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EN BÚSQUEDA DE LA UNIDAD
Si uno fuera en busca de la aún más profunda unidad que ata “la existencia” a la
“no existencia”, sería necesario proponer teorías aun más obscuras – tales como
la teoría de las cuerdas – que exuda un carácter casi metafísico. La búsqueda de
la unidad comienza con el principio, generalmente aceptado en la física moderna,
de que el tiempo comparte una “geografía” común con el espacio: así como todos
los puntos del espacio coexisten a lo largo de un único continuo, así también
todos los puntos en el tiempo – pasado, presente, y futuro– simultáneamente se
distribuyen dentro de la misma red.
En ese punto, una gran “inflación” del universo ocurrió mientras se expandía,
instantáneamente, en un orden de 10 elevado a la potencia 50 [10 50 ].
Finalmente, el “bing bang” dio rienda suelta a todo el impulso de su fuerza desde
dentro de un sólo punto en el interior de aquel universo expandido. A partir de
entonces, el universo como lo conocemos comenzó a expandirse -aunque
infinitamente más despacio que hasta entonces- coagulando en su presente estado
mientras sus elementos estructurales procedieron a enfriarse.
En términos cabalísticos, estos cuatro estados pueden ser vistos como
correspondientes a la secuencia de cuatro letras del inefable Nombre de Dios
– Iud, Hei, Vav, Hei, el modelo sobre el que se basa toda meditación directa en
Dios y la Creación. La primera letra de Su Nombre, la Iud con su forma de
centella , representa la “contracción” inicial ( tzimtzum ) de la Luz Divina de la
cual se produjo el espacio primordial del tiempo y espacio. La segunda letra de
Su Nombre, la espacialmente expandida Hei, representa el surgimiento inicial del
ser creado ex nihilo. La tercer letra, la lineal Vav (posee el valor numérico 6),
simboliza la repentina extensión del ser en seis direcciones de espacio. También
insinúa la premisa contenida en la teoría de las cuerdas de que existen de otras
seis dimensiones escondidas que realmente están “envueltas” en el interior de las
otras cuatro que comúnmente identificamos. Finalmente, la repetición de la
letra Hei en el final del Nombre de Dios, apunta una vez más a la idea de la
expansión –esta vez, la expansión final del universo que a la vez se asienta en su
forma deseada Divinamente.
Sin embargo, surge una intención más profunda: la decisión de Dios de aplicar al
mismo tiempo, junto con el “din” , el principio de “ rajamim”,la Compasión
Divina. Este atributo fue el responsable de la forma “tolerante” que la creación
tomó eventualmente –la que hospedó las imperfecciones de la realidad material
finita. Habiendo iniciado su “descenso”, el universo partió hacia el misterioso
derrotero dirigido hacia el “ Shabat por venir”, cuando el mundo sea redimido de
su incapacidad de reposo y su turbulencia.
EL PRINCIPIO DE LA INCERTIDUMBRE