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Universidad Santo Tomas de Aquino-

Facultad de Ciencias Jurídicas, Políticas y

Sociales.

“La misión de los gobernantes: como se forma un líder con

características populistas”

Alumno: Valdivieso Josías Xavier

DNI 38246042

Cód. UJ140728

Año académico: 2018


¿Cómo se forman un líder de carácter populista?

Los orígenes de los partidos modernos, nos lleva al conocimiento infinitud de

modos de participación y sobre todo estudio sobre el rol que cumplieron sus

líderes en la historia de su partido, el gobierno y la acción reformadora que

lograron conseguir. El actual Papa Francisco, por entonces Arzobispo Jorge

Bergoglio, hablo sobre el rol de los gobernantes y sobre todo los que tiene

responsabilidad política en la sociedad, dando una idea una relación paternalista

ligada al ejemplo de Jesús, por otro lado, hablo del acompañamiento y la

cercanía.

Luego comenzaría analizar una perspectiva sobre la creatividad individual y

colectiva. Dirá “nuestra historia está llena de encrucijadas, de tensiones y de

conflictos. Sin embargo […] la solidaridad y el trabajo forjaron una amistad

política de convivencia racial y social que marca nuestro estilo de vida. Los

argentinos supimos “ser parte”, sentirnos “parte de”, supimos acercarnos y

acompañarnos”

Siguiendo un poco el pensamiento expresado por el actual Papa, podemos

entender porque la iglesia se vio muy identificada por el primer gobierno

peronista. Pero los autores dirán que no fue solo por el hecho de que Perón vino

de un sector, el militar, con una relación estrecha con la iglesia. Surgieron dudas,

como. ¿el peronismo fue católico? O ¿la iglesia fue peronista? Como no es tema

de la monografía, vamos a cerrar el tema diciendo que las reivindicaciones

sociales propuestas por el peronismo y el modo de acción de gobierno,

coincidieron de gran manera con la Doctrina Social impulsada por la iglesia en


esos años. La conocida frase “Justicia Social” símbolo del discurso justicialista,

es acuñada mucho antes que Perón llegue al poder por un el sacerdote jesuita

italiano Luigi Taparelli en 1890.

Surgen algunas interrogantes como ser: ¿Cómo acompañar, ser cercano y

poder gobernar a la vez?

Al parecer si se puede, pero no de manera directa sino con una construcción

simbólica sobre el líder. Para comenzar a introducirnos en el tema vamos a tomar

algunas categorías de análisis la primera de ellas será el populismo.

Vamos a definirlo desde una visión clásica del mismo. Federico Finchelstein en

su libro del “Fascismo al Populismo en la historia”, dirá la siguiente frase. “Si la

democracia empieza en Atenas, el populismo democrático moderno empieza en

Buenos Aires”. El autor nos plantea que el populismo moderno es un hijo del

fascismo, este es un hijo inesperado del mismo, es la evolución a la participación

democrática de los mismo. Para justificar tal afirmación, buscara los puntos en

común de uno con el otro.

“Pueblo, Líder y Nación”. Es una triada en que se cimientan los movimientos

fascistas y populistas, pero la gran diferencia radicara en el rechazo de los

“populistas” a la violencia que definió al fascismo como ideología y practica del

poder. El fascismo presentaba rasgos que podríamos llamar populistas en la

actualidad, lo que provoco muchas veces evocar que ciertas conductas de los

gobiernos populistas son prácticas netamente fascistas. Otro rasgo similar va a

ser la idea de un todo no representado en la idea homogeneizadora de una

nación que es la comunidad social del pueblo. Peter Fritzche, dirá que el caso
alemán, el objetivo era la materialización de una “comunidad popular” o

“Volksgemeinschaft” pero esta unidad descansaba en la violencia y la exclusión.

La retórica del “pueblo” prevalece como característica de fascistas y populistas.

Se mostraron como formas de responder a los reclamos sociales antes no

satisfechos.

Haciendo foco, sobre el fascismo vamos a decir que:

Surge como una reacción contra el legado del Iluminismo. Rechazaba la

democracia liberal y la sustituyo por la dictadura. Estas dictaduras se fundaban

en el líder como persona que encarnaba a la nación y al pueblo.

El líder no atacaba directamente al capitalismo, sino a ciertas formas de él que

según los fascistas habían ignorado las necesidades del pueblo. Los fascistas

españoles declaraban repudiar el sistema capitalista ya que este se desentendía

de las necesidades populares y deshumanizaba a la propiedad privada.

Aquí podríamos hacer una pregunta como ¿los fascistas querían “justicia

social” para el pueblo y la nación?

Analizando su retórica vemos una clara mezcla entre el pueblo y la nación por

lo cual los hacia concebirse como “auténticamente populares”, según un fascista

como Carlos Costamagna, bajo el fascismo el pueblo dejaba de ser una “masa

amorfa”. Una idea que con ellos el pueblo pasaba a tener un carácter, una forma,

pasaban a ser algo.


El rol del líder aquí es clave, ya que este pasa a ser la encarnación de las

tradiciones y su decisión no era individual, sino que a través de él era la decisión

del pueblo.

Gustavo Barroso, fascista brasileño, explica que este modo de gobierno

combinaba la defensa de Dios, la familia y la propiedad con la justicia social, en

contra del capitalismo y el comunismo internacional.

Ahora, llamar fascismo al populismo suele llevar a confundir ideas y contextos.

Pensar que el fascismo es un populismo nos permite identificar conexiones

importantes entre los mismos, sobre todo las estrategias y las concepciones

populares, es importante también distinguirlos. La mayoría de los autores latinos

nos subrayaran una diferencia entre fascismo y populismo. Todos coincidirán

que, en la postguerra, los regímenes en Latinoamérica inaugurarán una forma

nueva y moderna de populismo.

El populismo moderno, presenta el modelo dicotómico de pueblo-anti pueblo

que va a definir las relaciones políticas, también la idea de homogenizar al

pueblo.

Juan Domingo Perón, será el referente del populismo moderno de posguerra,

los líderes populistas sostenían que solo ellos podrían hablar en nombre del

pueblo y protegerlo de sus enemigos, concretamente del anti pueblo. Perón no

quería reemplazar el sistema de representación electoral, ni tampoco eliminar el

sistema multipartidario, al contrario del fascismo. Los procesos populistas de

homogeneización del pueblo se limitan a la creación de una retórica de su pueblo


y se abstienen de las prácticas de violencia extremas. No es tan radical a la hora

de marginalizar a los “enemigos del pueblo”.

La clave del populismo va a estar en las elecciones como fuente de legitimidad,

pero la idea homogeneizadora de pueblo del populismo promueve la intolerancia

dentro de la democracia. Habrá sectores de personas cumplirían el rol de votar

a los anti pueblo, tratando que este grupo siempre sea una minoría.

Ernesto Laclau como autor de la teoría actual del populismo. En su libro La

razón populista. Sostiene que el populismo aparecía en distintas épocas y

lugares. Sugiriendo que el fascismo era solo una experiencia populista entre

muchas otras. Para Laclau, el fascismo es populismo. Para decir esto analiza

que el fascismo apareció en un contexto democrático, el fascismo lucia formas

populistas mientras era parte de la oposición, pero no cuando era un régimen de

gobierno. Se criticará esta posición de Laclau, consideradas peligrosas al

conectar de una manera tan fuerte al fascismo y el populismo.

El populismo, va a tratar de mostrarse de izquierda, pero tiene un fuerte

componente en tendencias profascistas.

Perón va a presenta una forma de populismo con representación democrática.

Surgiendo de las ruinas dejadas por el fascismo, este nuevo populismo ocuparía

el centro de la escena y conquistaría y conservaría el poder. Se alejó de la

necesidad de la dictadura totalitaria y la violencia para conservar el poder.

El populismo moderno es la transformación posfascista en encarrilar la

experiencia fascista por la vía democrática.


La guerra fría, va a marcar el inicio del proceso populista moderno, tomando a

Juan Domingo Perón o a Getulio Vargas, en Brasil. Podemos observar que sus

gobiernos no traían una respuesta revolucionaria a los tiempos que se vivían,

sino que era la respuesta al proceso mundial que se vivía, teniendo en cuenta

que el Gral. Perón, tuvo participación política en dictaduras y su formación militar

era prácticamente italiana. No podemos dejar de relacionar su formación con los

rasgos “fascistas” que se ven en su populismo.

Todo lo que sucedió antes de 1945, fueron formas de populismo pero que, en

su marco histórico, no responden al populismo moderno producto del fascismo.

Desde 1945 en adelante podemos observar cuatro etapas muy diferenciadas.

1) El populismo clásico. El peronismo argentino estuvo a la vanguardia de

este populismo, pero también abarca la segunda etapa del varguismo en Brasil,

el gaitanismo en Colombia y el periodo de José María Velasco Ibarra en Ecuador.

2) El populismo liberal. Encabezado por Carlos Menem, Fernando Collar de

Melo en Brasil, Abdala Bucaram en Ecuador, Alberto Fujimori en Perú y Silvio

Berlusconi en Italia.

3) El populismo neoclásico de izquierda. Las administraciones Kirchner en

Argentina, Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, Rafael Correa en

Ecuador y Evo Morales en Bolivia. Así como partidos populistas neoclásicos de

izquierda europeos como Podemos en España y Syriza en Grecia.

4) El populismo neoclásico de derecha y extrema derecha. De la extrema

derecha peronista de los años 70 al predominio de movimientos y líderes

actuales que mayormente están en la oposición europea pero también pueden


acceder al poder en países como Estados Unidos, Filipinas y Guatemala, así

como en las coaliciones de poder como las de Austria, Italia y Finlandia. Estas

formas de populismo neoclásico también incluyen los orígenes de Recep Tayyio

Erdogan en Turquia y Viktor Orban en Hungría. Las formas de populismo

neoclásico de derecha y extrema derecha en la oposición incluyen al UKIP en

Inglaterra, el Frente Nacional en Francia, la extrema derecha en Grecia y los

movimientos liderados por la xenofobia de Paulinen Hansos en Australia.

Entonces ¿Cómo se constituye el liderazgo en las democracias populares?

El líder popular, tiene características mesiánicas, primera postuladas por el

mismo a través de su discurso y retórica. Pero en un segundo momento hay una

construcción simbólica alrededor del mismo. Debemos detenernos analizar

cómo se produce este fenómeno en la sociedad, en las páginas anteriores vimos

un poco de la evolución histórica de estas formas de gobierno populares y

tratamos de diferenciar al fascismo del populismo moderno, encontramos los

puntos que las diferencian y las características que comparten. El líder será una

de los caracteres más fuertes que van a compartir. Aquí el líder no es solo un

conductor de partido sino es más que ello, para esto podemos hablar de Perón

y Héctor José Campora, los años 70 Campora era apodado por los seguidores

del peronismo como “el tío”, ya que el Gral. Perón era el padre. Aquí vemos como

la construcción paternalista está ligada al líder y no a sus seguidores, que pasan

a ser compañeros. Otras afirmaciones podemos usar de ejemplo para este

fenómeno algunas de ellas como “Perón es igual a Pueblo” o “la nación será

peronista o no será”. Pero debemos aclarar o al menos preguntarnos, ¿cómo


Perón llego a ser el pueblo?,¿esta construcción viene desde el mismo líder o es

un efecto relacionado con un nivel de lealtad que lleva a generar una relación

paternalista, de alguien que te cuida, protege, es cercano a vos y sobre todo te

conoce y sabe sus problemas?

A respondernos, vamos a usar a Pierre Bourdieu para explicar la formación del

Poder Simbólico para observar cuales son los aspecto formadores y

estructurantes del líder.

Los sistemas simbólicos (arte, religión, lengua) como estructuras

estructurantes

Lo primero que vamos a decir es que el poder simbólico es, en efecto, ese poder

invisible que no puede ejercerse sino con la complicidad de los que no quieren

saber que lo sufren o que lo ejercen.

La tradición neokantiana (Humboldt-Cassirer o, variante americana, Sapir-Whorf

para el lenguaje) trata a los diferentes universos simbólicos, mito, lengua, arte,

ciencia, como instrumentos de conocimiento y de construcción del mundo de los

objetos, como “formas simbólicas”, reconociendo, como lo señala Marx el

“aspecto activo” del conocimiento. Para polarizar esto a los líderes populistas

vamos a referirnos a uno de características marcada de estos movimientos, la

de autoproclamarse como el pueblo y todo lo que implicar ser “el pueblo”, que es

llevar consigo la tradición, la cultura, el lenguaje y las manifestaciones artisticas.

Observando con más profundidad las acciones de gobierno del peronismo, nos

sorprendería como utilizo la música del Folcklore para imponerla como la música

tradicional argentina, como así también el uso de los deportes populares como
propaganda gubernamental. Escuchar los discursos populistas nos ayuda, a

entender la importancia del lenguaje en su retórica, las palabras elegidas no son

al azar, sino que generan un sentimiento de pertenencia y va formando

indirectamente al anti pueblo que pasara a ser el enemigo en épocas de

democracia. En palabras de Oslak, serian modos de penetración del estado en

la sociedad. Podríamos referirnos a esto como producciones simbólicas.

El poder simbólico es un poder de construcción de la realidad que tiende a

establecer un orden gnoseológico: el sentido inmediato del mundo (y, en

particular, del mundo social) supone lo que Durkheim llama el conformismo

lógico, es decir “una concepción homogénea del tiempo, del espacio, del número,

de la causa, que hace posible el acuerdo entre las inteligencias”.

El poder simbólico como poder de constituir lo dado por la enunciación, de hacer

ver y de hacer creer, de confirmar o de transformar la visión del mundo, por lo

tanto el mundo; poder casi mágico que permite obtener el equivalente de lo que

es obtenido por la fuerza (física o económica), gracias al efecto específico de

movilización, no se ejerce sino él es reconocido. Esto significa que el poder

simbólico no reside en los “sistemas simbólicos”, sino que se define en y por una

relación determinada entre los que ejercen el poder y los que los sufren, es decir,

en la estructura misma del campo donde se produce y se reproduce la creencia.

Lo que hace el poder de las palabras y las palabras de orden, poder de mantener

el orden o de subvertirlo, es la creencia en la legitimidad de las palabras y de

quien las pronuncia, creencia cuya producción no es competencia de las

palabras.
Para ir cerrando, vamos a decir que el líder sin la contribución del poder simbólico

no lograría llegar a establecer el orden necesario para gobernar, en los

populismos modernos, vamos a ver que la construcción de este líder se da desde

momentos previos a llegar al poder, a través de los discursos en campaña y sus

promesas de campaña, que buscan una clara visión popular en sus posibles

acciones. Aduciendo a la justicia social y subrayando los malestares sociales

como un método para la cooptación de votos. Así el líder crea una visión

individualista y mesiánica sobre su persona, que es presentada como la

salvadora. Estos métodos los utilizaron populistas de derecha y de izquierda.

Una vez en el poder van a poder obtener la capacidad de producción de

intelectual, a lo que nos referimos con eso es que como gobierno va a poder

hacer uso de los medios de comunicación masiva del estado y también a la

producción cultural e histórica del momento. Para ejemplificar esto podemos ver

como el Gobierno de Cristina Kirchner reivindicaba el Día de la Soberanía

Nacional el 20 de noviembre. Cual era acorde a la retórica del gobierno del

momento y una forma de construcción simbólica donde el gobierno de mostraba

defensor de la nación ante los interese internacionales. En el mismo cause

podemos recordar el discurso en contra de los llamados “fondos buitres”. Aquí

se exacerbaba el sentimiento nacionalista.

Así vemos que el rol del líder populista no cambio mucho con el paso de los

años, la táctica parece seguir siendo eficiente, solo que al pasar los años la

construcción del líder en si es más compleja, se empieza a descreer en el

individualismo. Pero, aun así, el uso de la retórica, la búsqueda de un enemigo,

ponerse el contra de los anti pueblo, siguen siendo las estrategias de los
populismo para llegar al poder y desde ahí buscar afirma el poder a través de los

mecanismo simbólicos. Las interrogantes que nos deja este breve análisis es,

¿el populismo es una forma de gobierno enraizado en la sociedad y llegar al

poder sin hacer uso de ella es casi en imposible en una sociedad como la

argentina? Y desde aquí, ¿este modo de gobierno lo impulsa la sociedad o un

líder populista? Teniendo en cuenta que hoy en día Mauricio Macri, hizo uso de

caracteristas y métodos populistas para llegar al poder, pero no se forma en si

como un líder mesiánico.

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