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Plaguicidas

La creciente demanda de alimentos ha obligado a los productores a mantener la calidad de sus ganados y
cultivos de la forma más eficiente posible. Esto puede suponer la utilización de plaguicidas. El uso de estos
productos en los cultivos comporta el riesgo de exponer a los consumidores a sustancias químicas nocivas a
través de los residuos que quedan tras la cría del animal o la elaboración del cultivo. La limitación de los
niveles máximos de estos residuos garantiza la inocuidad de los alimentos que se consumen.

El papel del Codex en relación con los plaguicidas


Para proteger la salud de los consumidores, la mayoría de los países han establecido por ley límites máximos
de presencia de residuos de plaguicidas en los alimentos. Cuando estos límites difieren entre los distintos
países pueden plantearse dificultades comerciales.

El Comité del Codex sobre Residuos de Plaguicidas (CCPR) es el encargado de establecer los límites
máximos de residuos (LMR) fijados por el Codex para residuos de plaguicidas en alimentos específicos o en
grupos de alimentos o piensos que circulan en el comercio internacional.

Antes de que pueda establecerse un LMR del Codex, deben realizarse evaluaciones del riesgo para la salud
humana a fin de garantizar que el suministro de los alimentos sea seguro. Es responsabilidad de la Reunión
Conjunta FAO/OMS sobre Residuos de Plaguicidas (JMPR) examinar la debida información toxicológica y
datos obtenidos principalmente a partir de ensayos supervisados, que reflejen el uso del plaguicida aprobado
de conformidad con las buenas prácticas agrícolas. La JMPR lleva a cabo evaluaciones de riesgos dietéticos y
recomienda LMR específicos al Comité del Codex.

Para que una sustancia química o un producto se tomen en cuenta a efectos de su examen por parte de la
JMPR, dicha sustancia o producto deben ser primero señalados por un Estado Miembro al Grupo de trabajo
electrónico del CCPR sobre prioridades.

Textos afines del Codex


EN
FR
Última ES
Referencia Título Comité
modificación AR
ZH
RU

Métodos de muestreo
recomendados para la
CAC/GL 33-1999 determinación de residuos de CCPR 1999
plaguicidas a efectos del
cumplimiento de los LMR

Directrices sobre buenas


CAC/GL 40-1993 prácticas en el análisis de CCPR 2010
residuos de plaguicidas

Parte del producto agrícola a


la que se aplican los límites
CAC/GL 41-1993 CCPR 2010
máximos para residuos y que
se analiza

Directrices para el uso de la


espectrometría de masas
(EM) en la identificación,
CAC/GL 56-2005 CCPR 2005
confirmación y
determinación cuantitativa de
residuos

Principios y directrices para


la selección de productos
representativos con miras a la
CAC/GL 84-2012 extrapolación de límites CCPR 2017
máximos de residuos de
plaguicidas para grupos de
productos
EN
FR
Última ES
Referencia Título Comité
modificación AR
ZH
RU
Directrices sobre criterios de
rendimiento para métodos de
análisis para la
CAC/GL 90-2017 CCPR 2017
determinación de residuos de
plaguicidas en los alimentos
y los piensos

¿Residuos de plaguicidas en los alimentos?


Preguntas y respuestas en línea
Mayo de 2016

¿Qué riesgos tienen para la salud los residuos de plaguicidas en los alimentos?
Los plaguicidas son productos químicos que se utilizan en la agricultura para proteger los cultivos contra
insectos, hongos, malezas y otras plagas. Además de usarse en la agricultura, se emplean para controlar
vectores de enfermedades tropicales, como los mosquitos, y así proteger la salud pública.
Sin embargo, los plaguicidas también son potencialmente tóxicos para los seres humanos. Pueden tener
efectos perjudiciales para la salud, por ejemplo, provocar cáncer o acarrear consecuencias para los
sistemas reproductivo, inmunitario o nervioso. Antes de que se autorice su uso, los plaguicidas deben
estudiarse a fin de determinar todos sus posibles efectos para la salud, y los resultados deben ser
analizados por expertos que evalúen cualquier riesgo que los productos puedan entrañar para las personas.
“Peligro” y “riesgo”: ¿cuál es la diferencia?
Los productos químicos peligrosos, como los plaguicidas, se pueden clasificar, según estudios científicos
de sus efectos potenciales para la salud, en cancerígenos (pueden provocar cáncer), neurotóxicos (pueden
dañar el cerebro) o teratógenos (pueden dañar al feto). Este proceso de clasificación, denominado
“identificación de los peligros” es el primer paso en la “evaluación de los riesgos”. Un ejemplo de
identificación de los peligros es la clasificación de las sustancias conforme a su carcinogenicidad para los
seres humanos realizada por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), el
organismo de la OMS especializado en el cáncer.
El mismo producto químico puede tener efectos diferentes según la dosis, es decir, dependiendo de la
cantidad del producto a la que se expone una persona. También puede depender de la vía por la cual se
produce la exposición, por ejemplo, ingestión, inhalación o inyección.
¿Por qué tiene la OMS dos procesos bien definidos de “identificación de los peligros” y
“evaluación de los riesgos”?
La “identificación de los peligros” —en particular la clasificación de sustancias por su carcinogenicidad
realizada por el CIIC — es el primer paso en el proceso de “evaluación de los riesgos”. La clasificación de
un agente entre los que conllevan peligro cancerígeno es una indicación importante de que un determinado
nivel de exposición, por ejemplo, derivada del trabajo, el medio ambiente o los alimentos, podría
aumentar el riesgo de cáncer.
Con la evaluación de los riesgos provenientes de los residuos de plaguicidas en los alimentos, como la
efectuada por la Reunión Conjunta FAO/OMS sobre Residuos de Plaguicidas (JMPR), se establece un
nivel de ingesta seguro. Los gobiernos y los gestores internacionales de riesgos, como la Comisión del
Codex Alimentarius, utilizan la ingesta diaria admisible para establecer los límites máximos de residuos
de plaguicidas en los alimentos. Las autoridades nacionales se encargan de hacer cumplir estos límites
máximos para que la cantidad de plaguicidas a los que están expuestos los consumidores en los alimentos
que ingieren a lo largo de su vida no tenga efectos perjudiciales para su salud.
La identificación de los peligros realizada por el CIIC y la evaluación de los riesgos efectuada por la
JMPR son complementarias. Por ejemplo, el CIIC puede hallar, en estudios científicos, nuevas pruebas
sobre la carcinogenicidad de una sustancia química y, cuando es necesario, la JMPR evalúa o revalúa la
inocuidad de esa sustancia en la forma en que se la utilice en los alimentos.
Enlaces conexos

 Inocuidad de los alimentos


Tema de salud
 Inocuidad de los alimentos
Programa de la OMS
 Centro Internacional de Investigaciones sobre

Residuos de plaguicidas
en los alimentos
19 de febrero de 2018

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Datos y cifras
 Los plaguicidas se utilizan para proteger los cultivos de los insectos, las
malas hierbas, los hongos y otras plagas.
 Pueden ser tóxicos para el ser humano y causar efectos tanto agudos
como crónicos sobre la salud, en función de la cantidad y del modo de
exposición.
 Algunos de los plaguicidas más antiguos y baratos pueden permanecer
durante años en el suelo y el agua. Su uso en agricultura se ha
prohibido en los países desarrollados, pero se continúan utilizando en
muchos países en desarrollo.
 La exposición a estos productos conlleva mayores riesgos para las
personas que entran en contacto con ellas en su trabajo, su domicilio o
su jardín.
 Los plaguicidas son muy importantes para producir alimentos, ya que
mantienen o aumentan el rendimiento de las cosechas y el número de
ellas que se recogen por año en el mismo suelo, algo especialmente
importante en los países que sufren escasez de alimentos.
 Para proteger a los consumidores de los efectos perjudiciales de los
plaguicidas, la OMS examina los datos científicos disponibles y
establece límites máximos de residuos que son aceptados a nivel
internacional.

En el mundo se utilizan más de 1000 plaguicidas para evitar que las plagas
estropeen o destruyan los alimentos. Cada plaguicida tiene propiedades y efectos
toxicológicos distintos.

Muchos de los plaguicidas más antiguos y baratos que ya no están protegidos por
patentes, como el diclorodifeniltricloroetano (DDT) y el lindano, pueden
permanecer durante años en el suelo y el agua. Estas sustancias han sido
prohibidas en los países signatarios del Convenio de Estocolmo de 2011, un
acuerdo internacional cuyo objetivo es eliminar o restringir la producción y la
utilización de contaminantes orgánicos persistentes.

La toxicidad de un plaguicida depende de su función y de otros factores. Por


ejemplo, los insecticidas suelen ser más tóxicos para el ser humano que los
herbicidas. Además, el mismo producto puede causar efectos distintos en función
de la dosis, es decir, la cantidad a la que está expuesta la persona. Otro factor
importante es la vía por la que se produce la exposición, ya sea la ingestión, la
inhalación o el contacto directo con la piel.

Ningún plaguicida cuyo uso en alimentos comercializados a nivel internacional ha


sido autorizado causa efectos genotóxicos (es decir, no dañan el ADN de modo
que puedan producirse mutaciones o cáncer). Los efectos adversos de estos
plaguicidas solo se producen a partir de determinado nivel de exposición. Cuando
una persona entra en contacto con grandes cantidades de uno de estos productos,
puede presentar una intoxicación aguda y sufrir efectos adversos a largo plazo,
entre ellos cáncer y trastornos de la reproducción.

Alcance del problema


Los plaguicidas son una de las principales causas de muerte por intoxicación
voluntaria, sobre todo en los países de ingresos intermedios y bajos.
Debido a que son intrínsecamente tóxicos y se aplican deliberadamente para que
se propaguen en el medio ambiente, su producción, distribución y utilización debe
regirse por un control y una reglamentación estrictos. Además, es necesario hacer
un seguimiento regular de sus residuos en los alimentos.

La OMS tiene dos objetivos en relación con estos productos:

 hacer que se prohíban los plaguicidas más tóxicos para el ser humano y los
que permanecen durante más tiempo en el medio ambiente;
 proteger la salud pública mediante el establecimiento de límites máximos de
residuos de los plaguicidas en los alimentos y el agua.

¿Quién está expuesto a riesgo?


Las personas que corren más riesgo son las que están directamente expuestas a
los plaguicidas, como los trabajadores agrícolas que aplican estos productos y las
personas que se encuentran en zonas próximas en el momento en que se
propagan o poco después.

La población general que no se encuentra en la zona donde se utilizan los


plaguicidas también está expuesta a estos productos, si bien a cantidades muy
inferiores, porque pueden estar presentes de forma residual en los alimentos y el
agua que ingieren.

Prevención y control
Nadie debería estar expuesto a cantidades peligrosas de plaguicidas.

Las personas que aplican estos productos en cultivos, en los hogares o en


jardines deberían protegerse adecuadamente, y las que no participan
directamente en esas actividades deberían alejarse de la zona durante la
aplicación y en el periodo inmediatamente posterior.

Los alimentos que se venden o donan (como los de la ayuda alimentaria) deben
cumplir con los reglamentos sobre plaguicidas, sobre todo con los límites máximos
de residuos. Las personas que cultivan para el autoconsumo deben seguir las
instrucciones de uso de los plaguicidas y protegerse con guantes y máscaras
siempre que sea necesario.

Los consumidores pueden reducir la ingesta de residuos de plaguicidas pelando o


lavando las frutas y hortalizas, lo cual reduce también otras fuentes de peligro,
como las bacterias patógenas.
Impacto mundial
La División de Población de las Naciones Unidas ha calculado que, en 2050, la
población mundial será de 9700 millones de personas, un 30% más que en 2017,
y que la gran mayoría de este crecimiento se producirá en los países en
desarrollo.

De acuerdo con las previsiones de la Organización de las Naciones Unidas para la


Alimentación y la Agricultura (FAO), el 80% del aumento de la producción de
alimentos necesario para hacer frente a este crecimiento demográfico en los
países en desarrollo se obtendrá gracias al mayor rendimiento de los cultivos y al
aumento de las cosechas anuales en el mismo suelo. Por tanto, solo el 20% del
crecimiento de la producción de alimentos provendrá de la expansión de las tierras
de cultivo.

Los plaguicidas se continuarán utilizando porque permiten evitar pérdidas


importantes de las cosechas. Sin embargo, sus efectos sobre las personas y el
medio ambiente son una preocupación permanente.

El uso de plaguicidas para producir alimentos, tanto para el consumo local como
para la exportación, debe cumplir con las prácticas agrícolas correctas con
independencia de la situación económica del país. Los agricultores no deben
aplicar más cantidades de estos productos que las necesarias para proteger sus
cultivos.

Por otro lado, en determinadas condiciones también es posible producir alimentos


sin necesidad de plaguicidas.

Respuesta de la OMS
La OMS, en colaboración con la FAO, se encarga de evaluar los riesgos de los
plaguicidas para el ser humano —ya sea por exposición directa o a través de los
residuos presentes en los alimentos— y de recomendar medidas de protección
adecuadas.

El órgano responsable de la evaluación de los residuos de plaguicidas en los


alimentos es el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios
(JECFA), un grupo internacional e independiente de expertos científicos. En las
evaluaciones se tiene en cuenta todos los datos presentados para solicitar el
registro de plaguicidas en todos los países, así como todos los estudios científicos
publicados en revistas arbitradas. Tras evaluar el nivel de riesgo, el JECFA
establece límites para la ingesta sin riesgos de residuos de plaguicidas en los
alimentos de modo que una persona pueda ingerirlos en el transcurso de su vida
sin que su salud se vea perjudicada.

Los gobiernos y los organismos internacionales encargados de gestionar los


riesgos, como la Comisión del Codex Alimentarius (un organismo internacional de
normalización en la esfera de los alimentos) se basan en la ingesta diaria
admisible para establecer los límites máximos de residuos de plaguicidas en los
alimentos. Las normas del Codex son la referencia para el comercio internacional
de productos alimenticios, de modo que los consumidores de todo el mundo
tengan la seguridad de que los alimentos que ingieren cumplen los criterios
convenidos de inocuidad y calidad, con independencia de su lugar de fabricación.
El Codex ha establecido normas para más de 100 plaguicidas distintos.

La OMS y la FAO han elaborado conjuntamente el Código Internacional de


Conducta para la Gestión de Plaguicidas. Este marco de carácter voluntario, cuya
edición más reciente se publicó en 2014, guía a las autoridades gubernamentales
de reglamentación, el sector privado, la sociedad civil y las demás partes
interesadas sobre las mejores prácticas en el manejo de los plaguicidas durante
su ciclo de vida, desde su producción a su eliminación.

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