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Teología patrística (2017)

La muerte en la teología de los Padres

Considerando que estamos elaborando nuestro proyecto de disertación de tesis titulado


La salvación por la muerte en la perspectiva del padre Rafael Tello, hemos decidido
estudiar la consideración acerca de la muerte en algunos padres de la Iglesia y descubrir
cómo la exponen, los acentos, etc., buscando concordancias con nuestro autor en cuestión.
Si bien la categoría principal en nuestra tesis es la de salvación, nos parece que la manera
de entender la muerte conlleva consecuencias muy importantes para considerar la salvación
y también la vida eterna.

Dada la vastedad de autores patrísticos disponibles, nos hemos circunscripto a seis:


Ambrosio, Cipriano, Orígenes, Hilario de Poitiers, Gregorio de Nisa y Agustín. De algunos
de ellos hemos tomado una obra en particular -tal es el caso de Ambrosio y de Cipriano-; de
los cuatro restantes, como se verá, nos hemos remitido a la voz muerte en los respectivos
distintos diccionarios temáticos.

1. La muerte en el De excessu fratris sui de san Ambrosio de Milán

El De excessu fratris sui se compone de los dos discursos fúnebres que pronunció
Ambrosio a la muerte de su querido hermano Sátiro. El primero, de tono de lamentación, el
día de su entierro; el segundo, ya más expositivo, doctrinal y exhortativo, ocho días
después.

En el primer discurso, teñido por la tristeza de la muerte de su hermano, Ambrosio


parece tener una visión de la muerte como remedio a esta vida, pues "¿para qué habría de
recaer en esta miserable y penosísima desgracia y volver a esta vida deplorable, aquel de
quien debemos más bien alegrarnos porque ha sido sustraído a males tan inminentes y a
peligros tan amenazadores?1

Sin embargo, la muerte no deja de ser de un dolor insoportable para los hermanos que
permanecen en esta tierra. En efecto, dice Ambrosio: "Todo esto es insoportable. Pues,
¿qué es soportable sin tal compañero de vida, sin tal socio de mis trabajos y deberes. Ni
siquiera he tenido tiempo de prepararme para su muerte, de modo que fuera más
llevadera"2.

Al final de este primer discurso, le habla a su difunto hermano y le dirige una oración,
donde se ve patente la fe en la comunión de los santos: "No me abandones, por favor,
durante mucho tiempo en esta añoranza de ti: espérame mientras me acerco, ayúdame

1
AMBROSIO DE MILÁN, De excessu fratris sui Satyri, I, 30.
Editado como: AMBROSIO DE MILÁN, Discursos consolatorios, Ciudad Nueva, Madrid, 2011. Edición
bilingüe, traducción de AGUSTÍN LÓPEZ KINDLER.
2
Ibíd, I, 35.
mientras me apresuro y, si te parece que me retraso demasiado, llámame. Pues nunca
hemos estado demasiado tiempo lejos el uno del otro, porque tu solías visitarme. Ahora,
puesto que tu ya no puedes volver, yo iré hacia ti"3

El segundo discurso, de tono más expositivo sobre la muerte y la resurrección, comienza


de manera muy extraña alentando a no llorar la muerte de los seres queridos (cuando el
discurso de la semana anterior fue un llanto interminable de su parte). Pero al tratar sobre la
muerte, se muestra en perfecta consonancia con el primer discurso, al decir que "no
debemos deplorar la muerte, ya que es causa de salvación"4 y que "es verdad que la
muerte no formaba parte de nuestra naturaleza, sino que se introdujo en ella; Dios no
instituyó la muerte desde el principio, sino que nos la dio como un remedio [...]. En efecto,
la vida del hombre, condenada por culpa del pecado a un duro trabajo y a un sufrimiento
intolerable, comenzó a ser digna de lástima: era necesario dar un fin a estos males, de
modo que la muerte restituyera lo que la vida había perdido. La inmortalidad [vivida en
este mundo], en efecto, es más una carga que un bien, si no entra en juego la gracia"5.

2. La muerte en el De mortalitate de san Cipriano de Cartago6

En la obra del cartaginense, escrita en un contexto de peste y alta mortalidad,


encontramos también reflexiones sobre el carácter positivo de la muerte, a la cual hay que
enfrentar con fe, esperanza de salvación y alegría: "¿Quién va a estar temeroso y triste
entre tantos bienes, si no es el que carece de esperanza y de fe? Sólo puede temer la muerte
quien rehúsa ir a Cristo, y no querrá ir a Cristo quien no confíe poder reinar con Cristo"7.

También el sufrimiento, anticipo de la muerte, tiene un sentido completamente distinto


para el cristiano y así lo vive. En efecto, dice Cipriano que "si el cristiano conoce y
entiende por qué cree, comprenderá que tiene que sufrir más que los demás en el mundo,
porque tiene que luchar más contra los embates del diablo"8. Y va más allá al afirmar que
la fe nos hace estar preparados para todo: "El temor de Dios y la fe deben tenerte aparejado
para todo. Que pierdas tus bienes patrimoniales, que sufras continuas enfermedades y
hasta cruentos tratamientos de tus miembros, que tengas que perder por triste fallecimiento
la mujer, los hijos, los parientes, no deben servirte estas desgracias de tropiezo, sino de

3
Ibíd, I, 79.
Vale la pena aquí citar, también, un texto de Cipriano, en el n° 20 de su De mortalitate, escrito a raíz de la
peste que había asolado a la ciudad de Cartago en el año 252: "...cuántas veces se me ordenó por la bondad de
Dios que clamase sin cesar, que predicara en público que no debía llorarse por nuestros hermanos llamados
por el Señor y libres de este mundo, sabiendo que no se pierden, sino que nos preceden; que, como viajeros,
como navegantes, van delante de los que quedamos atrás, que se pueden echarlos de menos, pero no llorarlos
y cubrirnos de luto, puesto que ellos ya se han vestido vestidos blancos..."
4
Ibíd, II, 46.
5
Ibíd, II, 47.
6
Como ya hemos dicho más arriba, Cipriano escribe su tratado De mortalitate a raíz de la peste que había
asolado a la ciudad de Cartago en el año 252.
7
CIPRIANO DE CARTAGO, De mortalitate, 3.
8
Íbid., 9.
lucha; ni deben debilitar ni quebrantar la fe de un cristiano, antes bien han de poner de
relieve el valor en la pelea"9.

Por eso quizás el centro de cuanto queremos expresar tiene que ver en cómo afrontan los
cristianos el sufrimiento y la muerte, lo que los distingue de los demás habitantes de
Cartago, judíos y paganos, tanto por el sentido del sufrimiento cuanto por los bienes que
esperan recibir en la vida eterna: "Es verdad que perecen en esta peste muchos de los
nuestros; esto quiere decir que muchos de los cristianos se libran de este mundo. Esta
mortandad es una pestilencia para los judíos, gentiles y enemigos de Cristo; mas para los
servidores de Dios es salvadora partida para la eternidad"10.

La voz muerte en el diccionario sobre Orígenes11

En Orígenes la muerte física tiene una doble función: es a la vez castigo y (gracias a la
muerte de Cristo) expiación. Por eso dice, por ejemplo, que personajes como el Faraón,
Ananías o Zafira, que recibieron la muerte como castigo, dejaron esta vida más purificados
(CMt 15, 15).

La voz muerte en el diccionario sobre Hilario de Poitiers12

La muerte se presenta como la separación del cuerpo y del alma. A diferencia de lo que
va a decir Gregorio, el cuerpo se corrompe mientras que el alma subsiste. Hilario explica
que la vida en este mundo no es en verdad una vida sino una muerte (Tello también), de
hecho vivimos en un cuerpo de muerte.

Pero para Hilario la muerte no es solamente consecuencia de la naturaleza, sino del


pecado de Adán, por el cual pasó a los demás hombres. Sin embargo, por la encarnación,
pasión y resurrección de Cristo el hombre es llamado después de la muerte a la vida eterna,
de manera que la muerte no tiene la última palabra

La voz muerte en el diccionario sobre Gregorio de Nisa13

El nacimiento produjo la conjunción del alma y del cuerpo; la muerte la separación. La


misma es una disolución, pero no una aniquilación, ni el alma ni el cuerpo retornan a la
nada.

9
Íbid, 12.
10
Íbid, 15.
11
E. DAL COVOLO, "Muerte", en A. MONACI CASTAGNO, Diccionario de Orígenes, Monte Carmelo, Burgos,
2003, 586-589.
12
L. F. LADARIA, "Muerte", en L. F. LADARIA, Diccionario de San Hilario de Poitiers, Monte Carmelo,
Burgos, 2006, 209-210.
13
L. F. MATEO-SECO, "Muerte", en L. F. MATEO-SECO - G. MASPERO, Diccionario de San Gregorio de Nisa,
Monte Carmelo, Burgos, 2006, 650-654.
La muerte es introducida por el pecado, no era parte de la condición original del hombre.
Gregorio utiliza la imagen de los "vasos de barro" para dejar claro que la muerte es un
remedio amargo dado por Dios al hombre para rehacerlo de nuevo mediante la
resurrección. En el vaso de barro se introdujo un trozo de plomo, por lo tanto el alfarero
debe romperlo y hacer un vaso nuevo, libre ya del plomo. Esto es lo que hace Dios por la
muerte y la resurrección.

La voz timor mortis en el diccionario sobre Agustín14

Antes de Agustín estaba muy fuerte la idea de vencer el temor de la muerte como
muestra de la fe en la resurrección, tal como lo hemos visto expuesto en algunos de los
Padres ya citados. El temor de la muerte revelaba una duda, una falta de fe, una culpa y un
apego incorrecto al cuerpo. Agustín, que gran parte de su vida se ubicó dentro de esta
tradición, fue cambiando de parecer a raíz de las disputas con los maniqueos, los donatistas
y sobre todo, los pelagianos, y terminó rechazando esa visión triunfalista de la anterior
tradición.

En la obra De inmortalitate animae Agustín describe que la muerte física es positiva,


pues el cuerpo es mortal e irracional y, por tanto, es inferior a la vida inmortal del alma
racional. La muerte es una ventaja al librar al alma de las importunidades del cuerpo. Sin
embargo, él afirma que la vida es un don de Dios, y que por lo tanto la privación de la vida
es una pérdida. Todo hombre desea vivir -dice Agustín-, incluso el suicida, pues lo que
desea no es morir, sino una vida mejor, sin sufrimiento.

Conclusión

Creemos que estos autores pueden ser de gran aporte al tema de nuestra tesis (La
salvación por la muerte en la perspectiva de Rafael Tello) al encontrar en las primeras
fuentes quienes ya nos hablaban de cómo Dios, dando la muerte, nos salva.

Vista la vida y la muerte desde los pobres (como lo hace Tello), encontramos mucho eco
con la doctrina expresada con los Padres citados. Cuando uno contempla vidas que son,
como bien decía Hilario, muertes en vida15 cae en la cuenta que la muerte es camino de
salvación, paso para la vida de Dios, y por lo tanto es el medio a través del cual Dios salva
a mucha gente. En esta vida, nada más que morir. ¿Cuándo y cómo llegará la salvación para
esa inmensa mayoría de gente? En, con y a través de la muerte. Matándolos, Dios los habrá
salvado. Hasta el mismo suicida, según Agustín, parece convertir su último acto dentro de
este mundo en un acto de fe, al expresar la esperanza de una vida eterna, sin pecado ni
sufrimiento alguna.

14
C.STRAW, "Timor mortis", en A. D. FITZGERALD, Diccionario de San Agustín, Monte Carmelo, 2001, 1273-
1279.
15
Todas lo son; quizás en los pobres se ve más patente y por eso parecería haber más esperanza.
Por otro lado, creemos que pastoralmente puede ser de gran ayuda el primer discurso
para entender cómo se vivía y se sentía la muerte en los primeros siglos del cristianismo,
incluso en un obispo de la importancia de Ambrosio. Cómo los sentimientos afloraban e,
incluso cuando la fe en la resurrección era tan fuerte, no por eso se opacaba el dolor
inmenso de la ausencia de un hermano tan amado que la muerte dejaba.

Por último, aparece muy patente algo que está muy presente en la piedad de nuestro
pueblo que es la comunión de los santos. Tanto en la oración que Ambrosio dirige a su
hermano como en la consideración que hacía Cipriano sobre aquellos que nos preceden en
el camino a la vida eterna y citábamos como nota al pie, hay una profunda expresión de fe
en la comunión de los santos, donde se ve aquello de ut legem credendi lex statuat
supplicandi16.

Lucas Schcolnik

16
PRÓSPERO DE AQUITANIA, Indiculus Caelestini, 8.

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