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Pain propone cambiar el nombre de arteterapia por el de arterapia como lo escribe en el título
de su libro, así como el de llamar a los pacientes o asistentes a talleres de arteterapia como
artistant”. Pienso que el querer cambiar estos dos nombres no conduce a nada por el poco
tiempo que tiene de vida en los países latinoamericanos y en el nuestro el arteterapia, donde
lo necesario y de forma urgente, es hacer conocer esta disciplina y hacer que se introduzca en
los ámbitos escolares, sociales y clínicos.
En el capítulo La visión y la visión de la ficción Sara Paín se pregunta sobre las relaciones
entre los distintos aspectos de la visión y la prioridad de unos sobre los otros. En saber
ver y mirar las obras de arte de todos los tiempos; recuerda que en la conciencia la visión
es percepción y pensamiento, que es necesario saber ver para reconocer, en cómo juegan
también los distintos sentidos en la visión de una obra de arte. En la visión también entra en
juego la imaginación de la que dice es por un lado, más rica que la percepción, y por el otro,
más vaga y flotante; recuerda a Merleau-Ponty que decía es un error filosófico creer que lo
visible es una presencia efectiva y que lo invisible es siempre un cierto tipo de latencia.
En el capítulo El objeto seductor escribe cómo las personas estamos sujetos a la vez del deseo
y del conocimiento, y la seducción sería una tercera estructura. Trata sobre el objeto seductor,
el objeto de pulsión, el objeto fetiche y el objeto transicional.
Un libro para leer, para poder discrepar o no en los temas que trata, pero que siempre nos
lleva hacia una reflexión y discusión sobre ellos.
desEquilibrio que el grupo define como No hi ha equilibri sense desequilibri que representan
en un fotomontaje en el que juegan con las escalas de medidas, con una gran cinta métrica a
color abierta haciendo distintas formas y los componentes del grupo personajes diminutos en
blanco y negro que van por la cinta sorteando las dificultades, ayudándose entre ellos.
El psiquiatra Hugo Abatí recuerda en el prólogo unas palabras de Albert Camus la belleza es
el pan del corazón del hombre, y cuenta que la práctica de la psiquiatría me fue mostrando la
potencia de esa palabra, su fundamento. Descubrí que el corazón, en la metáfora de Camus,
no es más que aquello que nos hermana como personas: la condición del dolor y de la pérdida,
pero también de la lucha y esperanza.
En resumen, un libro para aquellos personas que quieran conocer o aprender más sobre esta
disciplina.
El escritor Màrius Serra narra la vida de su segundo hijo Lluis, al que llaman Llullu, niño que
ha nacido con una encefalopatía muy grave y un grado de disminución del 85 por ciento.
El libro está escrito como un cuaderno de bitácora, Los distintos episodios o capítulos no
han sido escritos de forma cronológica, sino que el autor ha ido “rescatando escenas que le
venían a la memoria.” Salta de un primer recuerdo del nacimiento de su hijo en Barcelona
en el año 2000 hacia New Brunswick en el 2005, luego hasta Roma en el 2000, Horta en el
2005, y así en los demás, hasta terminar en Finlandia en el 2004 y en un estudio
fotográfico en Granollers en el 2006.
El libro está escrito con humor e ironía, sin sentimentalismos y sin caer en victimismo, nos
narra los viajes que ha hecho toda la familia con Llullu, desde antes de cumplir un año a
Italia, más tarde desde Creta a Escocia, EEUU, todo Canadá, el círculo polar ártico finés y
las islas Hawai, contándonos anécdotas de todo tipo, cuando en Eurodisney trataron a Lluis
como un VIP, o en Génova en donde la dueña de un restaurante rechazaba la presencia de
Llullu porque afeaba el local y molestaba a la clientela.
Llullu no puede sostener la cabeza, ni fija la mirada ni puede moverse, ni ríe ni habla, es un
niño sin ninguna expresión. Con este libro Serra ha querido hacer visibles a los que siempre
han sido “los niños invisibles”, a niños y niñas como Llullu que la sociedad ha rechazado
contemplar. “Antes a estos niños no los sacaban de casa, era feo. Ahora por suerte la
sociedad se está adaptando; incluso van de colonias, tienen una escuela”.
Serra ha dicho que el motor del libro ha sido un día que estaba en un camping de Girona al
ver a un sobrino correr e interiorizar que su hijo nunca correrá. Gracias a un original montaje
fotográfico con el que se cierra “Quieto” ha permitido hacer realidad la idea de poder ver
correr a su hijo, “campeón de la movilidad reducida”. Con la técnica del folioscope y la
ayuda del diseñador Miquel Llach que reprodujo veinticuatro posiciones del cuerpo de un
velocista en dos cartulinas e hizo al tamaño de Llullu su silueta en doce colores distintos, y
del fotógrafo Jordi Ribó, que se calzó un arnés y se colgó del techo para poder fotografiarlo de
perfil, imagen a imagen. Para ello tendieron en el suelo del estudio al niño, cuatro adultos le
iban sujetando piernas y brazos siguiendo las marcas de esas siluetas. “Tenía claro que quería
esta proyección de la imaginación como final del libro. Verlo correr sería maravilloso”. Con
las imágenes de Llullu corriendo al pasar rápido las páginas, a la vez pone por escrito lo que
cree piensa su hijo. Las últimas palabras del niño son: