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que estar
soltera es
triste?
R.López
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En especial a todas esas mujeres que estén en una relación
monótona sin ser felices y tengan miedo a dejarla por no saber qué
hacer solas.
Espero daros una buena dosis de energía con este libro y haceros
ver que hay tanto por descubrir internamente y externamente, que
no es necesario estar metida en un circulo sin salida, ya que a
veces estar sola puede ser una bonita experiencia que te da la
oportunidad de conocerte a ti misma y de disfrutar de las cosas que
realmente a ti y solo a ti te gusta hacer.
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Capítulo 1
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Tal vez eso es de lo que me fui dando cuenta, que no había
cambios en mi vida que realmente me subiesen la adrenalina.
Poco a poco, vi que eso era lo que quería; acción. Y, aunque
me costó, tomé la decisión de terminar con mi pareja, Carlos,
de lo cual me alegro, ya que de no haberlo hecho no habría
aprendido muchas cosas de mí y de la vida.
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La realidad era que vivía con un hombre encantador pero se
había acabado el amor, cosa que a veces no queremos
reconocer y buscamos excusas. Tal vez lo que me había
hecho alargar la ruptura era el miedo a no saber lo que haría
cuando estuviese sola. El miedo al qué dirán.
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Si no había un motivo como ser un maltratador, alcohólico,
ludópata…no había excusa para dejar una relación, según
mi madre.
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Había oído decir a algunas amigas que habían ido que toda
la mezcla de razas, colores y religiones estaban allí, da igual
que lleves una planta en la cabeza que nadie te mira. Sí, eso
era lo que buscaba, por fin ser yo misma.
- Sí.
- No. ¿Y tú?
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- No, yo tampoco ¿Hablas inglés?
- ¿Dígame?
- Mmm no –contesté.
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llamasen, y sobre todo tan pronto, puesto que hacía sólo dos
semanas que había contactado con ellos.
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Pero ninguna de las dos decíamos nada, dentro de mi había
una voz que decía “venga Laura, díselo ya”, luego la miraba y
me entraba el pánico, hasta que al final lo solté sin pensar.
Fue lo mejor.
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Me emocionó tanto que otra vez me vino el sentimiento de
culpabilidad. Me sentía como que si estuviera haciendo daño
a toda la gente que me quería.
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Capitulo 2
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se ve que vio mi cara de ahogo, se acercó a mí y me
preguntó si necesitaba ayuda. Yo no le entendí. Al intentar
contestarle se me ocurrió decir en voz alta “joder, ¿cómo le
digo a este chico que necesito ir a Nothing Hill?” En el
momento en que me oyó decir joder, me preguntó si era
española.
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Mi primera palabra en inglés desde que aterricé. OK. Y el
primer chico que me había dado su número desde que
terminé con Carlos. “Bueno, Laura, ahora en busca de ese
hotel”, me dije a mí misma intentando darme ánimos.
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estudiantes que vivían allí todo el año y para gente mayor,
algunos de ellos estaban allí desde hacia treinta años. Por
eso muchos de ellos eran solitarios, no muy sociables y
hablaban solos.
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Al principio fue un poco duro pero también divertido ya que no
entendía nada, y durante un mes mi respuesta era que sí a
todo, salvo cuando estaba con Silvia que me traducía. La
pena es que ella dejaría el trabajo en un mes.
Tenía una jefa filipina, Marietta, que llevaba treinta y dos años
viviendo en aquel hotel, y su inglés era poco mejor que el
mío. Me imagino que sería un poco estresante su trabajo,
porque si a menudo iba mucha gente como yo que no
hablaba nada la lengua, acabaría aburrida de explicar
siempre lo mismo.
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Lisa, cuarenta años, supervisora en un supermercado. Con
ella conecté como si hubiésemos sido amigas de siempre,
aunque desgraciadamente no salía de copas todo lo que
quisiera con nosotras ya que era adicta al trabajo y a veces
trabajaba siete días por semana. Eso sí, los jueves era fiel a
su cita con las chicas.
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bajaban hasta al día siguiente.
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¿Lo cojo o no lo cojo, lo cojo o no lo cojo?
- ¿Diga? – contesté.
- ¿Quién eres?
- ¿Dónde estás?
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Conseguí alcanzarla, pagarle al taxista y la llevé hasta casa.
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Capitulo 3
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Obvio que cada respuesta que les daba era una mentira,
así que las dejaba confundidas.
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- Miguel el primo por fin ha sacado su homosexualidad
al aire.
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pasó y vi la realidad, y era que él se merecía ser feliz
como yo lo era.
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vez al mes mato al que pillo.
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-Y Cari, ¿por qué no ha venido?
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Estaba tan relajada que por un momento no me
acordaba de Londres, ya que allí tenía otra manera
diferente de salir, pero no muchas salidas al aire libre
por el clima que hacía siempre.
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Capitulo 4
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- ¿Algún plan para esta noche?
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El anterior a Christian, Richard, en el momento de hacerlo me
confesó que tenía ladillas, así que salí corriendo de su
habitación. Pensando detenidamente, contesté:
- Creo que como cerca de dos meses, ¿y tú? -le pregunté con
una sonrisa.
- Por cierto, hay un bar pequeño allí, un poco cutre pero que
tiene una comida jamaicana buenísima, sobre todo pollo con
arroz y guisantes. Tal vez podríamos ir un día.
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Al dejarme en el hotel y despedirse, me pidió el teléfono.
- Te llamo esta semana, si te parece bien. Podemos ir a
cenar o alguna exposición de arte si te gusta.
- De acuerdo.
- Hola, ¿qué tal te ha ido el día? -me dijo con un tono alegre.
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Lo de mujer magnífica me pareció un poco exagerado ya que
acababa de conocerme y no tenía ni idea de cómo era yo,
pero me gusto oírlo.
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Las primeras cuatro tiradas fallé, puse de excusa que hacía
tiempo que no jugaba. Al final como un caballero me dejó
ganar.
Salimos de allí y me dijo que tenía una sorpresa.
- ¿Dónde vamos?
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Hablamos y reímos, hasta que hubo un momento de silencio,
y ahí es cuando me besó. Me besó dulcemente, me acarició
el pelo y sus manos fueron bajando y bajando, me tocaba
cada centímetro de mi cuerpo, no sé lo que pasaba con ese
chico, pero nunca me había sentido excitada por un hombre
sólo por el olor.
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-Laura, ¿alguna idea para esta noche?
- ¿Perdona?
Hasta que un día pasó lo peor. Había ido a pasar unos días a
España, tenía que arreglar unos papeles y de paso vería a mi
familia. Había invitado a Lawrence a venir, ya que veía que la
relación iba en serio, pero me dijo que tenía una exposición
importante que preparar, que la próxima vez vendría.
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Al día siguiente volví a llamarlo, y seguía apagado. Empecé a
preocuparme, ya que en los días que había estado en
España no me llamó ni contestó a mis mensajes. Yo pensaba
que sería debido al estrés que tenía por el trabajo, así que fui
a su casa, estaba el coche, pero no él.
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Corrí hacia la planta donde él estaba, dispuesta a darle una
sorpresa. Y allí estaba él, tumbado en la cama. No tenía mal
aspecto, estaba serio y había una chica a su lado cogiéndole
de la mano. No la conocía. “Será su hermana”, pensé.
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El camino a casa fue una agonía ya que lo único que quería
era llorar. Por una vez que me abría al amor me habían
traicionado.
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Capitulo 5
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Sí, sería buena idea lo de empezar a salir, decidí ir primero a
una clase de yoga a desbloquear mi chakras. Luego me
encontraría con Eva en la estheticien y de allí iríamos de
marujeo, así que quedamos en encontrarnos a las tres en el
salón de Marta.
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- ¿Dios mío, Eva, qué te estás haciendo?
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enamoré de él nada más verlo así que lo compré, eso sí, me
gasté todo mi salario.
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Para que no nos molestasen, llegamos a decir que éramos
lesbianas, el problema es que eso les dio más morbo.
¿Pero bueno, qué pasa con ellos? Hay veces que una quiere
una noche loca y conocer gente pero hay días como ese en
que sólo te apetece hablar con amigas. Pero ellos insisten, si
les dices que estás casada no les importa, sólo quieren rollo
para una noche. Si les dice eres lesbiana tampoco, les gusta
ver dos chicas juntas. Tal vez habrá que ponerse un pepino
entre las piernas y cuando venga algún pervertido ponerle su
mano entre las piernas que piensen que somos transexuales.
Aunque, ¿quién sabe? Seguro que les gusta también.
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Las semanas siguientes intenté ocuparlas al máximo. La
salida de los jueves al pub, un par de cumpleaños, cenas con
las amigas…en fin, lo necesario para empezar otra vez a
divertirme.
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Empezamos con los datos, aunque al principio era un poco
reacia a poner mis datos verdaderos. Nombre, Cristina.
Bueno no, dejemos Laura. Edad, quitémosle dos años,
treinta. Profesión, enfermera, creo que a los hombres les
atrae lo del uniforme. Ahora quedaban las fotos. No sabía si
poner las que estaba guapa, sexy o simplemente sin
maquillar. Al final puse de todo, pulsé la tecla de finalizar y allí
estaba yo.
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me conectaré a las diez para ver si estás. Si no puedes y te
apetece, déjame un mensaje y podemos quedar para otro
día”.
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lengua. Tampoco debí contarle detalles como que me ponía
algodones en las tetas cuando tenía quince años.
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Estábamos conversando sobre un proyecto que iba a hacer
en África cuando de pronto me dice “Laura, creo que ya es
hora de conocernos, ¿qué te parece?”
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Capitulo 6
Era mi primera cita con Patrick. Tenía dos horas para estar
lista y lo único que quería era dormir, ya que el día anterior el
novio de Elena se había ido de viaje de negocios y
aprovechamos para salir todas juntas, incluida Lisa que se
tomó el día libre.
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hasta que se llenó. La música era hip-hop y r&b, lo pasamos
genial. A Elena se le rompió el tacón del zapato en plena
pista de baile, pero era tal la cogorza que llevaba que acabó
descalza.
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olvidado de ellos. Típica cultura española, completamente
diferente a la inglesa.
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Los siguientes quince minutos se los pasó sin parar de
hablar, dándome consejos de toda clase y sobre todo uno de
ellos lo repitió como cuatro veces:
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joven, luego había ascendido en el trabajo, finalmente se
acabó a relación.
Lo que sí que era real era que olía genial y vestía informal
pero elegante. Mmmm interesante.
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Me ofreció ir al cine, pero primero decidimos ir a una de esas
teterías árabes que hay en Queensway para hablar e ir
conociéndonos un poco más.
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Con Carlos pensaba que el problema era que llevábamos
muchos años juntos, pero no, el problema era yo que me
cansaba de todos.
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El martes tuve una llamada de mi amiga Silvia, que trabajaba
en un salón de belleza justo al lado del hotel. Me dijo que
estaban buscando una recepcionista, si estaba interesada
tendría la entrevista por la tarde, ya que necesitaban alguien
urgentemente.
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Me puse un poco nerviosa, pero algún día tendría que darme
la oportunidad de prosperar y sólo podría ser teniendo
situaciones diferentes.
- Sí, por supuesto -contesté con ánimo de que todo iría bien,
sin demostrarle mi inseguridad hacia el teléfono.
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¿Una clase de yoga? Parecía interesante, sobre todo
viniendo de un hombre. ¿Qué hombre me había propuesto
alguna vez ir a yoga? Ninguno. El único ejercicio al que me
invitaban era cuando estábamos en la cama.
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Lo pasamos genial, es tremendo cuando nos juntamos sólo
mujeres. Siempre tenemos algo de qué hablar y de qué
quejarnos. Luego decimos que los hombres no nos entienden
pero en el fondo ni la mayoría de nosotras mismas nos
entendemos. Si no estamos con el síndrome premenstrual
estamos con el periodo, sino ovulando; en fin, siempre
tenemos algún motivo para estar sensibles o de mala leche.
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Capitulo 7
Allí estaba yo, con la cabeza hacia bajo mirando de reojo con
un ojo abierto y otro cerrado, ya que la voz tan dulce de esa
profesora no me hacía diferenciar cuando pasaba de un
ejercicio a otro, así que la mayor parte del tiempo lo pasé
haciendo el ejercicio erróneo.
¿Por qué mi jefa no tenía esa linda voz cada vez que me
mandaba algo?
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Me gusta, le comente a Patrick después de terminar la clase.
Él sonrió como diciendo “¿ves? ya hay algo que podemos
hacer en común”.
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Así somos las mujeres, si van rápido pensamos que están
desesperados, si van lentos pensamos que están frustrados
por algún problema o simplemente quieren aclararse sobre su
homosexualidad.
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Salí corriendo del edificio, un poco asustada y dándome
cuenta de lo arriesgado que era lo de vivir en una misma
casa con alguien que no conoces.
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Esa misma noche, cansada después de todo el fin de
semana caminando, me di un baño y planifiqué por dónde
seguir buscando habitación al día siguiente.
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Se pasó una hora hablando sólo de momias, pero las miradas
que me echaba Lisa eran de “no me digas nada, Laura.
Aunque sea un pesado es buenísimo en la cama”.
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Al día siguiente, Patrick me llamó para preguntarme cómo iba
todo, y planeamos una cena para el próximo sábado.
Llamé a Eva, que como ama de casa tal vez tendría más
experiencia en cocina para darme alguna receta. Me
equivoqué, la únicas compras que hacía era de ropa, así que
lo único que me recomendó fue el restaurante chino de
debajo de su casa.
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Tesco es uno de esos supermercados en que encuentras de
todo, y si encima vas a última hora muchos de los productos
están rebajados a más de la mitad de precio porque tienen
una fecha de caducidad corta.
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Acabamos una de las botellas de vino, nos miramos los dos
como diciendo “¿abrimos la segunda?, y finalmente pasó lo
que tenía que pasar. Patrick cogió mi mano y me saco a
bailar. Mientras apretaba mi cuerpo contra el suyo sentí su
estado de erección, seguidamente colocó su mano en mi
trasero y ya cuando puso sus labios en mi cuello no pude
controlarme. Empecé a desabrocharle su camisa, me llevó en
brazos a mi cama e hicimos el amor toda la noche. Era
sensual, no el típico hombre que termina de hacerlo y se da
la vuelta. Ahí estaba él para complacerme hasta el final, y lo
hizo.
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lo que me decía, no me quedó otra opción que colgar el
teléfono. Silvia me vio, menos mal que le dio por reírse al ver
mi cara de asustada cuando colgué.
Había una voz de señora al otro lado del teléfono, sin ninguna
amabilidad, muy seria. Me preguntó algo que no pude
entender porque era tartamuda. El caso es que yo sólo
entendí el final de lo que dijo. Brasilian. Y pensé que se
refería a un tipo de depilación que se llama así.
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- ¿Cómo puede ser tan poco tiempo, tengo amigas a las que
les ha durado tres meses?
- 35£
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Eso era algo que echaba mucho de menos de España, el
humor, el hablar en la tienda aunque no te conozcan. En el
barrio donde he vivido siempre, cuando vas a comprar a la
verdulería la dueña de la tienda tiene una silla que eso es
como ir al psicólogo. Te bajas a comprar un pimiento, te tiras
una hora hablando y tan feliz te vuelves a casa. Todo lo
contrario a Londres, que puedes ir durante dos años al mismo
supermercado o vivir en el mismo edificio y nadie te saluda ni
se para hablar contigo.
- No te lo vas a creer.
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que Michael tiene mucho trabajo y no puede venir, ¿qué te
parece, vendrías a pasar una semana loca?
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notar en su voz que no estaba siendo sincero. Su voz sonaba
a “no, por favor no me dejes solo; nosotros habíamos
planeado antes esas vacaciones”.
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Me despedí de Patrick, intenté hacerlo de una forma cariñosa
para que no se diese cuenta de que aún seguía con rabia.
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y gritaba. La verdad es que funcionó, aunque al principio me
asustó verla.
Admito que mi error fue pensar que una relación seria era
como la que tenía con Carlos, estar veinticuatro horas juntos
y todo lo que no fuese así eran sólo rollos de una noche. Con
Lawrence fue completamente diferente, pasábamos tiempo
juntos pero era todo más liberal aunque claro, entendía por
qué no me pedía explicaciones. En el fondo no le importaba
lo que yo hacía, tenía a Margaret.
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exactamente lo que tendría que evitar, no volver a tener una
relación como la de Carlos, o volvería a cansarme e irme.
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Capitulo 8
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Había que tintarle dos veces el mismo día y darle un valium
para que se tranquilizase, porque llegaba a tirarse de los
pelos mientras chillaba “¡este color no me gusta!”.
Otra de las clientas era Sarah, una chica de veinte años que
aparentaba treinta y cinco. Solía llevar unos vestidos tipo
Mary Poppins, incluido el sombrero y paraguas a juego con el
vestuario, muy extravagante ella. Venía cada semana a
hacerse la manicura (bueno, nunca llego a hacérsela).
Dejaba 1£ de propina, nos contaba todo el dinero que tenía
su novio, las compras que había hecho y, cuando llegaba la
hora de hacerse la manicura, se marchaba porque tenía
prisa. Al final ya la conocíamos y sabíamos que venía sólo a
tomarse el capuccino gratis.
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Ya decía yo que la última vez que la vi en el salón de Marta
estaba diferente. Por fin los fines de semana de retiro en su
habitación sin parar de tener sexo y la atracción mutua que
tenían ahora ella y su marido desde que ambos no paraban
de probar cosas nuevas para estar excitados todo el tiempo,
funcionó.
- ¿Cómo?
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Somchai, que siempre sonreía, en ese instante reaccionó
como si hubiese visto un troglodita. Sus ojos se salían de las
órbitas del asombro e incluso se detuvo con nosotras a
ponerse al corriente, ya que él también la echaría de menos.
Además siempre tuve el presentimiento de que se sentía
atraído por Patricia desde el principio.
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Al principio fue duro de aceptar ver a ese chico con el que
hizo la primera vez el amor convertido en mujer. Peter le
prometió que volvería a ser un hombre como antes. Tenía
cita en dos semanas en una clínica privada para cambiarse
de sexo otra vez. Patricia no se imaginaba su vida sin un
pene. Aunque a veces había tenido fantasías eróticas con
mujeres nunca había estado con ninguna.
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de pestañas postizas en el mismo ojo, tetas hasta el cuello y
desesperadas por cazar algún rico.
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lo pensé dos veces. Le dejé un billete de 5£ y me fui antes de
que me dijese que se había equivocado.
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últimos días de soltera. Su cara demostró decepción, pero
aún así intentó ser comprensible.
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Capitulo 9
Patricia acabó con uno por delante y otro por detrás. Mientras
ella le untaba aceite a uno por el cuerpo, el otro se iba
quitando el taparrabos delante de su cara. Podía ver en la
cara de Patricia tanta excitación y felicidad que por un
momento pensé que se lanzaría a por ellos y llegarían a más,
pero no, cuando estaba la cosa más caliente se fueron
separando poco a poco de ella, y con mucha amabilidad
terminaron el espectáculo.
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Allí nos quedamos todas como tontas, con la boca abierta.
Los ojos se nos iban hacia sus partes más íntimas mientras
se despedían. Seguramente usarían algo para tener esa
proporción.
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contactos en internet en caso de que lo de Peter no
funcionase.
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Sinceramente echaba de menos esas noches en el salón
comiéndonos una pizza hablando de nuestras cosas en
pijama Bárbara, Elena y yo.
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Al llegar a su casa estaba todo lleno de velas, música de
Sade, champán. Estaba sorprendida ya que Patrick era
divertido, atento, pero no muy romántico, así que tendría que
ser algo especial para él.
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Patrick no se lo tomó muy bien, empezó a pensar que era
culpa suya por haberse acomodado y no haber trabajado un
poco más la relación. Me planteó el vernos sólo los días que
yo quisiese a la semana, que saliese con mis amigas aún
cuando estuviésemos casados, incluso se animó por fin a
ponerle fecha a ese viaje que siempre planeábamos y nunca
hacíamos al Caribe.
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descanso y en Enero o Febrero volvería con las pilas
cargadas.
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Capitulo 10
Hacía mucho tiempo que quería hacer algo parecido, así que
me sentí liberada.
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La navidad en Londres puede ser bonita o deprimente para
quien no le guste, ya que desde principios de octubre hay
algunos almacenes que ya ponen el decorado, y la gente
empieza en esas fechas con sus compras, reservas para
cenas, etc.
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El día de Navidad, nada más despertarme, fui directa a la
chimenea a abrir mi regalo. Me encontré con una caja
pequeña que contenía dos billetes para el Caribe para
febrero, justo cuando volvía de Tailandia, junto con una
tarjeta que decía “sé que el destino nos ha unido el resto de
nuestras vidas para aprender el uno del otro. Patrick.” Me
emocioné, pero al mismo tiempo no sabía qué decir ya que
significaba que él tenía la ilusión de que le daría un sí por
respuesta.
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relación, pero también que quería disfrutar cada día, y lo
haría, ya que no tenía nada planificado, sólo mi mochila
preparada para recorrer todos los lugares que pudiese.
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Dediqué mucho tiempo a visitar todo lo que pude pero
cuando pensé que al volver a Londres no vería la playa,
decidí pasar las últimas dos semanas en Ko Samui, una isla
en la que las playas eran espectaculares.
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Tan sólo faltaban dos días para volver y no quería que
acabase aquella aventura que estaba viviendo. Me sentía
libre con mi mochila hoy aquí, mañana allá.
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No quería ni encender el móvil ya que durante un mes había
estado completamente desconectada de todo. Pero tenía que
hacerlo.
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que Peter consiguió el cambio de sexo, pero el que siguiese
teniendo pecho como una mujer y le estuviese cogiendo sus
faldas y ropa interior todo el tiempo, le hacía dudar realmente
de su sexualidad.
Eva seguía gordita por su embarazo pero aún así contó que
seguía yendo al salón de Marta a probar novedades. Lisa me
sorprendió, había hecho terapia y finalmente estaba ya
preparada para acostarse con cualquier nacionalidad, no sólo
con árabes. Elena seguía muy feliz con Michael.
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Y de lo que más orgullosa estaba era de seguir teniendo
como amigo a Patrick, al que nunca daría un no como amiga.
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¿Quién no ha estado en una relación en la que mientras estás
mirando a tu pareja piensas si será el hombre de tu vida o si
realmente estás enamorada de él ya no te atrae sexualmente y te
aburre hasta oírlo…? Pero al mismo tiempo te das cuenta del miedo
que te da dejarle por temor a estar sola.
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