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Todo representa una oportunidad, se ha infestado el sistema alimentario, ha caído en decadencia,

en mano de unos pocos, quienes controlan, manejan y administran la cadena alimentaria,


excluyendo a su paso a mayorías campesinas, denigrando la agricultura tradicional y promoviendo
hábitos alimenticios poco saludables. De un sistema en que se antepone el capital, antes que los
derechos humanos, se puede esperar lo que sea, contradicciones entre lo que predican en sus
campañas publicitarias y lo que venden para el consumo, optimización de la producción con
técnicas vagamente estudiadas o con efectos colaterales desconocidos y modificaciones
genéticas de organismos de dudoso origen en la aceleración productiva.
Y es así que, ha sido necesario la introducción del concepto “soberanía alimentaria”, a través del
cual una nación tiene por derecho la autonomía de gestionar sus políticas agriarías y alimentarias
con un enfoque de desarrollo sostenible y ecológico, protegiendo la agricultura doméstica y
campesina, y garantizando el acceso de toda la población a productos sanos. Bajo este
pensamiento, se permite al campesino que acceda y actué con libertad en el cultivo y cosecha de
productos alimenticios, sin intervenir en sus decisiones y respetando la cantidad que este
destinara a su consumo personal y comercialización.
No estamos exentos de ser víctimas de la inseguridad alimentaria, la cual ha ido creciendo gracias
a las grandes cadenas de supermercados, que anteponen ciertos productos frente a otros, de
manera estratégica, promoviendo en la mayoría de casos los productos de marcas reconocidas,
altamente procesados y con una lista de componentes artificiales. Es así que ha tomado fuerza, la
polémica que ha surgido en Europa con respecto a la campaña “La vida azul” propulsada por la
cadena alimentaria AlCampo, se ha colocado un sello azul en ciertos productos alimenticios
destinados a los niños que han sido clasificados como saludables, sanos y de procedencia local.
Los consumidores lo hallan contraproducente e irónico, puesto que dichos alimentos son
ultraprocesados y divergen de la definición globalmente aceptada de saludable.

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