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Asociación Nacional de Magistrados

Lunes, 15 de agosto de 2005

La Semana Jurídica del 15 al 21 de agosto de 2005

Asociación Nacional de Magistrados


El juez "buzón"

Desde los albores de la reforma procesal penal y aún hoy oímos recurrentemente
que el juez se ha convertido en un "buzón" de las peticiones de los intervinientes,
especialmente del Fiscal. Tal concepto pretende ilustrar el comportamiento de quien
sólo constata las peticiones de los intervinientes y les da su "beneplácito", toda vez
que no tendría otras opciones para ello.

Los institutos del principio de oportunidad o de la suspensión condicional del


procedimiento aparecen así como claros ejemplos de lo que el juez "buzón" debería
hacer: nada más que constatar lo que el Fiscal ha resuelto previamente. Este
mismo ejercicio tiene también sus manifestaciones tratándose del acuerdo
reparatorio, procedimientos monitorio, simplificado, abreviado, convenciones
probatorias y hasta en medidas cautelares, especialmente tratándose de su
revocación de común acuerdo, o, incluso, de medidas de investigación que afectan
los derechos de las personas.

Pero el juez "buzón" no es más que el fruto de un análisis ligero y despreocupado,


cuando no prejuicioso, de lo que el nuevo proceso exige del juez de garantía, que
se justifica nada más que en el análisis distorsionado del sistema contradictorio. El
juez "buzón" constituye la visión conceptual del inadaptado que aún aspira a que el
juez tome las decisiones de impulso procesal y de política criminal que eran propias
del juez del crimen. Entonces perfilan a un juez entrometido que desconoce la
nueva función del juez en el proceso penal, y que siente la necesidad de asumir
como propias las funciones que hoy son entregadas al investigador o al acusador y,
aun, al defensor.

Jamás la ley ha pretendido reducir la labor del juez a la de un mero buzón, como
convertir a su despacho en una triste oficina de correos, conducida por un
funcionario que sólo timbra y registra la documentación que le es presentada por
los usuarios, sin exigirle un esfuerzo mínimo de imaginación.

Por cierto que en el actual sistema la labor del juez no es la misma que en el viejo
proceso penal, en el que el órgano juzgador tenía un notable protagonismo. Pero
esta pérdida de protagonismo ha de suponer redescubrir el más profundo sentido
de la función judicial, más aun cuando ésta se asocia a la cautela de garantías, por
lo que parece necesario que en cada instituto el órgano cautelar sea capaz de
identificar la eventual vulneración de derechos que podría producirse a fin de
ejercer el control que corresponde para evitarla.

Con esta mirada, cada una de las peticiones que hemos reseñado, desde el
principio de oportunidad hasta las medidas intrusivas, exigen una actividad de
control que tiene perfiles variados: control formal del contenido de la petición,
control de legalidad estricto (plausibilidad), control del ejercicio de derechos
(información, voluntad libre, etc.) con un acento en los estándares de resguardo
que ya el legislador ha fijado.

Por lo anterior, nos adherimos a quienes se rebelan contra la sola idea del juez
"buzón", pero destacando que esta visión no es la que fluye naturalmente del
sistema procesal, sino de la inadecuada interpretación de algunos que no lo
comprenden suficientemente.

La nueva función judicial, que es la de siempre, tiene una riqueza extraordinaria e


importa un desafío profesional e intelectual de gran envergadura e importancia. Sin
su ejercicio adecuado, el sistema garantista se convierte en un conjunto de
disposiciones programáticas sin sentido real.

Jorge Eduardo Sáez Martin


Juez de Garantía de Santiago

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