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a) Similitud de situaciones.
Algunos autores sostienen que el grado de semejanza necesario para que proceda la
aplicación analógica, se vincula con los elementos esenciales de amabas hipótesis, claro
que tampoco hay reglas fijas para considerar, en cada circunstancia, que resulta esencial
en la configuración del supuesto de hecho.
Pero no bastará que los hechos por regular sean semejantes alos hechos regulados. Será
menester, además, que a juicio del juez ambos casos deban ser regulados de la misma
manera, es decir, que haya semejanza en los motivos o la finalidad de la norma. Esta
semejanza radica, según algunos autores, en que las dos situaciones susciten igual
razonamiento jurídico, lo que indica que debe haber una misma regulación. Tampoco
puede aplicarse analógicamente las normas prohibitivas, ni las que limitan derechos
subjetivos, ni las de carácter excepcional, ni las de vigencia temporal restringida, todo ello
en virtud del principio de libertad. Aplicar analógicamente una ley en los casos
mencionados resulta ilegítimo e ilegal, porque implica violar el espacio no sometido a
regulación jurídica, es decir, el ámbito de libertad. En esta hipótesis, no hay laguna que
cubrir. Es procedente la aplicación de la ley análoga sólo donde existe una laguna legal, no
siendo concebible que una ley que restringe un derecho o establece una excepción sea
llamada, so pretexto de laguna legal, para restringir una derecho distinto o el mismo en
diferente circunstancias, o extenderla excepción en otros supuestos, pues la amplitud del
derecho de que se trate o las hipótesis no contempladas por la ley de excepción, tienen
respaldo normativo en que la ley reconoce aquellos o en la regla general en que se
subsume éstas.
En palabras de Marcial Rubio Correa, el orden público podría ser definido como un
“Conjunto de normas jurídicas que el Estado considera de cumplimiento ineludible y de
cuyos márgenes no puede escapar ni la conducta de los órganos del Estado ni la de los
particulares, para lo cual el Estado compromete sus atribuciones coercitivas y coactivas de
ser necesario”.
b. BUENAS COSTUMBRES
Primero. La Teoría del Derecho ha establecido diversos requisitos para que una costumbre
social se reconocida como jurídica siendo tres; antigüedad en el tiempo, conciencia de
obligatoriedad y uso generalizado.
Segundo. Para que la costumbre sea calificada como buena se tendría que recurrir a una
calificación extrajurídica, concretamente morales en las cuales se podría analizar a efecto
legales cuales podrían ser reconocidas como buenas o malas ya que lógicamente las
últimas no podrían ser aplicables dentro del ordenamiento jurídico.
Podríamos definir como aquellas causas que afectan a la validez del acto jurídico, las
mismas que al consumarse al momento de su celebración (y por ende, nacimiento),
conspiran contra su eficacia jurídica, previniendo en nulo dicho acto.
Nuestro Código Procesal Civil no define la legitimidad para obrar, pero continuamente
hace referencia a ella.
La legitimidad para obrar está referida a los sujetos que, ya sea en la posición de
demandantes o de demandados, la ley autoriza a formular una pretensión determinada o
a contradecirla, o a ser llamados al proceso para hacer posible una declaración de certeza
eficaz o a intervenir en el proceso por asistentes un interés en su resultado.
La legitimidad para obrar tiene una definitiva vinculación con la relación jurídica de
derecho material o estado jurídico cuya declaración de certeza, ejecución, u otro tipo de
providencia judicial se pretende. Como la anota Vescovi, la legitimidad para obrar se
refiere a la posición de un sujeto respecto al objeto litigioso que le permite obtener una
providencia eficaz. Aunque es un concepto procesal, la legitimidad está referida a la
pretensión objeto del proceso, esto es, al derecho sustancial reclamado.
Rocco precisa que las normas sobre legitimidad para obrar constituye un concepto
sistemático de reglas procesales concernientes a la posibilidad o licitud jurídica de accionar
(sic), para lo que es necesario recurrir a criterios fijos y constantes en virtud de los cuales
deban ser determinados los sujetos titulares del derecho de accionar (sic) y de contradecir.
Agrega que “tales criterios tienen que constituir un conjunto orgánico de reglas que sirvan
para establecer qué sujetos pueden hacerse actores en juicio, formulando la demanda
judicial, esto es, a qué sujetos les es jurídicamente lícito pretender la pretensión de la
actividad jurisdiccional, y por consiguientes. Les es jurídicamente posible formular la
demanda judicial, con la cual piden una determinada providencia jurisdiccional, frente a
otro u otros determinados sujetos… aquí hablamos de la licitud y de una responsabilidad
jurídica, no de una mera posibilidad o licitud de hecho”.
Dada la referencia que tiene la legitimidad para obrar a quienes la ley autoriza a solicitar la
actividad jurisdiccional en resguardo de determinados derechos de tipo material, y a quien
debe dirigirse la pretensión, un sector de la doctrina ha confundido la legitimidad bajo
estudios con la titularidad misma del derecho material de quien se presenta ante los
estrados judiciales para reclama la tutela de sus derechos y, la posición del demandado
con quien igualmente es parte de la relación jurídicamente material. Así, para esta
posición, sólo el comprador y el vendedor se encontrarán legitimados para obrar en un
conflicto derivado de un contrato de compra venta.
El viejo aforismo latino de "Iura Novit Curia" está contemplado en la legislación procesal
civil en el artículo VII del Título Preliminar del Código Civil: "Los jueces tienen la obligación
de aplicar la norma jurídica pertinente, aunque no haya sido invocada en la demanda".
Igualmente está considerada con mucha mayor precisión en el artículo VII del Título
Preliminar del Código Procesal Civil el cual señala: "El juez debe aplicar el derecho que
corresponda al proceso, aunque no haya sido invocado por las partes o lo haya sido
erróneamente.
Sin embargo, no puede ir más allá del petitorio ni fundar su decisión en hechos diversos de
los que han sido alegados por las partes".
Las normas antes citadas expresan el aforismo "iura novit curia" que literalmente significa
"el tribunal conoce el Derecho"; en efecto, la doctrina admite y, el Código Procesal Civil así
lo establece, que la aplicación del aforismo Iura Novit Curia tiene límites:
a) El juez no puede fundar su decisión en hechos diversos de los que han sido alegados por
las partes; y,
Cuando se señala que el juez no puede ir más allá del petitorio debemos tener en cuenta
dos situaciones: 1) La aplicación del aforismo no puede modificar el objeto de la
pretensión especificado por el titular del derecho; y, 2) La aplicación del aforismo no
puede modificar el objeto de la pretensión y tampoco incidir en aspectos colaterales del
proceso que determinan de manera indirecta una variación del objeto de la pretensión.
Esta breve explicación doctrinaria del principio del Iura Novit Curia nos permitirá realizar
este ensayo sobre la aplicación de este principio en el proceso civil peruano, para este
efecto consideramos necesario realizar la siguiente interrogante ¿Los jueces y Tribunales
de nuestro país aplican adecuadamente el principio de Iura Novit Curia? Y si lo vienen
aplicando ¿En que aspectos este principio presenta mayores complicaciones para los
jueces y tribunales de nuestro país?
Es conocido que la búsqueda de la norma aplicable al caso concreto debe ser tarea de un
profesional que tenga lógicamente un conocimiento suficiente y adecuado del
ordenamiento jurídico, en este caso de un profesional del derecho, quien debe ser el que
realice una adecuada fundamentación legal y doctrinaria de la pretensión.