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DEBER DE LENGUA Y LITERATURA

NOMBRE: JUNIOR QUIÑONEZ


CURSO: 9NO. “A”
FECHA: LUNES 10 JULIO 2017
PROF.: LIC. OLIVIA ALVAREZ

Cuento: Mi Perro y Yo

Había una vez un niño llamado Javier. Tenía 13 años y por su


cumpleaños ya se imaginaba el montón de regalos que le iban a
hacer porque era entre otras cosas lo que más le gustaba.

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Su madre se llamaba Mariela y su padre Javier.
También tenía dos hermanas mayores, de 15 años, que se llamaba
Stphany y de 21, su nombre es Mishelle y un pajarito amarillo y muy
cantarín llamado Marujito, que lo tenía en una jaula muy grande.
Era jueves por la tarde y tenía que hacer los deberes así que su
madre le dijo:
-Javier, ¿ya has hecho los deberes?
-Ahora voy a hacerlos – contestó.
A el, como a casi ningún niño, no le gustaba hacer los deberes y
menos ahora que eran aún más difíciles porque estaba en un curso
superior, así que siempre le decía a Mishelle que la ayudara.
Cuando acabó ya era hora de cenar y después de cenar se fue a la
cama. No podía dormir porque estaba demasiado impaciente. Pero
al final se durmió.
Al día siguiente se marchó al colegio y al llegar allí le esperaban sus
amigos para felicitarlo. Sus mejores amigos se llamaban: Carlos,
José.
- ¡Felicidades! – dijeron todos a la vez.
-Gracias – dijo el muy ilusionado.
Aún quedaba el día por delante pero él ya tenía ganas de llegar a
casa. No estaba atento a la clase de matemáticas y entonces la
profesora le dijo:
-Javier, ¿sabes de qué estábamos hablando?
- Emmm… No – responde Javier.
- Pues a ver si escuchas lo que digo – dijo la profesora.
Al acabar por fin el colegio, Javier fue corriendo hasta su casa junto
a sus amigos, con las que había quedado para ir.
Al llegar todos muy contentos merendaron y después le dieron los
regalos.
Carlos le había regalado una libreta y un bolígrafo, José le regaló un
balón de futbol. Todo le gustó mucho. Sólo le faltaba el regalo de sus
padres y sus hermanas. Javier y sus amigos se fueron a jugar al
parque donde se lo pasaron muy bien. Cuando volvieron a casa ya

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era hora de cenar y las madres de todos los niños las habían venido
a buscar.
Cenaron huevo frito con papitas y pollo porque era la comida
preferida de Javier y ya que era su cumpleaños lo aprovecharon.
Mientras cenaban Stephany se levantó y fue a su cuarto y al volver
trajo una gran caja envuelta. ¡Era el regalo de Javier! No podía
imaginarse qué regalo podía ser tan grande.
Empezó a desenvolverlo, y… Cuando abrió la caja vio a un perrito
muy pequeño con un lazo azul en el cuello. Era marrón claro y tenía
pelo muy fino. ¡Daban muchas ganas de abrazarlo!
Javier se puso tan contento que no supo que decir.

Se quedó callado durante unos segundos y dijo:


- ¡Muchísimas gracias! Me gusta mucho.
- De nada, pero ahora le tienes que poner un nombre - dijo su madre.
- Mmmm… ¡ya sé! Bobby. – contestó

Ya se tenía que ir a dormir entonces dejó a Bobby en la cocina que


era el sitio donde tenía su cestilla para dormir.
Al día siguiente, como era fiesta, se fue a comprar una correa para
Bobby, y después fueron a pasear por el barrio. Mientras corría con
Bobby se encontró a un amigo y se paró a hablar; estuvieron casi
media hora, pero cuando ya se tenían que ir Javier miró a Bobby y
¡no estaba! Se había escapado.
Se fue corriendo a su casa para decírselo a su madre.
Javier estaba muy preocupado, no sabía qué hacer.
Pasaron 3 días y aún no había vuelto, así que empezaron a poner
cartelitos por todo el barrio.
También preguntaba a señores que pasaban por la calle pero nadie
había visto a Bobby.
Era martes por la tarde. Javier no tenía ganas de hacer los deberes
porque no paraba de pensar en el pobre Bobby. De repente sonó el
teléfono. Se puso Mishelle, que enseguida dijo muy contenta:

- ¡Javier! ¡Baja, corre!

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Javier bajó a toda velocidad y al llegar su hermana le dijo:
- ¡Han encontrado a Bobby!
Javier se puso muy contento y cuando su hermana colgó el teléfono
le dijo:
- Y, ¿dónde está?
- Está en la casa del señor Federico, el de aquí al lado.
Los dos salieron corriendo para ir a buscar a Bobby y cuando
llegaron a casa del señor Federico le dijeron:
- Hola, ¿tiene a nuestro perro?
- Sí, sí, un momento, ahora os lo traigo. – contestó el señor Federico.
Les dio el perro y ellos dos tan contentos se fueron a casa. Al llegar,
Bobby fue al piso de arriba, en el que nunca había estado, y cuando
vio a Marujito le empezó a ladrar. Marujito se asustó mucho pero
Javier subió rápidamente e hizo parar de ladrar a Bobby.
Al día siguiente, Javier se levantó y fue a la cocina para desayunar y
dejó la mochila en el suelo. Bobby se paseaba por allí, y cuando
acabó de desayunar se lavó los dientes y la cara, cogió la mochila y
se fue al colegio andando.
Encontraba que le pesaba mucho la mochila pero pensó que era de
los libros.
Al llegar se sentó en su sitio y la profesora les dijo a todos los niños:
- Saca el libro de Lengua y Literatura y empieza a leer, Silvia.
Javier abrió la mochila y… ¡qué desastre! Allí estaba Bobby. Como
era tan pequeño le cabía en la mochila.
Como no podía hacer nada de momento, sacó el libro, pero al acabar
la clase, se lo dijo a sus amigos. A ellos les pareció divertido pero no
lo era. Como Ariadna había traído el móvil le dijo a Javier que se lo
dejaba.
Javier, a la hora del patio, se encerró en el lavabo, llamó a su madre
y le dijo:
- Hola, mamá, soy Javier. Es que Bobby se ha metido en mi mochila
y ahora mismo está en la clase.

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- ¡Ay! En qué lío te has metido. Ahora lo voy a buscar, pero muy mal
que no te hayas dado cuenta, mira que es fácil ver a Bobby
Al subir a la clase le dijo a la profesora que la vendría a buscar su
madre pero que sólo iba a darle una cosa. La profesora le dijo que sí.
A segunda hora la madre de Javier llamó a la puerta de la clase y
entonces el salió con la mochila.
Javier le dio el perrito a su madre, que se lo llevó a casa. Volvió a
entrar a la clase y se quedó mucho más tranquilo.
Se acabó el colegio y se fue a su casa en autobús.
Al llegar a su casa, su madre le riñó por no ser responsable. Javier
pensó que Bobby le daría unos cuantos problemas pero en tres
meses se comportaba muy bien.
Este cuento que os he explicado me pasó a mí porque yo soy Javier,
y aún tengo a Bobby, que es un perro muy malcriado y juguetón.

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