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Miedos nocturnos

Cómo ayudar al niño ante el miedo a la noche, a la oscuridad, a los


monstruos y a dormir solo

Marta Rueda
Psicóloga y psicomotricista infantil
Miedos nocturnos
Cómo ayudar al niño ante el miedo a la noche, a la oscuridad, a los
monstruos y a dormir solo

Marta Rueda - Psicóloga y psicomotricista infantil

1ª edición
Título: Miedos nocturnos

Editorial: Fluff Company, S.L.


Autora: Marta Rueda Monserrat
Ilustración y diseño de la cubierta: Alberto Romero Lluch
Diseño gráfico y maquetación: Fluff Company, S.L.

© Marta Rueda, 2011


© Fluff Company, S.L., 2011
Calle Villablanca 85 - 28032 Madrid, España
www.fluff.es
info@fluff.es

Primera edición: septiembre de 2011

Todos los derechos reservados.


La reproducción total o parcial de esta obra no puede
realizarse sin la previa autorización por escrito de la
autora y del editor arriba mencionados.
Prólogo!................................................................................................................................................5

Introducción!......................................................................................................................................8

¿Cómo presentamos el muñeco al niño?!.............................................................10

¿Por qué tiene miedo por la noche?!................................................................................12

¿Qué puedo hacer?!....................................................................................................................17

1. Para prevenir la evolución de los síntomas!...................................................19

2. Para tratar la dificultad durante el día!..............................................................22

3. Para las horas previas a dormir!............................................................................37

4. Para acostarle y despedirnos!.................................................................................40

5. Para actuar ante sus llamadas durante la noche!.........................................43

Un último consejo!.....................................................................................................................48

Bibliografía!.......................................................................................................................................51
Prólogo
Miedos nocturnos Prólogo

¿Por qué no hacemos de los miedos algo con lo que los niños puedan
aprender y divertirse?

Así empezó todo. En Fluff comenzamos a observar que los miedos son
muy comunes durante la infancia, siendo una de las emociones más intensas
vividas por los niños. Aunque es normal sentir miedo a lo desconocido o
hacia cosas que nos han generado malestar en otras situaciones, los niños
se suelen sentir pequeños y vulnerables en esas circunstancias, ya que no
saben cómo hacer frente a sus temores y al malestar sentido.

¿Por qué no hacemos un juguete para que les ayude a superar sus miedos?

Pero ni los adultos ni los niños tenemos un sólo miedo; por lo que, poco a
poco, comenzaron a nacer los personajes inspirados en los temores más
comunes de la infancia.
—Necesitamos uno que ayude en el miedo al dolor.
—Otro, que ayude en los miedos nocturnos. Anda, ¡si han nacido dos per-
sonajes!
—Y otro, que acompañe en el miedo al rechazo y que esté conectado con
las rabietas.
—Y todos ellos que puedan ayudar a los bebés en su miedo a separarse
de sus padres.
Poco a poco, los personajes se fueron convirtiendo en muñecos, y
cuando tuvimos a toda la familia preparada, pensamos: —Los muñecos por
sí solos no van a poder ayudar a los niños. ¡Necesitamos a sus padres!

¿Por qué no hacemos una guía para que los adultos puedan utilizar el muñeco
y así ayudar a los peques a entender sus miedos y a hacerles frente?

La breve guía pensada inicialmente fue creciendo y creciendo. Los niños


con los que la psicóloga trabaja le estaban enseñando muchas cosas sobre
los miedos. Aún faltaba mucho por explicar y aportar.
Gracias a los aprendizajes adquiridos, las aportaciones de la bibliografía
de otros autores, y sobre todo, a las experiencias compartidas con los
niños, concluimos la guía. Aunque, durante el camino, la guía se fue trans-
formando en cuatro libros diferentes; cada uno de ellos dirigido a un
temor y muñeco distinto.

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Miedos nocturnos Prólogo

Así que concluimos que la combinación de libro y muñeco debería


servir a los adultos y a los niños a comprender que los miedos son muy
comunes, y de los que podemos aprender muchas cosas de nosotros
mismos y de las personas que nos quieren. Y la mejor forma de aprenderlo
es pasar tiempo juntos; no teniendo miedo a expresarnos, a demostrar
que nos queremos y a jugar como lo que unos son y lo que otros fueron
una vez: NIÑOS.

¿Por qué no empezar hoy?

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Introducción
Miedos nocturnos Introducción

Los miedos nocturnos son muy comunes durante toda la infancia. En


muchas ocasiones, se tiende a quitarles importancia pensando que son
transitorios, que son llamadas de atención o, simplemente, una percepción
errónea puntual de la realidad. Son varias las causas por las que pueden
surgir y diferentes las pautas que podemos llevar a cabo, siempre adaptán-
donos a las dificultades y necesidades del niño.
En este libro se explican las causas por las que suelen aparecer los
síntomas asociados a la inseguridad y a los miedos sentidos durante la
noche, las pautas de actuación en situaciones donde el niño o la niña los
padezca, y la mejor forma de introducir al muñeco Edredón para ofrecer
una nueva herramienta de apoyo al pequeño.
Los Monstruos de Fluff (Edredón y Colchón) son dos muñecos que
representan la cara amigable de personajes de la noche temidos por
muchos niños a lo largo de décadas. Leyendas como las de un anciano que
secuestraba a niños en su saco, ladrones, cacos de la noche o monstruos
protagonistas de nanas para irse a la cama han promovido asustar a niños
con el objetivo de que se fueran rápidamente a la cama. En la mayoría de
los casos, se lograba que los niños se acostaran, pero ¿podían conciliar el
sueño?
Fluff ha seleccionado algunos ingredientes de personajes culturalmente
temidos y los ha transformado en una apariencia divertida para ofrecer
una nueva herramienta a padres e hijos. De ese proceso ha nacido Edredón:
un caco amable que le gusta dormir en su edredón de ovejitas.
Con Edredón, podremos:
• Ofrecer al niño un objeto de seguridad que le acompañe en mo-
mentos donde el miedo, la inquietud y/o la ansiedad estén presentes
en sus noches.
• Facilitarle un modelo con el que poder transformar sus temores en
imágenes positivas.
• Captar la atención del niño y aumentar los momentos de cariño y
cercanía.
• Favorecer una mayor implicación y autonomía del pequeño a la
hora de enfrentarse a sus miedos.
Para lograr estos objetivos y, por tanto, prevenir la evolución de los
síntomas, es necesaria la participación de los adultos cercanos al niño; en
especial, de los padres. Por ello, el muñeco también se convierte en tu

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Miedos nocturnos Introducción

herramienta de apoyo a la hora de acompañar y enseñar estrategias de


afrontamiento y autonomía al niño.
Este símbolo te avisará de las intervenciones en las que está presente
el muñeco Edredón.

¿Cómo presentamos el muñeco al niño?

Antes de empezar cualquier tipo de medida con el muñeco, será importante


que se lo presentemos al pequeño. Para empezar, podemos agacharnos,
quedando a la altura de sus ojos, asegurando que nos presta atención.
Después, podríamos explicarle para qué nos va a ayudar. Dependiendo de la
dificultad de cada niño, podremos decirle que le podrá acompañar durante
la noche, que le ayudará a dormir, a enfrentarse a los monstruos, a las brujas,
a la oscuridad… Informarle de que a Edredón le gusta dormir tranquilo,
hacer dibujos, que le hagan masajes, jugar a valientes y esconderse para que
le encuentren ayudará a que lo asocie con las estrategias que emplearemos
en nuestras próximas actuaciones.
Si está atento a nuestra información, podemos continuar explicando la
historia del muñeco: Edredón es un monstruo divertido que le gusta
dormir en su edredón de ovejitas, donde nadie le puede hacer nada malo
y dormir durante toda la noche.

Ejemplo:
Al hijo de Pablo le han regalado por su cumpleaños a Edredón.
Día a día observa cómo lo incluye sin problemas en su juego ha-
bitual. Una tarde decide leer el contenido del CD que acompañaba al
nuevo juguete. Lee la portada y piensa que su hijo no tiene miedo por
la noche, por lo que seguramente no le va a servir el libro. Mientras lo
va leyendo comienza a comprender el posible origen de algunos
comportamientos y reacciones de su hijo; durante los últimos meses
reclama mucho su atención a lo largo del día, siendo más persistente
antes de acostarse. Además, en algunas ocasiones, le llama durante la
noche pidiendo cosas innecesarias. Tras terminar de leer el libro, con-
cluye que va a poner en marcha algunos consejos que le pueden
ayudar para disminuir las llamadas de su hijo durante la noche. Pablo
piensa que es poco probable que su hijo tenga miedo, aunque tendría

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Miedos nocturnos Introducción

que descartar la posibilidad. A pesar de ello, necesita reducir la posible


inquietud y soledad que siente su hijo en las noches, por lo que el
muñeco y las pautas que ha leído serán buenos compañeros de ca-
mino. Decide contar a su hijo para qué sirve el muñeco, además de
poder jugar con él a todos esos juegos en los que lo ha incluido. Esa
misma noche, en la cama, le comenta:
—¿Sabes que me he enterado de que a Edredón le gusta dormir
en su edredón de ovejitas donde no le puede pasar nada malo y
dormir durante toda la noche a tu lado?
— Es verdad, ¡si es un edredón! Pero a los muñecos no les gustan
hacer cosas… —Responde su hijo.
—A algunos sí. Por ejemplo, a Edredón le encanta dormir tranqui-
lo, dibujar cosas divertidas, que le hagan masajes, jugar a valientes…
Ya verás, estos días te iré enseñando sus lugares y juegos preferidos,
para saber si a ti y a mí también nos gustan. ¿Quieres?
Su hijo sonríe, abraza a su muñeco y afirma con la cabeza. Pablo,
mientras se despide de su hijo, piensa que ese ha sido el primer paso
para pasar más tiempo junto a él y ayudarle en sus inseguridades
durante la noche.

No pasará nada porque el niño juegue con el muñeco antes de que se


lo hayamos presentado. No obstante, antes o después será bueno presentar
a Edredón de alguna forma similar al ejemplo anterior.
Del mismo modo, el niño podrá jugar con el muñeco antes de que
nosotros lo empleemos en nuestra actuación. Será positivo que vaya co-
giendo confianza con su nuevo juguete. En aquellas ocasiones en las que lo
necesitemos, acudiremos en su búsqueda.

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¿Por qué tiene miedo por
la noche?
Miedos nocturnos ¿Por qué tiene miedo por la noche?

Es el momento de irse a la cama; una de las situaciones más evitadas por


algunos niños, principalmente, porque se quedan solos, sin la compañía de
sus padres, aquellas figuras de apego que les ofrecen seguridad. Sentirse
solos, no escuchar ningún sonido en la casa, no ver nada o escuchar un
pequeño ruido en la habitación pueden suponer estímulos por los que
puede sentir miedo puntual como una respuesta natural, o pueden ser
alicientes para que se inicie un proceso en el que el niño siente miedo con
mucha más intensidad de la que se debería tener ante esos estímulos.
Este proceso suele ser experimentado bajo tres niveles: corporal, con-
ductual y cognitivo. A nivel corporal, el niño podrá sentir ante algo que le
asusta sudoración, aceleración del pulso sanguíneo y de su respiración,
mayor salivación y, en algunas ocasiones, temblores. Las conductas que
acompañan a estos síntomas suelen consistir en taparse con las sábanas
hasta la cara o el cuello, abrir o cerrar los ojos para ver si hay alguien en la
habitación, salir de ésta y/o llamar a sus padres. A nivel cognitivo, los pensa-
mientos más comunes que acompañan estas acciones y a las sensaciones
corporales suelen ser: ‘Estoy solo’, ‘me va a atacar el monstruo que vi en la
tele’, ‘estoy en peligro’, ‘no tengo nada para defenderme’, ‘necesito que
vengan papá y mamá’… Normalmente, los padres acuden y calman al
niño. La tranquilidad sentida en esos momentos de acompañamiento será
pasajera y, en algunos casos, a la noche siguiente volverá a ocurrir el mismo
proceso.
Podemos pensar que nuestro niño no suele tener estos síntomas, ya
que simplemente le notamos retraído e inseguro en algunas situaciones, ya
sea antes de irse a la cama, en mitad de la noche o en algunos momentos
del día. A pesar de ello, ese retraimiento tiene un origen, normalmente, por
el miedo que siente a la noche, a quedarse solo, a haber tenido alguna ex-
periencia negativa en torno a la oscuridad, o bien, a estar experimentando
cambios en su desarrollo. En este caso, puede que la inseguridad o incerti-
dumbre que sienta la exprese en los momentos de soledad.
Veamos las causas por las que un niño puede tener miedo y sentir los
anteriores síntomas.
Durante los tres primeros años de vida, la necesidad que tiene un niño
de estar cerca de sus padres y personas de confianza es elevada, siendo
mucho más fuerte en los primeros doce meses. Está experimentando
muchos cambios en poco tiempo (físicos, mentales, del entorno…), lo que
le hace estar confuso y más proclive a expresar su incertidumbre a través

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Miedos nocturnos ¿Por qué tiene miedo por la noche?

de determinados miedos. Esa angustia se agudizará más en los momentos


donde se encuentra solo; normalmente, cuando duerme.
A partir del tercer año de vida, los cambios del entorno aumentan,
debido a la ampliación de su círculo social (comienza a tener en cuenta a
sus compañeros del colegio, se relaciona con más espacios distintos al del
hogar…), a la ampliación de sus hábitos (juegos, televisión, ocio…), y a la
continuidad de sus cambios físicos y mentales. Todas estas variaciones son
fuentes de aprendizaje e influencia en su desarrollo global que, indudable-
mente, tendrán implicaciones en sus cambios de humor, en su imaginación,
en su percepción, en su confusión y en sus inseguridades. A medida que se
acerca a la pubertad, sus temores se van haciendo más lógicos, puesto que
busca información y genera una explicación racional para su temor.
No obstante, existen otras causas por las que un niño tiene miedo por
la noche, independientemente del temor a la separación con sus padres o
al crecimiento madurativo que esté experimentando.
Por un lado, irse a la cama funciona para muchos niños como un castigo,
puesto que supone el fin de un día cargado de experiencias. Algunos de-
sean seguir jugando, ver la tele o, simplemente, seguir siendo partícipes de
los movimientos que se producen en la casa. Muchos conciben acostarse
como un hecho aburrido y triste.
Por otro lado, los miedos nocturnos también pueden aparecer como
respuesta a la incertidumbre que siente el niño al no tener control sobre
los acontecimientos que vive. Muchos niños no son informados de los há-
bitos diarios, no sabiendo qué es lo que va a ocurrir durante el día (si
habrá que ir al colegio, qué clases tendrá, dónde y qué comerá, qué activi-
dades tendrá durante la tarde, con quién estará…). En algunos casos, el
niño se enfrenta a una inestabilidad emocional que es expresada a través
de miedos y temores durante el día y la noche.
Otra de las fuentes generadoras de malestar durante las noches de
muchos niños son sus propias pesadillas. Éstas se caracterizan por ser
sueños con contenidos emocionales negativos y angustiosos. Hay que dife-
renciarlas de los terrores nocturnos, los cuales son episodios sufridos du-
rante el sueño de manera más intensa que una pesadilla. Durante éstos, el
niño no responde a los estímulos externos (contacto corporal, llamadas de
las personas cercanas…), sufriendo altos niveles de ansiedad. Normalmente,
suelen desaparecer durante la adolescencia. No obstante, ya sean las pesa-
dillas o los terrores nocturnos, si son muy recurrentes y/o experimentados

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Miedos nocturnos ¿Por qué tiene miedo por la noche?

con niveles de intensidad elevados, es recomendable acudir a un profesio-


nal de la materia.
No encontrar explicación a estímulos que ha visto o ha sentido, haber
observado o aprendido de personas cercanas los síntomas relacionados
con el miedo, creer que pasará algo que ha visto en la televisión o en un
cuento, escuchar vivencias de otros niños, o volver a experimentar los sín-
tomas de otras noches son otras causas por las que los niños pueden
tener miedos nocturnos.
Según la edad y situación de cada niño, su inseguridad durante la noche
se representará y vivenciará de distinta forma y en distintos momentos de su
desarrollo. Su sensibilidad emocional y fisiológica será determinante a la
hora de enfrentarse con más o menos intensidad a las situaciones que le
generan estrés. Del mismo modo, la manera en la que se enfrenta a las
dificultades del día a día será determinante para afrontar sus temores. Si el
niño no cuenta con recursos para enfrentarse a los problemas comunes
de su edad, será más probable que se sienta indefenso ante sus preocupa-
ciones y responda con mayor nivel de miedo o ansiedad. Muy relacionado
con esto se encuentran las conductas y actitudes de los adultos cercanos
al niño. La manera en la que éstos se comporten en relación con el temor
del niño será determinante para la adquisición, prevención y tratamiento
de sus miedos.
Haber vivido experiencias estresantes en torno a la oscuridad, tener
otro tipo de temores (miedo a ir al médico, al distanciamiento…), la edad
o el estadio evolutivo en el que se encuentra el niño, su capacidad simbóli-
ca e imaginativa, estar viviendo una etapa de fuertes cambios, evitar las
situaciones que le producen temor, son más factores por los que puede
variar la intensidad del miedo.
Algunas de las consecuencias que están conectadas a los miedos noc-
turnos infantiles y a su mantenimiento suelen ser:
• Dificultades para conciliar el sueño.
• Hacerse pis en la cama o tener problemas de control de esfínteres.
• Recibir más atención de la habitual por parte de los adultos en
torno a su miedo.
• Asociar las últimas horas del día a algo negativo o ansioso.
• Alteración de los ciclos del sueño de los adultos cercanos al niño.
• Huir y evitar enfrentarse a la oscuridad o al estímulo temido.

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Miedos nocturnos ¿Por qué tiene miedo por la noche?

En definitiva, el surgimiento de miedo durante la noche es normal du-


rante la niñez; siempre y cuando no se haga muy frecuente, perdure en el
tiempo un mismo miedo o influya en su vida diaria o en la de las personas
cercanas. En estos casos, sería conveniente que un especialista evaluara el
problema personalmente.
No obstante, los adultos próximos al niño podemos aprender y llevar
a cabo diferentes estrategias para ayudarle.

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Miedos nocturnos
¿Qué puedo hacer?
Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

Tanto para prevenir la aparición de ansiedad o malestar en el pequeño


durante la noche, como para actuar una vez que está presente, debemos
confiar en uno mismo, en las herramientas que hemos ido adquiriendo
como padres, así como en el conocimiento que tenemos de nuestro niño.
Nadie mejor va a conocer, a entender y a interpretar su comportamiento.
Debemos tener en cuenta que la solución la alcanzaremos poco a
poco, siempre y cuando actuemos durante el día y la noche. Si únicamente
intervenimos tras las llamadas del niño durante la noche, conseguiremos
que sienta cierta calma, aunque pasajera. Seguramente, volverá a sentir los
mismos síntomas noche tras noche, puesto que no se le ha enseñado a
combatir adecuadamente la dificultad. Tenemos que entender que cuantas
menos estrategias conozca el niño para hacer frente a su temor, más pro-
bable será que responda con miedo ante los estímulos que le asustan,
puesto que nadie le ha enseñado qué hacer en esas situaciones.
El objetivo principal será enseñarle estrategias para que pueda ser cada
vez más autónomo/a a la hora de enfrentarse a sus miedos e inseguridades.
Para conseguirlo, necesitará sentirse seguro de sí mismo, y esa seguridad la
logrará si nosotros confiamos en él/ella, si le acompañamos en los momen-
tos difíciles y si poco a poco favorecemos su autonomía. Entre nuestro
acompañamiento y su independencia hay un camino repleto de inseguri-
dades donde un muñeco especial servirá de transición.
Para empezar, será importante seleccionar las pautas que mejor ayuda-
rán a nuestro/a niño/a y ponerlas en práctica gradualmente, con el objetivo
de no saturar de información y de novedades al pequeño. Hay que tener en
cuenta que cada niño es diferente y tiene unas necesidades y dificultades
distintas, por lo que debemos adaptarnos a ellas y preparar nuestra actua-
ción previamente.
A continuación, se presentan las diferentes estrategias que podemos
emplear con el niño, y cómo el muñeco nos puede servir de herramienta.
Los consejos serán presentados bajo cinco puntos:
1. Para prevenir la evolución de los síntomas.
2. Para tratar la dificultad durante el día.
3. Para las horas previas a dormir.
4. Para acostarle y despedirnos.
5. Para actuar ante sus llamadas durante la noche.

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

1. Para prevenir la evolución de los síntomas

No emplear el miedo como estrategia para que se vaya a la cama

Aunque pensemos que es lo más rápido para que se acueste, el miedo no


le dejará conciliar el sueño y descansar. Además, con estas estrategias es-
tamos confirmando que existen determinados personajes y monstruos
peligrosos.

Estar tranquilos y confiados

Es importante evitar mostrarse preocupados, enfadados, molestos o ansio-


sos en relación con el problema o dificultad. Hemos de tener en cuenta
que nuestra conducta tendrá un resultado en la educación del niño, ya que
aprenden de lo que nosotros expresamos, tanto verbal como corporal-
mente. Del mismo modo, nuestro estado de ánimo también es transmiti-
do, por lo que tendrá un efecto directo en la manera en la que el niño se
enfrente a sus temores.

Ofrecerle seguridad sin sobreproteger

Es importante que el niño sepa que nos tendrá cerca cuando se sienta mal
o esté asustado. Saberlo le dará seguridad y contrarrestará el miedo que
siente, puesto que no se sentirá solo. No obstante, también tiene que saber
que estaremos junto a él/ella cuando esté alegre, en los momentos donde
nos quiera contar o enseñar algo… Si le atendemos en diferentes expe-
riencias positivas y negativas, evitaremos que emplee el miedo como lla-
mada de atención, puesto que se siente atendido y escuchado en diferentes
momentos del día.
Del mismo modo, enseñarle a enfrentarse a las dificultades del día a
día de manera autónoma le ayudará a sentirse más seguro de sí mismo. En
las primeras fases de aprendizaje deberemos estar a su lado para enseñarle
y acompañarle hasta que sepa hacerlo solo.
Un aspecto que reduce seguridad en el niño es la sobreprotección.
Con una educación basada en la sobreprotección se sentiría insatisfecho,
con poca confianza en sí mismo, lo que influirá en sus miedos y en la dis-
minución de sus posibilidades para desarrollarse y evolucionar hacia la

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

autonomía. Encontrar el equilibrio entre el contacto y la libertad será


esencial. Podemos estar cerca de él, ofrecerle seguridad, apoyarle en su
evolución y enseñarle nuevas estrategias.

Adaptarnos a su ciclo del sueño

Cada niño experimenta el mundo bajo unos tiempos y ciclos determinados.


El ciclo del sueño es uno de ellos, y respetarlo será esencial. Deberíamos
intentar no obligarle a ir a la cama mucho antes de la hora en la que se
suele quedar dormido, puesto que hasta que llegue ese momento le dará
tiempo a levantarse varias veces a hacer pis, beber agua, pedir besos, abra-
zos, tener tiempo para pensar, para estar atento a los ruidos, acordarse de
algo que le hizo sentir miedo… Si observamos cuál es su mejor hora para
conciliar el sueño, y le habituamos bajo un horario respetado, veremos
cómo se queda dormido antes y cómo sus horas de sueño y vigilia serán
más productivas. Descansará más.

Crear un ambiente en su habitación agradable para él/ella

Una decoración que le guste y que pueda elegir le ayudará a sentirse a


gusto. Contar con colores claros que faciliten la entrada de luz y claridad
favorecerán la calma y tranquilidad. Es muy importante que se sienta aco-
gido en su propia habitación, ya que pasará muchas horas allí; tanto de día
como de noche.

Cuidar la alimentación

Una alimentación equilibrada ayudará, no sólo a mejorar su sueño, sino


también a su salud física y mental. Evitar las bebidas con gas o estimulantes,
así como las cenas copiosas, facilitará una mejor conciliación del sueño.

Controlar el contenido televisivo y lúdico

Prevenir que el niño vea contenidos violentos, con características oscuras,


poco definidas… en distintos formatos, ya sea televisión, cine, libros o vi-
deojuegos hará disminuir la probabilidad de encontrar fuentes para gene-
rar y realimentar sus temores. No obstante, durante el día puede descubrir

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

en los medios algún contenido que le pueda despertar más tarde algún
recuerdo asociado a malestar o miedo. Es importante que veamos juntos
el contenido televisivo, ilustrativo y digital, para que podamos resolver todas
sus dudas y ofrecerle explicaciones adaptadas a su comprensión tras la
aparición de determinada información. Del mismo modo, ofrecer explica-
ciones a las dudas procedentes de información de amigos del colegio u
otras personas le ayudará a entender su significado y a disminuir su miedo.

No concebir el miedo como un tabú

Es importante entenderlo como una emoción habitual. Reconocer al niño


que nosotros también tenemos miedo, así como explicarle los miedos que
tuvimos de pequeños, le ayudará a sentirse comprendido y a entender que
es algo normal, que se puede superar, incluso, siendo niños.

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

2. Para tratar la dificultad durante el día

No huir de los problemas o dificultades

En la mayoría de los casos, el miedo o la ansiedad aumentan al evitar la


situación temida; ya sea sin querer hablar de ello o no enfrentándonos a
los estímulos que nos producen malestar. Por ello, será importante que le
enseñemos a no huir de la dificultad. Necesitaremos estar con él/ella y
enseñarle estrategias para que compruebe que no pasa nada negativo
ante lo que teme. Si el proceso evoluciona y el niño mejora, las estrategias
que ha ido adquiriendo le servirán para enfrentarse a futuros problemas.

Animarle a hablar sobre sus miedos y preocupaciones

Preguntar por sus temores y facilitar que exprese sus dudas será un aspecto
muy significativo.
A partir del primer año de vida, el lenguaje oral va evolucionando gra-
dualmente, por lo que será más fácil que nos pueda ir comunicando lo que
siente y piensa a medida que va creciendo. No obstante, muchos niños no
se atreven o no saben cómo decirlo, empleando mensajes que no enten-
demos a qué se refieren, o utilizando el lenguaje corporal para llamar
nuestra atención y expresarse. Por ello, debemos estar atentos tanto a su
lenguaje verbal como no verbal, dedicando tiempo a su escucha.
• ¿Cuándo hablar de sus miedos?
Cuando el niño quiera. Tenemos que observar en qué momentos
suele estar abierto a expresarse, a contarnos lo que siente o lo que
ha vivido en su día. Normalmente, no querrá hablar sobre sus
miedos y preocupaciones cuando esté haciendo actividades diverti-
das que le mantienen la mente ocupada.
Dependiendo de cada niño, de la educación que le demos, y de
lo que aprende y observa de las personas de su entorno nos en-
contraremos en una situación u otra. Habrá niños que no les importe
expresarse y responder a nuestras preguntas durante la mañana. En
cambio, otros niños preferirán no hablar, o bien, expresar durante la
noche sus temores o vivencias pasadas. Por ejemplo, en el momento
de irse a la cama, tras haber tenido una pesadilla o al percibir algo
que le haya hecho sentirse inseguro.

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

• ¿Cómo hablar con él/ella de sus miedos?


Tenemos que creer en nosotros, ya que no hay mejores personas
para hablar de ello con el niño. Va a ser importante que nos ponga-
mos en su lugar y que le tratemos como a nosotros nos gustaría que
nos hubieran tratado. Por ello, escuchar, favorecer que se exprese y
hable de lo que teme va a ser el mejor inicio. Comprenderle y no
reírse de sus explicaciones será esencial. Por muy simples que nos
parezcan, sus preocupaciones son muy importantes para él/ella.
No obstante, el muñeco nos puede servir para romper el hielo
en aquellos casos donde se pueda crear una situación forzosa. A
través de Edredón, podemos empezar una conversación con voz
llamativa y divertida para el niño, donde conectemos la labor del
muñeco, de la que previamente ha sido informada al niño, con los
síntomas que ha sentido la pasada noche o en otros momentos.
Antes de emplear el muñeco como marioneta para preguntar por
sus cambios, será positivo empezar a jugar a una actividad que le
guste para, seguidamente, continuar con el ambiente lúdico; aunque,
en este último caso, continuaremos con una conversación entre
muñeco y niño.

Ejemplo:
Sofía lleva varias semanas acostándose más tarde de lo normal.
Cuando entra en la habitación por la noche junto a su madre,
empieza a ponerse nerviosa. No quiere dormir, por lo que antes de
quedarse sola le pide a su madre que le cuente un cuento, que le
traiga agua y que le dé besos. Cuando su madre apaga la luz y cierra
la puerta de su habitación, Sofía comienza a llamar a su madre para
que le siga acompañando. Cansada de acudir a todas sus llamadas, la
madre de Sofía empieza a no hacerle caso; con tan mala suerte que
Sofía comienza a llorar y a pasarlo peor. La única solución que ha
encontrado es que Sofía duerma con ella en su cama, ya que no hay
otra manera por la que ambas puedan descansar durante la noche.
La madre de Sofía ha comprado el muñeco Edredón. Se lo ha
presentado como un muñeco que les ayudará a dormir mejor y a
descubrir a qué tienen miedo. A Sofía le gustó desde el primer mo-
mento y lo incluyó sin problemas en sus juegos habituales.

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

Una noche, Sofía comienza a sentir miedo y llama a su madre.


Cuando llega le pide un vaso de agua. La madre de Sofía se sienta en
la cama y le pregunta si le pasa algo. Sofía no sabe cómo decirlo y
niega con la cabeza. Su madre coge a Edredón y comienza a pregun-
tar por su juego favorito a través de poner voz divertida al muñeco.
Sofía sonríe mientras cuenta a qué le gusta jugar. Cuando termina, su
madre aprovecha a decir a través del muñeco:
—Me gusta cuando te ríes, Sofía. En cambio, hace un momento
te vi un poco triste. ¿Qué te pasaba?
Sofía se queda callada con gesto pensativo.
—Tenía un poco de miedo —Acaba contestando.
—¡Qué bien que me lo cuentes! Pensaba que estabas malita o
que te pasaba otra cosa —Contesta su madre haciendo del muñeco
para continuar.
—¿Qué es lo que te asusta?
— No lo sé —Contesta Sofía.
Realmente no lo sabe, tan sólo entiende que siente miedo cuando
su madre se va y se queda todo a oscuras.
—No me gusta no ver nada —Termina expresando Sofía.
—No pasa nada. Yo te voy a ayudar. Seremos tan valientes como el
hada que eres cuando juegas —Comenta la madre haciendo de muñeco.
Sofía sonríe, mira al muñeco y después a su madre.
—¿Sabes qué es lo primero que hay que hacer para luchar contra
el miedo? —Pregunta el muñeco a Sofía.
La pequeña niega con la cabeza.
—¡Unas caricias para dormir tranquilos!
Mediante la cercanía y diversión, la madre de Sofía ha conseguido
que su hija exprese lo que le pasa, aunque ya lo supiera. No obstante,
necesitaba que lo expresara a través del lenguaje. Con el muñeco
ambas se han sentido más seguras y menos forzadas. Se lo han to-
mado como un juego más en el que han hablado de sus emociones.
Además, ha significado un buen comienzo para Sofía en el proceso de
enfrentarse a sus miedos.

Del mismo modo, Edredón nos puede servir de apoyo en aque-


llos momentos donde le cuesta expresar lo que siente. Le podemos
animar a que nos hable de los miedos y dudas de su muñeco. En

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

algunas ocasiones, los niños no quieren sentirse pequeños al expresar


sus temores, desconfianzas o dudas. En otros casos, les da vergüen-
za o no encuentran palabras para comunicarlo, llegando a focalizar
su malestar en objetos cercanos o poniendo voz a sus sentimientos
a través de sus muñecos. Sin insistir, si conseguimos que se exprese,
aunque sea a través de un muñeco, habrá merecido la pena. Pregun-
tas como: ‘¿Qué le gusta hacer a tu muñeco?’,‘¿A Edredón le gusta irse
a la cama?’, realizadas en un contexto desenfadado y lúdico favore-
cerán su expresión. Será más fácil emplear esta estrategia con niños
mayores de tres años, puesto que entre los tres y cuatro años co-
mienzan a desarrollar la facultad de atribuir estados emocionales a
objetos o personas diferentes a él/ella. No obstante, poco a poco
debemos acostumbrarle a que comunique sus dudas en primera per-
sona, sin intermediarios.
Una vez haya terminado de exteriorizar lo que siente, por poco
que sea, será el momento de calmarle, si está nervioso, y de ofre-
cerle la seguridad que nosotros sólo sabemos darle. Nuestras cari-
cias y palabras de calma le harán sentirse mejor. Asimismo, debemos
mostrar nuestra aprobación a su sinceridad. Reforzarle con palabras
y gestos de reconocimiento le animará a continuar expresándose
en futuras dificultades y problemas experimentados.
• ¿Qué hacer si no quiere hablar de sus miedos?
No debemos obligarle. Siendo sinceros le podemos preguntar
por ello y decirle que nos lo puede contar cuando quiera. De esta
forma, sabrá que estaremos atentos cuando él/ella se decida. Si
quiere contarlo cuando no podemos atenderle, le informaremos del
mejor momento para ello, siempre cumpliendo con nuestra promesa.
Observar su lenguaje corporal, sus gestos, sus miradas, sus movi-
mientos, nos ayudará a encontrar el mejor momento para pregun-
tarle si nos quiere contar algo. A pesar de ello, puede que no se
atreva, por lo que ayudará facilitar un espacio a solas con nosotros
donde se pueda expresar sin tensión y distracciones. Hacerle un
masaje por las noches, antes de irse a la cama, es una actividad que
favorece un buen ambiente de cercanía.

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Favorecer el contacto físico

El masaje infantil es una forma de comunicación y de estrechar la relación


entre los niños y sus padres. Con ello, estamos generando un espacio
común dedicado única y exclusivamente al niño en el que:
• Favorecemos la expresión de sus sentimientos y sensaciones. Será
positivo para aquellos niños que no se atreven a comunicar sus dudas
y temores.
• Le enseñamos estrategias de relajación que poder utilizar en los
momentos difíciles. La relajación y la ansiedad son incompatibles,
por lo que el niño no puede estar relajado y sentir miedo al mismo
tiempo.
Beneficios del masaje infantil para el niño:
• Aumentará la confianza hacia los adultos cercanos. Se sentirá aten-
dido por ellos, valorado y a la escucha de su lenguaje verbal y no
verbal, por lo que será más fácil que se exprese en estos momentos.
• Aumentará su autoestima. Se sentirá seguro, con fuerza para enfren-
tarse a las dificultades del día y de la noche, ya que el vínculo con
nosotros se estrechará aún más.
• Disminuirán sus llamadas de atención. Un niño atendido no inventa-
rá el miedo a mitad de la noche para que le dediquemos nuestro
tiempo.
• Potenciará su sistema inmunológico. Mejorarán sus funciones respi-
ratorias, gastrointestinales y circulatorias.
• Disminuirán las hormonas causantes del estrés. Con el masaje le
estaremos enseñando a relajarse, aprendizaje que podrá poner a
prueba cuando experimente los síntomas de ansiedad.
• Mejorará su sueño, disminuyendo la probabilidad de aparición de
los síntomas durante la noche.
Beneficios del masaje infantil para nosotros:
• Descubriremos una nueva forma de relacionarnos con el niño.
• Nos facilitará detectar y responder a sus mensajes no verbales en
cualquier situación, ya que los hemos ido experimentando a través
del masaje.
• Se estrechará el vínculo afectivo.
• Incrementarán nuestras habilidades para ayudarle en futuros pro-
blemas.

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Respetar si el niño no quiere comenzar el masaje es muy importante,


aunque siempre podremos utilizar nuestras estrategias de cariño y afecto
para despertar poco a poco su atención. No obstante, los siguientes con-
sejos pueden ayudar:
1. Si no se ha practicado anteriormente el masaje, puede que le resulte
extraña esta nueva forma de comunicación. Por ello, será importante
informarle sobre lo que vamos a hacer y preguntar si quiere. Pode-
mos probar un día después del baño, aprovechando que hay que
darle crema, para masajear alguna parte de su cuerpo. Tumbarse en
un espacio cómodo ayudará a que se relaje. Es importante que ob-
servemos en estos primeros contactos su aprobación.
2. Ideas para despertar su interés hacia el masaje:
• Jugar en su espalda a que suben y bajan animales le divertirá y llamará
la atención. Poco a poco, podemos hacer evolucionar las caricias en
su espalda hacia los brazos y piernas. Si hacemos evolucionar la pre-
sión de nuestras caricias a movimientos aplicados con un poco más
de tensión, estaremos favoreciendo la relajación en diferentes partes
de su cuerpo.
• Acariciarle cuando le damos cariño le ayudará a descubrir las prime-
ras sensaciones de tranquilidad. Por ejemplo, en aquellos abrazos en
los que parece que quiere estar más tiempo junto a nosotros, pode-
mos comenzar un pequeño masaje con caricias. También, incluir
plumas de plástico puede ayudarnos a llamar su atención.
• Masajear la parte del cuerpo dolorida tras un golpe o herida ayudará
a que vaya descubriendo gradualmente los beneficios del masaje.
• Hacer semanas temáticas. Para el niño será como un juego. Si, por
ejemplo, los lunes es el día de los besos; los martes, de los abrazos;
los miércoles, el de las pedorretas… le estaremos adentrando en
un juego de contacto con nosotros.
• Utilizar el muñeco Edredón ayudará a que perciba el masaje como
una actividad llamativa y divertida. Si no quiere probar el masaje en
su cuerpo, podemos mostrárselo a través del contacto al muñeco.
Invitar al niño a que realice masajes a Edredón puede ayudarle a
percibirlo como una actividad normal, sin riesgos ni peligros. Incluso,
en muchas ocasiones, saldrá del propio niño hacer masajes y caricias
al muñeco, o utilizarlo como almohada durante esos momentos

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relajantes. Es importante tener en cuenta que los niños expresan


sus dudas y comprueban sus consecuencias a través del juego.
• Acompañar el masaje con música tranquila, o de canciones que le
gusten, ayudará a que ambos entremos en un ambiente de calma.
3. Es importante utilizar cremas y aceites naturales. Cada esencia va a
tener una acción distinta en el cuerpo, por lo que habría que infor-
marse sobre los beneficios de cada producto antes de su compra.
4. Incluir a Edredón en los momentos de masaje y relajación será
beneficioso para todo el proceso de disminución de sus miedos,
puesto que le estará asociando a un ambiente relajante y positivo.
Por un lado, si hemos presentado el muñeco al niño como un
juguete que incita a la tranquilidad, al sueño y al masaje, será más
probable que lo perciba como un objeto que invita a la calma. Por
lo que a nosotros nos puede ayudar en los inicios a facilitar un am-
biente de cercanía y tranquilidad.
Por otro lado, si el muñeco está cerca del niño durante el masaje,
tumbado cerca de él, disponible para ser abrazado en cualquier
momento, le ayudará a continuar percibiéndolo como un juguete
cercano, que le recuerda a la tranquilidad sentida en los momentos
de contacto con nosotros.
Al terminar el masaje, podemos aprovechar para respirar profunda-
mente. Será positivo animarle a que coja aire lentamente, que lo retenga
algunos segundos en los pulmones y que, seguidamente, lo expulse pausa-
damente por la boca o por la nariz. A algunos niños les gusta poner la mano
encima del estómago para notar los cambios al coger y expulsar el aire.
Tras la respiración, será importante preguntar al niño sobre lo que le
ha gustado, qué siente, si está tranquilo, qué es lo que más le gusta, en qué
parte del cuerpo siente más relajación… Todas aquellas preguntas que nos
den información de sus gustos y necesidades en torno al masaje serán
muy funcionales para mejorar el contacto y conocer las zonas en las que
consigue relajarse con más facilidad. Al mismo tiempo, estamos facilitando
que el niño comunique sus sensaciones corporales, que sea consciente de
la relajación y tranquilidad que siente en estos momentos, al igual que le
mostramos una nueva forma de comprender las sensaciones y reacciones
de su cuerpo.
También, será positivo que pueda darnos un masaje si nos lo pide, o bien,
pedirlo nosotros para que perciba la actividad desde otro punto de vista.

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En definitiva, cuanto antes empecemos a incluir el masaje como un


hábito, antes podremos mostrarle las ventajas de relajarse. Será importan-
te que se practique de manera habitual, con el objetivo de que el niño
tenga práctica en ello, y pueda sentir con nuestra ayuda y la del muñeco la
relajación sentida bajo estos ejercicios en aquellos momentos donde sienta
los síntomas de ansiedad. Hay que tener en cuenta que la práctica facilita
el aprendizaje.
Para saber más de la técnica del masaje infantil, las lecturas propuestas
en la bibliografía ayudarán.

Ejemplo:
Carla ha comprado a Edredón para ayudar a su hijo Andrés a
disminuir sus pesadillas. Durante los últimos meses ha intentado
diferentes estrategias, pero sigue viendo que su hijo lo pasa mal durante
la noche. Tras leer el libro y aplicar los primeros consejos de prevención
y comunicación verbal, cree que es el momento de la comunicación
corporal. Tiene muchas dudas de la eficacia del masaje, ya que nunca lo
ha probado con su hijo. Alguna vez le da caricias, aunque les suele dar
vergüenza. Una tarde, mientras ven la televisión, Andrés pone encima de
sus piernas el brazo. Carla aprovecha para acariciarle. Observa que su
hijo tiene la boca abierta y la mirada perdida mientras le acaricia.
Al día siguiente, Andrés está aburrido y pregunta a Carla si se
sabe algún juego. Carla piensa que es un buen momento para inven-
tarse juntos un juego con caricias.
—¿Te parece bien que contemos una historia y la hagamos en la
espalda, los brazos y el cuello? —Pregunta Carla.
—¡Vale!
Su madre propone incluir a Edredón en el juego. Se sientan en la
alfombra en fila. Carla está detrás de Andrés, y éste, detrás de
Edredón. Carla comienza a contar una historia mientras la representa
en su espalda y en sus brazos a través de caricias.
—Había una vez unos saltamontes que saltaban y saltaban muy
alto (con sus dedos da saltos en la espalda de su hijo. Andrés va ha-
ciendo lo mismo en la espalda de su muñeco). Al verles, las hormigas
corrían y corrían muy rápido para esconderse en su hormiguero (mueve
rápido los dedos hacia las axilas, donde hace que se esconden las
hormigas. Su hijo repite la acción son su muñeco mientras ríe). Los

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saltamontes, al no verlas, se asomaron a lo alto de la montaña (a


través de saltos en la espalda sube las manos hasta la cabeza, como
si fueran los saltamontes mirando por la montaña).
Cuando terminan de contar el cuento, Carla pregunta a su hijo si
le ha gustado. Al observar que afirma con la cabeza, continúa pregun-
tando.
—¿Qué es lo que más te ha gustado?
—Mmm… Que me acariciaras la espalda y el cuello.
—Y, ¿hay algo que no te ha gustado?
—No.
—¿Has estado a gusto y tranquilo?
—Sí, sobre todo cuando me apretabas un poco más en los brazos.
—Me alegro que te haya gustado, si quieres mañana lo volvemos
a repetir —Comenta Carla.
—¡Vale! —Dice ilusionado Andrés.
Tras ver a su hijo sorprendido y feliz por lo ocurrido, Carla decide
continuar con este juego e intentar transformarlo en masaje todos los
días antes de dormir. Poco a poco, conocerá mejor las zonas del cuerpo
con las que se relaja su hijo Andrés y aprenderá a convertir en algo
habitual el contacto físico con él. Habituarse al masaje y tener cerca a
Edredón serán buenas estrategias para empezar a ayudar a su hijo
ante las pesadillas.

Animarle a representar en el juego sus dudas y temores

Favorecer el juego simbólico, la imitación y el reparto de papeles, inclu-


yendo al muñeco en la historia, permitirá al niño representar sus miedos y
vivencias sin ningún peligro. Utilizando el juego como medio de expresión de
sus temores le facilitaremos experimentar lo que no se atreve en la realidad.
Por ello, encontrar espacios y tiempo para que el niño juegue libremente es
muy necesario. En muchas ocasiones, no será imprescindible que nosotros
propongamos una historia, ya que a través del juego libre los niños suelen
querer experimentar por sí solos sus dudas y temores. Si observamos que
un día representa y expresa en su juego vivencias relacionadas con sus
miedos, podemos mirar cómo evoluciona la situación ficticia. Si necesita
ayuda para dar el siguiente paso de valentía, podemos esperar al día si-
guiente a ver cómo continúa la historia. Si observamos que no puede o

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que ya no quiere jugar, será positivo incluir al muñeco para hacer más inte-
resante la historia, así como mostrarle dentro del juego que no hay peligro,
que puede enfrentarse a sus temores sin problemas.
En otros casos, algunos niños no se atreven a experimentar a través
del juego sus miedos e inseguridades. Si es nuestro caso, podemos darle
ideas de actividades que le atraigan, y jugar con él/ella. Los juegos de su-
perhéroes o de personajes infantiles que sean asociados al poder y a la
energía le van a resultar más atractivos para enfrentarse a una historia de
superación. Incluir gradualmente entre la historia del juego retos relaciona-
dos con los aspectos que le suelen sobresaltar por las noches servirá para
que se enfrente a ellos dentro de la ficción. Sin darse cuenta, se atreverá a
mirar debajo de la cama, detrás de la puerta, dentro del armario, a luchar
contra el monstruo que teme…, incluso a jugar con él, a pesar de ser ficticio.
Tras superar cada reto, deberemos felicitarle, bajo nuestro personaje en el
juego, con el objetivo de que sea consciente de sus logros y mantener la
conducta de valentía; lo que le animará a seguir adelante.
Además de jugar con él/ella, podemos observar y apuntar qué es lo
que le da miedo, cuáles son sus inquietudes, cómo las va solucionando a lo
largo del juego y qué podemos hacer nosotros, bajo nuestro personaje
ficticio, para ayudarle a evolucionar su historia. Proponerle soluciones si no
las encuentra, buscar un final feliz y valiente a la historia, animarle a comentar
en alto lo que piensa, servir como modelo explicitando en alto nuestros
pensamientos, reforzar y reconocer sus avances, así como observar sus
reacciones durante el juego representativo de su dificultad, nos servirá
para ayudarle.
Edredón, si es aceptado en el juego por el niño, puede desempeñar el
papel de un personaje más en la historia, o bien, hacer el papel que hará
en la situación real: de acompañamiento y seguridad. Si se da este último
caso, será positivo animarle a que lo tenga en su mano o lo abrace mien-
tras juega. Si no es aceptado en el juego, será importante que esté cerca
del lugar donde jugamos, puesto que en el futuro nos ayudará como objeto
que pueda asociar a sus logros, por pequeños que sean.
Si en alguna escena del juego siente miedo o está inquieto, será im-
portante ayudarle desde nuestro personaje a superar el estímulo que teme;
de manera que nosotros lo hacemos por él/ella y nos observa cómo nos
enfrentamos a la dificultad. También, podemos emplear el humor para su-
perar esa escena que le da miedo, o bien, acariciarle y situarnos cerca de

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él/ella, a la vez que le animamos a seguir adelante con palabras de ánimo y


confianza. En todo momento, será importante que no evite representar
esa escena, puesto que mantendrá su miedo y no podrá experimentar qué
se siente cuando vive la situación temida sin ansiedad. No obstante, si tiene
miedo, no debemos obligarle; por lo que podemos intentar que se enfren-
te a situaciones más fáciles para él/ella con el objetivo de que experimente
la suficiente seguridad y confianza que le puedan ayudar a seguir adelante.
Si está cansado, o no se atreve, es mejor no insistir y retomar el juego el
próximo día, intentando que evolucione un paso más. Al empezar y terminar
la actividad lúdica, sería positivo hacer actividades tranquilas para contra-
rrestar los síntomas de ansiedad que ha podido experimentar durante el
juego, siendo positivo incluir a Edredón en su relajación.
Será beneficioso repetir este tipo de juegos varias veces durante el
proceso de disminución de sus miedos, siempre y cuando disfrute y vaya
logrando paulatinamente hacer frente a sus temores en la ficción. Si juga-
mos varias veces durante el proceso de cambio, habrá más probabilidad
de que practique diferentes estrategias para confrontar su miedo. Para que
no sea monótono, podemos cambiar la historia con diferentes personajes
que representar (animales, muñecos, dinosaurios, personajes que admira,
protagonistas de películas o series…), pero manteniendo en el juego las
situaciones que teme, y que poco a poco va haciendo frente.
Debemos tener en cuenta que, a través del juego, los niños aprenden
y experimentan lo que sienten y observan del mundo que les rodea. Jugar
favorece su desarrollo cognitivo, comunicativo, motor, social y emocional.
Además, bajo estos juegos el niño genera emociones positivas relacionadas
con la situación que teme, además de estrechar el vínculo con nosotros.
Del mismo modo, percibe con tranquilidad cómo se está enfrentando a sus
miedos, comprobando que no hay peligro alguno y que es capaz de lograrlo.
Por otro lado, si el niño tiene miedo a la oscuridad, duerme con una
luz encendida o no quiere estar solo, podemos realizar juntos durante el
día actividades con los ojos vendados o con la luz apagada. Los primeros
juegos pueden favorecer que experimente la oscuridad con la oportunidad
de quitarse el pañuelo si tiene miedo. El objetivo de esta primera actividad
será encontrar personas u objetos en un entorno próximo sin poder ver.
Será positivo aumentar la complejidad del juego a medida que supere las
primeras actividades. Reforzar y felicitar sus logros durante el juego será
muy importante.

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Los siguientes juegos podrán estar relacionados con la búsqueda de


objetos en los lugares que le despiertan inseguridad. Para hacerlo más inte-
resante, podemos esconder a Edredón en distintos lugares de su habitación y
de la casa. Una posibilidad es empezar escondiendo el muñeco por lugares
comunes (debajo de una mesa, de una alfombra, en una habitación cerrada
pero iluminada…), e ir ocultándolo gradualmente en zonas de su habita-
ción que le podrían dar miedo acercarse y que no tengan ningún peligro
real (detrás de la puerta, debajo de la cama, dentro del armario…).
Cuando supere estos juegos exitosamente, además de felicitarle, le
podemos proponer realizar actividades con la luz apagada. Jugar al escondite
a oscuras, encontrar al muñeco con la luz apagada u otras actividades que
nos parezcan divertidas, o que él/ella proponga, serán positivas. A medida
que vaya superando los juegos con éxito, podemos dejar de acompañarle
y supervisar sus movimientos desde la distancia; aunque el muñeco le
podrá acompañar para evocarle los avances de juegos pasados. De esta
manera, se acostumbrará a estar solo en la oscuridad, al igual que lo estará
durante la noche, cuando esté durmiendo. Será muy importante felicitarle
por lo bien que lo ha hecho, incluso realizar, justo después, actividades con
las que disfrute mucho. Así, disminuimos la tensión que ha podido sentir.
Del mismo modo, construir un fuerte o un lugar cerrado dentro de su
habitación le puede ayudar a experimentar la oscuridad en un pequeño
espacio construido por él mismo, y que le ofrece seguridad. Poco a poco,
le podemos animar a que vaya ampliando el espacio oscuro.
Este tipo de actividades le ayudarán a experimentar y habituarse a la
oscuridad, a comprobar que no pasa nada negativo, a asociarla con viven-
cias divertidas y positivas, a enfrentarse a sus temores y a aquellos lugares
donde piensa que existe algún peligro, y no lo hay, así como a estimular su
capacidad motora y sentidos como el tacto, el olfato y el oído.
La complejidad y variedad del juego, así como sus detalles, irán de la
mano de la edad del niño. Normalmente, a partir de los cuatro años de
edad, el juego simbólico va siendo más largo y elaborado. No obstante,
esta capacidad paulatina no impide que niños de dos o tres años puedan
experimentar la oscuridad u otros temores bajo juegos cortos y repetitivos.

Ejemplo:
Hace un mes Juan decidió ayudar a su hija a disminuir el miedo
a la oscuridad. Desde el primer momento planificó su actuación.

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La primera semana fue según lo previsto, su hija Lidia aceptó sin pro-
blemas al muñeco Edredón y asimiló bien las medidas para evitar la
evolución de los síntomas. Durante la segunda semana, consiguió que
comunicara su miedo a la oscuridad y le gustó empezar con el masaje.
Desde hace dos semanas, el masaje se ha convertido en un hábito
antes de ir a dormir. Juan decidió en la tercera semana que podría ser
un buen momento para jugar con los ojos vendados. Al principio, Lidia
aceptó el juego con mucha alegría e ilusión. Cuando sentía miedo, se
quitaba la tela de los ojos. No obstante, al día siguiente, su padre con-
siguió que mantuviera la tela en sus ojos, ya que si terminaba con
ésta puesta, elegiría su merienda favorita. Tras varios juegos finalizados
con la tela en los ojos, Juan decidió proponer el mismo juego aunque
con la luz apagada. En uno de los juegos, Lidia se quitó la tela de los
ojos y no vio nada. Buscó rápidamente la puerta de la habitación y
corrió hacia el salón iluminado. Juan pensó que podría ser bueno
cambiar de juego y probar con la representación de personajes. Por lo
que a la cuarta semana propuso a su hija jugar a hechiceros. Lidia
aceptó alegre, puesto que su serie de televisión favorita es de hechice-
ras. Previamente, Juan escondió a Edredón debajo de la cama de su
hija. La historia que inventaron estaba representada por tres hechiceros:
el sabio hechicero (muñeco Edredón), la maestra hechicera (Lidia) y el
aprendiz de hechicero (Juan). El sabio había desaparecido, nadie sabía
dónde estaba. Únicamente, había una pista: está en un lugar donde
siempre es de noche.
Desde el pasillo, Lidia y Juan representan sus papeles divirtiéndose
y buscando al muñeco en diferentes lugares de la casa. Juan deja que
Lidia tome las riendas del juego, que invente más detalles de la histo-
ria, y que tome la iniciativa de buscar en diferentes zonas. Juan le
sigue bajo su papel de aprendiz, y aprovecha su personaje para admi-
rar la valentía de su maestra hechicera y pedirle que le comunique lo
que piensa, ya que, como buen aprendiz, tiene que aprender hasta de
los pensamientos de su maestra.
Lidia consigue encontrar el muñeco debajo de su cama. Juan, bajo
su personaje, le halaga, además de imitar la voz del muñeco Edredón
(sabio hechicero) para felicitarle y ofrecerle un rango más alto en la
familia de los hechiceros.

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

Al día siguiente, Lidia tiene muchas ganas de continuar jugando a


la historia de los hechiceros. Además, ahora se ha convertido en la
valerosa hechicera. Juan acepta el juego y piensa que es un buen
momento para ocultar al muñeco debajo de una silla de la habitación
de su hija, para que lo encuentre con el dormitorio a oscuras.
Al empezar el juego, realizan un recorrido parecido al día anterior,
empezando por el salón. Lidia decide los movimientos, amplía deta-
lles, comunica en alto lo que piensa, y es seguida por su padre
(aprendiz de hechicero). Cuando llega a la puerta de su habitación
(castillo del malvado brujo, llamado por Lidia), la abre, se da cuenta
que está a oscuras y busca el interruptor de la luz. Su padre, bajo su
personaje, le dice que no debe encender la luz en el castillo, ya que
hay un hechizo contra todas aquellas personas que intenten entrar
con la claridad de la luz. Lidia se queda pensativa, decide cerrar la
puerta y continúa buscando por otros lugares de la casa. Juan se es-
fuerza en felicitar todos los avances que va logrando por el resto de la
casa, con el objetivo de ofrecerle más seguridad. Cuando no quedan
más habitaciones, Lidia se dirige hacia su dormitorio, abre la puerta
dudosa y, sin moverse de la entrada, busca con la mirada a su muñe-
co escondido. Juan decide tomar las riendas del juego durante unos
segundos, ya que su hija no se atreve a entrar. Da la mano a Lidia y
comienza a decir hechizos, a la vez que comunica palabras de ánimo
y seguridad (no pasa nada, en la oscuridad estamos seguros…). Poco
a poco, avanzan por la habitación, hasta que Lidia se encuentra lo
suficientemente segura para seguir palpando los muebles de su dormi-
torio sin ayuda. Sabe que con la luz apagada no le afectará el hechizo.
Inesperadamente, encuentra a Edredón bajo una silla. Aún en la
oscuridad, su padre le felicita bajo su papel ficticio y le cuenta que ha
conseguido deshacer el hechizo. El sabio hechicero (muñeco Edredón)
le nombra sabia hechicera.
Lidia está muy contenta en esa oscuridad tan divertida.

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Transformar sus miedos a través del dibujo

El muñeco representa la cara amigable de un monstruo, por lo que el


niño podrá transformar sus miedos con un buen ejemplo a su lado.
La sinceridad con el niño será la mejor de nuestras estrategias. Será
importante contarle que los miedos son emociones producidas por algo
que nos asusta y, ese algo, lo podemos imaginar o recordar de otra forma.
Podemos probar a decirle: ‘Al igual que imaginas o te acuerdas de un
ser oscuro y maléfico, vamos a imaginarlo divertido. Este muñeco es uno
de los monstruos más temidos durante años y años, ¿crees que da miedo?
¿Cómo es el monstruo/bruja/personaje que te da miedo?’ Escucha su res-
puesta y utilízala para ayudarle a imaginarse sus temores de manera diver-
tida. El humor, la calma y la alegría serán muy útiles en estas situaciones,
puesto que son incompatibles con el miedo. Si están presentes, el temor
desaparece, aunque sea por unos instantes.
El dibujo puede servirnos de apoyo a la hora de plasmar la cara diver-
tida de su miedo. Cuando esté receptivo para hablarnos de sus temores,
podemos animarle a dibujarlos tal y como se los imagina e ir transformán-
dolos hacia personajes divertidos y curiosos. Tener cerca a Edredón nos
servirá de inspiración; tan sólo es un hombrecillo disfrazado de caco que,
únicamente, quiere dormir tranquilo en su edredón de ovejitas.
Si sus miedos están relacionados con pesadillas que ha tenido, pode-
mos animarle a transformar su sueño en final feliz. Para ello, nos puede
ayudar el dibujo y la pintura. Animar a que nos vaya contando la pesadilla
mientras la dibujamos juntos con personajes divertidos y graciosos ayudará
a transformar su temor, así como a buscar un final feliz y valiente a su sueño.
Todos los dibujos que vaya recopilando de su pesadilla o personaje temido
pueden ser recopilados para inventar un cuento divertido y curioso. Le
hará mucha ilusión contar a otras personas y amigos que se ha inventado
un cuento y tiene dibujos incluidos.
A través de estos momentos, nos daremos cuenta de la gran imagina-
ción que podemos compartir entre ambos, de lo positivo que es expre-
sarse a través del dibujo y la creatividad, y de la gran importancia que tiene
ver el lado positivo de los problemas.

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3. Para las horas previas a dormir

Las rutinas diarias ofrecen seguridad y tranquilidad al niño. Significan algo


familiar y conocido, puesto que es la manera de entender y controlar el
tiempo durante los primeros años de vida.
Es importante que los horarios sean respetados diariamente, sobre
todo durante el curso escolar. Si le acostumbramos desde pequeño, será
mucho más fácil que respete los hábitos diarios, incluso, su ciclo de sueño
se habrá adaptado a ellos.

Hacer actividades tranquilas

Conviene que las actividades que realice antes de ir a la cama impliquen


baja actividad motora. Después de cenar es un buen momento para intro-
ducir hábitos como recoger la mesa, lavarse los dientes, leer un cuento,
hacer un masaje… Las últimas actividades diarias deberían facilitar la co-
municación entre el niño y los padres, la cercanía y la calma; con el objetivo
de ofrecerle la mayor seguridad posible y el mejor ambiente para poder
expresar lo que piensa y siente, incluidos sus miedos.

No ver la televisión durante las últimas horas del día

A partir del segundo o tercer año de edad, las imágenes de la televisión,


del cine, de los libros y de los videojuegos se convierten en fuentes usuales
que pueden contener determinada información que facilite la aparición de
miedo, inquietud o preocupación. En el caso de que vea algún contenido
que le despierte dudas, deberíamos ofrecerle explicaciones que reduzcan
la inseguridad o inquietud que le haya podido causar.

Evitar que asocie dormir a un castigo

Hay que prevenir que vincule el momento de irse a la cama con algo ne-
gativo, o como un castigo. Si hacemos interesantes, cercanos y tranquilos
los momentos previos a acostarnos, su apetencia por dormir aumentará.
Del mismo modo, deberíamos avisarle con antelación de los hábitos que
se producirán en lo que queda de día, informándole de que el último de
ellos será el de acostarse. De esta forma, puede prever lo que va a pasar y

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no se encontrará inesperadamente con el fin de la actividad que está lle-


vando a cabo. Por ejemplo, al final de la tarde muchos niños que juegan en
su habitación son interrumpidos repentinamente para cenar. Tras la cena,
no le dará tiempo a terminar su juego, puesto que se acostará o leerá un
cuento. Para evitar esta situación, por la que en muchas ocasiones se gene-
ran respuestas de oposición por parte del niño, sería importante que le
avisáramos quince o diez minutos antes de que tendrá que ir terminando
de jugar, puesto que hay que cenar.

Intervenir ante sus reacciones de oposición a irse a dormir

En algunos casos, el niño puede reaccionar negativamente en los momentos


previos a irse a la cama. Las reacciones de oposición, popularmente cono-
cidas como ‘rabietas’, pueden surgir como primera conducta de negación,
como llamada de atención, como respuesta a la incertidumbre que siente,
como resultado de la imitación de otras personas, como consecuencia de
haber vivido durante el día situaciones cargadas de estrés, como predic-
ción de aburrimiento…
En estos momentos, deberíamos responder con calma y seguridad. Por
un lado, estar tranquilos nos ayudará a no perder el control de la situación.
Por otro lado, facilitará que el niño se tranquilice, puesto que nos percibe
serenos y atentos a lo que le pasa. Seguidamente, le podemos preguntar
porqué está así, y explicarle pausada y claramente los motivos por los que
debe ir a la cama. Quedarse solo en la casa, no descansar o no tener
energía al día siguiente para hacer eso que tanto le gusta son algunas ex-
plicaciones que entenderá.
Del mismo modo, podemos comunicarle que entendemos cómo se
siente, pero que en determinados momentos no podemos hacer todo lo
que nos gustaría, tanto nosotros como él/ella. Transmitírselo con tono claro
y firme, sin gritar y sin estar enfadados, ayudará a acompañar nuestro len-
guaje con mensajes no verbales conectados. Asimismo, reflexionar y hablar
sobre ello le ayudará a entender mejor esa rutina. Si le cuesta mucho pre-
decir y entender la realización de los hábitos y actividades diarias, podemos
escribirlos y dibujarlos de manera llamativa en una hoja o cartulina con su
ayuda. De esta forma, le ofrecemos un recordatorio visual al que acudir
cuando tenga dudas respecto al horario.

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

Si empleamos el castigo para que reduzca su reacción negativa, no


sabrá en qué ha fallado y qué puede cambiar, además de generar en el
pequeño sentimientos de indefensión, menosprecio, culpabilidad, hostilidad
y distanciamiento emocional.
Evitaremos que utilice las reacciones de oposición como llamada de
atención si le atendemos adecuadamente en otros momentos, sobre todo
cuando se comporta de la manera en la que acordamos. Felicitarle por lo
bien que ha realizado las actividades del día ayudará a que sea consciente
de sus logros y a que aumente su autoestima. Los abrazos, besos, palabras
de cariño y demostraciones de afecto serán más significativas y duraderas
para el niño que los premios materiales.
Igual de importante será el acuerdo y respeto de los límites acordados
entre los padres y otros adultos cercanos al niño.
Con estas medidas encontraremos un equilibrio entre el control y el
afecto, sin ser autoritarios, permisivos o indiferentes. No obstante, si las
reacciones de oposición son muy frecuentes y no disminuyen bajo estas
medidas, el libro ‘Miedo al rechazo’ incluido con el muñeco de Fluff ‘Gam-
berro’, será útil.

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

4. Para acostarle y despedirnos

Podemos concluir el día con la realización de las últimas rutinas en su habi-


tación. Colocar sus juguetes, ponerse el pijama o abrir la cama pueden ser
hábitos que puede ir realizando solo/a antes de nuestra compañía, además
de favorecer su autonomía. Cuando esté acostado en su cama, podríamos
continuar con una serie de rituales que le hagan sentirse seguro y tranquilo,
puesto que son los instantes previos a quedarse solo y existe más proba-
bilidad de que sienta los síntomas de ansiedad. Hacer actividades tranquilas
y relajadas antes de ir a la cama implicará que el niño asocie ese momento
con algo positivo, y no con el miedo. Durante los diez o quince minutos
previos a acostarse podemos realizar algunas de las siguientes pautas:

El cuento

Leer un cuento le ayudará a tener la mente ocupada, sin poder pensar que
se quedará solo en su habitación. Además, favorece la habituación hacia la
lectura y la comunicación entre ambos, al poder expresar sus dudas acerca
del relato. Algunos niños preferirán leer sus cuentos, y otros, querrán que
lo lean sus padres. De una u otra manera, estar a su lado le ofrecerá segu-
ridad. Si le contamos el cuento con voz tranquila y pausada, disminuyendo
el tono a medida que se va terminando la historia, estaremos favoreciendo
un ambiente tendente al adormecimiento.

El masaje

Realizar un masaje antes de dormir va a favorecer una mejor conciliación


del sueño. Al mismo tiempo, estaremos ofreciendo todas las ventajas de
esta técnica de comunicación corporal explicadas en el apartado 2 ‘Para
tratar la dificultad durante el día’.
A través del masaje, le estamos enseñando una nueva forma de rela-
jarse. Esto será muy importante, ya que la relajación es opuesta a la ansiedad;
si la primera está presente, la segunda no lo estará. Experimentarla diaria-
mente le ayudará a poderla emplear en los momentos difíciles. Si el muñeco
ha estado próximo en las situaciones relajantes y positivas, será eficaz tenerlo
cerca cuando llegue el momento de enfrentarse solo a la oscuridad.

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

Del mismo modo, si dejamos próximo a su cama una pequeña pluma


de plástico, podrá ser alcanzada fácilmente durante la noche para acariciarse
a sí mismo o al muñeco. De esta forma, podrá sentir los mismos síntomas
de relajación experimentados durante nuestro masaje. Le podemos infor-
mar que puede emplear la pluma en aquellos momentos en los que sienta
miedo o no pueda dormir. Debemos dejarle claro que la pluma podrá ser
utilizada para relajarnos, no para jugar.

El muñeco

Seguramente, el momento de nuestra despedida es el más difícil para


el niño. Por ello, es importante que los instantes anteriores hayan sido
tranquilos, de contacto y cercanía entre ambos. Antes de irnos, le podemos
decir que le dejamos cerca a Edredón; tener a su muñeco cerca le dará
seguridad. Expresarle que ha estado con nosotros en todos los juegos, así
como en los momentos relajantes, y que ahora le puede acompañar du-
rante el sueño, puede ser un breve mensaje para recordar sus progresos. Si
el muñeco ha estado cerca en los avances más importantes, seguramente, su
imagen le evocará esos momentos de superación.
El tacto y el olor de sus muñecos despiertan en los niños la necesidad
de apegarse y sentirse seguros cuando los padres no están presentes. El
muñeco se convierte en guardián y protector. Por ello, es importante que
respetemos su decisión de estar acompañado/a por Edredón durante la
noche, a pesar de que pensemos que ya es mayor para ello. La necesidad
de tener un objeto cercano es pasajera, ya que suele ser empleado por los
niños en el transcurso hacia la autonomía.

La despedida

Despedirnos con cariño y de forma parecida todas las noches le ayudará a


sentirse seguro. Es importante que, durante la despedida, estemos tranquilos
y relajados, ya que lo que expresemos delante de él/ella tendrá una conse-
cuencia en su estado emocional y físico. Asegurarle que puede encender la
luz o llamarnos cuando lo necesite, le tranquilizará.
Algunos niños lo pasan muy mal con la luz apagada. Para empezar, po-
demos colocar en su habitación un regulador eléctrico que vaya disminu-
yendo poco a poco el nivel de luz. A medida que vaya superando su

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miedo a la oscuridad, podremos dejar de emplearlo. Del mismo modo,


podrá funcionar una linterna situada cerca de su cama, ofreciéndole la po-
sibilidad de encenderla cuando quiera ver algo.
Dejar la puerta entreabierta para que sienta que estamos en la casa,
así como evitar que haya silencio total durante sus primeras horas de sueño,
le acostumbrará a un ambiente normal que ayudará a no sobresaltarse
ante el mínimo estímulo.
Para aquellos niños que tengan miedo a caerse de la cama, le dará
seguridad tener una barrera enganchada al extremo de su cama.
No obstante, cada niño tiene temores y necesidades diferentes, por lo
que las estrategias que utilicemos para darle seguridad podrán ser más o
menos útiles en cada caso. De una u otra forma, tras abandonar la habita-
ción, deberíamos estar atentos a sus posibles llamadas, sobre todo en las
primeras fases de actuación, puesto que aún el miedo estará presente y
sentirá inquietud e inseguridad.

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5. Para actuar ante sus llamadas durante la noche

Dependiendo de cada niño, sus llamadas durante la noche serán más o


menos frecuentes. Puede que algunos niños estén acostumbrados desde
pequeños a pedir agua o a llamar a sus padres ante cualquier necesidad.
Probablemente, estos niños, cuando sientan miedo, llamarán con mayor
frecuencia que en anteriores ocasiones. En otros casos, habrá niños que no
suelan requerir a sus padres durante la noche, por lo que el comienzo de
su reclamo podrá ser síntoma de algún cambio o de algo que les preocupa.
De una u otra forma, las llamadas de los niños ante el miedo que sienten
pueden estar encubiertas por preguntas del tipo: ‘Quiero agua’, ‘Me hago
pis’, ‘No tengo sueño’…; o explicaciones sinceras ante sus llamadas del tipo:
‘Tengo miedo’, ‘He tenido una pesadilla’, ‘Se ha movido la cortina’…
Debemos tener en cuenta que, cuando nos llama es porque nos nece-
sita. Ya sea por miedo, porque quiere cariño, porque quiere que le traiga-
mos algún objeto o por si le pasa algo más, será positivo atenderle para
saber qué ocurre. Para evitar que nos llame por necesidades que puede
satisfacer solo, por ejemplo, podemos dejar cerca de su mesilla un vaso de
agua, si es un niño que necesite beber durante la noche. Del mismo modo,
acostumbrarle a hacer pis antes de dormir ayudará a que no tenga que
levantarse en mitad del sueño. Si continúa reclamando nuestra presencia
para este tipo de necesidades, le podemos expresar que puede hacerlo
solo, sin que nosotros le ayudemos; por lo que tras enseñarle, poco a poco,
tendremos que retirar nuestras ayudas. Si persisten este tipo de llamadas,
podemos preguntarle si le pasa algo más. Es el momento de descubrir si
tiene miedo, por lo que los consejos ofrecidos en el punto 2 sobre la ma-
nera de preguntar y hablar de sus miedos, nos servirán.
Estar a su lado cuando tenga miedo en cualquier momento de la noche,
así como durante o después de una pesadilla, le ayudará a no sentirse in-
defenso. Antes de encender la luz, podemos preguntarle qué le pasa. Evitar
encender la luz nada más entrar en el dormitorio nos ayudará a que no
dependa de ella para no tener miedo. De lo contrario, si la encendemos al
entrar, habrá más probabilidad de que asocie la luz con el fin de su inquietud.
Seguidamente, nos podemos sentar a su lado y hablar con él/ella. Si nos
siente cerca, se tranquilizará y se sentirá seguro, al mismo tiempo que le es-
tamos transmitiendo nuestro estado de ánimo. Frases como ‘no pasa nada’,
‘todo va bien’, ‘aquí estoy’, mientras le acariciamos, le harán sentirse mejor.

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

Si observamos que está tenso y nervioso, será positivo hacerle un ma-


saje o controlar la respiración para transformar la ansiedad sentida en relaja-
ción. Al terminar, podemos recordar que podrá relajarse cuando lo necesite
utilizando la pluma o haciendo esos mismos ejercicios. Del mismo modo,
Edredón nos servirá de herramienta en estas situaciones en las que siente
miedo en mitad de la noche. Podemos expresarle: ‘Tu muñeco te ha acom-
pañado durante los masajes. Se siente muy tranquilo cuando está contigo’.
Coger el muñeco y enseñárselo para que pueda fijarse en su imagen
será el siguiente paso para recordar las estrategias que hemos ido em-
pleando a lo largo de los anteriores días. Posiblemente, Edredón le evocará
todas aquellas situaciones y pensamientos de superación que ha ido lo-
grando en los juegos de representación, durante la transformación de sus
miedos en imágenes divertidas, durante sus dibujos, su relajación… Es decir,
en todos aquellos momentos en los que ha estado junto a nosotros tran-
quilo y feliz. Recopilar las frases que verbalizaba durante el juego que le
servían para estar seguro de sí mismo, así como aquellas con las que le
animábamos y reforzábamos, le ayudará a disminuir los síntomas de ansie-
dad, a recordar sus logros y momentos de superación. Podemos animarle a
repetir esas frases tan positivas cuando recuerde imágenes o palabras que
le asusten.
Igual de funcional será el dibujo divertido que realizó de su miedo.
Sacarlo y mostrárselo le ayudará a recordar la transformación y el cambio
de concepto que dibujó de su temor. Comentar los rasgos divertidos y
curiosos de su pintura, así como animarle a guardarla en el edredón del
muñeco para mirarla cuando vuelva a sentir miedo, le ayudará a quitar im-
portancia a la imagen negativa de lo que teme.
Si tenemos cerca a Edredón, podremos decir a nuestro pequeño: ‘A él
le gusta meterse en su edredón de ovejitas, donde nadie le puede hacer
nada malo, y dormir durante toda la noche. Además, puedes meter tus
miedos dentro del edredón, donde no podrán salir’. Hacer como si metie-
ra sus miedos dentro del saco, o incluso, guardar dentro los dibujos de sus
miedos transformados puede ayudarle a dejar a un lado sus temores.
Tras las palabras y actos de calma que hemos llevado a cabo, podemos
informarle que le dejamos junto al muñeco para que duerma tranquilo
durante el resto de la noche. Decirle que nos puede llamar cuando nos
necesite, y ofrecerle la posibilidad de dejar a su lado un regulador eléctrico
que alumbre ligeramente la habitación, le dará seguridad.

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

Una de las dificultades que suelen tener algunos niños al sentir miedo
durante la noche suele ser el bajo control de esfínteres. Si el niño no con-
trola la orina durante la noche, tenemos que averiguar si se produce por
miedo a la oscuridad, por dificultad al controlar esfínteres, por enuresis
primaria o por otras causas. En caso de que las pérdidas se produzcan
como respuesta al miedo que siente por las noches, éstas deberían desa-
parecer cuando ayudemos al niño ante la dificultad emocional, cuando
aprenda a enfrentarse a su miedo y consiga dormir tranquilo. Para ello,
podemos empezar llevando a cabo los consejos que se ofrecen en este
libro. Aunque, no debemos descartar la visita al pediatra.
En caso de no tener miedos nocturnos, deberíamos analizar si las pér-
didas durante la noche pueden ser debidas a las dificultades comunes de la
edad del niño para retener y controlar esfínteres, o bien, a padecer enure-
sis primaria. El control de esfínteres se adquiere entre los 20 y 30 meses
desde el nacimiento. Durante los cinco primeros años puede sufrir pérdidas
por diferentes motivos, siendo algo puntual y controlado. No obstante, si el
niño sigue teniendo problemas de control de esfínteres, ya sea intenciona-
damente o de forma involuntaria, a una edad cronológica superior a los
cinco años con varios episodios semanales durante tres meses consecutivos,
y la dificultad afecta al desarrollo de su vida diaria y en otros campos del
día a día, deberíamos acudir a un profesional para que evalúe al niño, nos
asesore y descarte la presencia de enuresis por factores madurativos, neu-
rológicos, hereditarios, fisiológicos o socioemocionales.
Cuando le atendamos en estas situaciones, una vez cambiado y seco,
podemos ofrecerle el muñeco, ya que puede sentirse inseguro, culpable,
pequeño o inmaduro. Edredón puede ser un buen compañero durante
estas inseguridades. No obstante, nosotros deberíamos favorecer parale-
lamente esa seguridad a través de cercanía y aceptación.
A pesar de todas estas medidas, algunos niños lo siguen pasando mal
sin la compañía de sus padres. Dormir con él es una medida tomada fre-
cuentemente por los adultos ante estos casos. Hacerlo, en algunas ocasio-
nes, puede que no implique cambios en sus hábitos. No obstante, se
puede convertir en una costumbre por parte del niño, no alcanzando la
autonomía y confianza en sí mismo para enfrentarse a su dificultad. Por
ello, será mejor que le acompañemos cerca de su cama cuando no pueda
dormir e intentemos las estrategias comentadas en el punto 4 ‘Para acos-
tarle y despedirnos’.

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

Estar a su lado hasta que se duerma le podrá ayudar en las primeras


experiencias con mayor nivel de miedo. A medida que disminuyan sus lla-
madas, nos podemos ir retirando antes de que se quede dormido. Poco a
poco, con la luz apagada, podremos ir retirándonos de su cama. Inicialmen-
te, nos podemos sentar en una silla cerca de él/ella, o en su misma cama, e
ir alejándonos a medida que se tranquilice. Llegará un momento en el que
estemos situados en la puerta de la habitación, tan sólo para que pueda
escuchar nuestra voz cuando lo necesite. Cuando esté a punto de dormirse,
o una vez conciliado su sueño, podremos irnos. Noche tras noche, iremos
acortando los tiempos de separación de su cama, puesto que cada vez se
enfrentará más tiempo solo ante la oscuridad. Para que esto último ocurra,
tendremos que hacerle consciente de sus logros. La mañana siguiente
puede ser un buen momento para expresar nuestra alegría y reconocerle
el triunfo de haber dormido solo.
Si las llamadas durante la noche ocurren con bastante frecuencia, a
pesar de haber aprendido a superar sus temores, puede que esté inten-
tando expresar que nos necesita, aunque sea utilizando el miedo para que
estemos junto a él/ella. Debemos tener en cuenta que los niños necesitan
el cariño de sus padres, y querrán tenerlo cuando estén solos en su habi-
tación. Por ello, es muy importante que se sientan queridos y seguros día a
día. De esta forma, nosotros nos expresamos tal y como deseamos con
nuestro pequeño, a través de besos, abrazos, mimos, y él recibe esa seguri-
dad que tanto necesita para estar feliz y ser cada día más autónomo; lo
que le ayudará a dormir solo y superar adversidades.
Cabe decir que, si únicamente le atendemos de forma especial en las
últimas horas del día, o cuando nos llama porque tiene miedo, habrá más
probabilidad que emplee sus temores, pesadillas o sueños como estrate-
gias atencionales; mientras que, si le atendemos de igual manera en otros
momentos, el niño se sentirá seguro y querido en muchas situaciones, y no
necesitará llamar nuestra atención durante la noche sin haber sentido
miedo.
En algunas ocasiones, los adultos no atienden al niño pensando que le
van a malcriar o que se va a acostumbrar a que estén cerca en sus noches.
Si el niño llama a sus padres, ya sea porque tenga miedo o por llamada de
atención diaria, es porque necesita la cercanía de sus figuras de apego. En
el primer caso, seguramente, será para lograr algo de calma y tranquilidad;
y en el segundo caso, para que le presten la atención que necesita; aunque

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Miedos nocturnos ¿Qué puedo hacer?

sea inventándose que tiene miedo. Si es así, deberíamos analizar en qué


momentos del día le solemos atender y cómo lo hacemos, puesto que
necesita nuestra atención y se la estamos ofreciendo únicamente cuando
se siente indefenso ante la oscuridad. Por ello, deberíamos atenderle y
pasar momentos de calidad en diferentes situaciones del día, siendo más
frecuente nuestra dedicación y reconocimiento hacia vivencias y conductas
positivas que negativas.
En aquellos casos en los que decidamos no acudir a la habitación
cuando nos necesita, debemos saber que, seguramente, el niño busque
maneras de calmar su temor. En algunas ocasiones, aumentará el nivel de
voz para que le visitemos, su nivel de ansiedad ante la situación de indefen-
sión y la fuerza de su llanto. En otras ocasiones, buscará maneras de tran-
quilizarse, aunque si no le hemos enseñado a hacerlo, acudirá a encender
la luz, salir de la habitación, dormir con nosotros… Ante este tipo de
comportamientos, podemos pensar que nos está retando, que enciende la
luz o que sale de la habitación por mala conducta…, cuando, realmente, lo
puede estar haciendo al no tener más estrategias para combatir su miedo.
No obstante, puede que algunos niños no busquen maneras de calmar su
ansiedad y pasen un mal rato, puesto que no saben cómo tranquilizarse,
aumentando cada vez más el miedo que sienten.
En uno u otro caso, necesitan que le enseñemos pautas para enfren-
tarse a sus temores. Y lo conseguiremos, poco a poco, con mucho cariño
durante el día y la noche.

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Un último consejo
Miedos nocturnos Un último consejo

Para un niño, enfrentarse a sus temores puede implicar vivir un período


desconocido hasta el momento, ya que es muy posible que no tenga las
suficientes estrategias para lograrlo. No obstante, si esas estrategias se las
vamos facilitando con la mejor adaptación a sus necesidades e intereses, el
camino será menos complicado. Para ello, está Edredón, un compañero
durante el transcurso hacia su autonomía. Al principio, será un objeto de
interés que podemos emplear para enganchar con sus necesidades de
afecto, diversión y creatividad. Poco a poco, puede que lo incorpore en sus
vivencias más temidas en nuestra ausencia. A medida que le vayamos ofre-
ciendo diferentes pautas para enfrentarse a ellas, se sentirá más seguro/a, y
llegará el momento en el que no necesite ningún adulto ni ningún objeto
para apoyarse en esas situaciones difíciles. No hay que preocuparse, no
tendrá dependencia del muñeco, simplemente necesita un apoyo que le
recuerda a nosotros y a momentos de superación para confiar en sí mismo.
Cuando lo consiga (cada niño tiene unos tiempos y necesidades diferentes),
no necesitará tan cerca a su muñeco, él/ella solito/a tomará la decisión de
dejarlo en un buen sitio para poder ser utilizado en futuras ocasiones.
En todo momento, debemos respetar la decisión del niño en cuanto al
acompañamiento de Edredón. Si no quiere tenerlo cerca en alguna situa-
ción, es importante no obligarle. En la mayoría de los casos, los niños eligen
desde pequeños su objeto transicional; un peluche o una manta que le
acompaña ante las separaciones con el adulto, y que le evoca la cercanía, el
calor, el olor y la seguridad que le ofrece su vínculo de apego. Puede que el
niño tenga un objeto transicional antes de que el muñeco de Fluff aparez-
ca en su vida. Si es el caso, no debemos preocuparnos, varios muñecos
pueden compartir los cuidados y cariño de nuestro pequeño. Nosotros
podemos incluir a Edredón a través de los consejos anteriores, y él/ella
decidirá en qué momentos le servirá de más ayuda.
Seguramente, durante este periodo, hemos aumentado el tiempo de
atención hacia el pequeño y la calidad de las actividades realizadas. Es posi-
tivo continuar con muchas de ellas, convirtiéndose en rutinas (masaje, juegos
y aquello que nos conecte a nivel afectivo), puesto que querrá seguir siendo
atendido/a con mucho cariño y compartir momentos especiales junto a
nosotros.

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Ahora toca volver a jugar.

Ellos ya están preparados…

…sólo faltas tú.


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