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Mauro Wolf

“Harold Garfinkel, o la evidencia no se cuestiona”

La etnometodología tiene como objeto de estudio empírico las actividades prácticas, las
circunstancias de cada día, el razonamiento sociológico que habitualmente desplegamos en
los asuntos ordinarios. El análisis trata de los hechos sociales como realizaciones; en
aquello que normalmente se ve como “cosas”, “datos” o “hechos”, el etnometodólogo ve, y
trata de ver, los procesos mediante los cuales se crean y sostienen de manera constante las
características de escenarios socialmente organizados.
Los ambientes en los que nos movemos, hablamos, actuamos, las personas con las que
estamos en interacción, representan para nosotros un universo normal, al cual aplicamos
conocimientos comunes, dados por descontado: las prácticas, los métodos con los que
planteamos la normalidad, continuidad y estabilidad de la realidad social de la vida
cotidiana, son el objeto de estudio de la etnometodología.
Esta analiza las prácticas y los modos en que los individuos construyen la estabilidad de su
mundo social y a la vez lo hacen descriptible, observable, objeto de informe. Para la
etnometodología, la naturaleza regulada de las relaciones sociales es secundaria respecto al
trabajo con el que se establece un mundo de sentido común. La etnometodología se
presenta común viaje por el mundo del sentido común.
Garfinkel afirma que el término etnometodología indica el estudio de la actuación práctica
en la vida cotidiana y de los fenómenos problemas, resultados y métodos que acompañan el
uso de tal actuación. Cinco puntos caracterizan el estudio etnometodologico:

1) Analiza cualquier coyuntura social (desde ritos propiciatorios, a la adivinación; de la


actuación práctica común a la teorización, etc.) según el punto de vista por el que cada
elemento de sentido, de hecho, de método, es la realización lograda de acciones
prácticas, y esto para cada caso particular de investigación, sin excepciones.

2) Los sujetos de una ordenación social organizada están continuamente comprometidos


en el decidir, reconocer, evidenciar el carácter racional de su forma de actuar. No es
satisfactorio describir la forma en que aquellos operan diciendo que invocan alguna
regla para definir el carácter coherente o coordinado o planificado (racional) de su
actuación real. En cambio, toda observación sobre la racionalidad del comportamiento
en la vida cotidiana (por ejemplo: “prueba adecuada”, “referencia adecuada”) es una
glosa acerca de fenómenos de organización sobre conjuntos de prácticas realizadas por
los sujetos.

3) La perspectiva etnometodologica rechaza por tanto el punto de vista acostumbrado


según el cual la eficiencia, la concreción, la inteligibilidad, la coherencia, la
planeabilidad, la tipicidad, la uniformidad, la reproducibilidad de las acciones (las
propiedades racionales del comportamiento práctico) son fijadas, reconocidas,
categorizadas, descritas sirviéndose de una regla y de un modelo obtenido
independientemente de la situación en que tales propiedades son reconocidas, usadas,
producidas, etc. Toda propiedad “racional” de la acción, todo aspecto del sentido de una
actividad, de su factibilidad, objetividad, explicabilidad, de su comunicabilidad, es
considerada como una realización contingente de prácticas comunes organizadas
socialmente.

4) Cada situación social ha de ser considerada como autoorganizada en cuanto al carácter


inteligible de sus propias apariencias. Toda situación organiza las actividades que la
componen de modo que forme un contexto coherente de actividades prácticas
explicables. Los modos en que se organiza una situación coinciden con los métodos
que utilizan los sujetos para poner de manifiesto que los caracteres de la situación
consisten en conexiones claras, coherentes, proyectadas, coordinadas, etc. Las personas,
en las ocasiones ordinarias de sus interacciones, descubren, demuestran, persuaden,
manifiestan las apariencias de organizaciones coordinadas, coherentes, claras, elegidas
y proyectadas.

5) Una constante realización de las actividades organizadas de la vida cotidiana es la de


demostrar la racionalidad y comprensibilidad de las expresiones y de las acciones
indexicables (específicas de un contexto particular). También para los etnometodólogos
el centro del análisis es la vida cotidiana, pero esta vez observada a partir de los modos,
los métodos con los cuales se construye un escenario de sentido común, un ambiente
social cuyos caracteres son los de una realidad preexistentes, dada, indiscutible.

El tema crucial de la etnometodología (...) es el análisis de los modos comunes en que los
individuos hacen racionales y explicables sus experiencias de todos los días. La
etnometodología es una sociología de la vida cotidiana.

Lo que diferencia el estudio etnometodológico de otras sociologías es que el centro de su


indagación es el proceso con que los miembros sociales producen y sostienen un sentido de
la estructura social en la cual interaccionan. Garfinkel afirma que el carácter “obvio” y
“natural” del mundo social en que los actores operan, es el resultado de prácticas sociales
difundidas que constituyen el elemento esencial de la competencia de sujetos socialmente
educados. Estamos habituados a dar por descontado un cierto numero de conocimientos,
razonamientos, etc.: no es necesaria una ulterior atención o reflexión, porque todo ello
supone ya un instrumento inmediato, al alcance, para la interacción y actuación del mundo,
sin que cada vez haya que volver a poner todo en discusión.
La objetividad y la realidad de lo que sucede en cada situación dada depende del hecho de
que los miembros ven la ocasión presente como colocada en un orden social estable,
objetivo. La impresión de los miembros de que las características del orden social son
objetivas y reales, es una realización de los miembros en esa ocasión especifica. El carácter
organizado de cada ocasión social depende reflexivamente de sí mismo. El sentido del
individuo de vivir en un mundo real compartido con los otros es el fundamento de su
existencia en el mundo.
Uno de los procedimientos usados por Garfinkel para explicar el papel de las asunciones de
sentido común empleadas en la vida cotidiana, es el de obstaculizar, romper las practicas y
las expectativas que automáticamente ejecutamos y planteamos para hacer comprensibles
las escenas de interacción.
Normalmente en las interacciones cotidianas se postula que el interlocutor entenderá que se
usan expresiones cuyo significado está ligado a la ocasión específica, que un enunciado se
puede utilizar para aclarar algo que ya se ha dicho o para anticipar la comprensión de algo
que se dirá a continuación.

3. Lo que todos saben

El mundo de la vida cotidiana representa la escena de un orden social y moral en el que el


individuo se coloca. El análisis etnometodológico de los conocimientos de sentido común y
de la actitud natural trata de describir el punto de vista del sujeto, su percepción de la
realidad social.
La etnometodologica es así el estudio de los conocimientos de sentido común que usamos
en las practicas cotidianas, incluidos los resúmenes, las explicaciones, las glosas con que
reconstruimos la racionalidad de tales prácticas.
“La actitud natural ve los caracteres de las situaciones sociales particulares como productos
de la sociedad que está alrededor, mientras la actitud etnometodologica ve los elementos de
la sociedad que hay alrededor como productos de particulares situaciones sociales”.
Por actitud natural, Garfinkel entiende el “mundo del sentido común”, el “mundo
cotidiano” como es conocido y visto por el sujeto en el alcance de los fines prácticos de sus
acciones: este se presenta como una totalidad de “autoevidencias” que cambian de situación
a situación.
Cuando un acontecimiento, acción, estudio, se presenta como “conocido en común con los
otros”, pertenece en consecuencia a “lo que saben todos”, se funda sobre algunos
presupuestos que constituyen los caracteres decisivos de los acontecimientos del mundo de
sentido común.

Un acontecimiento forma parte del mundo de sentido común cuando: a) el sujeto asume, b)
asume que su interlocutor asuma, c) asume que del mismo modo que él asume respecto al
interlocutor, el interlocutor asume, respecto de él.
Frente a la ruptura de la actitud natural, el sujeto puede asumir otra actitud para restablecer
la “cotidianidad de los acontecimientos”: “puede” redefinir la realidad social, cambiar las
reglas del juego estableciendo unas nuevas.

3.1 La Reflexividad

La reflexividad es una practica cotidiana: esto es, desde el punto de vista de la


etnometodologia, que el uso cotidiano, normal, del lenguaje, representa, inevitablemente, y
al mismo tiempo, tanto una descripción de las escenas de interacción social como un
elemento de estas mismas escenas que aquél consigue ordenar. Un enunciado no
“transmite” sólo una cierta información, sino que al mismo tiempo crea un contexto en el
cual la información misma puede aparecer.

El conocimiento de sentido común de los hechos de la vida social es para los miembros de
la sociedad un conocimiento institucionalizado del mundo real.

Las actividades con que los miembros producen y tratan escenas de acontecimientos
cotidianos organizados son idénticas a los procedimientos que los sujetos usan para hacer
tales escenas “explicables”. El carácter reflexivo de las prácticas de resumen
(justificaciones, explicaciones, exposiciones) constituye el punto crucial de este enfoque.
En el rendir cuentas de las acciones, en el explicarlas de forma racional, los sujetos
producen la racionalidad de tales acciones y a la vez convierten la vida social en una
realidad comprensible, coherente.
El tratamiento de la reflexividad en las interacciones y en el uso habitual del lenguaje, en
un cierto sentido, “la esconde”, remarcando la asunción incorregible de una realidad social
objetiva y compartida: el interés etnometodologico es el de hacer observar el carácter
reflexivo de las actividades prácticas.
La atención sobre el concepto de reflexividad hace necesario subrayar que “los
procedimientos de descripción, sus resultados y los usos de sus resultados son elementos
integrantes del mismo orden social que tales procedimientos ayudan a describir.
Cuando se describe una situación social, la selección de los elementos de la descripción
misma es percibida por el destinatario como medio para localizar aquello que el locutor está
tratando de hacer comprensible con su descripción, y a la vez aquello que se percibe como
fin del locutor puede ser usado por el destinatario para comprender un elementos de la
misma descripción.
Hay una unión de reflexividad entre el acto de seleccionar un elemento de una descripción
y el acto de comprender el fin práctico por el que éste es seleccionado.
Del concepto de reflexividad deriva el interés de los etnometodólogos por todo aquello que
se refiere a los métodos que los sujetos utilizan para describir, hacer resúmenes de acciones,
dialogar; de dicho concepto se coligen también las indicaciones de Garfinkel de “tratar las
propiedades racionales de las actividades prácticas como “antropológicamente ajenas” de
“dar a las actividades más comunes de la vida cotidiana la atención normalmente reservada
a los acontecimientos extraordinarios”, “de descubrir las propiedades formales de las
acciones prácticas de sentido común desde el interior de los escenarios, como progresivas
realizaciones de es-tos ambientes sociales”. Desde este punto de vista, el problema de
“capturar” los procesos de construcción y negociación de la realidad requiere una fuerte
atención sobre el uso del lenguaje en los ambientes estudiados. Grabación de las
conversaciones, cuidadas descripciones etnográficas de las escenas de interacción,
identificación de los conocimientos de sentido común usados por los sujetos estudiados y
por el investigador que los estudia, para comprender el sentido de las acciones de los
sujetos, constituyen así etapas obligadas para todo trabajo etnometodologico. FIN.

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