Sie sind auf Seite 1von 7

Un arduo peregrinaje hacia la tutela jurisdiccional: la situación actual de los

sospechosos de actos terroristas en Estados Unidos de América


Por María Sofía Sagüés
I.- Una vez más, los detenidos por actos terroristas se acercan a la Corte en procura de
Justicia.

La problemática de los juicios a los sospechosos de actos terroristas es un tema irresuelto en


Estados Unidos de América. En artículos anteriores he hecho referencia a como la tensión
existente entre las exigencias de la seguridad nacional y los derechos individuales no ha sido
superada por una decisión jurisdiccional contundente sobre el tema.[1] La pretensión del
Ejecutivo nacional de arrogarse potestades, permanentemente en ascenso, acompañada por la
venia del poder legislativo, no ha encontrado el debido contrapeso en el control jurisdiccional. Sin
embargo en estos días, con la comunidad internacional atenta y exigente de respuestas, la Corte
Suprema ha vuelto a ser protagonista, ya deberá pronunciarse respecto al tema antes del
vencimiento de su actual término.
Ya en el año 2001, mediante una military order, la Presidencia había resuelto que comisiones
militares se pronunciarán sobre los extranjeros sospechosos de terrorismo y actos de guerra,
pudiendo sentenciarlos a penas, incluso la capital. La Corte había referido al tema de manera
inconclusa, señalando en el año 2004 que los extranjeros detenidos en la Base de Guantánamo
Bay tenían derecho al acceso a los tribunales estadounidenses.[2] Así, durante el ciclo iniciado
en octubre del 2005, el Tribunal decidió aceptar revisar una petición presentada por Hamdan,
quien fue uno de los diez detenidos sometidos al proceso ante la comisión militar. El Poder
Ejecutivo y el Congreso regularon e instrumentaron los procedimientos a llevarse a cabo ante
tales tribunales militares, señalando que no es posible articular apelaciones ante el Poder
Judicial hasta que los procedimientos en trámite ante las comisiones se vean concluidos.
Básicamente, la “Detainee Treatment Act (DTA)” o ley de tratamiento de los detenidos, dictada en
Diciembre de 2005, cuando la Suprema Corte ha había aceptado revisar la petición presentada,
acentúa la potestad presidencial. Conforme la misma se deja sin efecto la posibilidad de las
cortes judiciales de pronunciarse sobre los hábeas corpus articulados por los detenidos, habilita
el procedimiento militar a fin de la revisión de su calidad de enemigos combatientes, y solo
cuando el mismo se encuentra finalizado cabría una apelación.
En el presente año judicial es difícil formular proyecciones respecto al criterio del Tribunal. La
Suprema Corte comenzó abril adoptando la misma posición esquiva que venía caracterizando a
los precedentes relativos al tema. Sin embargo, la decisión clave es esperada para Julio del
2006. Con una nueva integración, sin los Justicies Renquhist y O’Connor, con Justice Roberts
excusado y con la incógnita que plantea la posición de Justice Alito, las perspectivas de la
sentencia a dictarse pueden resumirse en un gran signo de interrogación.
Tres casos del presente término resultan relativos a la temática. Su actualidad hace necesaria
una primera aproximación a los mismos, lo cual se procura en el presente trabajo. El primero de
ellos, un nuevo intento de José Padilla en búsqueda de su tutela jurisdiccional, ya resuelvo por el
tribunal. El segundo, el mencionado hábeas corpus introducido por Hamdan, detenido durante
cuatro años en la base naval de Guantánamo Bay, y actualmente procesado ante una comisión
militar. Finalmente, se hará una pequeña referencia a lo sostenido por el Tribunal respecto los
derechos procesales de los extranjeros, en materia penal.
II.- Un nuevo revés para José Padilla.

En artículos anteriores he hecho referencia a distintos planteos articulados por José Padilla ante
Cortes de Estados Unidos de América. Como se ha explicado, el 8 de mayo de 2002 Padilla, un
ciudadano estadounidense convertido al Islam, fue arrestado en el aeropuerto de Chicago
O’Hare, en virtud de una orden a fin de convocarlo como testigo para una causa tramitada en el
Distrito de New York en conexión con una investigación llevada a cabo por un gran jurado en
torno a los hechos terroristas del 11 de septiembre. Una vez transportado a New York, el 22 de
Mayo su Defensor Público introdujo una moción para declarar vacante la orden. Con anterioridad
a que dicha moción fuera decidida, el 9 de junio el gobierno notificó al tribunal que el Presidente
había catalogado a Padilla como “enemigo combatiente” y ordenó su detención. Al respecto, se
alegó que se encontraba planeando la construcción y detonamiento de una bomba sucia en los
Estados Unidos. Así, fue trasladado en custodia a la prisión naval ubicada en Charleston, South
Carolina, donde fue mantenido incomunicado por 26 meses, sin que se presentaran cargos
contra el mismo.[3] Dos días después, el abogado en su anterior causa inició una petición de
habeas corpus ante la justicia de New York, contra el Presidente Bush, Secretario Rumsfeld, y
Melanie Marr (Comandante de la Base de Charleston), indicando que la detención resultaba
inconstitucional.
La Suprema Corte, en la sentencia Rumsfeld v Padilla[4], una apretada decisión de 5-4, con la
opinión mayoritaria escrita por Justice Rehnquist revocó la decisión que hacía lugar al hábeas
corpus tomando como fundamento a aspectos formales, tales como carencia de jurisdicción, y,
en consecuencia, omitió el tratamiento de los méritos de fondo de la causa. Mediante la
interpretación del tenor literal del “federal habeas corups statute”[5], la Corte sostuvo que el
Comandante de la Base Naval era el custodio de Padilla, y ejercía el control “día a día” sobre él,
en virtud de lo cual era la única persona legitimada pasiva en el hábeas corpus.[6] Tiendo en
cuenta la ubicación geográfica de la base y el custodio, concluyó que New York carecía de
jurisdicción para escuchar la petición intentada por Padilla por entender que toda persona debe
presentar la petición de hábeas corpus en el distrito de confinamiento, contra la persona
inmediatamente responsable por su detención.
Como se ha señalado anteriormente, la sentencia puede ser criticada debido al cúmulo de
análisis de exégesis del estatuto, ya que para algunos autores dicha argumentación en el fondo
no es otra cosa que un intento de justificar una decisión jurisdiccional determinada.[7] Algunos
sostienen que la cuestión radicaba directamente no en un tema de “jurisdicción”, -es decir,
inherente potestad de un tribunal de resolver una causa- sino un tema de “venue”, es decir
competencia territorial para resolver un caso concreto.[8]
En dicho momento varios Justices parecieron señalar entre líneas que era ilegal mantener a
Padilla detenido como enemigo combatiente. En una nota al pie, Justice Steven expresamente
señaló que él ha “acordado”[9] con la Cámara del Segundo Circuito que no hay autoridad legal
para detener a Padilla como enemigo combatiente.[10] Asimismo, Scalía había sido enfático en
su disidencia en Hamdi v. Rumsfeld,[11]en señalar que un ciudadano americano no puede ser
mantenido en prisión sin juicio como un enemigo combatiente salvo que el Congreso suspenda
el hábeas corpus. Justamente, Scalia puntualizó[12] como a Padilla se le restringió su accionar
por cuestiones de competencia y jurisdicción, cuando a los detenidos de Guantánamo se les
abre la puerta a 94 cortes federales, indistintamente.
Sin embargo, para que Padilla pueda intentar garantizar su derecho se hizo necesario que
intente recorrer un nuevo camino jurisdiccional, y el camino se ha bifurcado por segunda vez en
el actual término de la Suprema Corte. Recientemente, el 3 de abril de 2006, el Tribunal ha
rechazado la apelación introducida por José Padilla. En consecuencia, el caso ha sido
considerado como el representante de una de las más agresivas afirmaciones de la autoridad
presidencial en tiempos de guerra, desde el atentado realizado el 11 de septiembre de 2001.[13]
Una vez dictada la Sentencia de la Corte en el año 2004, Padilla inició otro hábeas corpus,
siguiendo las instrucciones señaladas, el cual fue despachado favorablemente en primera
instancia. Sin embargo,en Noviembre del 2005 el Poder Ejecutivo hizo un movimiento
estratégico, al transferirlo de la base naval en que se encontraba, a una prisión civil, a fin de ser
sometido ante una corte criminal en Miami. En su momento, los abogados defensores de Padilla
se opusieron al traslado, y solicitaron a la Suprema Corte que se considere la materia cuanto
antes[14], sin embargo en enero el Tribunal lo autorizó. El imputado fue trasladado a Miami, para
enfrentar los cargos criminales, ahora bajo la alegación de que formaba parte de una cédula
terrorista ubicada en Norte América destinada a recolectar fondos y soldados para alentar la
violencia fuera de Estados Unidos. Tras la traslación del detenido a Miami el gobierno argumentó
que el debate respecto su detención indefinida en la base anterior había devenido abstracto.
Acogiendo tal posición, la Corte de Apelaciones de Circuito nro. 4 de Richmond, Va., sostuvo que
los derechos constitucionales de Padilla no estaban siendo violados.
El nuevo planteo introducido por Padilla (Padilla v. Hanft, No. 05-533), fue que se “clarifique
hasta donde puede ir el gobierno cuando procura el apresamiento de terroristas americanos en
este País.”[15] En la Suprema Corte de Estados Unidos, el fallo de fecha 3 de abril del corriente
año ha sido dividido por un voto de 6 a 3. Si bien la mayoría de la Corte hizo lugar al planteo del
Poder Ejecutivo y por lo tanto decidió no revisar la petición de Padilla, tres miembros, Justices
Souter, Ginsbourg y Breyer señalaron que el Tribunal debía haber abierto la causa.
El argumento de la mayoría parte de sostener que estando actualmente sometido a la
jurisdicción de un tribunal criminal, el hábeas corpus generado en la privación de justicia anterior
habría devenido abstracto. En consecuencia, los Justices han procurado dejar a dicho juicio el
desarrollo su curso, antes de pronunciarse sobre el fondo de la cuestión.
Justice Kennedy, en un voto concurrente acompañado por Chief of Justice Roberts y Stevens,
explicó que no corresponde el tratamiento de los argumentos relativos a la separación de
poderes, o el rol y la función de las cortes, debido a que el curso de los actuales procedimientos
legales han vuelto a dichos planteos, por lo menos por ahora, hipotéticos. Sin embargo, recalcó
que el tribunal criminal de Miami debe velar atentamente por el cumplimiento de los derechos
procesales y sustanciales del imputado, y si así no lo hiciere, quedarían habilitados los
respectivos remedios judiciales.
Como señala la doctrina[16] la decisión es una victoria para la administración Bush porque deja
intacto lo resuelto por una corte de apelaciones que ha convalidado la autoridad del presidente
para detener Padilla como un “enemigo combatiente”. Sin embargo, los abogados defensores de
Padilla han quedado muy conformes con la posición adoptada por Kennedy.[17] El tema, en
consecuencia, no ha quedado resuelto, y habrá que estar de aquí en adelante al desarrollo de
los procedimientos. Mientras tanto, tras varios años, ahora en Miami, Padilla continúa su
búsqueda de tutela judicial efectiva.

III.- El caso “Hamdan, Salim Ahmed v. Rumsfeld”

Desde enero de 2002, el gobierno de Estados Unidos mantuvo cerca de 600 individuos
extranjeros(según informes actuales, 490[18]), capturados durante la campaña en Afganistán
contra Al Qaeda y el régimen Talibán, recluidos sin expresión de cargos o acceso a asistencia
letrada en una prisión militar especialmente construida en la Base Naval de la Bahía de
Guantánamo, Cuba. Varias peticiones de habeas corpus fueron intentadas ante diversas Cortes
por familiares de dos ciudadanos australianos y doce ciudadanos de Kuwuait detenidos en
Guantánamo, básicamente en miras al respeto del derecho al debido proceso.
La cuestión fue tratada, aunque no totalmente resuelta, por la Corte en la causa Rasul v.
Bush[19]. Allí se analizó si el derecho del acceso a la justicia se extiende a extranjeros detenidos
en la base naval de Guantánamo, Cuba. La opinión mayoritaria, redactada por Justice Stevens
sostuvo que el estatuto de habeas corpus[20] confiere un derecho a revisión a todos los
extranjeros detenidos por disposición del poder ejecutivo en un territorio sobre el cual los
Estados Unidos ejercen plena y exclusiva jurisdicción, más allá de que no posean soberanía.[21]
Sin embargo, el fallo dejaba demasiados temas inconclusos. Posteriormente a la misma, se
dictaron las normas señaladas en torno a los procedimientos a llevarse a cabo ante las
comisiones militares, y se iniciaron aproximadamente 10 procesos en dicha sede.
El caso en análisis actualmente, cuyos argumentos orales ante la Corte Suprema de Estados
Unidos han tenido lugar el 28 de Marzo de 2006 en un clima de alta tensión[22], surge de una
petición por hábeas corpus traída por Salim Ahmed Hamdan, un antiguo chofer de Osama bin
Laden, detenido en Afganistán en noviembre de 2001, y quien fue recluido en la prisión de
Guantánamo Bay, Cuba, durante cuatro años, y forma parte del grupo de diez personas que
enfrentan un juicio militar, sin que se haya dictado sentencia en el mismo. La imputación que se
le formula a Hamdan es el haber conspirado junto con su antiguo jefe a fin de llevar adelante
determinados actos terroristas. El año anterior, la Corte de apelaciones del Distrito de Columbia,
hizo lugar a la posición de la administración y revocó una decisión a favor de Hamdan dictada
por la Corte de Circuito.
En primer lugar, es necesario formular algunas aclaraciones respecto a la composición del
Tribunal en la causa en estudio. Chief Justice John Roberts Jr. no participa en la misma porque,
como Juez de la Cámara de Apelaciones, formó parte del panel cuya resolución a favor de las
comisiones militares se encuentra hoy bajo tratamiento a la Corte Suprema. Conforme a las
reglas procedimentales de Estados Unidos, si los restantes ocho miembros de la corte dividen su
voto en 4 y 4, ello implicaría la confirmación de la decisión del a-quo.
Por su parte, un grupo de generales retirados ha solicitado la separación de Scalía de la causa,
en virtud de unos dichos que el Justice habría vertido en la Universidad de Freiberg en Suiza, el
8 de marzo del corriente año, donde el magistrado habría sostenido que aquellos que lleven
adelante una guerra contra los estados unidos no tendrían derechos bajo la constitución. Lo que
cuestionan es que Scalìa podría tener una inclinación negativa ante Hamdan, en particular
teniendo en cuenta que éste último tiene un hijo que ha servido en el ejército en Iraq.[23]
La Corte ha rechazado la petición del Poder Ejecutivo de abandonar el tratamiento de la causa
previo a la celebración de los alegatos orales.[24] El problema, como ha señalado Justice
Kennedy durante las audiencias orales, es que la nueva ley establece que los cuestionamientos
de las comisiones ante la Corte deben esperar hasta que los juicios concluyan. Sin embargo
dicho magistrado ha recalcado que la única forma en que se declare la validez de los
juzgamientos realizados por las comisiones militares es que las mismas respeten las
convenciones de Ginebra con respecto a los derechos de los detenidos de guerra. Así, el
problema que se plantea y que consistirá en uno de los temas troncales a tocar por la resolución
de la Corte es la validez constitucional de la posición del Poder Ejecutivo si se estima que la
misma crea un doble estándar conforme al cual los supuestos terroristas son acusados de violar
las reglas de la guerra, y, al mismo tiempo, se les deniega la protección del derecho internacional
humanitario.
Por su parte, el abogado defensor sostiene que Bush procura un cheque en blanco en la lucha
anti terrorista.[25] Manifiesta que la autorización laxa dada por el Poder legislativo para el uso de
la fuerza contra Al-Qaeda el 14 de septiembre de 2001 no constituye una autorización legislativa
suficiente para el establecimiento de las comisiones militares. Asimismo, se cuestiona la validez
de la nueva legislación relativa al juzgamiento ante los tribunales militares, que fue dictada por el
Congreso después que la Corte haya resuelto tratar el caso de Hamdan y otros, básicamente
poniendo en duda si la misma otorga a un debido proceso suficiente para los detenidos, ya que
solo se incluye la posibilidad de apelar una vez finalizados sus Juicios.
El gobierno sostiene que la legislación regulatoria del proceso a llevarse ante las comisiones
militares tutela el derecho de defensa, en particular ya que garantiza la instancia judicial
posterior, regula que los procesos sean públicos, y mantiene la vigencia de la presunción de
inocencia con respecto a los imputados. Así, el Poder Ejecutivo sostiene que la nueva normativa,
garantizadora del derecho al debido proceso, habría hecho devenir abstracto, y quitado la
jurisdicción de los tribunales judiciales para pronunciarse respecto a las peticiones de hábeas
corpus presentadas con anterioridad. A favor del Poder Ejecutivo, el Solicitor General Clement
sostiene que el establecimiento de dichas comisiones constituye un poder inherente de la
presidencia,[26] que ha sido usado reiteradamente a lo largo de 200 años.[27] Asimismo, señala
que las Convenciones de Ginebra no serían aplicables por las cortes estadounidenses a estos
casos, dado que al-Qaeda es una red terrorista que no ha firmado las convenciones, y que
regularmente las viola.[28]
En las audiencias orales algunos Justices parecieron sostener que la normativa es
excesivamente vaga y no puede privar al Tribunal de la posibilidad de revisar las detenciones
dictadas por el Poder Ejecutivo, en particular por aplicación de las Convenciones de Ginebra.[29]
Algunos magistrados han recalcado el carácter excepcional de una medida que priva a un
tribunal de pronunciarse en una causa en trámite. Souter ha señalado que sería notoriamente
significante que el Congreso, retroactivamente, cierre casos constitucionales en trámite ante la
Corte.[30] Por su parte, Justice Steven refirió a los temas relacionados con las causas, en
particular que numerosos detenidos en Guantánamo Bay reclaman que fueron torturados.[31]
Finalmente, Kennedy de alguna manera tiene una posición preponderante. Ha cuestionado en
los argumentos orales en reiteradas oportunidades a los dichos de Clement, y ha referido a la
necesidad del reconocimiento del derecho a la jurisdicción.[32] Sin embargo, Justice Ginsburg,
ha referido a que sería revolucionario y extraordinario que la Corte rechace la jurisdicción de un
Tribunal en un tema pendiente”. Por su parte, Justices Scalia y Alito pareciera que se enlistan en
la posición de la administración, al ponderar que la corte debería suspender el dictado del
pronunciamiento hasta el momento en que el procedimiento militar es finalizado, conforme se
estila en el caso de procesos penales.[33]
El tema es tratado en estos días en los debates llevados a cabo dentro de la Corte. Es un
momento de tensión y replanteamiento. Los ocho miembros del Tribunal evalúan la respuesta, y
la sociedad nacional e internacional espera expectante el pronunciamiento a dictarse durante el
mes de julio del presente año.

IV.- Los derechos de los extranjeros.

Si bien no refiere a los casos de los detenidos como sospechosos de actos terroristas, me
parece interesante introducir en este análisis como la Corte tiene también bajo su tratamiento
dos casos relativos a los derechos procesales de los extranjeros. Ellos refieren a la violación, por
parte de fuerzas policiales, de los derechos de los extranjeros, uno de ellos ciudadanos de
Honduras y el otro de México. La violación supuestamente realizada por las fuerzas de seguridad
consistiría en que no se les informó, al momento de la detención, que podían procurar
asesoramiento legal de los gobiernos de sus países, conforme la Convención de Viena de 1969.
Así, se debate en el fondo la inclusión de esta referencia entre los denominados “Miranda Rights”
o derechos Miranda de los detenidos.
Ahora bien, las perspectivas del pronunciamiento jurisdiccional no aparecen, en principio, como
positivas.[34] Por ejemplo, Justice Kennedy se planteaba si el deber de informar estos datos
debería ser realizado por la Policía o bien los abogados de los imputados. Justice Breyer aclaró
que el no haber brindado la información haría incurrir al defensor en un asesoramiento ineficiente
y no a la violación de un tratado.

V.- Evaluación.

Previo a las sentencias dictadas en el año 2004, he sostenido que mediante las mismas la
Suprema Corte de Estados Unidos de América tenía la posibilidad de procurar la efectiva
vigencia del derecho a la jurisdicción.[35] Sin embargo, una vez dictados los pronunciamientos,
la conclusión fue crítica de la tibieza de la reacción jurisdiccional, postergando la respuesta
contundente.
Una vez más, el escenario se repite. La Suprema Corte tiene nuevamente la posibilidad de
asumir un rol preponderante en la tutela de los derechos humanos. La peregrinación de quienes
procuran un proceso debido, donde se plasme el juego limpio, hoy parece cada vez más remota.
El tema no es indiferente, y las nociones mismas de derecho de defensa, tutela judicial efectiva y
derecho a la jurisdicción están en jaque en un País que aún no ha llegado a dar la muestra plena
de la reivindicación del estado de derecho y la “comunidad de iguales” que tanto ha propugnado
en sus cimientes como nación.

[1] En artículos anteriores hemos analizado los pronunciamientos dictados por la Suprema
Corte de Estados Unidos al respecto. Ver María Sofía Sagüés, “Un cauteloso ejercicio en la
jurisdicción constitucional por la Suprema Corte de Estados Unidos de América frente al
terrorismo”, El Dial, 3/7/2005.

[2] Ver el análisis pormenorizado realizado en el artículo citado.


[3] “Supreme Court to Hear 'Dirty Bomber' Case -Decision Will Determine Whether U.S. Can
Hold Citizens Indefinitely as 'Enemy Combatants'” -The Associated Press, Friday, February 20,
2004; 1:30 PM

[4] 124 S.Ct. 2711 (2004).


[5] Ley federal de Hábeas Corpus.
[6] 124 S.Ct. pág. 2721-22.
[7] Harvard Law review, “Leading Case”, 118 Harv. L. Rev. 416, pág. 424.
[8] Ibidem.
[9] “agreed”
[10] pág. 2735, fn.8 (Disidencia de Stevens).
[11] 124, S.Ct. 2633 (2004)

[12] En Rasul v. Bush, 124 S. Ct. 2686, (2004) conclusión de su disidencia.


[13]Lane, Charles, “Justices Won’t Review Padilla case”, Washington Post., 4 de abril de 2006,
pàg. A 06.

[14] Washington Post, “Padilla’s lawyers opose transfer”, 31 de diciembre, pàg. A04.
[15] Holland, Gina, “Supreme Court rejects challenge to Bush’s wartime detention powers
case”, FindLaw, Lunes 3 de abril de 2006.

[16] Lane, Charles “Justices…”, op. cit.


[17] Hudson, David L., “Padilla Decision leaves unanswered questions”,
Supreme Courts denies review, but the issue of detainee status still alive.
[18]Recientemente, debido a un triunfo en un caso legal llevado adelante por la Associated
Press, la administración del Poder Ejecutivo informó los nombres de los detenidos en
Guantánamo. Vr. Holland, Gina, “Supreme Court hints at concern in presidential wartime powers
case”, Findlaw, 28 de marzo de 2006.

[19]124 S.Ct.2686 (2004)


[20] 28 U.S.C. 2241 (a), (c) (3) (2000).
[21] 124 S.Ct. pág. 2692 (2004).
[22] Holland, Gina, “Supreme Court…”, op. cit.
[23] Findlaw, “Retired military brass want Justice Scalia to withdraw from Gantanamo detainee
case”, 28 de Marzo de 2006.

[24] Lane, Charles “Case tests power of Judiciary, President Military Tribunal’s Legality is
Debate”, Washington Post, 29 de marzo de 2006, pàg. A06.

[25] Holland, Gina, “Supreme Court…”, op. cit.


[26] Lane, Charles “Court Case Challenges Power of the President”, 26 de Marzo, pàg. A01.
[27] Holland, Gina, “Supreme Court…”, op. cit.
[28] Lane, Charles “Court Case…”, op. cit.
[29] Lane, Charles “Case test…”, op. cit..
[30] Holland, Gina, “Supreme Court…”, op. cit.
[31] Lane, Charles “Case test…”, op. cit..
[32] Holland, Gina, “Supreme Court…”, op. cit.
[33] Holland, Gina, “Supreme Court…”, op. cit.
[34] Cfr. Daly, Matthew, “Supreme Court Considers treaty rights of foreign defendants”, Findlaw,
29 de marzo de 2006.

[35] Respecto a los antecedentes previos al dictado de los fallos en análisis, puede consultarse
a Sagüés, María Sofía, “Justicia para el terrorismo. El actual desafío de la Suprema Corte de
Estados Unidos de América”, en “Debates de Actualidad”, Asociación Argentina de Derecho
Constitucional, Año XIX, nro. 192, pág. 19.

Citar: elDial DC8BA


Publicado el: 16/05/2006
copyright © 1997 - 2018 Editorial Albrematica S.A. - Tucumán 1440
(CP 1050) - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina

Das könnte Ihnen auch gefallen