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Hemingway, en manos de Piglia: el maestro argentino prologa sus cuentos

Entre sus últimos trabajos, el autor de Respiración artificial escribió la presentación de los primeros
relatos del escritor norteamericano, hasta ahora inéditos en castellano

Daniel Gigena
18 de junio de 2018

En sus célebres tesis sobre el cuento, publicadas en Formas breves, en 1986 (pero que
habían circulado en fotocopias de páginas mecanografiadas mucho antes de conocer la
primera versión impresa), Ricardo Piglia rendía justicia a Ernest Hemingway. El escritor
estadounidense aparece citado expresamente cinco veces. En la primera mención de ese
ensayo que opera como el catecismo del buen cuentista moderno Piglia escribió: "La teoría
del iceberg de Hemingway es la primera síntesis de ese proceso de transformación: lo más
importante nunca se cuenta. La historia secreta se construye con lo no dicho, con el
sobreentendido y la alusión". Es así como en los cuentos de Hemingway lo manifiesto es
apenas un indicio del verdadero drama de los personajes.

A continuación, el autor de Respiración artificial citaba el cuento final de un libro que,


curiosamente, nunca había sido traducido al español. El cuento era "Río de dos corazones";
el protagonista, Nick Adams, álter ego del escritor estadounidense, y el libro, En nuestro
tiempo, primer volumen de cuentos de Hemingway, publicado en 1925, cuando el autor tenía
veintiséis años. Allí, Nick aparece como niño en Michigan, adolescente en Illinois y joven
soldado durante la Primera Guerra Mundial. Entre los cuentos, Hemingway había interpuesto
unas "viñetas de guerra" que parecían determinar los actos de los protagonistas de los
relatos.
Ernest Hemingway, narrador: Escribió cuentos y novelas. Su "teoría del iceberg" (la fuerza de lo no
contado) fue clave

En su juventud, a los dieciocho años, Piglia había encontrado un ejemplar de In Our Time,
título original de la ópera prima de Hemingway, en un puesto de libros usados en la antigua
terminal de ómnibus de Mar del Plata. En su cuarto, mientras la luz del día menguaba, lo leyó
de un tirón en una sola tarde. Según reveló, ningún otro libro lo había influido tanto a la hora
de escribir La invasión, su primer libro de cuentos, publicado en 1967. En el cuento
homónimo, aparece por primera vez el personaje de Emilio Renzi, álter ego literario del autor.
El nombre completo del escritor argentino nacido en 1947 era Ricardo Emilio Piglia Renzi.

Un capítulo en la historia de la lectura

En sus últimos años de vida, Piglia alumbró un proyecto sencillo y personal: prologar la
primera edición en español de En nuestro tiempo. El traductor elegido fue nada menos que
Rolando Costa Picazo, titular por décadas de la cátedra de Literatura Norteamericana en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y que tradujo al español
obras de William Shakespeare, W. H. Auden y James Joyce. La escritura austera, desprovista
casi de adjetivos y adverbios y que tanto había fascinado a Piglia (y a cientos de escritores
del planeta) se lee ahora en una dúctil versión publicada por Lumen. Piglia entregó su
prólogo en septiembre de 2016 y falleció en enero de 2017, antes de que la traducción
estuviera terminada.
El póstumo: el maestro argentino explica a un maestro estadounidense el libro y el autor

"La idea me la dio Piglia poco tiempo después de que yo empezara a trabajar en Penguin
Random House -cuenta la editora Daniela Portas, que trabajó como asistente del escritor en
sus últimos años de vida-. Una tarde, hablando del trabajo en la editorial y de mis ganas de
presentar algún proyecto, me hizo esa propuesta. Apenas le dije que quería presentar un
proyecto, nombró el libro de Hemingway y me dijo, en la misma frase, que él iba a escribir el
prólogo". Obviamente, la editorial apoyó con entusiasmo la idea.

Portas empezó a trabajar con Piglia en abril de 2015. Iba a la casa del autor de La ciudad
ausente lunes y miércoles por la tarde y sábados por medio desde la mañana. Escribían,
corregían y leían.

"Éramos un grupo de seis asistentes, con Luisa Fernández a la cabeza, y nos dividíamos los
días de la semana para que Ricardo estuviera acompañado y pudiera trabajar. Eso fue
posible gracias a la querida Beba, su mujer, que lo acompañó con una entrega y una
fortaleza absolutas, y que nos abrió las puertas de su casa", recuerda la editora. "Pasábamos
mucho tiempo frente a la computadora, leyendo, releyendo, reescribiendo, corrigiendo. Yo
leía en voz alta y él me indicaba qué correcciones hacer o me dictaba algo nuevo. Y después
estaban las lecturas, sobre todo biografías de escritores y escritoras: Vladimir Nabokov,
Marcel Proust, Virginia Woolf, Flannery O'Connor", agrega.
En nuestro tiempo: Penguin Random House; 192 páginas

"Hay experiencias que son tan intensas, tan transformadoras, que es muy difícil poder
delimitar los aprendizajes que nos dejan, porque parece que dan vuelta todo -dice Portas
a LA NACION-. En primer lugar, hubo un aprendizaje acerca de cuál es el mapa de lo
posible en nuestra vida. Trabajar con Piglia no era posible en mi vida. Luego, en el trabajo
con él, los aprendizajes fueron y siguen siendo inconmensurables. Fue un privilegio enorme.
Sigo aprendiendo de esa experiencia, sigo conversando con él de algún modo". Esos dos
años de trabajo, mientras Piglia transitaba su enfermedad "con un temple impresionante",
destaca Portas, marcaron un antes y un después en su vida profesional y personal. "Aprendí
muchas cosas de mí misma. Acompañar y asistir a alguien como él, en una situación tan
adversa y a la vez con tantos proyectos, fue muy movilizante".

En el prólogo de En nuestro tiempo, Piglia señaló que era una paradoja y también un
acontecimiento la primera edición en castellano de ese libro extraordinario compuesto por el
joven Hemingway antes de dar a luz sus magnas fantasías bélicas.

Conmovedor y fascinante, ese acontecimiento es también un capítulo central en la historia


del "último lector" que fue Ricardo Piglia.

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