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DE LAS NOCHES DE SAMAÍN AL DÍA DE TODOS LOS

SANTOS.

PUBLICADO POR ANGEL GÓMEZ MORÁN SANTAFÉ


EN: LEYENDAS DE LA MOTA DEL MARQUÉS (4-XI-18)

Las leyendas contienen un texto escrito en negro y se acompañan de imágenes con un amplio comentario
explicativo (recogido en rojo y cuya finalidad es razonar ideas). Si desea leer el artículo entre líneas, bastará
con seguir la negrilla y las letras rojas destacadas.

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SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Grabados en los que se representa el “Hombre de
Mimbre” (Wicker Man) -del libro “A tour in Wales” escrito por Thomas Pennant (1726-1798)-. Estas
grandes cestas antropomórficas construidas con ramas y varas, eran usadas por los sacerdotes
celtas para celebrar las noches de Samaín (fiesta que se corresponde con nuestro actual
Halloween). En ellas introducían a personas -convictas, enemigos o irreverentes al grupo- para
abrasarlas en las ceremonias nocturnas de adoración al final de la temporada estival o de calor (el
llamado Samaín).Festividad que conmemoraban en fechas equivalentes a nuestros días primeros de
noviembre y donde sus sacerdotes rendían culto a los muertos. Realizando unos tremendos rituales;
sacrificando humanos en favor de sus difuntos, introducidos en cestas de madera y mimbre que
prendían. Las ceremonias se relacionaban con el fuego, habida cuenta que desde estas fechas se
hacía imprescindible la hoguera en el interior de las casas -en el “hogar”; la chimenea que protegía al
hombre, tal como el calor del Sol lo había hecho hasta esos días en que comenzaba el invierno
climatológico-. Así pues, al llegar Noviembre, el fuego de Samaín era el más sagrado bien que
regalaban los bosques a los fieles; por cuanto los druidas le rendían el mayor de los tributos,
entregando esas piras sagradas(donde ejecutaban a las víctimas propiciatorias). Ello dio origen a lo que
hoy llamamos Halloween; cuyo verdadero nombre es “víspera de Todos los Santos” (All Hallows´Eve) o
bien “Fiesta de los difuntos”; un nombre y cultos de origen celta, que la civilización romana y el
cristianismo lograron erradicar, o sustituir.
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INTRODUCCIÓN:
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Cuanto hoy vamos a narrar sucedió hace casi veinticinco siglos; cuando esas lomas hoy llamadas
Montes Torozos pertenecían una gens celtíbera denominada Vaccea (1) . Aquella tribu ibérica se asentó
principalmente en las provincias de Valladolid y Zamora; aunque se extendieron también por el Sur de León
y Palencia, el Oeste de Soria y el Norte de Salamanca, Ávila y Segovia. Su “urbe capital” fue el yacimiento
de Pintia (en Padilla de Duero, junto a Peñafiel); pese a que tuvieron otros muchos oppidum,
principalmente cerca del Duero (2) . Al parecer, llegaron a la Meseta entorno al siglo VI a.C.;
procedentes de zonas cercanas a la actual Bélgica y “empujados” por las hordas germanas -que
expulsaron hacia el Sur a otros pueblos más civilizados y menos feroces-. Así, las diferentes gens celtas, en
su venida hasta nuestras tierras, importaron diversos ritos y costumbres originarias; aunque
también adaptaron las del lugar donde se establecieron, llegando a mezclarse con población autóctona
y generando de ese modo los pueblos celtíberos -entre ellos, el denominado Vacceo-.
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Por todo lo expresado anteriormente, hemos de saber que hablamos de unos días en que la población
vecina a Mota del Marqués y hoy llamada Tiedra, era un castro de esta tribu prerromana,
denominado Amallóbriga (3) . Ciudad celtibérica todavía sin excavar y que antaño se identificó con
diferentes puntos de la zona; especialmente con Villasexmir y Villabrágima (quizás atendiendo a paralelos
fonéticos). Aunque finalmente Amallóbriga se ha localizado en el llano frente a la ermita de Tiedra; sito
al lado Oeste de esa población y que dista a unos siete kilómetros de Mota del Marqués. Allí no solo parece
que estuvo el mencionado “castro” vacceo, sino que asimismo muy cerca debió situarse la linde entre
esta tribu ibera y la de los vettones. Refiriéndonos a zonas próximas a la actual ciudad de Toro; otra
urbe vaccea y entonces denominada Albocela (4) . Donde apareció un enorme bovino de granito; lo
que hace deducir que pudo haber gran influencia vettona, o bien un embarcadero de ambos pueblos en
el Duero (pese a que la frontera entre esas tribus se situaba en el Tormes). Dado que el rasgo común de los
vettones (5) fue inundar sus dominios con esos enormes toros y cerdos de piedra. Esculturas graníticas
representando verracos o bueyes, como la que podemos ver junto al Alcázar de Toro; lo que me hace
suponer que en la antigua Albocela vivieron vettones, junto a los vacceos.
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Asimismo, a poca distancia de Amallóbriga (Tiedra) y hacia el norte, se situaba otro de los grandes
castros ibéricos, denominado Uruníngica (6) . Un lugar que se identifica comúnmente con la actual villa
de Urueña -pese a que hay quienes lo sitúan en el poblado de Irueña (Fuenteguinaldo)-. Quedaban así
estas tres importantes urbes vacceas en linea, distando aproximadamente una jornada entre la primera y la
última; al haber unos 25 kilómetros desde Toro a Tiedra y otros 15 desde esta hasta Urueña. Por su parte,
al margen del Duero y muy cerca de aquellas tres ciudadelas celtibéricas (Albocela, Amallóbriga y
Uruníngica), se elevaban otras importantes poblaciones de la época; como fueron Septimancas
(Simancas) (7) o Acontia (Tordesillas) (8) . Ello concedía a esta zona comprendida entre el Duero y el
Bajoz una gran importancia en época prerromana; siendo un paso navegable que llegaba a unir la
Meseta con zonas próximas al Atlántico. Pues por entonces, el Duero tanto como muchos de sus
afluentes, fueron transitables durante largos tramos; facilitando el viaje en pocas jornadas desde la actual
Valladolid hasta Oporto.
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SOBRE, JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:Arriba, mapa de la zona, donde se contienen las
localizaciones de Amallóbriga (Tiedra), Uruníngica (Urueña), Albocela (Toro), Acontia (Tordesillas) y
Septimancas (Simancas). En el mitad de ellas, al sur de Tiedra y marcado con una letra “C”; el valle
central donde se supone que celebraban los vacceos sus festividades de Samaín (los difuntos) y de
Beltené (primavera) (9) . Se denomina Marundiel (Arroyo de Marundiel) y sus orígenes toponímicos al
parecer se remontan a la época en que allí se realizaban los ritos celtibéricos; naciendo de una crasis que
inicialmente significaría “Mar-en-cielo”.
A lado, fotografía del la escultura vettona aparecida en la ciudad de Toro, representando un gran
astado en granito. A mi juicio, el hallazgo de este verraco en una zona teóricamente vaccea, significaría no
solo el enlace cultural y social entre ambas gens ibéricas. Además indicaría que esta urbe llamada
Albocela (en territorio vacceo), posiblemente fue un embarcadero usado por los vettones para
comerciar e intercambiar sus mercancías a través del Duero.
Abajo, lugar donde se considera estuvo Amallóbriga, junto a la actual Tiedra.Observemos las tejas y
piedras existentes en el terreno; tégulas y empedrados que se consideran procedentes de la antigua ciudad
vettona, aún sin excavar.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, vista del descampado de Amallóbriga, junto a la ermita de
Tiedra (al fondo).
Abajo, Tordesillas vista desde el lado sur del Duero. Esta ciudad identificada con Acontia, hubo de
ser uno de los puertos más importantes de este río durante la etapa romana y prerromana.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos vistas de Urueña, identificada con Uruníngica. Arriba, entrada a
a villa llegando desde Tiedra y Toro. Abajo, la salida de Urueña, camino de Tordehumos y Medina de
Rioseco.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos fotografías de Simancas (Septimancas). Al lado, el dolmen de
los Zumacales en las cercanías de la ciudad de Valladolid y en el término municipal de Simancas. Este
túmulo es uno de los más lejanos del mar, entre los muchos existentes en nuestra Península. A mi
juicio, la zona vallisoletana recibió la cultura dolménica procedente del Atlántico, gracias al contacto
que permitía un Duero. Habiendo siedo elevado el dolmen precisamente en este último punto en que el río
tiene gran calado; pues desde Simancas se une con el Pisuerga, perdiendo numeroso caudal y las buenas
condiciones para transitarlo.
Abajo, Vista del Pisuerga tomada desde Simancas, en el punto anterior a su unión con el Duero.
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LA LEYENDA DE MARUNDIEL (“mar en el ciel”):
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Existe una gran llanura en las cercanías de Mota del Marqués llamada Marundiel, situada al sur de
Tiedra y en las proximidades de Villalbarba (ver mapa anterior). Aquel lugar se halla entre varias colinas
acentuadas y es una sima que deriva hacia un valle terminado en una terraza, donde se alcanza
observar tierras a centenares de kilómetros. En su cima, cercana a la antigua Amallóbriga, nacen varios
arroyos que durante el verano desaparecen (debido al riego moderno y la explotación artificial de pozos).
Pero antaño aquellos promontorios debieron ser de una enorme riqueza; dada la afluencia de
manantiales y su proximidad a ríos como el Bajoz, el Hornija o el Duero; que harían de estas colinas un área
agrícola magnífica. Su inigualable valor se ha conservado en parte hasta nuestros días, tanto que en ellas
todavía proliferan diferentes cultivos -de cereales, lavanda y distintos regadíos-.
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Dicen que hace más de dos mil años, en Marundiel se celebraban las fiestas vacceas de
Beltené (10) y de Samaín (11) , en las que conmemoraban la muerte del verano y de la primavera
-cuyas fechas coincidían con nuestro primero de noviembre y de mayo-. Aquellos ritos los dedicaban
los celtíberos de la Meseta a los dioses celtas que en su lengua propia llamaban Baelenius (12) y
Lykos (13) . Ambas deidades estaban asimiladas con Belenio (Beltené, el dios gaélico del brillo solar) y con
Liko (Lug, la deidad del amanecer, la sabiduría y el lobo). El motivo para llevar a cabo estos ritos en ese
llano frente a Mota, hubo de ser aprovechar una gran explanada que permitía ver las celebraciones,
los movimientos y hogueras; desde kilómetros de distancia. Pues la situación panorámica del lugar es
inmejorable. Además, al estar poblado de sembrados, tendrían la garantía de que ni casas, árboles o
bosques, ocultaran la escena ceremonial. Así pues parece que allí se celebraban esas fiestas vacceas
que precedieron a nuestro Halloween; el día de los difuntos celta, en que sus sacerdotes realizaban
sacrificios terribles.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, vista del llano de Marundiel, desde las proximidades de
Villalbarba. En primer plano se observan diferentes cultivos y al fondo podemos ver Mota del
Marques (con su castillo sobre la colina).
Abajo, Otra imagen de Mota tomada desde la subida a Tiedra, llamado comúnmente Marundiel.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, vista de los Torozos y Mota, desde las proximidades de
Tiedra. En primer plano tenemos cultivos de lavanda, al fondo diferentes colinas donde se hallan fortalezas
como la de Mota.
Abajo, fotografía del valle de Marundiel tomada desde la subida a Tiedra.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, otra vista de la bajada desde Tiedra a Mota, en el llano del
arroyo Marundiel -obsérvese las vistas panorámicas que alcanzan centenares de kilómetros a la
redonda-.
Abajo, Mota del Marqués vista desde los cultivos de este valle, sito en el camino hacia Villalbarba.
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a) Los ritos de Samaín:
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Narra la Historia -y corrobora la arqueología-, que aquellas celebraciones gaélicas en favor del dios
de la noche consistían en cultos horribles. Los principales eran de fuego y espada; honrando al
metal y al calor. Debido a que desde el mes de noviembre los pueblos celtas sobrevivían gracias a las
hogueras, dependiendo todos de la madera que las mantenía. Así pues, al igual que el árbol entregaba sus
troncos y ramas, para que la humanidad se calentase. Los hombres debían ofrecer sus miembros y
familiares para los ritos de Samaín; mostrando agradecimiento a la Naturaleza. Pues tal era el respeto
de sus sacerdotes hacia los bosques, que todo el que fuera descubierto obteniendo ilegalmente ramas o
cortezas en el campo -incluso sacando a escondidas resina-. Era ajusticiado sobre aquel árbol; en el que se
clavaba su ombligo, para luego hacer girar al infeliz, rodeando el tronco con las tripas que salían desde su
cordón umbilical (así, hasta completar la totalidad de las entrañas; cubriendo con ellas aquel dios vegetal de
los bosques que había sido profanado) (14) .
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Por todo ello, sabemos que los rituales druídicos tenían como fin igualar la vida vegetal a la
existencia animal, y la figura del hombre a la de cualquier ser de la Naturaleza. Considerando con el
mismo valor en nuestro Mundo; todo vegetal, mineral o animal. Por este motivo, los humanos habían de
sufrir el mismo destino que la madera; máxime el día en que honraban a los árboles y los
bosques (que proporcionaban el calor, tras ser cortados y quemados). Debido a ello, las ceremonias en
que abrasaban hombres, mujeres y niños en honor de los bosques; eran acompañadas de otras en
las que se cercenaban miembros y se daba muerte a víctimas propiciatorias. Todas, acompañadas
de un sentido místico y ritual, unido al vaticinio. Lectura de futuro que lograban los ovates,
observando los espasmos del moribundo y estudiando sus vísceras (en caliente). Especialmente el
hígado, que extraían incluso en vida del sacrificado, para realizar con esmero la “hepatoscópia” (15) ; al
creer que en este órgano residía el alma.
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De tal manera, era necesario que en las ceremonias de Samaín (el día del fuego y los muertos) se
quemasen personas; incluyendo niños, mujeres y ancianos, que ardían como troncos de madera.
Mientras, se inmolaban víctimas a cuchillo; cumpliendo el rito común celta para obtener vaticinios;
observado y estudiando a los que agonizaban. Por lo que esa noche y gracias a aquellos sacrificios,
podrían todos contactar con las ánimas y conocer el futuro. Unos augurios que finalmente se
realizaban con los huesos de los desdichados. Ya que tras apagarse las hogueras en que abrasaban a
los ofrecidos, vendría una cohorte de sacerdotes, que removía y cardaba las cenizas; leyendo así el
futuro en los restos óseos mezclados con rescoldos. Diciéndose que acabado ese rito, daban a comer
cuanto quedaba de las víctimas; entregando los restos a animales -e incluso a las gentes
necesitadas-. Considerándose que de ello procedieron los ritos de licantropía (16) , donde los
hombres eran obligados a devorar carne humana, como si fueran lobos. Quienes se creían poseídos
por los cánidos al ser capaces de engullir a sus semejantes; sin comprender que muchos lo hacían por
miedo y hambre, o debido a los alucinógenos que les habían proporcionado.
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En lo que se refiere a los ritos de “Liko”, sabemos que los pueblos peninsulares de raigambre celta,
adoraban al lobo bajo una deidad denominada “Vele” (17) . Dios que podemos asimilar al
denominado Beleno entre los iberos -identificable con el Beltené gaélico-. Aunque asimismo el nombre
del otro gran divo celtibérico “Lug” (foneticamente “Lyk”), se relacionaba plenamente con la voz
lobo; que al parecer, en idioma prerromano hispano era “Liko” o “Luk” (18) . Todo lo que hace ver como uno
de los principales totems de la guerra para los celtíberos fue ese cánido salvaje; que junto al toro y al oso,
eran los animales más fieros y peligrosos de nuestras tierras. Aunque “Liko (Lyk) como representación
de Lug, fue además el divo de la adivinación y del oráculo. Al considerar los guerreros prerromanos
que en ellos podían habitar algunos guerreros caídos en batalla; tras ser comidos por los lobos,
cuando sus cuerpos no se recuperaban en la guerra. De tal modo, con esos cánidos salvajes sucedía lo
mismo que con las aves carroñeras, que se deificaban pensando en ellas habitaban soldados abandonados
en el campo de batalla; que finalmente devoraban las alimañas, los cuervos y buitres.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, grabado inglés del siglo XIX en el que se representan los
ritos celtas de Samaín.
Abajo, detalle con escena de sacrificio, del caldero de Gundestrup (agradecemos nuevamente en
Museo Nacional de Dinamarca -arqueológico de Copenhage- nos permita divulgar la imagen). En ella
vemos claramente un cánido que al parecer aprovecha la inmolación para lamer sangre, o intentar
coger alimentos desde la crátera. Al lado de este lobo -o perro- hay un ser gigante que introduce a un
guerrero (muerto) en el gran caldero; lo que en opinión de otros se trataría de un sacerdote sacrificador
que arroja a un niño en aquella tina metálica. Su sentido para muchos está relacionado con una
inmolación humana, pues observamos claramente al personaje de tamaño sobreproporcionado y
vestido de soldado (con cota de malla, o bien traje protegido por trenzados), luciendo coleta y que
introduce a una persona en el caldero. Algunos han identificado este momento con los sacrificios al dios
Teutates, a los que se ahogaban víctimas. Otros con un ritual de muerte de un enemigo desangrado sobre
la crátera, mientras el perro o lobo lamería su sangre.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, fíbula representando un lobo mostrada en la mano de su
descubridor en el yacimiento de Pintia -el profesor Sanz Mínguez, al que agradecemos nos permita
divulgar nuestra imagen-. En la leyenda se considera el dios Lug ibérico, el mismo que el “Lykos” griego;
representado por el totem del lobo.
Abajo, pintado y copiado de nuestra mano, detalle del mango de puñal denominado "pomo de tipo Monte
Bernorio, procedente de la tumba 32 de la necrópolis de Las Ruedas de Pintia". De fecha cercana al
siglo III a.C. (o primera mitad del II a.C.) fue hallado en Padilla de Duero. Observemos en el diseño del
precioso dibujo, damasquinado en plata, un cuadrúpedo muy similar al lobo, pero que ya parece un
lagarto o sierpe, cuya lengua alcanza un objeto redondo. De todo ello, los investigadores deducen la
unión cosmogónica entre el lobo, el Sol y la Luna (como varios autores han estudiado).
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Dos imágenes del “Vaso de los lobos” (circa siglo III al II a.C.),
hallado en Roa de Duero por el profesor Abarquero. Al lado, Detalle de la crátera, donde se representa
un cánido sacando la lengua sobre "una torta" (o un objeto indeterminado). Esta pieza vaccea de una
belleza enorme, fué hallada no hace mucho por el Instituto de Estudios Vacceos de la Universidad de
Valladolid -Federico Watenberg-. Agradecemos a la Revista Vaccea nos permita disponer de la imagen
que divulgamos, tomada desde: VACCEA, 2011 (Num. 5, pag. 53), concretamente del artículo "Los
animales salvajes en el imaginario vacceo", firmado por el prof. Juan Francisco Blanco García-.

Abajo, dibujo mío frontal en detalle de lafigura de cánido lamiendo una "torta" (u objeto desconocido),
que tiene como motivo decorativo el llamado Vaso de los Lobos. Crátera cerámica con asas,
perteneciente a la cultura vaccea, aparecida hace unos años en la población de Roa (Rauda, antigua).
Fechado entre los siglos III o primera mitad del II a.C. y adornado con este lobo sacando la lengua, se trata
de un diseño depuradísimo que se corresponde con otros muy similares existentes en objetos
hallados en Pintia. La representación es desde perspectiva cenital, tal como presentaban estos
animales los celtíberos, con una intención apotropaica o de deificación del totem.

En diversos trabajos míos he estudiado el posible significado de esas figuras zoomorfas vistas desde arriba;
siguiendo los trabajos de los profesores Sanz Mínguez y Romero Carnicero. Quienes han analizado en
profundidad el sentido de estas ornamentaciones ibéricas y el posible simbolismo y origen de estas
figuras, como objetos de culto o de magia. En la leyenda que presentamos, se supone que estos
lobos eran adorados como efigie de los dioses celtibéricos Lug y Beleno. La razón de esta
identificación puede hallarse en que el divo lobo prerromano peninsular era llamado “Vele”; voz semejante a
Beleno; asimismo hay que tener en cuenta que “Lug” se escribiría en afasilábico peninsular como “LYKo”
(cuya traducción es Lobo). En la imagen, sobre un recuadro a la derecha hemos escrito: LUG y LYKo, en
caracteres celtibéricos.
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b) La historia del herrero vettón:


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Narra la leyenda que durante las últimas crisis de la conquista romana peninsular, un importante
herrero vettón decidió emigrar desde Helmántica (Salamanca), para asentarse en las cercanías de
Amallóbriga. Los hechos se sitúan entre los años 77 y el 73 a.C.; cuando el general romano Sertorio
instaba a los celtíberos a revelarse contra Roma. Pese a ello, la Península había sido prácticamente
romanizada en su totalidad; especialmente los lugares más importantes para la comunicación, como los
cercanos en la Ruta de la Plata. Pero desde la sublevación de Sertorio crecieron zonas de resistencia
celtíbera; principalmente en el Valle del Duero y del Ebro, siguiendo al general romano
sedicioso (19a) . Por ello, aquel herrero que aún añoraba el mundo celtíbero y el pasado; decidió
emigrar a la zona entre Tordesillas y Tiedra, donde por entonces se vivía una etapa subversiva. Al
haberle llegado noticias de que los iberos del Duero estaban fabricando armamento de forma
oculta -sin conocimiento del invasor latino-. Así, viendo posibilidades de prosperar y de regresar al mundo
indígena anterior, trasladó su taller a esos lugares, buscando un terreno próximo a un río débil y
constante -con el fin de que el empuje de sus aguas (sin crecidas), posibilitasen instalar un martinete con el
que forjar y templar el acero-.
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Encontró ese emplazamiento en la caída del río Bajoz, a la altura de la actual Mota del Marqués,
donde compró un terreno y los derechos de ríada (para instalar su herrería a orillas de aquel afluente
del Duero). Así pues, pronto comenzó a forjar allí hojas de falcatas, puñales, umbos, puntas de lanza,
falerias y otras piezas. Todo ello de forma oculta, pero con la autorización de los nobles ibéricos que
gobernaban los ejércitos del lugar. Consiguiendo pronto la protección de los reyezuelos que dominaban
Amallóbriga y Uruníngica (Tiedra y Urueña); emparentados con las familias que gobernaban Albocela,
Acontia y Septimancas (Toro, Tordesillas y Simancas). Aquellos nobles le encargaban secretamente
armas para abastecer sus hordas, que hacían pasar por la guardia privada que Roma permitía tener a
los jefes celtíberos. Por lo que su herrería funcionaba sin control de los supervisores latinos, haciendo ver
a los romanos que allí solo creaban piezas para la carpintería o carros, además de otros artículos férreos de
uso común (como herraduras o clavos). Aunque en verdad estaba haciendo espadas, escudos y
venablos; un enorme negocio en el que el dueño de la forja trabajó durante tres años sin descanso.
Sabiendo que aquel arsenal secreto que iba fabricando, se pondría en uso cuando las facciones que
apoyaban a Sertorio dieran la orden de sublevarse contra el invasor romano.
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Tras hacerse rico el herrero vettón, tomó por esposa a una joven vaccea que habitaba en
Amallóbriga, con la que engendró varios hijos. Por todo lo que fue invitado a vivir dentro de las
murallas del castro amallobriguense y a convertirse en ciudadano de la urbe. Ya que hasta entonces
habitaba en la llanura y junto a un pequeño teso; en un lugar inseguro por entonces y sin fortificación, al que
hoy llamamos Mota del Marqués. Aunque poco después de haber sido nombrado ciudadano de
Amallóbriga, le comunicaron que debería someterse a las ceremonias del “Baal” (Beltené) y de Lug,
el lobo Samaín. Unos rituales sincréticos procedentes del mundo celta y del púnico, que constituían
las ceremonias más sagradas del territorio vacceo. Así pues, cuando el herrero fue iniciado como
ciudadano, en el templo druídico y de influencia cartaginesa, abierto en Albocela (Toro); le confirmaron que
todo hombre recibido en el interior de las murallas del castro y que había fabricado armas para la
urbe, estaba obligado a entregar su primogénito en sacrificio. Niño que debía ser inmolado en nombre
de los dioses y en efigie del “señor”, el reyezuelo de la ciudad (conocido entre los cartagineses como “baal”,
pero que los celtíberos habían sincretizado como Baaltene o bien Baaleno; siguiendo al dios homónimo
gaélico).
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Quiso oponerse el herrero a la entrega de su vástago; pero los sacerdotes vacceos pronto le informaron que
de negarse al sacrificio, todos los miembros de su familia serían vendidos como esclavos (su mujer, él y sus
hijos). Ello, después de inmolar al primogénito en el vergonzante templo de las ninfas y no durante las
prestigiosas fiestas del rey Baal-tené, en Samaín. Así, triste y apesadumbrado, preguntó a su esposa por
qué no le había transmitido aquellas leyes que guardaban iberos de lugar, antes de casarse y engendrar
hijos con ella. La mujer solo pudo explicarle que esas normas tan solo se aplicaban a ciudadanos
privilegiados, elegidos por los reyezuelos y estimados por los guerreros; siendo de enorme valía la
consideración de que su hijo fuera considerado un monarca, ese día en el que representaría la inmolación
ritual del “baal”. Por cuanto aquel señor (baal-tené) de la ciudad, le había concedido el don de su
familia; tanto que consideraba a los hijos del vettón, como prole real. Lo que suponía que tras el
sacrificio del primogénito, el herrero llegaría a formar parte de la nobleza de Amallóbriga. Por todo lo
que estaban obligados a realizar el ritual de mayor honra y servidumbre religiosa, ofreciendo a su
hijo mayor; para así cumplir una ceremonia que se había impuesto entre los celtíberos desde la
llegada de los cartagineses.Rito sincretizado y reinterpretado por aquellos pueblos de la Meseta, como
una inmolación púnica de niños; sustituyendo al Baal Melkarte por “Baaltene” (Beleno) durante las
ceremonias en la noche de Samaín (19) .
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Imágenes de la zona de Mota del Marqués en la que hubo molinos.
En este paso del Bajoz, pudieron establecerse durante la antigüedad herreros, aprovechando la caída
de agua y la fuerza de su caudal (muy controlable); instalando norias y ruedas que les permitieran tener
martinetes con los que fraguar, trabajar y templar el acero.

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JUNTO Y BAJO ESTE PÁRRAFO: Dos imágenes del libro de Athanasius Kircher “Oedipus
Aegyptiacus”,editado por primera vez entre 1652 y 1655. En ellas se representa al dios Moloch de los
infieles, que se identifica con el Melkart de los fenicios y al que se entregaban vidas de niños para
rogarle protección.Citado por La Biblia y mencionado por los israelitas como una de la más profanas
deidades; se sabe que en sus templos existía una gran estatua de bronce, donde Moloch (Melkart) se
representaba con los brazos extendidos y con un enorme pebetero -horno- en su pecho. Hay
diferentes versiones acerca del modo en que se inmolaban sus víctimas, aunque todos coinciden que los
cuerpos de los niños se ponían entre aquellos brazos de bronce, para que rodasen hasta el
horno; donde ardían, tras caer por su peso. Se supone que el sacrificio ritual era realizado con hijos que los
padres no deseaban y por ello ofrecidos al templo; aunque en caso de grandes desgracias, de guerras o
de epidemias; sabemos que los nobles tenían la obligación de entregar a sus
primogénitos(recordando la Historia holocaustos en los que se inmolaron trescientos niños a la vez, en un
mismo altar de Moloch). Esta religión de origen semita y que obligaba sacrificar al hijo primero, era
profesada desde la Alta Edad del Bronce por algunos pueblos canaanitas. Realizando cultos cuyo
significado era puramente metalúrgico, ofreciendo en el “crisol” y al fuego, a los primogénitos del
lugar (quizás para recibir la protección del dios de las armas y del hierro).
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:Fotografías del llamado “Jano” de pasta vítrea y procedencia púnica,
hallado en Pintia. En la primera imagen (al lado), vemos el ajuar completo (tal como lo presentaba la
revista “Vaccea” en su número 1); con un collar de cuentas y la cabeza central. Sin lugar a dudas el
significado de estos abalorios sería apotropáico; actuando contra el “Mal de ojo” o la mirada
insidiosa (que provocaba enfermedades, desgracias y hasta la muerte). Debido a ello, el divo allí
representado se debe considerar un dios fenicio-egipciante llamado “Bes”; deidad que con tal fealdad
protegía a quien portaba su efigie. Aunque es muy posible que al llegar a la Meseta esta divinidad
púnica -representado como una cabeza cortada de enorme fealdad- pudo ser identificada con Lug o
Beleno; dioses que entre los celtas protegían el hogar con calaveras y testas cercenadas. Por lo que sus
guerreros y sacerdotes colgaban las cabezas de los enemigos en la entrada de casas, campamentos y
templos (al igual que las lucían colgadas de sus arreos).
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En la imagen abajo, tenemos el mismo ajuar, en este caso mostrado por uno de sus descubridores:
El profesor Carlos Sanz Mínguez -que nos atendió muy amablemente en el recinto de Pintia, junto al Prof.
Fernando Romero Carnicero- (agradecemos a la Revista Vaccea y al Centro de estudios Federico
Wattenberg, nos permitan divulgar las fotos de esta pieza en pasta vítrea fechada hacia el 75 a.C.). La
conclusión que se obtiene al observar este collar de pasta vítrea, es que se trata de un claro ejemplo
de síncresis religiosa, que unifica cultos y estilos cartagineses con dioses helenos.En mi opinión, la
aparición de restos culturales y arqueológicos púnicos en la Meseta procedería principalmente del
tiempo en que Aníbal conquista Salamanca -para continuar subiendo por la Ruta de la Plata-. Fue en este
momento cuando se debió aculturar gran parte del Oeste interior hispano; por cuanto debemos
considerar normal la aparición de ritos y objetos cartagineses entre los celtíberos (especialmente los
situados en la Ruta de la Plata, como los Vacceos y Vettones).
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Consecuentemente, en la leyenda se habla de que los íberos de la Meseta realizaban el sacrificio de
infantes, al igual que los púnicos; aunque lo dedicaban a sus dioses de origen gaélico (Beltené y
Samaín; identificados con los baal semitas). Asimismo la leyenda narra que este collar lo lucía una
sacerdotisa casada con un noble de Pintia (Padilla de Duero); que fue capturada y ejecutada en las
ceremonias de Samaín. Lo que justificaría su aparición en la "Tumba N.144" del yacimiento de Pintia, que
efectivamante pudo ser a una "dama" de alta alcurnia venida desde el Sur (o el Levante peninsular), para
vivir o casarse en la capital vaccea de Pintia.
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Tras saber que había de inmolar a su primogénito, el herrero vettón decidió huir de Amallóbriga y
regresar a su originaria Helmantia (Salamanca) -ciudad así denominaba por ser el lugar donde se
formaban los más importantes vaticinadores celtibéricos-. Pronto en Amallóbriga supieron que aquel hombre
no acepaba las órdenes de los sacerdotes celtíberos, por lo que fue declarado prófugo y traidor. Pero el
herrero, logró escapar, salvar la vida y volver a su urbe natal; donde habló con el mandatario
supremo de Helmántica, solicitando ayuda para sus hijos (consiguiendo entrevistarse con el “Sumo
ovate” de los vettones -por entonces unido con los sumos augures de Roma-) (20) . El afligido forjador
narró al clérigo su terrible situación y el “gran arúspice” helmántico oyó su relato con suma
atención; tras reprocharle haber abandonado en su día la ciudad natal, para ir a vivir en tierras
extrañas. Escuchado el sacerdote atentamente al que escapaba de los vacceos, consideró importante
cuanto narraba y prometió comunicar a las autoridades hispano romanas todo lo oído. Por lo que
ese augur supremo de Salamanca, contactó con oficiales cercanos a Pompeyo -el grande-. General
que había sido enviado a Hispania para acabar con la situación de rebeldía que se vivía por
entonces; tras la sublevación de Sertorio, apoyada por la mayoría de poblaciones celtíberas (21) .
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Muy pronto, los militares que dirigían las cohortes de Pompeyo se interesaron por contactar con
aquel herrero que había vivido entre los vacceos; al considerarlos posibles revolucionarios y saber
que seguían tan apegados a sus antiguas costumbres. Entrevistándose con él para conocer mejor
los problemas existentes en ese Valle del Duero; se informaron del modo en que vivían estos que
podían apoyar secretamente a Sertorio (deseando seguir con la Antigua Iberia). Deduciendo pronto que
aquellos vacceos sigilosamente se habían armado, esperando para rebelarse contra Roma, cuando el
general romano sedicioso diera la señal de sublevarse. Siendo así y teniendo ya certeza de que entre los
cercanos al Duero había una célula rebelde liderada por los sacerdotes y reyezuelos iberos que
apoyaba a Sertorio. Quisieron saber con detalle qué sucedía y cómo vivían en tierras de Acontia y
Amallóbriga; escuchando con atención cuanto relataba el herrero venido desde allí. Narrando aquel
forjador el modo en que había trabajado durante años fabricando armas; espadas, escudos y lanzas,
manufacturadas a espaldas de los supervisores romanos. Entregándolas secretamente a los nobles
vacceos, a quienes Roma les permitía una pequeña guardia personal; pero que desde hacía tiempo
estaban convirtiendo en ejércitos privados (fuertemente armados y con miles de hombres).
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A los oficiales de Pompeyo les pareció enormemente valiosa la información que proporcionaba
aquel herrero huido de tierras vacceas. Principalmente el relato sobre la reorganización militar que
podrían haber desplegado los celtíberos en Albocela, Amallóbriga, Uruníngica, Acontia, Septimancas y
Pintia (Toro, Tiedra, Urueña, Tordesillas, Simancas y Padilla). Por cuanto le pidieron una descripción
minuciosa del armamento y fuerza que aquellos iberos podían tener; los métodos de defensa, las
minas, estacadas antes de las murallas y largo etcétera de datos militares que el herrero conocía (al
haber sido su fabricante). Con aquellos informes, pronto supieron que los vacceos estaban
preparando una sublevación, ya que el número de falcatas y escudos que manejaban era igual al de
toda la población masculina reclutable. Algo que dejó en evidencia que iban a apoyar a Sertorio y
que solo esperaban sus órdenes, para saltar sobre las urbes plenamente romanizadas con el fin de
acabar con las legiones invasoras. Por todo ello, el ejército de Pompeyo decidió adelantarse a la
rebelión y contrató a este herrero para que les guiara hasta esas poblaciones; acordado aquel
hombre de forja trabajar con los romanos a cambio de que liberasen a su familia (antes de la noche
de Samaín, en Marundiel).
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:Al lado, trompeta danesa de época céltica, llamada Lur. Estos
“lures” eran semejantes a los “karniks” y a las tubas que muchos otros pueblos utilizaban en las
ceremonias y en la guerra con el fin de dramatizar la escena. Abajo, tuba celtibérica hallada en
Numancia, fechada en el siglo II al I a.C. y propiedad del Museo Arqueológico de Soria (al que
agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Veamos que igualmente a la anterior, en su extremo
tiene dibujada una figura esquemática que se asemeja al lobo fiero. Todo lo que lleva a pensar que el
sonido de los lures celtíberos intentaba de algún modo imitar (o emular) el ladrido o gruñido de ese
cánido. En el caso de las tubas numantinas -tanto como en el de los karnix daneses- vemos reflejado el
lobo con un significado muy preciso, relacionado con la fiereza y la guerra. Siendo con toda
seguridad un totem que concedía la suerte (de ello que en algunos relatos, la visión de un lobo
previamente a entrar en lucha, era presagio de ganar la batalla)
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, guerreros soplando el “karnik” o gran cuerno bélico de los
pueblos daneses (escena tomada del Caldero de Gundestrup, agradecemos al Museo Nacional de
Dinamarca nos permita divulgar la imagen). Con estas enormes trompetas verticales, cuya boca
semejaba la imagen de un fiero lobo (o de un dragón); las hordas del Norte de Europa animaban a
sus hombres a entrar en batalla, realizando estruendosos sonidos mientras avanzaban -para
atemorizar al enemigo-. Aprovechando el desconcierto de quienes oían el rugido de aquellas trompas;
pareciendo que provenía de un gigantesco lobo enfurecido. Abajo: Diversos exvotos y piezas halladas
en las tumbas de Pintia. En primer término dos tubas en miniatura (fabricadas en cerámica) que se
introdujeron en la tumba de algún guerrero vacceo. Probablemente, fueron allí depositadas como
objetos votivos en memoria de un fallecido que tocase, o amara ese instrumento ceremonial y de
guerra -agradecemos al Centro de estudios Federico Wattenberg y a los profesores C.Sanz Mínguez, F.
Romero Carnicero, nos permitan divulgar nuestras imágenes-.
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c) La última noche de Samaín, en Marundiel:
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Como dijimos, la información que el herrero vettón dio al ejército de Pompeyo fue fundamental;
pudiendo concluirse que entre los vacceos del Duero iba a producirse un levantamiento contra
Roma (siguiendo las órdenes de Sertorio). Así los oficiales decidieron intervenir, con el fin de dar un
golpe definitivo y acabar con todo vestigio de revolución. Se servirían de la ayuda que este hombre
huido del lugar les proporcionaba; por saber que los celtíberos al sublevarse, se organizaban en
guerrillas, a las que era muy difícil hacer frente. Todo lo que obligaba atacar a los vacceos
desprevenidos, infiltrándose en la zona; para lo que era fundamental la colaboración del
herrero. Además, los de Pompeyo deseaban caer sobre ellos como un ejército que aplicaba la ley
romana; evitando parecer una milicia que de nuevo les aplastaba. Así pues, decidieron los romanos
aparecer en aquel descampado durante la noche de Samaín, liberando a cuantas víctimas
propiciatorias tenían preparadas allí para inmolar. Actuando rápido y antes de que el pueblo vacceo
siquiera conociese la sublevación que sus nobles preparaban (junto a a Sertorio). Teniendo por
seguro que si se hacían ver en el llano, durante la fiesta de los sacrificios humanos; las gentes comunes
apoyarían a los de Pompeyo, al verles llegar para evitar las inmolaciones durante esa noche de
difuntos celtas. Provocando con esta acción que el pueblo diera la espalda a sus reyezuelos y a los
sacerdotes celtíberos, que les obligaban a esas ceremonias sangrientas.
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Siguiendo ese plan, la fórmula que pensaron incluía un engaño, utilizando un ardid que confundiera
a todos los vacceos. Para dejarlos consternados o extrañados y que sus soldados no supieran
obedecer, ni luchar. Así pues, consideraron lo mejor volcar sobre una cima polvo de huesos, con el
fin de provocar fuegos fatuos y perturbar la escena de las celebraciones. Por lo que antes de entrar
las huestes romanas en el llano de Marundiel (para liberar a los infelices que allí esperaban su muerte);
propusieron que algunos se infiltrasen y subieran hasta la loma donde hoy se sitúa el castillo de Mota
del Marqués. Allí volcarían decenas de sacos de polvo oseo; una harina cálcica que el ejército romano
fabricaba en sus molinos, machacando huesos secos y restos sobrantes obtenidos de caldos (para añadir a
las comidas del ejército y que sus miembros se mantuvieran bien alimentados). Como dijimos, el motivo
de arrojar sobre aquella loma frente a Marundiel centenares de kilos de huesos triturados, era que
resplandecieran al llegar la noche; sembrando así la confusión durante la fiesta de Samaín. Pues en
esa celebración no se permitía que hubiera hoguera en lugar alguno (casa, templo, ni poblado);
autorizándose tan solo las piras de sacrificios humanos encendidas tras la caída de la luz. Obligando
a todos durante esa velada; calentarse con el mismo fuego que abrasaba a los pobres infelices que ardían
en el interior de las cestas rituales.
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Tanto era el horror de las noches de Samaín y tal era la prohibición de encender hoguera o antorcha
alguna; que nadie se atrevía a portar luz o candil alguno, pues aquel que lo hiciese era arrojado a las
piras rituales (22) . Permitiéndose tan solo el fuego sagrado que esa velada creaban los sacerdotes y
que primero usaban para hacer arder las grandes hogueras donde ofrecían las víctimas humanas. Así
pues, durante la tarde del día de Samaín del año 73 a.C., subieron hasta la loma de la actual Mota del
Marqués, el herrero acompañado de algunos legionarios. Quienes pasaron los controles vacceos,
simulando ser harineros que transportaban sacos de trigo molido. Alcanzaron sin problemas el llano de
Marundiel y después la colina motana; sin levantar sospechas. Mientras caía la noche, otros muchos
vettones (mandados por Pompeyo) se introducían en la zona, cruzando sigilosamente el rio Duero,
vistiendo disfraces y simulando ser vacceos que asistían a la gran festividad. De tal modo, mientras el
atardecer tocaba a su fin, casi un millar de vettonnes ya estaba preparado en Marundiel (haciéndose
pasar por asistentes devotos). Por su parte, el herrero y los suyos subían sigilosamente hasta la
cumbre de la actual Mota, esparciendo con cuidado los centenares de kilos de polvo óseo que
llevaban en sus sacos. A la vez, miles de legionarios romanos iban llegando hasta el Duero;
disfrazados como celtíberos y con la intención de esperar la noche. Para cruzar a la caída del sol,
haciéndose confundir con el bullicio y el gentío que procedía de esas ciudades que celebraban la
tiniebla en honor a los muertos.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, pátera del tesoro de Perotito, Santibañez del Puerto (Jaén)
fechada en los siglos III al I a.C. y propiedad del Museo Arqueológico Nacional (al que agradecemos nos
permita divulgar nuestra imagen). Representa un lobo devorando una cabeza humana y rodeado de
serpientes. Con toda seguridad, se trata de un plato de libaciones dedicado a celebraciones de dioses
guerreros o infernales; donde el lobo contiene el grado máximo como totem de fiereza. Abajo; dos
apliques de bronce hallados en Mengíbar (Jaén) fechados en el siglo IV a.C. y propiedad del Museo
Arqueológico Nacional (al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen). Sin duda alguna, el
lobo fue uno de los totems más venerados en tiempos prerromanos; que junto al toro y al oso
representaría la figura de un Liko-Ares (dios de la guerra y de la luz; en el que la voz “likos”, no solo
significa “lobo” sino asimismo “luz”).
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado: de nuevo, algunos objetos hallados en los enterramientos
de Pintia y mostrados por sus descubridores, los profesores C.Sanz Mínguez y F. Romero
Carnicero -a los que agradecemos nos permitan divulgar nuestras imágenes-. Abajo, estatua
representando un pectoral de guerrero, aparecido en La Alcudia (Elche) -de la antigua colección
Ramos Folques-. El cardiofilax en esta coraza ibera, porta la efigie de un lobo metálico (que
suponemos sería de bronce). Ello se corresponde con los hechos que narra la leyenda; donde parte
de los oficiantes de la noche de Samaín, van disfrazados de este totem.
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, planta de la belladona, llamada atropa, -desde un grabado
antiguo, retocado por mí-. Era común el uso de alucinógenos en las ceremonias religiosas, durante la
antigüedad-tal como he estudiado repetidamente en algunos de mis artículos- (23) . Especialmente eran
utilizados por los druidas celtas, para la preparación de sus pociones en los famosos calderos
sagrados; donde se realizaban los bebedizos que se suministraban a los fieles, antes de entrar en
batalla o previamente a las celebraciones. Los alucinógenos más utilizados entre los pueblos gaélicos
eran: La adormidera (opio), el cáñamo, la belladona y el beleño; asimismo había otras drogas comunes en
la guerra o en las ceremonias sagradas, como el madrágora, el acónito y el estramonio (o berejena del
diablo). Aunque, como hemos dicho, el más usado por los celtas era el Beleño, al que en la leyenda se
llama licor de Beltené o bebida del Baal -bebida del señor-(24) . Abajo, recipiente cerámico para
cerveza celtibérica (caelia) fechado en el siglo II-I a.C. y hallado en Quintana Redonda (Soria) -propiedad
del Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar nuestra imagen-. Otra de las
bebidas que ingerían los antiguos íberos en sus celebraciones era esta “Caelia” que consistía en
una fermentación de cereales (especialmente cebada) muy semejante a la cerveza. En la leyenda se
narra como durante las noches de Samaín, abusaban del consumo de Caelia, quizás con el fin de soportar
aquellos duros rituales que su sacerdocio les imponía.
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Al comienzo del atardecer miles de personas se acercaban hasta el valle de Marundiel, quedando
prácticamente vacías todas las poblaciones y los castros vacceos. La asistencia de todos los fieles
estaba asegurada, pues nadie podría permanecer en sus casas, ya que esa noche estaba prohibido
mantener fuego en los hogares -o encenderlo-. Al menos hasta que los sacerdotes creasen la llama
sagrada en Marundiel y la trajeran hasta los poblados; por cuanto todos huían del frio y se
acercaban en manada hasta el lugar en que se celebraba a Samaín. Tan solo se quedaban en los
lugares habitados, algunos soldados pertenecientes a las guardias personales; para vigilar y evitar robos en
las cabañas o en los templos. Así pues, todos bajaban hacia aquel valle desde el momento en que el
Sol decaía; aunque la gran mayoría lo hacía completamente ebria, tras horas consumiendo la
“caelia” en favor de su grandes dioses “Beltené” y “Lug”. Y en estas circunstancias aprovechó
Pompeyo la situación de fiesta, confusión y borracheras, para infiltrar allí a miles de vettones que
mandó secretamente armados, quienes se confundían con las gentes locales.
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En cuanto a los reyes, nobles y sacerdotes vacceos; durante esa tarde se encargaban de preparar
los sacrificios y a sus víctimas. Proporcionando los beleños a quienes entre los clérigos o guerreros
no podían soportar la tensión o la dureza de las ceremonias; especialmente a las sacerdotisas
jóvenes. Mientras tanto traían hasta el lugar a los infelices que iban introduciendo para ser
inmolados en las cestas de fuego, atándolos a ellas con cuerdas, para que no pudieran escaparse. Tras
ello, y asegurados de que nadie se soltaba, cerraban y untaban con brea aquellas enormes torres de
madera llenas de gente (proporcionándoles así una mayor combustión). A su vez, los clérigos que tenían
por misión sacrificar a cuchillo, para leer las entrañas del ofrecido; iban eligiendo a su infortunada
víctima, situándose en el lugar y turno correspondiente. Por último, las sacerdotisas vírgenes que se
debían introducir voluntariamente en el fuego, eran untadas secretamente con beleño; para lograr
que llegasen a un éxtasis -o tránsito de locura- que les permitiera dar “el salto final” y quemarse en
la hogueras. Con todo ello, la escena era terrible; no solo por la imagen de los sacerdotes vestidos como
muertos y la de los nobles ataviados como lobos. Sino principalmente resultaba patético el llanto de los
cientos de víctimas propiciatorias, esperando la sangrientas ceremonias que les preparaban. Ante tanta
desolación algunos de los oficiantes también se veían obligados a untarse con los
“beleños” (especialmente en el sexo) con el fin de lograr una extraña excitación que provocase su ira
asesina y que les diera fuerza para quemar o abrir en canal a sus víctimas. Mientras, otros tantos
bebían hidromiel mezclado con ese beleño; pócima que llamaban miel de Beltené o licor sagrado del Baal
(el señor), con el que lograban convertirse en lobos, tal como la fiesta precisaba.
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De esa manera, tras ponerse del el Sol y al iniciarse a tiniebla plena, comenzaban las fiestas de
Samaín (el Baaltene y Lug de los vacceos). En ese momento, ninguna antorcha ni hoguera ardía a
centenares de kilómetros, en una noche cerrada y fría. Pues al hacerse la oscuridad plena,
comenzaba el momento en que el sacerdote supremo procedía a crear el fuego, golpeando dos
piedras; obteniendo así la llama sagrada que guardaba en un cacillo. Tras ello, pasaban a diferentes
lucernas aquella luz ritual, encendida por el clérigo máximo y con ellas comenzaban a encender
antorchas. Era ese momento cuando los soldados y sacerdotes poseedores de tubas, las hacían
sonar con fuerza; mientras las mujeres y niños comenzaban un griterío ritual y espantoso, que iba
acompañado del estruendo que producía el entrechocar de los escudos (que los soldados presentes
golpeaban con sus armas). Al griterío de las mujeres y niños se unía el llanto de las víctimas que
esperaban para ser quemadas o abiertas en canal; todo lo que se oía junto a los cánticos de los
sacerdotes, quienes comenzaban a aullar cual lobos, mostrando el éxtasis que alcanzaban -debido a
las drogas...- .
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JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, famoso “hígado de Piacenza”, reproducción en bronce que
representa ese órgano y los dioses que lo habitan;la pieza es propiedad del Museo civico de Piacenza
(al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Fechado hacia el 150 a.C. y perteneciente a una
escuela de augures, en este hígado vemos la víscera dividida en áreas de divinidades y zonas
sagradas. Sobre el modelo los vaticinadores etruscos (y los romanos) enseñaban el modo de leer el
porvenir con la hepatoscopia; al pensar que en aquella parte del cuerpo residía el alma. Marcando
así las zonas de hígado que se correspondían con partes del cielo, de los astros o de los dioses;
sobre las que se auguraba, según las manchas de bilis, de grasa o de sangre -una vez inmolada la
víctima-. En Grecia -por fortuna- no se practicó apenas esta adivinación de origen anatólico, tan
arraigada en el mundo indoeuropeo -concretamente entre los celtas-. Muy por el contrario, los etruscos y
los indoeuropeos, basaban la mayoría de sus rituales en lecturas de hígado, denominadas
“hepatoscopia” y que se realizaban nada más abrir las víctimas. Durante la época romana la práctica
se limitó al sacrificio de ovinos, caprinos, alimañas y algún vacuno. Aunque tanto los etruscos como
los pueblos celtas, la realizaban con humanos.
Abajo, atardecer en el llano de Marundiel. Dicen los viejos del lugar que en aquella zona de colinas el
cielo toma un color tan rojizo a la caída del sol, en memoria de los rituales terribles que allí se
realizaban.
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Tal como describimos, al comenzar los rituales de Samaín, el estruendo era terrible y la imagen
espantosa; observándose en la llanura de Marundiel la creación del fuego y luego el avance de la
antorchas hacia las decenas de cestas preparadas para quemar seres humanos. Junto a ellos, casi un
centenar de víctimas semidesnudas, esperaban para ser inmoladas individualmente y con el fin de vaticinar
el futuro (a cuchillo o ahorcadas, leyendo sus vísceras o sus espasmos). Pero esa noche de Samaín del
año 73 a.C. fue muy distinta. Porque cuando el horror y las inmolaciones iban a iniciarse, justo antes
de que llegaran a crear el fuego sagrado para encender las piras de inmolación; todos observaron
que frente a ellos y sobre una colina, había un enorme reflejo. Ninguno de los asistentes a la
ceremonia daba crédito de aquella extraña luz verdosa que divisaban; sin comprender qué podía
ser(pues no había hoguera, ni llama posible). Nadie suponía que ese fuego fatuo procedía de huesos
molidos que se habían esparcido sobre esa cumbre (hoy llamada Mota). Por cuanto al caer la noche y
observar aquella luz verde y resplandeciente, los sacerdotes fueron los primeros en quedar
sorprendidos. Detuvieron las ceremonias y pronto algunas voces reclamaban que aquello era un
portento sobrehumano y una visión divina... .
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Aprovechando el desconcierto, unos mil vettones que se habían infiltrado por orden de Pompeyo
entre el público, comenzaron a gritar repetidamente: -“No más sacrificios humanos”-. Aquella era la
consigna para que desde lugares cercanos llegaran las legiones romanas, que sigilosamente habían
cruzado el Duero disfrazados y con el fin de cercar a todos los presentes en aquellas fiestas. De tal
modo avanzaron sobre el llano los soldados de Pompeyo, gritando y repitiendo en idioma celtíbero
las mismas palabras -que se habían aprendido con esmero-. Momento, en que los confundidos
asistentes a la celebración, oían voces procedentes de todos lados, que repetían en su idioma: -“No
más sacrificios humanos”-. Mientras, algunos seguían mirando la colina iluminada por la fosforescencia
de los huesos molidos allí esparcidos; sin comprender qué pasaba. Y la gran mayoría de los presentes
sentía pavor, al no saber qué ocurría ni de dónde procedían aquellas luces y voces que les cercaban
-sobre las que nobles y reyes dudaban si serían las de sus propios soldados sublevados...- .
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En este estado, se organizó un gran tumulto; y mientras unos se arrodillaban pidiendo perdón a los
dioses, otros intentaban huir; aunque los más permanecían atónitos e inmóviles. Así llegaron hasta el
lugar más de tres mil legionarios romanos, que ayudados por los vettones infiltrados, cercaron el
valle sin permitir salir a ninguno de los asistentes. La situación fue fácil de dominar, porque aquellos
soldados portaban antorchas y tenían luz; mientras los vacceos se encontraban sin fuego ni
antorchas, pues habían apagado toda llama, para que el sacerdote supremo crease la llama sagrada en la
noche de Samaín. Así, deslumbrándoles con sus luminarias y atemorizándoles con sus armas; las
cohortes de Pompeyo rodearon a todos los asistentes y pidieron que les fueran entregados los
sacerdotes y reyes que habían ordenado los sacrificios esa noche. Mientras tanto, el general había
ordenado dirigir una centuria hasta cada una de las ciudades vacceas de la zona; cayendo así en sus
manos ràpidamente Albocela, Amallóbriga, Uruníngica, Acontia, Septimancas y Pintia (Toro, Tiedra,
Urueña, Tordesillas, Simancas y Padilla). Ya que al estar muy poco vigiladas y sin iluminación, fueron pasto
fácil para los cien hombres romanos que las tomaban -sin problemas ni bajas-.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, otra fotografía de un atardecer en el llano frente a Mota del
Marqués, donde dicen que el cielo toma ese tono bermejo en recuerdo de las ceremonias que
describimos.
Abajo, atardecer en Mota del Marqués. Se trata del Camino de Santiago, a su paso por la población
(que vemos al final, a la derecha); a nuestra izquierda, el Sol cae sobre el llano de Marundiel.
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Muy poca resistencia hubo en los castros vacceos antes citados, haciéndose los romanos
rápidamente con las ciudades principales. Pese a ello, en el valle de Marundiel muchos se negaban a
delatar a sus reyezuelos y a entregar a sus sacerdotes. Pero los de Pompeyo pudieron localizarlos
fácilmente, debido a que los reyes ese día lucían sus mejores vestimentas -imitando lobos-, al igual
que sus reinas; y los nobles iban enjaezados con joyas o adornos. Del mismo modo, los sacerdotes
vestían tal como indicaba su rango en la noche de Samaín; imitando a los difuntos o a las ánimas
regresadas. Así pues, tras apresar a los reyezuelos, nobles y clérigos; los romanos hablaron a todos
los presentes, diciendo que dejarían libres a cuantos inocentes había atados a las cestas de mimbre
y a todos esos infelices que se encontraban esperando ser sacrificados. Pero que matarían a
aquellos nobles y clérigos malvados e injustos, con el fin de que los sacrificios de este tipo
acabasen entre los vacceos. Tras esas palabras de los romanos, todos quedaron en calma y
callados. Nadie pareció oponerse a la ejecución que anunciaron los enviados por Pompeyo. Por
cuanto esa misma noche llevaron a cabo la muerte de unos cien nobles y unos cincuenta
sacerdotes; quienes ante su pueblo murieron a golpe de gladium.
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Recuerda la leyenda que la última en ser ejecutada fue la princesa y suma sacerdotisa de Pintia;
mujer de extrema relevancia religiosa y de origen turdetano. Quien antes de morir dijo ser
descendiente de Aníbal, biznieta de Himilce de Cástulo y nieta de Aspar (25) . Reclamando por ello,
que consideraba esenciales los rituales del sacrificio de infantes; tal como habían realizado sus
antepasados y los antecesores de sus antepasados (los fenicios). En ese momento, el herrero vettón (que
había logrado recuperar a su hijo vivo), se acercó con el niño hasta aquella sacerdotisa-reina de Pintia.
Frente a esta, cargado de rabia, pero colmado de alegría tras haber logrado salvar a su primogénito;
preguntó a la reo por qué ese niño suyo debía morir. Ella contestó adustamente: -Porque lo mandan los
dioses-. En ese momento, el mismo herrero vettón pidió blandir el gladium que atravesara el corazón
de la que esperaba ser ejecutada. Quien antes de morir, pidió ser enterrada con el collar de su familia
(heredado desde Aspar); consistente en una gargantilla de pasta vítrea y estilo cartaginés, que
representaba al dios Bes convertido en un Beltené vacceo(26) .
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Así fue como los romanos fueron sustituyendo los sacrificios de Beltené y Samaín, por ritos menos
cruentos. Aunque dentro del mundo celta, aquellas ceremonias crueles siguieron celebrándose; al
menos, hasta que el cristianismo las cambió por la fiesta de Halloween y el día de Todos los
Santos. Sincretizando los tremendos ritos de muerte gaélicos, por una noche se sustos y de risas; en la que
los niños son ahora quienes machacan o sacrifican a los mayores -con sus impertinencias y sustos-.
Finalmente añadiremos sobre aquel valle frente a Mota del Marqués, que muchos dicen su nombre
procede de la noche del 1 de noviembre del 73 a.C.; cuando los fuegos fatuos hicieron que el cielo
tomase el color del mar, y de allí su denominación “Mar en Ciel” que derivó a Marundiel. Además,
acerca de este “milagro” y fosforescencia debida a la harina ósea, también se narra que dieron
origen de los “huesos de santo” (los dulces que se comen en las fiestas de difuntos). Aunque todos
sabemos que esos “huesos de santo” tienen su raíz en la tremendas costumbres de Samaín; donde
quemaban personas en las piras rituales y luego vaticinaban el futuro leyendo las cenizas y los
restos óseos que allí quedaban.
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ARRIBA: Pira funeraria expuesta en el yacimiento llamado de Las Ruedas, de Pintia (Padilla de Duero,
Valladolid -al que agradecemos nos permita divulgar la imágen-) . Ciudad "capital" de los vacceos, ha sido
excavada desde hace decenios por el Instituto Federico Wattenber -fundamentalmente en la zona de su
necrópolis, que vemos en imagen-. En este lugar, el profesor Sanz Minguez y Fernando Romero
Carnicero (entre otros) han creado un "centro de interpretación" donde puede entenderse cómo era
la vida en esta urbe y de aquella tribu celtíbera, hace unos veinticinco siglos.Reconstruyendo el modo de
subsistir y organizarse que tuvieron los vacceos, hace dos mil años. En la foto vemos la simulación del
momento previo al enterramiento en urnas cinerarias, con una pira en la que se recuerda la forma en que
los vacceos honraban comúnmente a sus difuntos: Incinerándolos, para dar sepultura a sus huesos y
enseres, introducidos en una urna que se enterraba en el campo de la imagen. En la leyenda se menciona
el hecho de que una princesa de Pintia con origen cartaginés, fue ejecutada en Marundiel y luego
enterrada con el collar (que fue encontrado en la tumba 144 de esta Necrópolis).
ABAJO: Dibujo mío de Pompeyo el grande (ya mayor), quien en su juventud logró extirpar las
revueltas que Sertorio promovió por toda la Península Ibérica.
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SOBRE Y BAJO ESTAS LINEAS: Arriba, supuesta estatua de Himilce, la esposa oretana de Aníbal;
cuya efigie se encuentra coronando esta fuente de Baeza (Jaén). Los leones que decoran el
monumento, realmente pueden ser de origen ibérico y proceder de Cástulo (aunque alguno tiene “tintes”
góticos); pero la figura de ella más bien parece una estatua a la que se le ha añadido una cabeza -quizás
ibero romana, pero probablemente es posterior- . La Historia narra que Himilce se casó con Aníbal en el
año 221 a.C., en el templo de Merlkarte de Cartagena (Cartago Nova). Quiso acompañar a su marido
en las campañas en Italia, pero el general cartaginés se negó. Antes de salir hacia Roma, fue con ella
a presentar el hijo que en común tuvieron, al templo de Melkarte en Cádiz (pidiendo protección a
este dios en la guerra que iniciaba); aunque ya nunca se volverían a ver. No sabiéndose más acerca
de Himilce y de su hijo (Aspar), después de la marcha del general; hay quienes piensan que ambos mueren
de enfermedad, antes de que Roma venciera a su marido. Pese a ello, hemos de pensar que no debieron
estar a buen recaudo, ni menos muy seguros; menos tras la entrada de Publio Cornelio Escipión en
territorio hispano. Al parecer, una de las grandes artimañas de los latinos fue convencer a varios reyezuelos
ibéricos de que rompieran sus pactos con el padre de Himilce (Mucro, monarca oretano, de Cástulo); para
acabar con el abastecimiento de plata que Aníbal tenía desde Sierra Morena.
Abajo: Dibujo mío de un trishekel con la efigie de Aníbal, fechado en los días en que se supone se
casó con Himilce. En la leyenda se narra que la última sacerdotisa en ser ejecutada por los de
Pompeyo en Marundiel, fue una princesa de Pintia de origen turdetano, que se tenía por bisnieta de
Aníbal y Himilce. Esta sería la dueña de collar de tipo púnico hallado en la tumba 144 del yacimiento
de Las Ruedas (Padilla de Duero), cuya fotografía hemos recogido en unas imágenes anteriores. El relato
supone que los celtíberos celebraban sacrificios humanos al modo de los gaélicos, aunque por influencia de
los cartagineses también incorporaron el ofrecimiento de infantes (para inmolarlos en efigie de los reyes). La
visita de Aníbal y Himilce al templo de Melkart en Gadir, presentando allí a su hijo Aspar ante aquel dios al
que se reverenciaba entregando niños en sacrificio. Hace pensar a los historiadores que durante la
mencionada ceremonia, pudo ser inmolado otro pequeño, en sustitución y efigie del vástago del caudillo
cartaginés y la princesa de Cástulo.
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CITAS:
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(1): VACCEOS: Tribu de la celtiberia, que ocupaba las actuales provincias de Valladolid y Zamora (casi en su totalidad) y además
estaba establecida en el Sur de León, Palencia y Burgos; tanto cmo en el Norte de Ávila y Salamanca. Limítrofes con otras gens de la
Iberia prerromana (como los vettones o los arevacos), al parecer procedían de alguna de las migraciones de pueblos celtas asentados
en la zona de la actua Bélgica y que fueron expulsados de este área tras la expansión de los germanos (entorno al siglo VII a.C.;
cuando se supone que llegan los vacceos al área del Duero).
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(2): Las ciudades fortificadas (oppidum) más importantes de los vacceos fueron las que se citan en la leyenda:Albocela, Amallóbriga,
Uruníngica, Acontia, Septimancas y Pintia (identificadas respectivamente con Toro, Tiedra, Urueña, Tordesillas, Simancas y Padilla).
Además, tenían otras como: Sabariam (junto a Salamanca, en El Cubo); Ocellodurum (Zamora); Intercantia (Aguilar de Campos);
Viminiatum (Sahagún); Cauca (Coca); Rauda (Roa de Duero); Pallantia (Palencia); Eldana (Dueñas) y etc.
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(3): AMALLÓBRIGA: “… No es improbable su reducción a Torrelobatón, que la da Cortés; porque al menos presenta vestigios de
antigüedad…”. (Madoz, P. (1845). Dicc. t. II, pág. 230). “… F. Wattenberg, la región vaccea 108, 168, la sitúa en Torrelobatón. Saavedra
86 piensa que se trata del despoblado de Arenillas, junto a Villavieja”. (Roldán, J. M. (1975). Itin. Hisp. pág. 212). “Amallobriga (A24) =
Montealegre (Valladolid), según una tessera hospitalis.74,18s//75,38a”. (Arias, G. (2004). El Mil. Extr. Índice, Amallobriga).(FRG)
AMALLOBRIGA: Tiedra, Urueña o Torrelobatón (incluso Villabrágima).(JRD pag 39)
Actualmente identificada con Tiedra.
Angel Gómez-Morán Santafé SOBRE LOS TEXTOS IBÉRICOS...
http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com/2017/07/toponimos-y-getilicios-ibericos.html
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(4): ALBÓCELA: Albokela. Hoy Toro, p. de los vaccee. “… Por la relación histórica de Polibio y Livio, por las graduaciones de
Ptolomeo y la buena dirección del Itinerario romano, viene también à confirmarse esta identidad, dando luego la de la ant. Arbucala y la
actual c. de Toro, la reunión de antecedentes tipográficos que de todos aquellos tes[x]tos resultan”. (FRG)
ALBÓCELA: ARBUCALA, Alba de Villalazán.(JRD pag 36)
COMÚNMENTE IDENTIFICADA CON TORO (Zamora)
Angel Gómez-Morán Santafé SOBRE LOS TEXTOS IBÉRICOS...
http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com/2017/07/toponimos-y-getilicios-ibericos.html
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(5): VETTONES: Otra de las tribus celtiéricas que poblaban gran parte de la Meseta y zona Oeste. Sus dominios, de gran extensión
limitaban con los de los Lusitanos y alcanzaban el Tajo (por el Suroeste), mientras por el Sur, llegaban a las cercanías de la capital de
Toledo. Al Norte tenían frontera con los Vacceos a la altura de la capital de Salamanca, marcando la linde el río Tormes. Su extensión
comprendía gran parte de Extremadura (hasta la mitad de Badajoz), la mitad de Toledo, la mayor parte de Salamanca, el Sur de
Zamora, toda Ávila y el Oeste de Segovia. Eran famosos por sus esculturas de verracos, suponiéndose que se dedicaban al pastoreo
de toros y de cerdos. Algunas de estas estatuas vettonas podemos verlas en las zonas de linde con otros pueblos; tal como sucede en
San Martin de Valdeiglesias, donde se situaba la frontera entre Carpetanos y vettones, cruzando por el lugar que hoy llamamos Venta
juradera o “Toros de Guisando”.
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(6): URUNÍNGICA: Urunia, recogida como Iruna; yacimiento cercano a Miróbriga. Comunmente identificado con el castro de Irueña (en
Fuenteguinaldo). Otros creen que podría tratarse de Ureña, en Valladolid.
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(7): SEPTIMANCAS, Simancas.
“Villa principal en Castilla la Vieja donde los reyes tienen sus archivos. Díxose antiguamente Septinca vel Septimanca, y corrompido el
vocablo Simancas. Lo que dizen de ciertas doncellas, que aviendo sido señaladas para el tributo de los moros se cortaron las manos y
quedaron mancas, siendo siete, no sé cómo conste desta verdad si lo es. Cerca de esta vila tuvo una gran Vitoria el rey don Ramiro
segundo, y mató más de ochenta mil moros”. (Sebast. de Cov., Tesoro..., Simancas, p. 939).
“Ciudad del Itinerario de Antonino que Clusius cita en Simanca, en la región de Castilla". (A. Ort. Thes. geog., Septimanca). “No hay
duda de su localización en Simancas, que ha conservado algo deformado el antiguo nombre. Vid. F. Wattenberg, región vaccea 169” .
(J. M. Roldán Hervás, Itineraria..., p. 267). Wamba (p.), su propio nombre concluye en alguna relación con el rey visigodo Wamba; los
historiadores nombran Septimania –región que ocupaba más o menos desde las Cevenas hasta los Pirineos franceses–, en la Galia ,
como lugar de conflicto de este rey contra el conde de Nimes, Hilderico. Es obvio que el caso de Septimania y Septimanca deduce
lazos semánticos y probablemente históricos remotos – prerromanos, romanos, visigóticos, etc, – entre galos e hispanos. La región de
Septimania toma el nombre de un contingente de veteranos de la Legión Séptima Gémina establecidos en aquellas tierras en época de
Augusto. Ha de ser lógico, pues, que Septimanca adquiera también etimología en dichos legionarios veteranos (quizá la razón más
lógica), ya que ellos acamparon y sometieron a buena parte de la península Ibérica. Y si Nimes formó parte de la región de Septimania,
cabe también pensar que hubo relación –en este caso de enemistad– visigoda entre el conde galo Hilderico y el rey hispano Wamba..”
FRANCISCO RUEDA, TOPONIMIA (“Historia inédita de España”; liberada en la red)
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(8): ACONTIA: “Describiendo Estrabon, libr. 3, pág. 153, el origen y dirección del río Duero, dice que pasando frontero de dos ciudades
celtíberas, cuales eran Numancia y Sarguntia, hoy Aranda, después de haber bañado otras muchas ciudades celtíberas y vacceas,
entre estas últimas dice que pasaba lamiendo las murallas de la ciudad Acontia: Urbem vaccaeorum Acontiam Perlabens [a criterio del
Sr. Cortés, tras expresar posibles errores de copiantes y asignarle él etimología hebrea, según sus argumentos, Acontia es la actual
Tordesillas”. (Cortes, M. (1836). Dicc. t. II, pp. 101-102).(FRG)
Angel Gómez-Morán Santafé SOBRE LOS TEXTOS IBÉRICOS...
http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com/2017/07/toponimos-y-getilicios-ibericos.html
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(9): SAMAÍN Y BELTENÉ: Dos de los dioses más importantes de los gaélicos, adorados por la mayoría de los pueblos celtas. Ambos
marcaban las fechas de mayor importancia en el calendario céltico: La despedida de la luz y el comienzo de la estación de tinieblas,
llamada festividad de Samaín y que comenzaba entre estos pueblos el primero de nuestro mes de noviembre. Las fiestas de Samaín
se celebraban con terribles ritos de sacrificio y fuego; en honor a la muerte de la luz o al final de la época de calor. Coincidían con
nuestro día de los difuntos (1 de noviembre), que fue sincretizado por el cristianismo, conservando esta fecha en la que los gaélicos
también honraban a los muertos, pero erradicando con los cultos de sangre e inmolaciones humanas. La época de tinieblas que
comenzaba ese día de Samaín finalizaba con la fiesta de la llegada del Sol, que los celtas fechaban en nuestro primero de mayo. Este
día era el del comienzo de la época de calor, cuando ya no se necesitaba el fuego para sobrevivir; de ello su dios era Beltené, cuyo
significado es “sol radiante”.
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(10): Fiestas vacceas de Beltené: Hemos de suponer que los pueblos prerromanos de origen celta asentados en la Península,
celebrarían a dioses y festividades muy semejantes a los que rendían culto sus hermanos culturales de Francia (galos) Islas Británicas
(gaélicos) o centro europeos (celtas). Seguramente los vacceos conservarían la fiesta de Beltené; el día de la lagada del Sol gaélico;
en el que apagaban los fuegos rituales y de sus hogares, agradeciendo al dios Samaín que les hubiera hecho sobrevivir con su poder y
gracias a las hogueras que la madera de los árboles proporcionaba. Así el primero de mayo los pueblos de raigambre celta celebraban
al Sol, llamado Beltené, al que se rendía culto con ceremonias de fertilidad, luz y agua.
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(11): Fiestas vacceas de Samaín: A mi juicio, los pueblos prerromanos de origen celta asentados en la Península, celebrarían a dioses
y festividades muy semejantes a los que rendían culto sus hermanos culturales de Francia (galos) Islas Británicas (gaélicos) o centro
europeos (celtas). Entre los vacceos seguro se conservaría la fiesta de Samaín; el día de los difuntos gaélico, en el que se sacrificaban
con fuego seres humanos para pedir al dios Samaín que les abrigase con su poder y con las hogueras que los árboles y su madera
proporcionaban.
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(12): BAELENIUS: Aquí la leyenda une la palabra celta que significa “Sol radiante” (Beltené) con los ritos llevados a cabo con
alucinógenos. Drogas a las que los gaélicos relacionaban principalmente con el beleño (y la belladona) de donde los celtas obtenían
sus más potentes fármacos; con los que se sabe, sus druidas fabricaban bebedizos, en un gran caldero sagrado, para distribuirlo entre
toda la población. Aquellas pócimas mágicas contenían “belenos” : Beleño y belladona, tanto como mandrágoras y berejena del diablo.
Sirviendo para crear un ambiente de éxtasis al celebrar festividades o bien para ser reparido entre los guerreros antes de que entrasen
en batalla (logrando así los druidas que sus soldados superasen totalmente el miedo y que no sintieran dolor al ser heridos). Así se
denomina al dios Beltené de los vacceos como Balenios ó Beleno; un nombre que está documentado como deidad entre los pueblos
celtibéricos.
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(13): LIKO, Licos ó Lyco, era el modo en que se denominaba al lobo (entre los pueblos de raíz griega). Siendo aquel Lico la imagen del
lobo y del hombre licántropo, en su estado más salvaje. Entre los pueblos más antiguos de Grecia se conservaban rituales de
licantropía, que descendían de cultos demoniacos de origen neolíticos. En ellos, los oficiantes no solo mataban a un ser humano, para
ofrecerlo al dios (daimón) lobo; sino que llegaban a comer su carne cruda, al modo de esas bestias. Desgarrando con sus propias
bocas las carnes del infeliz ofrecido al demonio-totémico. Al parecer, para llegar al éxtasis en esas fiestas de las licántropas (pues al
parecer eran mujeres las que más participaban), se ingerían enteógenos y alucinógenos, hasta el punto de perder el control y actuar
como una alimaña, llegando a comerse crudo al ofrecido. Siglos más tarde, parece que la víctima propiciatoria fue cambiada por un
cordero o un caprino, al que daban muerte las sacerdotisas, para luego engullirlo del mismo modo (crudo y sin más ayuda que la de
sus dientes). Estas festividades tienen sus orígenes en el Neolítico y el la edad de las cavernas; aunque fueron mantenidas por
muchos pueblos. En especial los de origen europeo (oestrymnios); por lo que celtas y prehelenos, heredaros de ellos esos ritos
terribles de sangre y fieras.
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(14): La descripción de los ritos celtas que hemos realizado, está recogida exactamente de lo que ya narra sobre ello Frazer, en su libro
LA RAMA DORADA.
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(15): HEPATOSCOPIA: Ciencia religiosa que practicaban algunos de los pueblos y que consistía en leer el hígado de recién
sacrificado. Eran doctos en estas prácticas los pueblos antiguos de Anatolia; pero asimismo, practicaban con esmero la hepatoscopia
los etruscos y los celtas. Cuyos augures basaban los vaticinios en tres fases: La lectura de espasmos y de sangre del inmolado;
hepatoscopia o estudio del hígado; extispicina o revisión del resto de las vísceras. Tras sacrificar seguían esos tres pasos; augurando
así los druidas y los sacerdotes etruscos. Hemos de suponer que los sacerdotes celtibéricos, seguirían iguales fórmulas y realizarían
ritos similares a los ovates gaélicos o los vaticinadores etruscos. En Roma se heredó la costumbre y religión extispicina y
hepatoscópica; aunque entre los latinos se llevaba a cabo sacrificando animales y no personas.
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(16): En la cita (13) hemos hablado de los ritos de Lyco y la licantropia. Entre los pueblos celtas, el lobo era el totem de la suerte y de la
fuerza, considerándose buen augurio si se observaba un lobo antes de entrar en batalla. Estos cánidos eran adorados por los pueblos
de raíz celta, no solo como símbolo de la fiereza y de la fuerza; sino también del futuro y de la luz. Tanto que la palabra indoeuropea
“Lux” se relaciona con la de Likos, considerando al lobo el portador de esa luz y de la inteligencia natural; por lo que el augurio del lobo
era uno de los más importantes. Todo ello derivó hacia ritos terribles en los que los hombres se comportaban como lobos. Asimismo se
consideraba al lobo portador del alma de muchos difuntos caídos en batalla, pues al caer muerto en el campo y no poder ser recogidos,
los guerreros eran devorados priemero por los lobos y alimañas, para ser luego comidos por las aves carroñeras. De ello que en el
espíritu del lobo y de aves como el cuervo se consiedrase viajaban los muertos.
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(17): VELE: Es uno de los nombres documentados que los celtíberos daban al dios lobo. Probablemente se relaciona con la voz Bele
de Beltene; que significa Sol. Por cuanto los lobos eran el símbolo de la luz y de la inteligencia.
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(18): LUG: Era uno de los dioses principales de los gaélicos. Era el divo del bien, de la inteligencia, de la enseñanza y de la sabiduría.
Una deidad comparable a Apolo. Sin lugar a dudas se puede comparar con Apolo. En idioma celtibero no hay diferencia entre “g” y “k” y
además a ser un alfasilábico, para escribir LUG habría que poner “L-U-Ko”, una voz que sin lugar a dudas nos lleva hasta LIKO. Así
pues es mi teoría que el dios LUG era la personificación de Liko (el lobo)- Asimismo es el que daría nombre a Lugo y a los Lugones
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(19a): SERTORIO: General romano que fue enviado a Hispania como Pretor el año 83 a.C.. Fue incluido por Sila en la lista de
traidores y se vió obligado a huir a Mauritania en el año 81 a.C.; aunque pronto regresó a Iberia. Tres años más tarde se había
adueñado de toda la Península, siendo seguido por la mayoría de los indígenas, que amaban el respeto que Sertorio les guardaba. Así
enseñó a los íberos a combatir como romanos y se hizo fuerte apoyado por ellos, quienes seguían atacando en la forma autóctona,
usando guerrillas y la táctica de atacar por sorpresa. Se hizo con el favor de los reyezuelos y nobles iberos, a los que condecoró y
regaló preciosas armaduras y armas; asimismo abrió en Huesca (Osca) una academia para preparar a los hijos de los destacados,
enseñando allí las disciplinas de humanidades del ejército (a modo de las “universidades” grecorromana). Tras haber nombrado un
senado hispano en la misma ciudad (oscense) y logrando ser el líder de la Península, Roma temió que avanzase contra la metrópoli,
atacándola con hordas iberas. Ante esta situación de sublevación, los romanos enviaron en el año 78 a.C. a Metelo (Quinto Cecilio
Metelo); al que Sertorío y los iberos vencieron en repetidas ocasiones. Finalmente en el 76 a.C., llegó a la Península Pompeyo
(Pompeyo el grande), quien unió sus fuerzas con las de Metelo un año más tarde y llegó a cercar a las fuerzas de Sertorio. Desde el 74
a.C. Pompeyo logra ir venciendo a Sertorio, quien se ve obligado a retirarse hacia el este peninsular, y en el 73 a.C. Pompeyo
conquista celtiberia. Desde el 72 a.C. Sertorio queda solo apoyado por los iberos del Valle del Ebro; pero al ver que muchos de ellos
desertaban -abandonándole-, se vengó de ellos matando sus hijos (que estudiaban en Osca). Solo y acorralado en su sitio de Huesca,
fue invitado a una cena con algunos reyezuelos que aún no le habían traicionado; donde Prepenna y otros jefes iberos le apuñalaron.
Pese a ello, el jefe ibero Prepenna presentó batalla a Pompeyo ese mismo año 72 a.C.; aunque rápidamente fue vencido y capurado.
Prepenna se ofreció para narrar toda la historia de Sertorio, sus socios, quienes le habían ayudado y quienes aún eran fieles. Pompeyo
no le escucho y sin querer venganse de los íberos que habían colaborado con Sertorio, le mató junto a todos los que ayudaron a
Prepenna a matar a Sertorio.
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(19b): BAAL, BAALTENE: En la leyenda se supone que los celtíberos vacceos habían sincretizado a los dioses gaélicos, uniéndolos
con los púnicos. De ello Beltené se identificaría con el Baal fenicio al que adoraban los cartagineses. Baal o señor, al que se ofrecían
niños; por lo que la leyenda supone que los celtíberos realizaban esas ceremonias del Baal (Baal-tene) en el día de Samaín, cuando
los celtas también sacrificaban humanos en honor de sus dioses. El nombre de dios Beleno es el que al parecer daban los iberos a
Beltené y creemos que se relaciona totalmente con llos Beleños o alucinógenos que los celtas usaban en esas ceremonias.
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(20): OVATES DE HELMÁNTICA: Parece que la ciudad de Salamanca se denominaba “urbe de la adivinación” cuyo nombre sería
Helmántica. Ello nos hace suponer que se trataba de una ciudad principal donde se reunían y estudiaban los ovates; adivinos celtas
cuyos augurios se realizaban de forma muy semejante al de los estruscos: A través de la extispicina, la hepatoscopia, la lectura del
vuelo de las aves, y todo tipo de adivinación. La leyenda supone que el máximo mandatario de Salamanca era por entonces un Sumo
sacerdote (ovate supremo); pero que ya estaba asimilado con los augures romanos, por lo que tan solo leían el futuro en las vísceras
de animales -habiendo abandonado los sacrificios humanos-.
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(21): SUBLEVACIONES DE SERTORIO: Viene de la cita (19a) . Sertorio fue enviado a Hispania como Pretor el año 83 a.C..; aunque
pronto lo incluye Sila en una lista de traidores. Así se vió obligado a huir a Mauritania en el año 81 a.C.; aunque pronto regresó a Iberia.
Tres años más tarde se había adueñado de toda la Península, siendo seguido por la mayoría de los indígenas, que amaban el respeto
que Sertorio les guardaba. Enseñó a los íberos a combatir como romanos y se hizo fuerte apoyado por ellos. Se hizo con el favor de
los reyezuelos y nobles iberos; asimismo abrió en Huesca (Osca) una academia para preparar a los hijos de los destacados,
enseñando allí las disciplinas de humanidades del ejército (a modo de las “universidades” grecorromana). Tras haber nombrado un
senado hispano en la misma ciudad (oscense) y logrando ser el líder de la Península, Roma temió que avanzase contra la metrópoli,
atacándola con hordas iberas. Ante esta situación de sublevación, los romanos enviaron en el año 78 a.C. a Metelo (Quinto Cecilio
Metelo); al que Sertorío y los iberos vencieron en repetidas ocasiones. Finalmente en el 76 a.C., llegó a la Península Pompeyo
(Pompeyo el grande), quien unió sus fuerzas con las de Metelo un año más tarde y llegó a cercar a las fuerzas de Sertorio. Desde el 74
a.C. Pompeyo logra ir venciendo a Sertorio, quien se ve obligado a retirarse hacia el este peninsular, y en el 73 a.C. Pompeyo
conquista celtiberia. Desde el 72 a.C. Sertorio queda solo apoyado por los iberos del Valle del Ebro; pero al ver que muchos de ellos
desertaban -abandonándole-, se vengó de ellos matando sus hijos (que estudiaban en Osca). Solo y acorralado en su sitio de Huesca,
fue invitado a una cena con algunos reyezuelos que aún no le habían traicionado; donde Prepenna y otros jefes iberos le apuñalaron.
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(22): Al parecer eran estos los ritos de la Noche de Samaín, que luego coincidiría con la nuestra de Todos los Santos. Se prohibía
encender fuego en ninguna casa ni poblado, siendo obligados todos a asistir a los ritos de Samaín; donde se quemaban a los
inmolados en grandes piras que los sacerdotes celtas preparaban con ese fin. Esa noche era la que moría el Sol y comenzaba el frío;
por lo que tras Samaín todos debían sobrevivir gracias al fuego. Un fuego sagrado al que habían de rendir honores ofreciendo seres
humanos.
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(23): DEL FARMACÓS Y DEL FÁRMACON -parte primera-: Sobre los fármacos "sagrados" (De "Lo invisible en la mitología": Los
bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LXIV).
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2012/10/blog-post.html
DEL FARMACÓS Y DEL FÁRMACON -parte segunda-: Sobre el "farmacós" o la inmolación humana (De "Lo invisible en la mitología":
Los bueyes de Gerión en el tesoro de El Carambolo. Parte LXVI).
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2012/10/del-farmacos-y-del-farmacon-parte.html
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(24): SOBRE EL CÁÑAMO, EL BELEÑO, LA MANDRÁGORA, EL ACÓNITO, ESTRAMONIO, BELLADONA Y OTROS (tomado de
mis artículos antes citados):
Tras un breve repaso a los usos rituales y médicos de la adormidera o el cornezuelo en el mundo grecorromano, pasaremos a otras
sustancias similares en su utilización y caracterísiticas. Comenzando por el cáñamo del que también advertìa Plinio era un terrible
alucinógeno -como el opio- (24) . De un mismo modo, se consideraba una planta de uso psicotrópico y con la que celebraban
ceremonias y lograban el éxtasis los pueblos más duros del Cáucaso; narrando Heródoto que los escitas: "cuando lloran a un paciente
o amigo que falta, se reunen bajo una tienda de campaña y arrojan granos de cáñamo a las piedras calientes de la lumbre. Aturdidos
por el humo lanzan gritos confusos y dicen que pueden entonces ya hablar con el ausente" (Heródoto (VI, 73 y ss) ).
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No menos importantes eran los "dones" que atribuían algunos al beleño, que describió Apuleyo del siguente modo: "la hierba
belinuncia usada por los druidas con fines mágicos era una variedad del beleño". Esta cita que recoge Jean Louis Bra, la completa con
la narración de cómo había de cortarse en la Galia, donde una jóven virgen tenía que recogerla en los bosques celtas; buscándola
entre los árboles y bajo la lluvia, completamente desnuda. Una vez hallada tiraba del tallo y sin poder volverse había de regresar
andando de espaldas, mirando al frente, hasta depositar el beleño en las manos de un druida. Afirmando el mismo autor que los galos
heredaron de los sacerdotes celtas centroeuropeos el conocimiento de las drogas (del beleño, belladona, cáñamo, adormidera y etc).
Siendo esta planta del beleño la que sumía en el sueño a todo el que la olía o era tocado con ella, por lo que los desvalijadores de
gallineros la usaban para dormir a las aves antes de robarlas (Jean Louis Brau; "Historia de las drogas" -pag. 19 y 57- Barcelona 1973)
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Otras drogas comunes y usadas en la Antigüedad con fines religiosos, médicos o militares fueron: La belladona, la madrágora, el
acónito y el estramonio (o berejena del diablo) . Acerca del primero (belladona), parece ser que es un alcaloide que provoca
alucinaciones visuales, tanto que se afirmaba que hacía bellas a todas las mujeres... . Del mismo modo, la mandrágora tambien se
tenía por un afrodoisiaco, aunque parece que era consumida con vino o cerveza por los soldados y generales. Sobre ello se narra que
Anibal tendió una trampa a sus enemigos, simulando una huida y dejando su campamento pleno de vasos de vino con mandrágora.
Llegando hasta allí los que pensaron que el cartaginés y los suyos habían escapado, quienes viendo aquella "apetecible" bebida en las
tiendas abandonadas la tomaron en exceso, con lo que logró Anibal apresarlos al quedar estos en estado de enorme ebriedad.
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Sobre la mandrágora escribe Teofastro que: "en Etiopía existe cierta raiz mortífera usada para la caza y para la guerra"
(Teofastro;Historia de las plantas IX, 15, 2) . Aunque no podemos conocer realmente el uso que se daba a este "tubérculo mágico" para
entrar en batalla, parece evidente que se consumiría mezclada con bebidas alcohólicas (de una forma "controlada"); con el fin de
inculcar valor, entrar en euforia o ayudar a perder el miedo. Otros muchos remedios y ungüentos usados con fines militares hubo en la
antigüedad, tanto que un método común de envenenar o ejecutar fue la cicuta que se vertía en bebidas o en el interior del oido.
Igualmente era famoso el acónito utilizado para envenenar flechas, del que explica Plinio como era usado por los celtas para
emponzoñarlas con "paciencia sanguinea" (Plinio en Hist. Nat. XX, 198). Una labor de envenenar puntas de armas que igualmente se
hacía con con eléboro blanco e incluso con simple veneno de sierpe. Aunque el antes citado acónito -que nació de la baba de Cerbero,
al ser aquel monstruo apresado por Hércules-, era también usado en las ceremonias de Hécate y entre las hechiceras.
Administrándose como pomada en los pies, lo que decían hacía levitar o volar a las que participaban en el rito (por lo que autores
como Robert Graves en "Los Mitos Griegos", identifican el ungüento de acónito con el "vuelo de brujas"; tal como ya expresábamos en
entradas anteriores).
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Por su parte, Jean Louis Brau habla de los estramonios como afrodisiacos usados en la antiguedad; filtros de amor a través de los que
nadie se negaba a mantener una relación. Ello porque al parecer el estramonio hace caer en desequilibrios emocioneles, risas y lloros
durante un día entero, si se toma mezclado con alcohol. Lo que era utilizado para atraer a los hombres y a las mujeres con aquellas
pócimas, que desde la Antigua Grecia y hasta la Edad Media, creaban y mercadeaban las llamadas "brujas de Hécate" -luego
"celestinas"- (Jean Louis Brau; "Historia de las drogas" -pags. 81- / Barcelona 1973) . Finalmente quedaría por citar -en este breve
repaso- los hongos enteógenos, encabezados por las amanitas (muscarias, falsa oronja, muchamore etc); que al parecer se mascan
en trozos secos, tras lo que aquel que las ingiere queda inmovilizado y con temblores. Permaneciendo más tarde como un cadáver
durante unas tres horas en las que sufre las alucinaciones; estado que tanto han utilizado para visionar o tratar adeptos los chamanes
y los brujos de casi todos los Continentes -en especial el americano). Unos alucinógenos y rituales que fueron estudiados por
V.Paulovna y Gordon Wasson hace unos sesenta años (Mushrooms Russia and History, en 1957 ). Tanto como por el conocido
antropólogo Claude Levi Strauss, quien analizó en profundidad la posesión chamánica bajo la influencia de la amanita muscaria (Jean
Louis Brau; "Historia de las drogas" -pags. 173 a 176- / Barcelona 1973) .
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(25): HIMILCE: Princesa de Cástulo (Cazlona, junto a Linares); hija del rey Oretano Mucro, que se unió a Aníbal Barca para sellar una
alianza entre Oretania y Cartago. Se casó con Aníbal en el 221 ó bien en el 220 a.C., en fechas cercanas a los Idus de Marzo romanos,
suponiendo algunos que contrajo matrimonio en el témplo de Tánit, en la antigua Cartago Nova (Cartagena). Tuvieron un hijo, llamado
Aspar, que fue presentado ante el Melkarte de Gadir por sus padres, antes de que Aníbal marchase en su campaña contra Roma (de la
cual no volvería).
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(26): BES: El dios Bes era la figura que acompañaba a la diosa egipcia Athor, diva de la belleza y de la maternidad. Se le representaba
como un enano de tremenda fealdad, cuyos ojos y deformidades servían para ahuyentar a los envidiosos y al mal de ojo. Era una
deidad apotropaica relacionada con la protección de del mal fario, que se consideraba se transmitía a través de la mirada del insidioso
o del envidioso. Se representa en numerosos collares y colgantes púnicos, hechos con pasta vítrea. Uno de ellos, el hallado en Pintia,
y fechado en época muy tardía; pues se data en el siglo I a.C.. Este caso es un ejemplo de síncresis y conservación de las costumbres
y ritos púnicos hasta el siglo I a.C. y en la meseta.

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