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Antecedentes
Los expertos señalan que la adicción al sexo es reconocida como tal en el siglo
XIX por el psiquiatra Alemán Krafft-Ebing, con denominación de ninfomanía
(referido a la mujer) y satiriasis (referida al hombre). Describió la ninfomanía como
un trastorno que padecían las mujeres que sentían un impulso exagerado a la
copula carnal, con su marido o cualquier otro hombre. La satiriasis era un
equivalente de este trastorno en el hombre. Posteriormente Ellis (1936) escribió
una monografía sobre la ninfomanía y Diethelm (1966) resumió toda la literatura
médica referido a este tema. Fenichel uso por primera vez el término “adicción al
sexual” para referirse a una sintomatología sexual que comparaba con la adicción
a las drogas. Pumpian (1967) describió a estos pacientes como altamente
narcisistas, con desprecio hacia los demás y falta de capacidad para obtener
satisfacción heterosexual. Pero fue Patrick Carnes quien desarrollo las pautas
necesarias para su identificación y tratamiento.
Consiste la adicción al sexo como su nombre indica, en una adicción, esto es, en
una dependencia o esclavitud al sexo que obliga a una actividad génito-orgásmica
desaforada, que provoca en quien la sufre un grave malestar y le lleva a la
desesperación por la imposibilidad de librarse de él. Es una conducta claramente
compulsiva; una tendencia involuntaria, irrefrenable, reiterativa e irreflexiva,
dirigida a una conducta sexual estereotipada de la que queda una abrumante
sensación de insatisfacción. Para José Ramón Ayllón esta terrible adicción puede
adoptar múltiples formas: Desde la masturbación compulsiva a los abusos
sexuales, pasando por relaciones con múltiples parejas heterosexuales u
homosexuales, encuentros con personas desconocidas, recurso continuo a la
pornografía, prostitución o líneas eróticas, exhibicionismo, pedofilia, turismo
sexual, etc. Si ninguna de estas formas es nueva, la revolución informática ha
hecho posible la aparición de una peligrosa dependencia a Internet: La ciber-
adicción-sexual, que por su anonimato y accesibilidad propicia los cada día más
frecuentes ciberadictos al sexo, que utilizan las webs porno y los chats eróticos.