad
con la desorientación.
Terminó mi trabajo de escritura, al menos por ahora, al menos por este medio. Evidentemente mi
inspiración encontró un bache y yo la sigo, mi camino continúa por otros rumbos, el impulso vital
me convoca hacia otros senderos. Espero haber sido causa de entusiasmo en el alma de algún lector.
Este bufón se despide, sin pena ni gloria para atravesar otros cruces. Otros barcos he de tomar,
guiado por la sabiduría de la niña.
Han quedado en el teclado de mi computadora (por no usar la frase trillada “en el tintero”)
algunas cartas que por su hermoso simbolismo hubieran merecido el esfuerzo de mi pluma… las
dejo pendientes para escritores más dignos, tal vez provocados, causados por este bufón con su
particular modo de pensar el oráculo.
Tantas cartas quedan pendientes…
EL JINETE, con su altiva presencia, que anuncia lo nuevo que llega a nuestro entorno.
EL RAMO símbolo de lo bello, que nos propulsa a la búsqueda como un señuelo y nos empuja a
la tarea humana que es andar… y andar… y andar… buscando…
EL PERRO, la amistad que da color y alegría.
LA MONTAÑA que muestra la grandeza, no de la naturaleza sino del hombre, que no se deja
vencer ante los más duros obstáculos.
EL OSO, esa fuerza noble que llevamos dentro y aflora cuando somos fieles a nosotros mismos.
LAS ESTRELLAS que brillan en la oscuridad y evitan que los navegantes se pierdan en parajes
desconocidos.
LA VARA con la que nos castigamos cuando portamos terribles culpas.
LA LUNA que nos guía con su magia por lo invisible.
EL SOL que nos muestra la alegría de la claridad.
EL ANCLA, la agradable estabilidad que a veces estanca.
LOS RATONES, que viven de la creación del otro.
LOS PECES, lo que obtenemos, lo que hacemos propio, la ganancia genuina.
LA CIGUEÑA, que transmite prosperidad, novedad, engendramiento.
LA TORRE, donde nos aislamos a veces demasiado tiempo.
EL CABALLERO Y LA DAMA, figuras desteñidas del hombre y la mujer en la sociedad, que a
veces renuncian a un lugar propio para circular en los lugares que la cultura propone.
EL CORAZON, la carta del deseo, del amor, de las vísceras de cara al mundo, la carta que
simboliza la grandeza del ser humano…

Aquí termina este blog, pero queda abierto al mundo gracias a Internet. Con enorme alegría veo el
gran aumento de visitas en este último tiempo, lo cual me indica que me han leído, que hay quienes
han valorado este trabajo genuino.
Los comentarios de los lectores para mí son invaluables, por lo tanto serán bienvenidos y
respondidos convenientemente. Si a usted, señor lector, señora lectora, le ha gustado este blog, deje
pues algún aporte, alguna opinión.
Este trabajo es mi pequeña contribución al estudio del Tarot Lenormand y quedará en Internet a
modo de libro virtual.

El contenido del blog está dividido en secciones, en la barra superior se encuentran los artículos de
presentación, en la barra lateral hay tres secciones: una llamada DECLARACIÓN DE
EXISTENCIA, que surgió luego una grave ofensa infringida a este bufón, la siguiente sección,
APRENDER A USAR UN ORÁCULO, agrupa artículos que versan sobre mi visión particular
acerca de las prácticas adivinatorias y su forma de uso, por último, el SIGNIFICADO DE LAS
CARTAS EN EL TAROT LENORMAND, aquí trabajé los símbolos que, desde mi punto de
vista, son los más enigmáticos de este oráculo y tal vez generen más conflictos a la hora de la
interpretación.
Y por último este artículo que ahora corona el blog, constituyendo un paradójico epílogo inicial.
Esta es mi forma de despedirme y sobre todo de agradecer a tantos que me han acompañado
durante el proceso de escritura. Sigan visitando mi blog!, recomiéndenlo, desparramen mi obra y les
estaré bufónicamente agradecido.

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