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I.

CAPITULO I: CONCEPTOS GENERALES


1. DERECHO DE SUCESIONES: Trasmisión de los bienes de una persona
fallecida. En segunda acepción, el patrimonio trasmitido. Sucesión ab
intestato es la regulada por la ley en ausencia de testamento, y hasta en
contra de la voluntad del difunto.
El derecho de sucesión hereditaria, puede considerarse como aquella
parte del derecho privado constituida por el conjunto de normas que
regulan el destino que ha de darse a las relaciones jurídicas de una
persona cuando muere.

El derecho de sucesión hereditaria, puede considerarse como aquella


parte del derecho privado constituida por el conjunto de normas que
regulan el destino que ha de darse a las relaciones jurídicas de una
persona cuando muere.

El derecho de sucesiones o derecho sucesorio es aquella parte del


derecho privado que regula la sucesión mortis causa y determina el
destino de las titularidades y relaciones jurídicas tanto activas como
pasivas de una persona después de su muerte.

En la regulación de las sucesiones, se contemplan importantes aspectos,


tales como:
 Destino que se le van a dar a los bienes del difunto o causante. Se
determina el ámbito de actuación de la autonomía de la voluntad,
las normas imperativas que sean necesarias y las normas
dispositivas que suplirán la voluntad del causante, en caso de no
existir testamento.
 Requisitos de validez del testamento, con la finalidad de asegurar
que lo que aparezca en él sea realmente la voluntad del testador.
 Los trámites necesarios para el reparto del caudal relicto (bienes
hereditarios).

2. ARBITRAJE: Acción y facultad de resolución confiadas a un árbitro


(v.). Laudo o resolución que en tal procedimiento se adopta.
La LAM, establece que el sistema arbitarl es un mecanismo alterantivo
de solución de conflictos al cual las partes pueden someter de mutuo
acuerdo, las controversias susceptibles de transacción, existenetes o
futuras para que sean resueltas por los tribunales de arbitraje
administrado o por árbitros indepensientes que se conformen para
conocer dichas controversias.(Leye de arbitraje y mediación, 2016, art.1)

3. MEDIACION: Participación secundaria en un negocio ajeno, a fin de


prestar algún servicio a las partes o interesados. Apaciguamiento, real o
intentado, en controversia, conflicto o lucha. Facilitación de un contrato,
presentando a las partes u opinando acerca de algún aspecto. (OSSORIO,
Diccionario jurídico, 1°edicion electrónica).
La mediación es un recurso indispensable en los conflictos de familia
donde los choques de intereses, potenciados u originados en alteraciones
emocionales, suele llevar a las partes a litigios costosos en dinero, en
tiempo, y en dolor.

La mediación encuentra cobertura y protección en el ámbito de la


autonomía privada, porque la misma al incidir en la libertad individual
de las personas, en la ordenación de la vida privada de las personas, se
proyecta en las relaciones jurídicas civiles y familiares, reflejándose en el
plano del negocio con especial referencia al testamento y al contrato, así
como en la esfera patrimonial del individuo, en el negocio jurídico, como
acto que permite la creación, modificación y extinción de las relaciones
jurídicas y finalmente en el derecho subjetivo, como poder jurídico de la
persona sobre los bienes y el acceso al libre goce de los mismos.

Este derecho subjetivo es el que permite a las personas acceder libre y


voluntariamente a mediación, de ahí que el presupuesto esencial de la
mediación es la voluntad de las partes y la autonomía de la voluntad que
constituye uno de los principios rectores del Derecho Civil, en
correspondencia con la igualdad de las partes, el principio de la buena fe
entre otros principios y reglas que informan el derecho privado.
4. ARBITRO: Estos terceros deciden el conflicto por las partes
(heteronimia de la solución). Se ve entonces, que el tema de la
heteronimia de la solución del conflicto, que funciona bajo la
culpabilización, la imposición, la asignación de responsabilidades y la
sanción, es sólo una forma de asegurar que los conflictos no queden
irresueltos y de que los proyectos de individuos, grupos o entidades que
forman la comunidad puedan llegar a realizarse en pos del orden social y
bien común. El Estado es quien debe cargar con el mantenimiento de es
ta forma de solucionar conflictos, através del ordenamiento jurídico y
hacerse responsable de su vigencia. La resolución judicial no es una
forma pacífica de resolver disputas.
La función del árbitro, por el contrario, es la de resolver la controversia
que ya se ha suscitado. Se trata de funciones diversas para car gos
diversos, lo cual no impide que se puedan acumular en una misma
persona.
El árbitro, en Derecho, es la persona que resuelve un conflicto o litigio
sometido a su decisión por las partes interesadas. Es la persona que,
desde un punto de vista imparcial, decide a través de un laudo la solución
al conflicto, pronunciándose de acuerdo a las normas que las partes
hayan acordado (una legislación concreta o incluso a la simple equidad).

Para ello, dos o más personas nombran a un tercero imparcial como


árbitro de un asunto contencioso entre ellos, para que ella sea quien
resuelva el conflicto. Desde el punto de vista legal, un árbitro puede ser
abogado o no, según los casos en que la ley se remita al tipo de arbitraje.
Para someterse a arbitraje es necesario que las partes hayan decidido de
mutuo acuerdo hacerlo, en vez de acudir al juez competente,
predeterminado por la ley.
5. Mediador : No decide el conflicto, las partes conservan la autonomía de
su solución.

II. CAPITULO II: ANTECEDENTES HISTORICOS


2.1. ARBITRAJE
a. La autonomía de la voluntad como fuente del arbitraje privado en el
derecho romano
El origen remoto del arbitraje puede encontrarse en las primeras
controversias que en la antigüedad fueron sometidas a la resolución de un
tercero imparcial, ya fuera el jefe de la familia, el sabio, el jefe o sacerdote
de la tribu o del clan, etc. Es así como ya en la Biblia encontramos casos de
arbitraje cuando se relata el conflicto entre Jacob y el arameo Labán, a
consecuencia de los ídolos sustraídos por Raquel, esposa del primero. Más
atrás incluso, y como señala Moreira Texeira, si consideramos a las primeras
tribus habitando cavernas como la forma más incipiente de vida social, ya
allí podremos encontrar por cierto al arbitraje como práctica de mantención o
preservación de la integridad de sus miembros. Sin embargo, el arbitraje
encuentra su origen más inmediato en el Derecho Romano clásico y
justinianeo, en donde existe y convive con el ordo iudiciorum privatorum
hasta perder su protagonismo frente al desarrollo y fortalecimiento del
Estado en la solución de los conflictos. En esta parte la doctrina romanista ha
sostenido incluso, aunque no de forma unánime, que el juicio del árbitro no
oficial fue el origen del proceso y, por ende, la primera forma de hacer
justicia en Roma. Así, y en palabras de Wlassak, “el proceso privado
romanista derivaría de una oficialización o legalización de antiguos
procedimientos arbitrales y, por tanto, en el arbitraje debería verse en último
término la raíz del proceso romano”. Durante la época arcaica romana,
caracterizada por el sistema de las legis actiones o acciones de la ley (cinco
en total), vigentes desde la Ley de las XII Tablas (462 a.C.) hasta el siglo II
d.C., destaca –en lo que aquí concierne-la denominada legis actio per iudicis
arbitrive postulationem, que habilitaba principalmente para hacer efectiva
una sposio, provocar la partición de la cosa común (actio communio
dividendo) o para pedir la división del haber hereditario (actio familiae
erciscundae)10. Al tratarse de una legis actio, durante la fase in iure el
magistrado que daba la acción procedía a nombrar directamente a un
iudex o, en su caso, designaba al arbiter elegido por las partes para resolver
la disputa, confiriéndole mandato para ello. Gaspar11, invocando un texto de
las Instituciones de Gayo, señala que la fase de designación del juez o del
árbitro se desarrollaba en los siguientes términos:
“El demandante manifestaba: ex sponsione te mihi X milia sestertion
dare oportere aio: id postulo aias an neges –afirmo que me debes dar mil
sestercios en virtud de una promesa solemne: te insto a que digas si es o no
cierto-. El adversario replicaba que no era verdad, y el actor decía a su vez:
quando tu negas, te praetor iudicem sirve arbitrum postulo dades –puesto
que lo niegas, a ti Pretor ruego que nombres un juez o un árbitro”.
proceso ordinario. Sin embargo, paulatinamente fue perdiendo terreno como
consecuencia, principalmente, de la no exigibilidad de las sentencias que
imponían condenas pecuniarias, y de la falta de certeza jurídica y eficacia en
el cumplimiento de las sentencias. De lo que va dicho puede concluirse, en
síntesis, que durante la evolución del Derecho Romano el arbitraje
privado17, como medio de solución de conflictos jurídicos, coexistió con el
procedimiento oficial de las legis actiones y con el procedimiento
formulario, ambos de carácter esencialmente arbitral a mi parecer, aunque
con las importantes diferencias ya apuntadas respecto del arbitraje
compromisario. La misma coexistencia se observa también tras el
advenimiento del proceso cognitivo extraordinario del Derecho post clásico,
en que la potestad jurisdiccional es asumida íntegramente por el poder
político del imperio, iniciándose con ello un paulatino proceso de desuso del
arbitraje como alternativa frente al proceso oficial. Desde su mismo origen
entonces, tal como se ha ido mostrando durante las distintas etapas de su
evolución, la fuente única y esencial del arbitraje en Roma –y desde mucho
antes en verdad– radica en la voluntad de las partes. Es precisamente el
reconocimiento de esa voluntad lo que marca el punto de partida del arbitraje
en el Derecho Romano, sancionada a través del compromissum (reconocido
y protegido como cualquier otro pacto lícito en un principio –nudum
pactum– y reforzado luego en su cumplimiento a través de la stipulatio
poenae y de la actio ex stipulatu) y del receptum (consagrado por el pretor a
partir del siglo II d.C. mediante el edictum de receptis).
b. El Arbitraje en el Derecho histórico español
En el capítulo anterior se ha pasado revista a la evolución del arbitraje
privado desde los tiempos más remotos del Derecho Romano, que arroja
como constante –según se dijo– el carácter esencialmente voluntario de la
institución. Retomamos ahora el mismo análisis a partir de las primeras y
más relevantes fuentes normativas del arbitraje en el Derecho histórico
español, que marcaron su influjo en la normativa aplicada en Chile hasta
entrado el siglo XIX y, desde allí, en la legislación actualmente vigente
sobre arbitraje interno. Este recorrido, que por cierto centraremos en los
hitos más relevantes, permitirá definir el momento y los motivos por los
cuales el arbitraje, de fuente estrictamente voluntaria según se lo conoció en
sus orígenes, fue evidenciando los primeros síntomas de obligatoriedad y de
intervención del poder del Estado –el monarca– en el mérito de las
decisiones de los árbitros.
c. El arbitraje a partir del siglo XIX
El siglo XIX, con su potente corriente codificadora inspirada en la
legislación napoleónica y en las ideas de libertad y autonomía de la persona
humana surgidas de la Revolución francesa, se caracteriza por la marcada
presencia que adquiere el arbitraje como alternativa de solución de conflictos
y, en un extremo, con preeminencia incluso frente al sistema jurisdiccional
estatal, según pasamos a revisar. En España, la consagración expresa del
arbitraje adquirió su más notoria expresión con la dictación de la
Constitución de Cádiz de 1812, que lo consideró como un derecho
fundamental y medio alternativo preponderante de resolución de
controversias. Se reconoció además, por primera y única vez en el
ordenamiento constitucional español (artículo 281), el carácter obligatorio y
ejecutable de la decisión contenida en la sentencia arbitral; pero se mantuvo
al mismo tiempo la posibilidad de apelar de la misma cuando las partes así lo
habían estipulado en el compromiso, reiterándose así –aunque matizado por
esta alusión al acuerdo previo– el retroceso que en este aspecto habían
mostrado la Nueva y la Novísima Recopilación. En la Constitución de 1812,
en síntesis, la facultad de las partes para someter sus asuntos disponibles a la
resolución de árbitros fue expresamente reconocida entre sus normas
fundamentales, en cuanto expresión de la libertad de la persona humana
como principio filosófico–político rector de todas sus disposiciones43.
Como contrapartida, la Carta Fundamental no hizo referencia alguna a la
tutela judicial efectiva como derecho fundamental de los ciudadanos,
procurando por esa vía limitar al máximo la intervención de los jueces
estatales para potenciar desde allí el recurso a métodos alternativos de
heterocomposición. Como señala Mejías, refiriéndose al tenor de los
artículos 280 y 281 de la Constitución, “tales artículos vendrían a garantizar
lo que podría denominarse ‘derecho a la tutela arbitral’, en paralelo a un
inexistente reconocimiento del ‘derecho a la tutela judicial’”.
A partir de la Carta de 1812, las sucesivas Constituciones españolas del siglo
XIX (1837, 1845, 1856 y 1869) no vuelven a mencionar siquiera la
institución del arbitraje, cuya regulación fue recogida en cambio en los
Códigos procesales de la época.
2.2.MEDIACION
a. La Mediación tiene raíces históricas y culturales antiquísimas.

La participación de un tercero que promueve la conciliación y el ACUERDO

AUTODETERMINADO por partes en desavenencia - que no han logrado negociar


exitosamente - comienza con la existencia de, por lo menos, tres personas en el mundo.

La mediación, tal como ahora la conocemos, no es sino una adaptación actualizada de


los que ya existía en otras culturas, en otras épocas.

En CHINA, desde la antigüedad, fue un recurso básico en la resolución de los


desacuerdos. Confucio afirmaba la existencia de una armonía natural en las relaciones
humanas, que debía dejarse desenvolver. En su pensamiento, el apoyo unilateral y la
intervención adversarial, dificultan la comprensión y son la antítesis de la paz. En esta
república la mediación se sigue ejerciendo en la actualidad a través de los comités
populares de conciliación.

En JAPÓN la Mediación tiene viejas raíces en sus costumbres y leyes. En sus pueblos
se esperaba que un líder ayudara a resolver las disputas. En los tribunales japoneses, se
dispuso legalmente la conciliación de desavenencias personales antes de la segunda
guerra mundial.

En ÁFRICA era costumbre reunir una ASAM3 LEA VECINAL para la resolución de
conflictos interpersonales, con la ayuda de una persona con autoridad sobre los
contendientes.

En muchas culturas y lugares, tal como parece ser en la africana, los CÍRCULOS
FAMILIARES han proporcionado recursos para dirimircontroversias entre sus
miembros.
Los jefes de familia ofrecían su experiencia y sabiduría, para ayudarlos a coincidir en
pacificadores acuerdos.

Se observa que, a medida que la "FAMILIAR EXTENSA O EXPANDIDA" fue siendo


reemplazada por la "FAM I L IA NUCLEAR", los MECANISMOS FORMALES
fueron supliendo a los informales en la resolución de conflictos.

Las Instituciones Religiosas han asumido durante siglos la sugerencia de formas de


convivencias pacíficas y de reorganización de las relaciones, por medio de la práctica de
la mediación.

Grupos étnicos y culturales han establecido históricamente sus propias normas, y


sosteniendo su independencia y su poder a salvo de la autoridad religiosa,
gubernamental u otra autoridad secular. La tendencia hacia la Mediación se está
manifestando cada vez más y muchas veces montada en la tradición ancestral de cada
cultura y sociedad, por ejemplo: Hawai tiene la tradición holoponopono, Palestina, la
Sulka, la gente del Cáuca so hacen intervenir a sus ancianos.

Actualmente aún, la efectividad de la mediación, depende del campo en que se aplique,


y que sus formas y objetivos sean equilibrados y cooperativamente constructivos.

En ESTADOS UNIDOS, existen más de 500 Centros de Mediación que proveen


mediadores a propietarios, inquilinos, vecinos enfrentados proveedores y clientes.

Miles de escuelas a lo largo y ancho del país, entrenan a los chicos como mediadores
entre pares y median en los salones de juego y en los corredores, las disputas de sus
compañeros.

Muchas organizaciones y empresas la mediación en la resolución de demandas y quejas


de los clientes, empleados, proveedores. En las DISPUTAS INTERNACIONALES
cada vez más se emplea la mediación para resolverlas.

III. CAPITULO III: NATURALEZA JURIDICA DEL ARBITRAJE Y


MEDIACION

IV. CAPITULO III: ARBITRAJE Y MEDIACION EN EL DERECHO


INTERNACIONAL EN EL DERECHO DE SUCESIONES
V. CAPITULO IV: ARBITRAJE Y MEDIACION EN EL PERU EN EL
DERECHO DE SUCESIONES
VI. CAPITULO V: PROCESO DE ARBITRAJE Y MEDIACION EN EL PERU
EN EL DERECHO DE SUCESIONES
VII. CAPITULO VI: CONCLUSIONES
VIII. REFERNCIAS BIBLIOGRAFICAS

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