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dos oficialmente, han sido cuestionados en muchos países por los es distinto del que se lleva a cabo en los departamentos de literatu-
defensores de las historias de las minorías. Las críticas postmo- ra y de lengua inglesa.
dérnas de las "grand narratives" se han utilizado como argumentos La historia es una materia que se preocupa principalmente
en el proceso para sostener que la nación no puede tener exclusi- por la fabricación de narrativas. La corriente principal del discur-
vamente una narrativa estandarizada, que la nación siempre es un so histórico puede absorber cualquier relato del pasado y enri-
resultado contingente de muchas narrativas enfrentadas. Las his- quecerla cuando dos preguntas se responden afirmativamente: ¿la
torias de las minorías expresan, en parte, la lucha por la inclusión historia es relatada o construida? y ¿permite el relato un punto de
y la representación que son características de las democracias libe- vista o posición racionalmente justificable desde la cual se cuente?
rales y representativas.1 La primera pregunta, esa de fabricar un relato, es lo que ha enrique-
Si se consideran de esta manera, "las historias de las mino- cido a la disciplina desde hace mucho tiempo y ha puesto a prueba
rías" son de oposición casi desde el principio de su carrera cuando la habilidad de los historiadores para ser imaginativos y creativos,
son excluidas de las narrativas históricas dominantes. Tan pronto tanto en su investigación como en sus estrategias narrativas. ¿Gomo
como están "dentro", la posición de oposición aparece como si se se escriben las historias de los grupos oprimidos? ¿Cómo se cons-
volviera redundante (o su prolongación podría verse como un sig- truye la narrativa de un grupo o clase que no ha dejado sus
no de ingratitud o hasta de mal gusto). Iniciadas como una forma propias fuentes? Estos cuestionamientos son los que, a menudo,
de oposición, las "historias de las minorías" pueden ser ejemplos estimulan innovaciones en las prácticas de los historiadores.
añadidos de la "buena historia". Como dice Eric Hobsbawm en un También tiene importancia fundamental el hecho de que la
artículo reciente: "...la mala historia no es una historia inofensiva. posición del autor sea justificable por medio de la razón. El relato
Es peligrosa".2 Las "buenas historias", por otro lado, tienen por debe ser aceptable en un marco definido de comprensión de aque-
deber ampliar nuestra visión y hacer que el asunto relativo a la llo en lo cual residiría la plausibilidad. La posición del autor pue-
historia sea representativo de la sociedad en su conjunto. Uno puede de reflejar una ideología, una elección moral, una filosofía política,
hacer preguntas legítimamente foucaultianas sobre quién tiene pero las alternativas aquí no son ilimitadas. La narrativa de un lo-
autoridad para definir qué es la "buena" historia o qué relaciones co no es historia. Ni tampoco una simple ocurrencia personal o
de poder y de saber están contenidas en esas definiciones, pero arbitraria —algo basado en el puro gusto— puede proporcionar-
dejémoslas de lado, por el momento. nos principios racionales aceptables para la narración (quizá po-
La transformación de las historias de las minorías, conside- dría ser un relato literario pero no como historia). La inversión de
radas antes como de oposición, en "buenas" historias ilustra la for- cierto tipo de racionalidad en una comprensión de lo "real" signi-
ma en que opera el mecanismo de incorporación en la disciplina fica que las exclusiones de la historia, de la disciplina, son, en últi-
de la historia. El proceso de formación del .canon en los progra- mo término, epistemológicas.
mas de estudios históricos en las universidades anglo-americanas Ofrezco dos ejemplos para mostrar que, en la medida en que
estas dos preguntas — ¿puede ser relatada la historia? y ¿permite
una posición racionalmente justificable en la vida pública, desde
1
La relación entre hacer memoria y la política de la identidad recibe una atención la cual se relate la historia?— se respondan afirmativamente, la
cuidadosa en Alian Megill, "History, Identity, Memory" (en prensa). disciplina no tiene problemas serios para incorporar o incluso vol-
2
Eric Hobsbawm, "Identity history is not enough" en su On History, Nueva York, ver central para ella lo que una vez tuvo una posición marginal o
The New Press, 1997, p. 277. Los lectores de Hobsbawm en el sur de Asia podrían
encontrar cierta ironía en el hecho de que incluso la "buena" historia pueda ser minoritaria. El primer caso es aquel de la historia británica marxis-
"peligrosa" (si nos quedamos con esas palabras). El imperialismo británico en la a / social-democrática o de la así llamada "historia desde abajo".
India —y el imperialismo europeo moderno en muchas otras partes del mundo— Analicemos los resultados propiciados por la incorporación
utilizó la "historia", o las prácticas de la disciplina, conforme fueron emergiendo de los pasados de grupos de mayorías secundarias tales como las
en el siglo XIX, para someter a los pueblos que, según los pensadores europeos,
tenían "mitos" pero no un sentido de la historia. clases trabajadoras y las mujeres, en el discurso de la historia. La
90 / Dipesh Chakrabarty Historias de las minorías, pasados subalternos / 91
historia ya no ha sido la misma desde que un Thompson o un te justificable en la vida pública, desde la cual se concibe incluso
Hobsbawm tomaron su pluma para hacer que las clases trabajado- una narrativa de voces múltiples.
ras aparecieran como los actores centrales en la sociedad, o desde Si las "historias de las minorías" llegan al extremo de cues-
el momento en que las historiadoras feministas nos hicieron des- tionar la idea misma del hecho o de la evidencia, entonces, las au-
cubrir la importancia fundamental de las relaciones de género y toras preguntan, ¿cómo podría hallarse la forma de emitir juicios
de las contribuciones de las mujeres a los procesos sociales. Así, la relacionados con demandas que se contraponen en la vida públi-
pregunta de si esa incorporación cambia o no la naturaleza misma ca? ¿La ausencia de un cierto acuerdo mínimo entre lo que consti-
del discurso histórico se responde sencillamente: "por supuesto tuye un hecho y una evidencia no fragmentaría de manera seria
que la cambia". Pero la respuesta a la pregunta: ¿esa incorporación los poderes en Estados Unidos y no perjudicaría, simultáneamen-
llevó a la disciplina a una cierta clase de crisis? tendría que ser: No. te, la capacidad de la nación para funcionar como un todo? Dé
Relatar la historia de un grupo que hasta ahora no se había estu- aquí que las autoras recomienden una idea pragmática de "verda-
diado, resolver los problemas para crear dicha narrativa —parti- des factibles", basadas en el entendimiento racional compartido
cularmente bajo circunstancias en las cuales no existen los archi- de los hechos y la evidencia histórica.
vos acostumbrados— es como la disciplina de la historia puede Para que una nación funcione de manera efectiva, incluso
renovarse y sostenerse a sí misma. cuando se abstiene de reivindicar una grand narrative superior y
Esta inclusión apela al sentido de democracia que impele a la sobreabarcadora, estas verdades deben sostenerse para que los gru-
disciplina hacia afuera de su centro. Estas dos condiciones de la es- pos e instituciones puedan emitir juicios acerca de relatos/inter-
critura de la historia se hallan en la tradición de la "historia desde pretaciones contradictorias. Muchos historiadores, independien-
abajo": los relatos se contaban siempre y cuando se fuera creativo temente de sus amarres ideológicos, muestran un consenso notable
en la investigación y desde una perspectiva (liberal o marxista) de opinión cuando se trata de defender los vínculos metodológi-
racionalmente justificable en la vida pública. cos de la historia con un cierto entendimiento de la racionalidad,
En la discusión acerca del postmodernismo, en el libro Telling El reciente libro de Georg Iggers sobre la historiografía del siglo XX
the Truth about History,3 se ha comentado la idea de que las narrati- enfatiza la inversión de la disciplina en la "racionalidad":
vas históricas requieren una inversión mínima de racionalidad. El
tema de la relación entre las historias de las minorías y la democra- Peter Novick, en mi opinión, ha afirmado correctamente que la ob-
cia de la postguerra es el eje-central de dicho libro, cuyas autoras jetividad es inalcanzable en la historia; a lo único que puede aspirar
son tres de las principales historiadoras feministas de Estados el historiador es a la plausibilidad. Pero la plausibilidad no está ob-
Unidos. En la medida en que las autoras reconocen el postmoder- viamente en la invención arbitraria de un relato histórico, sino que
nismo como algo que permite narrativas múltiples —la posibili- entraña estrategias racionales para determinar qué resulta de hecho
dad de muchas narrativas y múltiples formas de crearlas— acep- plausible...4
tan, de buen grado, la influencia de esta corriente y, así, ellas mismas
se alinean en la causa democrática de las historias de las minorías. Hobsbawm hace eco de sentimientos no muy distintos a aque-
Pero, el libro registra un mayor grado de confusión cuando halla llos expresados por Appleby y sus colegas:
argumentos que, en efecto, utilizan la idea de la multiplicidad de
narrativas para cuestionar cualquier idea de verdad o de los he- La moda de lo que (al menos en el discurso académico anglosajón)
chos en sí. Aquí se cuestiona la idea de una posición racionalmen- se conoce con el impreciso término de "postmodernismo" afortu-
3
Joyce Appleby, Lynn Hunt y Margaret Jacob, Telling the Tnith about History, Nueva 4
C/ G. Iggers, Historiography in the Twentieth Century: From Sdentific Objectivity io
York, W. W. Norton & Company, 1994. En español: La verdad sobre la historia, tr. the Poslmodem Challenge, Hanover y Londres, Wesleyan University Press, 1997, p.
Óscar Luis Molina S., Barcelona, Andrés Bello, Barcelona, 1994. 145. El subrayado está añadido.
92 / Dipesh Chakrabarty que el dominante, pero la historia de uno podría ser calificada to-
davía como una "historia menor/minoritaria".
5
Hobsbawm, op. di., p. 271.
pasados subalternos, en la medida en que participan en mundos de vida to del historiador de llevar las historias de las clases subalternas a
subordinados. Como historiador, sin embargo, yo argumento desde una la corriente principal del discurso de la historia de la India. La pa-
instancia particular de los "pasados subalternos". Mi ejemplo proviene de radoja consiste en esto. El objetivo principal del ensayo de Guha es
Subaltern Studies, el grupo con el que estoy asociado, y de un ensayo del utilizar la rebelión Santal de 1855 para hacer de la conciencia I
fundador del grupo, Ranajit Guha. Desde el momento en que Guha y el insurgencia campesina el sostén más importante de la narrativa
grupo han sido mis maestros en muchos sentidos, ofrezco mis de la rebelión. Las palabras que utiliza Guha capturan el espíritu de
observaciones no con un espíritu hostil de crítica sino con un espíritu de los primeros volúmenes de Subaltern Studies:
autoexamen; mi objetivo es entender qué hace la "historización" del
pasado y qué no hace. Con esta advertencia, permítanme ahora citar Con todo, esta conciencia (la conciencia de los campesinos rebel-
algún ejemplo. des) parece haber recibido muy poca atención en la literatura sobre
Subaltern Studies, como es bien sabido, es una serie de publicaciones el tema. La historiografía se ha conformado con tratar al
sobre la historia de la India que se inició bajo la dirección editorial general de campesino rebelde meramente como una persona empírica o
Ranajit Guha, a principios de la década de 1980. Su objetivo explícito era como un miembro de una clase, pero no como una entidad cuya
inscribir a las clases subalternas en la historia del nacionalismo y de la voluntad y razón constituyó la praxis denominada rebelión... la
nación y combatir cualquier clase de sesgo elitista en la escritura de la insurgencia es vista como externa a la conciencia el campesino y la
historia. Hacer de los subalternos el sujeto soberano de la historia, colocarlos Causa aparece como un fantasma que sustituye a la Razón, la
como agentes en el proceso de la historia, escuchar sus voces, retomar sus lógica de esa conciencia."
experiencias y reflexiones (y no sólo sus circunstancias materiales) de una La frase crítica aquí es "la lógica de esa conciencia", la cual
manera seria —éstos eran los objetivos que, de manera deliberada y pública, marca la distancia que ha de tomar Guha, como historiador, del
nos habíamos impuesto a nosotros mismos. Las ambiciones intelectuales objeto de su estudio que es esta conciencia misma. Al seguir la his-
originales y el deseo de llevarlas a cabo eran políticos, en el sentido de toria de la rebelión Santal de 1855 —los santales, un grupo "tribal"
que estaban relacionados con la interpretación moderna de la vida pública que habita extensas zonas de lo que hoy es Bengala y Bihar— Guha,
democrática; no necesariamente provenían de las vidas de las clases de manera no sorprendente, se halla afirmaciones de los líderes
subalternas mismas, aunque uno de nuestros objetivos, como en la tradición campesinos que explican la rebelión en términos "sobrenaturales",
británica de la "historia desde abajo", era fincar nuestro propio ser político y como un acto llevado a cabo a instancias del dios santal "Thakur".
nuestras instituciones en la historia. Pero, al mirar hacia atrás, veo el pro- Guha mismo dirige nuestra atención hacia la evidencia y subraya
blema de los "pasados subalternos" acosando la empresa de los Subaltern lo importante que era esta interpretación para los rebeldes. Al citar
Studies desde el inicio: de hecho podría argumentarse que lo que diferencia al las afirmaciones hechas por los líderes de la rebelión, Sidhu y Kanu,
proyecto de los Subaltern Studies de las viejas tradiciones de la "historia a los interrogadores militares en las que explicaban sus propias
desde abajo" es la conciencia autocrítica del problema, en los escritos de acciones como derivadas de instrucciones que habían recibido de
los historiadores asociados con este grupo. su dios (Thakur), quien también les había asegurado que las balas
Explicaré esto con la ayuda del brillante ensayo de Ranajit Guha, que ha británicas no liarían ningún daño a los rebeldes devotos, Guha tie-
sido justamente celebrado: "The Prose of Counter-Insurgency", publicado en ne mucho cuidado en evitar cualquier lectura instrumental o elitista
uno de los primeros volúmenes de Subaltern Studies y considerado de estas afirmaciones. Él escribe:
actualmente como un clásico del género. Me parece que cierta paradoja
permea en el ejercicio mismo que Guha emprende eh este ensayo, como Éstos no eran pronunciamientos públicos con la intención de im-
resultado del inten- presionar a sus seguidores... éstas eran las palabras de cautivos jus-
sus consecuencias; y el método histórico presupone que es posible, peto sus creencias pero no las comparto" — y de un sentido de
en principio, exhibirlos como tales y con sus conexiones y así enten- frustración marxista (o moderno) por la intrusión de lo sobrenatu-
der el proceso histórico completo como una unidad cerrada. ral en la vida pública. "[E]n suma", escribe, "no es posible hablar
de insurgencia en este caso excepto como una conciencia religio-
Aquí, Bultmann llega a una conclusión que nos permite ad- sa", y, sin embargo, se apresura a añadir:
vertir la brecha que debe separar el conjunto de principios que em-
plea el historiador para explicar la rebelión santal, del conjunto de es decir, excepto como una demostración masiva de un autoex-
principios que podrían utilizar los mismos santales (incluso des- trañamiento (para tomar prestado el término que utiliza Marx para
pués de aceptar que algunos de ellos podrían ser compartidos por la esencia misma de la religiosidad) que hizo que el rebelde con-
ambos). La conclusión de Bultmann, que es muy pertinente para siderara su proyecto como basado en una voluntad distinta de la
nuestra discusión de los "pasados subalternos", dice lo siguiente: propia..12
Cuando dos seres están separados por una brecha total, no hay Los santales del siglo XIX —y de hecho, si mi argumento es
puente o interpretación que pueda vincularlos: para poderse correcto, los seres humanos de cualquier otro periodo o de cual-
comprender mutuamente, tienen que haberse ya quier otra región— son todos de una manera extraña siempre nues-
comprendido mutuamente en otro sentido.19 tros contemporáneos: ésa debía ser la condición que nos permiti-
ría tratarlos incluso como inteligibles para nosotros. Así, la escritura
Nosotros no somos iguales a los santales del siglo XIX. Uno de la historia debe asumir implícitamente una pluralidad de tiem-
no tiene que reducir a los santales del siglo XIX al enunciado que pos que existen juntos,una disyunción del presente consigo
aquí se cita. Los santales empíricos e históricos también hubieran mis-
podido tener otras relaciones con la modernidad diferentes a las mo. Lo que los "pasados subalternos" nos permiten es hacer visi-
que yo he analizado. Uno podría incluso asumir muy fácilmente ble esta disyunción.
que los santales en la actualidad serían muy distintos de lo que Un argumento como éste yace, precisamente, en el centro
fueron en el siglo XIX, que habrían vivido en unas circunstancias mismo de la historiografía moderna. Uno podría argumentar, por
sociales muy distintas. Los santales modernos habrían podido go- ejemplo, que para Europa la escritura de la "historia medieval"
zar de los beneficios de la educación secular y formar a sus pro- depende de esta contemporaneidad asumida de lo medieval, o lo
pios historiadores profesionales. Nadie puede negar estos cambios que es lo mismo, de la no contemporaneidad del presente consigo
históricos, pero las columnas astrológicas en los diarios (a pesar de mismo. Lo medieval en Europa a menudo está profundamente
19
Wilhelm von Humboldt, "On the Task of the Historian", en Kurt Mueller-Vollmer asociado con lo sobrenatural y lo mágico. Sin embargo, lo que
(ed.), The Hermeneutics Reader, p. 112. hace posible historizar lo medieval es el hecho de que sus
características básicas no nos son completamente extrañas para
nosotros los modernos (lo que no niega los cambios históricos que
se han realizado). Los historiadores de la Europa medieval no
siempre plantean estas cuestiones de manera consciente o explícita
pero no es difícil reconocer que funcionan como un presupuesto en
su método (de la misma forma que el antropólogo refiere ejemplos
más familiares a sus lectores para explicar eso que parece extraño
en un principio). En los escritos de Aron Gurevich, por ejemplo, el
moderno hace su pacto con lo medieval mediante el uso de la
antropología, es decir, con la utilización de la evidencia
antropológica contemporánea de fuera de Europa para darle
sentido a su pasado. La separación estricta de lo medieval y lo
moderno está aquí falseada por su contemporaneidad global,
sugerida por esta relación entre la historia y la antropología. Peter
Burke hace un comentario relacionado con este tráfico intelectual entre la Europa
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Peter Burke, "Editorial preface" de Aron Gurevich, Medieval Popular 22
Culture: Problems of Belief and Perception, tr. Janos M. Back y Paul A. Fredric Jameson, The Political Unconscious: Narrative as a Socially Symbolic
Hollingsworth, Cambridge, Cambridge University Press, 1990, p. VII. Act, Ithaca, Cornell University Press, 1981, p. 9.
23
21
Jacques Le Goff (ed.), The Medieval World, tr. Lydia G. Cochrane, Véase Jacques Derrida, Specters of Marx: The State of the Debt, the Work of
Londres, Collins & Brown Ltd., 1990, pp. 28-29. Mourning & the New International, tr. Peggy Kamuf, Nueva York y Londres,
Routledge, 1994,
108 / Dipesh Chakrabarty Historias de las minorías, pasados subalternos / 109
sociales (y hago una distinción entre conocimiento y práctica). 24 Connolly lo acompañó a la puerta para despedirlo y antes de dejar el
No es accidental que un marxista nos exhorte a "siempre lugar, desde el portón, Yeats se volvió para preguntarle con sere-
historizar", pues el hístorizar está ligado a la búsqueda de la justi- nidad: "¿Podría hacerle una pregunta más, Sra. Connolly? ¿Usted
cia en la vida pública. Ésta es la razón por la cual uno recibe de cree en las hadas?" La Sra. Connolly echó la cabeza hacia atrás y
buen grado las "historias de las minorías", ya sea de grupos étnicos, sonrió: "No, Sr. Yeats, por supuesto que no". Yeats vaciló, se dio la
de activistas por los derechos de los homosexuales, o de las clases vuelta y prosiguió su camino por el sendero. Entonces escuchó la
sociales subalternas. Aquí, la disciplina de la historia se enriquece a voz de la Sra. Connolly a sus espaldas, a lo lejos, que decía: "Pero
sí misma al incorporar estas historias pero sus propios dominios ellas están ahí, Sr. Yeats, están ahí".25
metodológicos crean lo que yo he llamado pasados subalternos.
El "desencanto del mundo" no es el único principio por el Como la vieja Sra. Connolly sabía, y como nosotros los cien-
cual poblamos la tierra. Existen otras maneras de ser en el mundo tíficos sociales a menudo olvidamos, los dioses y los espíritus no
—y no son necesariamente privadas, los actos supersticiosos de dependen de nuestras creencias humanas para existir, lo que los
los aficionados a los deportes, por ejemplo, son, a menudo, públi- hace presentes son nuestras prácticas. Ellos son parte de estas dis-
cos. Lo sobrenatural puede habitar el mundo en estos otros modos tintas formas de ser por medio de las cuales nosotros hacemos el
y no siempre como un problema o resultado de una creencia o de presente múltiple; son precisamente las dislocaciones del presente
ideas conscientes. Recuerdo una historia irlandesa relacionada con lo que nos permite estar con ellos. Estas formas distintas de ser no
el poeta William Butler Yeats, cuyo interés por las hadas y otros dejan de sugerir ciertos problemas de poder o de justicia pero las
seres no humanos del folklore irlandés es bien conocido. Voy a cuestiones se plantean —tanto cuanto las instituciones públicas
narrar el relato como me lo contó mi amigo David Lloyd: modernas les hacen espacio, ya que se atraviesan mutuamente—
en términos distintos a como se relacionan las cuestiones en lo
Un día, durante el periodo de sus exhaustivas investigaciones sobre político moderno.
el folklore irlandés en la región rural de Connemara, William Butler No obstante —y me gustaría concluir con este señalamiento
Yeats descubrió un tesoro. El tesoro era una tal Sra. Connolly quien —, la relación entre lo que he denominado "pasados subalternos" y
tenía el repertorio más increíble de cuentos de hadas que Yeats había la práctica de historizar (que el marxista que traemos dentro nos
encontrado. Yeats fue a visitarla a su pequeña casita de campo una recomienda) no es una relación de exclusión recíproca. Si nosotros
mañana desde temprano y pasaron juntos todo el día. Yeats de hecho podemos historizar es debido a que desde siempre tene-
escuchaba y aprendía sus cuentos y sus proverbios y disfrutaba de mos la experiencia de eso que hace al presente no contemporáneo
su erudición. Cuando empezó a oscurecer él debía partir, y se le- consigo mismo. Así, lo que les permite a los historiadores medie-
vantó, todavía aturdido por todo lo que había escuchado. La Sra. valistas historizar lo medieval o lo antiguo es precisamente el he-
cho de que estos mundos nunca desaparecen del todo. Se debe a
que vivimos en nudos temporales, que podemos abocarnos a la
24
Al utilizar la idea de "desencanto" no niego nada de lo que se ha dicho acerca de la tarea de desenmarañar, por así decirlo, una parte del nudo (que es
magia de las "mercancías" o de los aspectos mágicos de la misma modernidad. Mi como deberíamos pensar la cronología).26 Los pasados subalternos
idea es la de Bultmann, no hay una diferencia critica, en cuanto a premisas de cono- —aspectos de estos nudos temporales— actúan, entonces, como un
cimiento, entre la visión del mundo que adoptan las ciencias sociales y aquella en la
cual lo que interpretamos como sobrenatural pudiera ser un elemento definitorio de suplemento a los pasados de los historiadores y, de hecho, facilitan
un acontecimiento. El hecho de que los que llamamos modernos puedan ser no nuestra capacidad de historizar. Son suplementarios en el sentido de
modernos en sus prácticas es, por supuesto, algo que yo discuto —y discuto a favor Derrida: le permiten a la historia, la disciplina, ser lo que es
— en este ensayo. Para una discusión crítica del término "desencanto" véase
Jacques Ranciére, "The Archeomodem turn", en Michael P. Steinberg (ed.), Walter 25
Benjamín and the Demands of History, Ithaca y Londres, Comell University Press, Comunicación personal de David Lloyd.
26
1996, pp. 24-40. Le debo el concepto de nudos temporales (time-knots) a Ranajit Guha.
Historias de las minorías, pasados subalternos / 111
110 / Dipesh Chakrabarty
y al mismo tiempo ayudan a mostrar sus propios límites. Pero al forma por el hecho de que ambos, el historiador y los santales,
hacer énfasis sobre los límites de la historización, nos ayudan a cohabitan el mismo "ahora" humano y ontológico. El llamado que
distanciarnos de los instintos imperiosos de la disciplina —la idea hacen los "pasados subalternos" puede concebirse como insinua-
(de Haldane o de Jameson, por ejemplo) de que todo puede ser ciones que recibimos —mientras estamos trabajando en la activi-
dad específica de historizar— de ese "ahora" ontológico. Este "aho-
historizado o de que uno debería siempre historizar— y nos hacen ra" es, como lo he tratado de sugerir, lo que permite que el tiempo
reconsiderar el sentido del limitado bien que representa la con- histórico pueda seriarse y hace que cualquier momento particular
ciencia histórica moderna. Gadamer alguna vez hizo una buena del presente histórico pueda dislocarse de sí mismo.
aclaración al respecto al discutir la filosofía de Heidegger. Él dijo:
"La experiencia de la historia que nosotros tenemos está... contem- Traducción: Ma. Pilar Valles Esquerrá
plada sólo en un grado mínimo por lo que nosotros llamaríamos la
conciencia histórica".'27 Los pasados subalternos nos recuerdan de
manera constante la verdad de esta afirmación.
Nos recuerdan, asimismo, que la relación de contemporanei-
dad entre lo moderno y lo no moderno, un "ahora" compartido,
que se expresa a sí mismo en el plano histórico pero cuyo carácter
es ontológico, es lo que permite que el tiempo histórico se desdo-
ble. Este "ahora" ontológico precede el vacío histórico planteado
por los métodos históricos entre el "allí y el entonces" y el "aquí y
el ahora". Existe por tanto un desdoblamiento del tiempo que ga-
rantiza nuestra propia capacidad de entender prácticas que les asig-
namos a sociedades y periodos como diferentes de las nuestras. Lo
que nos da un punto de entrada a tiempos muy distintos del tiem-
po vacío, secular y homogéneo del calendario histórico, que de
una forma u otra nunca nos resultan completamente extraños, no-
sotros los habitamos en un principio.
El tiempo, como dice la expresión en mi propia lengua, nos
sitúa dentro de la estructura de un "granthi": de ahí la expresión
bengalí shomoy-granthi; shomoi significa "tiempo" y granthi se refie- -
re a nudos de distintas clases, desde las complejas formaciones de
los nudillos de nuestros dedos, hasta las uniones de un palo de bam-
bú. Ésta es la razón por la que uno puede tener dos relaciones dis-
tintas con los santales. Primeramente, como sujeto histórico para
quien el mundo de vida de los santales es un objeto de estudio y
de explicación histórica. Y también está la otra relación que desdo-
bla y hace posible esta orientación de segundo orden, de sujeto-
objeto, entre los santales y el historiador. Esta es la relación que se * Les agradezco a Homi Bhabha, Gautam Bhadra, Faisal Devji, Sandria Freitag,
Ranajit Guha, Arme Hardgrove, Patricia Limerick, David Lloyd, Uday Mehta,
27
Benjamín Penny, Ajay Skaria y a Pillarassitti Sudhir sus comentarios y discusiones,
Hans-Georg Gadamer, "Kant and the henneneutical tum", en su libro Heidegger's los cuales han resultado muy útiles para escribir este ensayo. Yo soy el responsable
Ways, tr. John Stanley, Nueva York, State University of New York Press, 1994, p. 58. de cualquier error.
Cursivas en el original.