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Biografía: José Guich Rodríguez

Nació en Lima en 1963. Estudió Literatura en la Pontifica Universidad


Católica del Perú (PUCP), donde se graduó en 1990 con una tesis sobre
Juan Rulfo y obtuvo la licenciatura ese mismo año. Durante 1992 y 1995
vivió en Argentina gracias a una beca de perfeccionamiento otorgada por
el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de ese país.
Su investigación se centró en la obra del novelista mexicano Fernando del
Paso.
Se ha desempeñado como periodista y crítico en diversos medios
peruanos, como el diario La República y el semanario Caretas. Escribe la
columna “Desencantos” para la revista virtual de literatura El Hablador.
Ejerce actualmente la docencia en las universidades del Pacífico, donde
conduce, además, desde 2001, el Taller de Narrativa y en la de Lima.
Aportes:
Es autor de los libros de relatos Año sabático (Lima, San Marcos, 2000) y El
mascarón de proa (Lima, Mesa Redonda, 2006). Con Carlos López
Degregori y Luis Fernando Chueca publicó el libro de ensayos En la
comarca oscura: Lima en la poesía peruana 1950-2000 (Lima, Universidad
de Lima, 2006), y con Alejandro Susti Ciudades ocultas. Lima en el cuento
peruano moderno (Lima, Universidad de Lima, 2007). Relatos suyos
figuran en las antologías Estática doméstica. Tres generaciones de
cuentistas peruanos (México, UNAM, 2005) y El cuento peruano 1990-
2000 (Lima, Ediciones Copé, 2001). Ha publicado cuentos en las revistas
Lienzo, Umbral, Mesa Redonda, Ajos & Zafiros, Los Noveles y Velero 25,
entre otras.
Investigación de la escritura china:
La invención de la escritura china se atribuye a Fu-Shi, emperador legendario que vivió hace 5
milenios. En esta pintura del siglo XIII aparece el mítico personaje con los 8 Trigramas dispuestos
en círculo, según un esquema centrífugo, para formar un octógono. Esos 8 trigramas serían la
base de la escritura china. Se escribía sobre el hueso de un animal o la concha de una tortuga, y
se practicaba un orificio, que se calentaba hasta que irradiaban una serie de grietas. Los
ejemplos más antiguos de caracteres chinos aparecen en restos arqueológicos como los huesos
oraculares y caparazones de tortugas que se utilizaban con fines adivinatorios en la época de la
dinastía Shāng (商) en el II milenio a. de C.

La única alteración importante en el sistema de caracteres desde la antigüedad hasta nuestros


días se produjo en la segunda mitad del siglo XX cuando el Gobierno de la República Popular
China introdujo los caracteres simplificados. La simplificación de caracteres fue una de las
consecuencias del afán reformista que afectó a la turbulenta vida política china del siglo XX. Ya
en la primera mitad del siglo pasado el idioma escrito había sido objeto de la reforma que dio
lugar al mandarín estándar, pero muchos reformistas consideraban que los cambios debían ir
más allá y que el sistema de escritura basado en miles de caracteres condenaba a China al atraso
debido a la enorme dificultad de su aprendizaje.

En 1956 y 1964 se publicaron dos listas de caracteres que pasaban a ser escritos con un número
menor de trazos. A los nuevos caracteres de 1956 y 1964 se les conoce como la primera tanda
de caracteres simplificados. En 1978, se publicó una nueva lista de caracteres modificados, la
llamada segunda tanda de simplificaciones, que sería abolida en 1986, cuando se publicó la
última lista oficial de caracteres simplificados que volvía al listado oficial de 1964 con muy leves
modificaciones.

En la prensa y publicaciones actuales en la China continental, el uso de los caracteres


simplificados es obligado por ley y es prácticamente universal. La situación es diferente en los
territorios de lengua china que no han estado bajo la autoridad del gobierno de la República
Popular. Las diferentes actitudes frente a los caracteres simplificados revelan que se trata de
una reforma muy controvertida, que afecta a una de las señas de identidad cultural más
arraigadas en la conciencia del pueblo chino y que llega a despertar actitudes muy enconadas.
En los últimos años, la creciente libertad de expresión en la China continental ha reabierto el
debate sobre la simplificación y se han producido algunos llamamientos a la recuperación del
sistema tradicional.

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