(Capital Intelectual, 2017) es un libro escrito por Florencia
Angilleta, Mercedes D´Alessandro y Marina Mariasch, con prólogo de Mariana Enriquez. Es el cuarto libro publicado en la colección A media distancia y contiene aportes, ideas y reflexiones que salen del maquillaje feminista. Florecia Angilleta, en “Feminismos: notas para su historia política”, arranca problematizando la palabra “feminismo”. De esta manera, establece la importancia de discutir sobre feminismo sin destruirlo ni sacralizarlo. “El feminismo no existe”, escribe y propone pensar en “feminismos en plural” no solo porque es una ideología atravesada por coordenadas históricas y distintos pensamientos sino que, en un mismo período, conviven distintos feminismos que discuten la problemática. Darse cuenta de esto es entender al movimiento desde lo político con disputas y luchas que no están “teñidas de rosa”. Un hecho clave se da cuando, en el siglo XIX, Sojourner Truth pronuncia el discurso fundacional del Feminismo Negro “Ain´t I a woman?” en respuesta al feminismo burgués y al que acusa de no entender los problemas de las mujeres negras por una cuestión de clase. Bajo la lupa de la investigación, Angilleta hace un recorrido del territorio feminista teniendo en cuenta los efectos del movimiento. Así dice que el feminismo es burgués porque sus comienzos están atravesados por la burguesía, el Estado moderno, la democracia y el capitalismo: “Decirle a una feminista `burguesa´ es, sencillamente, nombrar su origen”. El texto de Angilleta no deja sobreentendidos: explica las olas feministas, los avances y sus teorías. También aclara los conceptos género, patriarcado y falogocentrismo, esas palabras comodines que se utilizan y reproducen o instauran construcciones sociales con sentidos múltiples u opuestos. A su vez, establece la diferencia entre el feminismo de la igualdad y de la diferencia, y cuestiona el feminismo for export, un manual de género que normatiza cómo ser mujer y las formas de hacer política. Se pregunta, además, cuál es el lugar del varón en la utopía feminista, cuál es el lugar de los cuerpos, cuál es el lugar del deseo. Discusiones en disputa. En “Si hay futuro, es feminista”, Mercedes D´Alessandro hace un aporte fundamental analizando la desigualdad de las mujeres desde una visión económica. Piensa en el futuro como una revolución de las mujeres populares y se mete en la encrucijada con la exposición de uno de los puntos centrales de la economía feminista: el trabajo doméstico no remunerado. D´Alessandro dice: “Las amas de casa son consideradas como personas inactivas, que no aportan a la estructura productiva”. Pone en debate el trabajo reproductivo de las mujeres (planchar, lavar, cocinar) que se disfraza de tarea por amor, reforzando la división sexual del trabajo que asigna roles de género, se le impone culturalmente a la mujer y funciona de manera gratuita “en un mundo en el que el consumo de todas las cosas tiene un precio”. En relación con lo anterior, es un gran acierto hablar de la “falsa emancipación”: frente a la idea de salir de los hogares, las mujeres buscaron trabajo fuera de sus casas y crecieron laboral y profesionalmente. Muchas mujeres solucionaron y solucionan la sobreexigencia entre el trabajo y la actividad en el hogar con “la chica que ayuda”. Esta situación, a su vez, reproduce la desigualdad de clase, aumenta la brecha entre mujeres y oprime a las pobres, indígenas y migrantes que tienen menos oportunidades. Es por esto que D´Alessandro propone un futuro feminista, una utopía feminista, en donde las mujeres populares transformen las relaciones económicas y de género porque son sujetos de esa desigualdad: “El trabajo es la forma en la que organizamos socialmente nuestra vida productiva y reproductiva y es por eso que el trabajo doméstico no remunerado es el grado cero de la revolución”, concluye. Marina Mariasch en “El pelotero del logos” señala la pelea por la palabra escrita como palabra pública, lugar reservado para los varones. Demuestra cómo las escrituras de mujeres no escapan de suplementos para mujeres o problemáticas que tienen que ver con la mujer. Mariasch se mete en el debate cuestionando el lugar de las mujeres en los medios de comunicación y eventos culturales. Pone como ejemplo el caso del diario Perfil que, en su edición del domingo, tiene notas de opinión de 23 autores o periodistas varones y solo una mujer: “Frente a desigualdades tan patentes, es difícil pensar que se trata de capacidades o competencias. Más bien esto responde a decisiones y elecciones, conscientes o naturalizadas, por los dueños y los jefes”, sentencia. Mariasch además se pregunta: ¿Por qué pensamos en una escritura femenina? ¿Por qué no existe una escritura masculina? ¿Por qué las mujeres no escribimos sobre economía, política, etc.? ¿Por qué estamos las mujeres circunscriptas a hablar de lo dado: el género? Suele circular la idea de que no hay que discutir ni pelearse entre feministas. Decir esto es no entender al feminismo como movimiento heterogéneo y político, que se construye y que también se estigmatiza, que tiene su propio lenguaje y disputa por el poder. ¿El futuro es feminista? es una pregunta retórica, es una puerta abierta para conocer más de lo que se habla y entender al feminismo desde una perspectiva política, que se sale de ese “yo” que aporta demasiado poco a la lucha por los intereses populares, sobre todo.