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progreso
La reunión de los hombres de empresa con los hombres de academia ha sido muy
provechosa para sus naciones. El pensamiento asociado a la acción es la fórmula del
progreso, el bienestar y el perfeccionamiento. La empresa es el factor formidable que
permite compartir, con todos, las bondades del pensamiento privilegiado de los elegidos.
De nada sirve que el sabio descubra o invente un nuevo sistema político o económico, así
como una nueva tecnología médica o cibernética, si ellas tan sólo se destinan a enriquecer el
catálogo de lo que algunos escogidos conocen por su saber.
Con toda razón los hombres de empresa son quienes más trabajan por la estabilidad porque
son quienes más la requieren. El político puede trabajar y producir en medio del conflicto.
Es más, en ocasiones el conflicto es su medio ideal. El poeta puede escribir en medio de la
guerra y hasta nutrir su inspiración con el desastre.
Pero la empresa, salvo las industrias de la muerte, requiere orden, concordia, estabilidad y
paz para producir, progresar y servir.
Por eso la sociedad que es productiva, sabia y está orientada es, técnicamente,
indestructible.
Por eso el talento del hombre de empresa, asociado con el del hombre de pensamiento y
aliado con el del hombre de gobierno, ha sido la fórmula insuperable del éxito nacional.
Baste observar que las naciones más consolidadas tienen como una triple corona a sus
instituciones de Estado, sus corporaciones de empresa y sus fundaciones universitarias.
La reunión del poder, el tener y el saber todavía no tiene rival en el destino nacional.
Nunca, en toda la historia de la humanidad, los hombres hemos estado tan informados,
tecnificados, entrenados, preparados y capacitados para el logro de la perfección social. Y,
sin embargo, nunca hemos estado tan cerca de la deshumanización en aras de la
sistematización. De depositar en otros la generación de nuestras propias ideas y el ejercicio
de nuestras exclusivas potestades. Y de acercar, a la especie toda, al precipicio de su
irreversible decadencia.
Por eso, hoy más que nunca, corresponde a los hombres del talento académico, a los del
talento empresarial y a los del talento político, ver hasta donde nosotros no podríamos ver
y llevarnos hasta donde, solos, jamás podríamos llegar.