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¿Que es reconquista?

Una reconquista implica la recuperación de aquello que era propio o que ya había sido conquistado y por alguna
razón se perdió. Juan está tratando de reconquistar a su ex mujer luego de la separación que los mantuvo alejados
durante varios años.
Y por otra parte, el término reconquista se emplea para referirse al proceso histórico en el cual los reinos
cristianos de la península ibérica se propusieron retomar el control peninsular que había caído en manos de la
cultura musulmana. Su inicio tuvo lugar en el año 722 y finalizaría unos cuantos años más tarde, en 1492, con la
caída del reino Nazarí, último bastión musulmán, en la ciudad española de Granada.
Como se desprende fácilmente de conocer la enorme cantidad de años que les llevó a los españoles la famosa
reconquista, el avance de los reinos cristianos nuevamente en la península Ibérica fue un proceso lentísimo,
complejo y además discontinuo en el tiempo por diferentes situaciones, así, entonces, se alternaron períodos de
expansión profunda con otros tantos de estabilización de las fronteras, algo que tampoco había que descuidar sí
se quería lograr el cometido.
Asimismo, los propios reinos sufrieron diferentes reacomodamientos internos que también contribuyeron a la
mencionada lentitud del proceso de reconquista, aunque no solo en la parte española tenían lugar las
mencionadas reorganizaciones sino que también en el bando contrario, el musulmán, sufriría las propias,
demorando y complicando los avances.
Por otra parte, otra cuestión de peso que influiría directamente en la tardanza serían los continuos conflictos y los
débiles pactos que se generaban entre los reinos cristianos.
Reconquista ibérica
La Reconquista es como se conoce el periodo que media entre el final de la expansión árabe en la Península
Ibérica, y la caída del Reino de Granada en 1492.
La fecha de inicio es discutible, puesto que para unos podría ser fijada tras la batalla de Poitiers de 732, en la cual
las tropas francas de Carlos Martel frenaron la invasión musulmana del Reino Franco, o bien en 718, cuando se
inicia la reconquista del reino de Asturias.
En cualquier caso, queda claro que el periodo histórico de la Reconquista empieza poco después de la fulminante
conquista musulmana de la Península Ibérica.
La Península Ibérica supone, para la cristiandad, uno de los dos frentes abiertos contra el islam, siendo el otro la
contención del avance sobre el Imperio Bizantino.
El problema de la Reconquista es que los reinos que la llevaron a cabo no eran el conquistado reino Visigodo,
aunque buscaban legitimar su posición de herederos de aquel.
La realidad socio-política del reino Visigodo, en el cual los visigodos eran una élite reinante sobre una población
en su mayoría todavía heredera de la tradición cultural romana, lo cual llevaba a un trato de conquistadores a
conquistados.
Ese sería el motivo por el cual las poblaciones locales habrían facilitado la conquista islámica a cambio de estar
sometidos a un poder menos opresor que el de los visigodos y, con el tiempo, la simbiosis cultural habría dado
paso a una sociedad unificada en el campo islámico.
Ante ello ¿no sería más lícito hablar de conquista que de reconquista? Si bien la historiología se ha decantado
tradicionalmente por la reconquista, en tiempos más modernos se está revisando el concepto y muchos autores
apuestan por hablar de conquista.
Mientras el Califato fue fuerte, los reinos cristianos se mantuvieron a la defensiva y sobreviviendo, con muy
pocas acciones ofensivas contra el cohesionado reino musulmán.
Fue la división del Califato en numerosos reinos de taifa, pequeñas entidades que, sumadas, no disponían de todo
el poder que tuvo el Califato antaño, lo que provocó que los reinos cristianos pudieran pasar a la ofensiva y
empezar a reconquistar terreno.
También se ha discutido si fue una lucha religiosa desde el principio, o bien si este fue un factor secundario que
no se volvió más importante hasta más entrado el proceso de reconquista.
Lo cierto es que hubo muchas alianzas entre reinos de ambos lados de la frontera que separaba el islam de la
cristiandad en la Península Ibérica, algunas veces cristianos y musulmanes para atacar a otros cristianos o bien
otros musulmanes. Ya se dice que la política (y otros intereses) llevan a juntar extraños compañeros de cama...
La “resistencia” cristiana ante la invasión y el posterior proceso de reconquista se inicia en dos escenarios
diferenciados: la cornisa cantábrica y los Pirineos.
En el primero, el protagonismo se lo llevan los visigodos, que podrán mantener una estrecha franja de territorio
“libre” (con las consideraciones anteriormente vistas que merece la palabra) en el norte, y en el segundo caso
serán los francos, que empujarán desde el norte, atravesando los Pirineos y estableciendo zonas de control para
impedir la invasión de su reino (caso de la famosa Marca Hispánica, que posteriormente dará lugar a diversos
reinos, como el de Aragón o los condados catalanes).
En el foco cantábrico, más concretamente en los que a posteriori se convertiría en el reino de Asturias, es Don
Pelayo, un noble visigodo, quien se rebela contra los musulmanes, consiguiendo en el 722 la victoria en la batalla
de Covadonga, citada por algunos estudiosos como el punto de inflexión y, por lo tanto, de inicio para la
Reconquista.
A partir del reino de Asturias, y con el tiempo, se formarían los que estaban llamados a ser los futuros reinos
peninsulares: Castilla, León, o Portugal, que irían evolucionando a medida que el avance cristiano permitía a
algunos de ellos expandirse hacia el sur.
Un poco más de dos siglos median entre el inicio de la “resistencia” cristiana, y los primeros avances
significativos en territorio del islam.
La Reconquista no fue un proceso continuo, sino que comprendió períodos de paz y otros de enfrentamiento,
normalmente escaramuzas fronterizas que involucraban ejércitos particulares, algunos mercenarios y gentes
locales.
En este contexto, excepciones como la Batalla de las Navas de Tolosa se sitúan como enfrentamientos entre
grandes contingentes de tropas.
Paralelamente al proceso de gradual reconquista, y mientras los dominios islámicos se fragmentan y menguan,
los reinos cristianos se consolidan.
Ello también conlleva la construcción de nuevas estructuras político-sociales y su cimentación.
Hacia mediados del siglo XIV, en la península existen los reinos de Portugal, Castilla y León, Navarra y la
Corona Catalano-Aragonesa (una confederación de cuatro estados independientes pero unidos por una misma
dinastía reinante y por intereses comunes).
A estos, se les oponía en el sur el Reino de Granada, último bastión musulmán en la península.
La rematada definitiva del Reino de Granada vendría en 1492 por las armas de Castilla, pero sólo después de
haber conseguido la unión dinástica con la Corona Catalano-Aragonesa.
En tiempos más modernos se ha idealizado tanto la llamada España musulmana como la Reconquista en sí.

La primera, para sectores más progresistas de la sociedad, como un edén de tolerancia religiosa, política y
cultural (cierto es que lo era más que los reinos cristianos, pero en absoluto homologable a una sociedad
moderna, abierta y tolerante), mientras que la Reconquista ha sido encumbrada por los sectores nacionalistas
españoles, que ven en este proceso el inicio de la unión de lo que acabará siendo España, valorando por encima
de las demás la tarea del reino de Castilla y León.
AVANCES DE LA RECONQUISTA IBÉRICA

1. La Iberia prerromana (1000-218 a. C.)


Alrededor del año 1000 a.C. se puede establecer una primera división de los pueblos que habitan en la Península
Ibérica:
1) La Meseta interior y el Norte, ocupada por migraciones de pueblos indoeuropeos procedentes de Europa
Central (celtas en su mayor parte)
2) El Levante (la costa mediterránea de España) y el Sur, especialmente los valles de los ríos Guadiana y
Guadalquivir fueron ocupados por pueblos Íberos en un primer momento y desde el 800 a.C. se establecieron en
la zona colonizaciones de diversos pueblos que procedían del Mediterráneo Oriental (fenicios, griegos,
cartagineses y romanos, como veremos)
1.2. Las migraciones indoeuropeas.
A partir del 800 a.C. entran en la península por los Pirineos procedentes de las llanuras de Europa Central
los pueblos indoeuropeos. Son comunidades pastoriles, y guerreras que conocen la metalurgia del hierro.
Ocuparon el norte de la Península y la Meseta. Se mezclaron con los pueblos indígenas y formaron diversos
pueblos conocidos como celtas, aunque sin perder sus rasgos indoeuropeos.
Los celtas: Ocuparon el norte y centro de la Península. Procedían del centro y este de Europa. Eran tribus poco
avanzadas social y tecnológicamente, pero muy guerreras (como veremos, a los romanos les costó muchísimo
dominarlas militarmente). Se agrupaban en poblados, llamados castros que estaban fortificados pero no
urbanizados. La base económica era la ganadería (ovejas y vacas), excepto la de los pueblos que habitaban la
Meseta, que era la agricultura (trigo). Conocían la metalurgia del hierro, destacando en la fabricación de
instrumentos de trabajo y armas. No tenían lengua escrita. A pesar de sus limitaciones, llama la atención su
magnífica joyería.
Los celtíberos: En el alto valle del río Duero, entre la España celta y la ibera, estaban los celtíberos. Estos
pueblos, con ciudades como Numancia (cerca de Soria) fueron el resultado de la mezcla entre los celtas del norte
y los íberos, de la que se beneficiaron. Conocían el urbanismo y fabricaban una bella cerámica con formas y
decoración muy originales. Su economía, muy pobre, les obligaba a luchar contra los pueblos vecinos o a
ponerse al servicio de otros pueblos como soldados mercenarios.
1.3. Las colonizaciones mediterráneas
Por el sur y el levante estaban ocupadas por diferentes pueblos Iberos. De origen desconocido, las teorías más
aceptadas apuntan a una procedencia del norte de África. Sus rasgos generales: se organizaban en torno a la
monarquía. Vivian en ciudades estado fortificadas y urbanizadas, y, con frecuencia, enemigas entre sí. Se
dedicaban a la agricultura, ganadería y comercio. Su industria metalúrgica alcanzó gran perfección. Hacia el 250
a. C. por influencia griega desarrollaron una economía basada en la moneda. Destacó la poderosa monarquía de
los turdetanos (en Andalucía occidental). Como hemos dicho antes, se mezclaron en la zona de la Meseta con los
pueblos del norte, formando comunidades celtíberas.
Las migraciones procedentes del Mediterráneo Oriental vienen atraídos por la riqueza de la zona en minerales
de oro, plata, y cobre y por las posibilidades comerciales que ofrecía la presencia del mar. Por orden cronológico,
las diferentes colonizaciones que se suceden son las siguientes:
1) Los fenicios: Formaron una poderosa comunidad en la zona costera del sur y sureste peninsular. Llegaron
procedentes de Tiro (en el Líbano) con la intención de explotar las posibilidades comerciales de la zona, rica en
materias primas. Hacia el siglo X a.C. ya habían fundado la ciudad de Gadir (Cádiz) (1104 a. C.) A continuación
establecieron otras colonias mercantiles, como las de Malaka (Málaga) y Abdera (Adra). Todas ellas se
organizaban como ciudades-estado y prosperaron gracias al comercio con el mediterráneo oriental por cuyo
monopolio lucharon con los griegos. Explotaron los minerales procedentes de las ricas minas en Andalucía
(plata, oro, cobre…), así como estaño que obtenían del oeste y norte peninsulares. Además del comercio de
metales, se dedicaron además a la pesca y los textiles.
2) Los griegos: Llegaron a la Península hacia las mismas décadas y por las mismas motivaciones qie los fenicios.
Se asentaron en la costa oriental (Rosas, Denia y Ampurias) y meridional. Su influencia fue grande para los
pueblos indígenas de la costa oriental; ademas dejaron un importante legado en arquitectura (veasé las ruinas de
Ampurias), en la cultura y en el arte.
3) Los cartagineses: Cuando los asirios conquistaron la ciudad de Tiro, a comienzos del siglo VII a. C., las
colonias fenicias de occidente pasaron a depender de Cartago. Los cartagineses ocuparon las colonias fenicias y
fundaron otras nuevas en Ibiza y en otros centros en la costa sur de la península.
Cartago había sido derrotada por Roma en el año 241 a. C. en la Primera Guerra Púnica, lo que tuvo importantes
consecuencias para la Península: los cartagienses tuvieron que renunciar a sus posesiones en Sicilia, Córcega y
Cerdeña y para compensar estas pérdidas, decidieron extender sus posesiones en la Península Ibérica. Cartago
conquistó Andalucía y Levante, impulsó la explotación económica –agricultura, pesca y minería –y fundó nuevas
ciudades como Cartago Nova (Cartagena). La colonización cartaginesa influyó poderosamente en la religión,
cultura y arte de la población indígena y en especial en el uso de la escritura.
2. La Hispania romana
Los romanos son el primer pueblo que logra dominar militarmente toda la Península Ibérica, que pasa a forma
parte del Imperio Romano. Llamaron al nuevo territorio Hispania (de ahí proviene el nombre de España) y,
durante los seis siglos de dominación romana, dotaron a los pueblos indígenas de la Península de una nueva
lengua, costumbre, religión y ley. A este proceso se le conoce como Romanización y su legado llega hasta
nuestros días.
2.1. La conquista de la Península por Roma

La dominación romana de la península fue consecuencia de la larga rivalidad entre Roma y Cartago por el
control del Mediterráneo Occidental. Los romanos también tenían enclaves comerciales en el litoral del
mediterráneo español y cuando el general cartaginés Aníbal atacó en el año 219 a.C. la ciudad hispana de
Sagunto, aliada de los romanos, éstos declararon la guerra a Cartago: se iniciaba así la Segunda Guerra Púnica
(218-202 a.C.). Aníbal con un potente ejército decidió atravesar los Pirineos y los Alpes e invadir Italia hasta
llegar a Roma. Los romanos reaccionaron trasladando la guerra a la Península Ibérica. La estrategia de Roma fue
sorprendente. Además de intentar frenar al ejercito de Anibal en Italia, decidieron atacar la Península Ibérica para
cortarle la principal vía de llegada de recursos materiales y humanos. El plan funcionó y Anibal se vio obligado a
regresar para defender sus posesiones hispánicas sin lograr llegar a Roma. La guerra continuó y el ejército
romano conquistó Cartago Nova en el 209 y Gadir en el 206. Con esta última derrota, los cartagineses fueron
expulsados de la península y en el año 202 a. C. los romanos al mando de Publio Cornelio Escipión derrotaron a
los cartagineses dirigidos por Aníbal en Zama (África) y destruyeron Cartago. La segunda Guerra Púnica
terminó, pues, con la victoria total de Roma.
2.2. La romanización
La conquista de la Península Ibérica le llevó a Roma más de 200 años. Fue un proceso muy lento e incluso
algunas zonas del norte peninsular nunca fueron dominadas.
Paralelamente a la conquista se realiza la romanización de la península, es decir, su integración en el sistema
político, social, económico, cultural e ideológico romano.
Este proceso no afectó a todas las zonas de la península de igual manera. La romanización fue más intensa y
rápida en las regiones con mayor cultura: Andalucía y el litoral mediterráneo de la Península; las zonas de la
Meseta interior se romanizaron más lentamente; y las áreas más atrasadas del norte (la zona cantabro-pirenaica),
como hemos dicho, apenas fueron dominadas y, en consecuencia, tampoco romanizadas.
Pero, ¿en qué consistió la romanización? ¿que significa?. Pues bien, fue un proceso civilizador por el que un
pueblo (los romanos) impone su forma de vida a una población sometida (los pueblos peninsulares). Los rasgos
que marcan la romanización son:
1) El latín sustituyó a las lenguas indígenas excepto al euskera (la única lengua prerrománica que ha llegado
hasta nosotros).
2) Se adoptó el sistema social romano, basado en la familia patriarcal.
3) Se extendió el sistema económico romano basado en el trabajo de los esclavos y en el uso de la moneda.
Hispania se convirtió en una importante fuente de recursos para los romanos:
a) Se modernizaron la agricultura y la explotación ganadera. Los romanos introdujeron nuevas técnicas que
mejoraron la producción: se introdujo el arado romano, el cultivo con barbecho y las modernas acequias para el
regadío (que siglos más tarde, por cierto, mejorarán los musulmanes). Los cereales, la vid y el olivo fueron los
cultivos principales. Destacaron los rebaños de vacas en el valle del Guadalquivir, los caballos en Lusitania
(Portugal) y las ovejas de la Meseta.
b) El principal objeto de atención de Roma fueron las minas hispanas: cobre en Huelva, plomo en
Cartagena, plata en Sierra Morena y Cartagena, y las de oro en Las Médulas (León).
c) La artesanía fue impulsada y se concentró en las ciudades.
d) La estabilidad política, la red de comunicaciones, la división del trabajo y la generalización de la moneda
(el denario de plata) favorecieron el comercio, que en los primeros siglos de dominación romana alcanzó una
extraordinaria importancia.
4) Las religiones indígenas se adaptaron a la religión romana y sus dioses. También se extendió el culto oficial a
Roma y al emperador. A pesar de todo, se conservaron con mucha fuerza los cultos indígenas durante el imperio.
Mas tarde, el cristianismo se extendió en Hispania como en el resto del imperio. En el siglo III ya existían
numerosas comunidades cristianas.
5) La creación de una amplia red urbana. La ciudad se convirtió en el centro religioso, cultural, administrativo y
comercial; y desde la ciudad se organizó la colonización y explotación del territorio, así como su control político
y militar. Se ampliaron las antiguas ciudades fenicias, griegas, cartaginesas e ibéricas y se fundaron nuevas
ciudades: Barcino (Barcelona), Tarraco (Tarragona), Caesaraugusta(Zaragoza), Hispalis (Sevilla), Emerita
Augusta (Mérida), Legio Septima Gemina (León), Pompeyo (Pamplona)…
6) Otro elemento de romanización fue el ejército. Las tropas romanas extendieron las ideas y costumbres
romanas. Muchos soldados romanos, después de su licenciamiento[1], permanecían en España como agricultores
y comerciantes. Los indígenas reclutados para las tropas auxiliares también se convirtieron en agentes de
romanización. El ejército, por otra parte, cumplió un papel importante en la romanización al participar en la
construcción de la red de carreteras que ponía en comunicación los centros urbanos de la península.
Hispania se convirtió en la principal provincia romana, la más rica, la que aportó a Roma sus mejores soldados e
infinidad de recursos. De hecho, los hispanos recibieron las ciudadanía romana, un privilegio que da fe de la
importancia que tuvo Hispania dentro del mundo romano.
Hispania también aportó hombres importantes de la enseñanza, la literatura y el arte. El filósofo Séneca, los
poetas Lucano y Marcial y el retórico Quintiliano nacieron en Hispania.
A finales del siglo I d. C. Hispania ya se había romanizado profundamente.
3. La Hispania visigoda
3.1. El reino visigodo de Tolosa (416-554)
En el 395 d. C. el emperador Teodosio dividió a su muerte el Imperio romano entre sus dos hijos: Occidente para
Honorio y Oriente para Arcadio. Mientras que el área oriental logró reorganizarse y sobrevivir durante mil años
más, la zona occidental no pudo resistir las invasiones de los pueblos germánicos.
En el siglo V finaliza dominio romano en la península y comienza una época muy importante que dura poco más
de dos siglos hasta la llegada de los musulmanes en el 711. Supuso la transición de la Antigüedad hacia la Edad
Media y la creación de una unidad política nacional: la España visigoda.
En el 409 Hispania sufre las invasiones de tres pueblos germánicos: suevos, vándalosy alanos que, después de
saquear el país, se establecen en él. El gobierno central romano, incapaz de frenar estas invasiones, utiliza los
servicios de un pueblo germánico aliado, los visigodos, para liberar Hispania de las invasiones. Los visigodos
entran en Hispania en el 416 y expulsan a vándalos y alanos, sólo la Gallaecia (Galicia) quedó en manos de los
suevos. Cumplida su misión se retiraron de la península para establecerse en el sur de la Galia (Francia), con su
capital en Tolosa (Toulouse), desde donde vigilan y protegen las tierras hispanas. Años más tarde, los francos,
pueblo germánico en proceso de expansión por las Galias, derrotan a los visigodos en Vouillé (507), y los
obligan a desplazarse hacia el sur, de manera que se trasladaron definitivamente a Hispania. Después de una
etapa de avance territorial hacia el interior de la península y de guerra civil, Atanagildo consigue establecer la
capital del reino en Toledo (554), aunque el nuevo estado todavía no está unificado.
3.2. El reino visigodo de Toledo (554-711)
El reino visigodo duró menos de dos siglos, pero, a excepción de un breve período de tiempo, nunca logró
dominar toda la Península. Las dificultades exteriores se complicaron todavía debido a dos problemas internos:
a) La monarquía visigoda, que era electiva (un grupo reducido de nobles elegía a su rey), casi siempre fue muy
débil. Al principio los reyes visigodos eran elegidos por una asamblea en la que estaban representados los jefes
de las principales familias aristocráticas. La sucesión al trono producía sangrientas luchas entre los nobles, que,
en ocasiones, solicitaban la ayuda de otros pueblos.
b) Era muy difícil el entendimiento entre los visigodos (unos 200.000) y la población hispanorromana (entre tres
o cuatro millones de habitantes). Los visigodos tenían el poder militar y la mayoría de las tierras. Las leyes,
diferentes para visigodos ( el código de Eurico) e hispanorromanos (el código de Alarico II), daban mayores
privilegios a los primeros. Además, la población hispanorromana era católica, mientras los visigodos eran
arrianos (seguían la herejía arriana).
Ante esta situación los visigodos, minoría dominante, optó por un modelo de colonización opuesto al de los
romanos:
En lugar de imponer su lengua, su religión, leyes y costumbres adoptaron las de la población nativa.
En el año 589 bajo el reinado de Recaredo se convirtieron al catolicismo.
La lengua de comunicación fue el latín clasico para textos oficiales y el latín vulgar para la comunicación con el
pueblo.

En definitiva, se asimilaron a lo que había y solo dejaron su influencia en algunos aspectos como el gran número
de palabras, normalmente del campo lexico de la guerra, que son de origen germánico.
En los últimos años del siglo VII y primeros del siglo VIII fueron constantes las guerras civiles. La monarquía
visigoda seguía siendo débil debido a las luchas por el poder. Las potencias extranjeras (bizantinos, suevos y
francos) participaban en estas luchas para apoyar a los rebeldes. La monarquía no podía dominar a los nobles,
que se rebelaban continuamente. Cuando murió el rey Witiza (710), los nobles formaron dos bandos, uno a favor
de los hijos de Witiza y otro seguidor del noble don Rodrigo, duque de la Bética. Cuando don Rodrigo fue
finalmente elegido rey, los partidarios de Witiza pidieron la ayuda de los musulmanes del norte de África para
derrotar a Don Rodrigo y recuperar el poder. Con la ayuda musulmana vencieron a las tropas del rey Don
Rodrigo en la batalla de Guadalete en el 711.
El problema fue que los musulmanes tenían otro plan: no se contentarían con la compensación por la ayuda
prestada sino que viendo la debilidad de los visigodos decidieron hacerse con el poder en todo el territorio, algo
que lograron con relativa facilidad. Comienza de este modo una nueva etapa en la historia de España. La
península pasó a llamarse Al-Andalus y la ocupación musulmana se prolongó durante casi ochocientos años.
Mapa De La Reconquista De La Península Ibérica
Conclusiones

 La reconquista supuso una gran determinación y unidad por parte de los reinos que si bien tuvieron sus
diferencias culturales que hasta el dia de hoy se mantienen fueron capases de unificarse para una causa
común y bajo el mandato de los reinos que ganaron la hegemonía.

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