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\'OLUMEN 1

PEDRO MIR
LA NOCION DE

PERIODO
EN LA HISTORIA
DOMINICANA
PEDROMIR

LA NOCION DE PERIODO
EN LA HISTORIA
DOMINICANA
Volumen 1

Universidad Autónoma de
Santo Domingo
SANTO DOMINGO
1981
PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD
AUTONOMA DE SA1'iTO DO~IINGO
VOLUMEN CCXCV

Colección Historia y Sociedad T\oo 44

LA NOCIOT\ DE PERIODO ET\ LA


HISTORIA DOMINIC~"\A

PEDRO ~IIR

Portada: Amaury \Oillalba

® 1981
Editora de la DAS!)
Apartado Po~tal 1355
Santo Domingo, República Dominicana
Edición a cargo de Eridania Mir

1mpreso en
Editora "Alfa y Omega"
José Contrem~ No. 69, Telso 532-5577/78
Santo Domingo, República Dominicana
Presentación del Problema

Hace ya muchos años. una empresa editora extranjera,


enfrascada en la preparación de una serie de volúmenes acerca de la
América Latina. se mostró interesada. como era lo natural, en una
historia de la República Dominicana.

El proyecto exigía una extensión máxima de 75 páginas. De


primera intención, la tarea parecía casi banal. Los empresarios
aspiraban a una narración lineal que redujera al mínimo las
referencias documentales o bibliográficas, las notas y datos técnicos
y. en fin, cualquiera de esos elementos usuales que interrumpen el
f7ujo natural de la lectura. El modelo era el artículo referido a
cualquier país en una buena enciclopedia. Se suponía que cualquier
dominicano podría redactarlo de memoria.

Extrañamente, ninguno de los dominicanos que entonces


merodeábamos por aquellos alrededores, se sintió animado a
emprender la faena, a pesar de los atractivos materiales y las
compensaciones patrióticas. Los editores se vieron obligados a
postergar indefinidamente el proyecto, no sin insistir en que solo
aspiraban a un simple resumen de cualquier manual de historia
reconocido en el país.

Pero nuestra inhibición no era tan extraña. En elfondo lo que


sucedía es que el tal manual, cuyo contenido pudiera ser reducido
satisfactoriamente a proporciones tan moderadas, era en realidad
inexistente. Al intentar una reducción de cualquiera de los manuales
reconocidos a esos términos, los diversos períodos sacaban aflote su
interpretación convencional y el resultado era un conjunto de
s
pulsaciones incoherentes visiblemente desprovisto del hilo
conductor, capaz de explicarlo a todos. De ahí que fuera necesario
mucho espacio para establecer ese hilo conductor o para explicar a
cada período dentro de su propia lógica. El hecho es 'que no
poseíamos una historia de la República Dominicana sino muchas
cosidas entre sí, como esas bellas alfombras hechas de retazos
zurcidos cuyo encanto reside en su incoherencia y su heterogeneidad.

De modo que no se trataba de un resumen sino de una síntesis.


Su verdadero sentido debería ser, no el simple ahorro verbal sino el
registro de los puntos culminantes de un proceso de conjunto, que
permitiera comprender esa historia prescindiendo de los detalles.

Así planteado el problema, lo más importante resultaba ser ese


proceso. Pero, ¿cuál podría ser ese proceso? Se supone que un
proceso único supone un motor único. Sólo el planteamiento del
problema en esos términos producía una suerte de escalofrío. ..

Toda la historia de Inglaterra, pongamos por caso, puede ser


explicada en función de la conquista de los mares. La historia
completa de los Estados Unidos puede ser entendida como el
desarrollo del núcleo colonizador, los "Pilgrims Fathers", que
llegaron en el "Mayflower" en J620 Y siguen desembarcando
todavía, aunque no necesariamente en Plymouth, sino cada vez más
allá. El sentido histórico de España lo explicó Cervantes, y en eso
consiste su genio, por medio de dos personajes, no universales ni
filOSÓficos ni simbólicos, sino españoles, cuya vigencia
contemporánea es impresionante. Y Francia sólo es y sólo será su
gran Revolución.
A Panamá la explicamos por el Canal desde su mismo origen. A
Cuba por el azúcar, a Bolivia por el estaño, a Chile por el salitre, a
Venezuela por el petróleo y así 'Sucesivamente. Pero sin ir tan lejos.
Toda la historia de nuestra vecina la República de Haití puede ser
articulada, desde su origen hasta nuestros días, desde las proclamas
de Toussaint hasta los modernísimos poemas de Depestre, en {unción
de la Esclavitud capitalista conocida como el sistema de "gran
plantación". lA historia de todas las naciones tiene un núcleo
fundamental, aunque no sea necesariamente ninguno de los
mencionados, que le sirve de pentagrama.
6
y cabe preguntar, ¿cuál es ese núcleo histórico que
verdaderamente podría servir de pentagrama a toda la historia de
nuestro país y que llegado el caso, permitiría condensarla en dos
palabras o en un solitario símbolo?

Respuestas no han faltado. Un ilustre profesor canadiense


después de devanarse los sesos en la búsqueda de este cordón
umbilical de nuestra historia ha llegado, aunque de manera
vacilante, a una conclusión definida:

"La historia dominicana es, en cierto sentido, la de su hacienda... "

y esta es una verdad satisfactoria. Y conmovedora. Pero,


desgraciadamente, sólo "en cil'rto sentido". Y en cierta época.
Porque la hacienda no es más que la fachada monetaria tras de la
cual se esconden esos "elementos considerados dramáticos" como el
azúcar, el tabaco, el cacao, la corambre, el oro, la Bahía de Samaná,
cualquiera de los cuales puede aspirar en buena lid a convertirse en
símbolo de nuestro proceso histórico durante un período. Pero esto
supone varias historias. Y de lo que se trata es de ese núcleo
fundamental que las engarza a todas. ..

En consecuencia, los editores aquí evocados solicitaban


inconscientemente toda una tarea de investigación, discusión y
desarrollo de una teoría general de la historia de nuestro país. En
otras palabras, pedían sin darse cuenta del delirio, que se les
explicara en 75 págmas, o menos porque había que dejar espacio al
prólogo, al índice, a ciertas notas, a cierta bibliografía, a cierta
ilustración y a los pases de un capítulo a otro, en qué consiste la
historia dominicana...

***
No fue entonces cuando el autor de estas líneas entró en agudo
conflicto con ese problema.

El primer contacto se produjo dramáticamente en 1949 cuando


preparaba una obra, TRES LEYENDAS DE COLORES, cuyo
recóndito compromiso era el de mostrar -y demostrar- que las
tradiciones revolucionarias de los dominicanos, con todo lo
7
candorosa que pudiera haber resultado esta afirmación, eran más
antiguas que las de cualquier otro país del hemisferio. Esto era
entonces muy importante para nosotros los dominicanos que
andábamos por numerosos caminos de la América Latina.

El subtítulo rezaba: "Ensayo de interpretación de las tres


primeras revoluciones del Nuevo Mundo". La conclusión era que
esas revoluciones habían tenido lugar en nuestro país en una época
tan remota como el Siglo XVI y en consecuencia nosotros, los
herederos de esa tradición, veníamos investidos por la realidad
histórica de una calidad revolucionaria multisecular.

Era una época en la: que la fama de Trujillo desacreditaba las


virtudes revolucionarias de nuestro pueblo. Se nos acusaba defalta
de virilidad o de IIna incapacidad medular para la historia,
escarnecida a veces en carica turas infamantes. A todos nos dolía eso.
y, así apremiada. la ohra se proponía evidenciar que los
dominicanos habían ejercido su "irilidad histórica desde los días
remotos del Descuhrimiento español y que. por tanto. las causas de
su pasividad y de su inmovilismo actual dehían huscarse en otros
reinos.

Pero los hechos históricos, que no suelen responder a estas


nobles intenciones. trahahan. entorpecían. nuhlahan continuamente
la mirada del investiKador.

En efecto. en el SiKlo X VI se inauguraba una helio tradición re-


volucionaria en esta Isla y. desde luego, en todo el Nuevo Mundo.
Pero. por más que la im'e.lliKación se afanaba por encontrar la
manera en que ella se enKarzaha con los siglos siguientes hasta
constituirse en la hase de las tradiciones modernas de nuestro pueblo.
este vínculo no aparecía por nínKUl1l1 parte. A cada paso se rompía la
continuidad del SiKlo XVI. Se alzaha una muralla impenetrahle
entre ese siglo y el siguiente. que impedía explicar al Santo Domingo
modesto de tres siglos de.,pués. con ele.,plendoroso antecedente de
LA ESPAÑOLA. Las loahles tentati\'{/S de reivindicar el honor viril
de los dominicanos. quedahan en entredicho al ser sustentadas en la
buena voluntad.

8
El trabajo siguió su curso y fue conclu(do dando por válido el
supuesto de que la historia de nuestro país se iniciaba en el Siglo XVI
y de que, en consecuencia, las tradiciones revolucionarias que allí se
inauguraban seguían un curso ininterrumpido a través de los siglos.
Pero en la conciencia del investigador quedó una sombra: la ruptura
cósmica que se hacía evidente o insoslayable en Jos albores del Siglo
XVII. ..

***
En 1969 vio la luz otra obra del autor, EL GRAN INCENDIO,
como resultado de un compromiso con la Dirección de
Investigaciones de la Universidad Autónoma de Santo Domingo
(UAS DJ, que entonces dirigía esas actividades. En esa ocasión volvió
este problema a la conciencia del investigador y de nuevo fue
obligado a moderar sus reproches interiores, aunque esta vez, para
acallar los rugidos de su conciencia, emitió en página aparte un
sosegado "mea culpa", casi infantil, de este tenor:

"Así, en idioma de fuego, ha debido comenzar esta historia. No hagáis


caso de la leyenda escolar que refiere que al principio fueron las hojas
flotantes y luego el grito escalofriante de

¡TIERRA!

prorrumpido desde un mástil enhiesto por un marinerito lindamente


llamado Rodrigo de Triana. No hagáis caso tampoco de la leyenda
popular o popularizada que atribuye al Descubridor y a sus módicos
huesos, el hechizo que parece gravitar sobre el destino de esta tierra
atormentada.

"La historia verdadera, la que perdura en sus consecuencias y sus


arrebatos, la que establece la fisonomía del país y traza su rumbo
sangriento a través de los siglos, comienza con la catástrofe. Todo lo
que ha ocurrido antes de ella, pertenece al dominio de los
antecedentes. Todo lo que ha ocurrido después, es su obra... "

Sin embargo, estas palabras elusivas eran en el fondo un


rompimiento tajante con la historia tradicional, una pequeña
proclama emancipadora.
9
Pero allí el problema se contemplaba tangencialmente;sólo en
sus implicaciones internacionales, como lo indicaba elsubtítulo: "los
balbuceos americanos del cf.pitalismo mundial", y dejaba en remojo
las derivaciones dominicanas de aquellos acontecimientos, en espera
de que la vida impusiera sus criterios.

Convencido finalmente de que hay que ayudar a la vida, el autor


ha decidido dar un merecido baño a su conciencia en estas páginas.
Sus impulsos no obedecen ya a la necesidad de reivindicar la
capacidad de lucha del pueblo dominicano. Está en todos los
periódicos. Inclusive más allá de nuestras fronteras. Tampoco
responden al reclamo de aquellos editores extranjeros que
reclamaban confundidos una breve historia de la República
Dominicana en solo 75 páginas. En ambos casos, se encontrará una
respuesta, pero en esta ocasión la tarea le viene impuesta de lluevo
por otro compromiso con la UASD, ahora a través del Centro de
Estudios de la Realidad Social Dominicana (CERESD).
***
Este compromiso. condensado en el tema LA NOCION DE
PERIODO EN LA HISTORIA DOMINICANA, consiste en
principio en proponer un esquema racional de periodización de
nuestra historia. Un gráfico en el cual se lleva a cabo una
esquematización general de nuestra historia debidamente
periodizada, se encuentra alfin de éste volumen. Allí debió, o pudo
haber debido concluir este compromiso. Pero tal esquematización
exigía una fundamentación que le sirviera de esqueleto. Vale decir,
una concepción de nuestra historia que sirviera de base a su división
en períodos. Para dar satisfacción a esta exigencia ineludible, el
esquema gráfico va acompañado de un relato general compendiado
de nuestra historia que podría haber servido a los editores
extranjeros antes mencionados. Se encontrará bajo el título
MODELO DE SINTESIS DE UNA HISTORIA GENERAL DEL
PUEBLO DOMINICANO, Y bien puede caber en unformato de
bolsillo de unas 75 pá~inas.

Obviamente, el "modelo de síntesis"exige el modelo de análisis


A esta tarea se consagra este trabajo, cuya extensión indica cuando
menos, hasta donde la inhibición antigua respondía a unas
motivaciones mucho más compleias de lo que entonces se pudo
10
imaginar. No se trata de una historia dominicana más. Muchos
episodios. que se dan por conocidos. son prácticamente eliminados.
El énfasis se sitúa en aquellos puntos controversiales. respecto de los
cuales el autor supone que puede ser sensibilizada la concepción
tradicional del lector y que es el producto de un martilleo constante.
no sólo en la literatura historiográfica. sino en la escuela de párvulos,
en las esquinas callejeras, en las páginas de los periódicos, en el
trabajo a veces admirable, documentado. cient(fico. de
investigadores sumamente capaces y bien dotados. e inclusive. no
pocas veces colocados en el mismo sendero que impulsan estas
páginas. aunque no apremiados por la urgencia de una periodización
general. o no comprometidos. de entrada, sino con una "historia
dominicana" y no. como en este caso. con una "historia general del
pueblo dominicano". Me sería muy grato mencionar algunos
trabajos contemporáneos que han significado un punto de partida
inapreciablemente valioso en este esfuerzo. si no involucrara una
apreciación que podría herir algunas sensibilidades a las que no
se tiene el derecho de herir.

Creo que este trabajo. demasiado ambicioso para la capacidady


la resistencia física de su autor. y sobre todo para la labor solitaria.
podría servir para estimular la discusión y el examen de los aspectos
tradicionales de nuestra historiografía y. tal vez. al trabajo definitivo
que espera. anhela. exige nuestro pueblo. La esperanza, y también
la confianza, está en los jóvenes.

11
A LA JUVENTUD DOMINICANA
La ideu di' que lo decisivu {'lila 11i.~loriu ,Ion
las u('/'iones pufilicu,l' del poda del Lwodo, .r
es lan 1'Í(~ia cumu !tI hi,wor/oxw./i'lI mi.mlll.

y ('.\' lamhién 111 ('01t.1"(I de qut' ,It' hoya ('¡NI.I'I'r-


vado 11/11 1)(/('(1 ('U.I/I u("('re(J lkl t!('.I·{lJ"fl,Jlo dt'
los p/lehlu.\:

el mol'imielllo ,1'ifl'lláoso y l"('alll/('lIle impl/I-


sur, que prun'de cumu Ira.~/lIlIe/1J e/I' 1',\11,1 \0-
l/oras escenoJ,'.

FEDERICO ENGI::LS.
Esbozo de un Modelo de Síntesis de la
Historia Dominicana
1

Las raíces más remotas del pueblo dominicano, se


detectan a principios del Siglo XVII.

En ese momento es preciso situar, pues, el comienzo


propiamente dicho de la HISTORIA DE LA
REPUBLICA DOMINICANA, en cuanto historia del
pueblo dominicano.

Más atrás es la HISTORIA DE SANTO DOMINGO,


entendiendo por talla historia de la Isla en su conjunto,
en cuanto escenario de las aventuras imperiales y de las
peripecias de los gobiernos, abstracción hecha de la
historia propia de cada uno de los pueblos que la
comparten.

El origen de esa historia de conj unto es


tradicionalmente situada, como es lógico, en el momento
en que pone su pie en la Isla la primera expedición
europea -el 5 de diciembre de 1492- en una zona
actualmente perteneciente a la República de Haití.

El primer emplazamiento europeo estable (LA


ISABELA), aunque de todos modos no durará mucho, se
funda no obstante en 1493, en una zona actualmente
perteneciente a la República Dominicana, y da origen a
una colonia que cubre todo el Siglo XVI, muy
adecuadamente denominada LA ESPA~OLA, por
cuanto reivindica la pureza de su índole hispánica con la
vaga constancia de la eliminación física, completa y
absoluta -incluyendo la conducta genética- del com-
ponente aborigen.

Una fecha común para el comienzo de la historia de


cada una de las dos naciones que comparten el territorio,
solo es admisible si se adopta el criterio de una historia
común, cuya lógica es únicamente válida para aquellos
imperios que han disfrutado de la soberanía sobre la Isla
como una totalidad (España, Francia), El cuya política ha
19
sido orientada (Inglaterra, Estados Unidos) por unos
intereses estratégicos, económicos o religiosos de
conjunto.

Obviamente, dos naciones distintas nacen en


momentos distintos aunque tengan, además del
territorio, una esencia común y un similar destino.

La continuidad histórica de este emplazamiento


original del Siglo XVI, al que se incorpora
oportunamente y sin alterar su carácter hispánico un
componente africano, es interrumpida por una catástrofe
conocida como las DEVASTACIONES DE LAS
CIUDADES DEL NORTE, aunque se extendió a otras
ciudades y en definitiva a toda la colonia durante los años
de 1605 y 1606.

Este acontecimiento va a tender una cortina


impenetrable entre el Siglo XVI -dejándolo fosilizado
como esa Atenas clásica en cuyo espejo gusta de
contemplarse- y la historia viva y penetrante de los siglos
venideros.

La emigración en masa de los vecinos pudientes de LA


ESPAÑOLA a causa de las Devastaciones, con la
consiguiente volatilización de la propiedad privada, deja
en la Isla una población precaria de blancos pobres y
antiguos esclavos negros que, tras una fase típicamente
recolectora en la que el único cultivo que ha sobrevivido
es el tabaco -acaso por una insoslayable exigencia y un
consumo estrictamente personal- da origen a una
sociedad nueva -la "sociedad hatera"- caracterizada por
el aprovechamiento común e imperturbado de las tierras
abandonadas.

De este modelo primitivo -y tal vez de ese cultivo


solitario- va a brotar el pueblo dominicano.
20
6

Unos treinta años después y en la zona más afectada


por las Devastaciones, comienza una infiltración de
aventureros franceses que, mediando el siglo, han
establecido ya una colonia francesa firmemente
sustentada en la importación masiva de esclavos
africanos, en los marcos de una explotación económica y
humana gigantesca, típicamente capitalista, que la
convertirá en el florón del imperio colonial francés y en el
modelo mundial del sistema moderno de la esclavitud
llamada de "plantaciones ':

De ese modelo excepcional va a brotar el pueblo


haitiano.

Por tanto, la HiSTORIA DE SANTO DOMINGO


misma se bifurca, desde el albur de arranque, en una
doble estilística:

de un costado, la sociedad recolectora, primitiva,


elemental, dejada del dirigismo imperial;

del otro, la explosión del gigantismo capitalista, del


rendimiento galopante, de la concentración del esfuerzo
de toda la sociedad ydel genio productivo metropolitano
y mundial.

Las Devastaciones paralizan durante todo el Siglo


XVII la actividad legislativa de la metrópoli española
respecto de su colonia de Santo Domingo, como reflejo
de la ausencia de incentivo económico y el abandono de
la perspectiva histórica, con lo cual la población
superviviente queda aparentemente sumergida en un
marasmo que la historiografía tradicional explica con la
metáfora del "sueño secular" pero que en el fondo no es
sino el trabajo sordo de las creaciones espontáneas de la
Historia.
21
9

De ellas la más importante es la institución de los


TERRENOS COMUNEROS, un fenómeno tanto
jurídico como histórico peculiar y privativo de la historia
dominicana, totalmente libre de antecedentes en la
colonización española, resultante de la absorción de
elementos de la propiedad privada por la comunidad
territorial surgida de las Devastaciones, a raíz de los
intercambios clandestinos que una suerte de extraña
dependencia mutua impone entre ambas colonias y que
alcanzan su plenitud a fines del Siglo XVIII.

10

En ese punto estalla la Revolución Francesa y pronto


se extiende a su colonia antillana con el consiguiente
estupor de la metrópoli española, uno de cuyos favoritos
logra imponerle a los revolucionarios franceses, a quienes
repugna esa gestión contraria a sus ideales y a su misión
universal, la cesión gratuita y perpetua de la parte
española de la Isla.

11

El Gobernador español efectúa la entrega sólo seis


años después, no sin antes someter a su antigua colonia a
un desmantelamiento sistemático que constituye la
segunda gran devastación del territorio, colocado una
vez más en "estado de emigración".

Las Devastaciones de García de 1795 a 180 I equivalen


a las de Osorio en 1605 y 1606.

12

Toda la Isla es así colonia francesa cuando, en la parte


occidental, la onda emancipadora se convierte en una de
las más impresionantes y auténticas epopeyas de la
humanidad, para desembocar brillantemente en la
primera nación independiente de la América Latina con
el nombre de REPUBLlCA DE HAITI, curioso

22
homenaje del primer Estado de la raza negra en todo el
mundo, a la raza aborigen exterminada por la raza
blanca en toda la Isla.

Esa intensa conciencia racial no dejará de perdurar en


su recorrido histórico.

13

Al no ser comprendida en la declaración de


independencia de los revolucionarios haitianos, la
antigua parte española se convierte automáticamente en
la única parte francesa de la Isla.

Se convierte igualmente en el foco de la revancha yen


la base eventual para futuras tentativas de recuperación
del paraíso perdido por parte de los antiguos plantadores
franceses, con las consiguientes zozobras de la antigua
población colonial de lengua española.

14

Un fundamento atendible de la exclusión de esta parte


en la declaración de la independencia vecina, puede ser la
notoria marginación y la aparente indiferencia que se
pone de manifiesto en el seno de la población de esta
parte, restándole a la revolución que tiene lugar en su
propio territorio y contra el mismo enemigo un concurso
que habría sido inapreciable, inevitablemente dirigido a
los mismos objeti vos históricos.
15
Este aspecto particular del problema encuentra su
explicación o cuando menos su fundamento, en la
naturaleza contradictoria de los regímenes económicos y
sociales que sirven de base a las dos colonias y cuya
polarización se hace rápidamente sensible en presencia
del dato estadístico frío; en vísperas de la revolución
haitiana:

400 mil esclavos sumamente activos,


inmisericordemente explotados, en la parte francesa,
23
contra 15 mil esclavos ociosos y sólo nominalmente
esclavos, en la parte española.

16

En consecuencia, la revolución será llevada allí bajo la


dirección de los antiguos esclavos.

Esto ha de significar que la independencia que es su


resultado, deberá producir un salto gigantesco desde el
régimen esclavista hasta los objetivos burgueses que
implica la independencia americana, a la hora de crear la
nueva sociedad.

A la postre la revolución no podrá superar las lindes


del régimen feudal, confortando a sus protagonistas con
la parcelación de las tierras de los antiguos amos entre los
antiguos esclavos.

Esa parcelación de las tierras, que así se constituye en


la bandera histórica de la revolución haitiana, constituye
el corazón de la conducta histórica de la parte
antiguamente española y ahora francesa, no solamente
respecto de la nación vecina sino en el proceso mismo de
su constitución futura como nación independiente.

17
Aquí, en cambio, en la antigua parte española, el
proceso no puede ser conducido por los esclavos por la
sencilla razón de que los esclavos no existen. 0, cuando
menos, no en número ni calidad suficientes para imprimir
su tónica a toda la sociedad. Y menos aún dentro de la
noción histórica que había hecho de la esclavitud el
motor de los acontecimientos en la parte vecina.
18
El hecho fundamental es que, a despecho de los
esfuerzos tardíos de los españoles, deslumbrados por el
éxito francés en el sentido de implantar el sistema de
plantaciones, el sistema comunero conservaba todo su
vigor, permitiendo a todos los habitantes de esta parte sin
excepción alguna, incluyendo a los antiguos esclavos, el
24
disfrute de las tierras en un plano de libertad ilimitada,
inclusive racial, que explica por sí sola la resistencia
popular a la parcelación de las tierras como expresión de
la propiedad privada.

El grito emancipador de aquella parte no podía


encontrar un eco muy profundo en esta parte. Ni los unos
ni los otros pC'dían comprender a su vecino. El haitiano
era incapaz de comprender por qué el esclavo
dominicano no iba a Haití en busca de su libertad. El
dominicano tampoco era capaz de comprender por qué
debía buscar en la otra parte una libertad de la que no se
sentía privado en ésta. O al menos en grado tal que
pusiera en opción su vida.

19

Se da así, en el limitado territorio de la Isla de Santo


Domingo, el fenómeno singular de que la lucha por la
independencia burguesa sea dirigida en una tercera parte
de ella por esclavos y en las dos terceras restantes por
campesinos ligados a un régimen de propiedad común de
las tierras -los TERRENOS COMUNEROS- y hostiles a
la propiedad privada.

20

Pero no de manera universal.

la naturaleza peculiar del sistema comunero


impulsaba el desarrollo de tendencias contradictorias, en
la medida en que las formas propias de los cultivos,
aproximaban o distanciaban la influencia de la
propiedad privada.

En esa virtud se advertían ciertos matices entre los


terratenientes del país. aunque la misma noción de
"terrateniente", que será utilizada copiosamente para
fines prácticos en este trabajo, tiene una connotación
peculiar dentro del sistema comunero, toda vez que la
no~ión ~e propiedad, equivalente a posesión, despoja al
latIfundIO de todo sentido, de modo que debe entenderse
25
en su sentido etimológico de I.enencia de la tierra,
cualquiera que sea la modalidad de esa tenencia.

21

Tres grupos de terratenientes prevalecen en la práctica


productiva del país:
Los "hateros" del este. consagrados a la cría de ganado y
el corte de maderas, intensamente partidarios de la
comunidad territorial debido a la naturaleza
particularmente favorable de este sistema para la crianza
sir. cortapisas y el corte indiscriminado de los árboles.
Los "tabacaleros" del Cibao (o del norte), el ala más
progresista de los terratenientes, partidarios fervientes de
la parcelación de las tierras, tanto por la forma de su
mercadeo como por la delicadeza de la planta, hostil a la
depredación tanto animal como humana que permitía el
sistema comunero.
Los "azucareros" del Sur, comprendida la Capital, el
sector más conciliador de los agricultores, partidarios en
no pequeña medida de la indeterminación de la
propiedad de las tierras y al mismo tiempo de la
propiedad privada, por la natúraleza híbrida de la
producción azucarera, a la vez industrial y agraria,
históricamente vinculada a la explotación esclavista.

22
Desde luego, ni ésta era l~ única producción agraria del
país, pues eran importantes también otros productos
como el café y el cacao, ni esta producción se encontraba
estrictamente localizada en esas regiones, puesto que en
todas partes se elaboraba azúcar, se criaba ganado y se
cortaba madera, sin excluir sectores ligados a la
destilería, pero la tónica social era impuesta
nacionalmente por los grupos asentados en esas regiones.
23
El primer turno de gran vuelo histórico le corresponde
a los tabacaleros del Cibao.
26
A ellos corresponde la gloria inmarcesible de objetivar
el primer paso en el proceso de constitución del pueblo
dominicano y de escalar el primer peldaño en la larga
lucha hacia su independencia nacional.

Este acontecimiento se produce a fines de 1804. a raiz


de la independencia haitiana, que coloca a este pueblo
freOle a su propio destino entre dos adversarios
poderosos: de un lado Haití con su flamante
independencia y las armas de la victoria todavía calientes;
del otro. la porción del Ejército francés destinado a esta
parte. todavia altanero y desafiante. sobre todo capaz de
sostener el poder colonial.

Frente a estos dos poderes contradictorios, pero


igualmente portadores de la bandera de la propiedad
privada en la forma de la parcelación de las tierras, los
tabacaleros del Cibao adoptan CRa posición neutral.

Obviamente, la neutralidad es una variante subjetiva


de la independencia. Ni con unos ni con otros equivale a
s610 consigo mismo. Los acontecimientos se encargarán
de darle un giro objetivo a esta situación tan pronto como
los franceses deciden convertir esta neutralidad en
obediencia.

El resultado es una confrontación en la cual los


cibaeños empuñan las armas y, después de una lucha
encarnizada en la cual la población antes pasiva se
transforma súbitamente en pueblo militante y heroico. la
victoria corona su primer connubio con la epopeya y le
permite apurar el primer sorbo del poder popular.

Objetivamente, la neutralidad se ha convertido en


independencia.

25

Sin embargo. esta independencia regional carece de


significación jurídica mientras no sea capaz de
27
materializar la independencia nacional. En la Capital y
en todo el sur continúa flotando, aunque precariamente,
el pabellón francés.

Mientras tanto, en todo el oeste flamea victoriosa la


independencia haitiana. La conjugación de esta sólida
independencia con el balbuceo independentista del
pueblo cibaeño, configura claramente la independencia
de toda la Isla en los téTminos de dos naciones
independientes, siempre que se contemple el esfuerzo del
pueblo cibaeño en sentido nacional, tal como quedó
evidenciado cuantlo la parte haitiana proclamó su
independencia de manera separada.

26

Ese es el sentido que implican los acontecimientos


inmediatos, pues cuando a principios de 1805, las tropas
haitianas se disponen a atacar a la porción del Ejército
francés que aún permanece en esta parte, demandan
respetuosamente primero y exigen enérgicamente
después, la autorización para atravesar la ciudad de
Santiago, para atacar al enemigo común apostado en la
Capital, reconocen implícitamente esa soberanía,
certificada por el uso de las armas y la conquista de la
victoria.
27
Pero en los mensajes enviado:" por las tropas haitianas
sucesivamente, en espera de tal autorización requerida,
no queda claro el reconocimiento de esta soberanía sino
la evidente ruptura de la neutralidad. Y los cibaeños
optan por la resistencia, poniendo en peligro una
independencia demasiado tierna todavía para someterla
a una prueba tan severa, cuando su supervivencia no
estaba enjuego de una manera tajante, como lo estaba en
el momento de Ja confrontación con los franceses.

28
Esta vez el potencial bélico de los haitianos, y el mismo
impulso que su causa emancipadora les infunde,
convierte en una aplastante derrota el primer balbuceo de
la independencia dominicana.
28
Sin embargo, los franceses sobreviven a este impulso
cuando los haitianos se retiran después de un sitio
aparentemente estrangulador cuyo éxito habría sido
inevitable si hubieran podido contar con el respaldo del
pueblo organizado y activo en el Cibao.
La Historia determinará algún día cual fue el paso que
condujo al error y a quien puede serie imputable.
29

Pero lo importante no es el error, cometido por un


individuo o un grupo de individuos, ni la devastación
sistemática, en la cual se vuelca y revuelca la
historiografía tradicional, perpetrada por las tropas
haitianas en retirada, de acuerdo con la consigna "donde
no hay campos no hay ciudades': sustentada por su
general en jefe.
Esta se convierte en la tercera gran devastación,
equivalente a la de 1605-1606 y a la de 1795-1801, que
sufre el país.
Lo importante para la historia del pueblo dominicano
es su constitución como pueblo al luchar en su propio
nombre y conquistar la victoria frente a las armas
francesas.

30
Este hecho, increíblemente marginado por la tradición
historiográfica, es un acontecimiento de inmensa
importancia histórica. Porque en la vida de los pueblos,
lo importan~ no son sus derrotas ni sus frustraciones, ni
los errores de sus dirigentes o la crueldad de sus
enemigos, sino sus victorias, sus pasos, por minúsculos
que puedan parecer'sus avances, por delgados que se
manifiesten en dirección de su soberanía; su afirmación
ante otros pueblos y ante el semblante de la Historia.
La hazaña del pueblo en aquellos días postrimeros de
1804, constituyen la primera prueba de su capacidad para
constituirse históricamente en una época todavía
temprana para Iberoamérica.
29
Y, ciertamente, debería estar inscrita y narrada en oro
y mármol en las páginas de nuestra historia.

31

El segundo turno de gran vuelo histórico en la vida


pública de este país, corresponde a los "hateros" del Este.

En esta ocasión hace su primera aparición el


"caudillismo" en la persona de un hatero típico, Juan
Sánchez Ramírez, a quien corresponde, sin que faltara
una jugosa co·ntribución de los haitianos ni una visión
certera de su papel, la gloria de expulsar definitivamente
a los franceses de esta parte, consumando para siempre la
independencia respecto de Francia en la totalidad de la
Isla.

Ahí debió detenerse para que su nombre pasara a la


Historia, no caracterizando al caudillito pintoresco de
nuestro pasado, sino ocupando un hermoso lugar entre
los grandes libertadores de América.

32

Pero Sánchez Ramírez dio un triste paso en dirección


del oprobio cuando, después de las grandes acciones
populares de MALPASO y PALO HINCADO,
ntediatizó la voluntad y las hazañas del pueblo
prolongando innecesariamente el sitio de la plaza de la
Capital, para obtener la victoria sin su concurso y en
favor de la participación militar de los ingleses.

La prolongación del sitio significó, aparte de sus


implicaciones políticas, la aniquilación de la antigua
rique7.a ganadera en su totalidad, para la manutención de
las tropas extranjeras, y la depauperación de los bosques
de caoba y guayacán en el sostenimiento del sitio.

Esta se convierte en la cuarta y última gran devastación


del país. con lo cual se va a abrir un nuevo período
histórico.

30
33

Todavía esto habria sido lo de menos si el Caudillo


hubiera sido capaz de acometer la reconstrucción del país
y echar las bases de una economía floreciente. El destino
había puesto en sus manos una oportunidad que jamás
fue ofrecida a gobernante alguno en el país y que pudo
haber hecho de él un gigante de la Historia:

tan pronto como se produce la


rendición de los franceses y su partida, los ingleses
vuelven a sus navíos después de entregarle el poder sin
condiciones y sin oposición interna, en el marco de la
soberanía plena y absoluta de la nación, debidamente
garantizada por la presencia y la responsabilidad inglesa
en el proceso, pendiente apenas de una simple
declaración formal que habría permitido que esta fuera,
ya en 1809, la segunda nación independiente de la
América Latina.

34

Pero el Caudillo le da la espalda a su hermoso destmo


de Libertador y comete el incalificable oprobio de poner
esta soberanía a los pies de España sin consultarla
siquiera, sin cuestionar su consentimiento o su
beneplácito, desconociendo el Tratado de cesión de 1795
acordado voluntariamente por ella, aplastando las
esencias nacionales de su propio país y poniendo ante el
juicio de la Historia un ejemplo que sería tan nefasto para
el país como para sus propios autores.

35

España, que no puede dejar de ver en esta acción


inconsulta un ultraje a su Tratado de 1795 y de paso un
compromiso económico frente a un país devastado,
responJe con un soberano desprecio principalmente
dirigido al autor, negándole los títulos y prebendas que
ambicionaba a pesar de sus súplicas desde su lecho de
muerte precoz en 1811, Ydesconociendo una retrocesión
que sólo podía ser efectuado mediante Tratado con la
31
misma Francia.

Sin tomar en cuenta para nada la pretendida hazaña de


":lchez Ramírez gestiona de inmediato la cesión del país
a Inglaterra ya que resulta imposible devolvérselo a
Francia y, no habiendo tenido éxito como era de esperar,
opta por aceptar a regañadientes la soberanía de esta
parte de la Isla en 1814.

36

La supuesta RECONQUISTA, absurda


denominación con la que sus autores denominan esta
acción en la que no ha mediado conquista sino cesión
voluntaria, constituyó un rotundo fracaso para ellos y un
justo motivo de indignación para las mayorías populares
y sus propios dirigentes.

La reapertura del régimen colonial abre una etapa que


la historiografía tradicional sin asomo de crítica
denomina LA ESPAÑA BOBA, como si una nación
imperial pudiera serlo...
37
Este período se caracteriza por la miseria rampante, el
retroceso histórico y la vergüenza nacional en medio de
un constante ascenso de la politización del pueblo, de sus
niveles de conciencia histórica y de la actividad
conspirativa y revolucionaria, estimulada por el
despliegue de las luchas por la independencia a nivel
continental, todo lo cual sume en el desconcierto a los
sectores dominantes y los dispersa en cuatro direcciones
políticas divergentes, caracterizadas por la tendencia
común a la enajenación del territorio nacional.

38

Dos de ellas partidarias de la parcelación de las tierras:


a) una tendencia pro-haitiana. activa en la región
norteña, obviamente fa vorecida por los tabacaleros y que
supone Ull entendimiento con los dirigentes del país
vecino;

32
b) una tendencia pro-francesa. activa en la región sureña.
simpática a los azucareros del Sur y que favorece los
proyectos del Gobernador de la Martinica contra Haití a
cambio del poder.
39
Las otras dos, partidarias de la supervivencia de los
terrenos comuneros:

c) una tendencia pro-españolo. activa entre los hateros


del Este yque se apoya enel Gobernadorde Puerto Rico;
y por fin

d) una tendencia pro-colombiana. totalmente fuera de


contexto, quizá destinada a servir de cortina de humo a la
tendenda francesa debido al respeto a la capacidad
militar de los haitianos, y que cuenta no muy
candorosamente con el supuesto apoyo de Bolívar y la
Gran Colombia.

40
La crisis se resuelve rápidamente a fines de 1821.

El dia lro. de diciembre de 1821, la tendencia "pro-


colombiana", dirigida por el Dr. José Núi'íez de Cáceres,
antigllo lugarteniente del caudillo Sánchez Ramlrez,
declara abolida la soberanía española y proclama la
primera República Dominicano.

41
Ese nombre, con el cual se dio la noticia en la prensa
haitiana de entonces, y que había circulado en proclamas
por todo el Cibao. nofueel elegido oficialmente, sin duda
para desvincularse de los sectores claramente
identificados con la política haitiana, sino el extraño
dificil y c:quívoco nombre de

ESTADO INDEPENDIENTE DE HAITI ESPAI'lOL

que sustituye las connotaciones políticas de la palabra


Haiti por las geográficas.
33
42

La primera República se integra con los antiguos


seguidores de Sánchez Ramírez dentro de la más pura
cepa hatera del Este. Y, automáticamente, sin consultar a
Bolívar como antes lo había hecho Sánchez Ramírez
respecto de España, es colocada bajo el pabellón de la
Gran Colombia, enarbolado la mañana de aquel día en
las dependencias oficiales, ante la sorpresa de los
transeúntes madrugadores.

Absolutamente ninguna manifestación de apoyo o de


júbilo popular respondió a aquella acción inconsulta.

43

El primer sorprendido es Bolívar.

"Ayer he recibido las primeras comunicaciones sobre


Santo Domingo y Veraguas, del 29 y 30 del pasado. Mi
opinión es que no debemos abandonar a los que nos
proclaman, porque es burlar la buena fe de los que nos
creen fuertes y generosos; y yo creo que lo mejor en
política es ser grande y magnánimo. Esa misma isla puede
traernos, en alguna negociación política, alguna ventaja.
Perjuicio no debe traernos si le hablamos con franqueza y
no nos comprometemos imprudentemente por ellos".

Así se lo comunica el libertador al General Santander


en su cafta del 9 de febrero de 1822, cuando la acción
aventurera de Núñez de Cáceres lo llevaba al exilio
definitivo y lo convertía en un enemigo tan irracional,
puesto que no tenía ningún derecho a envolver a Bolívar
en una aventura sin su conocimiento ni su aprobación,
tan irracional, pues, como implacable y duradaa.

44

No obstante, esta República de 1821, llamada


tradicionalmente INDEPENDENCIA EFIMERA, Y a
pesar de que oficialmente en verdad lo fue, a pesar
igualmente de sus raíces conservadoras, de su médula
anti-popular y no sólo impopular, puesto que el pueblo
34
muy consciente ya en ese período, no le brindó el más
mínimo apoyo, constituye la primera y probablemente la
única y verdadera independencia del pueblo dominicano
siempre que la independencia nacional se contemple
como un proceso histórico, respecto del cual la
consagración jurídica representa una docilmentación
objetiva de este proceso en un momento dado.

45

La Independencia Efímera ya no lo es tanto si se


considera que lo que ella estableció, incluso
jurídicamente, fue la consumación total y definitiva de la
ruptura con el sistema colonial europeo, que tal es el
sentido único, fundamental y verdadero que tiene la
Independencia de América.

Por tanto, la República Dominicana, aunque no con


ese nombre en el cual se compendia la historia general del
pueblo dominicano, alcanzó su independencia el día
Iro. de diciembre de 1821.

46

Para algunos dirigentes haitianos, la alternativa que


aconsejaba la experiencia histórica frente al hecho de la
proclamación de la independencia en la antigua parte
española, era clara:

prestar toda asistencia militar y política a los tabacaleros


del Cibao, como lo habían hecho con los hateros del Este
en 1808 contra Francia, llevándolos al poder contra la
anexión de Núñez de Cáceres a la Gran Colombia.

y así como no invalidaron la soberanía nacional, ni


siquiera cuando el propio Sánchez Ramírez lo hizo en
favor de una potencia europea, tampoco deberían
suspender su uso pleno en esta ocasión, más bien
apuntalándolo y convirtiénaola en una cuña, sustentada
en el pueblo, contra toda reimplantación del poder
colonial.

3S
47
El presidente Boyer de Haití desoye la conseja de
algunos de sus generales más lúcidos, y sólo acepta la
mitad de ese programa.

En lugar de consolidar a lajoven república poniéndola


en manos nativas, aunque solidarias con su política, y
dirigir sus tropas contra la expedición francesa que,
efectivamente se lanzaba, al amparo de la situación
política, contra Haití, ignoró a los tabacaleros del Cibao,
derrocó a Núñez de Cáceres y optó por anexarla en
términos de provincia haitiana entregando el poder a sus
oficiales en campaña.

48
Pero esa aCClOn no invalidaba la república recién
proclamada.

La antigua parte española seguía siendo república


puesto que no pasaba a ser colonia de Haití, y menos de
una potencia europea, sino parte -o departamento, que
era la condición legalmente establecida- de una república
vigente para todo el territorio insular en el ámbito
americano, bajo el nombre de Haití.

La situación republicana perduraba a través de un acto


de fusión, o de unión, o de anexión, que no invalidaba
jurídicamente el acto de 1821, sino que lo incorporaba a
una totalidad de la que era parte.

Y, puesto que la independencia de esta parte no era el


producto de esa anexión, puesto que la llevaba ya en su
seno al ser anexada, la anulación eventual de este acto
anexionista no podría tener otro resultado jurídico que el
retorno a la independencia de 1821, que era la que había
consumado, y no la anexión de Boyer, la ruptura con el
sistema colonial europeo.
36
Una situación similar, aunque mucho más grave
porque involucraba a una potencia europea, y
precisamente a la "Madre Patria", se produjo en 1861 sin
que invalidara la independencia dominicana, aunque los
intensos prejuicios de la historiografía tradicional,
prefiriera invalidar la independencia verdadera respecto
de España en particular y de Europa en general
consumada en 1821, en favor de la independencia
convencional respecto de Haití.

49

A consecuencia del paso en falso de Boyer, la causa de


los terrenos comuneros, cuya parcelación, en la dirección
histórica correcta, era al mismo tiempo sustentada por
los agricultores cibaeños y por la política de Haití, se
convierte automáticamente en la causa del rescate de la
independencia CONTRA Haití en lugar de su
consolidación y afianzamiento contra Europa.
50
Esta dislocación histórica se traduce en una victoria
virtual para los "hateros" del Este, contra los cuales fue
realizado el acto de la anexión y les va a otorgar un
fundamento patriótico que arrastrará a toda la nación,
incluyendo a los tabacaleros del Cibao, y a convertirlos
en dirigentes de esa etapa formidable.

51

Los 22 años exactos que dura esta situación, de febrero


de 1822 a febrero de 1844, inauguran una nueva fase en la·
lucha del sistema comunero por su supervivencia.

Las zonas en las que fueron parceladas las tierras


pusieron en evidencia sus excelencias productivas y su
corrección histórica haciendo posible el restablecimiento
de la economía. Se reavivó el comercio. Una porción
considerable de políticos y de intelectuales, a pesar de la
clausura de la Universidad y la presión de la lengua
extraña, se plegó a la situación.
52
La resistencia sorda, pero tenaz y creciente, se situaba
37
empero en los sectores populares más bajos, liga.dos a las
entrañas de las tierras comuneras. Ninguna de las
medidas encaminadas a su eliminación dictadas por el
régimen de Boyer pudo quebramar su firmeza. El
problema de la tierra fue la espina más profundamente
clavada en los propósitos del régimen de Boyer. Y se
confundió estrechamente con la causa del rescate de la
independencia.

53

Dos fuertes personalidades van a canalizar esta


resistencia y llevarla a desalojar el poder haitiano y, en
consecuencia, a invalidar el hecho de la anexión.

Una de ellas encarnará la línea de la independencia


"pura y simple" que se había inaugurado en los
esplendorosos días postrimeros de 1804, se había
robustecido en 1808, había alcanzado niveles
organizativos en 1820 y, aún a despecho de los términos
en que fue ejecutada, había alcanzado una expresión
jurídica, si no plenaria, al menos fundamental y definitiva
en 1821. Esta personalidad es la de Juan Pablo Duarte.

La otra es Pedro Santana, quien recogerá la línea de la


defensa de los terrenos comuneros, caracterizada por su
resistencia a la significación burguesa de la
independencia, dentro de la tradición inaugurada por
Juan Sánchez Ramírez en 1809, y que se funde y confun-
de con la lucha por la independencia debido a la intromi-
sión del poder haitiano en el proceso.

54

Duarte no procede de las filas agrarias. Estudiante,


hijo de comerciantes de concepciones liberales de la
Capital, regresa de un viaje de estudios por la Europa de
1830, imbuido de los ideales románticos de la revolución
burguesa que entonces arde en aquel convulso escenario.

Por la naturaleza de su extracción social, Duarte no


puede ser enemigo de los haitianos, cuya política en favor
38
de la parcelación de las tierras coincidía, en el fondo, con
la raíz burguesa de las concepciones hogareñas.

55

Santana procede de las más profundas fibras del


sistema comunero. Su padre fue soldado destacado en
Palo Hincado a las órdenes de Juan Sánchez Ramírez
por quien manifestará una devoción que el hijo
conservara y glorificará en el futuro. El mismo posee una
buena hacienda en el Este, explotada en común con su
hermano gemelo y sus peones.

Por la naturaleza de su extracción social y sus propios


intereses económicos, es un acerbo enemigo de los
haitianos, cuya política de parcelación de las tierras va
fundamentalmente dirigida contra su señorío.

56

A su regreso de Europa en 1838, Duarte se enfrasca en


un trabajo de agitación y organización del movimiento
revolucionario, a través de un aparato clandestino
denomina.Qo LA TRINITARIA. que fructifica en esta
parte de la República en combinación con un
movimiento similar en Haití. A consecuencia de este
hecho, Duarte es forzado a abandonar el país.

Es probable que ya en esos momentos fuera objeto de


oposición en sus propias filas, pues entre otras cosas, se
sabe que se gestionaba una intervención francesa con
grandes perspectivas que podía encontrar respaldo entre
los elementos que se incorporaban a la lucha.

57
Durante su ausencia, los duartistas con uno de los más
influyentes y entusiastas correligionarios de Duarte,
Francisco del Rosario Sánchez a la cabeza, pero también
con uno de los más recalcitrantes enemigos de la
tradición popular de la independencia dominicana,
Tomás Bobadilla, llevan a cabo la proclamación más o
39
menos sosegada de la Independencia y hacen público un
documento conocido como la DECLARACION DEL 16
DE ENERO, que es su instrumento jurídico.

En este documento los patriotas definen con toda


exactitud la naturaleza de la situación que da origen al
nuevo Estado dominicano, mediante el uso de la palabra
SEPARACION en lugar de la palabra "independencia",
que la historiografía tradicional ha consagrado.

58

El término elegido, sin duda en el seno de una situación


que ellos han debido discutir ardientemente, consagra la
validez de una independencia que ya había sido
proclamada en 1821 en términos jurídicos, mediante una
declaración que ellos han debido tener en sus manos,
debida a la pluma de Núñez de Cáceres, y que se había
consumado en el plano histórico, toda vez que la ruptura
con el sistema colonial europeo resultó irreversible.

Al redactar el documento, ha debido ser evidente a sus


redactores (haya sido el duartista Sánchez como
sostienen algunos, o el santanista Bobadilla como
sostienen otros, o la colaboración de ambos) que el
término independencia suponía que Santo Domingo era
colonia de Haití, lo cual era jurídicamente insostenible
sin modificar la noción de independencia, en cuya virtud
el país no había dejado de ser independiente por la
anexión a un Estado americano, DES PUES de haber
declarado su independencia de Europa por un acto
anterior y separado.

En esa situación, la elección de la palabra


SEPARACION, que no puede haber sido introducida
clandestinamente entre abogados y duartistas como
Sánchez, era la adecuada y la justa porque mantenía la
validez de la independencia llevada a cabo en 1821
respecto del colonialismo europeo y consumaba en sus
justos términos la ruptura de la situación anexionista de
1822 anulando sus efectos jurídicos, respecto de Haití.
40
La secuencia histórica evidencia la justeza de los
redactores de la DECLARACION DEL 16 DE ENERO
Yles restituye la consideración y el respeto que el pueblo
dominicano se debe a sí mismo.

59

Hasta ese momento, Santana es un personaje oscuro.


Sin embargo, cuando se conoce que los ejércitos
haitianos se dirigen a recuperar la "provincia rebelde",
salta al primer plano de la lucha con un ejército
improvisado que no tiene dificultad de organizar con sus
peones, y General improvisado él mismo, marcha a hacer
frente a los enemigos de la independencia -aunque él
mismo es uno de ellos- y obtiene un éxito que lo
convertirá en la figura predominante de la vida pública,
cuando logra detener el avance del enemigo en las
inmediaciones de la población de Azua. Pero
inmediatamente abandona la plaza y permite que el
enemigo la ocupe sin ser hostilizado.

Este hecho, empero, no gravitará sobre su prestigio


personal ni afectará su carrera política.

60

Entre tanto, Duarte ha regresado del exilio tan pronto


como han sido expulsadas las autoridades haitianas y se
ha incorporado como un prestigioso miembro en la Junta
Provisional que gobierna el país.

Al saberse en la Junta, de la incursión haitiana yde sus


resultados, ~sí como de la pasividad en el frente a
despecho de la victoria inicial de Santana sin que se
ponga de manifiesto ninguna acción posterior para
desalojarlos de nuevo, Duarte demanda y obtiene
autorización de la Junta para hacer frente al enemigo r se
traslada con ese fin al escenario militar.

61

En esta circunstancia se manifiesta la debilidad de las


41
Santana, aunque no el único como se verá después, es la
incredulidad respecto de la capacidad del pueblo
dominicano para conquistar y menos para sostener su
independencia.

Duarte había consagrado en su proyecto de


Constitución que el pueblo dominicano no sólo era capaz
sino que además era la única fuerza capaz de alcanzar
esos objetivos supremos.

La incredulidad hatera se expresaba en el marco de un


complejo de fuerzas tan inmenso, que bien amerita el
calificativo de universal.

64

Estas fuerzas eran:

La propia Haití que, convencida de que en su totalidad


los dominicanos eran incapaces de sostener su soberanía,
temía que su territorio se convirtiera en antesala para el
retorno de las potencias esclavistas contra ella.

Las grandes potencias coloniales, Inglaterra, Francia,


España y una joven potencia americana, los Estados
Unidos, en los umbrales de un gran porvenir, todas
esclavistas con excepción de Inglaterra, que se
neutralizan mutuamente en una loca carrera por impedir
que uno de sus rivales le aventaje en la posesión de una
presa tan fácil y, por consiguiente, apetitosa.

Los sectores más negativos de la clase terrateniente


nativa:

a) los "hateros" del Este. capitaneados por Santana


quien, siguiendo una tradición que se remonta a Sánchez
43
Ramírez, sueña con el pasado -y el futuro- español, y

b) los "azucareros" del Sur, capitaneados por


Buenaventura Báez, coautor o eje de un famoso plan de
reincorporación de Santo Domingo a Francia. Y

Los mismos adeptos de las posiciones duartianas que


sobreviven a las purgas implacables de Santana, y a
quienes se verá apoyar de manera vacilante a uno y otro
grupo, a una y otra potencia extranjera, a fin de viabilizar
la supervivencia republicana, impulsados por un amor
genuino que, de una manera o de la otra, la propia
Historia se encargará de certificar en su momento.

65

Al amparo de este complejo de fuerzas antipopulares,


los "hateros" del Este y los "azucareros" del Sur con sus
respectivos caudillos a la cabeza, se sucederán
alternativamente en el poder (Santana cuatro veces, Báez
cinco) no sin antes consumir los recursos de una nación
perpetuamente devastada, e incansablemente
ofreciéndola al mejor postor: el uno en favor de España,
el otro en favor de Francia, los dos ocasionalmente a los
Estados Unidos, incluyendo una insólita tentativa en
favor del Reino de Cerdeña sin saber en qué rincón del
mundo se encontraba situada, y acentuando esta gestión
en la misma medida de la acentuación de la conciencia y
de la resistencia del pueblo.

66

El desenlace de esta contradicción cond uce a Santana a


restablecer en 1861 la soberanía de España ya sucumbir
trágicamente con ella en 1865.

El punto culminante de este desenlace es la


estremecedora GUERRA DE LA RESTAURACION,
de 1863 a 1865, que costó a España unos 300 millones de
44
pesetas y 30 mil bajas, aparte de una crisis gubernamental
y un disgusto incalificable por el fracaso de la aventura.

67

Esta Guerra, que desp;;;;jará la traición de los "hateros"


del Este, evidenciada en el heroismo del propio pueblo
oriental, constituye la gran epopeya del pueblo
dominicano en su totalidad.

Su impresionante grandeza consiste en haber


quebrantado el poderío de una gran potencia europea
capaz de sostenerse todavía entonces en Cuba, al mismo
tiempo que liquidaba la hegemonía de los "hateros'~ del
Este, sus más antiguos, tenaces y poderosos enemigos.

El verdadero caudillo de esta incomparable hazaña,


como lo había preconizado Duarte, fue el propio pueblo
dominicano. "No hay página más brillante en toda su
Historia" ha dicho el historiador norteamericano Hauch
en un bello trabajo. Y es una opinión muy justa y
enaltecedora si no se olvida que sólo un conjunto de
brillantes páginas permiten componer y comprender la
historia de un pueblo...
68

La Guerra "restauradora" trae de nuevo a los


"tabacaleros" del Cibao para el tercero y último turno de
gran vuelo de los sectores agraristas en esta etapa del
proceso histórico de su país.

Quedó confirmada entonces la doble naturaleza de su


conducta pública esencial: la constante progresista de sus
motivaciones, número uno, y su inevitable contradicción
con el pueblo, a la que hay que acordarle también el
número uno.

En su mejor papel se le vio dirigiendo la lucha popular


contra el dominio español, a la cabeza del Gobierno
Provisional creado con este propósito durante la Guerra,
empleando todos sus recursos, desplegando toda su
45
actividad y haciendo el mejor provecho del talento y la
cultura de sus miembros más ilustrados y capaces.

69
Pero también, en el seno mismo de este Gobierno
Provisional se le ve gestionando sin éxito pero sin
descanso, el patrocinio de Estados Unidos o de
Inglaterra, a través de sucesivas misiones, mientras asesta
el más tremendo rechazo al esfuerzo de Duarte por
incorporarse a la lucha, temerosos del prestigio del
anciano en el seno del pueblo.

El viejo proscrito apenas recién llegado, deberá


reintegrarse a las sombras parro no retornar sino envuelto
en su mortaja, aunque no sin antes denunciar en una
carta imperecedera la naturaleza anti-patriótica del
ultraje, desposeído ya del más mínimo resplandor de ese
éxito que debe acompañar a los hombres públicos para
ser respetados por las mentalidades simples...

70
Pero el mismo Gobierno Provisional no estará exento
de inconsecuencias y traiciones, y allí en su propio seno
prospera el trabajo de zapa de los "azucareros "del Suren
favor de su caudillo Báel quien, apenas concluida la
Guerra, cambia su banda de Mariscal del Ejército
español por la de Presidente de la República
Dominicana, por cuarta vez.

No tardará en ser derrocado yen volver por quinta vez


a ocupar ese elevado cargo para sucumbir por fin, en un
dorado exilio, después de un proyecto de anexión a
Estados Unidos que se frustró en el último momento y
con el cual, y con la denominada GUERRA DE LOS
SEIS AÑOS, a que dio origen, concluye, en los últimos
días del año de 1873, la agitada dominación de los
"azucareros" del Sur acaudillados por Báez, así como el
prolongado período del predominio del caudillismo,
impuesto por un sistema de fuerzas sociales e históricas
aglutinadas en torno al sistema ancestral de los terrenos
comuneros.
46
71

La Guerra "restauradora '; que sella el destino de los


"hateros "del Este, y la Guerra "de los seis años ", que a su
vez sella el destino de los "azucareros "del Sur, representa
en su conjunto el esfuerzo gigantesco dd pueblo
dominicano, para alcanzar los objetivos burgueses de la
Independencia de América.

Desde 1804 hasta 1874, esta lucha cubre casi tres


cuartos de siglo, exactamente 70 años, unas [res
generaciones. En rigor, la independencia dominicana,
proclamada inicialmente en 1821, sólo se cumplt: en toda
su plenitud, en 1874.
72
Esta gigantesca lucha se enmarca en una Era
impresionante que se define en función de la propiedad
comunitaria de las tierras desde el año inaugural de 1606
hasta más de 260 años después, y se caracteriza por la
acción de las potencias imperiales en el sentido de la
apropiación del territorio físico de los dominicanos, con
la complicidad de los terratenientes nativos, por lo cual se
tipifica como la

ERA IMPERIAL

que zanja en dos grandes secciones la historia general del


pueblo dominicano.
73

La liquidación de la Era Imperial, caracterizada por la


hegemonía de los sectores sociales vinculados a las tierras
comuneras, significa el ascenso de los sectores vinculados
al capital, el comercio y las finanzas; el abandono por
parte de las potencias imperiales de sus apetencias
territoriales y su sustitución por las apetencias
financieras; la aparición de la Banca, la industria
electrificada y la cla:re obrera.
74
Los tabacaleros del Norte son los vencedores en esta
gran contienda y se disolverán como tal clase social para
47
diluirse en el regazo fresco de la naciente burguesía, en el
vórtice de unos acontecimientos que, por poseer esos
rasgos, se tipifica como la

ERA IMPERIALISTA

que descorre las cortinas de la vida moderna en la historia


del pueblo dominicano.

75
"No conduce a nada el
considerar el imperialismo
como si fuera un melodrama:
es un proceso".

Melvyn Knight

La Era Imperialista significa la inversión total y


absoluta del esquema que había servido de base al
proceso histórico hasta el fin de la Guerra "de los seis
años"para iniciar el año de 1874.
76
La Capital de la República, situada en la banda del Sur
de la Isla, constituía un centro común en el que confluían
los "hateros" del Este y los "azucareros" del Sur, como el
bastión de una sociedad basada en la propiedad
comunitaria de las tierras.

Pero la Historia tiene sus veleidades geográficas.


La apertura hacía el desarrollo capitalista, que trae
como una llave maestra a la industria azucarera,
encuentra precisamente en esa banda del sur la puerta
grande por donde ha de hacer su entrada.

77
No es extraño aunque paradójico. Azua, y la misma
Capital, Santo Domingo, habían sido tradicionalmente
un centro de producción de azúcar en el marco de los
métodos primitivos, suavemente inclinados a la
Esclavitud y grandemente favorecidos por la comunidad
48
de las tierras. Por su parte, las amables llanuras del Este,
donde la crianza de ganado montaraz y la madera
silvestre habían hecho su paraíso, ofrecían perspectivas
incalculables para el cultivo de la caña de azúcar en gran
escala, exigido por la industria moderna.
78
En consecuencia, el centro de la proyección capitalista
y burguesa se desplaza del Norte hacia el Sur.

La Historia se encarga ahora de invertir el proceso,


organizando sus centros geográficos como si se tratara de
una comedia humana, al elegir al mismo nido de la
concepción "hatera" (el este de la República con su
variante sureña) como el núcleo de la producción
capitalista más importante y moderna del país,
arrebatándole a los tabacaleros del norte, la supremacía
en la orientación capitalista de la nación dominicana.

Los cronistas y los viajeros que vivieron la historia


dominicana del siglo pasado como una rivalidad entre
Santiago y la Capital, con algún fundamento aunque con
una mirada superficial, no dejarán de ver este proceso
como un desenlace.
79

Los dos años de euforia nacional que siguen a 1874,


cantados por el estro vibrante y genuino de Salomé, la
cantora profética en cuya voz encontró su camino el viejo
ideal de la independencia "pura y simp/e"con todos sus
atributos burgueses, fueron suficientes para articular las
nuevas fuerzas políticas encargadas de sustituir a las
estructuras económicas arcaicas. Ya conocemos el
nombre de estas estructuras: se llaman los "terrenos
comuneros".

El primer paso es el poder

80

El poder es "Lilís".
49
Su verdadero nombre es Ulises Heureaux y sus padres
lo llaman íntimamente, y la tradición públicamente,
"Litis".
Litis es un soldado distinguido que ha peleado a las
órdenes, y ha crecido al amparo, del más brillante de los
capitanes restauradores: Luperón. Si bien el propio
Luperón ha podido ser ese poder reclamado por el
momento histórico, le estorba su profunda identificación
con los intereses económicos y con las modalidades
históricas que adoptaban estos intereses en el Norte de la
República.

81

Esta contradicción común a íos prohombres del Norte,


a quienes no responde la mentalidad de Lilís sino al
proceso histórico, es interpretado por aquellos a quienes
antes dio muestras de lealtad, como traición.

Objetivamente no es así. El desplazamiento de la línea


histórica capitalista, del norte hacia el sur, es un producto
de la Historia misma, no de su voluntad. Lilís es a lo sumo
un instrumento, un formidable instrumento y, además,
elegido, o si se quiere, sobrevenido, desencadenado, con
sorprendente precisión y oportunidad sobre el país. Si
debía costar lágrimas y causar estupor, no era "asunto
suyo ", como parece haber dicho en Ilna ocasión risueña .. ,

82

Tan pronto como se instala en el poder, las fuerzas a


que debe servir se arremolinan en su derredor. Son

a) las potencias clásicas: Francia, Inglaterra, Estados


Unidos y desde luego España, aunque muy disminuida
porque su signo histórico se encuentra invertido y no
alcanza la estatura imperialista, marcada demasiado
profundamente por la estampa imperial;

b) las que se incorporan en esta nueva fase histórica:


Italia, Suecia, Holanda, Dinamarca, Alemania que tiene
50
una buena raíz capitalista en el norte de la República,
todas las cuales, llegado el caso, concentrarán sus
unidades navales y al mismo tiempo, frente a la Capital;

c) el gran comercio, nativo o extranjero establecido en


el país, pero en cualquiera de los dos casos, vinculados a
las fuentes extranjeras de capital.

83
El papel de Lilís consiste en someter las fuerzas
políticas internas, altamente politizadas y fuertemente
entrenadas en la actividad militar pero arrastradas aún
por la inercia histórica hacia el antiguo esquema, y
colocarlas en la línea moderna al servicio de esos
intereses.

Su genio consiste en haberlo conseguido, unas veces


por medio de la persuasión, otras por la astucia cuando
no por el soborno, el engaño, la leyenda, la imagen
mitológica yen definitiva por el terror, periódicamente
sustentado en la eliminación física e inexorable de sus
adversarios.
84

Con Lilís se introduce la Banca francesa, pronto y


dramáticamente sustituida por otra Banca en la que se
desdibuja la cooperación norteamericana.

Nace y se desarrolla la industria azucarera


electrificada, introducida por cubanos.

Las aventuras usurarias introducidas por Báez a través


de sus agentes europeos, se redondean en un dogal
financiero monopolizado por la San Domingo
lmprovement, que va a dejar su huella profundamente
impresa en los destinos de la nación.

85
La crisis financiera de 1899, que en Estados Unidos
51
crea zozobra, le amarra las manos a Lilís y esto hace
posible que unos mozalbetes audaces lo abatan a tiros en
pleno Cibao cuando se dispone a incinerar en la plaza
pública sus famosas "papeletas" depreciadas, después de
20 años de poder autocrático ininterrumpido.

Con él sucumbe también la festinación orgiástica del


poder europeo frente al litoral capitaleño y se inicia un
nuevo período histórico, caracterizado por el poder
absoluto e incontestado de los Estados Unidos, que
toman en sus manos los destinos de esa área
paradójicamente denominada "the sea olour destiny': o
lago americano.

86
El proceso a que se refiere Melvyn Knight, el profundo
historiador de ese período en nuestro país por encargo de
una sociedad norteamericana, no tiene efectivamente
nada que ver, como él muy juiciosamente advierte, con el
melodrama sentimental.

La crisis de 1899 produjo en Estados Unidos el


estornudo cuya gripe, como dice el cuento, mató a Lilís
en Moca. Allá no pudo pasar del estornudo porque un
brillante financista le había proporcionado al Tesoro la
suma verdaderamente escalofriante en los términos de
hoy de 62 millones de dólares en barras de oro físico para
respaldar las reservas de su papel moneda.

Como que Lilís ignoraba que tenía bajo sus pies todo el
oro que cualquier Rey Midas hubiera necesitado para
respaldar sus "papeletas", la gripe financiera le arrebató
la vida.

87
El financista norteamericano se ganó, por el contrario,
una influencia considerable en el Departamento de
E.s~do de su país. Se llamaba J. P. Morgan, y sus
blOgrafos se quejan de que una vida tan brillante y un
personaje tan extraordinario resulte envuelto en una
52
densa niebla que oculta una vida probablemente
fascinadora pero impenetrable.

88
Morgan es parte del proceso. Según los estudiosos de
la materia, en 1905 se llevó a cabo la monopolización de
la industria norteamericana en manos de dos grandes
poderes financieros. Uno es la Casa Morgan: el acero. El
otro es la Casa Rockefeller: el petróleo. El primero se
llama National City Bank, el segundo Chase Manhattan
Bank.

89
Para Santo Domingo, Morgan no es parte del proceso.
El es el proceso. El año de 1905 es también un año clave.
Una vez concluido el laborioso programa de la
colonización interna, "from coast to coast", desde el
Atlántico al Pacífico, enriquecido por el sur con
Louisiana y Texas y por el norte con Alaska, y asimismo
concluido el proceso de monopolización de su gran
industria, comienza la prospección hacia "the sea of our
destiny", el Mediterráneo americano, el Mar Caribe.

Santo DomIOgo está situado en el corazón de ese mar


incomparable, dos de cuyas entradas pueden ser
controladas desde esta Isla, situada frente al Canal de
Panamá.

90

A eso se debe la Convención de 1905, completada por


la de 1907, que otorga a la gran potencia el control de las
finanzas dominicanas, en vista de la aparente incapacidad
de los dominicanos para atender sus compromisos con la
San Domingo Improvement.

La Casa Morgan es la encargada de manejar esas


finanzas después que un Banco Nacional acreditado
supuestamente a la Casa Rockefeller, es desplazado de
esa función a causa de la indiscreción de su director
53
quien, en un lugar mal escogido, anunció para Santo
Domingo una "Intervención Jarvis", que tal era su
propio nombre.

La Intervención fue por fin llevada a cabo en 1916 pero


la Casa Morgan no se la acreditó sino, simplemente, la
patrocinó. Knight dice que los dominicanos trataban con
dureza al National City por allá por 1926 porque "el
Gobierno Militar (de la Intervención) lo introdujo ". No
era lo más exacto. Bien pudo decirse que el National City
introdujo al Gobierno Militar...
91

Este formidable giro histórico sitúa el panorama


nacional en el mismo punto en que se encontraba en 1874
a raíz de la "guerra de los seis años". El país ha pasado del
predominio de la propiedad comunera al de la propiedad
capitalista y, por fin, arrastrado por el proceso de la
humanidad, al de la expansión imperialista, o del poder
financiero. Es preciso una personalidad enérgica y capaz
que ponga el país en el carril de la Historia.

Esta personalidad es Rafael L. Trujillo.

92

El origen de la Intervención Militar de 1916 y del


régimen establecido por el Generalísimo Trujillo en 1930,
tienen un profundo vínculo común: el sistema de
propiedad tradicional de las tierras, conocido desde el
primer silabeo de este relato como los "terrenos
comuneros ':
En 1916 no se trata ya de la hegemonía de los terrenos
comuneros en el poder, pues'<) que sus grandes caudillos
han pasado a la historia. Se trata ahora de una vieja
contradicción que palpita en sus entrañas y, en cuya
virtud. se confunde la resistencia de los terrenos
comuneros a desaparecer. con la resistencia nacional.

La. resistencia más porfiada y tenaz, la más


mortificante y comprometedora, la que más daño hizo a
54
la Intervención en el exterior y la que exacerbó más los
ánimos en el interior, fue la que los "terrenos comuneros"
le presentaron al "marine" y a los planificadores del
régimen.

93

De esa difícil empresa brotaron dos fuerzas: Trujillo y


el "Sistema Torrens". A Trujillo lo encontró la
Intervención aquí pero al Sistema Torrens hubo que ir a
buscarlo a unos originalísimos antecedentes australianos
en los que había figurado un irlandés talentoso de
apellido Torrens, que ideó un procedimiento sumamente
eficiente para el registro de la propiedad territorial y
eliminar la indefinición de los terrenos.

A Trujillo le correspondió la solución nativa del


aspecto militar y político de la cuestión. Al Sistema
Torrens le correspondió el aspecto legal.

94
De todos los pasos emprendidos por la Intervención
norteamericana -creación de la Guardia Nacional,
desarticulación de los grupos políticos tradicionales,
eliminación de los antiguos caudilIos vinculados a las
potencias extranjeras que le eran adversas, así como la
emancipación del tesoro público respecto de los intereses
de facciones, etc.- el más importante y de significación
histórica más profunda y fundamental, fue la eliminación
compulsiva y no pocas veces sangrienta, del sistema de
producción agraria basada en los terrenos comuneros,
medida por la cual clamaba la industria azucarera,
creada a fines del siglo anterior.

95

La ilustración más dramática de la resistencia la


ofrecen los peyorativamente denominados "gavilleros ':
que luchan en la zona de concentración de los ingenios de
azúcar en el Este, no lejos de las llanuras donde el pueblo
dominicano inauguró sus esencias nacionales con la
55
batalla de PALO HINCADO, Ydonde ahora el "hato"
antiguo se ve forzado a encarar su Waterloo contra el
flamante latifundio azucarero.

Una y otra vez la causa del honor nacional se ve


comprometida contradictoriamente en la defensa de los
terrenos comUneros.

96
Las hazañas de los "gavilleros" no pudieron impedir la
implantación en 1920 del SISTEMA TüRRENS, o de
registro de la propiedad inmobiliaria, debidamente
acompañado de un severo Tribunal de Tierras. como
solución radical y definitiva de la indefinición territorial
que perpetuaban los terrenos comuneros en nuestro país.

A la distancia de unos tres siglos y medio de existencia


histórica, entra así en los espasmos de la agonía esta
formación económica peculiar y turbulenta que encarna,
como ningún otro símbolo, las peripecias y las zozobras,
y a veces las esperanzas más refulgentes, de la nación
dominicana.
97

Sin embargo, para impedir que el fantasma de los


terrenos comuneros pudiera abandonar su tumba, fue
necesario imponer una férrea dictadura, que tocó en
misión a Trujillo, entonces eljoven teniente que se había
calificado en las acciones decisivas contra los "gavilleros"
orientales.

La formidable dictadura encarnada en él y que tiene


este fundamento histórico, liga su destino a la hegemonía
de la casa Morgan en la economía norteamericana.

Las tres décadas que agota se explican de ese modo y al


mismo tiempo explican ese período histórico.

98
Cuando el acero deja de ser el producto fundamental
56
de la economía de los Estados Unidos -los acorazados yel
ferrocarril- para ser desplazado por el petróleo el
portaviones y el camión automóvil- por esos designios
implacables del progreso y de la vida, la casa Morgan se
ve forzada a ceder sus privilegios políticos y sus
iniciativas históricas a la casa Rockefeller.

99
Un conflicto aparentemente episódico entre Trujillo y
un gobernante venezolano, sólidamente envuelto en los
intereses petroleros, anuncia el fin de esta etapa histórica
de nuestro país.

Un par de meses después de la desaparición de Trujillo,


inaugura su trabajo en la República Dominicana, por
primera vez desde aquellos lejanos días en que una de sus
filiales, el Banco Nacional de Jarvis era desplazado por J.
P. Morgan en Santo Domingo, el Chase Manhattan
Bank, cuyo presidente era David Rockefeller.

100

Pero el fantasma de los terrenos comuneros


deambulaba aún por estas tierras.

En 1963 se articula un proyecto de Constitución en uno


de cuyos artículos se establece la prohibición de adquirir
la propiedad de tierras a los extranjeros.

La elección del escritor Juan Bosch al poder poco


después, significa la implantación y la ejecución de este
precepto, que no le admite más de siete meses en la más
alta magistratura del Estado.

57
PRIMERA PARTE
A. LA HISTORIA QUE NO SE
ESCRIBE
a) Consideraciones en torno a la Noción üe
Método y la Noción de Período

¿Como voy a ocuparme de estas


fruslerías, yo que sólo me
ocupo de mis sueños, yeso a
condición de que no duren más
de una noche. .. ?

CHA TEA UBRIAND

Si la historia quiere ser una ciencia y beneficiarse de los


imponderables recursos que pone a' su disposición la técnica
moderna, la Cibernética entre ellos, deberá ser tan rigurosa e
impoluta como las ciencias naturales.

Pero este es un problema angustioso para la Historia.

Se le suele reprochar que trabaja con una sustancia volátil,


esencialmente caprichosa y voluble, que es la naturaleza humana, y
que esa realidad, que se hace encarnar en el "individuum ineffabile",
hace imposible la composición del cuadro de leyes inmutables y
rígidas que le otorgarían crédito de infalibilidad suficiente para
considerarla una Ciencia.

Este reproche no es justo.

Si bien es verdad que a la naturaleza humana debemos


reconocerle esa fragilidad, es preciso tener constantemente en cuenta
que una .osa es el hombre aislado, recluido en su intimidad (aquel en
quien pensaba Byron cuando afirmaba que "el único deseo que no
han dominado los siglos en el hombre es el de no tener más amo que
su temperamento "); y que otra cosa completamente distinta es el
hombre sumergido en los infinitos entrelazamientos de la sociedad.
63
La verdadera sustancia de la Historia no es ni puede ser el
individuo inefable, ininteligible aunque inteligente, sino el hombre
social, la sociedad misma. La naturaleza humana, y tal vez toda la
naturéL._La, y no sólo la del hombre y la de las abejas, sino también la
de los bacilos y las aglutinaciones minerales, es "socia/". Los pueblos,
las épocas, las naciones tienen una conducta histórica independiente
de la voluntad más o menos imperiosa de los individuos que la
integran, aunque sólo sea porque la conducta de la sociedad es una y
la de los individ uos es infinita.

Y, sobre todo, contradictoria.

Un forma seductora y ágil, que sirve para ilustrar estas


consideraciones, es la que utilizaba Engels en su famosa carta a
Bioch I , sirviéndose de la metáfora de los paralelogramos de fuerza
que estudiamos en la escuela secundaria.

Las diversas voluntades individuales, explicaba él en esa carta,


se comportan como líneas de fuerza, cada una de las cuales pugna por
seguir su propia dirección y, en consecuencia, la dirección que
prevalece no es ninguna de ellas sino su resultante, que es una
dirección nueva, independiente ydistinta, a la cual quedan sometidas
involuntariamente esas individualidades y que establece la conducta
de toda la sociedad. "Pues, como dice él, lo que uno quiere tropieza
con la resistencia que le opone otro, y lo que resulta de todo ello es
algo que nadie ha querido. De este modo, hasta aquí toda la historia
ha discurrido a modo de un proceso NATURAL .Ji sometida
también, sustancialmente, a las mismas leyes dinámicas ':

Así resulta que el "individuum ineffabile '; con toda su imperial


soberanía, no pasa de ser un componente anónimo de la niveladora
resultante de sus propias contradicciones.

1 Carta a J. Bloch, Londres, 21-22 de septiembre de 1890. Se encuentra en


cualquiera de los epistolarios de Marx y Engels. Las mismas ideas expuestas en
esa carta se encuentran también en la obra de este último, LUDWIG
FEUERBACH y EL FIN DE LA FILOSOFIA CLASICA ALEMANA,
reeditada infinidad de veces.

64
3
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Figura No. 1

La contradicción de las voluntades de Juan y José, representadas en el


gráfico por las líneas a y b, arrojan la resultante 1, distinta a cada una
de ellas, mientras que las de José y Manuel, las líneas b y c, arrojan la
resultante 2 igualmente distinta. Ambas resultantes, divergentes entre
sí (l y 2) producen la nueva resultante 3, la cual se convierte a su vez
en componente de nuevos paralelogramos que se componen con las re-
sultantes de las contradicciones infinitas que se producen en el seno de
la sociedad hasta culminar en una gran resultante final que es el acon-
tecimiento histórico.
Hoy sabemos que en ciertas condiciones, por ejemplo al ser
alcanzado un determinado desarrollo del intercambio comercial con
extranjeros, se desprende la propiedad privada y con ella la
contradicción entre clases sociales. O que la distribución homogénea
de los productos entre los miembros de sociedades de pequeña
agricultura, no permite la desigualdad entre los productores y que,
por el contrario, la aparición de una agricultura de f!ran desarrollo
conlleva la desigualdad entre señores o propietarios, y servidores de
la gleba o cultivadores asalariados. Y así sucesivamente.

Se ha dado el caso de que la presencia de unos barcos de guerra


en el Caribe haya constituido una condición en la vida pública, y
desde luego privada, de tal y cual Antilla y, aunque esta no es una
condición económica, es sin duda una condición material, yen todo
caso es siempre la expresión de una economía de impetuoso
desarrollo que impone su predominio sobre otra de desarrollo
jadeante y sofocado.
Los individuos inefables pertenecientes a cualquiera de esos
momentos sociales, actuarán de acuerdo con su temperamento en
una dirección o la otra, pero el curso general de la sociedad se
orientará, en medio de las múltiples contradicciones que esos
individuos generan entre sí, en una dirección que en última instancia
será determinada por las condiciones materiales -intercambio con
extranjeros, régimen de pequeña o grande agricultura o simplemente
la presencia de un portaviones en el área- a las cuales ella se encuentra
sometida.

De estas consideraciones se desprende que la historia de un país,


no es la historia de individuo alguno, aunque éste sea tan inefable
como Napoleón Bonaparte, sino que esta historia tiene un solo
protagonista que es el pueblo.

Y, además, que todos los pueblos, siempre que se den las mismas
condiciones, se conducen de la misma manera.

Entonces, el asunto queda reducido a la determinación de las


condiciones a las cuales deben los pueblos su conducta y que
permiten augurar cuál será la conducta futura. Y así arribamos a una
66
concepción científica de la Historia en cuyos reinos pueden y deben
ser interrogados los acontecimientos con la misma rigidez con que se
examina la conducta de la abeja, la regularidad de los anillos del
Carbono o la actitud de las mareas en las circunstancias del eclipse ...

El núcleo de la historia científica contemporánea, en torno al


cual gira, tanto la aparición como el futuro desenvolvimiento de los
pueblos, es la PROPIEDAD PRIVADA de los medios de
producción de aquellos bienes sobre los cuales se funda su
supervivencia material.

Como que los pueblos se constituyen en su confrontación con


otros sectores de la sociedad, su aparición histórica estará
condicionada por la división de la sociedad en tales sectores o clases.
Por consiguiente, en aquellos agrupamientos sociales en que la
propiedad de los medios de producción, naturalmente la tierra, se
ejerce colectivamente y donde los miemoros participan por igual en
ella, las divisiones en clases sociales no aparecen y por tanto no
aparece el pueblo. Será preciso que un determinado desarrollo de la
producción impulse la desintegración del régimen comunitario, para
que entonces se establezcan aquellas contradicciones de intereses, en
uno de cuyos polos el pueblo se instala y comparece.

Así contemplada la situación, es claro que el proceso de


desarrollo de la "propiedad privada" explica el desarrollo de la
sociedad y, por tanto, la conducta de los pueblos, su historia.
La literatura marxista contemporánea está impregnada, no
obstante, por un encendido debate en torno a este problema, que
sirve para ilustrar los conceptos precedentes2•
Sucede que los fundadores del marxismo periodizaron toda la
historia de la Humanidad partiendo del desarrollo de la propiedad

2 V~ase Gianni Sofri: EL MODO DE PRODUCCION ASIATICO: "historia de


una controversia marxista", Barcelona, 1971, tercera parte.

67
privada y establecieron cuatro grandes estadios o regímenes por los
cuales se supone que atraviesa toda la sociedad humana: la
comunidad primitiva, la Esclavitud. el Feudalismo y el Capitalismo.

A esta última etapa esos sabios consagraron todo el peso de su


erudición, y su trabajo físico, e hicieron una caracterización
exhaustiva del Capital que constituye uno de los grandes
monumentos teóricos de la cultura moderna. Las otras etapas
"precapitalistas" comprenden dos grupos, la Esclavitud y
el Feudalismo, por un lado, en los cuales la propiedad privada ha ido
desarrollándose hasta colocarse en el dintel del capitalismo; y el
régimen de la "comunidad primitiva'; por el otro, en la cual la
propiedad privada no ha hecho aún su aparición.

Ni Marx ni su compañero de trabajo Engels dijeron nunca que


se trataba de cuatro peldaños diferenciados los unos de los otros, con
lo que habrían parcelado y desnaturalizado la unidad del proceso,
corno ocurre en el famoso sofisma de Aquiles y la Tortuga. El
corazón de su filosofía era la dialéctica y, de entrada, debía
considerarse que cada uno de estos momentos llevaba ya en sus
entrañas el desarrollo posterior que debía hacerle desaparecer. Y,
efectivamente, un estudio preliminar que hicieron acerca de las
formaciones precapitalistas, encontraron que no pocas de las
sociedades "comunitarias" presentaban signos, a veces
desarrollados, que se configuraban ya corno formas de la propiedad
privada.

Más tarde, a medida que iba avanzando el conocimiento de las


sociedades primitivas, desaparecidos ya los fundadores del
marxismo, sus innumerables impugnadores comenzaron a alegar
que el esquema marxista era falso, toda vez que en tales y más cuales
sociedades primitivas determinadas se encontraba presente la
propiedad privada, desvirtuando su fisonomía comunitaria.

Estalló la polémica y sigue aún, siempre olvidando estos dos


elementos fundamentales de las doctrinas de Marx: que todo el
desarrollo de la sociedad humana parte del punto en que se encuentra
la propiedad privada; y que la filosofía del marxismo era la dialéctica
en cuya virtud era tan inaceptable la parcelación del proceso
68
histórico como la de cualquier otro proceso "natural". En
consecuencia, no podían contemplarse estas etapas de desarrollo de
la sociedad como escalones separados, como oficinas establecidas
que otorgaban un certificado del nivel alcanzado por cada formación
social, sino que se trataba de determinar, en cada caso, hasta qué
punto el desarrollo de la propiedad privada, permitía insertar una
determinada formación social en un determinado momento de cada
uno de esos grandes estadios o regímenes.

Teniendo presentes estos conceptos al estudiar la historia


dominicana, el método a seguir debe permitirnos establecer el curso
de desarrollo de nuestro pueblo, desde su aparición histórica hasta la
culminación de sus gra'ndes objetivos. Hasta ahora, la única clave a
nuestra disposición para la articulación racional de todo el proceso
es esa, la de la aparición y subsecuente desarrollo de la "propiedad
privada", con lo cual se nos abren perspectivas de incalculable
riqueza. Al menos proporciona un buen par de anteojos para
observar la totalidad del paisaje.

Esta concepción del. "método" involucra automáticamente una


"noción de período ':

Tanto una palabra como la otra expresan la bella metáfora del


camino -odós: camino- con la que los antiguos griegos objetivaban su
preocupación por el alcance de la verdad.

Método viene a significar "más allá del camino "(meta: más allá)
con lo que queda dicho que cuando ese camino que nos conduce a un
punto anhelado concluye, allí, precisamente más allá de él, se
encuentra el punto verdadero, y no otro que sería falso. Entonces, lo
único que en opinión de los antiguos nos permite asegurarnos de que
hemos llegado al punto verdadero y de que estamos en posesión de la
verdad, es la de que hemos elegido el camino correcto y la
certidumbre de que hemos alcanzado ese punto, depende de la
propiedad del camino, que en este caso es, por coincidencia, la
"propiedad privada".
69
Permítase una ilustración muy alejada del tema. Cuando el
aviador Lindbergh se lanzó a la aventura de volar de Nueva York a
París sm escala, nunca había viajado a esta última ciudad. La única
certidumbre que podía poseer de que llegaría exactamente a ella,
descansaba en la corrección del rumbo elegido. Su primera pregunta
al efectuar el aterrizaje fue: "¿ Esto es París?". La respuesta afirmativa
le indicó que no se había desviado del rumbo, ya que esa era la
garantía de que llegaría al punto correcto como en efecto sucedió.
Así, al mismo tiempo que establecía un record mundial de vuelo sin
escalas para aquella época, rendía un vistoso aunque oblicuo
homenaje a la genialidad de los antiguos griegos, que habían
descubierto que "más allá del camino" y en su mismo extremo se
encontraba París, esto es, la verdad ...

La palabra PERIODO es complementaria del método.


Significa "alrededor del camino "(peri: alrededor) y con ella se alude
a las peripecias que acompañan al camino, a los recursos que deben
ponerse en juego durante la marcha, para facilitar el alcance de la
meta elegida.

Este camino, que en las específicas circunstancias de nuestra


historia, identificamos como el de la propiedad no se
presenta, y así sucederá con cualquier otro camino, como la línea
más corta entre dos puntos. En su accidentado recorrido, en el cual
puede inclusive desaparecer totalmente, oculta entre densos
nubarrones, sufre tales cambios que pueden desorientar al
caminante. Estos cambios que son los que denominamos "períodos ':
nos van a asegurar la eficacia del método y el éxito del recorrido.

Por cierto, es la periodificación de la historia tradicional en


nuestro país, la que nos revela que el método elegido por nuestra
historiografía no nos garantiza que las conclusiones a que se ha
arribado, acerca del desarrollo hstórico de nuestro pueblo, sean
correctas. La única garantía que se puede invocar acerca de la
corrección de esas conclusiones tendría que ser basada en la
idoneidad y la corrección del método adoptad-o.

Hasta hoy todo contribuye a convencernos de que el tal método


es un modelo obsoleto que, por otra parte, lo era ya en el momento en
70
que se impuso como norma invariable de la historiografía nacional.
4

Sin duda, el historiador a quien se debe la imposición del


método tradicional en nuestro país, es José Gabriel García, cuy~
obra ha constituido la fuente más socorrida, y no sin muy elevado
fundamento, por la imponente mayoría de los historiadores que le
siguieron.

Lo curioso es· que García nunca hizo referencias al método que le


permitía vertebrar su trabajo, con lo cual estableció también un
precedente celosamente seguido en el país. Lo más pro bable es que el
propio García fuera un poco inconsciente respecto a su propio
método y que hubiera descansado en otro historiador que debe
haberle servido de modelo, Antonio Delmonte y Tejada.

Delmonte fue un historiador de muy sólida formación


intelectual. Fue el primer decano del Colegio de Abogados de La
Habana, Cuba, a donde había emigrado después de hacer resistencia
con las armas en la mano a Toussaint en 1801, cuando el ca udillo
haitiano reunificaba la Isla en ejecución del Tratado de Basilea de
1795 por cuenta propia.

A pesar de este antecedente, Delmonte, que sólo tenía 18 años


entonces, conservÓ una gran admiración por Toussaint en particular
y por la Revolución haitiana en general, que le acompañó toda su
vida.

A esta admiración consagró una obra acerca de la isla entera -y


no de la parte en que había nacido-- y en la cual habían tenido lugar
las hazañas, dignas de "cautivar la imaginación '!,llevadas a cabo por
aquellos antiguos esclavos que, "congregando los elementos
europeos, los constituyen en República independiente ", según
declaró en un prólogo que antepuso en 1852 a su HISTORIA DE
SANTO DOMINGO, Este título respondía con la mayor exactitud
al propósito que animaba su contenido.

En realidad Delmonte no era dominicano. Había nacido en este


71
territorio durante la soberanía española y lo abandonó con esa
nacionalidad para nunca más volver. Jamás renunció a esa
nacionalidad ni a esa mentalidad que en los últimos párrafos del
mencionado prólogo reflejan su fijación española. Debido a esa
condición intelectual, contempló la Isla como una unidad histórica
aunque reconociera una dualidad nacional.

Ese mismo prólogo evidencia, además de un volumen de


información personal impresionante, una formación romántica muy
definida. Después de pasar revista a la metodología romántica, se
decide por aquella "que impone el siglo que vivimos a toda historia
escrita en estos tiempos ': y que en su opinión debe estar dedicada "a
la noble exaltación del sentimiento de la nacionalidad': un
sentimiento desde luego de la más recóndita fibra romántica...

En este prólogo, Delmonte hace un triple legado a la


historiografía dominicana, que es recogido y transmitido a las
generaciones siguientes por José Gabriel Garda.

Uno de ellos es la vinculación en un plano de subordinación y


dependencia de la historia dominicana respecto de la historia
haitiana. Esta historia como provincia de aquella da el título de
"Historia de Santo Domingo" a toda obra escrita acerca de la
historia de la República Dominicana, sin que jamás se hayan
explicado las razones de esta preferencia. Y es claro que no se trata
solamente de un título sino de una concepción. Cuando se relata la
historia de los Gobiernos, es imposible desligar la historia
dominicana de las confrontaciones bélicas entre los dos países o de la
política demagógicamente vinculada a ellas. En tal caso la historia
dominicana no es exclusiva de esta parte sino que se desplaza en el
territorio de toda la Isla, y se entrelaza indisolublemente con la
historia haitiana. Otra cosa sucederá cuando se escriba la historia del
pueblo dominicano, en cuyo proceso de formación y desarrollo la
historia haitiana es una condición como muchas otras, de las cuales
no están excluidas Cuba y Puerto Rico así como las potencias
coloniales, y no sólo España, que de manera tan próxima y activa
acunaron ese proceso. La "Historia de Santo Domingo" es un
aspecto insoslayable del desarrollo histórico del pueblo dominicano
72
pero en ningún modo puede volatilizar la "Historia de la República
Dominicana" ni reducirla a aquel período posterior a su
Independencia que García denomina "historia moderna de la
República Dominicana".

El segundo legado que Delmonte hizo a la historiografía de este


país es aquella concepción de la metodología romántica de acuerdo
con la cual la narración histórica sigue la línea de los gobiernos, la
autoridad en general incluyendo la eclesiástica, además de la raza, el
clima, el territorio, el-idioma, la religión y las costumbres, el pasado
aborigen y el folklore, que constituyen, de acuerdo con sus
planteamientos teóricos, la esencia de la "Nacionalidad"l
confundiendo este aspecto jurídico con el desarrollo histórico de la
"nación", y al mismo tiempo convirtiendo el "nacionalismo", que es
su tercer legado, en el motor histórico de la sociedad.
Es imperativo reconocer que ambos historiadores vivieron "el
siglo de las nacionalidades" (Siglo XIX) y que García participó
activamente en la lucha nacional de este país, uno de cuyos aspectos
era la confrontación con la vecindad haitiana 2• Este nacionalismo

Para una visión esquemática pero comprensiva de la historiografía romántica,


véase LES GRANDES DOCTRINES LITERAIRES EN FRANCE, de
Philippe Van Tieghem, Presses Universitaires de France, París, 1963.

2 V. Walter Goetz: LA ESTRUCTURA ESPIRITUAL DE LA EPOCA en


HISTORIA UNIVERSAL, Espasa Calpe, 1963:
"Esta época del nacionalismo cambia el mapa de Europa y cambia también la
actitud espiritual de los pueblos. No sólo el Estado y la economía se construyen
sobre base estrictamente nacional, síno que también esta tendencia afundarse en
el Estado nacional actúa en la misma vida espiritual y aspira a ordenar el destino
de los pueblos desde su punto de vista. La Ciencia histórica y el derecho político
se convierten en campeones espirituales de la idea nacionalista; con máxima
fuerza allí donde el Estado nacional está todavía por conquistar, pero tnmbién
enérgicamente allí donde se siente amenazado por minorías de nacionalidad
extraña y donde se aspira a eliminar las influencias espirituales ajenas. ..
"El advenimiento de la cultura nacional en el idioma, la literatura, el arte, la
religión y las costumbres es perseguido con el ardoroso celo que había iniciado el
romanticismo, pero el romanticismo es cada vez mós desplazado por la idea
política nacional y en lugar del ingenuo deleite en la contemplación del pasado,
viene la investigación consciente en provecho de la nación y en último término la
idea de la raza, que se exalta Q veces hasta la más ciega odiosidad y que reduce el
valor de la nación a la bondad de la sangre, esto es, a un concepto de valor que
enardece la conciencia de unas naciones contra otras':

73
jugaba un papel histórico en aquellos instantes en que la
independencia del pueblo se encontraba comprometida por las
acciones de Haití, usualmente combinadas con las acciones agresivas
de otras naciones más poderosas. Pero, una vez superado el ciclo de
esas confrontaciones, considerar el nacionalismo como el motor de
nuestra historia, constituía un elemento de disipación y de
subestimación del papel de nuestro pueblo en la creación de su
propio destino y en la ejecución de su propia historia.

Es evidente que dentro del manto de la "nacionalidad"


quedaban igualmen'.e arropados los enemigos del pueblo
dominicano, sus déspotas y sus traidores e inclusive los intereses y las
motivaciones de las potencias extranjeras, ejercidas a través de sus
vinculaciones dominicanas. Se puede ser dominicano dentro de los
más rigurosos cánones constitucionales y no serlo dentro de los
menos rigurosos cánones históricos, tan pronto como se enajene en
los brazos de los enemigos de su pueblo'.

Por esa triple vía trazada por los fundadores de la historiografía


nacional, se perdieron generaciones enteras de estudiosos de nuestra
historia y manuales innumerables en los cuales el patriotismo más
vehemente y exaltado se diluía en los convencionalismos y los
prejuicios que obstaculizaban y obstaculizan aún el desarrollo de una
auténtica historia del pueblo dominicano.

"Por eso carece de sentido hablar de una comunidad de intereses nacionales. pues
lo que las clases dominantes de cada país han defendido hasta aquí corno
"exigencias nacionales"no ha sido nunca otra cosa que los interesesparticulares
de las minorías sociales privilegiadas, intereses que debían ser asegurados
mediante la explotación económica y la opresión política de las grandes masas.
De igual modo que la tierra de la llamada "putria" y sus riqueZ'as naturales han
estado siempre en posesión de aquellas clases. y se pudo hablar con razón de una
"patria de los ricos': Si la nación fuese en realidad una comunidad de intereses
asociados, según se la ha definido, en la historia moderna no habría habido
nunca revoluciones y guerras civiles. pues los pueblos no han recurrido por mero
placer a las armas de la insurreción. .. " Rudolf Rocker: NACIONALISMO Y
CULTURA, Buenos Aires 1954, página 244.

Debemos llamar la atención al hecho de que Rocker, que no es "marxista ''y más
bien un antimarxista violento, mantiene aquí posiciones más avanzadas que la de
un ,cierto nacionalismo "marxista" que a veces se cuela en la historiogtafIa
nacIOnal.

74
5

El primer paso que las reflexiones que anteceden imprimen a


toda tentativa de relatar esa historia, consiste en la caracterización
del protagonista principal y verdadero de nuestra historia: el propio
pueblo dominicano.

75
h} Caracterización de la Noción de Pueblo

A la hora de caracterizar al PUEBLO encontramos o


descubrimos tres rasgos que le son esenciales y que se complementan.

El primero afecta a la división de clase. El pueblo se constituye


frente a un Gobierno que asume la misión de regular su conducta. En
el complejo infinito de contradicciones que se articulan en el seno de
la sociedad, unas arrojan una resultante popular y otras una
resultante gubernamental; y expresan una clase social dominada y
una clase social dominante.

El pueblo es la clase social dominada, a condición de que


constituya las grandes mayorías de la población. Una vez que las
grandes mayorías populares se organizan en torno a su Gobierno,
desaparece la polaridad "gobierno-pueblo", dado que las minorías
dominadas no constituyen un "pueblo". La noción de "pueblo"
incluye invariablemente al de "masas populares" y de ahí deriva
tanto su fundamento en el plano moral y jurídico como su fuerza
política y su gran papel en el plano histórico.

Estas dos resultantes divergentes -y por eso la historia de un


país no es la historia de sus gobiernos- se conjugan en una gran
resultante final que es la historia de un país determinado.

El segundo afecta a su conciencia de clase. El pueblo se


constituye en torno a un nivel determinado de "conciencia" que hace
posible su unidad y su cohesión en términos de resistencia y de lucha
frente a la acción gubernamental y política de la clase dominante.
Como ha dicho el propio Engels: "Los diferentes individuos sólo
77
forman una clase en cuanto se ven obligados a sostener una lucha
común con otra clase "1.

Por consiguiente, es solamente la lucha del pueblo lo que


permite reconocer al Pueblo. Y es una gran cosa que sea así, ya que
por lo general su presencia se difunde y volatiliza en la malla de los
acontecimientos históricos registrados por sus enemigos.

Yel tercero afecta a la lucha de clases. El pueblo se constituye en


su polarización frente al poder organizado de la clase dominante y en
el marco de unidad y de cohesión que determina su "conciencia" de
clase pero es preciso que esos rasgos subjetivos se materialicen en una
lucha concreta, al alcance del sistema sensorial de sus testigos, de
manera palpable y concreta, para que pueda serle reconocida al
pueblo como un rasgo sustancial y lo constituya históricamente
como "pueblo".

Mientras esta lucha no se manifiesta de manera concreta pueden


estar presentes los rasgos que constituyen el pueblo, pero es
imposible registrarlos como fenómeno de conciencia. El historiador
sólo podrá partir de los testimonios que registran las acciones
materiales, objetivas, en las cuales el pueblo deja constancia de su
existencia real.

Es claro que no siempre se ha entendido así la caracterización de


la noción de "pueblo': Hubo una época en que esta palabra denotaba
comúnmente la masa política y socialmente pasiva de la población.
Durante el Siglo XVIII es la palabra "nación "la que aparece cargada
de contenido activo y políticamente consciente, en oposición a la
caracterización que se hacía de ella misma durante la Edad Media.

Marx-Engels: LA IDEOLOGlA ALEMANA, Ediciones Pueblos Unidos,


Montevideo. 1968, páginas 60-61.

78
Pero entonces el concepto de "nación" se opone al de "pueblo" que
conservaba esa connotación pasiva l.

Como es sabido fueron los franceses los descubridores de la


lucha de clases. Desde las primeras jornadas de la Revolución, la
toma de conciencia por parte del "Estado llano" comienza a
deslindar las esencias populares, sustrayéndolas del concepto más
general de "nación '; al cual el Romanticismo va a dotar de un
aparatoso prestigio.

Pero el curso histórico irá desplazando el prestIgIO del


"nacionalismo ", como carril histórico, y en su lugar la palabra
"pueblo" recogerá todas las connotaciones políticas y activas que
entonces incorporaba la palabra "nación" hasta invertir
completamente su significadd'2.

Hoy la palabra "nación" se ha despojado de sus connotaciones


políticas en beneficio de la palabra "pueblo ': Durante los

"El nacionalismo dio por resultado la integración del pueblo en una nación, el
despertar de las masas hacia una actitud política y activa. Las revoluciones del
Siglo XVIJI llevaron a cabo en el occidente esa integración y en general la
palabra "nación" adquirió el significado de la organización política total o
Estado. .. " Hans Cohn: HISTORIA DEL NACIONALISMO, Fondo de
Cultura Económica, 1949.

2 En algunos círculos de historiadores "marxistas" de nuestro pais continúa en


boga un trabajo de Stalin que, en su tiempo, gozó de mucho pre"stigio y que sigue
siendo la fuente de no pocos estudiosos que tratan de e!clarecer el significado de
este concepto. El trabajo de Stalin, que aparece en CUESTIONES DEL
LENINISMO Yque se considera superado y obsoleto en la actualidad, adolece
de un pecado "metafísico" que consiste en marginar la naturaleza histórica, vale
decir dialéctica, del concepto de "nación", presentándolo con una pretensión de
validez universal que es inaceptable. La idea de nación no solamente ha variado
históricamente sino que varía inclusive geográficamente, en función de la etapa
histórica y de los intereses de clase. Encasillar una 'realidad tan intensamente
cambiante como esa en una definición impuesta desde arriba, y suprimiendo de
entrada toda posibilidad de discusión controversial, no se caracteriza
precisamente como una "cuestión leninista "y ha sido justamente postergada. El
problema que debe colocarse a la altura del último cuarto de siglo que vivimos,
no es ya el de precisar el contenido de nación cuando se encuentra tan distante el
"siglo de las nacionalidades", sino el de precisar y acentuar el contenido de la
noción de ''pueblo ': Cada vez se hace más evidente que, más que en la "era
nuclear': nos encontramos en el siglo y tal vez en la Era de los pueblos.

79
acontecimientos de 1965 en nuestro país, se veía a los tanques
capturados por los "constitucionalistas" exhibir en grandes letras
blancas la palabra PUEBLO con un sentido claramente establecido
porlosacontecimientos. En esas circunstancias la palabra NACION,
inscrita en las paredes de los tanques, habría carecido de
significación alguna. Este episodio ilustra cómo las masas populares,
aparentemente desligadas de las dilucidaciones teóricas, tenían una
clara noción de la polarización de tendencias políticas e históricas
que conlleva la noción de pueblo en el seno de una misma nación.

Otro concepto que se entremezcla con los anteriores es el de


"patria". Aquí también se esconde una noción de polaridad pero esta
vez no en el seno de una misma nación sino respecto a una nación
extranjera en circunstancias de conflicto. En realidad la noción de
patria responde a una actitud subjetiva que expresa la vinculación
espiritual de una persona a un determinado país cuando éste se
encuentra agredido por otro. Etimológicamente se vincula a la tierra
de los "padres ': como la palabra "nación "se vincula al "nacimiento"
en una tierra determinada, pero en el contexto histórico, el término
"patria" aparece en Holanda I con ese sentido en los momentos en
que ésta, pugna por desligarse de España de la cual era entonces
provincia. Es así como adopta contenidos nacionales y llega a ser
confundida con la nacionalidad. No obstante, la diferencia entre
ambos conceptos es obvia: la nacionalídad es una formulación
jurídica, usualmente contenida en la Constitución y que está
desprovista de connotaciones beligerantes, mientras que la idea de
"patria" involucra la polarización respecto de un país agresor. En
este punto se asocia con la noción de pueblo de la cual se diferencia
por el hecho de que esta última conlleva una polarización interna, en
el seno de una misma nación, mientras que la otra conlleva una
polarización externa, respecto de una nación agresora.

En el episodio mencionado, la palabra PUEBLO originalmente

l Para la contribución de Holanda a la exaltación de la corriente nacional, véase


EL GRAN INCENDIO.

80
inscrita en los tanques, perdió automáticamente su significado actual
tan pronto como se produjo la intervención militar extranjera. En tal
caso, adquiría su validez plenaria la palabra PATRIA. Y
efectivamente así ocurrió.

Esta caracterización general del pueblo y de los conceptos


colindantes, nos permiten emprender la búsqueda de los orígenes y el
desarrollo histórico del pueblo dominicano. Y así pasamos de
inmediato a la consideración de los acontecimientos que nos sirven de
fundamento.

El primer problema es el punto en que comienza esta historia, el


cual se nos presenta de manera irregular, toda vez que el mismo
comienzo de la historia dominicana viene arropado por los
convencionalismos y dispara de manera inevitable la discusión y la
controversia.

81
B. LA HISTORIA QUE SI SE
ESCRIBE
ANTEMURAL
Los primeros "descubridores" de la Isla actualmente
denominada HISPANIOLA, forma latinizada de su risueño nombre
colombino, fueron un grupo de exploradores aborígenes de origen y
procedencia no plenamente establecidas.

A estos siguieron otros de origen y procedencia sudamericanas,


pertenecientes a las familias de los "arawacos ': que pueblan ciertas
áreas de la cuenca del Orinoco y que, por alguna razón tampoco
plenamente esclarecida, abandonaron sus tierras aborígenes y
ocuparon, sucesivamente, las islas que componen el arco semilunar
trazado por el ar..hipiélago antillano, desde las costas de Venezuela
hasta la entrada del Golfo de México.

Los segundos "descubridores" fueron los españoles que, al


interrumpir el proceso histórico indiano, incorporan la Isla a las
grandes corrientes históricas europeas y la convierten en el centro de
difusión de la cultura española en este Continente y ~n el campo de
experimentación de las nuevas estructuras sociales y económicas que
plantea la creación de un mundo nuevo en este Hemisferio.

A su vez, los propios españoles interrumpen este proceso,


llevando a cabo una de las acciones devastadoras más
impresionantes que se conoce y con la cual, yendo más allá de la
destrucción meramente física de los establecimientos, colocan de
nuevo esta Isla en estado de "descubrimiento" y de subsecuente
colonización.

Los terceros "descubridores" fueron los aventureros franceses


que entonces infestaban las aguas antillanas y que, después de
descubrir y reconocer las zonas despobladas por los españoles,
87
pródigas en naranjas y ganado silvestre, se establecieron en ella y le
aseguraron a Francia la posesión de la tercera parte del territorio,
que no tardó en convertirse en una colonia espléndida y, finalmente,
en la República de Haití .

Cada uno de esos tres "descubrimientos "presenta un sello racial


inconfundible que se impone a su siglo: el Siglo XV es indio, el Siglo
XVI es blanco, el Siglo XVII es negro.

La historia convencional se muestra vacilante en nuestro país al


momento de establecer si el pueblo dominicano es el resultado del
primero o del segundo descubrimiento, toda vez que el tercero
explica y consuma a la República de Haití. Esa vacilación oscila en el
siguiente prisma: que el pueblo dominicano es a) el continuador de
los aborígenes, b) el continuador de los españoles, y c) el continuador
de la mezcla original de los dos.

De una manera o de la otra, estas tres variantes se perpetúan en


los manuales usuales de historia dominicana. Pero las tres son falsas.
La evidencia somática (racial) registrada por las estadísticas,
muestra que el pueblo dominicano no es ni indio ni español, ni
mestizo de ambos como es el caso de otros pueblos
hispanoamericanos o indoamericanos.

Pero sería simplificar las cosas si nos atenemos a que esas


estadísticas establecen la inmensa mayoría del mestizaje europeo y
africano que domina la población dominicana actual. Esto podría
llevamos a conectar el origen del pueblo dominicano con el tercer
"descubrimiento "francés, que impone la absoluta mayoría africana
en la Isla.

El mestizaje dominicano se realiza a través de un proceso


peculiar, no con el blanco francés sino con el blanco español que
permaneció en la Isla tras las destrucciones, engrosado con familias
nuevas que arribaron en el Siglo XVII y con el antiguo esclavo del
Siglo XVI, inaugurando un nuevo tipo de relaciones interraciales en
el Nuevo Mundo, al cual el ingenio de azúcar incorporó
posteriormente un nuevo torrente de origen africano desde el último
cuarto del Siglo XIX. Este último alteró el equilibrio ancestral,
88
acentuando cada vez más la tónica negra del pueblo, sin modificar el
carácter armónico de las antiguas normas en que se basaban las
relaciones sociales.

Estas normas se apartan completamente del patrón seguido de


manera invariable en los países de composición bi-racial del
Continente, donde la colonización comienza por la explotación
brutal del indio 'J del negro y su segregación de la sociedad. Santo
Domingo es el único país donde este mestizaje ha sido realizado
históricamente sin las usuales tensiones entre las dos razas y donde la
armonía de la convivencia social se ha caracterizado por la ausencia
de modelos discriminatorios y estilos de violencia social que hayan
impedido en el pasado e impidan en el presente la unión de las razas,
cualesquiera que ellas sean, arrojando un producto de mestizaje total
absolutamente libre. Y lo curioso es que esa nivelación que suprime
la violencia fue ella misma producto de la violencia...

Por consiguiente, debe ser abandonada toda tendencia a hacer


comenzar la historia del pueblo dominicano partiendo de un
"descubrimiento" vinculado a una concepción racial de la historia.

Naturalmente, el abandono del esquema común del continente y


particularmente del área del Caribe, plantea como interrogante el
comienzo de nuestra historia, toda vez que la Isla de Santo Domingo
fue la primera que colonizaron los españoles como resultado del
descubrimiento de 1492. Ese hecho nos obliga a discutir las tres
opciones posibles.

89
La opción antillana
La primera es aquella que, debido a la influencia de bi
metodología romántica, va a beber en las fuentes del pasado
aborigen.

Siendo la más insostenible y la que debería ser más rapidamente


descartada, toda vez que la raza aborigen fue totalmente
exterminada durante el Siglo XVI sin que llegara a constituir un
factor histórico, ni siq'uiera genético, en la población dominicana, es
la más difícil de desarraigar y la que se perpetúa en la más amplia
gama de problemas teóricos y prejuicios sociales'. Por eso nos exige
un detenimiento especia!.

La presencia biológica del "indio" en el pueblo dominicano


actual es de orden metafísico. Como nos cuenta Arrom: "De aquel
trágico hundimiento se salvó poco: el cultivo y aprovechamiento de
ciertas plantas. la manera de fabricar sus rústicas moradas. algunos
artefactos de uso doméstico. las palabras con que nombraron la
tier~a. la flora y la fauna. el vago recuerdo de sus cantos y algunas
noticias de los dioses en quienes creyeron y confiaron. . ."l

En nuestro país existió la leyenda, hoy un poco olvidada, de "la


mancha del indio" que la imaginación callejera hacía reaparecer
constantemente p.n la piel de los dominicanos. La incidencia cada vez
mayor del negro en la población, ha ido disipando la verosimilitud de
esta leyenda, pero perdura una imagen idealizada del "indio" que
inunda los documentos de identificación: la Cédula Personal de
Identidad, el Pasaporte, la Licencia de Conductor, la Cédula
Electoral y otros. Es sin duda hermosa esta actitud del pueblo, que
aparentemente tiende a identificarse con una raza desaparecida aquí
y oprimida en otros lugares. Pero la idealización del indio va
acompañada de la idealización de los fundamentos, contribuyendo

La concepción inveterada del componente indiano en la sangre dominicana, no


ha sido establecido científicamente por nadie.

2 Arrom. Juan José: MITOLOGIA y ARTES PREHISPANICAS DE LAS


ANTILLAS, Siglo XXI, México, 1975, página 13.

90
así a la perpetuación de un convencíonalismo tan pernicioso como
cualquier otro.

Lo más probable es que los fundamentos sean otros y que en el


fondo de lo que se trata es de establecer una fórmula que permita
cierto grado de nivelación racial en el plano biológico, que se
corresponda con el social, basado en el hecho de que el indio
representa una transacción somática, entre los dos troncos raciales
que intervienen en nuestro mestizaje: el pelo lacio del indio lo vincula
al blanco y su tez oscura lo vincula al negro. De ese modo se aspira a
alcanzar un tipo racial común a todos los dominicanos en cuanto
dominicanos. Tanto el blanco como el negro vendrían a representar
entonces, sólo momentos de tránsito hacia el tipo nacional.

El poeta Héctor Incháustegui Cabral sostiene l que, tal como ha


sido recogido por nuestros poetas, el término tradicional para
designar el producto de la fusión de esas razas en nuestro país ha sido
el vocablo "trigueño': probablemente introducido por los españoles
en razón de que en este país no se cultiva el trigo. El trigueño evoca el
color dorado, que no blanco, de los trigales, y está sobrecargado de
alusiones poéticas, que no afectan y más bien halagan la dignidad de
las personas. Los franceses llamaban a sus mestizos "rouges': rojos,
en Haití. Pero los mismos españoles impusieron en Cuba un término
peyorativo e insultante: "mulatos" derivado de "mulo" que es una
bestia híbrida. De allí pasó a Haití, "mulatre': con la misma carga
peyorativa. En Santo Domingo este vocablo ha sido rechazado en
beneficio de "indio" que, a su vez, ha desplazado a "trigueño", por el
patrocinio oficial, como identificación en los documentos públicos.

Pero estas convenciones sociales tienden a sustentarse en


convenciones históricas. De ahí la pertinaz labor de exaltar al indio
arqueológico y semántico a pesar de que las supervivencias indianas
que se descubren en la actualidad (en el vocabulario y en los
"asentamientos" arqueológicos) son un acervo común del pasado
antillano y no necesariamente de esta particular antilla y, cuando se

V~se EME-EME, Estudios Dominicanos Vol. Número 24, Mayo-Junio,


1976, página 3: Los Negros y las Trigueftas en la Poesfa dominicana, de este gran
poeta recientemente fallecido.
91
cargan de peculiaridades dominicanas, producen una deformación
nacionalista perniciosa y falsa.

La exaltación de la figura del cacique Enriquillo responde en el


campo de la historiografía a esas motivaciones de orden social. La
vehemencia con la cual se glorifica esta figura, infiltra en los espíritus
simples del pueblo la idea de que Enriquillo es la primera figura que
encama las virtudes heroicas del pueblo dominicano, como
Cuauthemoc encarna las del pueblo mexic~no que verdaderamente
puede reivindicar esa herencia biológica l .

Para que esta posibilidad pueda ser adoptada en nuestro país


sería necesario mostrar el carácter de clase de la comunidad indígena,
de modo que Enriquillo encarnara la lucha del pueblo oprimido y
pudiera establecer el vínculo histórico con las luchas del pueblo
dominicano.

Sin embargo, todo parece indicar que no solamente faltó esta


conciencia de clase en el momento hispánico de la vida indiana sino
que nunca existió un orden clasista en su vida prehispánica. La
resistencia que los indígenas presentaron al español, y que llegó a ser
tan violenta que los condujo al suicidio en masa, fue una resistencia
nacional, como nación y no como clase social.

El propio Rey de España le ofrece con Barrionuevo un Tratado


de Paz a Enriquillo, a quien el cronista Oviedo considerfi como uno
de los más nobles príncipes por haberla aceptado. "Quanto al
cacique Don Enrique me paresce qu él hü;,p la más honrosa paz que
ha hecho caballero o capitán o príncipe de Adam acá. .. ''2

El iniciador de esa corriente, aunque no del indigenismo, en nuestro país, fue


Manuel de 1s. Galván, quien inauguró y perpetuó, para resolver sus propias
contradiciones politicas, el culto a Enriquillo, en su "leyenda histórica" del
miSI!:'O nombre. Véase este oroblema con más detalles en TRES LEYENDAS
2 DE COLORES, de las cuales esa es una.

Idem.

92
Al estudiar ese Tratado, Peña-Batlle lo presenta como el
primero que se instrumenta en el Nuevo Mundo. Y llega más lejos
aún, a considerarlo como "el gérmen de la teoría moderna del
Derecho de Gentes': que puede hacernos sonreír.

Peña-Batlle afirma, invocando a Las Casas al poner en el


tapete la cuestión de la soberanía sobre el territorio, que "para la
fecha en que se concertó el tratado de paz, la soheranía se había
concentrado en la escasa población que gobernaba- por legítimo
abolengo- el jefe insurrecto "l. Y concluye en el sentido de que las
estipulaciones del Tratado fueron

"concertadas por dos poderes que se miran iguales entre sí y que se


sienten colocados en un mismo plano... ''2

Estas consideraciones certifican que las relaciones del indio y del


español en esas circunstancias eran de nación a nación y no de clase a
clase.

El esfuerzo de la historia usual por incorporar al indio al


proceso histórico dominicano, se con<;entra ahora en los últimos
tiempos, en el estudio de la etapa social y económica en que se
encontraba la sociedad aborigen.

El momento es oportuno. Las controversias en torno a la


caracterización de las formaciones precapitalistas -desatadas por
Wittfogel a propósito del "modo de producción asiático" en el marco
de la "guerra frla''3- ha inducido a algunos investigadores a
abandonar esas concepciones marxistas sin abandonar el marxismo.

OBRAS ESCOGIDAS, Santo Domingo, 1958, página 72.


2 Idem, página 75.
3 Ver Gianni Sofri, op. cit.

93
El más conocido es Gordon Childe l que se lee mucho en este
país. Childe se desliga de la caracterización del estado histórico de las
sociedades primitivas, basado en el grado de desarrollo económico, y
engarza con otra basada en el grado de desarrollo estético.

Para realizar este cambio de rumbo, Childe se apoya en el


aristócrata inglés Sir John Lubock 2 quien, observando que a las
grandes creaciones murales del arte paleolítico, siguió una era de
producción doméstica de factura femenina con características
propias, dividió ese período en dos y creó el período neolítico,
caracterizado por el predominio de las ollas, vasijas y otros
productos ornamentales.

Childe le llamó a esta nueva etapa "la revolución del neolítico"


trasladando esta superestructura cultural y estética al campo de los
cambios estructurales de lá sociedad. El desarrollo de la fabricación
de las ollas y de su ornamentación sustituyó así al proceso de
aparición y desarrollo de la propiedad privada.

Desde luego, por el camino de las fantasías estéticas se puede


llegar muy lejos en las conclusiones históricas. Por grandes que sean
las conquistas especulativas en este terreno siempre resultarán muy
débiles las evidencias de un desarrollo de la economía "taína" que
hicieran viable, como se ha sostenido en algunas ocasiones, la
acumulación de excedentes de su producción que les obligara a
realizar intercambios con el extranjero, o sea con los otros
aborígenes de las otras Islas.

Tal desarrollo supondría una división del trabajo muy superior,


y mucho más aún si se toma en cuenta que esta división del trabajo no
podría establecerla aquí la naturaleza, que daba los mismos
productos allá y acullá. Tendría que tener por base el trabajo y no
hay la menor constancia de que la industria taína fuese más allá de la

Childe, Gordon, ASI SUCEDlO EN LA HISTORIA, Buenos Aires, 1969.

2 Tanto la palabra "paleolítico" como "neolltico" fueron acuñadas por Lubock en


dos grandes obras: TIEMPOS PRE-HISTORICOS (1865) y LOS
ORIGENES DE LA CIVILlZACION (1870) en diez volúmenes. Véase
Avebury, John Lubock en la Enciclopedia Británica de 1972.

94
"coa" entre sus instrumentos de producción ni de sus joyas cerámicas
entre los productos; muy bellas estas joyas, pero muy limitadas si se
toman como modelo las realizaciones de otras sociedades aborígenes
de este Continente que, sin superar la etapa aún baja del desarrollo de
la sociedad, lograron maravillas que son admiración y espanto de
nuestra época.

Lo que han hecho los aztecas y los mayas y, sobre todo, los
mismos "arawacos" de donde procedían nuestros desdichados
nómadas, en Colombia y Perú, por ejemplo los "quimbayas" en la
elaboración de objetos de oro, son verdaderos prodigios de la
industria humana.

Marx, que según nos explica Hobsbawm, colocaba el "modo de


producción asiático" en el peldaño más bajo del desarrollo histórico,
parecía inclinado a "considerar que las sociedades mexicana y
peruana pertenecen al mismo género'"

Por elevado que sea el valor sentimental del legado taíno, es


insuficiente para hacerlo escalar los peldaños más altos del régimen
de la comunidad primitiva. Las diferencias de desarrollo que se
advierten entre el taíno y los demás grupos aborígenes de las Antillas,
no alcanzan a colocar a aquellos en una etapa superior de desarrollo
histórico.

Otro punto que no debe ser olvidado es la condición itinerant


de los aborígenes de las Antillas. El desarrollo de una cultur
original, capaz de hacer saltar a una sociedad de una etapa histórica l
una superior, supone un asentamiento permanente y up progreso
constituido por pequeñas victorias seculares. Hay que ver que
todavía a fines del Siglo XIX no se había introducido en esta Isla el
arado, a pesar de estar bajo el patrocinio de una nación europea, yla
"coa" aborigen seguía siendo el instrumento característico de la
agricultura de subsistencia.

Hobsbawm, E. J. Prólogo a FORMEN de Carlos Marx, Taller, Santo Domingo,


1972, página 30.

95
Hoy se tiene como un hecho incontrovertible que la población
indígena de las Antillas representaba una sucesión continua de
grupos que eran desplazados por otros, procedentes de sus
asent 'T\ientos continenta~~sl. La distribución de los grupos
p

aborígenes en Cuba, según revelan los hallazgos arqueológicos,


revela esta sucesión dramática. Los más antiguos y atrasados, los
!'guanahatabeyes", ocupaban el extremo más remoto, los
"ciboneyes" el centro, y los "taínos" la parte oriental próxima a
Santo Domingo. Es indudable que los "taínos" empujaban a los
"ciboneyes"y estos a su vez a los "guanahatabeyes': como resultado
de la presión que los propios taínos sufrían por parte de grupos más
agresivos, principalmente los "caribes", poseídos de la virulencia
original con la que todos ellos se desprendían del Continente, y que
dominaban ya la parte oriental de Santo Domingo.

Esta situación histórica hace inconcebible el desarrollo cultural


y económico de una sociedad, y absurda la opinión, aún presentada
como "hipótesis de trabajo", en el sentido de que estos grupos podían
intercambiar apaciblemente sus "productos" entre una antilla y la
otra.

Por todas estas razones, la opción aborigen no puede ser


considerada como adecuada para el comienzo de la historia
dominicana, toda vez que no aparecen vínculos de continuidad que
permitan restablecer el contacto del pueblo dominicano con estos
desdichados "descubridores" de la Isla.
El periplo aborigen constituye una opción antillana que podría
inaugurar la historia, sin duda apasionante, pero común y
tormentosa del Mar Caribe.

Pichardo Moya, Felipe: LOS ABORIGEN ES DE LAS ANTILLAS.

96
La opción continental

Si planteamos la historia de los aborígenes como una "opción


antillana", y la rechazamos como punto de arranque, dejamos
abierta como perspectiva de comienzo para la historia dominicana el
Descubrimiento de América.

Pero entonces nos abocaríamos a una "opción continental".


y no es una simple metáfora amable el título de "Cuna de
América" que le ha sido reconocido a la antigua LA ESPAÑOLA
fundada en estas tierras. Este título se acredita 17 veces en las 17
ciudades que antecedieron en esta Isla a cualquiera otra del Nuevo
Mundo, incluyendo a LA ISABELA anterior a la propia Santo
Domingo, sin contar las dos Universidades, el Hospital, la Catedral,
la industria azucarera, que pueden vanagloriarse, como aquellas
ciudades, de su calidad de "primadas de América ". Y hasta el primer
mesticito de india o negra que nació en estas tierras...

Pero en la historia del pueblo dominicano se da una extraña


paradoja.

Habiendo brotado en un territorio en que cuajaron las esencias


hispánicas de América y que vino a ser el laboratorio en que se
mezclaron sus aromas y sus raíces, no recibe de esa experiencia
inaugural ningún legado directo, como si hubiera llegado al Nuevo
Mundo cuando ya éste era una realidad sólidamente instituida.

En efecto, de las instituciones creadas en LA ESPAÑOLA


durante el Siglo XVI, que servirían de base a la sociedad en las
naciones hermanas de América, ninguna se continuó históricamente
en Santo Domingo ni sirvió de base a la fundación de la sociedad
dominicana.

Ni la Real AudienclQ de Indias, ni la Encomienda Indiana, ni el


Ingenio de Azúcar que inició aquí su periplo mundial, ni la
Esclavitud exclusivamente negra ni el Municipio como instrumento
popular, que son las raíces y los aromas con que se compusieron las
esencias hispanoamericanas y que exhalaron sus primeros vapores
en esta Isla, se continuaron después en esta parte de ella para
97
constituir las bases de la sociedad dominicana actual. Para una
opinión contraria sostenida (en 1949) por el mismo autor de estas
líneas. véase su obra TRES LEYENDAS DE COLORESI.

Tampoco se continuaron otros aspectos esenciales en la vida


histórica de ese Siglo XVI: el régimen económico, la naturaleza de las
relaciones sociales, el ejercicio mismo de la jurisdicción territorial
hispánica en toda su integridad.

El indio, a pesar de reiteradas y sucesivas reintroducciones,


desapareció. Y con él el encomendero.

El esclavo negro desapareció, aún cuando en la Isla reaparecía


continuamente el mercado de esclavos y quedaba su piel, aunque no
su estigma, por los bosques y praderas de la que luego sería "la parte
española ".

El español mismo, el personaje legendario que "/levaba sobre


sus hombros una ciudad como el caracol su casa ': según un bello
decir, y que tipificaba al descubridor audaz yal inventor genial del
Siglo XVI, desapareció con ellos dejando tal vez su orgullo
"tronando desde la altura de su miseria ': como contaba Moreau de
Saint-Mery.

Pedro Henríquez Ureña ha apuntalado con su inmenso


prestigio intelectual la tesis de que en el lenguaje hablado de Santo
Domingo sobreviven, o sobrevivían en el momento en que escribió,
tales y cuales formas arcaicas del Siglo XVI 2 • Pero aquello era una
forma patriótica del "wishful thinking" de los americanos. Otros
autores muestran ahora (Elercia Jorge Morel, Jiménez), aplicando
métodos, técnicas y recursos más modernos, que esos arcaísmos
constituyen un acervo común de todos estos pueblos y conservan en
ellos la misma vitalidad, vigencia y antigüedad que en Santo

I • Segunda edición, Santo Domingo, Taller, 1978.

2 EL ESPARoL EN SANTO DOMINGO Yotros ensayos.

98
Domingo. Eso podría significar que ni siquiera el idioma español que
se habló en el Siglo XVI se conservó en Santo Domingo como un
legado directo de LA ESPARoLA. De haber sido así el dominicano
actual se sentiría a sus anchas al conversar con uno de esos
"sefarditas" expulsados entonces de España y que conservan hasta
hoy su lengua clásica, como las llaves que usarán para abrir sus
antiguas viviendas el día del regreso Pero no es así. Esos arcaísmos
no son una supervivencia del español del Siglo XVI en Santo
Domingo sino en la propia lengua española común a todos estos
pueblos.

Todo parece indicar que, si bien se puede presumir una


continuidad ininterrumpida de ese siglo a través de los siguientes
hasta nuestros días, no exis-te la constancia objetiva de que fuera así.
En cambio, no son pocos los indicios e inclusive las pruebas
palmarias de que fue al contrario.

El nombre de "Atenas del Nuevo Mundo" que se le aplicó


gentilmente al Santo Domingo del Siglo XVI, expresa una realidad
histórica que va más allá de la intención cursi de sus patrocinadores.
En verdad podemos expresar con él la desvinculación actual y total
entre un pasado progenitor y esplendoroso y un presente modesto y
común, tal como ocurre -debida y respetuosamente guardadas las
distancias y proporciones- entre la Atenas de la Grecia Clásica y las
de la Grecia moderna. Y por eso le viene muy bien a Santo Domingo
el apelativo de "Atenas del Nuevo Mundo" que expresa, sin
pequeñez y sin tragedia, la Grecia contemporánea con respecto a la
clásica.

99
La opción insular
Si prescindimos de la opción antillana y al mismo tiempo de la
opción continental, quedaría por delante una opción insular, que
implicaría la concepción de la historia de la Isla como una totalidad,
haciendo abstracción de la naturaleza individual de la historia de las
dos naciones que comparten su territorio.

Increíblemente, esta es la noción prevaleciente de la


historiografia de nuestro país, aunque sin prescindir de las opciones
anteriores, a juzgar por la tendencia constante a denominar los
registros generales de nuestra historia con el título de HISTORIA
DE SANTO DOMINGO, que en todo caso no es sino un período de
ella o la historia general de la ciudad capital así denominada.

Es indudable que esta tendencia, que constituye ya una tradición,


fue impuesta por el historiador Antonio Delmonte y Tejada, quien
llevó a cabo el primer esfuerzo de sistematización de nuestra historia
en un famoso trabajo cuyo prólogo data de 1852 y que lleva
precisamente el título de HISTORIA DE SANTO DOMINGO.

Pero en esto ha mediado un equívoco.


Se entendía por Santo Domingo tanto la porción antiguamente
española como toda la Isla, comprendiendo en ella la antigua parte
francesa. El título no era incorrecto porque la historia de Delmonte y
Tejada era en efecto la historia de la Isla y no solamente la de la parte
española de ella. El tema sobresaliente de su estudio venía a ser "la
lucha de razas" y "la asombrosa catástrofe de una revolución politica
y social" que entonces tenía lugar en la parte antes francesa y
conllevaba implicaciones mundiales. Delmonte y Tejada no ocultaba
sus vehemencias ante "el asombroso espectáculo de una sociedad
africana que por primera vez toma su rango, adoptando la misma
organización social de los europeos y luego, como remate y digno
acabamiento a tan singulares antecedentes, la peripecia de otra
nueva revolución que, congregando los restos del elemento europeo,
los constituye en República independiente ': Por esa razón,
Delmonte y Tejada, que había nacido en esta parte de la isla y había
sido, por cierto, víctima de esa Revolución, no escribe la Historia de
la República Dominicana. V mucho menos la del pueblo dominicano
lOa
sino, como lo establece textualmente, la de toda la Isla: "En
prosecución de entrambos fines. dice en la página 20, yo me propuse
escribir la HISTORIA DE LA ISLA DE SANTO DOMJNGO'~

Al hacerse eco de esta tradición, la historiografia nacional


impone un error. La historia dominicana no es la historia común de
toda la lsla. Si bien las confrontaciones del Siglo XIX entre ambas
naciones y la propia formación del pueblo haitiano, constituyen un
factor de esta historia y mantienen su presencia constante a través de
todo su curso, hasta el punto de considerarse válidamente como
naciones hermanas, el pueblo dominicano posee una historia propia,
con rasgos que le son intrínsecos y que no tienen nada que ver con el
proceso que tenía lugar en la porción vecina.
Ignorar este planteamiento fundamental equivale a ignorar
nuestra historia. No basta con separar estos dos procesos con
adjetivos heredados del Siglo XIX, como los que introdujo el
historiador José Gabriel Garela al calor de aquellas luchas, ni con
insultos y sofismas raciales. Es preciso adentrarse en la naturaleza de
los procesos y descubrir sus individualidades propias. Mas, tan
pronto como se denomina "Historia de Santo Domingo"a la historia
dominicana, se convierte a esta historia en provincia de la otra
historia, porque se coloca en la base de ambos procesos el gigantesco
espasmo de la Revolución emancipadora en aquel país.

Lo que le da su carácter a nuestra historia es la naturaleza propia


del proceso popular en su recorrido histórico, las formas propias de
sus luchas de clases, determinadas por unas circunstancias maleriales
intrínsecamente dominicanas y cuya peculiaridad, en el marco de la
historia continental, es verdaderamente impresionante y digno de las
más profundas consideraciones. Y es por ahí por donde hay que
comenzar.

Lo que ocurre es que nuestra historiografía ha soslayado


sistemáticamente la significación y la importancia inmensa de las
DEVASTACIONES del Siglo XVII, a pesar de los reveladores
informes descubiertos por Américo Lugo en los Archivos de Indias y
de los esclarecidos trabajos de Peña-Batlle, cualesquiera que hayan
101
sido sus interpretaciones, que nosotros mismos hemos tratado dt:
recoger y actualizar en la obra EL GRAN INCENDIO, de 1969.

No es posible desconocer ese formidable acontecimiento sin


renunciar a toda posibilidad de comprender al pueblo dominicano en
su conducta histórica y hasta en su psicología actual. A menos que
exista la valiente determinación de mantener a perpetuidad los
prejuicios más inveterados y los convencionalismos más absurdos. Y
a veces hasta ridículos.

Las devastaciones dirigidas por el Presidente Osario en


cumplimiento de las órdenes más o menos definidas de la Corona,
presentan una doble significación. Significan:

A. La destrucción total ycompleta del emplazamiento original


de los españoles en el Nuevo Mundo, que se materializa en el
bello y nostálgico nombre de LA ESPAR'OLA con el cual se
inaugura la presencia de la civilización hispánica -y también
las ralces de su tragedia- eneste hemisferio. yencuya virtud la
República Dominicana es el único pals hispanoamericano que
no recibe la herencia hispánica directamente del Siglo XVI, a
pesar de que esa herencia fue fundada en el territorio -o parte
del territorio- actualmente ocupado por este país; y

8. La creación espontánea de una sociedad nueva, que es su


consecuencia mayor, al margen de la iniciativa y aún la
dirección metropolitana española, en las dos terceras partes del
territorio que sirvió de escenario a su experiencia original, y
que constituyen el número de circunstancias que han otorgado
a· este pueblo sus peculiaridades y su capacidad de
supervivencia.

Ese doble rostro de las DEVASTACIONES, uno que mira


hacia el pasado y el otro que mira hacia el futuro, nos obliga a
rechazar como opción de comienzo de la historia dominicana, tanto
la opción antillana, que nos convertiría a todos en descendientes de
los desgraciados aborígenes desde el Siglo XV y de toda eternidad,
como la opción continental, que convertirla a todos los paises de la
América hispana en descendientes de nosotros desde el Siglo XVI,
\02
como la opción insular, que nos convertiría en descendientes
históricos de la fundación. francesa del Siglo XVII en la parte
occidental. Tanto la una como las otras resultan insostenibles
cuando se las contempla con el rigor y la frialdad de los hechos.

Al mismo tiempo, nos obliga a contemplar esta opción de


comienzo como corresponde a la realidad de nuestro pais, como una
realidad parainsular. porque nuestro país NO es una isla sino parte
de una isla, aunque cuantitativamente la más importante en razón de
que constituye las dos terceras partes de ella, y por consiguiente la
historia de nuestro país comienza con la historia de ESA porción.
Una historia insular supondría un solo pueblo insular. La realidad es
que en esta isla se asientan dos pueblos con sus respectivas
fisonomías, históricas claramente definidas.

Esto significa que existen dos historias cada una de las cuales
explica a su pueblo y el momento en que <;ada uno de estos pueblos
hace su aparición histórica.

En tal virtud debe considerarse la opción antillana del Siglo XV


y la opción continental del Siglo XVI como antecedentes y no como
instancias del comienzo real de nuestra historia, al tiempo que
descartamos la opción insular como expresión de un episodio
histórico, insuficiente para explicar la totalidad del proceso histórico
de nuestro país. Así, pues, la etapa aborigen hasta el Descubrimiento
constituye la PRE-HISTORIA. Aquella que queda comprendida
entre el Descubrimiento y las Devastaciones de 1605-1606
constituyen una PROTOHISTORIA, una historia que viene antes
de la verdadera. Y en ese punto comienza la HISTORIA
dominicana, que no puede ser otra que la historia del pueblo
dominicano. A esa HISTORIA se consagra el estudio que sigue.

103
Esquema 1

r HiSTORIA DE LA HISPANIOLA
J

PREHISTORIA
Período caribeano o prehispánico

PROTOHISTORIA
Período continental o hispánico

HISTORIA
de las luchas por la creación
de la sociedad moderna

Período insular o autóctono

I I
HISTORIA DE HAITI HISTORIA OE LA REPUBLlCA
DOMINICANA
como expresión del desarrollo del
régimen de la Esclavitud de como expresión del desarrollo del
plantaciones régimen de la propiedad comunal de
la tierra

I
HISTORIA DE SANTO DOMINGO
o historia de la ciudad
SEGUNDA PARTE
c. LA HISTORIA
QUE TAL VEZ
DEBERlA ESCRIBIRSE
La Opción Dominicana

El conflicto que a principios del Siglo XVII da origen a las


DEVASTACIONES y concluye con una victoria española, debia
significar y en efecto significó la consagración secular del sistema
económico basado en la fijación del campesino a la tierra, por
oposición al libre desarrollo de la propiedad privada.

Durante un largo periodo, de hecho el periodo más largo de la


historia dominicana, va a gravitar sobre el pais el predominio de las
fuerzas sociales en cuyo desarrollo se expresará la victoria de los
españoles sobre sus adversarios herejes, de Osorio sobre Montoro,
de la tierra sobre la mercancía, de la propiedad común sobre la
propiedad privada, del régimen terrateniente sobre el régimen
comercial y bancario, del subdesarrollo sobre el desarrollo, del
despotismo sobre la democracia...

En consecuencia, van a permitir un gran prestigio de las fuerzas


sociales derivadas de la posesión de la tierra, los "hateros" y
terratenientes de todo tipo, por oposición a aquellas que se derivan
de la posesión del capital y del intercambio de mercancías: los
comerciantes, industriales, banqueros, que deberán desarrollarse a
través de un lento y laborioso proceso.

Toda la historia dominicana va a reproducir aquella danza


diabólica entre esos dos siniestros personajes que Marx, de manera
festiva, denomina MADAME LA TERRE Y MONSIEUR LE
CAPITAL. Sólo que la mayor parte del tiempo, el compás será
marcado enfáticamente por la dama. El hatero que brotó de la
catástrofe y que no debe confundirse con su prede~esor de LA
ESPAÑOLA, será su funesto consorte y el personaje más influyente
durante ese largo periodo.

Madame La Terre

Esa danza fundamental es la que determina la aglutinación de


las fuerzas, tanto externas como internas, que van a actuar en el
proceso histórico y a establecer su contenido.

Las externas comprenden:


109
a) un bloque de potencias marítimas interesadas en el
aprovechamiento de las riquezas naturales del país y el trabajo de sus
habitantes, mediante la apropiación física del territorio, que durante
este período será su rasgo característico e invariable.

Ellas son, en primer lugar ESPA1VA, que es la Madre Patria y


que logra conservar durante un largo período su influencia si no su
soberanía directa; FRANCIA, que tendrá éxito en arrebatar a
España la ter.cera parte del territorio; INGLATERRA, que va a ser
siempre, en un plano de neutralidad, el tctor de equilibrio en toda el
área; y los ESTADOS UNIDOS, ,e seguirá un proceso de
desarrollo como potencia naval y anL lOa, desde la total ausencia
aislacionista hasta cierto grado de plen!' d Ypreponderancia aunque
no absolutas;

y b) HAITI, que se desarrollará de~deuna situación de opresión


colonial inenarrable hasta emerger como una potencia militar en la
Isla.

La aglutinación de este complejo de fuerzas externas determina


a su vez la aparición y posterior desarrollo de las fuerzas internas:

de un lado, la clase terrateniente, que brotará como resultado de


los intercambios de productos agrícolas con la colonia vecina, y que
actuará de manera invariable como agente colonialista, orientada en
el sentido de la entrega del territorio en su totalidad o en parte, de
acuerdo con los vaivenes de la situación histórica, a cualquiera de las
potencias extranjeras insertadas en el contexto;

del otro lado, las clases populares o el PUEBLO, integrado por


amplios sectores de las clases ligadas a actividades capitalistas, los
trabajadores y el campesinado, la intelectualidad liberal o
revolucionaria y los patriotas, unidos por el objetivo común de la
defensa del territorio frente a la traición terrateniente ya las acciones
agresivas de las potencias extranjeras, tanto como a las acciones
defensivas de Haití respecto de éstas y orientadas al control militar de
todo el territorio.

El período así caracterizado por la acción directa sobre el


110
territorio, basado en el carácter imperial de la acción extranjera y el
carácter entreguista de sus agentes o aliados interiores, frente a la
resistencia de la población nativa constituida popularmente, es 10
que denominamos

ERA IMPERIAL

en la cual estos rasgos se manifiestan constantes, desde los años


inmediatamente subsiguientes a las DEVASTACIONES, hasta el fin
de las acciones encaminadas a la apropiación o enajenación del
territorio. Este período cubre más de dos siglos y medio de
preponderancia terrateniente y culmina en 1873.

Monsieur Le Capital

Más allá de 1873, y bruscamente, cesan las acciones de carácter


propiamente imperial, orientadas a la apropiación física del
territorio. Ese corte brusco es debido al desplazamiento por la
violencia -la "guerra de los seis años"- de los últimos vestigios de
poder de la clase terrateniente y a la desaparición y desprestigio de
sus más elocuentes portavoces.

Entre tanto, el desarrollo de poder financiero a nivel mundial ha


ido desplazando el apetito de territorio físico en las grandes
potencias y haciendo sentir su influencia en las actividades
económicas del país, en favor del sector comercial, que asciende de
ese modo a los primeros planos de la vida pública en perjuicio de los
terratenientes como clase.

Es entonces, a la altura del último cuarto del Siglo XIX,


cuando se consuma la revancha de los "herejes" protocapitalistas,
derrotados en la banda del norte de LA ESPAÑOLA a principios
del Siglo XVII. Esto significa un retraso de 267 años exactos en el
desarrollo histórico de un país que, de haber reanudado el desarrollo
de la propiedad territorial, se habría incorporado en una época muy
temprana a la vanguardia del desarrollo histórico en todo el
Hemisferio.
111
Ese habría sido justa y precisamente el sentido de la decantada y
anhelada "continuidad histórica del Siglo XVI" que suele
presentarse y regodearse como nuestra "hispanidad", en ciertos
medios.

El haber ocurrido de otra manera, es lo que permite a la Historia


certificar la ruptura de esa continuidad y explicar el radical atraso,
así como la inmensidad de los sacrificios y los martirios que ha
atravesado este país, para alcanzar sus objetivos esenciales, a todo lo
largo de su proceso histórico.

Como resultado de este viraje económico en la médula del


proceso, el complejo de fuerzas extranjeras que actúan sobre este
país, experimenta a partir de 1873 un cambio notorio en las zonas de
influencia local. Los ESTADOS UNIDOS emergen como una
potencia cada vez más determinante en aquel grupo de potencias que
gravitaba sobre el proceso insular, engrosado ahora con otras
naciones europeas.

En la nueva composlclOn de potencias figuran ahora


INGLATERRA, FRANCIA, HOLANDA, ALEMANIA, ITALIA
Y otras, con diversas alternativas y contradicciones mutuas, más la
débil, insignificante presencia de ESPAÑA. Todas ellas
experimentan un reflujo cada vez más intenso frente al creciente
poderío y la juvenil agresividad de la potencia americana, que
acabará por desplazar la competencia europea y asumir ella sola la
hegemonía en uthe sea olour desliny".

En el curso de este proceso, HAITI pasa de gran señora militar


en la Isla a pequefia Cenicienta, atropellada por ese dios ca pitalista al
que sacrificó, acaso sin saberlo, a sus mejores hijos, porque si suele
ser cierto que la Revolución devora a sus hijos, no lo es menos que la
Reacción devora a sus padres.
Consecuentemente, las fuerzas internas se acoplarán a su nuevo
destino:

de un lado se inscriben los sectores de la burguesía nativa que


han de actuar como agentes financieros, principalmente de las
fuentes europeas de capital y que sufrirán las contradicciones de esas
112
fuentes entre sí, cada vez más agudizadas por el predominio creciente
de ESTADOS UNIDOS Y sus propias contradicciones con los
sectores de tendencia más o menos nacionalista de esa misma clase
social dentro del país;

del otro lado, la lucha del pueblo por su emancipación


económica, encabezada por aquellc:1S dirigentes que, dentro del
círculo de esas contradicciones, enarbolan no pocas veces de manera
demagógica la bandera nacional.

El período así caracterizado por el predominio de la acción


extranjera sobre los registros financieros de la producción
económica del país, y sus VÍnculos con el elemento capitalista nativo,
frente a la resistencia cada vez más consciente y activa del pueblo, es
lo que denominamos

ERA IMPERIALISTA

y se extiende, desde el fin de la "guerra de los seis años" en 1873, hasta


nuestros días.

113
1. LA ERA IMPERIAL
"En las leyendas de Gautama los primeros
hombres probaron la tierra y la encontra-
ron deliciosamente sobrosa. ....

EMERSON
La Era Imperial

Esta Era, en la que predomina la acción de las poten-


cias ultramarinas orientada a la apropiación del territo-
rio, libre o combinada con la conducta de los terratenien-
tes nativos, determinados a enajenarlo en favor de ellas,
presenta una doble estilística:

UN A en la cual la presencia física de esas potencias se


traduce en sucesivas devastaciones de territorio colonial
y constituyen la EPOCA DE LAS DEVASTACIONES,
la cual se extiende de 1605 a 1808, y define el "período
colonial':'

OTRA en la cual el poder terrateniente sustituye la


presencia física de las potencias ultramarinas yse traduce
en la tentativa de enajenación, o en la enajenación real del
territorio, que constituyen la EPOCA DE LAS ANE-
XIONES, la cual se extiende de 1809 a 1873 y define el
"período republicano'~

En el seno de esta doble estilística, e imprimiéndole


su sello histórico nace, y se desarrolla hasta alcanzar su
plenitud y su gallardía, el pueblo dominicano.

117
Esquema 11

ERA IMPERIAL

Caracterizada en el orden económico por el sistema de


propiedad comunitaria de las tierras, yen el orden político por
la acción de las potencias extranjeras sobre el territorio, en
alianza con los sectores terratenien'tes del pais,

1605 - 1873

I
r 1
Período Colonial Período Republicano

I I
EPOCA DE LA
EPOCA DE LAS
DEV ASTACIONES ANEXIONES
1605-1809 1809-1873

I
Gestación del Pueblo
1
Nacimiento del Pueblo
circa 1795 circa 1804
1) La Epoca de las Devastaciones

Esta época se define por cuatro grandes destrucciones


que sufre el territorio y que caracteriza el Período
Colonial. Las dos primeras son imputables a España, las
dos últimas a Francia:

La primera, en 1605 y 1606, da origen a dos naciones


distintas sobre el mismo territorio insular.

La segunda, en 1795, plantea el nacimiento de una


conciencia nacional isleña.

La tercera, en 1805, plantea el nacimiento de una


conciencia nacional dominicana.

La cuarta. en 1809, plantea la lucha por la


independencia nacional dominicana, y la irrupción
histórica del pueblo dominicano como el artífice y
dirigente supremo de su destino.

119
I Periodo Colonial

I
I
EPOCA DE LAS DEVASTACIONES
160:1- 1809

ESPA~A FRANCIA

J
I I I 1\
I I 11I
I IV

Frente Frente
a las ala Frente Frente
naciones colonia a la ala
"herejes" francesa Revolución Revolución
1605 1795 del del
Santo Domingo Santo Domingo
francés espaflol
1805 1809

CESTACION NACIMIENTO
DEL PUEBLO DEL PUEBLO
a) Devastaciones Imputables a España
DEVASTACION 1
"Toda división bien desarrollada del trabajo.
producida por el intercambio de mercancías.
tiene como basefundamental la separación de
la ciudad y el campo.

Se puede decir que la historia económica de la


sociedad. se resume en el movimiento de esta
antítesis. .. "

MARX
"El Capital"
Hacia la definición territorial de la nación dominicana

Al despuntar el Siglo XVII existían cuatro ciudades en la costa


norte de LA ESPAÑOLA, Bayajá, Yaguana, Monte Cristy y Puerto
Plata, cuyos puertos se veían frecuentados por las naves de cuatro
naciones europeas, Holanda, Inglaterra, Francia y Portugal, y
exhibían una floreciente prosperidad que se propagaba por toda la
Colonia. El lujo llegaba hasta a las Iglesias de la Capital y se hizo tan
ostentoso que obligó a la Corona a prohibir el uso de cojines de
terciopelo en la misa, salvo para los más altos funcionarios del
Gobierno colonia1l.

Una de las naciones, Holanda, enfrascadas en el comercio


clandestino de las costas denominado "comercio intérlope'; libraba
en esos momentos una guerra emancipadora contra España, de la
que era provincia, enarbolando la bandera de la Reforma
protestante religiosa. Debido a ello, todas las demás fueron
calificadas de "herejes" y su comercio con los vecinos de esta Isla
condenado a desaparecer. La protesta se hizo general y los
Municipios, en representación de los vecinos de todas las ciudades
comprometidas, elevaron sus "memoriales" al Gobernador y a la
Corte, demandando la suspensión de las órdenes de despoblación.
Holanda se hizo representar en la costa por un "patache" que,
después de unos disparos de bombarda, prometió su 'javor,
clemencia y ayuda" a los vecinos de LA ESPA~OLA, debido a que

1 Estos hechos han sido relatados detalladamente por el autor en EL GRAN IN-
CENDIO, Taller, Santo Domingo, 1974, 2a. edición.

127
España "usando de sus tiranías acostumbradas ha mandado
despoblar, destruir, quemar y arrasar todos los pueblos marítimos de
la Isla Española, por ocasión de los comercios y rescates que los
morar/ores y vecinos de ellas. con aumento de sus haciendas y
bene]ll'lO de sus personas, han ejercido con las naos de las Provincias
Bélgicas y, no contento con esto, les quiere privar de las tierras,
llevándoles sus ganados, mujeres e hijos y esclavos y bienes por
montes inhabitables e inaccesibles para acabarles de destruir del
todo. .. "1

La advertencia de los holandeses se cumplió a la letra. En 1605


se puso en ejecución la orden de despoblación contenida en una
Cédula Real de 6 de agosto de 1603 a la que siguieron otros
comisionando al gobernador para despoblar las 4 ciudades
mencionadas.

El Gobernador Antonio de Osorio emprendió con sus propias


manos la tarea destructiva y el desalojo de los moradores y vecinos2 •
La resistencia popular que siguió a las primeras acciones en el Valle
de Guaba bajo la dirección de Hernando de Montoro y en otras
partes, sin que quedaran excluidas sacerdotes y mujeres, fue donada
y reprimida con extrema severidad. Numerosos vecinos y no pocas
mujeres fueron ejecutadas en la horca. La faena comprendió todas
las edificaciones sin exceptuar las fábricas de azúcar y los templos
católicos. Fue destruido el Ingenio "San Pedro ': que tenía una
dotación de 900 esclavos y se valoraba en 50 mil ducados de oro3• La
tierra fue arada con sal para que no retoñaran los cultivos. Fue
devastada completamente la costa norte y desaparecidas sus cuatro
ciudades; las más prósperas de la Colonia.

Se inserta completo en EL GRAN INCENDIO.

2 ~ugo, Américo: HISTORIA DE SANTO DOMINGO(Desde 1556 hasta 16(8),


Santo Domingo, 1952. En total Lugo registra diez Cédulas Reales de Felipe "'.
referidas a las despoblaciones de 1605 y 1606. todas fechadas en 1603 en los
diversos lugares en que entonces se encontraba la Corte: en Valladolid a 6 de
agosto, cinco Cédulas; en Valladolid a 23 de agosto, una; en Ventosilla a 15 de
octubre, una; en El Pardo a 29 de noviembre, dos; y en Ocaña a 12 de diciembre.
una. Véase el párrafo 241 de su HISTORIA citada, página 113 y siguientes.

3 Idem, parágrafo 303.

128
El año siguiente la devastación se extendió a otras ciudades no
co~prendidas e~ las Cédulas Reales. Azua, San Juan, Santiago,
Nelba, Las Salinas, Ocoa y otras fueron incendiadas bajo la
acusación de que traficaban con "herejes" a pesar de estar situadas a
considerable distancia del litoral. La Isla quedó reoucida a su tercera
parte, según certificación notarial del Notario Azpichueta, encerrada
en una "guardárraya" que impedía salir al campo "so pena de la
vida". Aquellos vecinos que poseían embarcaciones o recursos para
agenciarse el viaje emigraron en masa. Las costas quedaron
desoladas, listas para cualquier aventura descubridora... "Se acabó
Bayajá" decía la gente, simbolizando en esa ciudad costanera la
destrucción de todo el país. Y, en efecto, aquello fue el fin del Siglo
XVI tanto en el calendario como en la Hist~ria.

Este acontecimiento es el resultado de la confrontación en el


plano económico y la violencia en el plano político, de las dos
grandes fuerzas históricas -el feudalismo agonizante y el
capitalismo naciente- que en ese momento se disputaban los
destinos de la Humanidad. Su primer encuentro en el escenario
americano.

El choque de estos dos trenes históricos en un escenario tan


modesto y asimismo tan distante, fue preparado por una política
insensata llevada a cabo durante todo el Siglo XVI.

El fracaso de la experiencia inicial, basada en las concepciones


mercantilistas de la Corona, que la llevó a sustraerle el mercado
mundial y los capitales a la incipiente industria azucarera inventada
por ellos mismos, se evidenció en el primer cuarto del Siglo XVI.

Pero ya a mediados de ese mismo siglo había aparecido una


salida histórica para la Colonia, por medio de este "comercio
intérlope", que ponía el mercado mundial y los capitales en las
mismas costas de la Isla y a las mismas puertas de las casas que ~n
ellas edificaron los vecinos despiertos. Por esa nueva vía la Coloma
se encaminaba a un desarrollo que sólo una imaginación exaltada
puede medir en sus verdaderos alcances, debido a que engarzaba con
129
la explosión capitalista que estaba cuajándose en esos mÍsmos
momentos en las rutas marítimas mundiales.

La clave para comprender la naturaleza del fenómeno que se


presentaba en ese momento en las costas de LA ESPAÑOLA, se
encuentra en un proceso que constituye la raíz más profunda y
remota del capitalismo y que se conoce como la contradicción entre
la ciudad y el campú. Y en él debemos concentrar nuestra atención.

Las ciudades que originalmente recibieron la orden de


despoblación, y las otras que se encontraban en el interior pero que
participaban en el "comercio intérlope" debido a la amplitud de los
intercambios comerciales, habían alcanzado un grado de
prosperidad que las convertía en un foco de atracción para el
campesinado. El flujo creciente de productos del campo hacia las
ciudades, donde ya se organizaban ferias regulares y se establecían
almacenes permanentes l , significaba a ojos vistas una
transformación profunda de la concepción social y económica del
imperio español e involucraba inclusive un germen de independencia
política, efectivamente dilucidado solemnemente por los holandeses
en la proclama de Guillermo de Orange, con todo el rigor formal de
la época, acompañado de los consabidos disparos de bombarda, en
las mismas costas de la Isla 2 •

Este fenómeno del desarrollo de las ciudades a expensas del


campo es una expresión cabal del origen del régimen capitalista. La
propiedad privada, que es la categoría fundamental del capitalismo,
se manifiesta históricamente como aparición y desarrollo de
concentraciones urbanas, las cuales van aparejadas cotl la
liquidación del sistema de propiedad comunitaria en el campo. De
modo que la propiedad privada despunta siempre- como una
contradicción entre la ciudad y el campo.

Engels nos dice que la propiedad privada, que se encuentra ya


"en las arcaicas comunidades de todos los pueblos de cultura. se

idem, parágrafo 245, página 115.

2 Se inserta completo en EL GRAN INCENDIO.

130
desarrolla ya en el seno de ellas, primero, en intercambio con los
extranjeros, en forma de mercancía... "1 El mismo explica que este
intercambio se manifiesta de inmediato como división del trabajo,
que va a producir la contraposición entre ciudad y campa, sobre la
base del desarrollo de la propiedad privada y el aniquilamiento de la
propiedad común de la tierra.

"La más importante división del trabajo físico y espiritual es la


separación de la ciudad y el campo. Esa contradicción comienZl con el
tránsito de la barbarie a la civilización, del régimen tribal al Estado, de
la localidad a la nación, y se mantiene a lo largo de toda la historia de
la civilización hasta nuestros días...
"La ciudad es ya obra de la concentración de la población, de los
instrumentos de producción, del capital, del disfrute y de las
necesidades, al paso que el campo sirve de exponente cabalmente al
hecho contrario, al aislamiento y la soledad.
"La contraposición entre la ciudad y el campo sólo puede darse dentro
de la propiedad privada.
"La separación de la ciudad y el campo puede concebirse también
como la separación del capital y la propiedad privada sobre la tierra,
como el comienzo de una existencia y un desarrollo del capital,
independientes de la propiedad territorial, de una propiedad basada
solamente en el trabajo y el intercambio... "2

La existencia pura y simple d~ aquellas ciudades estremecidas


por el bullicio de las ferias, que brotaban a la llegada de las naves
europeas, representaban, a juzgar por el extracto que acabamos de
ver, la inserción de esta Colonia en el marco de uno de los fenómenos
más espectaculares y gigantescos de toda la Humanidad. Nada
menos que el fenómeno capitalista. Y nada menos que con una
industria inicial. Y nada menos que a principios del siglo XVII.

Esto significaba al mismo tiempo, y como aspecto esencial del


proceso, la liquidación del régimen de propiedad comunal de las
tierras, en la medida en que el campesinado se incorporara a ese
comercio, cosa que se puso ampliamente de manifiesto en los días del
comercio intérlope. Poseemos constancia documental de la

Engels, Federico: ANTI-DUHRING. Grijalbo. México. 196X. página 154.

2 Marx-Engels: LA IDEOLOGIA ALEMANA. Montl'\idco. I96X. página 55.

131
situación. Jerónimo de Torres la describía en 1577 en los siguientes
términos:

"Esta gente de estos pueblos, ora sean españoles, o los que dellos
nacen, o los mestizos, que ay algunos muy ricos, todos son gente muy
bien tratada y regalada .., y, caso que la tierra sea harta de comidas esto
de España falta allá... y por tenerlo y porque es barato, y uno por
gastarlo y otro por revenderlo, ya que venden su cuero y azúcar y
cañafístola por más de lo que lo venden en la tierra, quebrantará y se
atreven a la ley de V. A. y pasarán mil muertes... y además esto
procuran con el secreto asegurarlo ..."

y agregaba algo más adelante:


..... en efecto, la tierra está de suyo perdida y la contratación, ya que
por la frecuencia de estos franceses no acuden navíos españoles a los
tratos y el que acuda halla los cueros muy caros y, por sus mercaderías,
como ellos las tienen aquí tan baratas como en Sevilla, no les dan
nada... y si acaso no les toma el francés y no paran porque ni hallan
carga ni nada por su mercadería (y los vecinos los quieren francés
porque es más granjería) con los muchos esclavos que tienen hacen
labranzas y·envíanlas a Tierra Firme a venderlo, y traen los dineros,
esto es, a los ricos que pueden tener navíos que llevan sus frutos; que el
pobre, por faltar contratación de quien le compre sus frutos, ya que no
tienen cueros, están faltos de dinero, y ay poco en la tierra o ninguno, y
esto siéntese en los pobres y en los mercaderes, y torno a decir que por
ningún género hay contrataciones de españoles, digo navíos, a causa
de los muchos franceses ... "1

Este es un testimonio directo de valor incomparable. Aquí se


nos certifican dos detalles de excepcional importancia. Uno es que
los intercambios que se operaban con los extranjeros involucraban
una mercancía particular, el dinero. Y es importante porque destaca
la naturaleza comercial de esas operaciones. El intercambio
comercial con extranjeros "EN FORMA DE MERCANCIA", que
decía Engels, y no en términos de cambalache puro, es lo que le
insufla su naturaleza capitalista a todo el proceso: "traen los dineros,
esto es, a los ricos "que llevan a cabo esas operaciones,'dice Jerónimo
de Torres. La mercancía aparece aquí en toda su connotación
monetaria moderna.

Rodríguez Demorizi, Emilio: RELACIONES HISTORICAS DE SANTO


DOMINGO. Tomo l. páginas 135-6.

132
El otro detalle de importancia igualmente excepcional y que
sirve para darle a toda esta situación unas dimensiones incalculables
es que la actividad comercial con extranjeros no se circunscribía a lo~
navíos que frecuentaban la costa. Ese carácter, que es el que le aplicó
la denominación de "comercio intérlope ", esto es, comercio de
intermediarios (la palabra es de origen holandés) debió ser el que
tuvo de manera exclusiva en los primeros años. Pero debió llegar un
momento en que los vecinos enriquecidos adquirieron o
construyeron sus propias naves y emprendieron por sí mismos esa
actividad llevando sus propios productos a Tierra Firme. Aunque
este comercio seguía siendo clandestino dejaba de ser "comercio
intérlope" ya que el intermediario europeo quedaba suprimido, en
beneficio directo del propio productor nativo'.

De aquí se desprende, UNO, que la profundidad de los


intercambios iba más allá de la dependencia de los europeos dando
origen a una clase social autóctona ("esto es, a los ricos, que pueden
tener navíos que llevan sus frutos", como dice Torres, "con los
muchos esclavos que tienen '). Esta clase social llevaba a cabo una
acumulación de capital totalmente independiente, a la vez de la
Corona y de sus huéspedes "herejes", que cambiaba completamente
la naturaleza de la sociedad colonial.

Y, DOS, que el llamamiento de Guillermo de Orange, en el


sentido de que los nativos se independizaran de la Corona española y
se unieran a las Provincias Unidas por él representadas, no era más
que la expresión de un proceso que se originaba en la propia colonia
y no en la cabeza de los holandeses que comerciaban con ella. Esa es
además la significación profunda e inmensa que tiene la advertencia
que el Licenciado Valcárcel hacía por aquellos tiempos respecto del
peligro "de que por aquí comience la pérdida por donde comenzó el

Parece que Peña·-Batlle ni ningún otro historiador ha prestado atención al hecho


singular, inmensamente significativo para caracterizar la naturaleza del proceso
económico que ocurre durante el Siglo XVI. La exportación de mercancía en
naves propias anuncia un desarrollo económico de perspectiva incalculable que
supera infinitamente las que involucraba el comercio intérlope. No se trata ya del
comercio con extranjeros en el mercado insular sino qu~ proyectaba la
producción insular en forma independiente hacia otros terntonos.

133
descubrímíento"l, • en una alusión directa y reiterada acerca de la
independencia del Nuevo Mundo.

El mismo López de Castro, el más funesto de los


"memorialistas", padre de la idea infame de las
DEVASTAClüNES, deja conocer que esa situación, impulsada por
la actividad mercantil, se traducía en una descomposición del campo
en favor del desarrollo de la ciudad, ya que, decía,

"como están cerca de los dichos puertos sus ganados de los


rescatadores, yen el rescate ganan a lo menos más de mil por ciento,
no atienden al beneficio de las minas ni a la labranza de los frutos ni a
la crianza de los ganadoS, como deben, antes le parece que el que hace
un buen rescate, de aquella vez queda rico... "2

Estos documentos caracterizan muy netamente la naturaleza del


cambio que tenía lugar en el seno de la sociedad colonial, cuyo rasgo
más acentuado era el ingreso, cada vez más notorio a medida que se
intensificaba el intercambio comercial con extranjeros, deL régimen
de la propiedad privada en perjuicio del régimen de propiedad comu-
nitaria de las tierras, con la consecuente descomposición del campe-
sinado y la profundización de las diferencias de clase. Como nos ex-
plica Engels:

"A medida que los productos de la comunidad van tomando


progresivamente forma de mercancía, esto es, a medida que va
disminuyendo la parte de ellos que se destina al consumo propio de los
productores, y aumentando la parte que se produce con fines de
intercambio va desplazando, también, en el interior de la comunidad,
a la originaria y espontánea división del trabajo, en esa medida va
haciéndose desigual la situación patrimonial de los diversos miembros
de la comunidad... ''3

Las declaraciones más espectaculares del Licenciado Valcárcel en EL GRAN


INCENDIO. pág. 115. El texto completo en el Vol. 11 de las RELACIONES
HISTORICAS DE SANTO DOMINGO mencionadas.

2 RELACIONES HISTORICAS. Vol. l. página 70.

3 ANTI-DUHRING. ob. cit. pagma 154. Este párrafo es continuación del


anterior pero le anteceden las palabras siguientes:

134
Por consiguiente, la colonia primogénita se encontraba
indudablemente dando a luz un régimen social completamente
moderno y formidablemente proyectado hacia el futuro. Y,
naturalmente, se desplomaba todo el esquema colonial establecido
por España, dando origen a un creciente deterioro de sus
concepciones feudales.

"La propiedad privada no aparece en ahsolulo como resullado exc/us/,'o del


ro ha y la violencia. Anles al con/rario. e.\isleya. aunque limilada a delel millados
ohjelos. en las arcaicas comunidades de lodos los Imeh/os de cu/[ura. Se
desarrolla ya en el seno de esas comunidades. primero E!', EL /N T/:'RCA ,'vI HIO
CON LOS EXTRANJEROS, EN FORMA DE MERCA NCIA ':

Ni Américo Lugo. creo yo. con haber sido quien descubrió el alcance de las
DEVASTACIONES. ni Peña-Batlle. con haber sido quien con mayor
profundidad caló en sus implicaciones históricas. pudieron medir en su
verdadera magnitttd su importancia, debido a S'lIS limitaciones metodológicas ..
El hecho extraordinario por encima del cual su atención voló con los ojos fijos en
el horizonte, tiene una doble inteligencia:
UNA, que el intercambio con extranjeros se llevaba a cabo en ~A ESPA!iJOLA
a fines del Siglo XVI, en naves propias, y no con las naves extranjeras, que
califica y denomina este comercio como "intérlope ". El hecho de que el comercio
con extranjeros se realizara con extranjeros yendo hacia los mercados del
exterior, cambia completamente el sentido de ese comercio. puesto que
"intérlope" significa a través de intermediarios, y en este caso el intermediario es
suprimido y el comercio se realiza de manera directa,

DOS, que el intercambio con extranjeros, a diferencia de la manera que lo


realizaban aquellas naciones que venían a comerciar con LA ESPAÑOLA, era
realizado por los vecinos pudientes de esta colonia, a espaldas del poder colonial.
mientras que aquellas nacione~ lo realizaban de acuerdo con sus propios
gobiernos. Este divorcio entre los intereses de los vecinos y los intereses de su
metrópoli planteaba netamente un rompimiento que el Licenciado Valcárcel
advirtió con sorprendente claridad para la época.

Se ha pensado que este Licenciado Valcárcel es un pseudónimo. Fray Cipriano


de Utrera da noticias de un oidor que obtuvo ese cargo en 1614 en San Lorenzo y
embarcó en Sanlúcar en 1615 para comenzar a cobrar su salario el6 de abril de
ese año en Santo Domingo de La Española. Para el caso, lo mismo da. Lo
importante es que un Lic. Valcárcel, fuera éste u otro, se percató de las inmensas
significaciones que implicaba este acontecimiento.

La noticia de Utrera se encuentra en NOTICIAS HISTORICAS DE SANTO


DOMINGO, Taller, Santo Domingo, 1978.

135
2

Lo más impresionante de esta situación es que el proceso que


acabamos de esbozar, concuerda exactamente con el que se
desarrollaba en las altas esferas de la política metropolitana. Eran los
momentos en que estos balbuceos capitalistas que se producían en las
costas de LA ESPAÑOLA, habían alcanzado ya cierta madurez en
algunas naciones, Holanda principalmente ya seguidas Inglaterra y
Francia, que era!1, con Portugal, las naciones extranjeras que
realizaban el comercio intérlope.

En Europa, el proceso capitalista que debía desplazar al régimen


feudal comienza por darle la batalla en el campo religioso, (la
REFORMA) y obliga a España, que se arroga la defensa del
feudalismo, a abrazar la bandera de la reacción (la
CONTRARREFORMA). Es con esta alineación que aquellas
naciones llevan a cabo su comercio con la banda del norte de esta
Isla.
Por tanto, España está en una línea correcta cuando considera
que esta actividad comercial afecta en muy pequeño grado su
situación económica, tratándose de una Isla prácticamente
abandonada y débilmente productiva al nivel de las grandes
naciones, pero en cambio representa una provocación de magnitudes
planetarias en el terreno de las confrontaciones políticas.

y esto nos explica el rigor extremo, la violencia cósmica, que


alcanzaron las devastaciones. Al fin de los dos años implacables que
duró la catástrofe, quedó por primera vez en el vasto imperio español
de Indias, una colonia humeante e inservible.

Y, si la República Dominicana es, por una extraña paradoja, una


de las naciones hispanoamericanas que en menor grado conserva el
legado de LA ESPAÑOLA del Siglo XVI, es porque la Madre Patria
quemó con sus propias manos aquellas raíces y aró la tierra con sal
para que jamás volvieran a brotar bajo su planta. Un acontecimiento
de tales magnitudes no podía ocurrir sin que sus consecuencias se
manifestaran ardientemente en los siglos venideros.
Por eso debemos detenernos a examinarlas cuidadosamente,
antes de proseguir con estos desarrollos.
136
Las Consecuencias
CONSECUENCIA I

Donde se Discute el Problema del


Aniquilamiento Completo de la Propiedad

Desde mediados del Siglo XVI, el régimen de propiedad en esta


Colonia seguía dos líneas divergentes:

UNA era la propiedad comunitaria de las tierras establecida por


Decreto Real en que se disponía que

..... los pastos, montes yaguas fueran comunes a todos los vecinos, a
fin de que los pudieran gozar libremente, haciendo de cualquier buhío
sus cabañas, para poner sus ganados,juntos o apartados, sin embargo
de cualesquier ordenanzas, pues todas las que a ellas se opusieren
quedarán de hecho derogadas ... "1

LA OTRA era la propiedad privada. que vino ya en las naves


colombinas y que posteriormente había seguido un curso espontáneo
como resultado del intercambio comercial con extranjeros en el
litoral de la Isla, creando una línea de ciudades prósperas,
principalmente en la banda del norte, ya con los rasgos
característicos del proceso de aparición y desarrollo del capitalismo.

No quiere decir que estas dos formas de la propiedad co-


existieran apaciblemente una alIado de la otra. Al despuntar el Siglo
XVII, las concentraciones urbanas del litoral norte habían puesto de
manifiesto la contradicción de estas dos formas de la propiedad y la

Pacheco. Cárdenas y Torres de Mendoza. Editores: CO':ECc;IO.N DE


DOCUMENTOS INEDITOS DE INDIAS. Madrid. 1864 Yanos sigUientes.

139
tendencia histórica de la propiedad comunal a convertirse
en propiedad privada así como la tendencia de esta última a
impregnarse de rasgos capitalistas e imponerse como régimen
dominante en la sociedad colonial.

Aunque en esencia la acción de la Corona iba dirigida a impedir


el desarrollo de esta última tendencia, ninguna de las Cédulas Reales
que disponían las DEV ASTACIONES hizo mención alguna de ella.
Tampoco en la práctica devastadora se estableció diferencias. Y no
podía ser de otro modo, puesto que esas tendencias históricas se
dirigían al mismo fin y afectaba en forma absoluta a toda la
propiedad, fuese disfrutada por un solo propietario o por una
comunidad de vecinos, independientemente de que la Corona fuese o
no consciente de ello.

En consecuencia, el hecho de que la propiedad fuera deva!ilrada


entonces, no puede entenderse en el sentido de que lo fuera aquella
que era ejercida por un propietario individual, mientras quedaba
excluida otra, o que en una zona permaneciera intacta y
desapareciera en otra, o que pudieran trazarse franjas y guardarrayas
que impidieran el avance de la tendencia histórica.

Es sabido que, después de llevar a cabo su empeño destructor,


Osorio ordenó al Notario que certificara que la Isla quedaba
reducida a su tercera parte y así se cumplió. "Demás de lo qual, yoel
dicho Gaspar de Azpichueta, escrivano, doy fée e verdadero
testimonio que el más apartado lugar desta dicha cibdad es la ciudad
de Santiago que, como está dicho, dista treinta leguas"! etcétera.

Fuera de esta zona, como se dijo antes, la tierra fue "arado con
sal"y prohibida toda actividad so pena de la vida. Allí efectivamente
fue aniquilada físicamente toda propiedad. Pero las guardarrayas
que trazan los hombres no siempre colindan con las que trazan las
leyes históricas. Y por eso la onda devastadora no se detuvo ante esas
fronteras sino que siguió su marcha secreta aunque inexorable en las
entrañas de aquellas otras propiedades que, sólo por la voluntad de
Osario, debían quedar excluidas de la devastación; como si la

RELACIONES HISTORICAS, ob. cit. Vol. 11

140
realidad se comportara de manera metafísica o farmacéutica. donde
todas las sustancias se mantienen aisladas unas de las otras e
incapaces. por tanto. de recibir la infinidad de interacciones que
constituyen el proceso social e histórico.

Debia suceder que. mucho más devastadora que cualesquiera de


las medidas emprendidas por Osario. viniera a serlo la supresión del
intercambio comercial con extranjeros.

Esa medida. sin que ninguna otra la acompañara. era suficiente


para minar por su base el régimen económico imperanle en la Isla.

Si toda la sociedad. de arriba a abajo y de derecha a izquierda.


estaba impregnada por ese sistema y dependía de él. las propiedades
comprendidas en el triángulo :le las guardarrayas debían
desplomarse con el mismo estruendo con que se desplomaron los
templos católicos de la banda del norte. Este desplome no lo podia
evitar el recuerdo de las antiguas relaciones ni los vinculas afectivos
ni los duendes saltarines que danzaban de noche en la cabeza de los
hombres. Ninguna formación social o económica podía sobrevivir a
ese impacto material. Las haciendas de la banda del sur, que eran tan
rescatadoras como las del norte y cuya prosperidad. como la de los
funcionarios y los sacerdotes tenían el mismo fundamento, no
podían evadir el mismo deslino. Era, pues, un destino comÍln.

El principal estorbo con que tropieza la comprensión de este


proceso es el famoso Censo que Osario dispuso en 1606. tan pronto
como concluyó su faena devastadora. Este censo es una de esas
telarañas en la cual los enemigos de los pueblos enredan a sus
víctimas y las dejan enredadas por toda una eternidad.

Peña·Patlle quien. a pesar de su hispanofilia impermeable.


comprendió la magnitud de la empresa devastadora en toda su
profundidad. aunque distorsionara su contenido. ha hecho el
siguiente comentario esclarecedor:
"Si el recuento de 1606 se hubiera realizado sobre la totalidad de la
Colonia y no dentro de las arbi:rarias guardarrayas fijadas por el

141
Presidente, los resultados de la operaclOn hubieran sido
sorprendentes. El ánimo se levanta sólo de pensar que en la lista de
Azpichueta pudieran leerse los nombres de los hatos, estancias,
lugares, pastos y habitantes que arrasó, demolió, incendió y asesinó
Osorio en más de la mitad de la Isla y que toda esa numerosa fuente de
riqueza hubiera podido cumplir su misión social y política en el
desenvolvimiento normal de la Colonia. No es aventurado afirmar
que La Española no se repuso nunca del golpe de 1606... "1

Si no se repuso nunca, la gran tarea consiste en perseguir ese


golpe en todo el trayecto histórico. Por eso hay que evitar por todos
los medios caer en la telaraña que tendió Osorio para encubrirlo. Por
lo pronto hay que advertir que utilizó un procedimiento mucho más
adecuado y plausible que el que propone Peña-Batlle en ese extracto.

No era un censo en la totalidad de la Colonia lo indicado. El


Censo de 1606 fue llevado efectivamente a cabo de esa manera, y no
solamente en la zona triangular de las guardarrayas como lo apreció
Peña-Batlle. Mucho más indicado que ese procedimiento era el de
efectuar un censo inmediatamente ANTES y otro inmediatamente
DESPUES de la devastación para poder establecer su resultado de
manera objetiva y aritmética.

Yeso es precisamente lo que hizo Osorio.

La constancia documental del procedimiento elegido por él se


encuentra en el testimonio oficial de Cepero y Xuara, que vivieron
esas escenas y así lo declararon en 1608, a sólo dos años de la
tragedia, cuando aún había humo y sal en aquellas tierras:

"ITEM: envió a contar el ganado de toda la Isla a Bartolomé Farfán,


allegado y favorecido suyo, el cual dijo y publicó que el dicho
Presidente le había prometido una joya si le trajese contadas más de
ocho mil cabezas de ganado vacuno mansas; y esta demasía y engaño
se echará de ver por las diligencias V.S. ha enviado a hacer para que se
vuelva a contar el ganado, con lo cual y la cuenta que hicieron los
cuatro jueces que envió a contarlo el dicho Presidente antes de las

Peña-BatIle, Manuel Arturo: OBRAS ESCOGIDAS, Col. Pensamiento


Dominicano, T. 1, Santo Domingo, 1968, página 216.

142
dichas r~duccion~s, se echa.rá de ver lo que se ha muerto, rescatado y
consumido, y las Justas quejas de los dichos veCinOS, y si son ciertas las
relaciones que se han dado de la abundancia del ganado... "1.

Por este texto se establece sin la menor duda que el Presidente


Osario procedió en este asunto con absoluta corrección y habilidad,
toda vez que llevó a cabo un censo ANTES de proceder a las
devastaciones.

Es claro que el Presidente no necesitaba un segundo censo para


conocer la magnitud «le ellas, después de haber devastado con sus
propias manos. Si lo hizo fue para lo contrario, para impedir que
fueran conocidas por la Corona, y de paso por los historiadores
contemporáneos, de modo de acomodar los datos a sus
conveniencias.

Los mismos testigos y en el mismo documento denunciaron esa


estratagema y los móviles que condujeron a ella:

"ITEM: que para persuadir a S. M. (de que debía tomar) por


grandes servicios los daños referidos, y de que los nuevos vecinos,
tristes, pobres y afligidos, quedaban muy contentos y ricos, y toda la
Isla abundante de ganado y las casas o iglesias acabadas, hizo lista de
todos los dichos vecinos despoblados, y les iba preguntando las
haciendas que tenían y, algunos de ellos, temerosos de los rigores del
dicho Presidente, y por darle gusto, decían que eran dueños de pastos
y estancias, sin tenerlos, ni qué comer, ni vestir, y pasaron en esto otras
cosas de mayor inconveniente, como lo dirá Diego Velázquez y otros
testigos, y la fuerza y la violencia con que hizo obligar a Benito García
a hacer y fabricar la iglesia a menos precio, y que los vecinos hiciesen
de nuevo otras casas no pudiendo sustentarlas, ni vivir en ellas ni aún
cuando fueran ricos, porque en todas hay muchas pozas de agua, yasí
las han dejado yermas y desiertas, como dirán los testigos... ''2.

Esto declaran las fuentes. Osario realizó un conteo antes de


llevar a cabo las destrucciones y otro después de ellas. El primero es,
sin duda, el correcto, probablemente hecho elaborar para su propia

RELACIONES HISTORICAS. Vol. 1

2 ldem.

143
orientación. El segundo, aunque no lo hubieran certificado los
testigos de la época, era evidentemente falso. Su objetivo era engañar
a la Corona a fin de asegurarse la recompensa que efectivamente le
fue otorgada, aunque quiso el destino que no fuera cobrada ni porél
ni por sus herederos.

y no es difícil percatarse de que el famoso Censo de 1606 no


sirve para mostrar ni lo que quedó ni nada, puesto que sus propias
incongruencias lo delatan.

Por ejemplo. El Censo registra 12 ingenios de azúcar con una


dotación total de 800 esclavos.

Si se recuerda -y si no se recuerda lo dice Lugo en su


Historia-que sólo el ingenio SAN PEDRO tenía una dotación de
900 esclavos de una población esclava que se calculaba entonces
entre 15 y 20 mil individuos, se echa de ver la magnitud del destrozo.

Esto sin salirse del Censo. Una vez que se confirma que las cifras
fueron abultadas cabe reducir con la reserva que se qUlera esta cifra a
expresiones más discretas. Y, si por la vía del sentido común, se
admite que la desarticulación de la vida económica, social e inclusive
espiritual, impedía que la marcha de la sociedad pasara de una
situación de prosperidad y bienestar a otra de terror y de fuga sin
resentir la producción y paralizar toda forma de intercambio de
productos, y principalmente los ingenios, entonce!l; también hay que
reducir a proporciones más discretas esa cifra de esclavos, de gente
rebelde, uncida tanto al ingenio como a la expectativa de la más
mínima oportunidad de sacudir el yugo opresor...

El Censo asimismo registra una lista casi interminable de hatos


de vacas, cabras, ovejas y cerdos. Pero se limita a recoger el nombre
del propietario de los hatos sin consignar las unidades
correspondientes, cuando lo que se necesitaba era el número de
unidades y no el de propietarios. En ninguna parte se indica el
número de cabezas de ganado existente en la Isla. Una larga lista de
propietarios, de los que por cierto no quedó ni el rastro según nos
cuenta Sánchez Valverde, podía conducir a la creencia en un número
considerable de cabezas de ganado que efectivamente existía, pero al
144
margen de toda propiedad, igual que el esclavo, disperso por montes
y sabanas, o como el mismo propietario, disperso igualmente por
playas extranjeras...

Es casi completamente seguro que el primer censo recogía la


realidad. Yeso podría explicar, si el futuro o el azar no muestran lo
contrario, que no haya aparecido nunca. El Censo que se conoce
procede de los Archivos metropolitanos. Si las cosas ocurrieron
como las refieren Cepero y Xuara, el primer Censo, el verdadero,
nunca pudo llegar a la Metrópoli. Quedaría cuidadosamente
guardado entre los documentos personales de Osorio, si quería
reservarle a la posteridad este fragmento de la realidad verdadera y
no sólo el de la realidad convencional o de conveniencia. A lo mejor
se encuentra plácidamente entregado a la acción de las polillas en el
Archivo de La Habana. Y es posible también, porque las
recompensas futuras explican las violencias presentes. que fuera
simplemente destruido o devastado como-ocurrió con la realidad real
reflejada en él. En este caso no quedará sino la mentira eterna
3
Sin embargo, podemos pasar por alto todas esas
consideraciones y los testimonios que las refrendan y atenernos al
curso histórico, que es el documento que mejor certifica la naturaleza
de los episodios aislados.

La profundidad de las destrucciones y de los cambios que ellas


originaron, se manifiesta en ese mismo año de 1608. Dice el
historiador García que al llegar el Gobernador Diego Gómez de
Sandoval en ese año "encontró la Colonia en el estado más
lastimoso. porque las transmigraciones habían vuelto a tener
aliciente. los campos se iban despoblando y las haciendas
desaparecían; las casas se arruinaban cerradas porfalta de quien las
habitara; los derechosfiscales se reducían escandalosamente. porque
no había muchos ramos de comercio de qué cobrarlos ni gente que
estuviera en actitud de pagar serias contribuciones; que todo. en.fin,
estaba en decadencia"·.

García, José Gabriel; COMPENDIO DE HISTORIA DE SANTO


DOMINGO, Santo Domingo. 1893, Vol. l. página 148
La quiebra de la economía colonial en 1608 había alcanzado ya
el grado de hacérse!e imposible resistir el peso de la burocracia
oficial. "La Hacienda no tenía más ingreso que las pocas resmas de
papel sellado que podían consumir quatro \'ecinospohres. .. "cuenta
Sánchez Valverde l . Nunca antes había ocurrido así en toda la historia
de la Colonia. 1\i siquiera en la época de retroceso económico que
siguió al primer cuarto de siglo. Las haciendas que sobrevivieron a la
devastación no resistieron sus consecuencias. La Corona se vió
obligada por la materialidad de los hechos e aceptar estas
consecuencias y crear un "sifUadu" de [l/léxico para mantener
artificialmente la apariencia de una Colonia. 1\i los Ingenios, ni los
Hatos. ni las Estancias que registraba el Censo. con ser tan
numerosas. alcanzaban a soportar esas cargas. lo que rC\ela que
pertenecían al orden de la fantasía.

Porque inclusive se puede admitir su existencia en los mismos


términos en que, para engañar al Rey y a loS" historiadores
candorosos del futuro. los hacía consignar Osario. despidiendo
vapores de azufre, al atemorizado y obediente escribano Azpichueta.
El hecho es que podían ser todo lo numerosos que se quisiera y lo
productivos que se deseara, pero sí no existía mercad0 2 , si no existía
numerario, si la economía no podía sustentarse en la imagll1ación, si
no venía un solo barco de registro de España en cinco años. si el
proceso histórico había sido detenido en seco. si los productores
emigraban en masa, si los que quedaban no podían poneren marcha
una iniciativa fructífera dentro de las guardarrayas ni la autoridad
sustituía la realidad devastada con una realidad nueva, esas
supuestas haciendas o "hatos" del Siglo XVI que se quieren
prorrogar en nuestra historiografía, se desmoronaban solos. Se
desplomaban espontáneamente. N o podían traspasar el umbral de la
catástrofe.

Sánche7 Valverde. Antonio: IDEA DEL VALOR DE LA ISLA ESPAÑOLA Y


UTILIDADES QUE DE ELLA PUEDE SACAR SU MONARQUIA. Santo
Domingo. 1947. página 11.
2 "Andan desnudos por no hah,.,. cO/l/etcio en la Isla ". Fray Fernandode Carbajal
y Rivera. Ar7obispo de Santo Domingo, en carta al Gobernador a 26 de
noviembre de 1695. en Demori7i: RELACIONES HISTORICAS DE SANTO
DOMINGO. Vol. 111 página 214.

146
y esto que indica el sentido común lo comprueban y certifican
los documentos, sin que falte en ellos ese humor que. según enseña la
experiencia, suele acompañar a las más grandes desgracias. Cuenta
Fray Fernando Carbajal y Rivera, Arzobispo M Santo Domingo,
que su penuria era tal que tuvo que pedirle a Dios la gracia de un
huevo de gallina:
"... dí gracias a Dios de poder hallar un huevo que comer y alguna vez
me aconteció solicitarle que unq gallina entrase en el bahareque de mi
habitación para tenerlo, esperando que lo pusiese. para el sustento de
aquel día... "1

Pero sus cartas componen una antología, no del humor sino de


la desesperación. Culpaba agriamente al comercio de Sevilla por
haber inspirado las Devastaciones a fin de eliminar el comercio de
Flandes yen consecuencia haber sumido a la Isla en la más amarga de
las tragedias:

"Es la mayor lástima, es compasión, fue impiedad, esto me mata, me


consume y me atormenta. ¿Hay maldad semejante? ¿Hay sinrazón
más contra razón? No hallo términos con qué explicar el sumo daño
que han hecho estos malvados. Y que el Rey los favorezca y los
ampare y se ejecute lo que ellos quieren, me desencanta y me desatina.
Cuando llego a esto, Señor, no puedo más, no puedo más... "2

Estas consideraciones tan severas iban dirigidas al Marqués de


los Vélez, del Consejo de Estado de Su Majestad y su Presidente en el
Consejo Supremo de Indias en Madrid, en una extensa carta en la
que multiplica esos argumentos:

"Señor, Señor Excmo. ¿pesaría tanto lo que alegó el Comercio de


Sevilla para que se repudiase éste de Flandes? ¿Es posible que no

"De cinco a dnco años I'iene de España el regislro. para más aniquilarlos ". En la
misma fuente, página 153.

"Lo., Derechos Reales se redujeron a nada porque ni había ramos de comercio de


qué cohrarlos ni persona que se hallase en eSlado de pagar conlrihución oo.
Sánchez Valverde: IDEA DEL VALbR..., ob. cit., página 113.

Carbajal y Rivera, op. et loe. cit, página 218

2 RELACIONES HISTORICAS, Vol. 1lI, página 123

147
hayan escarmentado en eabeza ajena y propia los Señores
Gobernadores? Porque se decía que comerciaban aquellas cuatro
Ciudades. Pueno de Plala, Bayaja, Monte Christi y la Yagua na, las
mandaron (y sin razón) despoblar, perdieron lo principal sus vecinos,
porque las casas y monterías no se conducen; desde enlOnces
comenzó a empobrecer la Isla. , . ~I

No había pan, cuenta el Arzobispo. La gente lo había sustituido


pOI" el plátano. Y parece ser que fue entonces. a consecuencia de es·
ta tragedia. que este manjar de esclavos. considerado como
despreciable. subió de categoría y se convirtió en la dieta
fundamental del pueblo. un acontecimiento histórico que no debe
pasar inadvertido. Al menos a ello induce la insistencia con que el
Arzobispo se lo hizo saber a la humanidad entera en un sinnúmero de
cartas conmovedoras:

A don Luis Cerdeño. del Consejo de su Majestad en el Supremo


Consejo de Indias. mayo 29 de 1693:

"Ahora no hay casi harina para hostias y en convento que habia 14 se


han dicho 3 misas cada día por no haberlas para las demás ¡,qué traza
de haber pan para comer? Y aún el de palo que es el sustento de los
que no comen pan, ha faltado aquestos días igualando a los que lienen
un real para comprarlos y a los que nunca lo comen por no tenerlo,
supliendo su falla los plátanos. ¡Hay desdicha como aquesta!"'1

Al Obispo de Málaga. del Consejo de su Majestad. junio 9 de


1963:

"Acuérdome que cuando hubo falta de pan dos o tres diasen Madrid,
se vio el molín y tumulto a vista de un Rey: acá todn el año fa Ita algo
preciso para el sustento y al presente el pan de palo no se halla, callan,
sufren y toleran y su falta la suplen con plátanos. i.Qué4uiere Vuestra
Señoría Ilustrísima que diga de su Icaltad y tolerancia'! SUl'lico a
Vuestra Señoria Ilustrísima que se sirva sacarme de aqui. .''"l

Al Conde de Canalejas. Add:lnlado de la Florida, del Consejo

Idem., página 117


2 Idem., página Isr
) ldem.. pasina 169

148
de S. M. en el Consejo y Cámara de Indias, junio II de 1693:

"Aquí falta de todo, y al presente el pan de palo cuotidiano de los


menos (porque los más por no tener un real no pueden comprarlo) no
se halla y en su lugar comen plátano... "\

A don Antonio Ortiz de Otalora, Secretario de S. M. en el


Supremo Consejo de Indias de la Gobernación del Perú, mayo 9 de
1693:

"El cotidiano pan de esta Isla es el pan de palo. Los menos le gastan
porque los más no tienen un real para comprarlo y cuando ésta
escribo, anda tan escaso (ya días que sucede esto) que aunque los que
lo usan no le hallan; plátanos comen... "2

A don Francisco Camargo del Consejo de S. M., mayo 31 de


1693:

"... ni comen pan, que aún el de palo muchísimos no le alcanzan por


carecer de un real para comprarlo, frutos silvestres son su sustento.."3

Al Conde de Adanero, Presidente del Real Consejo de Indias de


Madrid, el 14 de febrero de 1697:

"... su sustento (el del Arzobispo, o sea'el suyo propio) vaca mala o
toro viejo, su pan ninguno, porque no ha podido entrar en el de palo, y
si lo envían de fuera es tan largo el tiempo por no haver
embarcaciones, que se gasta muy presto porque los enfermos lo piden
o en ser de arina o pan y es preciso dárseles... "4

Por estas cartas se mide la miseria colonial, que había alcanzado


a un cargo tan suntuoso como el de Arzobispo. La población había

ldem página 170

2 Idem . página 133

3 Idem. página 157

4 Idem , página 240

149
descendido del pan bíblico de harina de trigo a este extraño "pan de
palo" al que no podía entrarle Fray Fernando y que, así como no
aparece hoy en las enciclopedias ni en los recuerdos del "mercado
viejo" donde Vico encontraba la eterna sabiduría de los italianos,
tampoco se encontraba entonces, y menos el real necesario para
adquirirlo, en el palúdico mercado colonial'.

En consecuencia, la población se vio obligada a descender un


nuevo peldaño y decidirse por el plátano, lo que significaba igualarse
con el esclavo y con el que no tenía el real para conseguir el esotérico
''pan de palo ". Llegó así, no por la vía constitucional o
revolucionaria sino por los apremios de la vida diaria, la igualdad
suprema.

y ahora se explica uno por qué el plátano es un asiduo huésped


de la dieta dominicana, hasta el punto de impregnarse de
connotaciones nacionalistas, y por qué el desgraciado viajero
dominicano descubre su absoluta ausencia en las mesa
ultramarinas, salvo en Nueva York que es, como se sabe, una ciudad
importante del interior de este país...

Pero donde una sola página basta para ilustrar de la manera más
profunda y dramática la universalidad de las DEVASTACIüN ES,
es en una que recogió Fr. Cipriano de Utrera y que nosotros

Lo más probable es que este ''pan de palo "sea el normal casahe, porque tanto
éste como el plátano se sirven como sustitutivo del pan de trigo en la comida
criolla. Lo extraño es que el casabe, que fue comida de indios como el plátano de
negros, y por tanto abundante y barata, haya escaseado en la Isla. En su carta a
D. Thomas Ximenez de Pantoxa, del Consejo de su Majestad, Fr, Fernando le
refiere que:

"Todo está cerrado. Yafalta el pan y la harina para hostia,l', ya el l'ino para los
fomentos precisos para los achaques. Los más de la Isla no akan::an el "pan de
palo '; por no tener un real para comprarlo, y al presente los que lo U,\l11l /lO le
hallan (si fuera en Madrid, ya huhíera tumulto, como hemos 1·;"'tO)'

Lo que es de presumir es que, como el casabe requiere una técnica para


prepararlo y hornearlo, no todos pudieran obtenerlo como el plátano, que
simplemente se desprende de una mata que se da en cualquier sitio. Y ello revela
que en verdad se trataba de una miseria catastrófica que ha tenido que dejar una
herida secular. Pero ¿venía del extranjero?

150
tomamos de Larrazábal:

"Hay constancia de un caso sucedido al convento de monjas de


Regina.

"Este convento llegó a tal estado de miseria en 1606 que no se podía


subvenir a las necesidades más urgentes sino a base de sacar a la caile a
sus esc!;.\Vas para que le ganaran dinero. Estas salían de mañana y
entraban por la noche con el producto de sus pequeños negocios o
diligencias, pero en este entrar y salir algunas esclavas solían quedar
encinta, y ei escándalo'se producía, no por el hecho de que una esclava
concibiera, cosa demasiado común, sino que las monjas conservaban
a esas esclavas en su convento, le rermitían que dieran a luz y le
criaban sus hijos. Por esto se intentó quitarles a las monjas de Regina
sus esclavas, al menos las ganadoras, pero intervinieron los Oidores y
se suspendió la medida porque para ello hubiera sido menester dotar
al convento de una apreciable limosna... "1

Es indudable que la prohibición del comercio intérlope despojó


a los cueros del privilegio de resolver la vida en la Colonia
despavorida y que las esclavas de Regina se convirtieron en un alegre
sucedáneo. Pero no es posible deducir de ahí ei origen de la palabra
"cueros" con el cual se designa popularmente en nuestro país a "/as
hijas de la noche" o de "la aler:ria" como dicen los franceses, aunque
es difícil desviar los ojos de la coincidencia.

Todo esto revela que el desplome de la economía no azotó a una


de las paredes de la vida colonial dejando intactas a otras. La
tragedia fue universal. No es necesario aguzar el entendimiento para
caer en la cuenta de que la democratización de la mesa y la
liberalización de los conventos son apenas detalles pintorescos y a lo
sumo símbolos que, particularmente en la glorificación histórica del
plátano, sohre todo el verde, expresan esa universalidad. Y lo
veremos inmediatamente.

Larrazábal, Carlos: LOS NEGROS Y LA ESCLAVITUD EN SANTO


DOMINGO, Santo Domingo, 1967, página 132.

151
CONSECUENCIA 11

Donde se Asiste a la Total


Disipación del Pueblo

La historia convencional no ha sido ajena, desde los tiempos de


José Gabrial García, al impacto que ejercieron las
DEVASTACIONES sobre la mecánica interna de la sociedad
colonial. Ha reconocido que su funcionamiento quedó paralizado y
que cesaron sus pulsaciones hístóricas. Y, siendo así, debió haber
pronunciado la muerte con la severidad de un médico legista.

Pero no pudo llegar a tanto. Adoptó una actitud aproximativa y


se limitó a registrar los signos de un estado similar: el sueño, una
especie de invernación colectiva semejante a esa condición que
permite a los osos ignorar el invierno y esperar aletargados el
advenimiento de una nueva primavera. Así, don José Gabriel García.

Este historiador consigna la llegada de un nuevo Gobernador en


1634, veintiocho años después de aquellos acontecimientos y subraya
que' el funcionario llega "precisamente cuando la decadencia
continuaba destruyendo todos los elementos de vÍ(Ja con que
contaba la Colonia que, sumida en profundo sueño, sólo despertaba
a la esperanza cada vez que había un cambio de personal en la
administración civil o religiosa. .. "1

"Sumida en profundo sueño ': he ahí una metáfora sutil que

García: COMPENDIO, Vol. 1, página 154

153
contiene no obstante una tesis histórica de gran destino. Si se trata de
un sueño podrá explicarse más tarde que continuara viviendo más
allá del Siglo XVI hasta nuestros días ...
Este mismo anhelo de supervivencia fluye subterráneamente en
otros historiadores. Pedro Henríquez Ureña, que no lo era pero que
aparecía tan lúcido cada vez que, ilevado por sus estudios literarios,
se veía sumergido en los acontecimientos históricos, la llama
"/anguidez" y extrañamente la explica por la despoblación, con una
ligereza impropia de sus méritos:

"Los años iniciales del Siglo XVII! son todavía interesantes. Después
todo languidece. La lan~uidez no es sólo nuestrél. fluye de la
metrópoli. ya en franca decadencia. I.a despoblación de S'lnlO
Domingo en el Siglo XVI! nace de causas localcs o pcculiares a)
Nuevo Mundo: primero: la ruina de la pobiación indígena, ljue
empobreció a los conquistadores; después, el descubrimiento de
tierras nuevas, que atraía a los audaces. Pero en el Siglo XVII la
despoblación procede de causas generales de España y América:
España decae, y se despuebla ...

Peña-Batlle rechaza esa apreciación de Henríquez Ureña con las


siguientes razones:

"La apreciación es falsa. La languidez de la Colonia y la despoblación


creciente de la misma, tan bruscamente iniciada en los comiemos de!
Siglo XVII, no tienen sino una causa inmediata e indiscutible: la
devastación llevada a cabo por don Antonio Osorio.. "

y explica:
"Al desaparecer la gran fuente de producción que destruyó el
Presidente, la Colonia perdió de cuajo el más importante puntal de su
economía y de su vida: el comercio libre, única posibilidad de balance
entre lo que se vendía y lo que se producía. El problema era mucho
más profundo que el del desbalance comercial. Lo que perdió la
Colonia fue el sendero de la propiedad privada con lo que desapareció
no solamente la balanza comercial sino el comercio mismo. La
destrucción sistemática y organizada de la riqueza colonial -el
ganado y la agricultura-o debía producir. fatalmente. el
languidecimiento profundo de la población. la miseria y. en
consecuencia, ~I destronque de la futura nacionalidad .... "1

Peña-Batlle. OBRAS ESCOGIDAS. ab. cil.

154
Como la mctáfora del sueño. ésta del desrronque dc la jUlura
lIaciomllidad, se presta a interpretaciones versátiles. Parece ser ljue
alju¡ equivale a la muerte. toda vezque la pérdida del troncase opone
aqui a la languidez. pero la supervivencia de las raíces supone la
regeneración del tronco y no ha habido más que un intcrcambio de
mctáforas. El Siglo XVI quedaría así en condiciones de continuarse
en los siglos siguientes.

También Pedro Troncoso Sánchez ha tratado de escapar del


cerco de la histuria convencional en algunos ensayos. En algunas
páginas dice a propósHo del Tratado de Basilea. que ese instrumento
"hiere al almu dominicana "y "des/ruye de un dio para o/ro la piedra
,whre la cual dormia. .. "J

Viendo las cosas en términos aritméticos resultaría que. de 1605


a 1795. fecha del Tratado, esa piedra habría soportado un sueño de
190 años. mucho más largo que el de la Bella Durmiente del Bosque,
y bien merecería que se le otorgara ya la categoría de la muerte.

y parece que el propio Troncoso Sánchez no es extraño a ese


reconocimiento puesto que en esas mismas páginas califica al pueblo
con un neologismo sumamente adecuado y exacto para esa insólita
situación: "inhisrorico ". En efecto. la pérdida de las esencias
históricas no evoca el sueño. La "¡nhistoria" equivale a la muerte
histórica 2.

Pero todos estos autores. incluyendo a Peña-Batlle que caló


muy profundamente en las causas y consecuencias de las
DEVASTACIONES. y aún Troncoso Sánchez que es mucho más
avan7..ado, y que ha intentado una visión general del proceso
histórico del "alma dominicana'''), pone todo el énfasis de su

Troncoso Sánchc7. Pedro ESTUDIOS DE HISTORIA POLlTICA


DOMINICANA. Santo Domingo. 1%8. página 135

2 "Cum'idl'fodo t'n Ji mimw, nut'."lro PUfh/o ,.ro un putblo inhiJIÓriro': ..


..Hohimdo bt,'ho dtl i'!(of/unio un hóhito, ,'t'¡(t'/uhu .•in inll'rno.t inquit'/udn. .. ..
Op, et loe. cit.

3 Véa",: LAS GUERRAS EUROPEAS DE SANTO DOMINGO. en el volumen


eitado. página 109

I SS
pensamiento heredado de la escuela romántica que debe mucho a
Napoleón Bonaparte en la figura abominable de Osorio. Y esto les
impide contemplar la liquidación del pueblo, disminuyendo así la
inmensidad del crimen del genocida.

Ninguno de ellos, salvo Delmonte y Tejada con las limitaciones


propias de su método y de su época, contempló la naturaleza del
sistema productivo como la clave del desarrollo histórico. Por eso
ven un aletargamiento, languidez o sueño donde han debido ver la
muerte total. Ven una continuidad histórica, que es la continuidad de
Osorio, donde han debido ver un corte neto y vertical en la
continuidad del pueblo, que es la única continuidad que convalida a
la Historia.

La actividad popular en el Santo Domingo del Siglo XVII es


disipada por el sistema de explotación de las tierras -y del ganado
adscrito a ellas- en base al régimen de comunidad social que hizo
retroceder la sociedad a formas mucho más primitivas que aquellas
que hacen posible la aparición y luego el desarrollo y el
fortalecimiento del pueblo.

Mientras la propiedad privada constituía el régimen dominante


de la sociedad y se desarrollaba sobre la base de los contactos
económicos con el extranjero, fue posible no solamente la vida del
pueblo sino inclusive sus manifestaciones ardientes, vertebradas en
torno a Hernando de Montoro y a las acciones armadas del Valle de
Guaba en 1605'. Pero tan pronto como se volatilizó la propiedad
privada por la acción del "gran incendio '; para ser sustituida por la
sociedad comunitaria, se llevó con ella la existencia de las clases
sociales y naturalmente al pueblo, sin que sobreviviera ni siquiera en
el estado de hipnosis colectiva en que lo concibió el historiador
García.

En su famoso ANTI-DUHRING, Engels asocia la pequeña


agricultura con la propiedad común de la tierra, el caso que se dio en

En Lugo. HISTORIA DE SANTO DOMINGO.

156
Santo Domingo tras las DEVASTAClüNES, y dice que en este
estadio "en el cual o con cuyos restos muy perceptibles han entrado
en la historia todos los pueblos de cultura, resulta obviamente
natural una distribución bastante homogénea de los productos"l, y
es claro que esa homogeneidad impide la diferenciación de clases en
el seno de la sociedad.

"La agricultura en grande o en pequeño -dice Engels- permite muy


diversas formas de distribución, según las condiciones históricas
previas a partir de las cuales se ha desarrollado. Pero es claro que la
agricultura en grande condiciona siempre una distribución muy
distinta de la condicionada por la otra; que la agricultura en
explotación grande presupone o produce una contraposición de clases
-señores esclavistas y esclavos, señores de la tierra y campesinos
obligados a prestaciones serviles, capitalistas y trabajadores
asalariados- mientras que en la pequeña agricultura no condiciona
en modo alguno una diferencia de clases entre los individuos activos
en la producción agrícola... ''2

Así se comprende que el paso a este sistema de producción,


circunscrito al ámbito del consumo familiar, sumiera a la población
de Santo Domingo tras la tragedia de sus ciudades y la disipación de
la propiedad privada que les daba vida, en una apariencia letárgica
que no era sino la expresión de la muerte del pueblo que llevaba en
sus entrañas. Delmonte y Tejada nos cuenta que aquellos individuos
que fueron arrojados de sus antiguos lares y no pudieron emigrar,
arrastraron una vida fantasmal muchos años después de la
catástrofe:

conformes con su pacífico destino no ambicionaban otra suerte ni


oo • • •

aspiraban a las empresas tumultuosas de la política, el comercio y la


milicia que los había ocupado hasta entonces... ''3

Esto era, en lenguaje histórico, la muerte del pueblo, el acta


breve y dramática de su defunción histórica.

Engels, Federico: ANTI-DUHRING, Grijalbo, México, 1968 pálúna 140

2 Idem., loc. cit.

3 Delmonte y Tejada, Antonio: HISTORiA DE SANTO DOMINGO, tercera


edición. Santo Domingo

157
Pero no es suficiente. Junto a esos seres fantasmales circula un
personaje oscuro aunque potencialmente activo que, por ocupar los
peldaños más bajos de la escala social, venía a ser la clave de la
situación histórica. Sería imposible emitir un veredicto popular sin
establecer, a ciencia cierta, la situación específica de este personaje. A
ese objeto le abrimos las páginas que siguen.

158
CONSECUENCIA III

Donde se Certifica la Desaparición


Definitiva de la Esclavitud

Lemmonnier-~Dellaffosse fue un soldado francés que vino


poco después de la derrota de las tropas napoleónicas en la gran
epopeya vecina. Su sorpresa no fue pequeña cuando, andando por la
campiña, encontraba a unos negros lánguidos que se dejaban
arrastrar por las ondulaciones del tiempo sin mover el velamen de sus
existencias apacibles. El soldado procedía del infierno
revolucionario y apenas si podía dar crédito a sus ojos ... Una sogafija
en la pared ~contaba años después en sus memorias~ les sirve para
dar impulso a su lecho aéreo. Si son casados la mujer lo hace todo. Y
ellos cantan, fuman y duermen. "1 Y refiere lleno de un asombro
que no empalidecían los años:

"Yo interrogué un día a uno de ellos sobre esa cond ucta, censurando
su manera de ser y reprochándole que dilapidara unas energías
provechosas para la agricultura y he aquí su contestación: ¡Ah, señor,
la crianza aleja la labranza!

"Estos esclavos españoles ~comenta después~ eran pastores bajo


las órdenes de amos perezosos. Existía entre ellos ese acuerdo perfecto
que trae el dolce far niente ... porque en esta parte española el amo
dormía en paz aliado de su esclavo, mientras que en la parte francesa
el esclavo degollaba al amo... "

Lemmonnier--Dellaffosse. J. 8.: LA SEGUNDA CAMPAÑA DE SANTO


DOMINGO. Santo Domingo.

159
Es de todo punto de vista comprensible que el soldado francés
quedara estupefacto ante una situación cuya explicación se
remontaba a 200 años exactos en ese momento, 1805. Y no
encor '''ba otra respuesta que el "dolce far niente"(el dulce no hacer
nada, en italiano) y la pereza de los blancos. No tardarían esos
mismos blancos en evidenciar que poseían las mismas'cualidades que
los franceses y que sabían manejar el látigo con la misma pericia,
cuando la industria azucarera emigrara de Haití a Cuba como
consecuencia de la Revolución. De manera que la vida bucólica que
Lemmonnier-Delaffosse encontró en Santo Domingo, no era un
producto del clima geográfico ni del clima moral sino del clima
histórico. Y la clave estaba en esa lucha de clases que los mismos
franceses, sus compatriotas, habían descubierto y que les permitía
comprender los procesos sociales. Lo que sucedía es que las tensiones
sociales, raciales, políticas se diluían en la naturaleza comunitaria del
sistema de explotación territorial que dominaba íntegramente la vida
social.

Pero no estaba descaminado el soldado cuando dirigía la


mirada hacia el supuesto esclavo negro. Siendo el esclavo el último
peldaño de la escala social, su situación definía a la sociedad entera.

La historia común y corriente refiere la abolición de la


Esclavitud como una acción haitiana -realizada por Toussaint en
180 l Y ratificada por Boyer en 1822- desconociendo así que esa
institución había desaparecido dos siglos antes, casi con toda
exactitud.

Lo certifican rotundamente Cepero y Xuara en sus


declaraciones contra el Presidente Osorio a propósito de las
DEVASTACIONES: "Con esto -manifestaron estos testigos
excepcionales en 1608- el dicho Presidente dio ocasión a que los
dichos negros quedasen en su libertad. .. "1

Lugo, HISTORIA. ob. cit. parágrafo 356

160
y era cierto. La libertad había de ser definitiva. Jamás volvería a
resucitar la esclavitud en los términos que los dirigentes haitianos,
que habían conocido sus atrocidades indescriptibles, tenían en mente
al proclamar sus respectivas aboliciones. Esto es particularmente
cierto en lo que se refiere a la situación que contemplaba Toussaint,
quien hizo construir en Santo Domingo un tablado erpecial, según
nos cuenta José Gabriel García ' , para acomodar a los niños,
probablemente para que asistieran al acto solemne de la abolición de
la esclavitud como excepcionales y delicados testigos del fu!Uro ...

No le faltó imaginación tampoco a Boyer, aunque era más


inclinado al símbolo y, llegado su turno, hizo plantar en las plazas
públicas "la palma de la Iiberrad".

Cepero y Xuara se referían na!Uralmente a la desaparición total


del trabajo forzado en los ingenios azucareros y al tráfico
internacional de seres humanos que era su secuela. Esevidente que la
desaparición de esa industria debía llevar aparejada de manera
inevitable, la desaparición de una institucion que estaba
indisolublemente ligada a ella.

No desaparecía nunca empero, de la mentalidad española


aunque sí de la legislación aplicable a su colonia de Santo Domingo.
De ahí que se siguiera aplicando el término a cierto tipo de relaciones
generadas por las nuevas formas de producción a que dieron origen
las Devastaciones y que, al modificarse en los contactos entre las dos
partes de la Isla. debían absorber cierta dosis de propiedad privada
que las teñian de tonos serviles. Deesa manera, la palabra Esclavitud
comprendia dos modales distintos de la institución.

Marx destacó siempre esa conducta del régimen esclavista "el


mal-decía él- recorre una escala que va desde el sistema esclavisla
polriarcal. orientado hacia el propio consumo. hasla el verdadero
úslemo de fa.f pfuntucionn, que lrabaja Doro el mercado mundial... ''Z

2 M",~. (";11'1",: 1:1 CAPITAL. Tomo Jll. página 144

161
Esto nos permite identificar los dos regímenes cuyas nociones se
intercambiaban en la mente de los protagonistas de esas situaciones y
ocasionalmente se intercambian todavía en la de la historiografía
convencional:

a) el modelo moderno de la Esclavitud, o esclavitud de


"plantaciones': que se originó en esta misma Isla en el primer
cuarto del Siglo XVI, pasó a Brasil en el Siglo XVII, a Haitíenel
Siglo XVIII y finalmente a Cuba en el XIX;

b) el modelo clásico, o esclavitud "doméstica", cuyo origen se


pierde en las sombras de la antigüedad y engarza históricamente
en la parte española de Santo Domingo de manera espontánea y
excepcional.

El modelo moderno

La Esclavitud que Marx califica de "verdadero sistema de


plantaciones" está vinculada al capitalismo a través del mercado
mundial y ha sido precisamente ésta a la que el Capitalismo debe el
impulso que, a raíz del Descubrimiento; lo convirtió según el mismo
Marx, en una fuerza decisiva del mundo moderno.

Es esa sustancia capitalista la que caracteriza· a la Esclavitud


moderna como un régimen de explotación bestial que la distingue de
la Esclavitud clásica: en muchos casos han bastado 7 años para
aniquilar la vida del esclavo, sin contar los que aniquilaban los
castigos y tormentos, aunque ya para entonces habían rendido
suficientes beneficios como para que pudieran ser sustituidos por
nuevas piezas, más sanas y más fuertes.

Tras la Revolución haitiana el sistema esclavista moderno se


traslada a Cuba, que hasta esa época era una colonia de segundo
rango sostenida con el famoso "situado de México", y alcanzó allí sus
dimensiones características modernas en manos españolas.

Lo natural es que se hubiese trasladado a Santo Domingo si no


fuera porque la Revolución emancipadora estaba muy cerca. Sin
embargo, ella no impidió que, en efecto, algunas plantaciones de
162
antiguos franceses de aquella parte, se instalaran en ésta aunque con
carácter aislado y sin llegar a imprimir su sello a toda la sociedad.

En Cuba, la decantada "dulcedumbre" del sistema colonial


español quedó trágicamente desmentida. Según refiere un escritor
inglés por los años de 1862:

"Hoyes en Cuba, cuyas rentas se cuentan por millones y cuyos


plantadores son verdaderos príncipes, donde vemos a la clase esclava
sometida a la alimentación más rudimentaria y a los trabajos más
agotadores e incesantes, y donde vemos también cómo se destruyen
lisa y llanamente todos los años una buena parte de sus esclavos,
víctimas de esa lenta tortura del exceso de trabajo y de la falta de
descanso y de sueño... "1

Esta situación era debida a la exigencia insaciable del mercado


mundial que era una fuente de inagotables riquezas para quien
prestara atención a sus clamores. En su obra clásica, Marx explica
esta abominable asociación entre el mercado mundial y los
tormentos de la Esclavitud:

"Tan pronto como los pueblos cuyo régimen de producción se venía


desenvolviendo en las íormas primitivas de la esclavitud, prestaciones
de vasallaje, etcétera, se ven atraídas hacia el mercado mundial en el
que impera el régimen capitalista de producción, y donde se impone a
todo el interés de dar salida a los productos para el extranjero, los
tormentos bárbaros de la esclavitud, de la servidumbre de la gleba,
etcétera, se ven acrecentados por los tormentos civilizados del trabajo
excedente... ''2

Cuando esta institución fue creada en el Siglo XVI, los


tormentos de los esclavos eran tan insoportables que los impulsó a un
alzamiento, el primero de una larga serie anegada en sangre, en 1524.
Pero el mercado mundial no estaba suficientemente desarrollado
entonces para alcanzar los niveles de horror que llegó a alcanzar en
Haití y que se restablecieron en Cuba. Todavía en 1605, con las naves
europeas frecuentando las ciudades portuarias de la banda del norte,
la Esclavitud no había alcanzado esos niveles, aunque presenta ha ya

Cairness. J. E. THE SLAVE POWER. Londres. 1862

2 Loc. cit.

163
los rasgos característicos del modelo moderno. Es por eso por lo que
LA ESPAÑOLA es en toda justicia la cuna de esta institución
americana.

En esos mismos instantes, la industria azucarera es devorada


por las llamas de la Devastaciones y la Esclavitud no tardará medio
minuto en extinguirse espontáneamente dando entrada a las formas
patriarcales de la Esclavitud en Santo Domingo.

El modelo clásico

La forma clásica de la Esclavitud, que se distingue en la


actualidad con el calificativo de "doméstica", se caracteriza por la
ausencia de rigor y de atropello en la explotación del trabajo del
esclavo, debido a la desvinculación de la producción asociada a ella,
respecto del mercado mundial.

En Santo Domingo, donde los excedentes de la producción no


destinada al propio consumo era mayormente absorbida por la
vecina colonia de Haití, sin conocer las rutas del mercado mundial, el
rasgo predominante de la esclavitud era precisamente la naturaleza
afectiva, casi familiar, de las relaciones que reinaban entre amos y
esclavos.

Son numerosos los testimonios de viajeros y otros


observadores, desde Saint-Mery en el Siglo XVIII, que han señalado
esa peculiaridad de las relaciones esclavistas en la parte española de
la Isla. Aquí cobra particular valor el testimonio de un articulista
haitiano. que escribió para LE PROPAGATEUR HAITIEN en
ocasión de la anexión de Boyer en 1822, en dos números de esa
publicación correspondientes al mes de junio del mismo año. El
articulista, firmado K. . . resulta autorizado doblemente por la
experiencia de su país y por la de su época.

Dice así:

"El temor de que la atmósfera moral que envolvía al territorio


haitiano se extendiera algún día a la parte española. no había
permitido seguir en ella el ejemplo de Cuba; nada había alterado,
pues, la suavidad de la esclavitud y nosotros habíamos podido

164
apreciarlo por las relaciones que el comercio había establecido entre
nuestros vecinos y nosotros, A veces el esclavo venía sólo a nuestras
ciudades a vender la carne y el algodón que su amo les había confiado;
otras veces el amo y el esclavo venían juntos, y entonces los veíamos
sentados a la misma mesa o acostados sobre la misma estera; apenas si
una ligera diferencia permitía distinguir al esclavo del amo.

"Así, en razón de que los navíos cargados de negros no se habían


dirigido hacia las playas orientales desde varios años atrás, las familias
de los NO-LIBRES se habían identificado de tal manera con los
propietarios, que la compra y venta de víctimas humanas, tan
comunes en el pasado, eran casi ignoradas entre nuestros vecinos... ''1

Pero también los propietarios se habían identificado con las


familias de los NO-LIBRES, cosa que extrañamente no observa el
autor. Y ha debido ser así porque de otro modo los habrían vendido a
precio de oro a los esclavistas de la colonia vecina, sin tener que pagar
flete, y no habría quedado en esta parte ni uno solo colgancto de un
árbol. Sólo razones afectivas lo han impedido.

Es digno de hacerse notar que este articulista parece haber sido


tan profundamente impresionado por el carácter de estas relaciones,
que ha llegado a vacilar a la hora de calificarlas de esclavitud y ha
utilizado una forma inusitada, NO LIBRES como queriendo
especificar que, sin llegar a ser libres, no son ya tampoco esclavos.

Desde los días álgidos de la Revolución haitiana, no pocos de


sus dirigentes se habían percatado de la naturaleza de estas apacibles
relaciones. Les parecía inverosímil a ellos que el esclavo de la parte
española no mostrara la menor inclinación a la violencia
revolucionaria ni siquiera a la fuga cuando se le presentaba un
amparo tan próximo en la colonia vecina.

Esa inquietud la expresaba por ejemplo el General Chanlatte en


un informe oficial al Gobierno francés el año de 1800:

"Lo que es asombroso, pero muy cierto, decía allí, es que los esclavos

"De la reunión de la ci-devant Partie Espagnole a la Republiqued'Haiti"firmado


K ... en LE PROPAGATEUR HAITlEN "journal politique et littéraire, redigé
para plusiers haitiens". Nums. 1 y 2. Port-au-Prince, Junio de 1822, página 21.

165
de la parte española han preferido su estado a la facilidad que tenían
para pasarse a la parte francesa. donde la libertad les esperaba... '"

Máximo Coiscou Henríquez refiere que "en 1822. Alexandre.


oficial de Boyer. declaró a don Francisco Brenes su sorpresa al
advertir lafrecuencia con que el antiguo esclavo dominicano seguía a
su amo de la víspera. insensible a la libertad que le acordaba la
Constitución de Haití" (al ser proclamada por Boyer la abolición de
la Esclavitud)2.

Este problema. que se le presentó al Profesor Bosch en su obra


COMPOSICION SOCIAL DOMINICANA, le conduce a unas
consideraciones muy interesantes:

"¿Es que la miseria general del siglo xviii -se pregunta- condujo a
una liberación de hecho. si no jurídica. de los esclavos. al grado que ya
en 1659 éstos se comportaban como hombres libres. aunque no lo
fueran legalmente? ¿Es que la reducción del nivel económico de los
amos los colocó en la posición de tratar a sus esclavos como si fueran
libres?

"Como no hay papel alguno de la época. que nos permita llegar a


conclusiones acerca de la situación de los esclavos hacia el 1659 o
hacia 1666 -excepto el hecho de que se sabe que la esclavitud existía
desde el punto de vista legal- no podemos hallar una explicación
para la noticia de queen 1659 no había esclavos para recoger el cacao y
de que las epidemias de 1666 mataron precisamente a los negros y a los
indios que podían trabajar y no a los mestizos y a los blancos. La única
explicación posible es que la degradación general d.e todo el contexto
social había igualado en el trato diario a amos y esclavos, aunque se
mantuviera la diferencia legal. .. ''3

Pues bien, esa explicación que le parece la única posible al


Profesor Bosch es la única verdadera. La epidemia que
verdaderamente acabó con la Esclavitud fue "la degradación general

Chanlatte, Antonio: AL GOBIERNO FRANCES, 1800. en LA ERA DE


FRANCIA de Rodríguez Demorizi, página 231

2 (Escritos Breves, Sto. Dgo., 1958, pág. 100)

3 Bosch, Juan: COMPOSICION SOCIAL DOMINICANA, Santo Domingo,


1970. página 96

166
de todo el c'onJexto social" que, desde luego, no puede haber sido
ocasionada por una causa de magnitud menor que las Devastaciones
para producir unos efectos de tanta consideración, aunque no
necesariamente de manera inmediata,

La causa inmediata es la desaparición del Ingenio de Azúcar,


devorado por las llamas que prendió con sus propias manos el
Presidente Osorio, y no tardaría medio minuto para que se
extinguiera espontáneamente la Esclavitud antes de que se
extinguieran las llamas, que duraron por cierto dos largos años,
disipando completamente la industria azucarera.

Engels ha explicado que la desaparición de la Esclavitud tenía


que ser en este caso la consecuencia inevitable e inmediata de la
desaparición del Ingenio de Azúcar:

"Un esclavo no es útil para cualquiera. Para poder usarlo hay que
disponer de dos cosas: primero, de los instrumentos y los objetos
necesarios para el trabajo del esclavo; segundo, de los medios para su
miserable sustento. Así pues, antes de que sea posible la esclavitud
tiene que haberse alcanzado ya un cierto nivel de producción y tiene
que darse cierto grado de desigualdad en la distribución. Y para que el
trabajo esclavo se convierta en un modo dominante de una entera
sociedad, hace falta aún una mayor intensificación de la producción,
el comercio y la acumulación de riquezas. En las viejas comunidades
espontáneas, con su propiedad común de la tierra la esclavitud no se
presenta en absoluto o desempeña un papel muy subordinado... "1

Estas premisas se dieron categóricamente en LA ESPAÑOLA.


Al mismo tiempo que desaparecieron "/os instrumenJos y los objetos
necesarios para el trabajo del esclavo ". representados en este caso
por el Ingenio de Azúcar, brotaron las "comunidades espontáneas.
con su propiedad común de la tierra ". A partir de entonces, el trabajo
esclavo perdió su sustentación material y jamás volvió a restablecerse
como "un modo dominanJe de producción de la sociedad entera':

Tanto Marx como Engels contemplan separadamente una


situación en que tales premisas se originan en el marco de una

ANTI~ OUHRING. ob. cit. página 155

167
situación preexistente. Marx se refiere al cambio de naturaleza de
una esclavitud de tipo paternalista a otra de explotación brutal tan
pronto como se hace presente la demanda insaciable del mercado
mundial:

"En los Estados norteamericanos del Sur el trabajo de los negros


conservó cierto suave carácter patriarcal mientras la producción se
circunscribía a las propias necesidades. Pero tan pronto como la
exportación del algodón pasó a ser un resorte vital para aquellos
Estados, la explotación intensiva del negro se convirtió en factor de un
sistema calculado y calculador, llegando a darse casos de agotarse en
siete años de trabajo la vida del trabajador. .. "1

y por su parte Engels, observa la situación en su lado inverso en


su ANTI-DUHRING, invocando el mismo escenario y el mismo
producto:

"La esclavitud de los Estados Unidos americanos se ha basado menos


en la violencia que en la industria inglesa del algodón; en las regiones
en que no crecía el algodón, o en las que no había estados limítrofes
que practicaran la cría de esclavos para los estados algodoneros, la
esclavitud se extinguió por sí misma, sin aplicación de la violencia,
simplemente porque no era rentable... "2

De estos extractos, que parecen haber sido escritos


contemplando la situación de la colonia española de Santo
Domingo, en lajusta línea divisoria trazada por las Devastaciones, se
desprende que la vinculación al mercado mundial determina la
naturaleza de la Esclavitud, estableciendo dos formas claramente
diferenciadas: una caracterizada por el sello de la violencia y la
crueldad, dirigida a la explotación intensiva del esclavo negro; la otra
caracterizada como una "suave esclavitud patriarca/':

En Santo Domingo se conocieron las dos: antes de 1605, el


modelo moderno con su signo de horror y tormento, que se extingue
espontáneamente tan pronto como deja de ser rentable; y, después de
1606, el modelo clásico, con su dulzura paternalista que Marx

Loe. cit.

2 Idem , páginas 153-154

168
asimila una y otra vez en EL CAPITAL a nuestros "domésticos"
actuales y que sólo convencionalmente pudo ser llamada esclavitud.

Lo que ha faltado ha sido esclarecer que ese era un paternalismo


forzoso. Tan pronto como la Esclavitud se les hizo rentable a los
españoles en Cuba, pusieron en evidencia que eran tan perfectos
plantadores como cualesquiera otros y que su Esclavitud era tan
inmisericorde como la de los franceses. En su colonia de Santo
Domingo hicieron serias tentativas por organizar la Esclavitud de la
peor manera, esto es, implantando el rigor más impiadoso en el
marco del modelo moderno, sólo por vía legislativa, sin crear el
sistema económico que debía hacerla rentable. Era el rigor por el
rigor. Y debía estar necesariamente condenada al fracaso.

El caso más patético es el del famoso CODIGOCAROLINOde


1784 que estuvo a punto de ser aplicado, probablemente sin otro
resultado que el atropello, de no haber estallado la Revolución
francesa y haber obligado a España a desasirse rápidamente de esta
colonia, tan pronto como el ejemplo esclavista de los vecinos se le
convirtió en ejemplo revolucionario.

El Código Carolino

Téngase por sentado, pues, de una vez por todas que, tras la
Devastaciones, el patrón de la Esclavitud moderna no fue
restablecido jamás, como forma dominante de la sociedadentera, en
esta parte de la Isla.

Pero una afirmación tan concluyente no debe dar a efltender que


han sido olvidados los tenaces esfuerzos y aún los establecimientos
permanentes de "modelo moderno" que pugnaron I?or restaurar en
ella el pasado irreversible.

Los franceses lograron desarrollar en múltiples ocasiones


algunas plantaciones "piloto ': en este país como la famosa hacienda
"Ferrand" después de 1804 y algunas otras que pudieron vivir más o
menos acreditadas hasta 1822 en que fueron barridas por la acción de
Boyer. La abolición de entonces alectaba directamente a esas
plantaciones.
169
Los españoles, a su vez, comenzaron a ser sensibilizados por el
ejemplo vecino desde mediados del Siglo XVIII. e iniciaron una serie
de diligencias que culminaron en 1784 con la elaboración, a la
manera del "Code Noir" de los franceses, de un resonante proyecto
de CODIGO NEGRO CAROLINO. llamado así en homenaje al
espíritu modernizador del monarca Carlos 1lI.
Este monumento jurldico fue descubierto por el profesor Javier
Malag6n Barceló en un legajo titulado "Diligencias para la
formación del Código Negro de fa Isla Española': que yacía en los
Archivos de La Habana desde 1795 como "documento secrelO': Sólo
hace pocos años, en 1974, fue publicado en volumen, precedido de un
breve aunque enjundioso estudio del Profesor Malagón en el cual
explica las motivaciones del Código en los siguientes términos:

"Podríamos decir que la parte española no ha pasado del período de


una esclavitud DOMESTICA mientras que la francesa está en el de la
esclavitud INDUSTRIALIZADA y a ella. y por su ejemplo. quiere
llegar aquella... "1

O, lo que es lo mismo, que el proyecto de Código Negro no está


destinado a ordenar jurídicamente una situación preexistente, sino
sólo una a la que se "quiere llegar" y a la que nunca se llegó.

Así, pues, no aporta nada nuevo a la situación contemplada


aquí en páginas anteriores y que, por cierto. se encontraban
elaboradas ya cuando apareció el mencionado volumen, sin que
haya habido necesidad de alterar un punto. Por el contrario se en-
contraron robustecidas en un sinnúmero de elementos informativos,
y a veces argumentativos, que contienen los numerosos documentos
allí recopilados. De ahí el interés que presenta para este trabajo.

Por lo pronto, tenemos reunidas allí todas las disposiciones


dictadas por la Corona a fin de organizar e inclusive crear, un modelo
de explotación del esclavo negro que, a la postre, vendría a instituir la
forma de la Esclavitud propia de la época moderna, ligada a la

Malagón Barce\ó, javler: EL CODlGO NEGRO CAROliNO. Taller, Santo


Domingo, 1974, Palabras Preliminares. página XLIII

170
industria azucarera con el nombre de Esclavitud de "plantaciones':
Esto nos permite afirmar que la primera disposición dirigida a estos
fines data de 1528, una época en la cual efectivamente se encontraba
ya en plena actividad la explotación esclavista del negro africano,
como base de sustentación humana de la industria azucarera.

y asimismo que la última es del año de 1547 y no ya para crear la


institución completando sus lineamientos sino sólo para confirmar
las disposiciones de los años de 1532, 1544 y 1545 que la
antecedieron. Esa displicencia coincide con el abandono por parte de
la Corona de todo patrocinio de la industria azucarera en provecho
de sus flamantes intereses en Tierra Firme. Y, jurídicamente,
significa la muerte de la institución.

Pero ya estaba creada. Como dice el Cabildo secular de 1768:

"Ciertamente sería una grande injusticia al buen nombre, fama y


veneración de esta antiquísima, fidelísima y muy ilustre república
condenar al olvido... estos preciosos monumentos de sus mayores,
que hacen el mayor honor a la América y verían con mucho gusto los
más consumados sabios del mundo, admirando ya en los primeros
tiempos y cuna del descubrimíento de este suelo, tan adelantada
prudencia y elevado arte de gobierno y política a un grado el más
perfecto, con'emulación y confusión de los decantados Código Negro
de los franceses... muy inferiores de todos modos... a los sabios
reglamentos de los insignes, prudentes, sólidos y celosos pobladores
de Santo Domingo... "1

Teniendo ante los ojos el conjunto completo de las disposiciones


de la Corona, reunidas allí para ilustrar a los encargados de la
elaboración del Código, comprobamos que nunca jamás fue dictada
una sola disposición dirigida a regular la Esclavitud en la parte
española, salvo la Real Orden de 1783 que ordenó la elaboración del
proyecto. Han debido discurrir desde la última disposición de 1547
casi 240 años antes de que la Corona volviera los ojos a la
reglamentación institucional de la Esclavitud.

En 1768, un ':fiscal de su majestad" gestionaba, al tiempo 'lue

Idem., página 149

171
ensalzaba el "estilo primitivo español. noble. majestuoso y elegante"
de las "ordenanzas viejas" del Siglo XVI, una orden para que el
Cabildo secular "informe de los motivos de su inobservancia o si
ocurren algunos inconvenientes para resucitar su uso en todo o en
parte':

Estas gestiones y cualesquiera otras en la misma dirección


cayeron en el vacío, hasta que la obra de Sánchez Valvefde, haciendo
exactamente lo mismo que hizo López de Castro para provocar las
Devastaciones de 1605, aunque no con la misma suerte: la famosa
IDEA DEL VALOR DE LA ISLA ESPAÑOLA, impulsó la
creación del proyecto del Código Carolino en 1784 y fue por eso
incluida en el expediente de la corona.

Es indudable que, como afirma el Profesor Malagón, la


motivación central del proyecto de codificación de 1784, fue el
"ejemplo" de la colonia vecina y no el imperio de la realidad material.

En Haití ya para esos años había una población de más de 400


mil esclavos que había ido introduciendo la demanda insaciable del
mercado mundial. El "Code Noir" aparece allí como una necesidad
de reglamentar el caos jurídico lue produce una realidad tan
impresionante.

En Santo Domingo la realidad es otra. El mercado que influye


de manera más directa es el de la colonia vecina y no para aquellos
productos basados en el trabajo esclavo de los cuales ella se
encontraba saturada. Esto es, que el trabajo esclavo carecía de
mercado para sus productos.

"Es increíble, dicen los redactores del Código en uno de sus pre-
ceptos, que de quince mil negros y pardos primerizos que poco
más o menos poseerá la Isla Española entre esclavos y libres, sólo
estén empleados setecientos y sesenta en los diecinueve ingenios de
este fruto que hay actualmente en la Isla y trescientos y catorce en
otros tantos de hacer melados... "1

Capítulo Cuarto, págína 174

172
Esta realidad impedía a ojos vistas seguir el ejemplo vecino
cuando de este lado sólo existían en total 974 esclavos, 1 menos de un
millar, contra más de 400 mil, y donde los 14 mil restantes del total de
la población potencialmente esclava, según sus propios datos, se
encontraban insertados en otros campos productivos. El Código no
podía, sólo por vía jurídica, integrar esta población en un régimen
fantasmal, constituido por 19 ingenios y otros tantos trapiches cuya
producción apenas llegaba a 21 mil toneladas de azúcar por año,
completamente despreciables para el pozo sin fondo del mercado
mundial, copado por el rendimiento de la colonia vecina.

Más importante que la producción azucarera para el desarrollo


de esta parte de la Isla, en el ~uadro de condiciones imperantes, era el
tabaco, del cual había una demanda firme en la parte francesa. Pero a
los españoles los desquiciaba el ejemplo del azúcar. Por eso las
medidas contempladas en el Código respecto al tabaco eran
decisivamente mortales para la industria tabacalera. Véase la forma
en que era contemplada la situación:

"De los negros jornaleros"

"Hay mucho número de habitantes en la Isla y singularmente en esta


capital que no contentos con defraudar a la sociedad de la ocupación
útil de sus robustos miembros, tienen privada la agricultura del
beneficio que recibiera del trabajo de sus esclavos a quienes emplean
por un jornal diario ya en la fábrica y peonaje de las obras y en el
acarreo y exportación de efectos y cargas ya en beneficiar el tabaco
reduciéndolo a cigarros llamados comúnmente túbanos y otros
semejantes ministerios en que pudieran emplearse muchas personas
blancas y de color medio. que no tienen otro para subsistir que el de su
trabajo personal, siendo más perjudicial aún el destino de las esclavas
jornaleras empleadas las unas en la venta de comestibles, dulces,
frutas y cosas semejantes, y las restantes sin más ocupación, medio ni
fincas que las prohibidas". 2

c'ompúrese con los ROO esclavos del Censo de Osorio de 1606 en 12 fábricas.
Supra, página 144.

2 Idem . página 180

173
Después de describir la situación en esos términos, el Código
pasa a reglamentar el trabajo asalariado con disposiciones como la
que sigue en su Ley 1:
"declaramos que sólo a las personas miserables como menores, viudas
y mujeres solteras, huérfanas o con padre anciano, e imposibilitado,
puedan tener siervos jornaleros dentro de las poblaciones .."

El Código se eflfrentaba a otra SItuación igualmente compleja y


sin duda mucho más difícil de resolver. Era el de la mayoría
impresionante de antiguos ~escendientes de esclavos que vivían en
los campos más o menos sumergidos en el sistema ancestral de los
terrenos comuneros. Es indudable que, siendo ésta la forma
predominante de la agricultura, la inmensa mayoría de ellos se
encontraran allí.

No hay referencias concretas acerca del sistema en el Código a


pesar de que era el obstáculo fundamental al cual tenía que
enfrentarse. Pero las disposiciones que lo afectaban estaban
presentes en diversos preceptos, y particularmente en aquellos que se
referían a "los hacendados celadores "en su CAPITULO QUINTO.
Ya la Ley 8, última del capítulo anterior y que anuncia a éste, dispone
que:

"... todo vividor, esclavo o libre que no tuviere para lá sazón y tiempo
respectivos de cada especie de frutos competentes labranzas de él,
cercadas y sembradas en la forma regular de la agricultura, será
destinado por providencia a servir en alguna de las haciendas del
mismo partido, por un jornal diario, obligado a salir a la plaza para
este efecto. . ."1

Y, como que las puertas para este jornal diario se encontraban


cerradas en todas partes, se suponía que la única posibilidad abierta
era la de la Esclavitud.

La naturaleza absurda de este conjunto de disposiciones residía


en que, se echaban las bases para poner a disposición de la industria

Idem , página 177

174
azucarera los 15 mil esclavos potenciales que constituían la
población de esta parte, pero solamente existían 19 ingenios y 19
trapiches rudimentarios para absorberla.

La cesión gentil de España a Francia en 1795 condenó el Código


Negro Carolino a dormir el sueño eterno en los Archivos de La
Habana. Unos años antes, justamente el año de la explosión
revolucionaria en Francia, 1189, la Corona preparó un expediente
para el reglamento de esclavos en todas las Indias, en el cual
figuraban estos documentos y se incluía LA IDEA DEL VALOR
DE LA ISLA ESPA~üLA de Sánchez Valverde, pero el Código
Carolino estaba ya condenado a ser disfrutado por las polillas
habaneras l

y es así como se conoce que jamás volvieron a abrírseles a los


españoles en esta Isla, las vías para la explotación económica del
negro en forma rentable. Fue su propia culpa. En el primer cuarto del
Siglo XVI espantaron esa posibilidad negándole a la industria
azucarera los capitales y el mercado mundial que les eran esenciales.
Volvieron a espantarla al despuntar el Siglo XVII, destruyendo la
industria a sangre y fuego, disipando las posibilidades inauditas que
el comercio intérlope puso en sus mismas puertas.

Jamás volvería a reaparecer en las tierras calcinadas por el


fanatismo. Cualquiera diría que para ellos fue concebida aquella
fábula que se lee en OUR CUBAN COLONY, donde Leland Jenks
sostiene que el dinero, como el ratoncito de bodega, es la cosa más
tímida del mundo:
"Asoma la cabeza por un agujero y. si doy un palmetazo. desaparece.
Más larde vuelve a asomar su ca bccila v si vuelvo a dar un palmetazo.
esta vez desaparece para siempre .iam~ís ... "~

La desaparición de ese ratoncito en Santo Domingo por


segunda vez, significó la desaparición del dinero. Pero, sobre todo, la
desaparición del pueblo. Al amparo de esa catástrofe, el esclavo

Idem. Palabras I'rt"liminares. página LVIII

2 Jenks. C. H. Our Cuhan Colony: a Sludy in Sugar. N. Y. 1928.

175
negro se vio sumido providencialmente en una sociedad que había
perdido sus criterios selectivos al volatilizarse los fundamentos
materiales de la selección. Y quedaron igualados en cuerpo y alma
todos los sectores expulsados, no solamente del litoral del norte, sino
también del peldaño que ocupaban en la escala iocial.

Y, como que el pueblo sólo existe en el seno de la sociedad de


clases, el desplome de la estructura clasista, a raíz de las
DEV ASTAClüNES, constituyó, aunque no para siempre, la
verdadera consumación de la defunción del pueblo.

Sin embargo, tampoco resulta suficiente. Es necesario que


también se produzca la disolución de la polaridad contradictoria
que. con el pueblo y para que sea el pueblo, plantean las esferas del
poder.

176
CONSECUENCIA IV

Donde se Contempla la Reducción de la


Soberanía Imperial y del Poder Colonial

El deterioro de las facultades coactivas del gobierno colonial en


Santo Domingo, se hizo sentir mucho antes de las
DEVASTACIONES y concretamente desde que la atención
metropolitana se desvió hacia las nuevas perspectivas de riqueza que
le ofrecían las tierras continentales, sobre todo las grandes minas que
ocultaban en su regazo.

y en verdad que a la Corona le hubiera preocupado poco este


deterioro, mientras no se tradujera en rendimiento político para sus
adversarios imperiales. Esa fue la situación en que desembocó el auge
del comercio intérlope y la prosperidad ostentosa de las poblaciones
de la banda del norte de LA ESPAÑOLA.

La organización administrativa de España en América, y


obviamente en Santo Domingo, arrastraba una contradicción
interna que, según nos explica Sevillano Colom, dividía al Gobierno
en dos blóques o grupos potencialmente adversos: "por un lado, los
FUNCIONARIOS PROFESIONALES, como eran los Oidores,
Fiscales. Secretarios y otros de las Audiencias, o los Factores,
Contadores y los demás de la Real Hacienda; y por el otro. los
FUNCIONARIOS POLITICOS como los Virreyes, los
Gobernadores, Capitales Generales, Presidente!J de las Audiencias y
otros que actuaban asesorados por Letrados profesionales. Los
cargos políticos reflejaban con sus variaciones los vaivenes de la
política y de las influencias personales en la Corte. Los cargos
177
profesionales daban estabilidad a la administración e imprimían un
sello de continuidad a la acción jurídica y a la aplicación dc las
normas legales. .. ''1

Con el desarrollo del comercio intérlope se fue agudizando la


contradicción entre estos dos grupos, que tenían su asiento en la Real
Audiencia, la Real Hacienda y el Cabildo de la Ciudad de Santo
Domingo, y extendiéndose a otras esferas del poder como el Clero,
con su correspondiente Cabildo Eclesiástico y las Fuerzas para la
Defensa de Santo Domingo, a cuya cabeza se encontraba un Capitán
General y los Alcaides y Capitanes bajo su mando. Debería
incorporarse a este núcleo de poder a la "gente noble" ya que, de
acuerdo con la definición que hace de ella Haro y Monterros0 2 , era la
gente capacitada para ocupar cargos en la Administración y
constituía en cierto modo su reserva y su retaguardia.

Las perspectivas de enriquecimiento personal y de prosperidad


inmediata que se observaban principalmente entre los vecinos de las
poblaciones del norte, fueron penetrando en las esferas
gubernamentales hasta apoderarse del grupo profesional, de manera
que en un momento dado era visible para todo el mundo. Y,aún entre
el grupo político, solo llegaron a quedar excluidos aquellas
personalidades que por la naturaleza de su rango estaban demasiado
comprometidos con la Corte, a la cual debían rendir cuentas directa y
personalmente. Puede afirmarse de manera genérica que en LA
ESPAÑOLA sólo se encontraban marglOados, y esto sólo en los
términos de la actividad directa del rescate aunque no de ciertos
privilegios que resultaban de esa actividad, el Gobernador, el
Capitán General y el Presidente de la Audiencia, cargos que
usualmente recaían sobre la misma persona, y el Arzobispo; aunque
algunos otros funcionarios, no muchos, podrían no estar
comprometidos tampoco en esas actividades comerciales. Fuera de

Sevillano Colom, Dr. Francisco: NOTICIAS DE LA CIUDAD DE SANTO


DOMINGO A FINES DEL SIGLO XVI (1590-1599) en ellO, órgano de la
- Academia Dominicana de la Historia. Año xxviii Núm. 116. Enero-Junio, 1960.

2 "MEDIOS PROPUESTOS POR HA RO y MONTERROSO PARA


POBLAR" en Demorizi, RELACIONES HISTORICAS, Vol. 1: "por nobles
tengo ahora a los que son capaces de cargos. ..

178
ellos. y de algunos lacayos a quienes podía mover el oportunismo o el
fanatismo burocrático como lópez de Castro. rescataba todo el
mundo como denunciaba éste mismo en dos famosos memoriales a la
Corte y "has/(/ lo.\ju('c('s y los h¡¡os de losju('ces de la Audiencia. .. "1
No pocos personajes del Gobierno y del Clero aparecen en la lista de
los enjuiciados de 1594 que nos reporta Lugo en su Historia y que se
vieron obligados de comparecer antc la ley algunos años antes de las
DEV ASTAC10N ES, entre ellos algunos Capitanes encargados de
reprimir la actividad rescatadora en la banda del norte. Se dio el caso
de esclavos del tipo doméstico que, a pesar de tratarse de una
sociedad esclavista, rescataban libremente en nombre de sus amos de
la clase "noble". Y a veces era cierto.

Esa situación nos explica varias cosas. Entre las más


importantes figura el carácter escandaloso de las denuncias que eran
enviadas a la Corona y el efecto que debían producir entre los
cortesanos de la metrópoli. Y también el hecho de la aparente
incapacidad de las autoridades para poner freno a esas actividades.
Es indudable que el aparato represivo en toda su extensión estaba
penetrado por el comercio intérlope y su acción debía manifestarse
en sentido contrario. Y finalmente explica también la necesidad de
actuar con una incomparable severidad y determinación para
destruir hasta sus más profundas raíces una actividad que permeaba
de arriba a abajo a toda la población. Eso explicaría, aparte de sus
atributos personales, el hecho de que el Presidente Osorio dirigiera
personalmente las operaciones devastadoras y llegara a ahorcar,
como denunciaron Cepero y Xuara, a no pocas de sus víctimas con
sus propias manos 2 •

Quiere decir que las mismas llamas que devoraron las haciendas
y los edificios "suntuosos y elegantes" que edificaron en la costa norte

"... los hijos de padres rescatadores, los jueces inferiores y superiores y hasta los
ministros de las Iglesias Catedrales ':
Por su parte, Osorio interpelaba al Cabildo en estos términos:
"En esta materia todos son cabezas l' rescatan y si la Ciudad tiene noticia de
alguno que no lo haga, déme noticia de él para que S. M. lo tenga entendido. ....
(Lugo, parr. 291)

2 Lugo, HISTORIA, ob. cit., parágrafo 331

179
los vecinos despiertos, devoraron también el prestigio, la fuerza y la
unidad del Gobierno colonial y servirían de punto de arranque de un
proceso de liquidación que debía culminar, llegado el momento
oportuno, con su desaparición absoluta, después de cubrir las etapas
inevitables.

Un escritor francés, Lepelletier de Saint-Remy describió este


proceso con una metáfora feliz: "la gota de aceite lenta pero
inexorable" que "avanzaba. avanzaba siempre, con estafuerza que
ha dado Dios a las razas conquistadoras, como a las olas del mar. .. "1

Pero la expresiva metáfora de Saint-Remy se refería sólo a una


etapa del proceso, a la gota francesa que venía de afuera y se
apoderaba lentamente de aquellas zonas de la Isla que dejaba
indefensas la debilidad del poder colonial. Pero más importante era
la gota del aceite español, que se extendía de manera inexorable
dentro de las mismas entrañas del poder colonial y que acabaría por
unirse a la gota francesa en un mismo destino.

Este destino se realizó en cuatro etapas:

La primera etapa se materializa con el establecimiento de las


guardarrayas dispuestas por Osorio en cuyo interior, que cubría una
extensión equivalente a la tercera partede la Isla, quedó concentrada
toda su población, incluyendo los vecinos de las ciudades
devastadas.

Al quedar deshabitada toda la porción restante del territorio


insular, el poder colonial no podía ejercerse de hecho sobre las
cenizas y quedó por tanto reducido al derecho, en los términos de
soberanía inviolable de la Corona española. Desde luego, para que
una soberanía sea realmente inviolable tiene que estar basada en la

Lepelletier de Saint-Rerny: Saint-Dorningue. Etude et Solution de la question


haitienne (Paris, 1846)

180
fuerza material, no en la fuerza jurídica, y poco valor podían tener las
ocasionales incursiones de naturaleza militar que se efectuaban sobre
aquellas zonas, que pronto volvían a su situación de desamparo.

La soberanía, como cuestión de derecho no excluía, pues, la


posesión de hecho de otros pobladores y, en esa virtud, las dos
terceras partes de la antigua jurisdicción colonial española quedaron
en estado de disponibilidad.

Este hecho, que sirvió de base a los argumentos franceses para


invocar antigüedad en la colonización de esa parte de la Isla, y que
hace trinar de indignación a Sánchez Valverde en su famosa IDEA
DEL VALOR, muestra que esta gota de aceite deriva su pureza de
los más genuinos olivares españoles. Y no será la única vez que esto
suceda.

La segunda etapa, que se objetiva en ocasión del Tratado de Paz de


Nimega en 1678, es aquella en que España comienza a reconocer el
derecho en favor de los nuevos ocupantes france!)es, compuestos por
aventureros de toda laya que infestaban las aguas del Caribe y que
habían ido ocupando lenta pero irreversiblemente las zonas
abandonadas.

Esta paz puso fin a un conflicto entre España y Francia y,


aunque Luis XIV, el "Rey So/': obtuvo mediante ella varios
ducados, ciudades y fortalezas, no consiguió que Madrid le
reconocIera sus pretensiones sobre la banda noroeste de LA
ESPAÑOLA.

Sin embargo, el Gobernador español Segura de Sandoval,


ofreció al Gobernador de la parte francesa un acuerdo sobre límites,
invocando el Tratado de Nimega, que éste aceptó regocijado, aunque
no ignoraba que ese instrumento era inaplicable en esa situación.
Fijaron como límite de las dos colonias el curso de un río y, durante
unas horas a lo sumo, quedó detenido el avance de la "gota de aceite ':

Se trata sólo de un artificio español que va a ser utilizado


reiteradamente y que se pone de manifiesto de manera más notoria
en ocasión del Tratado de Ryswick.
181
España, Inglaterra, Holanda, Alemania y otros que habían
formado la Liga de Augsburgo, firmaron con Francia este tratado de
paz en la ciudad holandesa del mismo nombre en 1697. Como en
ocasión del tratado de Nimega, no fue posible arrancarle a España
compromiso alguno con respecto a la parte que ocupaba Francia en
la isla de Santo Domingo.

No importa. Sin que se sepa cómo, los Gobernadores de la Isla


interpretaron el artículo noveno del Tratado de Ryswick, en el
sentido de que España cedía a Francia la porción occidental de la
Isla, como si se tratase de un nuevo acuerdo, a pesar de que el tal
artículo noveno no hacía más que reproducir textualmente el
artículo séptimo del de Nimega, sin mencionar a Santo Domingo.

Lepelletier de Saint-Remy dice que él y sus colegas leyeron el


Tratado de Ryswick y todos sus anexos, letra por letra, y no
encontraron en él ni una sola palabra que se refiriera a la cesión de la
parte francesa de la Isla de Santo Domingo. Añaden que consultaron
las obras de los intérpretes y juristas y tampoco encontraron allí
referencia alguna. El artículo noveno del Tratado de Ryswick dice
así:

"El dicho señor Rey Muy Cristiano hará restituir también a su


Majestad Católica, todas las ciudades, plazas, fuertes, castillos y
postas que sus ejércitos hayan o podrían haber ocupado hasta el día de
la paz, y aún después de ella, en cualquier lugar del mundo en que se
encuentren situados, como del mismo modo su dicha Majestad
Católiclf hará restituir a su Majestad Muy Cristiana todas las plazas,
fuertes, castillos y postas que sus armas pudieran haber ocupado
durante esta guerra y hasta el día de la publicación de la paz, y en
cualquier lugar en que se encuentren situados"l

Basándose en que este artículo no mencionaba de manera


expresa a Santo Domingo, el Gobernador español lo enarboló como
instrumento jurídico para reconocer oficialmente en la Colonia las
posesiones francesas.

Lepelletier de Saint-Rerny. Ob. cit.

182
Es curioso. Son los propios españoles los que se obstinan en
legalizar una posesión que los franceses tenían por usurpada e
ilegítima. Presumían, muy quijotescamente, que paladeando el dulce
nombre del derecho, los franceses se entretendrían y la ola
colonizadora se reduciría a términos más razonables. En unas
instrucciones dadas al Gobernador Manzaneda tres años después
-20 de noviembre de 1700- se comprueba que aquella estratagema
no era de iniciativa del Gobernador colonial. La Corona misma
recomienda al Gobernador que continúe con esos procedimientos.

"... de modo que, con el arte a que obliga la necesidad, procuréis que
en ningún modo trasciendan ni propasen los límites de sus
poblaciones y que se ciñan a lo que ya poseen, estando advertido de
que todo lo que obréis en esta materia ha de ser ocultando que tenéis
para ello (autorización) ni para otra cosa que pueda mirar a
consentir que gocen como propio lo que sólo tienen como usurpado,
pues jamás se les ha confesado jurisdicción legítima en ningunas
capitulaciones de paces... '~

Saint-Remy dice que "si la corte de Madrid decía a veces SI,


jamás lo escribía. .. "

De modo que, hasta aquí, España acepta la pérdida de sus


territorios pero conserva, a base de astucia y leguleyismo, su
soberanía sobre esos territorios colocando al menos a Francia como
usurpadora.

La tercera etapa es, por fin, la renuncia a la soberanía sobre el


territorio abandonado y la consumación Jurídica del significado de
las guardarrayas del señor Osorio. Este desenlace patético es
consagrado por el Tratado de Aranjuez el 3 de Junio de 1777. España
se siente regocijada de haber salvado las dos terceras partes del
territorio aunque ello realmente significa que, como consecuencia de
las Devastaciones, su poder había sido reducido en una tercera parte.

La cuarta etapa es el desenlace final, real y completo, la coronación

Sánchez Valverde: IDEA DEL VALOR, ob. cit. Nota de Fr. Cipriano de Utrera.
número (164) pág. 129.

183
definitiva de la obra de 1605. España cede, y además
voluntariamente y casi contra la voluntad de Francia, la posesión
legítima y completa, no sólo de las partes usurpadas, sino la Isla
entera.

¿Es posible? Kerverseau, un funcionario francés en Santo


Domingo, decía en un informe a su Gobierno que Santo Domingo:

"Era la primera conquista de España en el Nuevo Mundo; las cenizas


de Colón reposaban en ella. Fernando se había comprometido
formalmente por él y sus sucesores a no separarla de la Corona de
Castilla. El amor propio nacional le atribuía un elevado precio a su
conservación y la hacía mirarla como la piedra fundamental del
inmenso edificio del poder español en América... "1

Se sabe por qué fue posible. En las partes antiguamente


abandonadas, los franceses habian introducido una inmen6a
cantidad de esclavos a quienes sometieron a una explotación bestial.
y un día estalló una revolución en la metrópoli que arrastró a su
propia colonia, convirtiendo la Isla en un clavo ardiendo que
ninguna mano cortesana se sentía dispuesta a sostener. El Ministro
Godoy confesaba en sus memorias que era "un cáncer agarrado a las
entrañas de cualquiera quefuese su dueño"2. Y se la regaló a Francia
más como una venganza que como una joya.

y de esa manera el poder español en Santo Domingo fue


recorriendo paso a paso el destino bruscamente trazado por la
destrucción de la propiedad privada y la liquidación del pueblo en
esa Colonia:

primero: reducción de su jurisdicción territorial por medio de


las guardarrayas;

AL MINISTERIO DE MARINA Y DE LAS COLONIAS DE FRANCIA. se


encuentra completo en francés en la HISTORIA DE SANTO DOMINGO de
Gustavo Adolfo Mejía.

2 MEMORIAS DEL PRINCIPE DE LA PAZ, París, 1836, pág. 225 en adelante.


Demorizi extracta los párrafos más importantes en LA ERA DE FRANCIA,
oh. cit. página 12 (nota)

184
segundo: pérdida de hecho de su soberanía sobre parte del
territorio;

tercero: pérdida de derecho de su soberanía sobre esa parte; y

cuarto: pérdida total de la soberanía sobre toda la Isla.

En el fondo, la verdadera "gota de aceite" de la metáfora de


Saint-Remy es española. No francesa. Y se evidencia en dos hechos
históricos inconfundibles.

Uno es la apatía manifiesta del poder real, que afecta a las


esferas gubernamentales en Santo Domingo. Uno se asombra de
contemplar cuando recorre las fuentes documentales de este período,
el banco de nubes que se cierne sobre el siglo XVII como si no
existiera Santo Domingo para la Historia. Puede consultarse el
Apéndice de la obra del profesor Malagón Barceló acerca del Código
Carolino, antes citada, para comprobar que no hay allí una sola
disposición de la Corona específicamente referida a la esclavitud en
Santo Domingo. Y más adelante en el curso del presente trabajo, se
encontrarán situaciones más dramáticas que ilustran ese desdén.

y es claro, la vida colonial seguía un curso completamente


espontáneo. La población se encontraba disgregada en las soledades
del campo, desvinculados unos de otros y sumidos en una vida
estrictamente familiar. La vida pública no existia. Ni había incentivo
alguno por parte del Gobierno, en ausencia de todo objetive
económico por parte de la Corona.

Al fin. toda la vida colonial y no solamente en sus


manifestaciones populares sino también gubernamentales, adoptó
una fisonomía fantasmal que se extendió a todo lo largo de su
historia.

El otro hecho es más importante. Al liquidar al pueblo, el poder


público perdió su más sólido fundamento. y precisamente ilustra
este hecho, la incapacidad en que se vio sumergida la autoridad
185
colonial para impedir que los aventureros que merodeaban el Caribe
se apoderaran de las 70nas que habían sido escenario de las
DEVASTACIONES. Si en ellas hubiera permanecido la población,
enfrascada como lo estaba en el proceso de consolidación de la
propiedad privada, que actuaba como un factor de fijación popular y
humana, ni Francia ni ninguna otra potencia mundial hubiera
podido cercenar la base territorial de la jurisdicción española.

Al cesar la pulsación popular, cesó automáticamente la


pulsación gubernamental en esos territorios.

El sucesor del Gobernador Sandoval, Diego de Acuña,


informaba a la Corona en cierta ocasión, que faltaban cien hombres
para reforzar la guarnición pero que "la gente de la tierra es tan poco
aficionada a la guerra que no hemos de hacer mucho caudal del/a
como poco diestra y no inclinada a la milicia. .. "!

y allí se ve que la liquidación popular y la liquidación de las


facultades del poder, que se nutría de las masas populares, siguieron
una línea histórica extremadamente ceñida. O dicho de otro modo, el
inmenso alarde de poderío que desplegó el Gobierno colonial en
manos de Osorio, quedó firmemente establecido tanto para los
"rescatadores" de la Isla como para sus huéspedes "herejes" de
ultramar. Pero fue un suicidio...

1 Moya Pons. Frank: HISTORIA COLONIAL DE SANTO DOMINGO.


Santiago. 1974, página 140

186
CONSECUENCIA DE LAS
CONSECUENCIAS

Donde se descubren
las creaciones originales de las destrucciones originales

La "Sociedad "ateta"

La consecuencia mayor de esta constelación de consecuencias


fue el advenimiento de una sociedad nueva, la "sociedad hatera",
desconocida hasta entonces dentro de los lineamientos del programa
colonizador del Nuevo Mundo.

Siendo así, deberíamos arribar rápidamente a la conclusión de


que las DEVASTACIONES constituyeron una acción revoluciona-
ria, puesto que habrían tenido como su consecuencia mayor el ad-
venimiento de una nueva sociedad, en tanto sea éste el rasgo
esencial' de toda revolución. Pero las destrucciones de 1605 y 1606
-y esa es su gran significación histórica- fueron de tal magnitud
que, a un tiempo mismo, destruyeron lo viejo que moría y lo nuevo
que despertaba. Destruyeron simultáneamente la sociedad
capitalista que pugnaba por establecerse y la sociedad feudal
establecida. Ahogaron baJo la misma sábana, en el momento mismo
del parto, a la madre ya la criatura...

y el resultado de aquella acción fue una sociedad que no era


ninguna de las dos, sino una diferente, efectivamente nueva porque
no se encpntraba comprendida en ninguno de los modelos
implantados por la civilización europea en esta parte del mundo.
187
Sin embargo, esta sociedad "nueva" se constituía dentro de los
lineamientos del modelo social más antiguo de todos los que habían
aparecido en el recorrido histórico de la Humanidad: aquel que se
caracteriza por la propiedad común de los bienes y la distribución
homogénea de los productos entre los miembros de la sociedad, que
es la que se conoce como el "régimen de la comunidadprimitiva". O
sea, la nueva sociedad era más vieja que la vieja.

Resultaba así, no una REVOLUCION, sino una


INVOLUCION, un retroceso a formas más arcaicas que las que se
encontraban en vigencia, o como las describe Hoetinck, "una
regresión aformas más difusas y confusas de propiedad de terrenos,
a técnicas agrarias relativamente más primitivas y, por tanto, a una
menor importancia de la posesión de tierra como criterio de
estratificación social. .. "l.

Estas formas "más difusas y coiifusas de propiedad de terrenos ':


como las califica significativamente Hoetinck, representan una
"regresión" al sistema puro de la propiedad comunitaria de las
tierras, tras la desaparición del sistema de la propiedad privada, al
que debía sus rasgos la producción agraria, como dice el propio
Hoetinck, "en la más floreciente época del período colonial,
aludiendo con toda certidumbre al Siglo XVI, en que una estructura
pseudo feudal estable fue, si no alcanzada, por lo menos perseguida
con bastante éxito. .. "

De acuerdo con esos rasgos, la regresión vendría a cubrir, pues,


un descenso de dos grados o peldaños en la escala del desarrollo
histórico social, desde una estructura feudal, semifeudal o pseudo-
feudal, descendiendo aún más allá del régimen esclavista, hasta
reposa~ en el último peldaño del desarrollo histórico de la sociedad,
la comunidad primitiva.

Incuestionablemente, un cambio tan significativo, no sólo en la


posesión sino en la naturaleza misma de la propiedad de las tierras,

Hoetinck, H.: EL PUEBLO DOMINICANO: 1850-1900 Apuntes para su


Sociología histórica. Santiago de los Caballeros, 1972, página 21.

188
tenía que producir igualmente un cambio, no sólo eh "el criterio de
estratificación socia/': sino en la sociedad misma. Y el hecho es que
las DESVASTACIONES sobrepasaron los límites del cambio, al
destruir completamente los fundamentos de la propiedad privada,
con lo cual la sociedad establecida no debía tan sólo sufrir
modificaciones en sus criterios, sino que debería quedar condenada a
desaparecer, barriendo todas las estratificaciones y dando paso a una
sociedad distinta, y basada en formas "más difusas y confusas" de la
propiedad.

A la vista de estas consideraciones, no nos queda la menor duda


de que las DEVASTACIONES son la contrarrevolución perfecta,
por cuanto no se limita a conservar lo viejo sino que va más allá,
alcanzando un resultado totalmente opuesto al que persigue la
revolución, obviamente restringida a un paso de avance, mientras
que las DEVASTACIONES han conseguido dos pasos de retroceso:
uno conservador orientado al mantenimiento de la sociedad
establecida, que logra de manera concluyente, y uno más, que es el
paso genuinamente contrarrevolucionario, que alcanza una sociedad
más atrasada aún que la vigente...

Estas apreciaciones especulativas se concuerdan con los hechos.


Jerónimo de Alcocer, Cepero y Xuara y otras fuentes posteriores
como Carbajal y Rivero dentro del mismo Siglo XVII más los
historiadores clásicos, Sánchez Valverde y Delmonte y Tejada que
vivieron las últimas décadas del Siglo XVIII y otros, describen a
veces de manera minuciosa ambas situaciones. Referencias concretas
a sus textos se encuentran reiteradamente en el curso del presente
trabajo. Y particularmente esclarecedora es una estancia de la
famosa RELACION DE ALCOCER, donde aparece como un
hecho absoluto la desaparición de la sociedad establecida y, al mismo
tiempo, el signo sustancial, anunciador, de la sociedad que habrá de
sucederla. Hela aquí:

Pero lo que acabó de todo punto esta ysla fue la despoblación que
oo •••

hizo Osorio. . . Con esto han muerto todos los más pobres y
desventurados y los que quedan lo están tanto que causa lástima a los
que los conocieron y antes de mucho no habrá memoria de ellos ni de

189
las ciudades que pobló. Con esto también se ha acabado la riqueza,
trato y lustre, no sólo de esta ciudad de Santo Domingo sino de toda la
ysla...

"Ya todo esto se acabó. Y solo quedaron en aquellas partes unas


posesiones de tierra que llaman "monterías" a donde van a hacer
cueros de vacas con licencia del Gobernador. .. '"

Dejemos de lado cuanto este simple testimonio ilustra respecto a


los ingenios, hatos y estancias comprendidos en la guardarraya
tirada por Osorio y consignados en su Censo. Es evidente que
pertenecían al reino de la fantasía. Y que los mismos pobladores,
como los habitantes de la Insula Barataria, compartían esta dispo-
sición fantástica: "antes de mucho no habrá memoria 'de ellos. .. "
decía Alcocer. Más aconsejable resulta dirigir, con Alcocer, una mi-
rada realista a

Unas posesiones que llaman "monterías"

Porque en esa misma estancia de la RELACION DE


ALCOCER se presenta el futuro, hacia donde se dirigían los
pobladores a "hacer qüeros de vacas" y a dar origen a una sociedad
hasta entonces desconocida en el vademécum colonizador: la
"sociedad hatera':

Pero nosotros no vamos a descansar en su relato sino en un


historiador para quien esta realidad es más próxima, "hatero" él
mismo y descendiente directo de los "hateros" originales, Antonio
Delmonte y Tejada, en cuya descripción, ya clásica, se menciona
entre los "hatos" fundadores el de Gurabo de los Delmonte y el de
Mao de los Tejada.

La descripción de este historiador se sitúa Justamente en el


momento de despegue en que los supervivientes de las ciudades

Alcocer, Jerónimo de, RELACION SUMARIA DEL ESTADO PRESENTE


DE LA ISLA ESPARoLA, en Demorizi, RELACIONES HISTORICAS, Vol.
1, página 211.

190
destruidas, las cuales sólo unas horas antes ofrecían "un movimiento
extraordinario" debido a que "sus puertos se veían concurridos Je
naves holandesas y portuguesas y las ciudades del litoral se
engrandecían ostentando riquezas y abundancias "ya que en ellas, los
antiguos hidalgos "habían levantado edificios suntuosos y
elegantes"l, ahora se ven obligados a internarse en las zonas
comprendidas por las guardarrayas en el más inclemente de los
desamparos.

En esa situación, cuenta Delmonte, 'fue consecuente que sus


miras y ocupaciones se dirigieran a otros objetos que pudieran
conciliarse con la condición a que se les había reducido. .. "

Pero váyase a ver cuáles son esos "objetos "que, no se sabe si por
candor o por ironía, Delmonte describe como:

"La extensión ilimitada de las sabanas comprendidas en las vegas y


valles e intermedios de las montañas, la abundancia y fertilidad de los
pastos, la muchedumbre de los ríos y abrevaderos y la copia de frutos y
ramajes indígenas..."

Esa "copia '; o acopio desesperado de 'frutos y ramajes" indica


que en la primera etapa de estupor, la población quedó reducida al
grado más elemental de supervivencia humana: la "recolección"
primitiva. Y Delmonte es claro y preciso: "Los españoles que
poblaban la otra banda y los demás del territorio, se concretaron al
propio sistema" con lo cual no puede haber duda de que estamos en
presencia de una situación social e hist0rica.

A esa riqueza natural, Delmonte añade otra que, sin alterar la


esencia de esta actividad económica, va a constituir el eje permanente
de la nueva sociedad y a la que el autor dedica sus entusiasmos de
antiguo ganadero: las reses abandonadas por los propietarios que
emigraron en masa. Estas reses "se hicieroil motaraces propagándose
en los llanos y montañas de la Isla en toda la lozanía de la raza
primitiva. ..

Delmonte y Tejada. Antonio. HISTORIA DE SANTO DOMINGO. tercera


edición. Santo Domingo.

191
Con ~sa riqueza providencial, los pobladores no pudieron optar
por otro camino que el cultivo de la tierra y la crianza de ganados, lo
cual no es nada grave aún entre gente que ha conocido la opulencia
comer;'!1 y naviera, si no es porque, como subraya Delmonte, esa
"industria estaba limitada a sus propias necesidades". Eso significa
que desapareció el mercado interno y que, por consiguiente, toda la
industria del hombre se consagró a la satisfacción de las necesidades
propias y las de su familia sin que el producto saliera del núcleo
familiar.

Delmonte describe minuciosamente las actividades


comunitarias aplicadas al consumo estrictamente familiar y afirma
que "en estas faenas campestres se ocuparon en adelante los
españoles que no estaban obligados por sus empleos a residir en las
ciudades", o lo que es lo mismo, todo el mundo, porque aquellos que
disfrutaban de empleos constituían una exigua minoría.

La naturaleza comunitaria de la actividad de la población, se


desprende de la comunidad de las fuentes productivas de donde
derivaban su sustento: "El ganado manso vagaba libremente por las
sabanas, mOnTes y abrevaderos que le acomodaban, porque LOS
PASTOS ERAN COMUNES, Y regularmente se dividían enpuntos
que se establecían en distintos parajes con un toro padre, que no
permitía la mezcla de su vacada y sostenía su puesto hasta la muer-
te. , ,"

En cuanto al ganado montaraz, se impuso una costumbre


suprema: "el ganado es de quien lo monteo'l, de donde la "montería"
se constituyó en el rasgo característico de aquella sociedad
primordial. ", . ,El que llaman de montear, al qual deben darse con
más o menosfreqüencia, según pide la subsistencia de lafami/ia que
mantienen. ''2

Nuestro narrador agrega que "el ganado cabrío completaba el


haber del hato: su tasajo y la leche eran los elementos principales de

Sánchez Valverde, IDEA DEL VALOR, ob. cit., página 9

2 Idem, página 195

192
subsistencia para el mayoral, su familia y dependientes, a quienes
ayudaba también un pequeño conuco, donde cultivaba plátanos,
yucas y boniatos". E insiste una y otra vez en que "a estas
ocupaciones se dedicaban los españoles personalmente o por medio
de sus mayorales en toda la extensión de la Isla. .. "

y de esa manera, queda configurada esta práctica comunitaria


como un rasgo definidor de toda la sociedad, basado en los siguientes
elementos:

uno, la naturaleza común del usufructo de las tierras, "los pastos


eran comunes': dice Delmonte. Pero la tierra también, y su
propiedad, puesto que "llegó a perderse la memoria de los
propietarios. .. " y andando el tiempo, el usufructo llegará a ser
absorbido por la propiedad privada y la economía monetaria, y
quedará la naturaleza común de la propiedad de la tierra como un
carácter dominante del sistema social de la propiedad;

dos, el ganado era común, que es lo que se entiende por


"montería ", y esto lo mismo vale para el vacuno que para el cabrío, el
caballar y el de cerda;

tres, la actividad productiva era común. "Luego que se


anunciaba la primavera y comenzaban las aguas de mayo, se
con~regaban los vecinos y en días determinados exploraban los
montes y sabanas con perros y garrochas, reuniendo las puntas de
ganado. .. "1;
cuatro, la economía se contraía al núcleo familiar por
agotamiento del mercado interno, determinando una propucción de
auto-consumo, típica del régimen social de la comunidad primitiva;

cinco, y no por último menos, sino más importante, la forma


universal en que toda la po blación, "en toda la extensión de la Isla ':
segun certifica Delmonte, practicaba el mismo sistema.

Delmonte y Tejada. Ob. elt.

193
Esto significa, pura y simplemente, que las fundaciones agrarias
del Siglo XVI denominadas "hatos" y las del Siglo XVII que reciben
el mismo nombre, son diferentes. Y que las primeras han
desaparecido cuando, tras las DEVASTAClONES, hacen su
aparición las segundas. Y se explica.

La diferencia entre el uno y el otro es precisamente la misma que


existe entre la propiedad privada y su contraparte la propiedad
comunitaria. El "hato"del Siglo XVI es un producto muy avanzado
de la descomposición del régimen comunal, por la absorción, cada
vez más profunda, de los rasgos que tipifican el régimen de la
propiedad privada, importados desde su mismo origen de la
metrópoli y acentuados por el comercio intérlope. Esta es la tónica,
no solamente de esta forma de producción agraria, sino de todo e~
proceso histórico que cubre la segunda mitad de ese siglo y que ha
alcanzado ya en 1605 un grado de desarrollo tan característico, que
debía ser sumamente alarmante para una Corona tan hostil, y al
mismo tiempo tan sensible a sus manifestaciones, como lo era la
Corona española.

La aparición en las poblaciones de la banda del norte de LA


ESPARoLA de un proceso económico nuevo no puede entenderse
como un proceso local. Sino focal. Es como esa manchita escarlata
que aparece en una mejilla y que manifiesta localmente la invasión en
todo el sistema del virus de la escarlatina. Absolutamente toda la
formación económica de la Isla quedó impregnada de la corriente
histórica representada por las naves extranjeras, que constituyó el
foco invasor, desarrollado por las naves criollas, y que acabó por
sumirla en una situación de cambio que solamente podría ser
contrarrestada con una violencia cósmica.
4
Y, así como el proceso permeaba a toda la sociedad. la violencia
debió penetrar en los más profundos intersticios de ella, haciendo
desaparecer a los propios seres que la sustentaban.

Tal como lo anunció Alcocer: "antes de mucho no hahrá


memoria de ellos. .. "

Y antes de mucho lo certificó Sánchez Valverde:


194
"Las posesiones de las tierras quedaron tan desiertas que llegó a
perderse la memoria de sus propietarios... '~

Y explica:

"Los mismos trasmigrantes convidaban y provocaban a otros, de


suerte que apenas se quedaban en La Española los que por su mucha
miseria se hallaban imposibilitados de huirla. . . De las más
distinguidas familias que se habían establecido y arraigado, apenas
quedaron rastros... "2

Porque por distinguidas familias no podemo~ entender otra


cosa que familias propietarias, la "ciase propietaria" como las
llamaría más tarde el Gobernador Joaquín Garda. Y el único rastro
que dejan las familias distinguidas es el perfume de la propiedad
privada debido a la propiedad privada del perfume.

Es a Delmonte a quien debemos también la relación detallada de


las familias que, de manera insoslayable, echaron sobre sus hombros
la organización de una sociedad que empezó a llamarse SANTO
DOMINGO en la medida en que se disipa el recuerdo de aquella
realidad distinta que recibió en su tiempo el nombre mucho más
poético de LA ESPAÑOLA.

Delmonte se consagra a proporcionarnos los nombres de esos


pobladores fantasmales, dejando entrever sin proponérselo que no
debían ser muchos cuando podían ser registrados por la memoria. Y
los divide en dos grupos, los que forzosamente permanecieron a raíz
de la catástrofe y "las familias nuevasformadas posteriormente por
personas que venían a La Española. .... Dice:

"Estas familias que tengo presentes y otras que puedo haber olvidado,
comprendidas en la nomenclatura que precede, se dedicaron desde
aquellos días a la crianza de ganados, que absorbían enteramente su
atención ... " considerando seguidamente que los bienes de la
naturaleza "eran circunstancias favorables para determinar la
industria principal de los dominicanos y éstos parecieron prever
oportunamente que vendría un tiempo en que ella sería el único

Sánchez Valverde, IDEA DEL VALOR, oh. cit., pág. ll2

2 Idem, pág. Jll

195
manantial de su prosperidad y bienestar. " y concluye
diciéndonos que:
"Formaron haciendas o 'hatos' que aún existen hoy... "
j y esa es la gran consecuencia de las consecuencias y el comien-
zo y el eje principal de la historia de nuestro país!
5
Debieron pasar muchas décadas sin que se alteraran las bases
económicas de la sociedad para que este sistema echara tan
profundas raíces históricas. Es claro que. pasados los primeros
treinta años. las autoridades gubernamentales dirigieran toda su
atención a las frecuentes incursiones que se producían sobre las
costas abandonadas a raíz de la despoblación. En el ínterin
fructificaron las naranjas de china. que tenían una deliciosa
atracción para los marinos y. el ganado de los antiguos ingenios y
hacendados. creció a toda leche por los pastizales libérrimos.

Más de un siglo después. en 1739. la Colonia española


presentaba el mismo cuadro letárgico que había inspirado al
historiador García la metáfora del sueño:

"El estado de la parte española de la isla en 1738. a la entrada del


brigadier Zorrilla en el gobierno. no podía ser ni más triste ni más
desconsolador. Todo presentaba en ella un aspecto ruinoso. y sólo
contaba con una población escasa. reducida por algunos historiadores
a sólo 6 mil almas. diseminadas en los vestigios (de unos diez pueblos)
todos en decadencia y condenados a desaparecer, pues más de la mitad
de sus edificios estaban completamente arruinados, y de los que
quedaban en pie, la mayor parte estaban cerrados por falta de
habitantes; situación que se hacía extensiva a los campos, en los que
había por doquiera casas y terrenos sin dueños conocidos, de que se
aprovechaban los primeros que tomaban posesión, porque o bien
habían transmigrado los propietarios primitivos a otro lugar o se
habían quedado esos bienes sin sucesores...

"La agricultura estaba reducida a la siembra de los frutos menores


para el consumo; no había industria propiamente dicha; y el comercio
había decaído en proporción. no haciéndose en grande escala sino el
de contrabando, yeso en provecho de los empleados peninsulares... ",

García, COMPENDIO, págiria

196
De nuevo el contrabando venía como salida providencial a
resolver los problemas económicos esenciales de esta infortunada
colonia española.

Para esos momentos, la colonia vecina se convertía en la joya del


imperio colonial francés, los mismos "herejes" de los tiempos de
Osorio. Y por una burla de la Historia, los vecinos de esta parte
resolvían los errores de la política metropolitana, realizando un
intercambio con extranjeros que decididamente transformaba la
naturaleza del régimen económico. Sólo que ahora el intercambio
con extranjeros se llevaba a cabo con el extranjero de la colonia
vecina sin vínculo alguno con ~l mercado mundial.

De ese modo, esta parte de la Isla vino a convertirse en una sub-


colonia de los franceses, cuyo papel era suministrar aquellos
productos que un territorio saturado de haciendas, dirigidas a saciar
las demandas del mercado mundial, no podían producir.

y con ese elemento, el "hato" del Siglo XVII se cargará de


elementos amoneda bies y modificará sus contornos aunque no su
contenido original.

Durante el Siglo XVIII siguiente, adoptará su semblante


definitivo con el cual hará entrada en la Historia dominicana o hará
que la Historia dominicana entre en él, cosa que no es siempre fácil de
dilucidar. Y así vamos a verlo.

197
CONSECUENCIA DE LAS CONSECUENCIAS

Donde se descubren
las creaciones originales de las destrucciones originales

11

La "Sociedad Comunera"

Pequeña Introducción

Ningún país de la América Latina, y probablemente ninguna


nación joven del mundo moderno, las africanas p'Or ejemplo, ha
conocido la experiencia de la República Dominicana en su origen
histórico.

Ni siquiera Haití, que comparte su territorio y brotó del mismo


espasmo de la Historia.

La organización social de todos estos países, sin excepClOn


arrancó de la experiencia colonizadora, llevada a cabo por una
nación europea.

Haití misma conserva hasta estos días, inclusive el patrón racial


del cual se servía el colonizador para descoyuntar la unidad popular
que podía poner en peligro su dominación. Y lo mismo que sucedió
allí y en otros lugares respecto del negro, ha sucedido en otras
naciones indoamericanas respecto del indio.

Ninguna de estas naciones, para suerte suya, originó


199
espontáneamente una forma propia de desarrollo histórico desde la
misma arrancada.

Y, aunque posteriormente definieron, muchas de ellas en época


temprana, la misma Haití por ejemplo, sus rasgos nacionales
intrínsecos, siguieron siendo verdaderamente hÍJas de la Madre
Patria, porque a ella deben su nacimiento y el aroma de la cuna.

Santo Domingo, no.

Esta colonia fue la única en todo el Continente que tuvo que


emp~nder por sí sola el'camino de su propia colonización.

y, en consecuencia, dar origen espontáneamente a las formas de


organización social y fundamentación económica sobre las cuales
edificar su vida histórica.

No debe, pues, sorprender que, al escarbar en sus más


recónditos orígenes, se descubra una institución histórica
completamente original en sus formas, inaudita en sus antecedentes y
totalmente desligada del programa colonizador de los europeos en
esta parte del mundo.

Esta institución, que se conoce como los "terrenos comuneros"


debido a que constituye una forma de propiedad privada incrustada
en la propiedad comunitaria de las tierras, o a la inversa, representa
un caso único en el sistema de propiedad territorial en todo el
Continente, si se tiene en cuenta que se manifiesta como el
fundamento de toda la sociedad y no de una parte de ella.

Otros casos ha habido de fundación original del sistema de


propiedad de las tierras de un grupo, de una zona, de una
colectividad racial o religiosa, que convive con el ordenamiento
nacional establecido por el Estado.

Tal sería el caso de los "cimarrones" de Haití y Cuba, de los


"ayllus .. que menciona Mariátegui en Perú, de los "mormones" V de
los mismos "pieles rojas" en Estados Unidos y muchos casos
conocidos.
200
Pero la originalidad de los "terrenos comuneros" de Santo
Domingo consiste en que toda la sociedad se organiza en estos
términos y se convierte así en la base histórica absoluta, la que ha de
constituir la vertebración histórica fundamental de toda la historia
del país.

Este caso es único en el Nuevo Mundo.

y la razón es que las DEVASTACIONES de 1605 y 1606, de


donde esta institución insólita se desprende, es también un caso
único en el Nuevo Mundo.

El Profesor Ots Capdequí, una autoridad reconocida en esta


materia, declaraba en un cursillo que dictó en 1944, recogido en
volumen con el título de EL REGIMEN DE LA TIERRA EN LA
AMERICA ESPAÑOLA DU RANTE EL PERIODO
COLONIAL, que algunas conversaciones universitarias le habían
"hecho ver la importancia peculiar que para el estudio de los orígenes
históricos de los bienes comuneros puede tener en Santo Domingo
este texto legal: que los pastos, montes, aguas y términos sean
comunes. .. "1

y a continuación afirmaba que:

"Todo el conjunto de estos preceptos sitúa el problema para Santo


Domingo en condiciones diferentes de aquellas en las cuales se sitúa
este mismo problema para otros territorios de América".

Esta opinión es importante porque Ots Capdequí era un


profundo conocedor de la situación de las tierras en la época colonial
española en todo el continente y, encontrándose en Santo Domingo
en esos momentos, estaba en las mejores condiciones para detectar
las tipicidades de este fenómeno histórico y la profundidad de sus
implicaciones, por su conocimiento de la situación actual e histórica
en toda la América, así como el acceso a fuentes organizadas en torno
a estt; problema.

Ots Capdequí, José M. ELREGIMEN DE LA TIERRA EN LA AMERICA


ESPAÑOLA. Santo Domingo, 1946. página 95

201
Pero no se percató de un hecho fundamental. Es verdad que se
disculpaba de una manera muy honrosa: "Me habréis de perdonar si
por el momento yo no insisto sohre el particular, porque mi
conciencia profesional me impide abandonarme demasiado por un
terreno que no puedo pisar todavía con la suficiente firmeza",

Ese hecho fundamental es que el sistema de los "terrenos


comuneros ", o "bienes comuneros "como él prefiere llamarles, no fue
una institución que apareció en Santo Domingo por obra de la
legislación española ni de ninguna otra legislación sino que fue el
resultado de un proceso que brotó de las DEVASTACIONES del
Siglo XVII, como un producto espontáneo de la población, en el
marco de la total indiferencia de la legislación metropolitana, que es
otro hecho a tomar en cuenta, respecto de su colonia inaugural.

Por eso, al abordar su cursillo, el Profesor Ots Capdequí trató


de orientarse en los antecedentes legislativos de la Madre Patria,
apelando a la RECOPILACION DE LAS LEYES DE INDIAS de
1680, donde aparecen las disposiciones dictadas para Santo
Domingo durante el Siglo XVI. Por tanto, esas disposiciones no
reflejaban la situación real del Siglo XVII que, por otra parte, se
producía al margen de la ley y exclusivamente insertada en la
costumbre.

Sin embargo, Ots Capdequí admitió la necesidad de estudiar el


problema desde otras perspectivas:

"Yo creo que para poder penetrar en el verdadero alcance jurídico y en


las consecuencias de esta disposición es necesario realizar
investigaciones de historia económica y de geografía económica,
porque seguramente circunstancias de este tipo que aquí se dieron y en
otras partes faltaron, o por lo menos no se dieron tan acusadamente,
pueden darnos la clave de esa modalidad típica de Santo Domingo en
orden a los bienes llamados 'comuneros' '.'1

La "clave de esa modalidad típica de Santo Domingo" es


también una clave "típica" de Santo Domingo. De otro modo,

Idem , loc. cll.

202
siguiendo por ejemplo los cauces de la legislación española en
América, los "terrenos comuneros"dejarían de ser eso que el propio
profesor español intuye: una institución única en el Nuevo Mundo y
peculiar del proceso histórico de Santo Domingo.

Nosotros vamos a continuar la búsqueda de las modalidades de


ese proceso en su desarrollo histórico, inmediatamente.

DE LA "SOCIEDAD HATERA" A LA
"SOCIEDAD COMUNERA"

Esta criatura de la catástrofe que es el hato del Siglo XVII,


conservó sus más puras esencias comunitarias durante todo el siglo
que le vio nacer, pero en el curso del siglo siguiente recibiría la acción
continua de la propiedad privada, a través de múltiples intercambios
comerciales con una colonia vecina, y sufriría un trastorno en su
configuración ancestral, dando origen a una institución nueva: los
"terrenos comuneros".

Las primeras incursiones extranjeras sobre el territorio, en las


zonas devastadas y despobladas del litoral, comienzan por los años
de 1632, pero es entre 1655 y 1690 cuando se implantan en la parte
occidental de esta Isla los establecimientos franceses firmes que van a
convertirla en un emporio de fabulosas riquezas de aquel lado.

Estas fechas las establece Delmonte en base a un libro de un


viajero inglés, el capitán Roberto Boile, quien afirma que en la época
de su visita a Santo Domingo "van formando los franceses algunas
plantaciones en la Isla en terrenos que se han ido apropiando poco a
poco. .. "1

Delmonte y Tejada, Antonio, HISTORIA DE SANTO DOMINGO, tercera


edición, Santo Domingo, 1952

203
Ya en el Siglo XVIII esas plantaciones se convierten en un
modelo soberbio de explotación del esclavo africano en función de la
voracidad del mercado mundial.

Y de nuevo va a operar en la parte española, el trasiego de


esencias privadas que insufla a la propiedad el intercambio con
extranjeros, hecha la salvedad de que ahora el extranjero es relativo,
porque sólo será el que mora en la porción occidental de la misma
Isla, completamente a espaldas del que viene del océano como en
1605. Pero éste será suficiente para hacer sentir su influencia en la
precaria economía heredada de las DEV ASTAClüNES en esta otra
parte de la Isla.

Basta recordar que el volumen monetario que llegaba a esta


Colonia española por medio del "situado de México ': de manera
irregular, ascendía a 274 mil pesos supuestamente anuales. Mientras
que el producto de los intercambios con la colonia francesa
redondeaba los tres millones de pesos. Esta suma, realmente
considerable para la época y para el determinado país, debía hacer
que la comunidad de las tierras, que frenaba cuando no
imposibilitaba el desarrollo económico, se viera amenazada en sus
más sólidos puntales.

Como consecuencia de ese fenómeno, los más activos agentes


del intercambio, comenzaron a imponer algunas normas, aunque
por vía consuetudinaria, naturalmente, que les permitiera reservarse
algun~ forma de propiedad privada en el marco de la comunidad
territorial ya secularmente establecida.

Es así como aparecen las célebres "acciones" o derechos de


tierra, llamadas también "pesos de acciones': "acciones de pesos "o
simplemente "pesos" o "acciones" de tierra, que reservaban un
derecho de uso o usufructo de ciertas cantidades de terrenos para el
ejercicio privado de la "montería" del corte de árboles maderables o
de la agricultura, sin afectar la naturaleza común de la propiedad de
esas tierras.

En ese momento, pues, aparece un elemento monetario como


base de los intercambios comerciales, que impregna al "hato"
204
originar del Siglo XVII de elementos característicos de la propiedad
privada. Y naturalmente cambia su naturaleza y da origen al "hato"
del Siglo XVIII que, más tarde o más temprano, se conocerá en
nuestro país con el nombre de "TERRENOS COMUNEROS"yque
alcanzará hasta nuestros días'.

Es el propio Delmonte quien nos presenta el "hato" en función


de este elemento monetario, aunque la descripción que le debemos
sólo destaca los aspectos comunales del sistema.

Antes de presentarlo, Delmonte pide disculpas por hacer "una


pequeña digresión para dar alguna idea del sistema agrario que se
observaba en LA ESPAÑOLA" Y "por ser estas ocupaciones tan
características de los dominicanos". Y lo presenta así:

"El Hato era una posesión que comprendía el terreno correspondiente


a las acciones que se obtenían, llamadas DERECHOS DE TIERRA,
en los cuales estaba el dueño facultado a criar cuantos animales
quisiera y a apoderarse de los bravíos o alzados... "

Pero no nos dice más. El resto de su descripción descansa en los


aspectos comunitarios de este sistema de producción que, sin lugar a
dudas, correspondían al período de mayor pureza de la comunidad
primitiva, pero que sufrían ya un proceso de descomposición por el
contacto con la intensa naturaleza capitalista del sistema imperante
en la colonia vecina.

Sánchez Valverde nos da más noticIas en su IDEA DEL


VALOR. Celebra que para 1780 hayan aparecido "Poblaciones y
Fábricas" que "dan un testimonio irrefragable de lo mucho que ha
respirado LA ESPAÑOLA" Y a seguidas se pregunta:

"¿ y todo esto cómo se ha hecho? ¿Qué esfuerzos superiores han


influido en ello? Ninguno, verdaderamente, responde. No ha habido

Alburquerque, Alcibíad'es: TITULOS DE LOS TERRENOS COMUNEROS


EN LA REPUBLlCA DOMINICANA, Santo Domingo, 1941. Y también Rui7
Tejada, Lic. M. R. ESTUDIO SOBRE LA PROPIEDAD INMOBILIARIA
EN LA REPUBLlCA DOMINICANA, Santo Domingo, 1952y Hoetinck. H.,
EL PUEBLO DOMINICANO, Santiago de los Caballeros. Rep. Dom., 1972.

205
otra cosa que la concurrencia, como decíamos antes, de algunos
accidentes que expondremos con brevedad. El primero, en mi
opinión, ha sido el mismo establecimiento de las Colonias Estrangeras.
a
Ello es constante, sin que pueda ponerse en duda, que proporción
que ellas han tomado incremento, también ie han tenido nuestras
Posesiones: y la razón no es obscura. Como fueron creciendo en
número los Franceses, fueron necesitando de nosotros para su abasto
y subsistencia, a medida que labraban la tierra les faltaban los pastos y
los Criaderos y quantos más ingenios de Azúcar iban plantando, tanta
mayor necesidad tenían de bestias para moverlos y para la conducción
de sus frutos. Lo que nos sobraba en la Isla eran ganados y caballerías
que de nada nos servían sin labores, ni comercio en que exercitar los
unos y sin pobladores que consumiesen los otros. Por consiguiente, se
no~abrió una puerta utilísima, por donde sacar lo que sobraba y traer
tanto como faltaba a los Vecinos... ''(

Es así como el hato original del Siglo XVII, cuyo producto


estaba consagrado al consumo familiar, encontró un mercado que
permitió capitalizar los excedentes, dando entrada al factor
""metario en el sistema.

Pero esta influencia no fue suficientemente vigorosa como para


producir una revolución a fondo y, a lo sumo, introdujo algunos
elementos de forma que no alcanzaron a producir un salto en la
estructura comunitaria de su contenido. En el fondo,la descripción
de Sánchez Valverde no difiere mucho de la de Delmonte, quien
parece haber bebido en aquella:

"Cada dueño de Hato o Rancho (de vacas o de cerdos) tiene en sus


límites algunos bosques que llaman Monterías, confinantes con ptra u
otras posesiones, por las quales corre la misma Montería. Juzgan los
Propietarios que estos sitios son una de las mayores utilidades que
pueden tener los Hatos o ranchos, porque en ellos se encuentran
animales salvajes, de cuya caza se mantiene sin tocar a los otros que
cuentan, digámoslo así, por suyos...

y en esa frase final se advierte, digámosle así, un tono de


propiedad privada bastante débil y desafinado.

Sánchez Valverde, obra citada, página 141

2 Idem , página 187

206
Sánchez Valverde señala que al hablar de los propietarios de LA
ESPARoLA no habla de la gente común y sencilla sino "de los
Regidores, de los Capitanes. de los Canónigos y Eclesiásticos que
tienen Ingenios y Cacaguales ". y nosotros no podemos resistir a la
tentación de transcribir a toda tinta la tirada con la que el autor nos
describe la vida de estos propietariós de gran estirpe, a fines del Siglo
XVIII.

Explica que estos personajes no pueden vivir en sus haciendas y


sólo acuden a ella cuando sus empleos lo permiten o el tiempo preciso
de las cosechas y zafras. "¿ Y con qué comodidad?", se pregunta
atormentado. Y ésta es la respuesta a su propia pregunta que nos
ofrece:

El Hospedaje

"En Calesa o Birlocho es imposible porque ni el caudal lo sufre ni los


caminos lo permiten. Va a caballo, expuesto a los ardores de aquel sol
y a las lluvias. El hospedaje que le espera es una choza pajiza y mal
entablada, con una sala de quatro o seis varas, en que hay una pequeña
mesa, dos o tres taburetes y una hamaca, un aposento del mismo
tamaño, o menor, con quatro horquillas clavadas en tierra. en que
descansan los palos y se echan seis u ocho tablas de palmas. un cuervo
y algunas veces un colchón. Si llueve, escurren dentro las goteras que
caen sobre un suelo sin ladrillos y que por lo regular no tiene otra
diferencia del campo que haberse muerto la yerba con el piso...

La Mesa

"Desayúnase el más acomodado con una xícara de chocolate y un


poco de pan, que cuenta tantos días de cocido como el amo de viaje.
Los otros hacen esta diligencia con Café o agua de Gengibre y un
Plátano asado. La comida consiste en arroz y cecina con batatas.
plátanos, llame y otras raíces, a cuya masticación acompaña el calabe
en vez de pan. Los más delicados llevan pólvora y munición para
matar alguna ave, o tienen una corta crianza de ellas cuyos huevos y
algún pollo es el sumo regalo .. ".

El TrabajO

"Su exercicio es levantarse al alha para visitar sus cortas labra mas.
pisando la yerba llena del copioso rocío de la noche o los lodos que

207
hacen las lluvias, recibiendo un sol ardiente desde que nace. Retirase
sudado y acalorado por una parte y penetrado de humedades por otra.
En tiempo de zafra o molienda de Azúcar, tiene que velar, si quiere
que vaya bien. En los plantíos de Cacao y otros frutos, va con los
Negros a coger las mazorcas o vaynas, ha de asistir quando las granan,
entrojan, porque, aunque tenga Mayordomo, como hay que ocurrir a
diferentes cosas en el campo y en la casa, es preciso que el amo se
sacrifique, partiendo con éste las tareas y que lleve una vida más
laboriosa y desastrada que la de los mismos Mayorales o Sobrestantes
Franceses, cuya decantada actividad y genio consiste en el luxo, la
gula y otros vicios que ceban con el regalo y la libertad de sus
habitaciones"'.

En este bello extracto de Sánchez Valverde se advierten ya en


este "hato" del Siglo XVIII las diferencias de clase. Existe un amo y,
por debajo de él, acaso un Mayorala Sobrestante al uso francés. El
negro se ha vuelto más negro que aquel que se proclamaba ante el
estupor de Lemmonnier-Dellaffosse "blanco de la tierra ", de una
tierra que era de todos. El propietario, aunque fuera más producto
del poder que de su hacienda, se materializa en "acciones de pesos ". Y
en fin "ha respirado La Española "...

Pero la esencia comunitaria de la propiedad de las tierras es


tenaz. El hato cambia de nombre pero conserva su apellido
comunero, como expresión y defensa de su comunidad ancestral.
Este rasgo esencial del hato del Siglo XVII se perfilará en los
"terrenos comuneros" del Siglo XVII 1, se conservará durante todo el
Siglo XI X Y alcanzará un punto bastante lejano durante el Siglo XX.

Para dar una VlSlOn que, a la vez que nos dibuje el perfil
dcfinitivo de esa institución nos muestre la firmeza de sus rasg9s,
vamos a hacer provecho de una serie de interrogatorios que llevó a
cabo una Comisión del Senado norteamericano que vino al país en
1870, con el propósito de indagar las condiciones sociales,
económicas y políticas imperantes, con vistas a una eventual anexión
de la República Dominicana a los Estados Unidos de América. Las

Idem . página 164

208
respuestas parcialmente utilizadas aquí se deben a unos testigos
especialmente calificados por la doble circunstancia de ser
extranjeros, conocedores de la situación agraria en otros países desde
un plano superior de conciencia, y de estar ellos mismos sumergidos
en el sistema desde largos años atrás en el país.

Juan Cherí Victoria, es un francés de Burdeos, General en la


época de Santana (después de 1844), tiene ahora 70 años y es Alcalde
de El Maniel y profundo conocedor de las costumbres. La Comisión
le preguntó: "Cuál es el método que tienen ustedes para medir y
poseer la tierra?

"Responde: La tierra aquí no se mide por medio de marcas y


guardarrayas para cada propietario, sino que se posee como terrenos
comuneros como decimos aquí, es decir en común. Cada uno tiene
derecho a su parte, a tantos' dólares' (pesos), y puede usar cualquier
parte o cuadro que esté en los terrenos comuneros, la cual puede ser un
cuadro de considerable extensión. Si un hombre tiene quinientos
dólares descritos en su escritura y traspaso (hay un salto) tiene derecho
a cortar la caoba y nadie más tiene ese derecho, pero no tiene derecho a
la tierra después que ha sido cortada la caoba. Esto provino de la
costumbre de sacar madera y ya se ha convertido en una ley...

"En este país, después que una persona sale de su casa y abandona su
tierra más de un año y la casa se quema y desaparecen las mejoras, otra
persona puede ocuparla y considerarla suya...

"Este método de dividir la tierra que yo he descrito, provino de la


costumbre de no medir la tierra por medio de límites o guardarrayas.
Una persona compra un derecho o título en un terreno comunero, el
cual comprende varias leguas cuadradas, y puede ocupar cualquier
parte del terreno o todo el terreno que haya desocupado, no importa la
cantidad que sea, con tal que no le toque a la tierra ya mejorada ni a la
que está detrás o más allá, de donde sacan las maderas necesarias. Hay
que dejarlos sacar la madera y la leña que necesitan para hacer hervir
el guarapo y hacer el azúcar. Esa persona puede tomar la tierra que
quiera, pero tiene que ocuparla y utilizarla ''8.

Otro francés, nativo de Cherburgo, Augusto Gautier, de 58

INFORME DE LA COMISI01'\ DE INVESTIGACION DE LOS ESTADOS


UNIDOS DE AMERICA EN SA1'\TO DOMINGo EN 1871. Santo Domingo.
1960, página 583

209
DEVASTACION 11
Consecuencia: Planteamiento de una
Conciencia Nacional Isleña

Cinco años después de iniciarse el Siglo XVII, al momento de las


Devastaciones de Osorio, y cinco antes de iniciarse el Siglo XIX,
comprenden 190 años que necesitó la porción de la Isla que conservó
milagrosamente la lengua española, para recuperarse de la catástrofe
desencadenada por la insensatez de la Corona y de su representante
colonial. Y, como que la Historia está llena de paradojas, esta
recuperación fue debida ni más ni menos que a los intercambios
comerciales con la Colonia vecina, precisamente con los herederos
auténticos de aquellos "herejes" a quienes se debió el esplendor de las
ciudades del norte, durante los últimos años del Siglo XVI, y a
quienes se quiso desalojar prendiéndole fuego a toda la Isla. De
modo que, si se repetía el planteamiento histórico, lo menos que se
podía esperar es que se repitieran sus consecuencias. La palabra
"devastación ': para ser verdaderamente española, parecía requerir
una realización constante en el destino de aquellos que hablaban en
la Isla la lengua española.

Porque, andando el tiempo, el producto de los intercambios con


la parte francesa, se convirtieron en el soporte económico
fundamental de la población de la parte española. Oficialmente esta
parte se sostenía con los 274 mil pesos que venían de manera errática
desde México, destinados al pago de los funcionarios y de la tropa. Si
la Corona podía creer que con esa suma se sostenía el resto de la
población era porque ignoraba que los intercambios clandestinos
con los colonos vecinos, arrojaban un total de ¡tres millones de
pesos! Y, aunque tampoco estos millones eran suficientes, permitíar.
al menos, como decía Sánchez Valverde, "respirar a La Españo/a".

Una parte de esos tres millones de pesos se invertía en la propia


colonia francesa en mercancías destinadas al consumo:

"... café y cacao, un poco de azúcar, telas blancas, grises y crudas de

215
todas calidades, sobre todo bretañas, muselinas, pañuelos e indianas
de todas clases; hilos varios, tejidos de lana y tela de seda
(principalmente la prunelle, el tafetán negro y el gro de Tours) vino de
Burdeos y vino de Málaga... "1

Que el vino de Málaga, español, tuviera que ser obtenido en la


Colonia española por medio de la compra que hacía con sus propios
auxilios en la Colonia francesa, debía ser suficiente para explicar la
inmensidad de esta tragedia histórica. Los fondos que se obtenían
hasta esa suma de tres millones era a cambio de la venta de "tabaco.
madera de caoba y el aguardiente que allí (en la parte española) se
produce. con el precio que los habitantes reciben por los animales
que venden,- con el monto de los derechos de importación y con los
200 mil pesos que el Gobierno (español) introduce. un año con otro,
para pagar las tropas. .. ''2

Ya para fines del Siglo XVIII la influencia que este comercio


ejerCía sobre esta parte era tan profunda,que determinaba el perfil
de las regiones principales del país. Según un informe oficial del año
de 1800, existían unas "factorías" que producían azúcar, café y
cacao, "sin formar ramo de comercio porque su producción es igual a
su consumo': en razón de que todos esos productos los poseía la
colonia vecina en gran escala. Esta región correspondía con la que se
conoce en la actualidad como el Sur, hasta la Capital.

Otra zona era Santiago, que sin duda se benefició más que
ninguna otra región con ese comercio. "Santiago producirá
anualmente unos 20 mil pesos en tabaco en hoja". Pero también
comerciaba con el tabaco elaborado (túbanos), azúcar, café y cacao,
y desde luego los productos de la ganadería. Y,

en todo el resto del país hay hatos para cría de ganado,


oo • • •

principalmente vacuno y caballar. Esta industria es tan lucrativa que


las carnicerías de la parte francesa no tendrán otro surtimiento, ni sus

MEMORIA DESCRIPTIVA DE LA PARTE ESPA~OLA DE SANTO


DOMINGO QUE CONTIENE ALGUNAS IDEAS Y PENSAMIENTOS
SOBRE DIFERENTES MATERIAS, por M. Padrón, ex-Ordenador de
Santo Domingo (1800) en LA ERA DE FRANCIA de Rodríguez Demorizi, ob.
cit., página 172.
2 Idem.

216
habitantes otro paraje para la adquisición de mulas y caballos
necesarios para la conducción de sus cosechas... "1

En torno a ese tipo de producción y de intereses, se constituía


una tercera zona en la región más oriental de esta parte de la Isla, la
más alejada del centro de operaciones comerciales y, por esa razón, la
más desvalida y concentrada en su pasado secular.

Esta estructura tripartita del desenvolvimiento económico,


nacida al calor de los intercambios con el oeste, debía penetrar muy
profundamente en el curso histórico y ejercer una influencia
perdurable. Inclusive llegaría a infundir, con el paso de los tiempos y
de las circunstancias, tres estilos distintos de interpretación del
destino común. De hecho, nunca desaparecería totalmente de la
fisonomía histórica dominicana, lo que explica la naturaleza de la
influencia que los "terrenos comuneros" imprimían en la vida
nacional, porque toda la producción arrancaba del hecho
fundamental del sistema comunitario de propiedad de las tierras.

2
Esta situación de intercambio y de mutua dependencia entre
colonias, se enfrentó a una dura prueba a fines del Siglo XVIII, como
consecuencia de un acontecimiento cósmico: el estallido de la
Revolución francesa y su repercusión en la Colonia vecina. Es claro
que todo el esquema establecido se venía a abajo e inauguraba un
nuevo proceso, enormemente complicado por el súbito ascenso de
las masas populares a la dirección de su propio destino en ambas
partes de la Isla.
En la parte francesa, los acontecimientos se precipitaron y
dieron lugar al despertar violento de un pueblo que, en el fragor de
una epopeya gigantesca, anuncia el alborear del Siglo XIX como una
época nueva para toda la América Latina.

En la parte española este proceso deberá ser más lento por la


propia naturaleza del desarrollo histórico que le sirve de fundamento
y por la circunstancia de su conformación económica y social.

Chanlatte, Antonio, AL GOBIERNO FRANCES y A TODOS LOS AMIGOS


DE LA SOBERANIA NACIONAL y EL ORDEN (1800), en II! ERA DE
FRANCIA anteriormente citada, página 219.

217
Particularmente digna de tomarse en cuenta es la debilidad
esencial del poder metropolitano en esta parte de la Isla, en cuya
virtud la contradicción esencial de las masas populares con respecto
al poder, se difunde y disipa, impidiendo el desarrollo de una fuerte
conciencia de clase.

En la parte francesa, el motor histórico es el régimen esclavista,


de un rigor extremo e inhumano, y el actor claramente visible es el
esclavo.

En la parte española, el esclavo no existe. 0, cuando menos, no


existe en los términos del sistema de "plantaciones" sino en los del
régimen pastoril y, por consiguiente, se mueve en una órbita afectiva
que al mismo tiempo que le permite convivir y amancebarse con la
hija del amo, le incapacita para desarrollar una conciencia de clase
activa y vigorosa.

Como consecuencia de esa disparidad esencial, los


acontecimientos revolucionarios de la parte francesa, no encuentran
en la parte española al esclavo que debería ser un portador, capaz de
crear una línea revolucionaria y emancipadora en todo el eje
longitudinal de la Isla. Lo que encuentran es al negro. Pero aquí el
° °
negro no es esclavo sino pastor. comerciante. lo que le da la
gana... La Revolución no le ofrece ninguna perspectiva de libertad
claramente discernible. Y lo que es peor. Lo que le muestra de súbito
es la desarticulación de un régimen apacible de existencia y la
colocación en primer plano, de una agudización de las diferencias
raciales que s610 puede ocasionarle trastornos después de siglos de
superación lenta pero efectiva y palpable en todos los sentidos.

Desde luego, esto no va a significar que el negro de la parte


española adopte una actitud contrarrevoiucionaria. Todo lo
contrario. Su actitud va a ser la de identificarse con todo el pueblo de
la parte española, como parte de ese pueblo, sin identificarse como
negro con el negro de la parte vecina, y fundirse en la profunda onda
de solidaridad de este pueblo con el otro, en los mismos términos de
toda la población cualquiera que fuese el color de la piel.

Y, precisamente, será esa solidaridad la primera manifestación


218
objetiva de la existencia de ese pueblo. Por eso debemos dirigir
nuestra atención a ese instante histórico en el cual la solidaridad de la
población de esta parte con los luchadores de la parte vecina, es ya un
signo objetivo de su existencia real.

El 21 de diciembre de 1790, ante el Altar Mayor de la Catedral


de Santo Domingo, con la asistencia de la población de la Capital
congregada a tal efecto, el enviado francés Lignerie, quien traía la
misión de repatriar a Ogé, Chavanne y 21 compañeros refugiados en
la parte española, juró solemnemente que sería respetada la vida de
los reos que se le entregaban.

Con este acto solemne y juramento público del enviado francés,


se ponía fin a una agitación política en la parte española que da
constancia magnífica, certificada documentalmente, de la presencia
del pueblo.

En ninguna fecha anterior, que sepamos, los documentos dan


oportunidad de constatar esta presencia. Es su primera
manifestación palpable, con las connotaciones políticas y su
materialización en términos de lucha, que le son esenciales. Y,
aunque podríamos suponer que se halIaba constituido ya, después de
su liquidación en 1605, no podemos dar fe de su existencia histórica
hasta este momento.

Resulta que el Gobernador García, cuya truculencia lo situaba


según el Agente Roume "a ciento sesenta años detrás de los españoles
en Europa"(, estuvo dispuesto a la entrega, desde el primer momento
del refugio de estos desgraciados según él mismo se lo comunica
detalladamente al Marqués de Casa-Calvo en una larga carta2 •

• DEL AGENTE ROUME A LA COMISION DEL GOBIERNO FRANCES


EN LAS ISLAS DE SOTAVENTO, Santo Domingo, Octubre Ira. de 1797, en
Demorizi: CESION DE SANTO DOMINGO A FRANCIA, Santo Domingo,
1953.
2 La reproduce Delmonte y Tejada.

219
García era Gobernador, Capitán General y Presidente de la
Audiencia, amén de otros cargos que reunía en él todo el poder
colonial en esta parte de la Isla.

Pero también desde el primer momento el Común, como se le


llamaba entonces al pueblo, manifestó su resistencia a la entrega. De
esa manera quedó constituida una línea de confrontación entre las
masas populares y el poder colonial.

La energía y la eficiencia de la protesta popular, de la que


desgraciadamente no tenemos constancia porque los pueblos no
escriben su propia historia, se pone en evidencia por el hecho de que
las personalidades más destacadas de la Colonia abrazaron
decididamente su causa. Entre ellas debemos mencionar en primer
rango al Asesor General por Real Nombramiento, don Vicente
Faura, quien se negó a aprobar la determinación del Gobernador,
haciéndole notar que "era preferible asegurar la paz interior antes
que la de los vecinos"l, con lo cual revelaba la gravedad de la situa-
ción.

Por su parte, el Arzobispo Fr. Fernando Portillo y Torres


escribió a la Corona en carta que se conserva, censurando acremente
al Gobernador y anunciando los peores males por su conducta:

"Yen efecto, es tanto el dolor, y sentimiento que conserva el Partido


de los Mulatos (haitiano) por esta entrega, que, si no me han
engañado en la Frontera, aún conservan vigoroso luto... y se han
atrevido a decir a varios de una Guarnición, que no entrarán en
nuestro terreno sino todos juntos y que esa será la ocasión en que se
quiten el luto... ''1

El Regente de la Audiencia, don José Antonio Uózar, y


probablemente el Fiscal titular de ella, Alvarez Calderón, toda vez
que fue sustituido inopinadamente por García, asumieron también la
posición popular. García habia decidido llevar el caso a la Audiencia

Idem.

2 Incháustegui, J. Marino, DOCUMENTOS PARA ESTUDIO, ob. cit. página


549, Tomo 11.

220
tras la negativa del Asesor General a aprobar la entrega pero tuvo
que sostener con Urízar un debate que se prolongó durante ocho
horas. Y todavía cuatro horas más al día siguiente. Doce horas en
totalantes de que la Audiencia se pronunciara en favor de la entrega.
Una victoria dificil pero victoria al fin, de la que pudo
momentáneamente congratularse el GobernadoI, sobre la voluntad
popular.

Sin embargo, el procedimiento legalista no foe suficiente. Como


que ya no quedaba otro recurso disponible, hubo que apelar al
engaño. El Gobernador inventó la estratagema de hacer jurar al
enviado Lignerie ante el Altar Mayor de la Catedral que serían
respetadas, aunque él sabía que no se iban a respetar, las vidas de los
refugiados. Confiaba en que el pueblo aceptaría la validez de ese
juramento. Y así fue.

Los refugiados fueron entregados y remitidos a Haití, donde


fueron sometidos al "tormento de la rueda "hasta que, triturados sus
huesos, exhalaron el último suspiro.

Importa poco que el pueblo fuera engañado explotando su fe


religiosa y su confianza política, así como la circunstancia de que la
dificultad de las comunicaciones de la época impedirían conocer el
desenlace, por cierto atroz, de la conducta cavernaria del
Gobernador, que en gran medida precipitó los acontecimientos de la
colonia vecina. Aquí sólo nos obliga la presencia del pueblo. Y el
hecho es que sólo cuando el pueblo de esta parte pudo creer que su
voluntad sería respetada, fue posible "asegurar la paz interior" que
tanto preocupaba al Asesor Faura y al Arzobispo Portillo.

La situación repercutió inclusive en Europa. Robespierre


pronunció un airado discurso en la Asamblea Nacional: "Perezca la
última de nuestras colonias antes que sacrificar uno solo de nuestros
principios"·, vociferó.

Vinieron condecoraciones y premios de Francia y de España.


De Francia, para el Gobernador García, la Cruz de San Luis. Un

Delmonte y Tejada.

221
premio que le delataba. De España, increíblemente, para el Asesor
Faura, el cargo de Asesor de la Audiencia de Caracas con una
remuneración de mil quinientos pesos, adicionalmente al que ya
tenía en Santo Domingo y ¡sin necesidad de abandonar el país!
Vistas desde el prisma popular, las posiciones estaban invertidas.

Del seno de este pueblo español, que desde luego no es el misIP


del siglo XVI, y de la descendencia de los antiguos esclavos africanos,
que absorbieron la cultura hispánica olvidando la suya propia, ha de
nacer el pueblo dominicano.

Pues debe quedar bien en claro que en el hermoso episodio de


1790 no se percibe en ningún momento una conciencia "dominicana"
ni apunta en ella ningún objetivo nacional ni un atisbo palpable, y
mucho menos documental, de la lucha de ese pueblo para
emanciparse del poder metropolitano y encaminarse hacia la
realización de sus propios objetivos. Antes bien, el fondo de la
cuestión, si nos atenemos al texto de la carta del Arzobispo, consiste
en que la entrega dispuesta por el Gobernador García, carecía de la
aprobación del Rey:

", ..Y aunque solo entren con ánimo de vengar su resentimiento en


determinadas personas; no ignorando ellos que el Común (o sea, el
Pueblo) de la Capital e Ysla les fue mui sensible dicha entrega POR
SER DECRETADA SIN ORDEN SOBERANO,. ,"1

Esto nos induce a considerar que todavía en 1790 no es posible


detectar la presencia de un "pueblo dominicano ': aunque sí, la
presencia debidamente constituida y militante ya, de un pueblo que
se enfrenta al poder colonial, pero sin que esta confrontación alcance
al poder metropolitano. En 1605 fue al revés: la confrontación era
con el poder metropolitano que sólo débilmente -en la persona del
Gobernador- involucraba al poder colonial. El Gobernador
aparecía como el ejecutor despiadado de las cédulas reales de
Devastación. Y por eso implicaba la Independencia, según lo

Carta del Arzobispo Portillo, DOCUMENTO PARA ESTUDIO, de


Inc:háustegui, ob. cito página 551.

222
certificaba el Lic. Valcárcel, aunque sería un dislate invocar al pueblo
"dominicano" en esa confrontación.

La ausencia de documento alguno que revele de manera objetiva


alguna lucha popular dirigida en 1790 contra el poder metropolitano
en beneficio de sus propios intereses, nos inclina a estimar que ese
pueblo, cuya existencia hemos podido saborear en todo su aroma,
era un pueblo nítidamente español, adherido todavía a la
nacionalidad española y totalmente desprovisto de la voluntad
palpable de desprenderse de ella en beneficio de su propia
nacionalidad.

Esta presunción parece confirmarse en ocasión de la cesión de la


parte española de la Isla a Francia, cinco años después. Durante los
seis años que duró el proceso de entrega, y durante los cuales el
Gobernador llevó a cabo la destrucción masiva de la Colonia y
procuró por todos los medios trasladar el grueso de la población a
otras colonias españolas, no se produce ninguna acción de
naturaleza popular que pusiera de manifiesto la resistencia del
pueblo a abandonar el territorio ni a ninguna de las medidas del
Gobernador García, orientadas a desarraigar la población y
desmantelar completamente la Colonia. El Agente Roume
argumentaba a su Gobierno en 1797:

"...seríamos ingratos si cesásemos de acordamos que a él (el


Gobernador García) es a quien devemos esta perfecta tranquilidad
que reina' en todos los lugares sometidos a su Govierno. Tranquilidad
que no han podido alterar ni las imprudencias de la Comisión
residente en el Guarico, ni una insurrección horrible de cultivadores,
ni los complotes de gentes mal intencionada. Vosotros podéis
creerme, Ciudadanos Agentes: es a la prudencia de D. García y de
Roume a quien sois deudores de no hallar la nueva parte francesa tan
desorganizada como la antigua. . ."1

Utrera menciona una carta muy esclarecedora del propio


Arzobispo Portillo en la cual éste refiere que, al publicarse el bando
de cesión, la reacción fue tan profunda en la población, que le hizo
esperar un levantamiento popular,

l. INFORMA A LA COMISION DE SOTAVENTO, op. et loe. cit., página 293.

223
"...pero parecióme conveniente para contenerlo, permitirle algunas
horas de desahogo a su pasión patriótica que, por ciega y
entusiasmada, podría arrollar con exorbitancia los medios que
opusiera la más exquisita política, especialmente cuando a vista de
he chos, el día de la publicación, cayó muerta en medio de la calle una
mujer, exclamando: ¡ISLA MIA, PATRIA MIA! Aquella mujer era
del pueblo; era el pueblo mismo en el trance más azaroso hasta
entonces de su vida política. El nombre de aquella mujer era Tomasa
de la Cruz, que por sí solo es símbolo de quien no cree sino cuando
siente en sí todo el peso de la adversidad... ")

El mismo Utrera se refiere a una carta del Ayuntamiento de la


Ciudad de Santo Domingo dirigida al Monarca en la cual le dicen
que la noticia de la Paz de Basilea les hubiera proporcionado la más
cumplida satisfacción si no hubieran tenido que comprarla "con
lágrimas de sangre". ..

El bando que anunció la cesión de toda la Isla a Francia, en


virtud del Tratado de Basilea de 1795, conmovió las más profundas
fibras de la población cedida.

Era un desenlace en profundidad y en duración. De dislate en


dislate, y exigiéndole al pueblo inmensos sacrificios, la Corona
española había ido desprendiéndose poco a poco de una posesión
cuyo valor económico, político, estratégico e inclusive moral (por el
juramento imperial de Carlos 1), debieron haberla convertido en su
joya predilecta. La entrega total y final del territorio era la
coronación suprema de ese desprecio. Durante tres siglos la
población pudo acostumbrarse, como las aguas de un pozo
profundo, a esa piedra suspendida en el aire, que nunca llegaba a
caer. Y, cuando al fin cayó, la brecha que produjo en el fondo fue tan
ancha, que esas aguas nunca más volvieron a ser las mismas aguas...

La cesión a Francia fue dictada por los apremios de la


Revolución, que llenó de pavor a los cortesanos de Madrid. No fue
solamente la obra del favorito Godoy sino de la decadencia general

Sánchez Ramirez, J. DIARIO DE LA RECONQUISTA, Proemio de Fr.


Cipriano de Utrera, Santo Dommgo, 1957, página VIII.

224
de la Corte. Por eso fue recompensado con el título de Príncipe de la
Paz. Una paz que aventaba el miedo a dos revoluciones, la francesa y
la haitiana.

La única referencia territorial que contenía el Tratado era la


cesión de la parte española de Santo Domingo como refiel'e Soboul
en una obra ya mencionada. Y los revolucionarios franceses,
renuentes a mancillar la flamante Declaración de los Derechos del
Hombre, fueron prácticamente forzados a aceptar este soborno
colonial del favorito, no sin ostensibles escrúpulos.

A pesar de ese apremio de la Corte en desprenderse de esta


Colonia que era como "un cáncer agarrado a las entrañas de
cualquiera quefuese su dueño ': como decía Godoy, y de la constante
intimación a su Gobernador para que "hagan la entrega y después no
importa que se maten. .. "1, por ejemplo en la Resolución del 3 de
diciembre de 1796, el Gobernador y Capitán General y Presidente de
la Audiencia de Santo Domingo, don Joaquín García y Moreno,
demora concienzudamente la entrega de esta parte y el traslado a La
Habana, mientras lleva a cabo (el Alcázar de Don Diego se desplomó
espontáneamente en ese instante) la devastación lenta y sistemática
de la producción colonial, durante nada menos que seis años 2 • sin
tener en cuenta a los nativos y con toda preocupación concentrada en
impedir que sirviera a los antiguos esclavos de la parte francesa,
"nutridos con leche republicana" e intoxicados por "la perniciosa
libertad", de acuerdo con su expresivo vocabulario.

El resultado vuelve a ser, como en 1605, la emigración en masa


de los elementos más activos de la economía en esta parte y la
destrucción igualmente masiva de los medios de producción,
acciones que, por parte de los revolucionarios haitianos, fueron
constantemente denunciadas, tanto como desoídas, por el
Gobernador español.

Rodríguez Demorizi, Emilio, CESION DE SANTO DOMINGO A FRANCIA,


Archivo General de la Nación, Vol. XIV, 1958, página 101, y también Soboul,
Albert: La Revolución Francesa, Editorial Tecnos, S. A., Madrid, 1966.

2 V. Passim, CESION, ob. cit.

225
Por ejemplo, en una carta dirigida por el propio Gobernador
Garcia al Gobernador Laveaux de la parte francesa, ~n contestación
a una de estas quejas, le dice:

"Me han sido sumamente sensibles las noticias que me participa V. E.


de los robos que se cometen todos los días, devastando los ingenios,
levantando los molinos de azucaro destruyendo los establecimientos y
llevando los muebles que han hallado en las casas los Oficiales después
de la publicación de la paz y también el consumo de pólvora en
tiempos inutiles, pero como no me señala V. E. caso ni personas, sino
abstractamente, y mis órdenes están vigentes, no he podido
determinar providencias que recaigan en determinadas personas... "

Este es a todas luces el lenguaje del cinismo. Cuenta Kerverseau,


un personaje omnipresente en estos episodios, en cierto informe a su
Gobierno del que se hablará más adelante, que:

"Con la noticia de la cesión de esta parte de la Isla, los propietarios


ricos huyeron con sus capitales y sus negros. Los hateros más cercanos
de las zonas oc.:upadas por los ingleses les vendían las bestias a vil
precio y se apresuraban a salir de esta tierra de desolación. Las
sabanas antes cubiertas de animales no eran más que vastos desiertos.
Los hateros de las zonas más alejadas habían echado su vacada a los
bosques y las montañas y los llevaban por rutas extraviadas hasta la
costa norte, donde los esperaban los emisarios británicos, que los
hacian transportar en sus embarcaciones a las carnicerías destinadas
al mantenimiento de sus escuadras y de sus guarniciones. Santo
Domingo estaba amenazada de ver extinguirse la raza de los animales
necesarios al cultivo de la tierra y a la subsistencia de sus habitan.
tes... ")

En 1797, el entonces Comisario Roume informaba a sus


superiores que el ganado había sido destruido en los últi mos
episodios bélicos y que

"desde que se supo en la Isla la cesión a la Francia, los hateros se han


entregado ciegamente a los tratantes ingleses a que han hecho una
enorme extracción de animales... "2

Mejia, Gustavo Adolfo, HISTORIA DE SANTO DOMINGO.

2 Demorizi, CESION, ob. cit. página 290.

226
García mismo describía la Colonia bajo su mando como "un
país pohre de numerario y en estado de emigración ': diciendo que
había dejado de ser "el asiento del reposo "y que "todo se acabará en
la secuela ".

Toussaint, que ejecutó el Tratado por la fuerza en 1801


poniendo fin a este insensato saqueo, le decía en un Comunicado al
Gobernador García:

"Estas deserciones y estas sacas se han continuado hasta hoy de tal


suerte que puede decirse que son la causa primera de la toma de
posesión que acabo de hacer en nombre de la República francesa ...
Yo tengo una muy alta idea de la justicia que caracteriza a S.M.e.
para creer que su inten~ión sea de querer deplorar este país,
abandonándolo a su aliada (en ese estado) y sobre todo de destruir la
fuerza de su prosperidad quitando al cultivo los brazos que le estaban
consagrados.",

y como Toussaint alegaba que le habían sustraído más de tres


mil cultivadores: "Sepa V. E. -le replicaba al Gobernador- que
aquí en esta jurisdicción jamás hubo tres mil esclavos en la
agricultura ni el número que hubo, demostrado bastantemente por el
fruto, pudo ser robado. . ...

Es indudable que el Gobernador García tenía una de las


mentalidades más cavernarias que puedan imaginarse y ponía en
aquella devastación un espíritu que no estaba contenido en las
instrucciones que había recibido. El suyo era un fanatismo propio,
inflamado por una filosofía personal cuyos lineamientos se perfilan
en el siguiente párrafo de una de sus cartas:

"... es necesario reflexionar que con ésta (la de Toussaint) van


cuatro funciones de la gente de color, habidas a proporcionados
tiempos, capaces de amedrentar a los blancos y hacer a esta clase
propietaria, horrible la preponderancia horrible (sic) que tienen los
negros que sin duda está influyendo sobre el resto de la Isla
desgraciadamente en los blancos y propietarios para alejarse de este
contorno; y sobre la gente de color, para emprender cada vez más
hacerse más atrevida e incapaz de la ovediencia, y de la sociedad con

Idero, página 624.


227
otros hombres que no sean los de su especie y éste es un fatal ejemplo
que no se quedará circunscrito en el recinto de esta Colonia... "1

y vaticinaba que esta Isla,


"quedará dentro de poco en estado de ser abominable a la España por
el contagio e ideas de la perniciosa Libertad".

Durante los seis años que tardó la ejecución del Tratado de


cesión, los acontecimientos cobraron Un impulso vertiginoso y los
cambios se sucedieron en medio de una vorágine histórica. En 1801,
en ocasión de la toma de posesión de Toussaint, se originan dos
situaciones igualmente severas: la de los que se iban y la de los que se
quedaban.

A la de los primeros se refería d'Hebecourt, un enviado de


Toussaint, cuando se le expresaba dramáticamente al Gobernador
García en estos términos: "Familias llorosas, señor Presidente, han
huido del terror que han querido sembrar algunos intrigantes. Estas
familias han caído desde una desgracia imaginaria en otra cier-
ta. .. ''2

y es que, al huir del país, muchas veces eran saqueadas por los
corsarios ingleses, cuando nO por los propios marinos COn quienes
embarcaban, y sin poder evitar que Una que otra manO atrevida
cayera sobre el pudor de las mujeres, más en busca de joyas ocultas
que de ocultas promesas de placer, como ocurría COn las monjas en el
CANDIDO de Voltaire... Pero no eran pocos los que afrontaban'
estas desgracias ciertas, sustrayéndole al país nO sólo sus riquezas y
sus aptitudes, sino también su contribución histórica.

Por eso, los que decidían permanecer en el senO de la desgracia


imaginaria, según el esquema de d'Hebecourt, trataban por todos los
medios de impedir el éxodo. El mismo García, ya fuera del país, le

Idem, página 405.

2 Idem, página 591.

228
explicaba al Gobernador de Maracaibo el 22 de enero de 1801 que
"/os mismos del país se empeñaban en tener compañeros en /a suerte
y de esto nacieron intrigas contrarias a /a seguridad de cuantos
debíamos salir. .. " y esa situación revela que gran parte de la
población consideraba este territorio como suyo y exigía la
permanencia en él sobre la base de dar las espaldas, de la manera más
rotunda, al destino español que se había derrumbado con el acto de
cesión a Francia. Y esto explica, y téngase siempre presente, la
debilidad de la resistencia que tuvo que vencer Toussaint cuando
emprendió la tarea de ejecutar por su propia iniciativa, el artículo
noveno del Tratado de Basilea que contemplaba la entrega de la
parte española de la Isla a Francia, al término de un año.

La tesis de la "cobardía" popular

La historia usual de nuestro país suele presentar a esta


población, situada en una encrucijada histórica tan compleja como
esa, totalmente desprovista de sentido histórico y paralizada por el
terror ante un castigador implacable y apocalíptico además de negro.
Esa concepción de cobardía popular, aparte de que es retrógrada
hasta el escalofrío, conlleva una calumnia intolerable contra un
conglomerado social del cual todos nosotros, inclusive los que
sostienen esos criterios, y el mismo autor de estas líneas con ser de
origen extranjero, nos sentimos descender.
Los más infames creadores de esta calumnia fueron el
Gobernador español Joaquín García y el General francés
Kerverseau. Ambos actuaron en el país sustentando la más alta
representación de sus respectivas metrópolis, y uno a través de
numerosas cartas y el otro a través de más de un informe oficial,
propagaron esta concepción difamatoria.
Particularmente venenosos son los informes que elaboraba el
General Kerverseau para justificar su lamentable papel en la
tentativa de resistencia a las columnas de Toussaint, debido a que no
pudo arrastrar al pueblo a sus aventuras convencionales. Uno de esos
informes fue remitido al Ministerio de Marina y de las Colonias en
Francia l . En él echaba la culpa de la derrota que sufrieron las

Aparece completo en francés en HISTORIA DE SANTO DOMINGO de


Gustavo A. Mejía, Vol. I1I, págína 26.

229
columnas comandadas por él y por el General Chanlatte, (y que
fueron arrolladas sin gloria y sin méritos) a los habitantes de esta
parte, a quienes presentaba como unos cobardes que huían
despavoridos y dando gritos, al solo anuncio de la proximidad de
una caballería. Y para ridiculizar aún más a estos supuestos
"cobardes': añadía que no siempre esta caballería era del ejército
enemigo sino la de otros fugitivos que habían arrancado con
antelación.

También en un "manifiesto" que hizo circular por aquellos días,


refirió los acontecimientos con la misma óptica difamatoria, en
formulaciones como las que siguen:

"Esta sorpresa unida al terror que dominaba en todos los espíritus,


puso a esta tropa en una absoluta derrota... todos los lanceros y casi
todo el resto de la tropa huyeron sin que fuera posible reunirlos...
Sorprenderá sin duda que de cerca de 2,500 hombres que fueron
enviados a este punto no se encontraron más que 600, comprendidos
los lanceros. Todos los otros juzgaron más conveniente ocultarse en el
Bosque y confiar a sus camaradas el cuidado de la defensa común...
Desde este momento no se oía en la Ciudad sino un rumor general
para capitular con Jousen (Toussaint) y no convenía al Comisario del
Gobierno francés asistir a este acto que sería infaliblemente el Decreto
de muerte a la autoridad nacional. .. "1

¿No está claro que lo que quería Kerverseau es que la gente que
le dio las espaldas a España se sacrificara aquí para asegurar la
autoridad de Francia?

La falsedad y la grosería de la calumnia salta a la vista en cuanto


se miran las cosas del lado del pueblo. Porque terror hubo sin duda,
pero sólo en el seno de los partidarios del sistema esclavista y la
opresión colonial española, que terminaron por abandonar el país,
siguiendo el destino de la metrópoli para toda la vida. Entre los que
tomaron parte activa en esa resistencia figura "en clase de
voluntario" como él mismo atestigua, nada menos que uno de los

MANIFIESTO HISTORICO DE LOS HECHOS QUE HAN PRECEDIDO A


LA INVASION DEL TERRITORIO DE LA PARTE ESPAÑOLA DE
SANTO DOMINGO POR JOUSEN LOUVERTURE, en DOCUMENTOS
PARA ESTUDIO, ob. cit. página 430. Vol. 11.

230
padres de la historiografía nacional, Antonio Delmonte y Tejada.
emigrado a Cuba donde escribió su obra, editada en 1856.

También participó en estos acontecimientos el Licenciado


Gaspar de Arredondo y Pichardo, que dejó unas MEMORIAS
acerca de ellos, dignas de una atención que le reservamos para más
adelante. El hecho de que Arredondo no emigrara entonces y que
aceptara el cargo de defensor público y de juez de primera instancia
durante el gobierno de Toussaint, refleja cuál debía ser el curso de las
opiniones prevalecientes entonces. Y además revela, cosa que
conviene destacar, que Arredondo no compartía en esos momentos
el criterio de los que abandonaban el país, como le ocurrió después
obligándole a expresar criterios contrarios a la verdad...

Cualquiera que lleve sus ojos puestos en la lámpara del pueblo


podrá encontrar en el mismo Informe de Kerverseau al Gobierno
francés, los elementos de juicio necesarios para convencerse de que el
problema no era de cobardía popular sino de concepción del
momento histórico que vivía el país. Kerverseau mismo admite que
la tropa no aceptaba la tesis M la resistencia a Toussaint antes de que
ella fuera tOludamente emprendida:

"Nosotros sabíamos --dice- que la tropa marchaba contra su


voluntad, que deseaba el triunfo de Toussaint y que en la víspera se
habían mantenido entre los soldados las conversaciones más
indecorosas en ese sentido..."

y cuenta que al emprender la supuesta huida, esta gente gritaba


que "era la voluntad de Dios que los negrosfueran los vencedores y la
voluntad del Rey de España que se entregara el país. .. " Al menos
respecto de la voluntad del Rey de España no había la menor duda
puesto que fue publicada por bando.

El mismo Kerverseau certifica que esa disposición era general y


que se había puesto claramente de manifiesto todavía mucho antes
de que los soldados sostuvieran sus conversaciones "indecorosas".
Refiere él que, cuando se trataba de organizar la resistencia a
Toussaint, Chanlatte pidió a la población solamente 50 caballos y las
armas necesarias para 50 franceses que él se encargaría de reclutar. Y
véase el resultado según se explica en el mencionado Informe:
231
"Esta demanda extendió la alegría en la ciudad, los rI1iembros del
Ca bildo se lanzan al campo para conseguir los caballos, otros recorren
las casas para obtener sillas y bridas. Pero los habitantes de la ciudad
las ocultaban cuidadosamente. los campesinos se retiraban a los
bosques con sus animales. No querían exponer para su defensa no
solamente la vida, ni siquiera uno de sus caballos y ni aún el valor de
una brida de montar... Todo lo que se pudo conseguir fue una
treintena de animales entre caballos y mulas y 27 equipos... "

El gobernador García. verdadero inspirador y patrocinador de


esta infortunada empresa militar, testigo por tanto de la más alta
calificación, confirma estas manifestaciones en la carta al
Gobernador de Maracaibo antes mencionada. Dice allí refiriéndose
al avance de Toussaint que "aunque se opuso alguna resistencia de la
que resultó alguna sangre, no pudo ser sino con respecto a una
cortisima guarnición y ningún apoyo del país".

¡Ningún apoyo del país! Este testimonio revelador muestra que


el país le negaba apoyo en esos momentos, y con la misma firmeza,
tanto a España, como testifica García, como a Francia, como lo
testifica Kerverseau.

García agrega en esa carta que "falto de auxilios no era prudente


exponerse a una extremidad sangrienta que habría sido inevitable
entre los partidos que había que temer y entre una multitud deseosa
de la rapiña y de hallar motivos a la entrada de la confusión. .. "

Esta "confusión" de los Partidos llegó a tales niveles que el


subteniente don Manuel Pardo, Sargento Primero de la Compañía
de Granaderos del Batallón Fijo de Santo Domingo "se pasó a la
República y se presentó con pluma y cucarda, en todo al uso de
aquellas tropas". Así lo comunicó oficialmente el Gobernador
García a la Corona en un oficio del 8 de marzo de 1801, que fue
demorado para que alcanzara el expediente completo de las
deserciones, en ese mismo Batallón yen el Regimiento de Cantabria,
como lo informa allí mismo el Gobernador.

La responsabilidad que cupo al General Joaquín García como

Cesión de Santo Domingo a Francia, ob. cit., página 627.

232
Generalfrancés Kerverseau, despechados ambos por el fracaso de su
empresa, es una calumnia y una infamia.

La cobardía popular no existe. No hay pueblo cobarde. Hay


fuerzas históricas, procesos históricos, coyunturas históricas que
explican la conducta de los pueblos, en forma distinta de como se
explica la conducta de los individuos. Solamente los demagogos y los
déspotas mezclan la una con la otra.

La parte española fue cedida a Francia por España sin consultar


al pueblo. No era, pues, cuestión popular el tomar las armas para que
la toma de posesión se llevara a cabo con el puntillismo legalista y
reaccionario del Gobernador español o con las ambiciones del
Comisario francés, ambos a la caza de pensiones y medallas. Es como
el que se desprende de un hijo y luego le exige al hijo que se sacrifique
para que la operación resulte ventajosa para aquel que lo. ha
abandonado...

El Gobernador español Joaquín García no vivió tanto como


para leer la historia de La Gándara y comprobar en ella que, si hubo
cobardía dominicana en GUANUMA, no era imputable a un pueblo
que mostró sus calidades excelsas haciendo morder el polvo a los
formidables ejércitos españoles. Pero KerNerseau tuvo tiempo de
comprobarlo, quizás hasta con satisfacción, cuando supo el destino
de las mismas tropas que él comandaba en Santo Domingo, y que
conocieron el temple popular en la batalla de PALO HINCADO,
donde el pueblo se cobró a través del suicidio pudoroso de Ferrand
de la sarta de calumnias impúdicas de Kerverseau.

y resulta deprimente observar la frecuencia con la que en


nuestra historiografía, arrastrada por el nacionalismo inconsecuente
del historiador José Gabriel García, se plantea esta situación en los
términos de una confrontación entre haitianos y dominicanos, para
terminar solidarizándose con la concepción del Gobernador español
Joaquín García y del Comisario francés Kerverseau, que
demostraron ostensiblemente para cualquier historiador, su
hostilidad sangrienta contra los habitantes de la antigua parte
española.

Eso significa muchas cosas pero, ateniéndose solamente al


234
orden técnico, es inaceptable la mala costumbre de proyectar al
pasado las concepciones del presente. Los americanos llaman a esto
tratar la historia "backwards", situándose de espaldas al pasado y
dirigiendo la mirada a las capillitas contemporáneas.

En 1801, cuando Toussaint le imponía a Francia la toma de


posesión de esta parte con tropas negras, en lugar de hacerlo como lo
querían la propia Francia y el Gobernador español con tropas
blancas, no existía en ninguno de los dos países una fijación nacional
que pudiera ser definida en términos de haitianos y dominicanos.

Era aquella una situación de tránsito histórico que todavía no


iluminaba sino con muy difusos lampos los senderos firmes que
establecería el futuro. Ese instante de vacilación y aturdimiento
nacional quedó objetivado para ilustración de los investigadores del
futuro en la famosa quintilla del Padre Vásquez:

"Ayer español nací.


A la tarde fui francés.
A la noche etíope fui.
Hoy dicen que soy inglés.
i No sé qué será de mí!

Una buena quintilla y un magnífico testimonio.

El problema del pueblo de esta parte consistía en el carácter


objetivo de una situación que se manifestaba como el tránsito del
poder renunciante de la metrópoli española sobre una parte de la
Isla, al poder militante de la Revolución en toda ella.

Si no podía existir ni existía un sentido claramente definido de la


nacionalidad, ni en una parte ni en la otra, la situación pendía en el
lado antiguamente español de la definición del poder. Arredondo y
Pichardo contempló directamente esos acontecimientos y no pudo
explicárselos de otra manera que como un "destino. que estaba
decretado, para que se sucedieran los hechos de un modo imposible
de que la humana inteligencia pudiera evitarlo; pues es mucho más
que cierto, y demasiado acreditado, que lo que ha de suceder, no hay
fuerzas que lo embaracen. .. "
:35
Ese destino era entonces el de un solo poder -no de Haití, que
aún no había hecho su aparición en la Historia por más que se
olvide- sino el poder de la Revolución, que tiene por cierto un
singular atractivo para los pueblos, y que presionaba en aquellos
instantes en dirección de una conciencia nacional cualquiera que
fuese su contenido y sus formas, incluyendo una ruptura del orden
insular a su debido tiempo, más tarde o más temprano.

Esa ruptura se produciría efectivamente más temprano que


tarde. Pero no subjetivamente, sino objetivamente cuando lo dispuso
la realidad histórica, polarizando el desarrollo de la conciencia
nacional en dos direcciones distintas y en dos ritmos históricos
divergentes, que exigen la vigilancia más severa para que puedan ser
comprendidos.

236
DEVASTACION 111
Consecuencia: Planteamiento de la
Independencia Nacional Dominicana

La presión continúa tan enérgica en esos días, que la sociedad


colonial se ve obligada a recorrer en semanas un proceso que había
permanecido estacionario en los dos siglos exactos que van de 1605 a
1805.

Un conjunto de circunstancias inundan de novedad a los días


que llegan. Pero los días no llegan solos. De momento llega con ellos
el Ejército francés. Un ejército que se ha llamado a sí mismo la
Grande Armée. Acompaña y sostiene a una expedición, rodeada de
toda la pompa imperial, incluyendo una corte deslumbradora, que
viene a ejecutar el célebre Tratado de cesión concertado en Basilea,
ejecutado ya por Toussaint a iniciativa propia, aunque en nombre de
una Francia no susceptible ya de ser representada por tropas negras.

Las tropas blancas traen, sobre su alcurnia caucásica, una


aureola napoleónica que no ha conocido la Humanidad desde los
tiempos de Alejandro. Son, o lo van a ser pronto, 58 mil veteranos de
las guerras europeas más civilizadas y más orgullosas de su técnica.
La Historia las reconocería por sus victorias en Austerlitz y
Marengo, por sus campañas incomparables frente a las naciones más
poderosas del mundo. Y a ellas se sumarán unos magníficos perros
entrenados en La Habana para la cacería de negros. Un
incomparable despliegue que va a acarrearle a este país una tercera
gran devastación y sólo diez años después de la segunda. Pero que
nos va a permitir también observar cómo nacen los pueblos.
Particularmente el nuestro.

Solo mil de estos soldados (sin perros) son destinados a la parte


española. El grueso de ellas, al mando del cuñado de Napoleón, a
quien acompaña su esposa, la bellísima hermana del Emperador
invencible, es descargado sobre la otra parte. Dicen que a la misión
del cuerpo de infantería se sumó el de la princesa, ún cuerpo que
239
había sido pintado por los más egregios pintores y que supo
sacrificarse patrióticamente para mantener a la antigua oficialidad
de Toussaint adicta a la voluntad de su ilustre marido...

Cuando ese formidable ejército es vencido y humillado por los


antiguos esclavos negros, el testigo más directamente implicado en
los acontecimientos no podía ser otro que la población de la parte
antes española y ahora francesa, igualmente ocupada por el mismo
ejército francés y por tanto a expensas del mismo desenlace. Y ante
los ojos de este testigo estupefacto emerge la figura del caudillo de esa
increíble hazaña, Juan Jacobo Dessalines, dictando la capitulación a
las tropas de Napoleón Bonaparte, con imponente soberbia.

La aureola de invencibilidad parece rodearlo l4hora a él.

No hay fuerza militar capaz de impedir su avance hacia la parte


española y convertir a toda la Isla en un bastión revolucionario. La
única fuerza que se supone, sino capaz, al menos destinada a hacer
frente a la avalalu:ha, es la de la guarnición francesa, compuesta sólo
de mil hombres, 400 con Kerverseau en ia Capital y 600 con Ferrand
en Monte Cristy y que por una razón no claramente explicada,
permanecen excluidos del acto de evacuación y enarbolando
orgullosamente el pabellón francés. Y, como no podía ser de otro
modo, ejerciendo rotundamente el poder.

Algunos desórdenes que, según refiere Guillermin, parecen ser


inspirados por la evacuación de los franceses en la parte vecina, son
rápidamente sofocados en la Capital de ésta. Y aunque "los
conjurados se separan pero no se desavienen ': en una supuesta
espera de mejor ocasión -que deberá ser la evacuación inminente de
esta parte- los acontecimientos que se suceden muestran que esa
ocasión no llegó nunca. Guillermin refiere que "los facciosos"
excitados por "los gérmenes del descontento y de la revuelta. ..
meditan, en conferencias sediciosas, el degüello general de los
franceses, para declarar en seguida su independencia "l. O sea, que se
trata a lo sumo de proyectos minoritarios, subjetivamente

Citado por Sánchez, José Aníbal, en INDEPENDENCIA NACIONAL Y


PREJUICIO RACIAL, edición mimeográfica, Santo Domingo, 1975).

240
apreciados por el narrador, sin que la proyectada independencia
aparezca materializada de alguna manera o formulada siquiera en un
documento de cualquier tipo.

Lo que sí se evidencia en ese relato es que el francés ejercía el


poder, aunque con una debilidad que el autor explica por la
debilidad personal de Kerverseau y que sin duda estaba claramente
establecida por las circunstancias de la derrota y volatilización
completa de la "Grande Armée". No era difícil que el cronista
francés, inevitablemente impresionado por el desenlace de una
expedición que se suponía invencible, y comprometida en una
aventura que prometía ser encantadora, diera una interpretación tan
espectacular a unos desórdenes de cualquier otra naturaleza.

En realidad, ignoramos cómo pudo haber sido contemplada en


la población de esta parte de la Isla, el hecho de que las tropas
francesas permanecieran aquí sin ser comprendidas en el acto de la
evacuación general de las fuerzas expedicionarias. Se dice, inclusive,
que una consulta dirigida por Dessalines al jefe de las tropas
Rochambeau, era favorable a la evacuación del remanente de Santo
Domingo. Para el simple habitante de entonces como para el simple
investigador de ahora, no es posible otra alternativa que interrogar a
los hechos.

Los hechos, desde luego, se llamaban Dessalines.

y he aquí que, tan pronto como se produce la capitulación, el30


de noviembre de 1803, el General Ferrand parte súbitamente para la
Capital desde Monte Cristy y permite que toda la zona norte,
-Santiago, La Vega, CotUÍ y el Departamento de Samaná- que
estaba bajo su comando, sea ocupada tranquilamente por una
guarnición haitiana que se estaciona en Santiago.

Una vez en la Capital, se apodera del mando de la plaza


destituyendo a su titular, aquel teórico de la cobardía, el General
Kerverseau, a quien ya conocemos, y lo pone en un buque mercante
destinado a Mayagüez para que reporte en Francia. De ese modo,la
antigua parte española quedó en manos de dos poderes antagónicos
igualmente dotados de los atributos del poder: los haitianos en
Santiago y los franceses en la Capital.
241
Por su parte, Dessalines sofrena sus tropas y se ocupa en la
proclamación de la flamante República de Haití, que lleva a cabo el
lro. de enero de 1804.

Nada de esto es obra de la casualidad. Ni el gesto de Dessalines


con el cual sofrena sus tropas ni el de Ferrand con el cual se ampara
del poder en la parte opuesta. Responden, sin duda, a una
concepción del momento histórico que vive la Isla y a su destino
futuro, respecto del cual lo aconsejable es la espera.

En Ferrand esta concepción es clara: recuperar para Francia la


parte ahora haitiana de su antigua colonia de Saint-Domingue,
provisionalmente en manos como decía él de los "sublevados".

Pero no es tan así de clara en Dessalines. Al proclamar la


independencia respecto de Francia, que poseía toda la Isla por la
cesión de Basilea desde 1795 y, no obstante referir esa independencia
solamente a la parte occidental, con un nombre nuevo, HAITI,
mientras deja a la otra con su nombre viejo SAINT-DOMINGVE, al
mismo tiempo que sofrena sus tropas, da pábulo a todas las
especulaciones y autoriza todas las hipótesis.

El primero en dejar oir su campanilla es el General Kerverseau,


quien escribe una carta al Gobernador de Caracas, en su estilo
característico, fechada en Puerto Rico el 25 de febrero de 1804, en la
que le dice:

"Los negros franceses son realmente cobardes y reinan entre ellos


divisiones que comienzan ya a manifestarse y se aumentan cada día
más. Por débil que sea la resistencia que se les haga no se atreverán a
avanzar y la paz, que no puede tardar mucho tiempo, llegará
oportunamente para salvar a este país... "1

Es imposible imaginar al Gobernador de Caracas leyendo esta


carta sin una amable sonrisa. Y no sería para menos cuando se
descubre que hay todavía quien pueda calificar de cobardes a unos

En el proemio de Fr. Cipriano al DIARIO DE LA RECONQUISTA citada,


página XIX.

242
combatientes, que han derrotado a 57 mil soldados de la más alta
categoría, porque no atacan a una guarnición de 600 por un lado y
400 por el otro. Es claro que ahí puede haber cualquier cosa pero no
cobardía. Cuarenta años después de haber combatido contra esos
negros, Lemmonnier-Delaffosse no podía olvidar su valor
indescriptible: "Durante largo tiempo, esta masa cerrada, negra, que
marcha hacia la muerte cantando, iluminada por un sol magnifico,
estuvo presente en mipensamiento, y todavía hoy, después de más de
cuarenta años, ese cuadro imponente y grandioso se presenta tan
vivo en mi imaginación como en los primeros días.. ,~

Pero si Kerverseau es el gran teorizante de la cobardía y no


puede apartarse de esa concepción malsana, para los habitantes de
esta parte Dessalines ha de seguir mirándose como el vencedor
incontestable de la expedición napoleónica y el único poder
realmente temible y decisivo en toda la Isla.

Sin embargo, la conducta de Dessalines es realmente


inquietante. Al proceder de esa manera pasiva, ponía
automáticamente en manos de la población de esta parte -la mayor
y la menos poblada- la misión de completar la Independencia de
toda la Isla. Pero está claro que dos nombres distintos representan
dos destinos separados y dos Independencias distintas.

Este paso debía tener profundas consecuencias. En ese mismo


instante quedaba fracturada la tendencia histórica -reconocida
jurídicamente por la cesión de España a Francia y establecida
revolucionariamente por la toma de posesión de Toussaint- que
debía servir de punto de arranque al proceso de formación de una
conciencia nacional.

Hoy puede resultamos inconcebible, al contemplarse con los


patrones mentales de la actualidad, la posibilidad de semejante
proceso. Pero entonces la realidad no respondía a esos patrones. A
través de un largo recorrido los intercambios comerciales entre las

Ob. cit.

243
dos colonias, habian creado un estado de dependencia mutua que
imponia, por la presión material inexorable, una visión isleña de la
realidad que originaba sus propios patrones politicos. Esa
dependencia tenia profundas raices en esta parte,- debido a que
habian hecho posible su supervivencia histórica, puesta en cuestión
por las DEVASTACIONES y por una política de desprecio moral,
de indiferencia política y abandono económico en que la habia
sumido secularmente la política metropolitana.

La política unificadora que habia emprendido Toussaint a raíz


de la toma de posesión de toda la Isla en 1801 podía responder, y no
podia ser de otro modo, a sus propios criterios gubernamentales y a
los intereses de su propia política, pero encontró una acogida
favorable en todos los sectores de esta parte, que no puede ser
entendida sino como la expresión de una convergencia histórica de
los intereses materiales de ambas poblaciones.

Sólo así se explica la acogida. que se le dispensó a Toussaint


en todas partes, en las que "sólo faltó recibirlo bajo Palio "1, como
dice José Gabriel Garcia en su Historia. Y, "aunque la parte
española perdió moralmente con la administración uniforme':
cosa que afirma ese historiador sin que explique por qué, lo cierto
es que, como él mismo afirma, "tanto ella como la parte francesa
ganaron mucho materialmente. porque a la sombra de la protección
dispensada al comercio por los generales Paul Louverture y
Clerveaux, en sus departamentos respectivos, se abrieron para
ambas unos medios de comunicación de que hasta entonces habían
estado privadas casi siempre, con cuyo motivo se fomentó un
comercio fronterizo tan activo como era posible que pudiere serlo,
atendido el estado de decadencia en que las emigraciones y la guerra
habían dejado a la isla entera. .. ''2

García, COMPENDIO, página 308, recogiendo expresiones similares de una


RELACION DIRIGIDA POR FRANCISCA VALERIO AL PRESBITERO
DR. D. FRANCISCO GONZALES y CARRASCO, RESIDENTE EN
SANTIAGO DE CUBA, en INVASIONES HAITIANAS, de Demorizi, ob. cit.
Página 71. Este documento de dudoso valor exhibe un violento odio a los
haitianos sin que revele sus raíces y su sentido.

2 Idem, página 306.

244
Delmonte y Tejada, quien fue un adversario esencial de
Toussaint, por cuya razón abandonó el país en que habia nacido
después de oponerse con las manos en las armas a esa toma de
posesión, en aquella aventura que pinta Kerverseau en términos tan
infames, le prodiga unos elogios, aún desde la misma Habana, que no
dejan de causar asombro en el lector contemporáneo. Y otros de su
misma condición y actividad, por igual, con un entusiasmo que se
proyectaba más allá de la personalidad de Toussaint para impregnar
el contenido total de la Revolución haitiana.

Dessalines, por el contrario, la hizo trizas.

Pero hay que tener cuidado al hacer un paralelo entre estos dos
grandes hombres, porque de un país a otro, la óptica se invierte y
cambia la perspectiva histórica.

Toussaint no fue en Haití un revolucionario tan avanzado y tan


consecuente como Dessalines. La concepción revolucionaria de
Toussaint, que no pasaba del régimen feudal ni superaba la
esclavitud, se traducía por una dislocación reaccionaria de la
corriente hacia la independencia, cuyo objetivo histórico era la
emancipación de la tierra en dirección del capitalismo y hacia el
establecimiento de la sociedad burguesa.

Durante su gobierno muchas "habitaciones "fueron restituidas


a los antiguos amos, incluyendo al señor de Breda que fue el suyo
propio, y se explica que se granjeara tantas simpatías en esta parte
entre la "clase propietaria': como la llamaba el antiguo Gobernador
García y la siguió llamando el historiador del mismo apellido.

Por el contrario, Dessalines continuó en Haití la tradición


emancipadora del negro hasta sus últimas consecuencias, y fue
precisamente su lucha por destruir los privilegios feudales
implantados por Toussaint lo que le costó la vida. Es, muy
merecidamente, la figura más positiva de las luchas haitianas por la
emancipación y la independencia y por tanto uno de los grandes
próceres de la libertad y el progreso social e histórico en este
Continente.
245
Pero es posible que el prisma racial, que pudo no obstante
orientarle revolucionariamente en Haití, le impidiera comprender el
momento histórico en función de la Isla entera. Dessalines se refería
a la población de esta parte -en una alocución dirigida a su propio
pueblo- como "indígenas españoles, esos descendientes de los
desgraciados Indios inmolados a la concupiscencia y a la avaricia de
los primeros usurpadores de esta Isla . .. "1

Evidentemente falsa, esa concepción racial parece haber


influido en su determinación de sofrenar sus tropas, desconfiando de
una tal población, ya que en una proclama dirigida a la parte antes
española, en mayo de 1804, decía: "para daros todo el tiempo
necesario para reconoceros y para estar más seguro de vuestra
fidelidad, he reprimido hasta ahora el ardor fogoso de mis solda-
dos. .. "2

Sin embargo, en el mismo discurso, al cambiar de sujeto cambia


de predicado y dice, aludiendo a los franceses: "El/os no sospechan
que al aplazar hasta ahora el ir a atacarlos, mi principal objeto era
aumentar el caudal de nuestros recursos y el número de nuestras
víctimas. .. "

Al margen de estas incoherencias, lo concreto es que la tirantez


entre estas dos fuerzas, deberá resolverse en un frente de batalla
cuyos polos son Santo Domingo y Santiago, sin que la población
pueda influir en una decisión que pone en juego sus intereses y
mantiene en vilo su vida misma. A todas luces, esa decisión reposa
tranquilamente en las manos de Dessalines.

Para la población capitaleña la situación no es tan aguda porque


la presencia de Ferrand en ella ha aglutinado en su derredor a sus

DESSALINES. ALOCUCION DEL EMPERADOR AL PUEBLO A SU


REGRESO DEL SITIO DE SANTO DOMINGO. CUARTEL IMPERIAL
DE LAVILLE. 12 DE ABRIL DE 1805, A~O n. En INVASIONES
HAITIANAS de Demorizi, ob. cit., página 105.

2 DESSALINES. PROCLAMA A LOS HABITANTES DE LA PARTE


ESPA~OLA. CUARTEL GENERAL DEL CABO, 8 DE MAYO, 1804, en
Idem, página 97.

246
elementos más conspicuos, creando una pequeña corte colonial que
es halagada por todos los medios, incluyendo el derecho de esclavizar
a los vecinos, y a quien las promesas de la grandeza imperial de
Francia, puede mantener a la élite capitaleña firmemente
identificada con Ferrand.

Por el contrario, para la poblaci6n santiaguera donde está


asentada la guarnici6n haitiana que, por su parte, no ha escatimado
medios para ganarse a la poblaci6n, que está situada en el mismo
centro del país y para la que no puede haber dudas acerca de la
naturaleza decisiva de las tropas de Dessalines, la situaci6n presenta
signos mucho más inquietantes. A esos se agrega que algunos
elementos de la élite de esa regi6n, como Arredondo y Pichardo,
estiman que Santiago no es tan segura como la Capital "o beneficio
de los nuevos y buenos medios de defenso de que carecieron los
demás pueblos internos':

Lo natural, lo justo, lo que dicta el sentido común, lo que se


corresponde con la naturaleza humana y con la experiencia hist6rica,
es que los habitantes de esta parte de la Isla, o cuando menos los de la
regi6n del norte, con Santiago a la cabeza, cuyos intereses o cuyo
nivel de fortuna se ven más directamente afectados por la situaci6n
en general y por la confrontaci6n que pende sobre sus cabezas, traten
de indagar el curso inmediato de los acontecimientos previsibles.
Así se explica que de allí parte la idea de integrar una Comisi6n
que se entreviste con Dessalines en el Cabo, a fin de despejar las
inc6gnitas con el amo indiscutible de la situaci6n.

Antes de tr.1Dscurrir un mes de haber sobrevenido la


capitulaci6n francesa, ya está en camino una diputaci6n compuesta
de cinco miembros en la que figura el mismo Arredondo y Pichardo.

Recibida con gala de atenciones y lisonja en aquella ciudad, la


Diputaci6n obtiene la respuesta de Dessalines en sobre sellado. Al
ser abierto se conoci6 que Dessalines ofrecía su apoyo a cambio de la
suma de 100 mil pesos fuertes. Una tal respuesta desarticulaba
completamente la 16gica del momento hist6rico.
247
De acuerdo con lo que dice el Dr. Alejandro Llenas en un
artículo de 1874, era así:

"La causa haitiana contaba algunos adeptos en el Cibao, pero


habiendo éstos enviado en Diciembre de 1803 tres diputados al Cabo,
y habiéndoles exigido Dessalines por su apoyo una contribución de
100 mil pesos fuertes, el Cibao volvió a los franceses... "1

También Kerverseau, sin salirse de su tesis de la cobardía


popular lo refiere en la carta al Gobernador de Caracas antes
mencionada, en los siguientes términos:

"Los naturales de Santiago amedrentados enviaron una diputación a


los rebeldes, y éstos les impusieron leyes tan duras que la
desesperación reanimó su valor y les hizo volver a tomar las armas que
ofrecían dejar. Por desgracia hay diversidad de opiniones entre ellos y
demás gente de color que forma parte de esta población. Pero yo no
miro esta parte como perdida... "2

Pero poseemos dos testimonios que nos exigen una atención


más esmerada. Uno es el de Arredondo y Pichardo porque fue
miembro no de una sino de dos diputaciones que se dirigieron a
Dessalines. Y otro el del mismo Dessalines.

El testimonio de Arredondo y Pichardo debe ser sometido a una


depuración muy estricta porque su autor escribió en unas
condiciones que le obligaban a alterar los hechos para acomodarse a
ellas.

Este individuo era abogado, procedía de las más ricas familias


de la región por el lado de su madre, hablaba fluida mente el francés y
no había sido renuente a colaborar con los haitianos, a quienes
aceptó cargos de representación en tiempos de Toussaint. Mantuvo
con ellos relaciones estrechas, inclusive de tipo social. En 1805
abandonó el país y se trasladó a Cuba donde se creó una posición
profesional y social importante y educó a su familia.

Llenas, Dr. Alejandro, INVASION DE DESSALINES, en Idem. página 189.

2 En el proemio al DIARIO DE LA RECONQUISTA de Fr. Cipriano, vers supra.

248
Allí escribió, acaso unos treinta años después, unas
MEMORIAS DE MI SALIDA DE LA ISLA DE SANTO
DOMINGO, en las que notoriamente trata de ocultar, aunque de
manera candorosa, sus antiguas relaciones con los negros debido a
que escribía en el seno de una sociedad fuertemente impregnada por
el odio racial y que no perdonaba jamás esas relaciones. Véase el
candor con el cual Arredondo pretendía deformar la realidad.

"Cuántas veces estábamos bailando, jugando y divirtiéndonos con los


oficiales haitianos en los términos más amistosos y bajo la más fina
armonía, hasta las dos y las tres de la mañana, y a las siete del mismo
día veíamos a !os compañeros con quienes bailábamos, a la cabeza de
sus compañías para asustarnos... "1

Arredondo no entiende que para aquella sociedad y para


aquella familia que le rodeaba al escribir su libro de memorias, el
crimen no era el susto sino el baile. En otra ocasión refiere que

"En un baile que dieron para celebrar la entrada de Moyse, antes de la


venida de la armada francesa, se me hizo la gran distinción por el
bastonero de sacarme a bailar con una negrita esclava de mi casa, que
era una de las señoritas principales del baile porque era bonita... "2

y ahí se evidencia que se le rendía "gran distinción" lo que


permite dudar del pequeño "susto': Tal vez a esta blandura del
sentido autocrítico de Arredondo se debió que su obra no fuera
publicada n.unca en Cuba y que sus hijos y descendientes la
conservaran amorosa pero discretamente en algún oculto anaquel de
la familia.

Por esa razón, los hechos narrados por Arredondo aparecen


continuamente alterados para acomodarlos a los prejuicios que le
rodeaban y no pueden ser tomados a la letra, salvo en aquellos que
consignan hechos objetivos que escapan a la vigilancia del autor.

Por ejemplo, en las MEMORIAS fueron dispuestas por el


Consejo departamental de Santiago "presidido por el mismo

Arredondo y Pichardo, Gaspar de, MEMORIA DE MI SALIDA DE LA ISLA


DE SANTO DOMINGO EL 28 DE ABRIL DE 1805, en Idem, página 134.

2 Idem.

249
Ferrand"l, tratando de eliminar sus propias iniciativas con un dato
absurdo e incongruente.

Arredondo asevera que Dessalines le impuso a esta parte una


contribución de ¡cinco millones de libras!, "moneda que no se
conocía en el país"'2, y que la Diputación fue enviada con el
propósito de pedirle que rebajara la cuota y "para acreditar nuestra
obediencia y buena disposición a cumplir sus órdenes, enviaríamos
ganados de todas clases, prendas de oro y plata y aún las alhajas de
los templos hasta llenar la suma pedida. .. "3

Es absurdo que, sin pulverizar su orgullo y lo que es más


importante, su autoridad, el General Ferrand, oficial de los Ejércitos
napoleónicos del más alto rango, se dejara caer en una posición tan
deslucida y mendicante. Y, menos, después de asumir la misión de
rescatar el honor de las armas de Francia, conservándole esta
Colonia y eventualmente restituyéndole la parte usurpada por los
"sublevados". Para Ferrand, Dessalines no será nunca más que un
esclavo a quien no se suplica sino a quien se golpea. O se humilla.

Las representaciones de Arredondo no son aprobadas por


Ferrand sino contra Ferrand. De manera que estas afirmaciones, así
como otras del mismo jaez, no pueden ser tomadas sino como un
artificio, destinado a clarificar sus actitudes y sus convicciones ante
los ojos de sus lectores españoles de Cuba, donde había conquistado
una posición social lisonjera y levantado una familia orgullosa.

Idem, página 139.

2 La diputación, según el autor de las MEMORIAS, fue integrada por el


presbitero Juan Pichardo, don Domingo Pérez Pichar<1o, primos hermanos
suyos, don Antonio Geraldino, don José Méndez y el propio Arredondo y
Pichardo, quien hablaba francés, y el "mulato" José Tavarez, comandante de la
plaza de Santiago nombrado por Dessalines, quien hablaba "patois".

3 Es de notar que los primos de Arredondo son de apellido Pichardo y, según él


mismo refiere (página 123 de su obra) "e/.cielo me dio unos padres ricos. de
esclarecido nacimiento'; una estirpe que le venia de los Pichardo, ya que "mi
abuelo materno era reputado por uno de los vecinos más ricos del Departamento
del Norte español. .. "

250
Su relato deforma los hechos en forma liberal y festinada, pero
no puede prescindir de los hechos. Yesos hechos son que hubo una
comisión y que, después del fracaso de ella, se decidió "enviar una
segunda comisión cerca del General Dessalines, que con nuevas
súplicas, y más eficaces promesas, le hicieran admitir nuestros
primeros ofrecimientos. .. " La palabra "nuestros" no incluye sino
excluye al General Ferrand, puesto que de haber sido al contrario
habría dicho "los ofrecimientos del General Ferrand': con lo que le
resultaba más fácil disipar los elementos de iniciativa propia que
pudieran deducirse de su reiterada participación en las comisiones.

El testimonio de Dessalines se encuentra en su proclama del8 de


mayo de 1804 y dice así:

"Tan pronto como el ejército francés fue expulsado vosotros os


apresurásteis a reconocer mi autoridad: por un movimiento libre y
espontáneo de vuestro corazón, os colocásteis bajo mi dominio. Más
inclinado a hacer la prosperidad que a causar la ruina de la patria que
habitáis acogí favorablemente este homenaje... Ya me aplaudía del
feliz éxito de mis cuidados, que no tendían sino a evitar la efusión de
sangre; pero un Sacerdote fanático todavía no había imbuido en
vuestra alma la rabia que la domina; pero el insensato Ferrand no
había aún vertido entre vosotros los venenos de la mentira y de la
calumnia. Circularon escritos producidos por la desesperación y la
debilidad; luego, varios de vosotros, seducidos por insinuaciones
pérfidas, solicitan la amistad y la protección de los franceses; se
atrevieron a ultrajar mis bondades y se coaligaron con mis crueles
enemigos... "1

En este texto se descubren verdades enteras y verdades a medias.


Son verdades el "Sacerdote fanático ': (el padre Vives) el "insensato
Ferrand" y los "varios de vosotros" que se coaligaron con el enemigo.
Pero son verdades capitaleñas no santiagueras. Y, por el contrario, el
"movimiento libre y espontáneo" que se menciona al principio del
discurso, es una verdad santiaguera, no capitaleña. Porque en el
marco de la situación a que se encontraba sOlnetida esta población,
tenía que haber una verdad partida en dos mitades, la mitad que

Citada. v. supla.

251
correspondia a la parte ocupada por los haitianos y la que
correspondia a la ocupada por los franceses. Y por eso la única
verdad entera que resulta del discurso es que la población de esta
parte se encontraba sumida en una situación histórica impresionante
que, tal como ella puede ser clarificada, a la luz de los testimonios
mencionados, podria ser la que sigue:

1) los cibaeños acuden a Dessalines por medio de una doble


diputación para dilucidar el destino de esta parte;

2) la gestión fracasa por mediar una considerable suma de


dineral;

3) el fracaso pone en claro ante los ojos de esta población que no


puede contar con el concurso revolucionario de Dessalines; y
finalmente,

4) ese concurso no puede encontrars.e en ninguna otra fuente que


no sea la propia determinación popular.

La respuesta que la población cibaeña dio a esta situación es tan


coherente y tan cargada de significaciones y de implicaciones
históricas, que autoriza a ser saludada como el momento
incomparable del nacimiento del pueblo dominicano. Y no es pura
casualidad que este nacimiento se produzca en el mismo corazón de
la isla, en el cruce delirante de sus cordilleras, de sus valles
prodigiosos y de sus turbulentos ríos...

E.I aspecto monetario de la gestión solo nos ha sido presentado en fuentes domi-
mcanas. No hemos tenido a manos el menor indicio del testimonio de la parte
afectada, por lo que siempre deberá aceptarse solo con la debida reserva.

252
EL NACIMIENTO DEL PUEBLO DOMINICANO

El Suelo Natal

A mediados de mayo de 1804 la Isla se encuentra, por el azar de


los acontecimientos, dividida en tres importantes regiones:

una al oeste, Haití, enfrascada en el ordenamiento de su


flamante República, de la cual Puerto Príncipe se constituirá en la
capital;

dos al este, en la antigua parte española, separadas por la


cordillera central, y de las cuales

una, la que da a la banda del norte desde Monte Cristy hasta


Samaná, abandonada por los franceses a raíz de la evacuación de
Haití, ha sido colocada a nombre de Dessalines bajo el mando de un
antiguo esclavo nacido en Haití pero criado en Santo Domingo,
Campo Tavares, quien recluta una tropa de antiguos esclavos de esta
parte y forma el "batallón de Santiago" con su cuartel general en esta
ciudad que viene a ser así su capital;

y la otra, la que da a la banda del sur, constituida en un bastión


francés bajo el mando de Ferrand, al reconcentrar sus fuerzas dentro
de los recintos amurallados de Santo Domingo, que viene a ser su
capital.

Hay, pues, tres capitales en la Isla. Dos de ellas bajo la


jurisdicción haitiana y una de la francesa.

El status político de estas tres regiones, con sus respectivos


253
centros en la capital correspondiente, deberá ser decidido por una
confrontación militar entre franceses y haitianos.

El pueblo dominicano, no cuenta. En rigor, carece de existencia


ilistórica. Inclusive se duda entonces -y tal vez se siga dudando
todavía hoy- de su capacidad para dar constancia objetiva de su
existencia en aquel momento.

Se explica. Para que un pueblo proporcione a sus historiadores


la debida constancia de su existencia en un momento dado, será
necesario, como lo hemos discutido ya l , UNO, que en los hechos
palpables se constituya frente al poder establecido; DOS, permita
ver, en los hechos mismos, su decisión inquebrantable de imponer su
voluntad, de manera independiente de ese y de otro poder
cualquiera; y, TRES, que esta voluntad se materialice en acciones
concretas, particularmente en los términos de la confrontación
directa con el poder en cuestión, cuya expresión, por lo general
inevitable, es la vía de las armas. Desde luego, esta última condición
supone la posesión de las armas...

En la situación antes descrita, no se advierte la presencia de


ninguna de estas condiciones. En otras palabras, el pueblo no existe.
Las decisiones serán dirigidas por otras fuerzas.

El hecho de que el grueso de la expedición francesa de Leclerc


haya sido destrozada en el oeste por los haitianos, y de que las fuerzas
de Ferrand no sean sino unos despojos desamparados del poder
imperial, mientras el pueblo de esta parte permanece sin dar signos
objetivos de su existencia, augura un desenlace haitiano a corto plazo
para toda la Isla.

Sin embargo, la presión histórica será de tal naturaleza que


impondrá un desenlace cuyo resultado más importante será el
desarrollo vertiginoso de aquellas condiciones que harán posible el
nacimiento de este pueblo y, por consiguiente, del núcleo
fundamental y soberbio de la Historia de la República Dominicana.

V. Primera Parte, párrafo 5, "Caracterización del Pueblo", página 77, supra.

254
La gestación

Durante ciertos días de principios de 1804, un español devenido


francés, Agustín Franco de Medina, "uno de los más ricos
propietarios de Santo Domingo "según consta en su hoja de servicios
a Francia, ha estado ocupado en reclutar, a su propia costa y con su
propio esfuerzo, una tropa de mercenarios entre los naturales de la
banda del norte, hasta reunir unos 800 o 900 hombres l . Esta fuerza
le permite convencer a Ferrand, si no es que el propio Ferrand le ha
encomendado esta misión como opinan algunos, de la oportunidad
de una acción militar destinada a recuperar el mando de esa región,
debido a que la guarnición haitiana no es verdaderamente haitiana.
Es en realidad una tropa reclutada por Campo Tavares entre
antiguos esclavos.

El día 15 de mayo de ese año se lleva a cabo la operación. Una


columna francesa al mando de Deveau, ayudante de Ferrand, se
presenta sorpresivamente en Santiago en zafarrancho de combate.
Esta acción, no solamente toma desprevenida a la guarnición
haitiana, sino a la misma población de Santiago que, como es
natural, se ve obligada a abandonar esta ciudad convertida
súbitamente en tcampo de batalla. Semejante conducta es tan obvia
que no ameritaría ser mencionada si, en las fuentes en que se relatan
estos hechos, no se pusiera un sospechoso énfasis en ella 2 •

De ese modo participan cuatro protagonistas en la acción. La


columna francesa al mando de Deveau. La guarnición haitiana. La
tropa de mercenarios aportada por Franco de Medina. Y, de manera
visiblemente artificiosa, la población de Santiago que se margina
obviamente de la lucha y desaparece por los alrededores del
escenario bélico. Este último protagonista es el nuestro y a él le
debemos toda nuestra atención.

1 RESUMEN DE LOS HECHOS AUTENTICOS QUE SE RECOMIENDAN


AL JEFE DE BATALLON DON AGUSTIN FRANCO DE MEDINA, A LA
JUSTICIA DEL GOBIERNO, en "INVASIONES HAITIANAS"de Demorizi,
ob. cit., página 148.

2 Delmonte y Tejada, ob. cit., página 242, Tomo I1I, y García, ob. cit., página 325,
Tomo 1; igualmente Arredondo y Pichardo, ob. citO' página 147.

255
De inmediato debemos considerar el hecho del abandono de la
ciudad. Es claro que si esta ciudad se convierte en campo de batalla,
la población no combatiente -mujeres, niños, ancianos, enfermos,
orate!" - deberán desalojarla sin preámbulos. Pero, en la situación
que nos ocupa, esta lista de no combatientes debe hacerse más
extensa porque es preciso considerar un sector de la población apta
para tomar las armas, que no se compromete ni tiene por qué
comprometerse en la confrontación militar de dos fuerzas que le son
igualmente extrañas l . Se supone que en el encuentro solamente
deben participar los haitianos y los franceses, estos últimos
auxiliados por la tropa de naturales -pero no de naturales de
Santiago- que aporta Franco de Medina y, en consecuencia, la
población completa de los santiagueros debe desalojar la ciudad y
refugiarse en los campos.

Es así como, a las tres de la tarde de ese día, se encuentran frente a


frente los adversarios y traban un combate que dura aún toda la
mañana del día siguiente, al cabo del cual quedan los franceses
dueños de la plaza mientras la guarnición haitiana se ve obligada a
retirarse a Haití.

Increíblemente, los franceses abandonan la plaza 48 horas


después de haber sido conquistada y se repliegan a sus cuarteles en
Santo Domingo. Un hecho premonitorio que va a repetirse,
cambiando al protagonista, cuarenta años después...

Lo que ha sucedido es que los franceses se han batido con una


tropa de soldados bisoños reclutados por Campo Tavares en esta
parte.

Pero lo que resulta verdaderamente insólito en esta situación no


es esta fuga evidente, a todas luces indigna de su comandante, en la
cual ni hay ni puede haber otro fundamento que el temor exacerbado

. 1 La afirmación de Llenas (v. supra p. 248) en el sentido de que "el Cibao volvió
a losfranceses" después de las fallidas misiones al Cabo, se ven desmentidas in-
mediatamente en la versión de Kerverseau (v ídem, nota 2) al afirmar éste, tes-
tigo directo de aquellos acontecimientos, "desgraciadamente hay diversidad de
opiniones entre ellos" a pesar de lo cual no daba "esta parte como perdida'; o
sea, que no faltaban motivos para darla por perdida ya. Los hechos se inclina-
ron en este último sentido.

256
a una revancha haitiana, sino el hecho fastuoso, incomparable, de
que como resultado de la doble retirada de los titanes, toda la banda
del norte y principalmente Santiago, queda a un tiempo mismo libre
de haitianos y franceses l . Se ha producido un vacío de poder que
emancipa gratuitamente a la población y obliga a los naturales a
ejercer una auto-determinación que inevitablemente conduce a una
toma de conciencia popular, inclusive nacional, y que le ha
descendido providencialmente de las nubes.

Esta súbita libertad es tan plenaria que aún el mismo


contingente de Franco de Medina, presumiblemente con los mismos
fundamentos se evapora del escenario y quedará en algunos vagos
rincones, como alegará después, "limpiando el departamento", lo
que resulta poco verosími12.

Al encontrarse en poder de su propio destino, la primera medida


de los naturales de Santiago es recuperar la ciudad. Un pequeño
grupo de dirigentes improvisados ardientemente, entre los que
figuran los hermanos Andrés y Melchor Rodríguez, los hijos de Juan
Reyes, Diego Polanco y otros, parecen percatarse de las
implicaciones históricas de ese inesperado acontecimiento y toman la
iniciativa de reagrupar a los vecinos dispersos y organizar el retorno
a la ciudad, sin duda con un programa que trasciende
extraordinariamente el simple traslado.

La repoblación se opera con bastante presteza. Pronto se hace


evidente que las familias más encopetadas, más o menos visiblemente
identificadas con los franceses, seguirán el rastro de la columna de
Deveau hacia Santo Domingo y no se sentirán dispuestas a afrontar
los riesgos de esa situación de aparente ingravidez en que se sitúa la
reorganización de la vida urbana en Santiago, ausentándose para
siempre. Es presumible que el menaje de sus residencias fuera

En el Capítulo XIV de su relato, Arredondo dice, a propósito de la retirada de los


haitianos después de la acción de Deveau que "quedaron los nuestros (los
franceses) dueños del campo y Santiago libre de negros". Olvida decir, tres líneas
después, al consignar el abandono de la plaza a su vez por Deveau, cuando
apenas habían transcurrido 48 horas, que en ese instante Santiago quedaba
igualmente libre de franceses.

2 Loe. cit.

257
aprovechado para reconstruir los hogares destruidos por la metralla
porque se oyen versiones en bocas mal intencionadas que hablan de
"saqueos a la propiedad': "horrorosa crisis" y "depredaciones en
nombre de Dessalines" perpetradas por "malvados y ladrones ''l . . .
Estas versiones aparecieron mucho tiempo después y, seguramente
para explicarlas, apareció la tesis del abandono de la ciudad por
parte de la población de Santiago, tergiversando completamente su
contenido racional y su fundamento humano. Son sumamente
inverosímiles esas versiones cuando se contraponen con los hechos
que se producen simultáneamente en las mismas bocas. Ya para el15
de julio, día más día menos, la ciudad de Santiago ha recuperado por
iniciativa propia su aspecto normal y cuotidiano. Se reabren los
templos, funciona a cabalidad el mercado, entran y salen los
mercaderes de todo el Cibao, se han reintegrado las familias más
conservadoras, excepción hecha de aquellas que se sumieron en la
pequeña corte francesa, con lujosas fiestas y noches de teatro,
mantenida por Ferrand en Santo Domingo, o emprendieron el
camino inexorable de allende el mar. Toda esta recuperación de
Santiago ha obedecido a una dirección inteligente que nó ha
confiado en la espontaneidad y que, como confirmación de que ha
respondido a un programa y de que ha sido animada por una
inspiración secreta por primera vez manifiesta en términos
concretos, ha dado un paso de increíbles y fastuosas implicaciones
históricas: haciendo acopio de armas en un campo de batalla todavía
humeante, se ha dado cuerpo a un aparato defensivo, un ejército
propio, al frente del cual se coloca una flamante oficialidad,
íntegramente compuesta por naturales. Melchor Rodríguez, por lo
que podemos saber en una mención de pasada, sale de Capitán.
Serapio Reinoso, irá de Coronel, porque con ese título aparece en
una línea perdida. Es, como quiera que se quiera ver, el primer
ejército de la patria...

Y uno se pregunta entre paréntesis, ¿no resulta reconfortante


descubrir ya en estas primera páginas los gérmenes de una voluntad
popular, cuando desde la más remota infancia ha sido nutrido uno
con una constante prédica, consciente o inconscientemente dirigida a
convencemos de que brotamos de una nacionalidad incolora,

I Véase nota 2, pág. 255.

258
desprovista de esos atributos que engalanan a todos los pueblos;
cuando se nos ha contrapuesto incesantemente al vecino, como un
país de cobardes sometidos a su iniciativa, sobrecogidos de terror
ante un antillano como nosotros, capaz de gobernarse y de gobernar
contra la voluntad de las grandes potencias imperiales y a quien ha
debido pintarse como un monstruo extraterrestre para justificar
nuestra actitud implorante frente a otras naciones, supuestamente
capaces, a cambio de girones de nuestro hermoso territorio, de
libramos de la perdición? ..

Es claro que todavía no hay patria. La noción de patria implica


la confrontación con fuerzas extranjeras. Pero este núcleo primitivo
se crea precisamente para esa eventualidad y, por consiguiente,
indica y avanza ya una estructura patriótica.

Tampoco puede afirmarse rotundamente que estamos en la


presencia claramente discernible y rigurosalI.lente delineada del
pueblo. Hasta ahora se trata de una población que se encuentra
sumida en un estado de auto-determinación forzosa, en medio de
unos acontecimientos que le sobrevienen como una catástrofe. Pero
hay allí un germen de soberanía, si se quiere diminuta, pero efectiva,
decidida y militante.

Importa poco que ella esté basada, más que en el poder material,
en ese instinto de "juego" que, según Schiller, anima a los pueblos en
su infancia. Lo que importa es que en esos momentos el pueblo está
tomando conciencia de sí mismo.

"La conciencia de sí mismo se obtiene, ha dicho Hegel, de dos


maneras: una teórica, la otra práctica..."

Hasta aquí se trata solamente de la teórica. Falta pues que esta


conciencia popular se reconozca a sí misma en la práctica, se
verifique en forma de voluntad activamente dirigida a transformar el
mundo circundante por medio de la acción.

y no tardará en ocurrir de esa manera...

259
El nacimiento

Durante estos meses el pueblo santiaguero, pero también Monte


Cristy, La Vega, Cotuí, toda esa banda hasta Samaná, la mitad del
territorio de la antigua parte española, ha conocido la libertad
absoluta y ha disfrutado de su incomparable euforia.

Es entonces cuando Ferrand se percata de que no ha habido


revancha haitiana. Se convence, por esa línea de razonamiento que
los americanos I1aman "wishful thinking" -el calcular a la medida
de los deseos- de que no la habrá nunca. Y, ni corto ni perezoso,
envía de nuevo a su ayudante Deveau con un destacamento
aguerrido, debidamente instruido en el sentido de arrebatar a los
santiagueros esa libertad que inevitablemente tiende a hacerse
dominicana -y que a la larga le costará la vida- y restituir el
departamento del Cibao a su autoridad imperial.

Deveau llega efectivamente a Santiago y comienza por instalar


en la presidencia del Concejo departamental al célebre Agustín
Franco de Medina, a quien también a la larga le costarán la vida estas
aventuras. Esto significa que el "juego" de los cibaeños a la
autodeterminación ha concluido.

Un par de meses de esta nueva situación resultan suficientes


para establecer diferencias entre un régimen de autodeterminación
popular y un régimen de dominio imperial colonialista. A ojos vistas,
la experiencia resulta intolerable para el "estado llano ", como lo
denomina Delmonte y Tejada.

Efectivamente, el día 15 de octubre de 1804 se produce un


levantamiento popular que pone en evidencia la naturaleza del
momento histórico y le impone su carácter.

La oficialidad del aparato militar nativo se pronuncia contra los


franceses y, sacándole provecho al elemento sorpresa, ocupa
sucesivamente la casa de Gobierno (la de un vecino rico llamado
Antonio Pichardoj!'¡ Vivac y el Cuartel. Melchor Rodríguez,

Este Antonio Pichardo puede haber sido el abuelo materno, uno de los más ricos

260
asistido de su hermano Andrés, se apodera del depósito de
municiones que se encuentra a la salida de la ciudad y reparte armas
durante el combate.

y así tenemos constituido un pueblo en armas. No muy lejos de


ese punto de fervor se encuentra la noción auténtica de la patria...

En el primer momento los franceses creen que se trata de la


revancha haitiana temida y esperada. Y se someten fácilmente 2 •
Pero Franco de Medina viene en su ayuda, brotando de las sombras
con su tropa de peones armados. Con este refuerzo y, sobre todo, con
la certidumbre de que no se trata de los haitianos, los franceses
truecan la inhibición en coraje y la humillación en denuedo. Y rompe
la batalla.

El choque resulta increíblemente violento. Aquel pueblo en


ciernes, compuesto por los naturales de Santiago, a quienes en este
momento incomparable llamaremos orgullosamente "/os nuestros':
pone de manifiesto la decisión suprema de restablecer su "pequeña
república" con el temple de la causa popular. Durante toda la noche,
una noche oscura como boca de lobos, se empeña en un combate
feroz. Los franceses, con toda su carga de experiencia, tienen que
hacer frente a un combatiente severo que no rehusa el combate y que,
por el contrario, responde con infinito denuedo. Yaen la madrugada
se hace not'Orio que la victoria lo acompaña y los franceses,
confundidos en medio del humo con los naturales de Franco de
Medina, de los que no se sabe en qué dirección disparan sus armas3,

propietarios del Cibao. a quien se refiere Arredondo y Pichardo, o acaso un tío, o


en todo caso un pariente cuya vinculación con el francés. extensiva al propio
autor de las MEMORIAS. se hace evidente por la cesión de su casa para asiento
del Gobierno francés.

2 "Franco supo que ha estallado un motín en Santiago, que el General Deveauestá


asediado en su casa y que había el propósito de asesinar a losfranceses. El/lega a
Santiago y liberta a Deveau y a 10sfra'lceses"(RESUMEN DE LOS HECHOS,
ob. cit.). Arredondo pretende que la funa combativa de los franceses se debió a
que creyeron "que los naturales estaban combinados con los negros". No es
verosímil. Por menos que eso, simplemente una noticia falsa, determinó su
abandono de la plaza el 15 de mayo.

3 "Al amanecer, cuenta Delmonte y Tejada, vieron con indecible sentimiento unos

261
se ven forzados al repliegue, aturdidos y humillados cuando no
gravemente heridos.

Un testigo presencial refiere que "los naturales y franceses, en


una noche oscura, metieron mano a las armas despedazándose como
leones. .. " y este juicio es importante porque proviene del enemigo,
nada menos que de Arredondo y Pichardo, un "natural"que llama a
los franceses "los nuestros", lo cual puede ser justo si el dueño de la
"casa de gobierno" ocupada por los franceses, Antonio Pichardo,
resultara tío suyo o pariente en algún grado, lo que es sumamente
probable. El caso es que si los criollos se batieron como leones,
careciendo de esa melena legendaria que los dioses habían otorgado
tradicionalmente a su enemigo, entonces no queda la menor duda de
que tenemos en las manos las más puras resinas de la epopeya...

Al despuntar la aurora había 27 cadáveres tendidos por tierra.


El testigo sólo recuerda uno: "un hijo de Puerto Plata': No recuerda
a ningún hijo de Santiago. El de Puerto Plata pudo haber venido con
Franco de Medina. Tal vez era de los nuestros, un mártir de la causa
histórica de nuestro pueblo. Pero, de todos modos, su testimonio
induce a pensar que los 26 restantes eran franceses...

Como resultado de esta acción, el poder, que al mismo tiempo


que procede del pueblo constituye históricamente al pueblo, se ejerce
en toda su plenitud. El oficial francés Deveau queda detenido con
otros oficiales de su tropa y reducido a la impotencia en los cuarteles.
Su destino inmediato es difuso en las fuentes pero consta que fue
sumariado por Ferrand con 22 cargos, y que la culpa se hizo recaer
más o menos artificiosamente en una carta que el obispo francés
Mauvielle, adversario de Ferrand, había dirigido con los más
absurdos y candorosos objetivos. "Todo lo produjo la maldita
carta ': cuenta lloroso el testigo con mucho sabor criollo y poco
sentido de la Historia.

yotros el estrago que entre sí se habían hecho los que militaban bajo una misma
bandera "(ob. cit., página 242) Se sobreen~iende que "los que militaban bajo una
misma bandera eran los franceses y los naturales mercenarios de Franco de
Medina. Para los santiagu~ros no pudo haber confusión, puesto que estaban
juramentados para llevar a cabo la acción. Arredondo los llama (página 150 de
su obra) "los juramentados ".

262
Pero mucho más importante que eso es la constituci6n de
gobierno propio por parte del pueblo en armas. Para llegar a este
punto el procedimiento que se sigue es el de la elecci6n popular y ésta,
que es la primera de que se tiene noticias en el país, recae en José
Serapio Reinoso y del Orbe, natural de La Vega, quien viene a ser así
el primer gobernante nativo elegido libremente y popularmente en el
país.

"Juró en medio de la plaza, frente a la tropa yen el centro de toda la


población alborozada..."

El mismo testigo a quien debemos esta informaci6n tan


fabulosa, nos refiere que la victoria arrojó sus frutos más hermosos,
afirmándose sobre esos hechos que se fijan indeleblemente en la
conciencia de los pueblos:

"Cambió la situación de tal modo con sus medidas de orden. abasto,


conciliación y defensa que Santiago se convirtió en un centro animado
y pr6spero..."

y agrega:
"Así estuvimos los meses de octubre, noviembre, diciembre de 1804 y
casi febrero de 1805... "

Cuarenta años después, cuando se instituye definitivamente la


República Dominicana, no seria tan neta y tan indiscutible la
victoria de los seibanos contra Haití, y mucho menos la del 19 de
marzo tan sazonada como equívoca, como lo es en esta ocasi6n la de
los cibaeños contra Francia.

y debe tenerse en cuenta un elemento fundamental: esta victoria


es la primera que alcanzan los naturales de esta tierra con las armas
en la mano, sin más ayuda que su decisión de vencer, no contra un
vecino insular, sino contra el sistema colonial europeo en su
conjunto, encamado en este país por las tropas napoleónicas en la
cumbre de su poderío y de su prestigio de vanguardia.

Los extractos proceden de la obra de Arredondo mencionada, páginas ISOy 151,


passim.

263
Decididamente, el15 de octubre de 1804 es una' fecha quejamás
deberá ser olvidada por los hijos de esta tierra turbulenta ...

Sin embargo, este episodio tan fastuoso, tan entrañable, tan


cargado de enseñanzas patrióticas y tan estimulante y
enorgullecedor, no ha sido celebrado nunca por la historiografía
convencional, a pesarde que en él se hunden las raíces más profundas
de la nacionalidad dominicana.

Dos razones principales la han sumido en la conspiración del


silencio:

Una, los errores que condujeron a la tragedia de su desenlace, en


torno a los cuales la crítica histórica ha preferido tender una cortina
de humo.

Otra, la peor, la circunstancia de que la historia no la escriben


los pueblos sino, por lo general, sus enemigos, en cuya virtud la
versión de los hechos ha sido deformada de la manera más burda, sin
detenerse siquiera ante la calumnia.

Debemos referirnos de inmediato a la una y seguidamente a la


otra.

Estamos ahora en los albores de 1805. Ha llegado el momento


escogido por Dessalines para dilucidar el problema del poder en la
Isla entera. Significa todo un año discurrido desde la capitulación de
los franceses y él no deberá sorprenderse si descubre que el milagro,
como la esperanza, acompaña siempre a los débiles.

Ahora el Emperador es Dessalines y los débiles son los


franceses. Emperador quiere decir Napoleón, porque la coronación
de Dessalines es la traducción haitiana del personaje que acaba de
coronarse en Francia. Y con esta semántica, hace descender sobre los
franceses no evacuados de aquí, un formidable ejército que trae toda
la aureola de invencibilidad que un año atrás traía la expedición
264
napoleónica. Los signos cabalísticos tienen ahora su programa de
sorpresas completamente invertido, pero conservan su lógica...

Este Ejército, dotado de una movilidad impresionante porque


no desplaza armamento pesado sino armas livianas, parte dividido
en dos columnas que se dirigen a Santo Domingo. Una toma el
camino de Santiago al mando de Cristóbal. La otra el de la Capital al
mando del Emperador. Para seguir a este Ejército, la atención deberá
dividirse también en dos columnas...

La de Santiago llega a las afueras de la ciudad en un momento de


gran significación popular porque, como sabemos, la población
disfruta de su pequeña libertad. Se vive patrióticamente al margen de
todo poder extraño y, sin duda, se desea seguir viviendo de esa
manera. Pero ese deseo arrastra un conflicto.

Desde su prisma revolucionario, los haitianos estiman que los


santiagueros deberán facilitarles el paso a través de Santiago en
forma amistosa, toda vez que no vienen a combatirlos a ellos sino a
un enemigo común, -el francés- en la Capital l . Y, con ese espíritu,
se recibe una embajada de Cristóbal, cuyas tropas se encuentran
acampadas al otro lado del río que antecede a la ciudad, listas para
efectuar el tránsito tan pronto como se reciba la autorización pedida
y esperada.

Pero en Santiago se ven las cosas con otro prisma. Si hemos de


atenernos a la información que nos proporciona el omnipresente
Arredondo y Pichardo, la embajada de Cristóbal fue recibida en casa
de Serapio Reinoso, que era el comandante a quien los "naturales"
habían otorgado su confianza, y allí fue aparentemente aceptada la
solicitud haitiana.

La solicitud de autorización por parte de los haitianos, certificada por la larga y


conmovida carta dirigida por ellos bajo la firma de Campo Tavarez (Véase
infra pág. 267), involucra un principio de reconocimiento de la soberanía del
Gobierno encabezado por Serapio Reinoso en la banda del norte o
Departamento del Cibao. Este reconocimiento, que no le fue acordado a la
Independencia Efímera de 1821, da la justa medida del alcance que tenía la
naturaleza popular de ese Gobierno. Y constituye un testimonio que no ha
debido pasar inadvertido jamás por la historiogra.fía convencional en nuestro
país.

265
Sin embargo, posteriormente, se optó por la resistencia,
desestimando las consideraciones del comisionado enviado por
Cristóbal.

Siempre ateniéndonos a ese testimonio y sin abandonar la


vigilancia extrema que impone su pluma mediatizada, parece que el
culpable de esta decisión extremista fue el mismo Serapio Reinoso y
es tal vez de ahí de donde parte la opinión de que era un afrancesado.
Dice Arredondo que "aunque en la reunión habida en casa de
Reinoso todo pasó, desoyendo los consejos del comisionado se
decidió hacer resistencia como consecuencia del hecho del 15 de
octubre de 1804. Reinoso pr~rería la muerte a que se le considerara en
connivencia con los negros. .. "

No hemos olvIdado lo que pasó el 15 de octubre. Simplemente


los "naturales" expulsaron a los franceses después de una cruenta
lucha que otorgó finalmente el comando de las tropas vencedoras a
Reinoso. Lo que parece indicar Arredondo y sostiene Delmonte es
que Reinoso quería evitar que la autorización al tránsito amistoso de
lo~ haitianos pudiera ser interpretada como adhesión o connivencia
con ellos. Y, para evitar ese entuerto, lo aconsejable era cerrarle el
paso a Cristóbal.

Pero a nosotros no nos atrae perdernos en los laberintos de la


conducta individual. En todo caso nos ofrece un interés secundario.
Lo primario aquí es el pueblo. Y, precisamente, el pueblo se adhirió a
la decisión personal de Reinoso. Según afirma nuestro testigo,
"todos S~ adhirieron a su resolución sin acordarse de los peligros. .. "

Y esto sí que es importante. La determinación colectiva fue


materializada objetivamente en la lucha y la única explicación que la
lógica de los acontecimientos y la secuencia histórica permite, es la de
que el pueblo fue empujado al sacrificio por su tenaz empeño, que ya
se había materializado también frente a los franceses, de conservar su
autonomía y permanecer igualmente desligado de los respectivos
intereses de los franceses y de los haitianos. El balance que tal
determinación arroja aún cuando una visión más serena habría

I Ob. cit., página 151.

266
salvado tal vez la auto-determinación es siempre POSItIVO,
cualquiera que sea su desenlace, porque expresa la voluntad del
pueblo de constituirse históricamente en términos de lucha, "sin
acordarse de los peligros ". Así contemplado el conflicto, nos permite
reconocer el nacimiento del pueblo y retrotrae ese acontecimiento
natal, sin duda el más importante de la historia de ese pueblo, a la
fecha ardiente e inmemorial del 15 de octubre de 1804.

Las palabras de Campo Tavares desde las orillas del Vaque son
suficientes para darnos un cuadro patético de la situación:

"Yo soy del país en que vosotros nacísteis. Yo he sido compañero


vuestro, yo no podré prescindir del afecto que les he mereClOO slempre
yen todas las épocas. Tengo todavía parientes en ese suelo que va a
destrozarse. Venero a aquellas personas que siendo su esclavo, me
tenían siempre sobre el rango de la clase libre, dispensándome sus
cuidados y atenciones, como si procediese de ellos mismos. Vive aún el
señor Vicario don Pedro Tavares y sus hermanos, cuyo apellido llevo.
Tengo mil motivos de compadecer la suerte de ustedes y de
interesarme por su tranquilidad y futura conservación. Sé lo que va a
suceder. Conozco la situación en que se hallan. Veo las fuerzas del
ejército a que vengo unido. He penetrado sus intenciones. Son
temibles las órdenes que tenemos y muy rigurosas para el caso de
encontrar oposición a nuestro tránsito, así como son también fuertes
contra la tropa cuando se desmande, o sea cuando cualquiera de
ustedes sea ofendido en lo más leve por uno de nosotros, las cuales
serían evitadas dejando libre el paso que queremos para la capital, a
batirnos con los franceses que la ocupan. Esto nada más quiere el
gobierno indígena. Abran los ojos, reflexionen. No se dejen alucinar,
ni se preocupen. Yo les hablo como amigo, como español y como
paisano. El jefe nuestro está de buena fe; pero se indigna hasta el
extremo cuando piensa que se han de poner obstáculos a su tránsito.
La suerte de ustedes es lastimosa, sino piensan como deben en este
negocio para ustedes vital. Sentiré en lo infinito de mi corazón llegar a
mi patria a inundarla de sangre y dejar a mis amigos yertos en medio
de sus calles y plazas. Esto va a suceder irremisiblemente. Sólo con la
prudencia lo podrán ustedes evitar. Pongo a Dios por testigo que en
darles este aviso no tengo otra intención, ni me lleva otro interés que el
de salvarlos y salvar tantos inocentes como van a exponerse dentro de
dos horas a ser sacrificados por un capricho el más temerario y
desatentado. No traten de resistir, vuelvan pacíficamente al seno de su
familia sin el estruendo de las armas, y se convencerán de que este
consejo no es más que afecto del ánimo y de la gratitud. Si así no lo
267
hacen cuenten con su exterminio. No es posible imaginarse otra cosa.
Allá va una nueva embajada, compuesta de dos sujetos que les son a
ustedes conocidos. Denles una contestación conforme, y cuenten con
la seguridad de sus casas, personas y propiedades. Ya me despido de
vosotros, queridos amigos,y voy a incorporarme al ejército que tenéis
a la vista, con la dulce esperanza destinada por estos antecedentes, que
contrarían las órdenes pronunciadas. Adiós l .

La tropa pasó sobre la sangre derramada y así concluyó aquella


bella experiencia de nuestro pueblo, encaminada a darse un régimen
de poder, emanado de su propia voluntad.

Fue un sacrificio ingenuo pero hermoso.

Si bien pudieron ser evitados los dolores del parto, hoy no deben
importarnos aquellos dolores sino el parto.

Los dolores pasaron, vinieron otros, nunca cesaron de manera


definitiva y tal vez no han cesado todavía.

La sangre se secó, volvió a ser derramada y tal vez tenga que


seguir siendo derramada todavía.

Pero la criatura sobrevivió y ese nacimiento debe ser conocido y


conmemorado. Porque el nacimiento de un pueblo es un
acontecimiento de toda la Humanidad.

10

La segunda columna sigUlo su marcha volandera hacia la


Capital y una vez allí, cerró el bloqueo a los franceses. La falta de
armamento pesado impedía romper las murallas y lanzarse al asalto.
Mientras llegaba la artillería adecuada desde Haití, los defensores de
los fuertes debían ser ablandados por el hambre. Pero el milagro
tiene su propia lógica.

Arredondo, oh. cit., pág. 155.

268
Cuando todo indicaba que no había otra alternativa que la
capitulación, una escuadra francesa que hacía un recorrido de rutina
y que ignoraba que en esta Isla existiese aún una colonia francesa,
decidió inesperadamente la situación.

Dessalines pensó que se trataba de una nueva expedición


enviada por Francia y con muy ponderado juicio consideró que la
defensa estaba en Haití,junto a su pueblo. Sin detenerse un segundo
levantó el sitio y emprendió la retirada.

y así ocurre la tercera devastación.

Nadie mejor que el propio Dessalines, con la ventaja de que se


elimina todo ingrediente subjetivo, podrá explicamos en qué
consistieron las acciones devastadoras:

"Veréis que, si una operación comenzada bajo los más felices


auspicios, no ha sido coronada con un completo y cabal buen éxito, os
queda, al menos, el consuelo de pensar que la ciudad de Santo
Domingo, único lugar que sobrevive a los desastres de la devastación
que propagué a considerable distancia en la parte antes española, no
puede servir por más tiempo de refugio a nuestros enemigos ni de
instrumentos de sus proyectos.

"Hay una verdad que no admite duda: donde no hay campos no hay
ciudades.

"Se desprende de este principio, que habiendo sido tomada a fuego y


sangre toda la parte exterior de Santo Domingo, el resto de los
habitantes y de los animales, arrancados de su suelo y conducidos a
nuestra patria, la ventaja que el enemigo se proponía alcanzar desde
este punto de mira, resultó si no completamente nulo por lo menos
insignificante: consideración que aumenta los otros frutos que hemos
recogido de esta expedición... "

Estas palabras proceden de una "Alocución del Empera-


dor al Pueblo, a su regreso de Santo Domingo ", pronunciada
en el Cuartel Imperial de Laville, el 12 de abril de 1805 1•

Dessalines. Alocución del Emperador al pueblo, a su regreso del sitio de Santo


Domingo. Cuartel Imperial de Laville, 12 de abril de 1805. En "INVASIONES
HAITIANAS". ob. cit.. página 105.

269
En el Diario de Campaña de Dessalines, fechado en el mismo
lugar yel mismo día se dice que

"En virtud de las últimas instrucciones de S. M. dejadas a varios


generales, éstos empujaron delante de ellos al resto de los habitantes,
de los animales y las bestias... redujeron a cenizas las pueblos, aldeas,
hatos y ciudades, llevaron por todas partes la devastación, el hierro y
el fuego, y no perdonaron sino los individuos destinados por S. M. a
ser cond ucidos como prisioneros... "1

Esta tercera destrucción a fondo de los recursos económicos de


la infortunada colonia, se produjo exactamente 200 años después de
la primera. En sustancia no era sino su continuación inevitable. Por
una concatenación impresionante de los acontecimientos, la devas-
tación de las ciudades del norte y la siguiente devastación de la
colonia en su totalidad, debía imprimir una especie de destino que se
repetiría incansablemente.

De nuevo tendría que emprender el pueblo el camino de su


recuperación. Pero esta vez hay un elemento nuevo que tuerce
completamente el sentido de la narración. Ha nacido un pueblo que
tiende a convertirse de manera definida y universal en el pueblo
dominicano.

y esto es lo importante.

Lo demás, incluyendo las más grandes derrotas y las


frustraciones más paralizadoras, es lo episódico. A veces, y por
supuesto debido a que se trata de nuestro pueblo, es también la
infamia.
Veamos a continuación cómo se teje la infamia.

1 Idem, página 109.

270
En toda la historiografía nacional la figura indudablemente de
mayor influencia ha sido don Jose Gabriel García, a quien se debe los
convencionalismos en que ella se ampara. García miraba por los ojos
de aquella clase social que calificaba como la más distinguida ya la
que consideraba como la protagonista de la historia patria. Ensalzó
sus triunfos y justificó sus errores. La exoneró de su falta de
patriotismo. Y al mismo tiempo ignoró al pueblo, cuando no le
arrebató sus grandes glorias para otorgárselas graciosamente a su
clase social favorita. Así se explica que tributara los más grandes
elogios al General Ferrand, aún a sabiendas de que era un
representante feroz de la rapiña colonialista y un enemigo sustancial
de su país. Se entregaba a él con la actitud de aquellas criollas
descritas por Lemmonier-Delaffosse, un francés ensimismado de la
época: "Nada, absolutamente nada podría dar una idea de la dulzura
melancólica y ondulosa de su posición, cuando, acostadas en un sofd
y rodeadas de ate/mas esclavas, parecen querer evitar el cansancio de
una palabra. .. Deliciosas criaturas. de las que podría decirse que
habían nacido para ser reinas. .. ". En esos mismos momentos el
pueblo cibaeñ'o estaba forjando la nacionalidad. Pero García dirigía
sus ojos fasdinados hacia la pequeña corte dominicana del General
Ferrand y encontraba que allí todo era perfecto:

"En lo único que anduvo desacertado -dice después de con-


sagrarle un panegírico que consume cuatro apretadas páginas
de su compendio (324 y siguientes)- fue en el nombramien-
to de comisario principal de policía de la ciudad de Santo Do-
mingo, que por desgracia hizo en Gallardo, abogado español de
mucho talento, que con sus excesivas crueldades e injusticias se hizo
de tal modo memorable en el país, que su nombre pasa de generación
en generación como el de un modelo de iniquidad. Tan cruel como
injusto, sólo atropellaba a la gente pobre y a los hombres de color, a
quienes declaró una hostilidad irresistible. La clase acomodada no
estaba al alcance de sus tropelías porque todos los dominicanos
visibles por su nacimiento, por su riqueza o por su saber, que no
siguieron las armlls españolas, se habían adaptado de tal manera a la

1 "Las Criollas Blancas", imagen de las damas que animaban los ocios de los
ocupantes franceses de Santo Domingo en 1804, en la página 128 de "La
Segunda Campaña de San 10 Domingo" por J. B. Lemmonnier Delafosse.
Santiago, 1946.

271
situación en vista de las garantías que le prestaba, que eran el más
firme apoyo de ella, estrechando cada vez más sus relaciones con las
autoridades francesas, especialmente con Ferrand, a quien daban
singulares pruebas de adhesión y de afecto personal. .. "1

García afecta ignorar que las órdenes de Gallardo las recibía de


Ferrand. Y ese afán justificador, un si es no es glorificador, le impidió
consignar en su historia las hazañas del pueblo cibaeño. Es claro que
estaba perfectamente informado de aquellos acontecimientos de
manera más documentada que Arredondo y Pichardo y que
Delmonte y Tejada, que también se ocuparon en ellos. Exactamente
en la página 331 y pasando a la siguiente, consigna en unas breves
líneas que "el coronel Serapio Reinoso del Orbe, mandaba por
elección popular el departamento del Cibao''2 Pero volatiliza en
absoluto la elección popular, con la inmensa importancia que un
hecho como ese presenta a un historiador. Borra de un plumazo la
presencia del pueblo cibaeño y, dedicándole media página a los
acontecimientos, acumula sobre este pueblo las más intolerables
aseveraciones:

"En donde más dificultades encontró que vencer -nos dice


refiriéndose a Ferrand- fue en el Cibao, víctima a la sazón de las
depredaciones ejercidas en nombre de Dessalines contra la propiedad
y el reposo de los ciudadanos; pues aunque mandó a su ayudante
Dervaux con el capitán don Domingo Pérez Guerra, y estos lograron
batir la guarnición haitiana y posesionarse del departamento con la
tropa que llevaron, el pánico producido a poco por la falsa noticia de
que numerosas huestes marchaban a vengarse ocasionó una fuga tan
desordenada entre las familias, que fue causa de que se
experimentaran en Santiago, La Vega y Cotuí, donde se
aprovecharon los malvados y los ladrones, que en iguales casos nunca
faltan para hacer una buena cosecha, siendo necesaria la valiosa
cooperación de don Andrés y don Melchor Rodríguez, de don Diego
Polanco y de otras personas importantes, para que los vecinos
volvieran a congregarse... "3

Esta es su narración de los acontecimientos. De acuerdo con

García, COMPENDIO, ob. cit., página 324.

2 Idem, página 331.

3 Idem, página 325.

272
ella, Derveau fue a Santiago, no a someterla a la coyunda francesa,
sino a reprimir "las depredaciones ejercidas en nombre de Dessalines
contra la PROPIEDA D Y el reposo de los ciudadanos ': Ahora bien,
estas "depredaciones" son ejercidas por "los malvados y los
ladrones" cuando las familias de Santiago emprendieron una fuga
desordenada a consecuencia del" PANICO producido a poco porla
falsa noticia" de que venían los haitianos. Estos malvados y ladrones
actúan "en nombre" de Dessalines y sólo la cooperación de los
Rodríguez, Polanco y de otras personas IMPORTANTES hizo
posible que los vecinos regresaran.

Aquí la falsificación de los hechos es nutrida. Las familias no


huyen por el PANICO producido por esa noticia falsa. En realidad
abandonan la ciudad ante el enfrentamiento de dos ejércitos
poderosos, la columna de Derveaux y la guarnición haitiana. El
sentido común indica que las mujeres, los niños, los ancianos, los
curas yel resto de la población no combatiente tiene que desalojar el
campo de batalla. Inclusive ningún natural de Santiago estaba
comprometido en esa lucha. La tesis del pánico, inventada como
sabemos por Kerverseau, ha sido adoptada febrilmente por García y
la aplica reiteradamente para calumniar consciente o
inconscientemente a nuestro pueblo. Y no solo por él. Nace y renace
en las más inesperadas rendijas como la yerba mala...

García calla el nombre de la verdadera víctima del pánico: quien


huyó por una falsa noticia atribuida en ese sentido al obispo francés
Mauvielle, fue precisamente la columna francesa y Derveaux, su
comandante, tuvo que hacer frente a 22 cargos por la indignidad de
su conducta. No fueron las familias santiagueras sino las tropas de
Ferrand al mando de Derveaux, las que huyeron ante una noticia
falsa de revancha haitiana. Así lo afirma I>elmonte y Tejada, cuya
obra fue profundamente estudiada por García:

"...corría la voz de que los negros que tenían tropas disponibles en la


colonia, venían seguidamente a vengarse, y creyó prudente Mr.
Dervaux evacuar la ciudad como lo hizo a los dos días... "1

Delmonte y Tejada, ob. cit., página 241.

273
y también Arredondo y Pichardo: .

"Quedaron los nuestros (los franceses) dueños del campo y Santiago


libre de negros. Esto ocurrió un 15 de mayo y como las fuerzas
nuestras (las francesas) eran tan cortas y los recursos muy remotos
para reponerlos de la capital que estaba más de 60 leguas de malísimos
caminos, fue necesario a los dos días, jueves a media noche,
abandonar la plaza por aviso secreto que tuvo el jefe de que ertviaban
un refuerzo de cinco mil combatientes para reasumirla y tomar
satisfacción de lo ocurrido... "1

De modo que se trata de un pánico francés, no cibaeño. La


población de Santiago no abandona la ciudad cuando el jefe francés
recibe la falsa noticia del avance haitiano puesto que ésta le llegó "por
aviso secreto "y abandonó la plaza "jueves a media noche ': de modo
que nadie pudo enterarse. Lo que indica el sentido común es que la
población abandonó la ciudad ante la inminencia de una
confrontación militar cuando llegó la columna francesa en
zafarrancho de combate. Y no cabe la menor duda de que
continuaría haciéndolo en la medida en que siguiera convertida en un
campo de batalla. Invocar el pánico popular y silenciar el pánico
militar, sólo puede deberse a la mala intención. Lo que debía
despertar el interés del historiador en esa situación no ha debido ser
la retirada de la población, sino el hecho histórico fudamental, la
retirada prácticamente simultánea de haitianos y franceses. Vale
decir, la libertad.

García no solamente conoclO sino que también COpiO


literalmente a Delmonte y Tejada cuando le pareció conveniente.
También este autor posee la visión deformada que posee García de la
realidad. Pdr esa razón es útil evocar su versión de este momento.
Según él los vecinos abandonan la ciudad cuando el jefe de la
columna francesa, Derveaux, opta por evacuar la plaza. En tal caso
sería una conducta sehsatá pues no debe permanecer la población
civil allí donde huye despavorida la guarnición militar, pero esta
misma versión resulta inaceptable si se considera que esta población
que supuestamente huye entonces, había resistido antes los combates
y, sin especulaciones, en los hechos documentados, ha permanecido

Arredondo y Pichardo, ob. cit., página 147.

274
varios meses en la ciudad ocupada por los haitianos sin trastornos y
sin miedos. Delmonte dice:

"Entonces fue (a raíz de la evacuaClOn francesa) que


desampararon los vecinos sus hogares y se dirigieron a Santo
Domingo y otras poblaciones que creyeron más seguras. Fueron
inmensas las desgracias que experimentaron Santiago, La Vega y
Cotui. Saquearon las casas y propiedades abandonadas los malvados
y ladrones. (Obsérvese que García copia literalmente) Poco
después regresaron a Santiago aquellos vecinos que no habían podido
alejarse, pero no volvieron las familias más distinguidas del país.
Convencidos de que no había salvación posible para la patria (?), la
abandonaron y de Santo Domingo emigraron para las islas de Cuba,
Puerto Rico yTierra Firme, quedando desde aquella fecha reducida la
población a los vecinos del estado llano... "1

i Los vecinos del "estado llano"l Muy claro. El estado llano que
hizo irrupción en la historia durante la Revolución francesa y se
constituyó como "pueblo" para toda la Eternidad. Precisamente, es
ese el que allí, en Santiago de los Caballeros, materializó la hazaña de
su propia constitución histórica y al que tanto García como
Delmonte dan la espalda y sumergen en el abismo de su desprecio. Ni
ellos, ni Arredondo y Pichardo, ni el anónimo redactor del
"Resumen de los Hechos auténticos que recomiendan al Jefe del
Batallón don Agustín Franco de Medina a la Justicia del Gobierno"
donde también se cuentan estos hechos, estaban de su lado.

No obstante, la verdad suele resplandecer aun a través de las


rendijas que no alcanzan a tapiar estas falacias. Delmonte desmiente
las aseveraciones de García respecto al carácter del abandono de
Santiago por parte de la población. Refiriéndose a las personas
supuestamente "importantes" que éste menciona, Delmonte
consigna lo siguiente:

"Entre los que más se distinguieron entonces fueron don Andrés ydon
Melchor Rodríguez, los hijos de Juan Reyes y otros que, animados
por el amor de la patria volvieron a congregarse, formaron compañías
y acopiaron municiones con el objeto de defenderse... 2

1 ':lb. cit., página 241.


21 Idem.

275
Quiere decir .que ellos no congregaron a los vecinos dispersos
sino que se congregaron ellos mismos "animados por el amor de la
patria': lo que significaquerroeranfugitivos sino patriotas y ,porque
conviene acentuarlo, se congregaron allí mismo para formar
unidades de combate y acopiaron municiones, no para defenderse
sino para atacar, como efectivamente lo hicieron, derrotando a
Derveaux, rechazando arma en mano, los objetivos del imperio
(¡olonial francés, y estableciendo el poder popular netamente
caracterizado con todos sus. atributos históricos. Esta hazaña
incomparable merece justamente la veneración de las generaciones
presentes y venideras.

Pero, al mismo tiempo, crea una responsabilidad. Los


venerables fundadores de la historiografía nacional, no han escrito la
historia del pueblo dominicano sino la de las familias más
distinguida& del país. Esto, claro está, no es censurable. Las familias
distinguidas tienen también su historia y no pocas veces coincide con
la del pueblo. Cuando eso ocurre, constítuyen el pueblo. Pero
cuando se asocian alos enemigos del pueblo. y huyen en su compañía,
esta fuga no debe atribuírsele al pueblo porque de este modo no se
escribe sino que se falsea la historia. Entonces no se le debe llamar
historia sino infamia. La historia que deberá escribirse no es otra que
la historia del pueblo dominicano. Porque la historia de la República
Dominicana no es la de sus sectores más conspicuos, ni siquiera la de
sus miembros más destacados ni la de sus héroes más
deslumbradores ni la de sus gobernantes más poderosos ni la de sus
regímenes más opulentos ni la de sus guerras más espectaculares y
menos aún la de sus derrotas y sus frustraciones. Sino la historia de
su pueblo. La de sus victorias y sus esperanzas...

276
CUADRO DE HONOR

Los siguientes son los nombres de los héroes que protagonizaron es-
teformidable momento de la historia patria:

José Serapio Reinoso y del Orbe


(Jefe de Gobierno)

Andrés Rodríguez
Melchor Rodríguez
(capitán del pueblo)

Hijos de Juan Reyes


Diego Polanco

Los Miembros del Cabildo:

Francisco Escoto
José de Rojas
Juan Curiel
José Núñez del Monte
Norberto Alvarez
Antonio Rodríguez
BIas Almonte

AD PERPETlJAM REI MEMORIAM

277
DEVA8TACION IV
Consecuencia: Planteamiento de la
Independencia Nacional Dominicana

La cuarta, y por fin la última gran devastación del territorio,


tiene lugar a raíz de la guerra emancipadora de 1808 a 1809, contra la
dominación francesa.

Esta guerra -impropiamente denominada de la


RECONQUISTA para quienes la miran en función de España,
siendo una guerra liberadora y revolucionaria vista en función del
pueblo- viene a ser la contrapartida capitaleña de las acciones
populares del ferviente Santiago de los últimos meses de 1804 y
primeros de 1805. A Serapio Reinoso corresponde ahora Juan
Sánchez Ramírez, un consumado "hatero" del Este, aunque oriundo
del Cibao, como protagonista principal.

La guerra configura dos grandes ejes que se entrecruzan


imaginariamente sobre el territorio de la Isla: un eje transversal, de
arriba a abajo, que se expresa como frontera entre las dos naciones
que la comparten, Haití y Santo Domingo; y un eje longitudinal que
la recorre de izquierda a derecha, desde el Mole de San Nicolás
hasta la Bahía de Samaná, y que en ambos países separa el Norte yel
Sur.

Objetivamente se verá en esos momentos en Haití, un reino en el


Norte con Cristóbal a la cabeza, y una república, con Petión en el
Sur.

En Santo Domingo ese eje longitudinal imaginario separa el


Departamento del Cibao en el Norte, que se ha definido contra
Francia en 1804, y el Departamento del Ozama, en el Sur, que
emprende ahora esa tarea.

La intensidad de esa línea subjetiva dependerá del grado de


intensidad de la conciencia nacional, que precisamente empieza a
281
materializarse en esos días, y tenderá a disiparse en la medida en que
los pobladores respectivos de esa regiones se identifiquen y se
reconozcan, cada vez más claramente, como dominicanos.

Todavía en 1808, y es una impresión que se sustenta en el plano


imaginario desarrollado por esos dos ejes, los cibaeños pueden
contemplar la faena emancipadora que se libra en el Sur contra los
franceses, un poco en la actitud del espectador interesado pero
independiente; como parece traslucirse en el siguiente párrafo de una
carta de Sánchez Ramírez a Toribio Montes, Gobernador de Puerto
Rico, en la que le comunica que "los vecinos de Santiago de los
Caballeros, de~eosos de contribuir en lo posible a ayudar en la
presente empresa, han mandado a Jamaica a comprar un mil de
fusiles con otros varios pertrechos de guerra para armar bien a
nuestras tropas, la que espero no dilatará, porque días ha que han
despachado a esta solicitud. .. "1. Es como si esa empresa, que tan
generosamente los mueve a prestar toda ayuda, no fuera su propia
empresa, y como si ese eje imaginario trazara una línea de
solidaridad paralela a aquella que vincula al Rey Cristóbal con
Sánchez Ramírez, cuando le remite "pronta y generosamente ': según
comunica Montes, "trescientos fusiles completos, trescientos pares
de pistolas, trescientos sables, trescientas fornituras, trescientos
pares de botas, ochenta mil cartuchos y otros efectos, en una goleta
que vino a este puerto a cargo del brigadier de su ejército, Tavares ': el
mismo del patético llamado a orillas del Vaque en 18052 •

Precisamente, es en el curso de esta guerra cuando se va a


descubrir la presencia de un pueblo, documentalmente reconocido
como "pueblo dominicano" al dejar constancia de su conducta, que
deberá disipar esa línea imagtnaria que separa subjetivamente a unos
dominicános de una región, de los dominicanos de otra.

I Carta de Sánchez Ramlrez al Gobernador de Puerto Rico Toribio Montes, de


fecha 15 de diciembre de 1808. Fragmento insertado en el Apéndice del DIARIO
DE LA RECONQUISTA de Juan Sánchez Ramirez (Proemio y Notas de Fr.
Cipriano de Utrera, Academia Militar Batalla de las Carreras, Aviación Militar
Dominicana, Vol. 1, Santo Domingo 1957) como DOCUMENTO 23.

2 Carta de Toribio Montes al Secretario de Estado y del Despacho de Guerra, de 6


de abril de 1809. DOCUMENTO 63, lugar citado.

282
2

Pero en el curso de esta guerra hay que distinguir dos fases


porque esta departamentalizaci6n conceptual, que se advierte muy
claramente cuando ella se inicia, se va haciendo más difusa a medida
que avanza, y se impregna completamente de implicaciones
nacionales cuando concluye.

La primera fase es llevada en peso sobre los hombros de las


poblaciones del Sur, siguiendo toda la banda de esta costa en
direcci6n de la Capital, que es donde se asienta el poder francés, en
una onda revolucionaria que viene desde Neiba en el Oeste, primero,
y desde el Seibo en el Este, después. Es s610 en esta fase de la lucha en
la que puede verse la guerra como una contrapartida de las acciones
populares de 1804 en Santiago.

En una segunda fase, la guerra irá perdiendo sus esencias


populares más puras pero, en compensaci6n, irá ganando cada vez
más en el sentido de sus esencias nacionales.

Una de las razones que impulsará este proceso serán las levas
que se harán en todo él país para engrosar las tropas así como las
requisas de productos necesarios para su sostenimiento.

Fray Cipriano da "para muestra de las requisiciones que


entonces se hacían para el sostenimiento del sitio ': el siguiente dato
que aparece en una liquidaci6n de herencia Y.que él supone haberse
repetido en todo el país:

"En cinco pesas, llevadas al cantón para la guerra, sesenta reses, 60.
Suplidas por Petrona para el mismo fin, tres, 3.
El potro RUBICANO fue de requisición al cantón de Jainamosa y
vino tan matado de las agujas que por mucho que se cuidó, siempre
vino a morir.
Los dos caballos viejos JAITI y PETIGRE, por escapar uno superior,
me compuse y di los dos que se llevaron a D. Agustín Franco a
Santiago". (en calidad de prisionero)

Gustosamente o no, va penetrando la conciencia de la


responsabilidad nacional, aunque la campaña se haga en nombre del
Rey Fernando VII de España en el seno de las masas populares de
283
todo el país, que poco tienen que ver afectivamente con este lejano y
desconocido monarca.

El mismo historiador García, que suele ofrecer una teoría


distinta para cada período, inicia ahora uno de los "libros" de su
Historia con una nueva en la que manifiesta que "interpretada por
los DOMINICANOS la invasión de Dessalines. como consecuencia
natural de la ocupación FRANCESA. que si aceptaron gustosos al
encontrarse abandonados por los ESPAÑOLES. fue únicamente
por librarse de toda comunidad con los HAITIANOS"~ refleja en este
"calembour" multinacional el proceso de desprendimiento profundo
de esta población respecto a cualquier fuerza extraña y el
ahondamiento de sus esencias nacionales.

A esto se añade la creciente participación de fuerzas extrañas y


en ocasiones adversas al instinto popular, durante la segunda fas~ de
esta guerra, que tienden cada vez más a desnaturalizar su contenido
revolucionario y emancipador.

Estas dos fases se materializan, la primera. en las dos batallas


campales de MALPASO y de PALO HINCADO y, la segunda. en el
asedio estacionario de la PLAZA DE SANTO DOMINGO.

COMPENDIO DE LA HISTORIA DE SANTO DOMINGO por José Gabriel


Garcfa. Santo Domingo 1893. Tercera Edición. Tomo 1, página 345.

284
LAS BATALLAS

Las batallas de MALPASO y de PALO HINCADO se


caracterizan por la naturaleza popular de las fuerzas que deciden su
resultado. Ambas se libran en el sur con tropas de naturales de la
región, arrastrados por un impulso patriótico común. La primera
tiene lugar por los lados del oeste, en los alrededores de Barahona; la
segunda por el este, cerca del Seibo.

Ambas obtienen la victoria a pesar de carecer totalmente de los


conocimientos técnicos del arte militar y sin otra preparación y
experiencia que las "rociadas" preliminares que sirven para
familiarizar al soldado bisoño con el silbido de las balas y el aliento
de la pólvora.

Comandadas por jefes más o menos improvisados y que se


mueven por imperativos políticos, hacen frente a un adversario
experimentado a quien dirigen militares de alta escuela y de gran
tradición de victoria bajo el águila imperial napoleónica.

No es, claro está, una repetición de la epopeya haitiana. Allí se


levantan 400 mil esclavos a quienes no se ofrece otra perspectiva que
la esclavitud o la muerte, y deben hacer frente a un Ejército
formidable de 57 mil veteranos. La grandeza de su victoria es, pues,
incomparable.

Pero aquí no es en la grandeza de sus victorias en lo que consiste


la grandeza de estas batallas. La población es veinte veces menor y
debe enfrentarse a un ejército menor en la misma escala sin que sea
motorizada por un apremio histórico tan gigantesco.

Su grandeza consiste en que ponen ante los ojos del pueblo, de


manera tangible y convincente, la evidencia de su capacidad para
alcanzar sus objetivos históricos con sus propias fuerzas. La
grandeza de esa enseñanza será válida igual que la otra para todos los
tiempos y para todas las circunstancias y condiciones materiales, e
igualmente válida para todos los pueblos en todas las épocas,
independientemente de la magnitud de las fuerzas que entren en
juego en un momento dado.
285
Por eso ellas ocupan, o deberían ocupar, un lugar luminoso en la
historia del pueblo dominicano.

MALPASO

La primera de ellas, completamente preterida por la


historiografía convencional, tuvo lugar ellO de octubre de 1808 en el
paraje conocido por MALPASO, en los alrededores de Neiba, hoy
Barahona, en el extremo occidental de la banda del Sur de esta parte
de la Isla.

Allí se enfrentó un grupo de hombres reunidos


apresuradamente por un joven de 25 años, Cristóbal Huber Franco,
madrileño, recién venido de Puerto Rico por instrucciones del
Gobernador de aquella Isla, Toribio Montes, para fomentar la causa
española en Santo Domingo.

El mismo declara en un proceso que se le siguió más tarde que


"habiéndole nombrado los naturales de aquel distrito por su caudillo
con motivo de haber jurado a nuestro Católico monarca Don
Fernando V// el 25 de septiembre. .. tuvo la gloria de derrotar al
enemigo con bastante pérdida de muertos y heridos, sin que de la
nuestra hubiese habido sino un muerto y uno o dos simplemente
heridos. .. "1

Es sumamente dudoso que aquellos naturales, al oir por primera


vez el nombre del Católico monarca, se sintieran inflamados de
españolismo después de una profunda experiencia de desdén
imperial y de cesión flagrante, aún cuando queramos despojarlos de
toda facultad de discernimiento. Y con tanto mayor razón cuanto

Del Proceso de Cristóbal Húber. DIARIO DE LA RECONQUISTA, Apéndice.


DOCUMENTO 167.

286
que "a esta acción precedieron varias intrigas de Pablo Báez, (el
padre del hijo) y otros españoles traidores a su nación"j como
declara Huber, que no pudiendo debilitar el fervor patriótico en
contra de los franceses, han debido tener argumentos de mucho peso
y de mucho momento para debilitarlo en favor de España. Lo
objetivo en esta situación es el carácter emancipador de la lucha
contra Francia, y lo subjetivo e hipotético es el carácter agitador y
patriótico del nombre de Femand-o VII.

En el encuentro fue derrotada una tropa francesa comandada


por el coronel Aussenac, el oficial más competente que poseía
Ferrand, a quien se le oyó en cierta ocasión exclamar:. "¡Ah, por qué
no tendré yo dos Aussenac. .. !"

Huber declara que "a los tres días de esta acción recibió de
Péthion cuarenta cajones de cartuchos, cuatro mil chispas y cien
alabardas.. "2 Con este aporte y un refuerzo de más de cien hombres
que incorporó Ciriaco Ramírez y que se encontraban apostados a
una legua de distancia de Neiba, la tropa de naturales se convirtió en
una fuerza determinante en toda esa banda.

Este Ciriaco Ramírez, a quien Fray Cipriano de Utrera


considera como "el verdadero campeón de la causa reconquistadora"
aunque sin dilucidar claramente sus fundamentos, era un hacendado
de Azua, gaditano, 38 años, que "desde el día cinco de octubre
declaró la guerra sin más armas que oncefusiles y un trabuco y cien
hombres'~ y algunos días después tenía más de 200 y en menos de un
par de semanas había reunido mil incluyendo 200 montados.

Con este ejército ambos caudillos sitiaron la ciudad de Azua que


fue abandonada al amparo de la noche por los franceses, no sin antes
dejar un incendio que destruyó 24 casas.

La marcha debió continuar a Baní, de manera incontenible.

I Idem.

2 Idem.

3 Del Proceso a Ciriaco Ramírez. DOCUMENTO 168, loe. cit.

287
Pero pudo ser contenida por los banilejos, que enviaron un correo a
los combatientes a fin de evitar que las tropas francesas destruyeran
la ciudad como intentaron hacerlo con Azua. Yhasta allí, y sin que se
pueda aceptar completamente este alegato, siguieron estos dos
caudillos su marcha vencedora. Lo más probable es que en este
periplo tuviera algún influjo paralizador el curso de los
acontecimientos que desembocaron en la batalla de PALO
HINCADO.

Pero, cualquiera que fuera la naturaleza de ese influjo, debió


operar en la mentalidad de los dirigentes de la campaña. Lo
importante, en cambio, es que estas decisiones no son imputables al
conjunto de los "naturales" que integraban su ejército ni disminuye
en ningún sentido o medida, la naturaleza patriótica, la
espontaneidad y la determinación de la contribución popular.
MALPASO puede inclusive reivindicar mayor pureza histórica que
PALO HINCADO, ya que esta última pudo incorporar a sus filas un
contingente puertorriqueño de soldados profesionales.

La batalla de MALPASO, que inicia una campaña victoriosa en


la banda del sur para desatar la guerra contra el dominio francés en la
Isla, ha sido objeto de una preterición completa en los anales de
nuestra historiografía, debido en parte al egocentrismo de Sánchez
Ramírez yen parte a la tergiversación que de ella hizo José Gabriel
García, quien convierte en victorias las derrotas francesas.

El Gobernador de Puerto Rico, patrocinador de estas acciones y


que debía, por tanto, estar bien informado acerca de ellas, escribe
que "en 23 de agosto y 15 de septiembre había enviado instrucciones
a la parte del Sur de Santo Domingo con proclamas publicadas en
esta Plaza, gacetas y otros papeles, y que fletó el Gobierno un
pequeiEo barco, aun antes de haber visto ni conocido lafirma de don
Juan Sánchez Ramírez. el cual, de estos sucesos y LA S VENTAJAS
CONSEGUIDAS POR LOS ESPAÑOLES QUE SE
ALARMARON EN AZUA Y NEIBA, muy anticipadamente a lo
gloriosa acción de Palo Hincado, no lo ha mencionado y dejádolo en
silencio. .. ".

R~lica de Montes. DOCUMENTO 144. loe. cit.

288
En carta que él mismo dirige a Sánchez Ramírez le recomienda
que "debe dar parte circunstanciada y menudamente a la Suprema
Junta de cuanto ha ocurrido, empezando par lo de NEIBA y Palo
Hincado de su principio. .."1

y más tarde: "No Ignora Vmd. los servicios que ha hecho en esa
Isla don Cristóbal Huber y Franco, a más de haber perdido cuanto
tenía por haberlo Vmd. atropellado. . . sobre las buenas
disposiciones que tomó en el sitio llamado ~ALPASO antes que
Vmd. emprendiese lo de Palo Hincado . .. "2

Además de estas manifestaciones de Montes, existen las


declaraciones de Huber Franco y Ciriaco Ramírez antes
mencionadas. Sánchez Ramírez, que mostró una intensa enemistad
hacia estos caudillos que empalidecían su hazaña, los acusa de
revoltosos e ineptos pero nunca dice, cosa que habría aprovechado
hasta lo último, que fueron derrotados en MALPASO y en Azua,
como afirma García 3• Pero lo lamentable es que se haya adoptado
ese criterio sin la menor preocupación por las fuentes auténticas...
Según García "... el coronel Aussenac, que había desbaratado en El
Malpaso, del otro lado del río Yaque, un gran número de patriotas
reunidos en aquel sitio inexpugnable, recorriendo después los
departamentos de Las Matas, San Juan, Neiba y Azua. .. "etc. A
continuación sigue una prolongada narración de las supuestas
hazañas de Aussenac.

Carta de Toribio Montes a Sánchez Ramírez. DOCU MENTO 135 (in fine) loe.
eit.

2 Montes a Sánchez Ramírez. DOCUMENTO 136 (in fine), loe. cit.

3 DIARIO DE LA RECONQUISTA, ob. cit., página 67.

En su DIARIO, Sánchez Ramírez dice "lo cierto es que en todas sus corridas
no lograron Ramírez y Huber más ventaja que la de haber muerto desde una
emboscada en parage casi inaccesible a un morenofrancés cojo. que era Oficial
de las tropas dedicadas al servicio de Napoleón ". si hubiese habido derrota en
MALPASO, Sánchez Ramírez no la habría omitido en las numerosas páginas
dedicadas en el DIARIO a desacreditar a sus dos adversarios

289
PALO HINCADO

La batalla de PALO HINCADO tuvo lugar el 7 de noviembre


en un paraje de ese nombre situado cerca de la ciudad del Seibo. Fue
un choque encarnizado y sangriento que consumió la vida de 400
personas en solo diez minutos. Esa fue la duración total del
encuentro, según la versión oficial del Gobernador Montes de Puerto
Rico a la Junta Central de Sevilla I .

El General Ferrand, que había sido debidamente informado de


la posición elegida y la disposición adoptada por los patriotas, se
presentó con 600 hombres, confiando en el efecto supuestamente
paralizador de su presencia imperial, y atacó a una considerable
distancia de su base, a un adversario que le superaba en número, en
conocimiento del terreno y en la pureza de su causa2 •

Las fuerzas patrióticas se componían de unos mil 800 hombres


-1,200 de a pie y 600 de a cabaIlo- de acuerdo con la información
que un ayudante de Ferrand, que pudo observarlas de cerca, le
suministró a sujefe. Lemmonnier-Delafosse, hace subir esta cuenta
a tres mil 200 hombres y por su lado Sánchez Ramírez la hace bajar,
sin duda para salvar la brillantez de su hazaña, a sólo ochocientos. La
más verosímil es la del ayudante de Ferrand, porque-de la veracidad
de su informe dependía el éxito de la disposición a tomar. El no haber
sido apreciada por su jefe, costó la vida a ambos.

En cuanto al número de bajas, se dijo que en la acción


perecieron 315 franceses sin que se precisara nunca el número que
cayó de la otra parte 3 .

A Santo Domingo nunca retornó un número mayor de 40


franceses aunque la versión más dramática sólo reporta catorce.

I Carta de Montes a la Junta Central a 26de noviembre de 1808. DIARIO DE LA


RECONQUISTA, ob. cit., DOCUMENTO' 15.

2 IDEM. Página 48, Nola 92.

3 IDEM. DOCUMENTO 15.

290
En realidad, PALO HINCADO fue lo que el General Máximo
Gómez calificaba en Cuba de una "ratonera". Las tropas atacantes
francesas fueron recibidas con una descarga inicial de fusilería que
impidió que la carga de caballería rompiera las líneas. A este choque
inicial siguió el empleo por parte de los patriotas de un arma
proverbialmente temible para los franceses y en la que los "naturales"
eran sumamente diestros: el machete. Ya era conocida desde los
tiempos de la batalla de Sabana Larga, en la época en que los
españoles trataban infructuosamente de destruir el establecimiento
de franceses en la parte occidental, durante el Siglo XVII' . En
PALO HINCADO se cubrió de una gloria que más tarde pasaría a la
epopeya cubana, en manos de Máximo Gómez y los "mambises"
que, por cierto, recibieron su nombre de un moreno, Juan Mambí,
personaje de esos mismos días, acontecimientos y escenario.

Los franceses fueron destrozados desde los primeros minutos,


que no fueron muchos, del combate. Su caudillo, el propio Ferrand,
se vio obligado a emprender una fuga que concluyó en la Cañada de
Guaiquía, donde lo encontró exánime Pedro Santana (el padre del
hijo) con un disparo en l~ sien y le cercenó la cabeza para llevarla en
triunfo al Seibo.

Tres días después fue anunciada su muerte por los franceses que
habían permanecido en los fuertes de la Capital:

"Ordre dujour au 10 Nbre. 1808.- Le Général en Chef n'est plus: il a


fini victime de son aveugle confiance..."

("Orden del día a 10 de noviembre de 1808.- El General en Jefe ya no


lo es: ha caído víctima de su ciega confianza... "'2

Ferrand pagó con el deshonor su excesiva confianza en el


prestigio imperial y su menosprecio a las facultades populares...

Aquellos diez minutos conmovieron al país como aquellos


famosos diez días conmovieron al mundo.

IDEM. Proemio.

IDEM. Página 69,Nota 137.

291
y no era para menos, esta victoria significaba a todas luces el fin
de la dominación francesa y el comienzo de una nueva etapa del
proceso histórico del pueblo.

La presencia masiva del elemento popular en las filas patrióticas


-la aportación puertorriqueña no sobrepasó nunca los 200
hombres- revela cuán profundos eran los anhelos de cambio del
pueblo. Y la conciencia de su capacidad histórica saldría robustecida
en forma inconmensurable de las llanuras de PALO HINCADO.

También saldría engrandecido de allí el flamante General Juan


Sánchez Ramírez, en perjuicio de Huber Franco y Ciriaco Ramírez
que habían sido los indiscutibles iniciadores de esta campaña y
pronto se convirtieron en víctimas de su celoso orgullo. Y no tardaría
mucho en celebrarse una famosa "Asamblea de Bondillo ", donde los
supuestos representantes de todo el pueblo, elegidos por el propio
Sánchez Ramírez, le designarían Comandante en Jefe de las tropas
españolas y Jefe de la Parte Española de Santo Domingo.

Con esos títulos podrán firmar, llegado el momento, el acta de


capitulación de las tropas francesas.

La victoria de PALO HINCADO marca el fin de la fase más


genuinamente popular de esta guerra. Y si ese momento marca
también el punto más elevado que la conciencia de sí mismo ha sido
alcanzada por el pueblo, toda ac.-:ión política de sus enemigos deberá
ser dirigida a apagar esa conciencia. Y ese será el espinazo de la
táctica militar utilizada por Sánchez Ramírez durante el asedio a la
plaza de &lnto Domingo que se inició una semana, más o menos,
después.

292
EL ASEDIO

Tras la aCClOn de PALO HINCADO, Sánchez Ramírez


emprende el sitio de la plaza de Santo Domingo. Mejor hubiera sido
atraer el enemigo a la batalla campal pero, una vez elegida aquella
táctica, lo aconsejable era aprovechar el calor de la tropa y lanzar el
ataque a la Plaza que, "en los primeros momentos de sorpresa y de
terror por la derrota de Palo Hincado. acaso hubiera capitulado. .. "1

Esa opinión es la de un testigo autorizado, el Teniente de Navío


D. Ramón Power, comandante de las unidades navales españolas
que participaron entonces en el bloqueo.

Montes advertía a su patrocinado desde Puerto Rico que "un


sitio formal requiere muy extraordinarios gastos y aprestos que
desde el principio he juzgado inútiles. .. ''2

y la experiencia de Dessalines debió haber hecho presente al


Caudillo de PALO HINCADO que un sitio prolongado estaba
sujeto a riesgos imponderables y a recursos inauditos.

Ninguno de estos elementos de juicio fue suficiente a decidir el


asalto a la Plaza y Sánchez Ramírez optó por sofrenar sus tropas y
apartarlas de la epopeya. La vía elegida era la más opaca, aunque
desde luego más segura, pero también más lenta y menos gallarda: el
aniquilamiento por hambre.

y el hambre los aniquiló. Pero al mismo tiempo aniquiló al país.

Durante los ocho largos meses que duró el sitio se agotaron


intramuros las cotorras y las lagartijas a que tuvieron que apelar los
franceses antes de capitular. Pero no era menos dramática la
situación de las tropas sitiadoras: "El abasto falta todos los días.
habiéndose sostenido hasta ahora Dios sabe cómo y lo que me ha

Contrarréplica de Power. IDEM. DOCUMENTO 144, página 328 (in fine).

2 Carta de Montes a Sánchez Ramírez. IDEM. DOCUMENTO 79 in fine.

293
costado. Hoy se han matado los últimos bueyes de que podía echar
mano sin quitar los que sirven en las carretas, pero mañana nosécon
qué se raciona las tropas. .. "1 Así se expresaba el Caudillo desde su
Cuartel General de Bocanigua, en mayo de 1809, y faltaban todavía
dos meses para la capitulación.

Cuando llegó ese momento, un país que había necesitado dos


siglos para recuperarse medianamente de la primera devastación, al
cabo de los cuales tuvo que soportar todavía dos devastaciones más,
experimentaba ahora una cuarta devastación tan irracional como las
anteriores. Para los franceses no pasaba de ser una aventura heroica.
En el primer banquete que los amables ingleses ofrecieron a sus
cautivos, estos franceses tambaleantes pudieron recuperar las
fuerzas que se encontraban dormidas en el fondo de la última copa de
vino. Mas, para que este país pudiera recuperarse de la última
devastación, sería cuestión de siglos y tal vez nunca más podría
librarse del estigma de la miseria y del subdesarrollo que fueron sus
consecuencias.

La inmensidad de esa tragedia es mayormente, y además


imperdonablemente, imputable a Juan Sánchez Ramírez, por su
falta de sensibilidad ante las penurias de su propio pueblo.

La plaza fuerte de Santo Domingo no lo era tanto. Según


Lemmonnier-Dellaffose, quien estuvo entre los sitiados "es
sencillamente una ciudad rodeada de una muralla sin fosos, escarpa
ni contraescarpa". Y añade: "Esta camisa de piedras no tiene quince
pies de altura en algunas partes. Estáj7anqueada con siete bastiones
establecidos sobre antiguas torres y ya podrá juzgarse que este
sistema, en losfrentes de tierra, no ofrece una gran defensa. Si era útil
en los tiempos de la conquista, ya no es suficiente en nuestra épo-
ca.. . "

Dentro de esta "camisa de piedras" se encontraban


incomunicados no más de mil quinientos franceses. Sánchez
Ramírez tenía a su alrededor todo el país y más allá de sus límites al
mundo entero.

J Cana de Sánchez Ramírez a Fernández de Castro. IDEM. DOCUMENTO 77.

294
Poseía además una tropa cuyas facultades combativas habían
sido puestas de manifiesto en MALPASO y en PALO HINCADO y
que comprendía los mil ochocientos hombres reunidos por el mismo
Sánchez Ramírez en el Este, más los mil y tantos reunidos por
ariaco en el Sur, sin contar con el número incalculable de
combatientes que podía proporcionar el país entero. Era una
cuestión de compromiso con la Historia el permitir que estos
combatientes se cubrieran de gloria expulsando de sus tierras al
dominador extranjero.

Dando las espaldas a ese compromiso, Sánchez Ramírez se hizo


a uxiliar por dos batallones de infantería enviados por el Gobernador
de Puerto Rico que desembarcaron en La Caleta al mando del
Coronel Arata, y que se sumaron al contingente puertorriqueño que
estuvo presente en PALO HINCADO, en total 500 hombres del
Regimiento de Infantería de las Milicias Disciplinadas de Puerto
Rico.

A ellos habría que sumar los 150 italianos de la antigua


expedición de Leclerc que se pasaron a las filas españolas de Sánchez
Ramírez.

y además 700 infantes de marina que el Mayor General Hugh


Lyle Carmichael desembarcó en Palenque, magníficamente armados
y entrenados.

El gran total que arrojan estas fuerzas asciende a cuatro mil


ciento cincuenta hombres sobre las armas, pero con los brazos
cruzados ante una guarnición de mil quinientos soldados franceses
desmoralizados y hambrientos.

A esta impresionante fuerza terrestre hay que añadir seis


unidades navales españolas al mando del Teniente de Navío Ramón
Power, igualmente venidas de Puerto Rico, las cuales se situaron
modestamente al lado de una respetable escuadra naval venida de
Jamaica, al mando del Comodoro William Price Cumby, a la cual
habría que incorporar los buques que trajeron a los hombres de
Carmichael ya los españoles del Coronel Arata. Esta fuerza naval se
ocupó de establecer el bloqueo a los franceses mientras la infantería
295
permanecía ociosa y contemplativa, salvo en aquellas ocasiones que
los franceses salían de los fuertes para hostilizarlas en su propio
campo.
Para el sostenimiento de este enorme gentío, Sánchez Ramírez
tuvo que sacrificar la riqueza ganadera, ya reducida por las
devastaciones de 1795 y de 1805 y que había sido la única
compensación que, para la supervivencia del país, se recibió de las
devastaciones de Osorio en 1605.
Ya en junio de 1809 hubo que racionar la carne, debido a que,
como decía una Circular del Caudillo, la ganadería se encontraba
"reducida en el día casi a su total exterminio. .. "1
A fines de ese mismo mes, otra Circular prohibía totalmente el
comercio de carnes en razón de que "las numerosasfuerzas de tropas
de mar y de tierra, que tenemos en nuestro auxilio, de la nación
británica, van a necesitar unos abastos tan numerosos. .. ''2

El 17 de julio solicitaba un préstamo de 50 mil pesos al


Gobernador de Puerto Rico, debido a que se habían agotado los
recursos maderables, caoba, campeche y otros palos3, y le suplicaba
"tomar en consideración las miserias que en el día se ve reducida esta
parte española con motivo de haber suministrado durante el sitio y
bloqueo. las carnes y víveres que se han necesitado para el abasto de
más de cuatro mil hombres de armas y demás empleados y para las
divisiones de mar española e inglesa. .. "~

Tres años después, D. Francisco de Heredia y Mieses, padre del


famoso poeta Heredia, el "cantor del Niágara ': ambos nacidos aquí y
emigrados a Cuba, describía la magnitud de esta devastación ante

Circular del 12 de junio de 1809. IDEM. DOCUMENTO 96.

2 Circular del 30 de junio de 1809. IDEM. DOCUMENTO 106.


3 "Hasta el mes de septiembre de 1809 los palos de caoba enviados a Montes y ven-
didoshablan producido: ellO de dic. de 1808 las 34 toesas, a40 pesos ylas4a20
pesos 1,280 pesos yen sept. 1809 las 325 toesas, 4,333 pesos, 2 reales y 23 mrs.
Trátase del envio de caoba para con el beneficio de la venta subvenir a los gastos
de la campaña". DIARIO DE LA RECONQUISTA, pág. 38 (nota).
4 Carta de Sánchez Ramírez a Montes, a 17 de julio de 1809. IDEM,
DOCUMENTO 116.

296
una audiencia que no lo iba a desmentir, por ser ella misma testigo
ardiente de esa situación, en un INFORME PRESENTADO AL
MUY ILUSTRE AYUNTAMIENTO DE SANTO DOMINGO,
CAPITAL DE LA ISLA ESPA~OLA EN 1812 1 , del cual procede
el siguiente ~xtracto:

"Cuando empezaba a salir nuestra patria de un estado tan triste y


abatido, sobrevinieron las ocurrencias que dieron lugar a su
reconquista, y los esfuerzos extraordinarios hechos por sus naturales
para lograrla, al paso que los cubrieron de gloria, han completado la
ruina del país.

"Es bien sabido que en sostener esta generosa lucha se consumieron


más de 30,000 reses vacunas, entre las gastadas con cuenta y las que sin
ella absorbió el desorden inevitable en semejantes ocasiones,
sufriendo este ramo, único de nuestra riqueza territorial, más que en el
número en la calidad de las cabezas, porque sin elección se tomaban
las que había más a mano, que son por lo común los rebaños
domésticos y mejor conservados.

"A proporción sufrió el mismo destrozo el ganado caballar que se


había salvado o repuesto de la invasión anterior (la de Dessalines)
como que no hubo otro medio para todas las conducciones y acarreos
de una guerra volante de nueve meses, y nos lo está probandú la
grande escasez que todavía se padece de este artículo tan necesario en
un país cuya comunicación interior se hace a lomo.

"También se arruinaron todos los establecimientos rústicos que se


habían reparado 'ocho o más leguas en contorno a la Capital, y por las
consecuencias inevitables de la guerra faltó poco para que llegásemos
a ver el estraño caso de traer de fuera la semilla de la caña dulce que en
muchos ingenios se perdió enteramente".

Este enorme sacrificio no fue impuesto al país en razón de que


Sánchez Ramírez ignorara o subestimara la capacidad combativa de
las fuerzas nativas que tenía bajo su mando. "No tengo duda, le
escribía a Montes para replicar a las reiteradas intimaciones de
ataque de éste, que las fuerzas de los naturales es suficiente para

INVASIONES HAITIAN AS, recopilación de E. Rodríguez Demorizi, Santo


Domingo, 1955, página 163.

297
mantener el sitio y tomar la Plaza. .. 1 Pero insistía en la necesidad
de buques extranjeros a la vista del puerto, para que con su presencia
"los terroríce más. ....

Los buques llegaron, se estableció rígidamente el bloqueo y el


Caudillo se vio obligado a anunciarle a su patrocinador
puertorriqueño un ataque general a la Plaza, que debería efectuarse
en marzo, después en abril, después en mayo y finalmente el 10 de
junio, un mes antes de la capitulación y que naturalmente no llegó a
efectuarse jamás.

Hay una carta muy significativa dirigida a él por un oficial de la


marina inglesa, Esteban Dugby, dede su navío ARGOS fondeado en
el puerto de Santo Domingo que a juzgar por su contenido, es
contestación a otra de Sánchez Ramírez conminándole a efectuar
sobre los franceses el ataque que debió efectuar él mismo. El inglés se
lo deja comprender, aunque con la compostura a que le obliga su
condición, pero con toda claridad. Y, considerando la jerarquía de su
corresponsal, hasta con energía. La carta dice así:

"A bordo del ARGOS, navío inglés, delante de Santo Doming0 2•

"Sefíor: Aunque no tenga yo orden de parte de mi gobierno para


atacar la ciudad de Santo Domingo, siempre, para demostrar a V. E.
mi voluntad y afecto, mi deber es cooperar en todo lo que depende de
mi parte; pero antes V. E. me permitirá hacerle las siguientes
reflexiones:

"Me han informado que el Castillo de San Jerónimo no tiene artillería


de modo que las tropas de V. E. no serán expuestas en atacarlo por
tierra y quitarlo al enemigo...

"En cuanto a batir el puesto que tienen los franceses presentemente en


esa parte del río que llaman Los Cocos, tengo el honor de hacer
presente a V. E. que es imposible para mi por ser un puesto muy
elevado y que los cañones de mis buques no pueden ser elevados tanto
para llegar al mismo puesto; pero sin embargo, vuestras lanchas

Carta de Sánchez Ramírez a Montes en Enero de 1809 (fecha no comprobada)


DOCUMENTO 26.

2 Carta del Capitán Esteban Dugby a Sánchez Ramírez a 24 de febrero de 1809.


IDEM, DOCUMENTO 43.

298
pueden sin riesgo batirlo, tanto porque pueden fondear cerca, cuanto
porque la artillería de la Plaza no puede dañarlas, como lo pueden
hacer a mis buques.

"Además yo he dicho a vuestro intérprete el plan que deseo V. E.


ejecutare para destruir de un golpe a nuestro común enemigo, cuyo
plan, si agrada a V. E. podrá avisármelo para yo aprontarme y hacerle
conocer que deseo y quiero asistir a las operaciones de V. E... pues la
intención que yo tengo es de no contrariar ni un punto los deseos de V.
E. pero también no puedo propasarme a las instrucciones de mis
superiores. Tengo el honor de ser su afecto y obediente servidor.
ESTEBAN DUGBY, capitán.

"A S.E. el Señor General D. Juan Sánchez Ramirez, Comandante


General de las Fuerzas españolas de Santo Domingo".

Al día siguiente de esta carta, el Caudillo escribe de nuevo al


capitán Dugby diciéndole que ha designado a un oficial para que
"trate con V. E. las operaciones que he determinado para el dia
primero del entrante marzo. .. "y veladamente le acusa de estar en
connivencia con el enemigo, y que un parlamentario llamado
Granfiere, enviado por los franceses, le había dicho que la Plaza
había recibido una proposici6n de suspensi6n de armas de parte de
Dugby, y que se lo informa "porsi cae prisionero, pague lo mal que
ha hablado de los ingleses. .. "1

Esta forma candorosa de obligar a los ingleses a llevar a cabo las


operaciones que corresponden a él, ilustra la pertinazdeterminaci6n
del Caudillo de poner en manos extranjeras la tarea de liberar al país,
sustrayéndola de las manos del pueblo.

Pero el momento en que Sánchez Ramírez debía dar cuenta de


su responsabilidad en la prolongaci6n del sitio, lleg6 por fin. Fue al
redactar el parte oficial de la capitulaci6n francesa, dirigido el 28 de
julio de 1809 a Su Majestad el Rey de Espafia. He aquí sus palabras
en relaci6n con ese asunto:

"Diversos accidentes que pondré en la Soberana noticia de V. M.


cuando las circunstancias lo proporcionen, han retardado la rendición

Carta de Sánchez Ramírez a Dugby a 25 de febrero de 1809. IDEM,


DOCUMENTO 44.

299
de dicha Plaza hasta la época en que se verificó con arreglo a las
Capitulaciones. . . ",

Demás está decir que las circunstancias, y probablemente la


discreción del Caudillo, determinaron que esos accidentes nunca
fueran puestos en la Soberana noticia, con lo cual habría ahorrado
no pequeña faena a las presentes generaciones.

Por esa inconsecuencia, nosotros nos vemos obligados a


explicamos con nuestros propios recursos, la naturaleza de esa firme
obstinación de Sánchez Ramírez en aplazar indefinidamente el
"ataque general a la Plaza': que había anunciado repetidas veces a su
patrocinador y a sus huéspedes ingleses en aguas de Santo Domingo.

Es indudable que esa obstinación no podía ser el fruto de una


determinada configuración de su carácter o de cualquiera otra
metáfora psicológica. Debía responder a motivaciones más
profundas y no necesariamente de orden militar. Sino político.

El verdadero sentido de esta política debe buscarse inclusive


más allá de Sánchez Ramírez, hurgando en el seno de las
concepciones de aquella clase social de donde este notable
protagonista recibió las suyas. Sánchez Ramírez era propietario de
un corte de maderas en Macao. sección de El Jobero, que menciona
en su DIARIO DE LA RECONQUISTA pero es probable que lo
fuera de otras propiedades2 pues en 1806 se le encuentra en un acto
que pasó ante el Presidente del Consejo de Natables, en el que se
registra que Manuel Villavicencio, por sí y por su hermana María de
la Soledad, vendió "a D. Juan Sánchez Ramírez. natural de Cotuy y
a D. Manuel Carabajal. natural de Hincha. domiciliados en ésta.
para ellos y sus herederos y subcesores. a saber: dos derechos de
tierra en los citios y monterías de El Junco. el uno de diez pesos por
veinticinco y el otro de cinco en catorce, cuyas cantidades hacen la de

Parte Oficial de la Capitulación francesa a S. M. Fernando VII. IDEM,


DOCUMENTO 124.

2 "E/francés General Hedouvi/le, en su relación del Viaje que hizo por tierra de
Santo Domingo a Cabo Francés en 1798, menciona algunas de las posesiones
rurales de Sánchez Ramírez, por caer cercanas a aquel camino': DIARIO DE
LA RECONQUISTA, Proemio, página XXXV.

300
treinta Y nueve pesos. que confieso haver recivido a mi satisfacción y
voluntad. . . y nos. D. Juan Sdnchez Ramírez y D. Manuel
Carabajal. que presente somos al otorgamiento de esta escritura.
decimos que la aceptamos como se contiene. que esfecha en esta villa
de Higüey. Departamento del Hozama. en primero de octubre de mil
ochocientos seis. .. "1

De manera que tenemos en D. Juan Sánchez Ramírez un


terrateniente típico. Al consignar que había sido Comandante de
Armas y Alcalde ordinario de su villa natal de Cotuí, Fr. Cipriano de
Utrera comenta: "Y estd demds la mera enunciación de terrateniente
porque aquel oficio de República. no se daba nunca a los privados de
bienes de fortuna . .. "2 Pero también sabemos que el Caudillo, que
posee tierras de"montería" en el Junco y cortes de madera en Macao.
se ubica inequívocamente en la clase de los "hateros" del Este, a la
que pertenecía por la naturaleza y la ubicación de sus intereses, y
respecto de la cual él actuaba como portavoz y como intérprete.

El núcleo de esta política aparentemente conservadora, pero


. que en el fondo es activa y violenta, gira en torno a la propiedad de las
tierras. Concretamente gira en torno al destino de la propiedad
comunitaria de los "hatos", que constituye la tradición más
profundamente arraigada entre los terratenientes orientales y que se
encontraba amenazada en esos momentos por la tendencia histórica.

La presión de esa tendencia, impulsada y encarnada en la


Revolución francesa, se revelaba ya claramente opuesta y hostil a la
forma de producción basada en la propiedad comunitaria, que
frenaba el desarrollo de la burguesía capitalista, y mostraba su filo
revolucionario en dirección de la emancipación de las tierras por la
vía de la parcelación de los terrenos comuneros en Santo Domingo, y
la eventual desaparición de los "hatos".

Partiendo de esa óptica, toda la política de los "hateros" va


dirigida a combatir y si es posible a destruir en sus más hondas raíces

DIARIO DE LA RECONQUISTA. ob. cit., página 4, Nota

2 IDEM , Proemio. página XXXV.

301
a los portadores de esa tendencia histórica, con un encono y con una
firmeza que sólo se explica por las implicaciones que conlleva para
toda esa clase social. Es indudable que las numerosas voces que se
acercaban al oído de Sánchez Ramírez para imputsar sus actitudes y
solidarizarse con sus consecuencias, creaban en él las respuestas
emocionales que objetivamente reconocemos como obstinación y
otras peculiaridades de su carácter. Pero en el fondo se trata de una
violencia colectiva que se va a revelar en diversos aspectos, en el
marco de la situación creada en el país por los acontecimientos del 2
de mayo en España.
Una de las manifestaciones de esa violencia es la profunda
hostilidad de Sánchez Ramírez hacia Ciriaco Ramírez, que a primera
vista parece circunscribirse a una cuestión de celo patriótico o de
rivalidad personal, y que conduce al primero a convertir los esfuerzos
patrióticos del segundo en crimen de lesa patria. Pero la naturaleza
de esta confrontación no tiene otras raíces. Reside en la actitud que
unos y otros, los "criadores" como Sánchez Ramírez, y los
"cultivadores" como Ciriaco, adoptan respecto al sistema de
propiedad de las tierras.

Los "hateros" del Este se consagraban a la "cría" de ganado y al


corte de maderas -que es la forma vegetal de la cría de animales-
aunque en los hechos no eran verdaderos criadores sino "monteros"
y no sembraban la caoba sino que la elegían cuando habían
alcanzado selváticamente cierto grosor del tronco, amparándose en
la libertad de elección y de corte que le otorgaba la comunidad de las
tierras. Una práctica ancestral que se remontaba a las primeras
décadas que siguieron a las DEVASTACIONES de 1605... y que
S. V. describía unos años atrás censurándolos así: "Los amos
pondrían el remedio correspondiente a tanto mal si se viesen
reducidos a menos pastos y dehesas, y en pocos años tendríamos
mudado el sistema actual de crianza (que no es otro que el de dejar los
animales a lo que da el tiempo)..."1

Los terratenientes del Sur, por su parte, se dedicaban al cultivo


del café -el propio Ciriaco era un hacendado cafetalero- y al de la
caña de azúcar, que exigían un trabajo directo, una cierta ciencia y

Sánchez Valverde, ob. cit., pág. 193

302
una técnica por primitivas que fueran.

Esa diferencia en la naturaleza de la actividad económica de


ambos sectores determina una actitud distinta respecto a la
naturaleza de la propiedad de los terrenos comuneros que, a su vez,
imprime su carácter a las concepciones políticas de ambos. Para los
"criadores" es cuestión de vida o muerte la supervivencia de la
comunidad territorial que les permite la "montería "libre, el ganado y
la búsqueda de los árboles adecuados para el corte. Pero a los
"cultivadores " les conviene la cerca, que protege sus siembras de la
incursión devoradora de! ganado. Y el mismo "azucarero" se inclina
naturalmente a la propiedad privada de las tierras, aunque
eventualmente se beneficie de la comunidad territorial.

Estos dos sectores entran automáticamente en contradicción


cuando los azares de la vida pública traen al primer plano el
problema de la supervivencia de la indefinición de la propiedad en el
sistema de los terrenos comuneros. Sánchez Ramírez objetiva de
manera inmisericorde la actitud del "hatero" del Este contra el
cultivador Ciriaco, del Sur. Y se muestra implacable...

Así, con los mismos fundamentos, se explica la misión


"patriótica" que lleva a Sánchez Ramírez a convertirse en un
Caudillo en la lucha por la expulsión de la dominación francesa yen
un abanderado incondicional del retorno de la dominación española.
En la misma medida en que los franceses, sea cual sea su papel
opresor en Santo Domingo, son los portadores de la tendencia
burguesa hacia la parcelación de los terrenos comuneros y en
consecuencia de la destrucción y el hundimiento de la economía
"hatera ':'encontrarán en Sánchez Ramírez y sus correligionarios un
enemigo a muerte, mientras que España será vista por ellos como un
símbolo, no del pasado como realmente debe ser vista, sino del
futuro precario de los terrenos comuneros, y como garantía de su
supervivencia eterna. "Yo voy imitando a España. Tuyo, Sánchez':
así terminaba el Caudillo, sin que viniera a cuento, una carta que
dirigía a José Joaquín del Monte en mayo de 1809, sobre asuntos
diarios de la guerra."1

Carta de Sáncnez Ramírez a José Joaquín del Monte a 27 de mayo de 1809.


Diario de la Reconquista, DOCUMENTO 82.

303
Los cultivadores, por el contrario, no tienen que verse
necesariamente afectados por la tendencia francesa ni favorecidos
por la tendencia española. Y no es por casualidad que Pablo Báez, el
padre del hijo, connotado azucarero del Sur, intrigara en favor de los
franceses, siendo español, "traidor a su nación", como lo calificaba
Huber ante sus jueces españoles. Pero no pudo calificarlo de traidor
a sus intereses...

y en esos mismos términos se explica la intensa hostilidad de los


"hateros" hacia su pueblo, debido a que la tendencia popular,
inevitablemente orientada en dirección del progreso histórico, era la
portadora natural, y además vigorosa y temible, y sobre todo
inmediata, de esa tendencia histórica a la que su lucha debía imprimir
una dimensión revolucionaria mucho más profunda que cualquiera
de los casos anteriormente señalados. Y este es el punto que más nos
interesa.

Hacia el mes de abril de 1809 comenzó a manifestarse ya el


descontento de algunos sectores, respecto de la pr.olongación del
asedio y de la política de pasividad impuesta por Sánchez Ramírez a
sus tropas.

Efectivamente se produjo una conspiración en Santiago contra


la autoridad del Caudillo, que tal vez se produce allí porque la
experiencia histórica puede haber elevado la conciencia política y
nacional de las masas. En la conspiración fue implicado un número
indeterminado de "naturales descontentos ': como él llegó a
calificarlos. La gravedad de la conspiración se mide por el hecho de
que tras el arresto de ciertos implicados, cuyos nombres no se
recogen, fueron pasados sumariamente por las armas, por orden
directa de Sánchez Ramírez.

La única constancia de este episodio que poseemos, aparece en


una carta del propio Sánchez Ramírez en la cual restándole
importancia al hecho y culpando a los franceses como era su
costumbre, informaba al Gobernador de Puerto Rico en la forma
siguiente:
304
"Habiendo sido exactamente informado de que los franceses Harzand
y Modre trataron de levantar partido contra mí de acuerdo con el
General Dubarquier, para venirme a atacar, quienes tuvieron la
ligereza de proponérselo a dos Comandantes de Partido de quiene.§ fui
igualmente informado, seduciendo a algunos otros naturales
descontentos (que Usía puede considerar que no faltarán), como lo
observo en algunos a pesar de la grande política con que los llevo,
tomé la sigilosa providencia de prevenir al Comandante de Santiago
donde residían, los sorprendiese, asegurase su arresto y pasase por las
armas, como se ha verificado, según su aviso de haberlo así cumpli-
do.. o"

Es claro que al Caudillo no le convenía en absoluto admitir que


tenía opositores -como lo sugiere la frase "que Usía puede
considerar que no faltarón" para disculparse de que no falten de
manera que el haberlo informado revela que tenía alguna
importancia como para elevarla a nivel superior de Gobierno.

A pesar de ello, omite los nombres de los implicados y


notoriamente los de los Comandantes de Partido, que son personajes
importantes de la supuesta conjura, por haberla revelado y por ser
los mejores testigos de cargo, después que los franceses le divulgaron
a ellos con una ligereza impropia y por tanto completamente
inverosímil, los nombres de conjurados. En cambio, proporciona
prolijamente los nombres de los franceses indiscretos, que por cierto
no figuran en las listas de Lemmonnier-Dellaffosse, sin que esta
identificación aporte alguna significación a la trama y menos al
informe.

Todo esto hace sumamente sospechosa la información referida


y no deja en claro nada más que los hechos irrefutables: que se
produjo una conspiración en Santiago entre "naturales
descontentos ':. que ésta iba dirigida contra la autoridad del Caudillo;
y que, como consecuencia de ello, un número indeterminado de
opositores a esa autoridad fue pasado por las armas, según aviso del
Comandante de Santiago "de haberlo así cumplido. .. "

y es lástima. Sánchez Ramírez no puede haber dejado ningún


documento, ni sentencia ni instrucción judicial que eche alguna luz
sobre un episodio que quién sabe qué profundas implicaciones
históricas encierra.
30S
8

En consecuencia: la estrategia de los "hate.ros" durante los


acontecimientos suscitados por el 2 de mayo español, debía
encaminarse desde los primeros instantes hacia tres objetivos
fundamentales:

UNO, al desplazamiento de los terratenientes del Sur, con vistas


a eliminar el peligro de una eventual preponderancia en la dirección
del movimiento. Este objetivo fue alcanzado por Sánchez Ramírez y
sus acólitos en la Asamblea de Bondil/o.

DOS, a una derrota decisiva sobre los franceses, con vistas a


obtener la preponderancia política en todo el país. Este objetivo fue
alcanzado por Sánchez Ramírez en los terrenos del Este, su propio
"patio", por medio de la gran batalla de PALO HINCADO; Y

TRES, a la destrucción y el aplastamiento de cualquier


iniciativa popular que brotara de las masas, como resultado de la
toma de conciencia de sus propias fuerzas, lo cual se habría
producido inevitablemente en caso de obtenerse una victoria contra
los franceses en su reducto de Santo Domingo como se obtuvo en los
campos del Este.

y ese es el objetivo que subyace, de manera profunda y oculta,


en la política de prolongación indefinida del asedio a la Plaza de
Santo Domingo.

Por eso deben ser descartadas las facetas sicológicas del


dirigente de esta política. Se trata de sus intereses materiales, ligados
por él y por toda la clase social a la que él pertenecía, considerada por
ellos como representativa de toda la sociedad. Y lo expresa con toda
claridad en una circular deliro. de abril de 1809:

"... el único modo que hay para vencer al enemigo es marchando


sobre él hasta encontrarlo, para castigar su tenacidad y temeraria
resistencia, y poder incorporar cuanto antes bajo las banderas de
nuestra Monarquía española este hermoso territorio, como
unánimemente lo hemos jurado, con lo que lograremos descansar en
306
el seno de nuestras familias en la tranquila posesión de nuestras
propiedades y beneficios que nos dispense, para su conservación y
aumento, el Soberano..."

Eran a todas luces evidentes las implicaciones y complicaciones


históricas que podría introducir en el pueblo esa victoria que se veía
tan cerca. Lo menos que podía suceder era que se viera perturbada
esa tranquilidad añorada que disfrutaron los terratenientes en la
época somnolienta que antecedió al despertar de los pueblos, antes
del Tratado de Basilea en 1795. El ejemplo de Haití, que era la
manifestación en esta Isla de las influencias revolucionarias que
flota ban en la época, estaban demasiad o próximas, en el tiempo yen
el espacio, para que algún sector social permaneciera indiferente a
sus enseñanzas. Nadie podía ignorar -y esa era la enseñanza
suprema de la hazaña del Santiago insurrecto y precursor de los días,
más cálidos que invernales, de 1804 - 1&05- que detrás de las
hazañas del pueblo se encontraba la palpitación incontrolable de la
independencia.

y es a la luz de esas profundas experiencias que debemos


considerar, aunque no debemos esperar a que aparezca consignado
en ningún documento debidamente sellado y rubricado, que la
táctica de lucha seguida contra el francés durante el sitio a la plaza de
Santo Domingo, estuvo firmemente determinada por el objetivo
supremo de impedir que la victoria de las armas nativas,
desembocara en un proceso revolucionario en todo el país como
pudo haber ocurrido en Santiago en 1804. Y, correlativamente, que
ese objetivo iba acompañado de la determinación de delegar esa
victoria en manos de las potencias extranjeras.

De ahí la prolongación del sitio y el papel preponderante


asignado al bloqueo extranjero, que se justificaba con la
inevitabilidad de la capitulación por la vía del aniquilamiento por
hambre, aunque el hambre afectaba por igual a las tropas enemigas y
a las tropas nativas, y en definitiva a todo el país. A pesar de que el
Caudillo admitía oficial y públicamente que "el único modo que hay
para vencer al enemigo es marchando sobre él hasta encontrarlo".
Por eso no marchaba.
307
9

La consagración más dramática de la política vertebrada por


Juan Sánchez Ramírez durante el sitio de Santo Domingo, se
presentó a raiz de la capitulación francesa, cuando llegó el momento
supremo de ocupar la plaza; el mando inglés dispuso que las tropas
integradas por naturales del país, que se habían cubierto de gloria
derrotando a los franceses en MALPASO yen PALO HINCADO,
no participarían en el acto de ocupación de la plaza y debían
permanecer acampadas en GAZCUE, extramuros de la ciudad l.

Sólo vagamente puede serie imputada a los ingleses la


responsabilidad de esta humillación inmensa, infligida sobre
aquellas tropas que habían materializado esta victoria con sus
sacrificios. La razón de esta medida dictada por el Mayor General
Carmichael se encuentra en los términos de la capitulación
articulada directamente por él con los franceses, una de cuyas
condiciones era precisamente aquella, en la cual los franceses
proponían que fuesen excluidas de la toma de posesión del reducto
militar, las tropas de naturales que habían derrotado, humillado y
conducido al suicidio a su jefe el General Ferrand y que habían
puesto en fuga a su oficial más brillante, el teniente Aussenac. Si
Carmichael aprobó esa humillación, que a sus ojos debía carecer de
sentido, en favor de la viabilización de la rendición de los franceses y
la entrega de la plaza, es cosa que sólo débilmente puedt" serIe
recriminada.

El grueso de esta responsabilidad recae sobre Juan Sánchez


Ramírez quien posibilitó, gestionó y refrendó con su actitud, con su
presencia y con su firma, la entrega de la plaza en manos de los
ingleses, "sin haber disparado aquél/os un tiro de fusil" como se lo
informó al Gobernador Montes 2 y éste a la Junta Central de
SevillaJ .

Comunicación de William Walton, Secretario del Mayor General Carmichael a


Sánchez Ramlrez. IDEM., DOCUMENTO 112.

2 Carta de Sánchez Ramlrez a Montes el 17 de julio de 1809. IDEM,


DOCUMENTO 117.

3 Carta de Montes a Manin Garay a S de septiembre de 1809. IDEM,


DOCUMENTO 141.

308
Su culpabilidad ante la Historia consiste en haberle usurpado la
gloria a su propio pueblo. Sánchez Ramírez no debió haber
permitido nunca que las tropas vencidas capitularan en manos
extranjeras cuando las armas nativas estaban movilizadas y ansiosas
de combate. El 14 de mayo hizo pública una circular que iniciaba con
las siguientes palabras: "Ha /legado ya y se encuentra bloqueando el
puerto de Santo Domingo la escuadra inglesa que, A PETICION
MIA, ha enviado el Vice-Almirante de Jamaica t . Esta petición,
que es abiertatnente proclamada en un acto público y de la que tuvo
informe del Gobernador de Puerto Rico por vía directa del
Vice-Almirante de Jamaica, muestra palmariamente que Sánchez
Ramírez hizo delegación de su deber en manos de los ingleses y que,
por tanto, despojaba de su misión histórica a los naturales de este
país, autorizando implícitamente la marginación de que estos fueran
objeto.

Pero si alguna duda cabe, no hay más leer la carta que le dirige
Carmichael desde el Palacio de Santo Domingo en fecha 22 de julio
de 1809 en la cual el comandante inglés se manifiesta "consternado"
por el reproche de Sánchez Ramírez en el sentido de que las tropas
inglesas ocupaban los principales puestos de la Ciudad y le replica
que "si ahora la guardia del Conde y de otros puestos principales es
solamente de ingleses yo no sé a qué atribuirlo, pues fue después de
haber recibido un oficio de V. E. a ese objeto'''}.

Fray Cipriano de Utrera afirma que Carmichael "ordenó en sus


disposiciones para hacer la entrada en la Ciudad de Santo Domingo,
que la, tropa irregular española se acampase en Gazcue, haciendo
primeramente entrega de las armas. .. "3 No parece probable. La
carta que acabamos de mencionar, en la cual el inglés revela que
Sánchez Ramírez contradice un oficio anterior, permite suponer que
el Caudillo protestó por la ocupación exclusivamente inglesa de los

1 Circular desde el Cuartel de Bocanigua a 14 de mayo de 1809. IDEM,


DOCUMENTO 75.

2 Carta del Mayor General Carmichael a Sánchez Ramírez a 22 de julio de 1809.


IDEM., DOCUMENTO 120.

3 DIARIO DE LA RECONQUISTA, ob. cit., Proemio. página XLVIII.

309
puestos principales de la Ciudad, para ocultar su responsabilidad en
una medida que debe haber suscitado enérgicas protestas entre
aquellos que habían conquistado ese derecho con las armas en las
manos. De haber sido así, la respuesta a cualquier tentativa de
desarmar esas tropas no habría sucedido sin un escándalo histórico.

Tampoco Sánchez Ramírez podía permitir el desarme de unas


tropas que constituían la base material del poder político y sin las
cuales ese poder se hubiera volatilizado con los primeros rayos de la
aurora.

y Fray Cipriano, que aporta una documentación que muestra la


orden de acuartelamiento de las tropas en Gazcue, no aporta
ninguna referida al desarme de ellas.

Lo más probable es que el cura adoptara mecánicamente unos


juicios de José Gabriel García en los qe palpita una confusión. García
trae en su Historia una referencia concreta a la orden de desarme
dictada por Carmichael, pero esta es claramente dirigida a aquellos
individuos que, sin ser franceses y por consiguiente nativos del país,
habían hecho causa común con los vencidos y se encontraban
intramuros de la Ciudad ocupada. Esta orden no se refería a las
tropas de nativos del país acampañadas por orden de Carmichael en
Gazcue, extramuros de la ciudad.

He aquí el texto que trae García:

"... los dos jefes aliados dictaron la proclama que el día 14 de julio
firmó de orden de ellos el secretario Walton y se imprimió a tres
columnas, en inglés, español y francés, mandando expresamente A
TODOS LOS HABITANTES DE LA CIUDAD, que en el término
de la fecha depositaran en el patio del palacio de gobierno todas las
armas y municiones que tuvieran en su poder, marcadas con el
nombre de sus dueños las que fueran de propiedad particular para
devolverlas a su debido tiempo, y previniendo igualmente que todo
individuo que desatendiera a este mandato vencido el tiempo
prefijado, sería considerado como enemigo del país, y juzgado en
consecuencia, con todo el rigor de la ley, como culpable de querer
alterar la paz y perturbar la tranquilidad pública... "1

COMPENDIO, Vol. I1I, pl\gina 4.

310
Aqui no hay lugar a confusiones. Queda claro que esa medida va
dirigida Ha todos los habitantes de la ciudad" y no a las tropas
sitiadoras que se encuentran acampadas en Gazcue, fuera de ella.

Pero el historiador Garcla es astuto. En esta situación le resulta


imposible pronunciarse en favor de estos colaboracionistas
afrancesados, a quienes páginas atrás ha tributado los calificativos
más respetuosos y los elogios más distinguidos. Ahora se ve forzado
a apelar a una estratagema en la que ha atrapado fácilmente a Fray
Cipriano: en lugar de defender a la élite afrancesada que luchó contra
el pueblo, arma en mano, y que ahora es obligada, en buena ley y con
toda justicia, a soltar esas armas; García defiende a toda la
"población hambrienta y miserable': como si esa élite, que fue
distinguida por Ferrand atropellando a los pobres y a la gente de
U

color"en su provecho, fuera esa población o formara parte de ella o


pudiera defenderse en los mismos términos que a toda la población,
incluyendo a los que hicieron armas patrióticas contra la dominación
francesa.

Esto, claro está, le permite engolar la voz y decir palabras muy


hermosas y muy atinadas para quien las interprete en el sentido de los
anhelos populares.

Estos afrancesados, traidores auténticos que Garela identifica


con el pueblo, no reciben, por supuesto, a Sánchez Ramirez
vencedor, como quiera que sea, de los franceses, con vivas muestras
de entusiasmo y alegria. Más bien con odio. Y asi se lo describe el
Caudillo a un amigo de Puerto Rico, el Lic. Juan Nepomuceno
Arredondo:

"cuando en toda partes se han llenado de regocijo, esta capital se


manifiesta la más triste del mundo, porque al paso que todos los
dominicanos que se hallan fuera de la Isla y los vecinos de los pueblos,
se han mostrado tan corteses conmigo, muchos de los vecinos de esta
ciudad, que estaban engreidos con los franceses, no pueden aunque
quieren esconder su veneno, y en fin, no parece que se ha redimido a
Santo Domingo del yugo de los franceses, sino que se acaba de
sacrificarle a la esclavitud"...

No puede haber una situación más clara que ésta que describe el
Caudillo. Cualquiera que fuera su actitud frente al pueblo él
311
encarnaba ineqwvocamente el odio a los franceses yeso no podía ser
aplaudido por los afrancesados. Pero el historiador García, porque
su pluma es una varita mágica importada de París, convierte a estos
afrancesados indefendibles que constituyen una minoría perfumada,
en la totalidad de "la masa común del pueblo'~

Ese artificio permite a Garcia comentar la carta del Caudillo a su


amigo Nepomuceno de Puerto Rico en los siguientes términos:

..... juicio revelador por lo exagerado y severo, de la triste impresión


que habia causado al héroe de Palo Hincado, el no encontrar el
recibimiento entusiasta que esperaba como recompensa de sus
heroicos esfuerzos por restaurar la dominación española, sin parar
mientes, ofuscado sin duda por efecto del d'esencanto, tan propenso a
imbuir en errores a los mandatarios, que una población hambrieI!ta y
miserable no podía tener aliento para entregarse a grandes
demostraciones de regocijo, ni era motivo de fundadas esperanzas el
poderoso ascendiente que entró ejerciendo en los asuntos públicos la
intervención extranjera, mal vista siempre por la masa común del
pueblo, ni podía dejar satisfechas tampoco todas las aspiraciones, la
vuelta a un régimen añejo en circunstancias que habría sido más
provechoso dirigirse de una vez a la conquista de la independencia
absoluta, ni más ni menos que como lo habían hecho ya, no sólo los
Estados Unidos de la América del Norte, si que también los vecinos
mucho más cercanos de Occidente..."

Súbitamente, García ha comprendido una serie de problemas


que no había comprendido antes y que olvidaría tranquilamente
después. Ahora comprende que es inaceptable "en los asuntos
públicos, la intervención extranjera" cosa que había aceptado al
juzgar a Ferrand. Comprende igualmente ahora el papel histórico de
"la masa común del pueblo': que ignor6 en los días ardientes del
Santiago de 1804. Y ve ahora con toda lucidez, y va a dejarlo de ver
en numerosas ocasiones, que las aspiraciones populares, inspiradas
por el ejemplo de los Estados Unidos y por "los vecinos mucho más
cercanos de Occidente': se inclinaban a "la independencia absoluta ".
y es lástima, porque de haber sido consecuente con esas impresiones
que momentáneamente le inspir6 la carta del Caudillo, y el anhelo
rec6ndito de defender a los "traidores a su nación "como los llamaba
Huber, le habría permitido dejarnos en herencia una genuina historia
popular. Y, sobre todo, verdadera...
312
10

Esta devastación, que completa el cuadro general de la


destrucción de este pals, marca el punto de partida de la historia del
pueblo dominicano objetivamente consagrada.

Es una historia marcada por un signo de extrema pobreza que


obligará a cada uno de los miembros de la población a actuar con la
filosoOa del naufragio.

En los 200 años anteriores. el núcleo histórico lo constilula la


familia y, fuera de sus estrechos marcos. el mundo parecladiluirse en
la más densa de las sombras.

Pero la última devastación, que no logró hacer desaparecer el


pafs, acabó por destruir el sistema.

A fuerza de golpear sobre la cabeza de los hombres. los hizo


invulnerables a la destrucción.

Les creó una resistencia natural a la adversidad que haria


posible, no s6lo su supervivencia, sino su aglutinación popular en
unos términos tan recónditos, tan entrañables, que haría posible que
las leyes históricas se cumplieran como si este pueblo no tuviera
cabezas.

Sólo podían sobresalir aquellas que se plegaban a las


condiciones del enemigo.

y el pueblo aprendió a seguir su curso histórico sin más


dirección que la de los acontecimientos.

Es posible que esta situación hiciera más laboriosa su faena.

Es igualmente posible que la brillantez de las hazañas populares


haya sido oscurecida por la ausencia de esos seres prodigiosos que
son capaces de encamar. por la excepcionalidad de sus cualidades, la
epopeya de todo un pueblo. como Marti, y hasta de un continente,
como Bolivar, y aún de una era, como Lenin.
313
En la historia del pueblo dominicano las figuras má~
sobresalientes son sus tiranos.

Pero el hecho objetivo es que, si bien ninguno de los héroes, o


muy pocos entre ellos, han exhibido la misma estatura de los tiranos,
si ninguno de ellos ha podido tener el destino del pueblo en sus manos
por un período razonable, la historia ha seguido su curso y el pueblo
ha seguido exactamente la misma trayectoria hist6rica que han
seguido las naciones hermanas de este Continente, de una manera
oscura pero certera, de una manera modesta pero cualitativamente
exacta.

En tiempos de Toussaint y Dessalines no hubo en esta parte de la


Isla un personaje de esa talla que pudiera dirigir los acontecimientos
en el sentido en que el propio pueblo los condujo.

y lo mismo ocurri6 en tiempos de Boyer.

La etapa de la independencia conocería figuras como la de


Santana cuyo adversario directo y visible no fue t'l hombre que el
destino llam6 para encarnar los anhelos populares -DUARTE-
sino otro tirano de la misma estatura, Báez, que puede llenar con
suma elegancia las páginas de cualquier biografía.

Lilis, que gobern6 el país durante 20 años y Trujillo que lo


gobern6 durante JO, lograron representar la historia de este país y ser
conocidos universalmente de manera más conspicua que hombres
como Luper6n en su tiempo y los mártires de 1959 y otros mártires en
el suyo, que encarnando las aspiraciones populares, combatieron
heroicamente y a veces grandiosamente.

Sin embargo, la historia de este pueblo no es la historia quizás de


sus grandes constructores pero tampoco es la historia de sus grandes
destructores.

Las energías hist6ricas de estos últimos, que mantuvieron en sus


manos durante largos periodos los recursos del poder, se agotaron
antes de lograr que el pueblo torciera la línea de su propio destino.
314
De donde resulta que su verdadero adversario, el adversario
invencible y vencedor, fue el pueblo.

Un vencedor vagamente glorioso.

Pero inmortal.

315
H.TOIIIA DI LA ISLA H....uIIOL4

......................
_ .... licio.... _.......
-.a ...

mSTOalA DI LA
alPUBLlCA DOMINICANA

--
(_del ,
o ......... ~ · ~

HA IMPHIAL
............ ~".......,...­
,.~'= '."3
INDICE

LA NOCION DE PERIODO EN LA HISTORIA


DOMINICANA

i) Presentación del Problema. .......•....... " . S


ü) Esbozo de un Modelo de Síntesis de la
Historia Dominicana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

PRIMERA PARTE

A. LA HISTORIA QUE NO SE ESCRIBE

a) Consideraciones en tomo a la noción de


Método y la noción de Período . . . . . . . . . .. . . . . 63
b) Caracterizaci6n de la noci6n de Pueblo. . . . . . . . . . 77

B. LA HISTORIA QUE SI SE ESCRIBE. . . . . . . . . . . . . . 83

ANTEMURAL. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
a) La opci6n antillana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
b) La opci6n continental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
c) La opci6n insular. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
Esquema 1 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104

SEGUNDA PARTE. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . lOS

C. LA HISTORIA QUE TAL VEZ DEBERlA


ESCRIBIRSE. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107

La Opción Dominicana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109


Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109

1. LA ERA IMPERIAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 S
EsquemaII 118

l) La Epoca de lu Devastaciones. . . . . . • . . . . . . 119


Esquema III ... ....•..... ..... .. .. 120
a) Devastaciones imputables a España. . . . . . . 121
DEVASTACION 1. . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Las Consecuencias: . . . . . . . . . . . . . . . . . 137

l.vNSECUENCIA 1: Donde se discute


el problema del aniquilamiento com-
pleto de la propiedad. . . . . . . . . . . . . . . . 139

CONSECUENCIA II: Donde se asiste


a la total disipación del pueblo. . . . . . . . . . 153

CONSECUENCIA III: Donde se cer-


tifica la desaparición definitiva de la
Esclavitud. . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . 159

CONSECUENCIA IV: Donde se con-


templa la reducción de la soberanía
imperial y del poder colonial . . . . . . . . . . . 177

CONSECUENCIA DE LAS
CONSECUENCIAS 187

DEVASTACION 11 . . . . . . . . . . . . . . . . . 213

Consecuencia: Planteamiento de una


conciencia nacional isleña . . . . . . . . . . . . . 2I5

DEVASTACIONlll ..............•.. 237

Consecuencia: Planteamiento de una


conciencia nacional dominicana. . . . . . . .. 239

DEVASTACION IV. . . . . . • . . . . . . . . . . 279

Consecuencia: Planteamiento de
la independencia nacional domini-
cana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 281
editora
l1li
alFiuomeoa
Este libro se terminó de imprimir en los talleres de
editora ALFA y OMEGA, C. Por A.
durante el mes de mayo de 1981.
Santo Domingo, República Dominicana.
Pedro Mlt nadó ~n 1913 "n San Pedro de ~lk'Otfl!o. Rq>dbllca
Doltllnlcana. E&ludl6 1m la Unlvmlidad de Sama 1)0..,1"80 (llO)'
Aulórloma) n la (fUe' olxu''O, en 1941. el tIwlo de Oocwr ....
Derttho Abandonó 1'1 pall en 1947 ). llMÓ Iup lAoI « - .
afilado. En 1968. t..suna~W>clade1963al966.K..tItóde
DU~ (1l SU patria. dondo .-1ft .... 11. _.11,.1

Pedro Mlt" un deltKado poeta. Su oboa ~H.ay un Pall .... 1'1


)luDdo~.
¡tIbK\(JQ pan. ~t.. "h'I
1949. K hlI edlladDdecrnaa de YUa.1ndu,-cndo UIII
VocdeAmttkll t..tIl1I~ de Mbko.C11101
propta __ Ha p'bllc*loadnn4a "ContneullOa \\'ak "'''ltma~.
~Amt,,'" "'''IJ- .. ~ yottoa p"""'u rt""OJIcb "" ul1l altd6a
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D.ald D_ W"h).

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TIERRAS C<»IUXERAS, (Si¡¡k>XXJ. )lbi<'o, 1979) ""la qut'
dcMm>IIs poi" TIa de 6cd6n . . lala ... la praotn1C obra. LA
SOClOS DE PERIOOO E." LA HISTORIA OOML"ICA.'\:A.ala ;
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publICa (1l UUI OCM!ón sólo una pa¡U « - . du ....... 1. al QUe'
Ioe¡ul" ~I rutodela obra.yam plan de edldÓ!1."n fcchlI ¡w(u<l .......
El_lOtdtclata al dIr. QIK su JlrnIIÓ'IllO IN ,,1 aponarlU f;lIlUa'IO
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loe. nainda m d!ezllnu.. ocuando _"01 .... unall7& ""'.....
de acu"lÓO COll la demando. de UDl edltorw. u~ra "n una
ocallOn paudo..

Pedl'O MI. f;lI pro(e&Ot de E&lttlca por opoltklOn en la


Unh..,"'ldid Autónoma de Santo Domingo Y. romo profrloO'
ln'"(allgador. hlI publicado "El Gnm lncrndlo~. 1969. "Apertura a
1& E&lttk:a~. 1914.delaaaalprqwa UDl IIrgundo. edlclOn COll ,,1
tJwlo de "Su"'" Aperturaala E&lttlca~. "Func\am"nlOl de Tf;OI'ÚI
YCtfl.1ca de Ant~. 1978. Imtrl: ottIII obl1ll!o.

r.. Unl\"(rsidad Autónoma de Santo o.-lnlO loe ronsr-wlalO1


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HISTOAIA Y SOCIEDAD No. 44

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