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JURISPRUDENCIA

Roj: SAP MU 2386/2015 - ECLI: ES:APMU:2015:2386


Id Cendoj: 30030370032015100433
Órgano: Audiencia Provincial
Sede: Murcia
Sección: 3
Fecha: 06/11/2015
Nº de Recurso: 93/2015
Nº de Resolución: 453/2015
Procedimiento: Apelación Juicio Rápido
Ponente: JUAN DEL OLMO GALVEZ
Tipo de Resolución: Sentencia

AUD.PROVINCIAL SECCION N. 3
MURCIA
SENTENCIA: 00453/2015
UNIDAD PROCESAL DE APOYO DIRECTO
1- SCOP AUDIENCIA, PASEO DE GARAY Nº3, MURCIA
2- SCEJ PENAL, AVDA. DE LA JUSTICIA S/N, MURCIA
Teléfono: 968229183/968271373
213100
N.I.G.: 30030 48 2 2014 0011953
APELACION JUICIO RAPIDO 0000093 /2015
Delito/falta: V.DOMÉSTICA Y DE GÉNERO.LESIONES/MALTRATO FAMILIAR
Denunciante/querellante:
Procurador/a: D/Dª
Abogado/a: D/Dª
Contra: MINISTERIO FISCAL
Procurador/a: D/Dª
Abogado/a: D/Dª
Ilmos. Sres.:
Don José Luis García Fernández
Presidente
Don Juan del Olmo Gálvez
Doña Ana María Martínez Blázquez
Magistrados
SENTENCIA Nº 453/2015
En la Ciudad de Murcia, a seis de noviembre de dos mil quince.
Vista, en grado de apelación, por la Sección Tercera de esta Audiencia Provincial la causa procedente del
Juzgado de lo Penal Nº 3 de Murcia, seguida ante el mismo como Juicio Rápido Nº 453/2014 , por delito de
maltrato en el ámbito de la violencia de género contra Sebastián y Juan Enrique , como parte apelante,

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JURISPRUDENCIA

representados por la Procuradora Dª Carlota Cecilia Jiménez Gómez y defendidos por el Letrado D. Ángel
Avilés Hernández.
Es apelado el Ministerio Fiscal.
Remitidas a la Audiencia Provincial las actuaciones, se formó por esta Sección Tercera el oportuno Rollo de
Apelación de Sentencia con el Nº 93/2015 (el 13 de julio de 2015), señalándose el día 6 de noviembre de 2015
para su deliberación y votación.
Es Magistrado-Ponente el Ilmo. Sr. Don Juan del Olmo Gálvez, quien expresa el parecer de la Sala.

ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO: El Juzgado de lo Penal Nº 3 de Murcia dictó sentencia en fecha 9 de enero de 2015 (aunque por
error mecanográfico se recoge 2014), estableciendo como probados los siguientes Hechos:
"Apreciando en conciencia la prueba practicada en el acto del Juicio Oral, expresa y terminantemente se declara
probado que sobre las 3:20 horas de la madrugada del día 30 de noviembre de 2014, el acusado Juan Enrique ,
mayor de edad, en cuanto nacido el NUM000 /1985 en Ecuador con NIE número NUM001 y sin antecedentes
penales, y el acusado Sebastián , mayor de edad en cuanto nacido el NUM002 /1995 con DNI número NUM003 ,
y sin antecedentes penales se encontraban en la discoteca "Mamarumba" de Murcia con sus respectivas parejas,
siendo Leticia la novia de Pio , y Amelia la novia de Sebastián .
Dado que las chicas habían estado hablando con otros chicos, tanto Juan Enrique como Sebastián
comenzaron a agobiarlas, arrinconándolas, respectivamente, contra su voluntad y así Pio a Leticia contra
la escalera, y Sebastián a Amelia contra la pared, y cogiéndolas por los brazos para que no se fueran, las
zarandearon, llegando a escapar corriendo Amelia .
Juan Enrique y Sebastián , en el Plenario, se acogieron a su derecho a no declarar contra sí mismos previsto
en el artículo 520 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal .
Leticia y Amelia se acogieron a su derecho a no declarar contra Juan Enrique ni contra Sebastián ,
respectivamente, en virtud de lo dispuesto en el artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ".
SEGUNDO: Consecuencia de ello, la expresada resolución pronunció el siguiente FALLO:
"Que debo condenar y condeno a Juan Enrique y a Sebastián como autores criminalmente responsables,
cada uno de ellos, de un delito de malos tratos por violencia de género, ya definidos, sin la concurrencia de
circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a las penas siguientes: a Juan Enrique la pena de
tres meses de prisión, accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo
de la condena, privación del derecho a la tenencia y porte de armas por tiempo de seis meses y un día, y, como
pena accesoria, la prohibición de aproximarse a Leticia a una distancia inferior a 500 metros en cualquier lugar
que se encuentre, así como acercarse a su domicilio o lugar de trabajo o cualquier otro que ésta frecuente y de
comunicarse con ella por cualquier medio durante un año y tres meses.
Y debo condenar y condeno a Sebastián a la pena de tres meses de prisión, accesoria de inhabilitación especial
para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, privación del derecho a la tenencia y porte
de armas por tiempo de seis meses y un día, y, como pena accesoria, la prohibición de aproximarse a Amelia
a una distancia inferior a 500 metros en cualquier lugar que se encuentre, así como acercarse a su domicilio o
lugar de trabajo o cualquier otro que ésta frecuente y de comunicarse con ella por cualquier medio durante un
año y tres meses, y el pago de las costas causadas por mitad.
Hágase abono -en su caso- a los penados Juan Enrique y Sebastián , para el cumplimiento de la pena
impuesta accesoria del tiempo que lleve en vigor la medida de prohibición de acercamiento y comunicación
en su día acordada y privación del derecho a la tenencia y porte de armas. En concreto desde el día 1-12-2014.
Hágase abono -en su caso- a los penados Juan Enrique y Sebastián , para el cumplimiento de la pena
impuesta del tiempo que hubiere estado privado preventivamente de libertad por razón de esta causa, según
dispone el artículo 58 del Código Penal . En concreto desde el día 30 de noviembre al 1 de diciembre de 2014.
No consta que los condenados hubieren estado privados preventivamente de libertad por razón de esta causa.
Remítase testimonio de la presente resolución al Juzgado de Violencia contra la Mujer número 1 de Murcia."
TERCERO: Contra la anterior sentencia se interpuso, en tiempo y forma, recurso de apelación por la
representación procesal de los acusados D. Sebastián y D. Juan Enrique , fundamentándolo en síntesis
en error en la apreciación y valoración de la prueba, al expresar su discordancia con el relato fáctico de la

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JURISPRUDENCIA

sentencia, al recoger éste que sus dos defendidos eran parejas de las dos jóvenes, cuando eso no era cierto,
dado que esa relación no la mantenían en el momento de los hechos enjuiciados. Señala que tampoco es cierto
que las dos jóvenes hubieran estado hablando con otros chicos, indicando que lo sucedido fue otra cosa. Niega
además que sus defendidos arrinconaran a las dos jóvenes. Todo ello con menciones a indicaciones vertidas
por testigos, negando eficacia persuasiva a las manifestaciones de los agentes policiales, que no estuvieron
presentes en el desarrollo de los hechos. Y alega que al negarse a declarar sus defendidos, y también las dos
jóvenes, no habría prueba incriminatoria suficiente que ampare la condena.
También rechaza que los hechos puedan incluirse en un delito de maltrato en el ámbito de la violencia
de género, con menciones a la Jurisprudencia de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo que entiende
procedente, considerando que a lo sumo se trataría de unas faltas de lesiones.
Interesando la revocación de la sentencia de instancia en el sentido de proceder la absolución de sus
defendidos, o, subsidiariamente, que se les condene sólo por falta.
CUARTO: Admitido el recurso, y tras la oportuna tramitación, el Ministerio Fiscal, en dictamen fechado el 13 de
mayo de 2015, interesa la desestimación del recurso de apelación formulado y la confirmación de la sentencia
recurrida, al existir prueba de cargo suficiente que destruye la presunción de inocencia, conforme expone la
sentencia, habiéndose valorado tal prueba de forma lógica, racional y adecuada a las normas de la experiencia;
y en cuanto a la tipificación de los hechos declarados probados, los mismos son constitutivos del delito del
artículo 153 del Código Penal por el que han sido condenados, estando motivadas suficientemente las penas
impuestas.

HECHOS PROBADOS
ÚNICO: Se aceptan los Hechos declarados probados que se contienen en la sentencia apelada, que se dan
por reproducidos.

FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO: La parte apelante, disconforme con el pronunciamiento judicial de la sentencia de instancia, interesa
su revocación en esta alzada, al considerar que la Juzgadora de instancia ha incurrido en error en la apreciación
y en la valoración de la prueba, al expresar su discordancia con el relato fáctico de la sentencia, al recoger éste
que sus dos defendidos eran parejas de las dos jóvenes, cuando eso no era cierto, dado que esa relación no
la mantenían en el momento de los hechos enjuiciados. Señala que tampoco es cierto que las dos jóvenes
hubieran estado hablando con otros chicos, indicando que lo sucedido fue otra cosa. Niega además que sus
defendidos arrinconaran a las dos jóvenes. Todo ello con menciones a indicaciones vertidas por testigos,
negando eficacia persuasiva a las manifestaciones de los agentes policiales, que no estuvieron presentes en
el desarrollo de los hechos. Y alega que al negarse a declarar sus defendidos, y también las dos jóvenes, no
habría prueba incriminatoria suficiente que ampare la condena.
También rechaza que los hechos puedan incluirse en un delito de maltrato en el ámbito de la violencia
de género, con menciones a la Jurisprudencia de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo que entiende
procedente, considerando que a lo sumo se trataría de unas faltas de lesiones.
SEGUNDO: En este caso los alegatos impugnatorios cabe reconducirlos a los siguientes motivos de apelación:
- Errónea valoración de la prueba y vulneración del principio de presunción de inocencia.
- Errónea calificación jurídica al no concurrir las exigencias del artículo 153 del Código Penal , por no darse la
exigencia o elemento de dominación machista requerido jurisprudencialmente.
En cuanto a la primera cuestión es conveniente recordar la doctrina jurisprudencial sobre las exigencias de
la valoración probatoria de la denominada prueba personal (que es la única practicada en este supuesto),
trayendo a colación la Sentencia de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo de 9 de mayo de 2014 (Pte.
Berdugo Gómez de la Torre): (...), queda fuera, extramuros del ámbito casacional verificado el canon de
cumplimiento de la motivación fáctica y la razonabilidad de sus conclusiones alcanzadas en la instancia, la
posibilidad de que esta Sala pueda sustituir la valoración que hizo el Tribunal de instancia, ya que esa misión
le corresponde a ese Tribunal en virtud del art. 741 LECriminal y de la inmediación de que dispuso, inmediación
que no puede servir de coartada para eximir de la obligación de motivar.
Así acotado el ámbito del control casacional en relación a la presunción de inocencia, bien puede decirse que
los Tribunales de apelación , esta Sala de Casación o incluso el Tribunal Constitucional en cuanto controlan la
motivación fáctica de la sentencia sometida a su respectivo control, actúan verdaderamente como Tribunales

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JURISPRUDENCIA

de legitimación de la decisión adoptada en la instancia, en cuanto verifican la solidez y razonabilidad de las


conclusiones alcanzadas, confirmándolas o rechazándolas - SSTS de 10 de Junio de 2002 , 3 de Julio de 2002
, 1 de Diciembre de 2006 , 685/2009 de 3 de Junio- y por tanto controlando la efectividad de la interdicción de
toda decisión inmotivada o con motivación arbitraria.
Ahora bien también hemos dicho que el fallo judicial que pone fin al proceso debe ser la expresión razonada de
la valoración concreta e individualizada de los elementos que integran el cómputo de las pruebas practicadas
de cargo y descargo y de la interpretación de la norma aplicada. Por ello mismo, la obligación de motivar -como
manifestación del derecho a la tutela judicial efectiva que ampara a todo justiciable- supone la necesidad de
valorar las pruebas presentadas por la acusación, como las de descargo practicadas a instancia de la defensa.
A este respecto no resulta ocioso reiterar los criterios contenidos en la STS. 3.5.2006 , según la cual la sentencia
debe expresar un estudio lo suficientemente preciso del catálogo probatorio, de su valoración respectiva y de
su decisión, de suerte que una sentencia cuya decisión sólo esté fundada en el análisis parcial de sólo la prueba
de cargo, o sólo la prueba de descargo, no daría satisfacción a las exigencias constitucionales del derecho a la
tutela judicial efectiva consagrado en el art. 24 de la C.E . La parte concernida que viese silenciada, y por tanto
no valorada el cuadro probatorio por él propuesto no habría obtenido una respuesta desde las exigencias del
derecho a la tutela judicial efectiva, la resolución judicial no respondería al estándar exigible de motivación, y en
definitiva un tipo de motivación no sería el presupuesto de la previa valoración y ponderación crítica de toda la
actividad probatoria, sino por el contrario, estaría más próximo a esa inversión argumentativa que convirtiendo en
presupuesto lo que sólo debería ser el resultado del proceso crítico valorativo, partiría de la voluntad del órgano
judicial de resolver el caso de una determinada manera, para luego "fundamentarlo" con un aporte probatorio
sesgado en cuanto que sólo utilizarían aquellos elementos favorables a la decisión previamente escogida,
silenciando los adversos.
Tal planteamiento, no podía ocultar la naturaleza claramente decisionista/voluntarista del fallo, extramuros de
la labor de valoración crítica de toda la prueba de acuerdo con la dialéctica de todo proceso, definido por la
contradicción entre las partes, con posible tacha de incurrir en arbitrariedad y por tanto con vulneración del art.
9.3º de la C.E .
Ciertamente esta exigencia de vocación de valoración de toda la prueba es predicable de todo enjuiciamiento sea
cual fuese la decisión del Tribunal, absolutoria o condenatoria, ya que el principio de unidad del ordenamiento
jurídico y de igualdad de partes no consentiría un tratamiento diferenciado, aunque, justo es reconocerlo, así
como para condenar es preciso alcanzar un juicio de certeza -más allá de toda duda razonable según la reiterada
jurisprudencia del TEDH, y en el mismo sentido STC de 13 de julio de 1998 , entre otras muchas-, para una decisión
absolutoria bastaría duda seria en el Tribunal que debe decidir, en virtud del principio in dubio pro reo. (...).
Ahora bien, ello no comporta que el Tribunal sentenciador tenga que realizar un análisis detallado y exhaustivo
de cada una de las pruebas practicadas pues cuando se trata de la motivación fáctica, recuerda la STS. 32/2000
de 19.1 , la sentencia debe exponer cuál o cuáles son las pruebas que sustentan la declaración de hechos
probados, al objeto de que, conocidas éstas, la parte tenga posibilidad real de impugnar la razonabilidad del
criterio valorativo del juzgador y que el Tribunal de casación, pueda, asimismo, efectuar la función revisora sobre
si el razonamiento de la resolución judicial impugnada es suficiente para cimentar el relato histórico, pero debe
advertirse que la motivación fáctica adquiere especial importancia cuando el hecho probado se apoya en prueba
indirecta o indiciaria, porque entonces, es del todo punto necesario la expresión de los razonamientos que han
permitido al Tribunal llegar a las conclusiones adoptadas a través de un proceso deductivo derivado de unos
hechos indiciarios indirectos, pero no es precisa una detallada argumentación cuando la prueba es directa, en
cuyo caso la exigencia de motivación queda cumplimentada con la indicación de las pruebas directas de que se
trate, pues, en tal caso, el razonamiento va implícito en la descripción de aquéllas.
La STS. 540/2010 de 8.6 y 258/2010 de 12.3 , precisan que "... la ponderación de la prueba de descargo
representa un presupuesto sine qua non para la racionalidad del desenlace valorativo". Su toma en consideración
por el Tribunal a quo es indispensable para que el juicio de autoría pueda formularse con la apoyatura requerida
por nuestro sistema constitucional. No se trata, claro es, de abordar todas y cada una de las afirmaciones de
descargo ofrecidas por la parte pasiva del proceso. En palabras del Tribunal Constitucional exige solamente
ponderar los distintos elementos probatorios, pero sin que ello implique que esa ponderación se realice de modo
pormenorizado, ni que la ponderación se lleve a cabo del modo pretendido por el recurrente, sino solamente que
se ofrezca una explicación para su rechazo ( SSTC. 148/2009 de 15.6 , 187/2006 de 19.6 ).
En este caso aunque los dos acusados se han acogido a su derecho a no declarar, y las dos jóvenes se han
amparado en la previsión legal recogida en el artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal , precisamente
por mantener respectivamente con cada uno de los dos acusados una relación afectiva y de pareja (lo cual
contradice la afirmación interesada de la parte recurrente de no existir la misma), que además también se

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JURISPRUDENCIA

sostendría en cuanto a la relación de pareja en manifestaciones de testigos/amigos en la vista oral, sí ha


existido prueba personal suficiente, plural, complementaria y convergente de carácter incriminatorio en el que
fundar la condena impuesta.
Ello es así atendiendo a las manifestaciones de los testigos que sí prestaron declaración en la vista oral
(conocidos/amigos de los acusados y de las jóvenes, y agentes policiales que acudieron al lugar, que aunque
no estuvieron presentes en toda la secuencia fáctica, sí llegaron a ver y apreciar comportamientos de los dos
acusados y de las dos jóvenes, así como a escuchar manifestaciones vertidas por los presentes de forma
espontánea, expresivas de una situación de violencia física ejercida por los dos varones acusados sobre las
dos jóvenes, en un clima de presión rechazable sobre éstas en cuanto al ejercicio de su libertad como mujeres,
ya de hablar con terceros, ya de desplazarse donde quisieran y de la forma que deseasen, lo cual les era
impedido por los dos acusados).
El realzar y poner de manifiesto aquellas partes de una declaración que puedan beneficiar, o de reseñar un
testimonio con omisión de otro que pueda perjudicar, es una estrategia comprensible por la postura parcial que
la Defensa ostenta, pero en modo alguno debilita la correcta y ajustada valoración probatoria de la Juzgadora
de instancia, que ha atendido al conjunto de las pruebas personales desplegadas en la vista oral, así como a
las precisiones que el segundo testigo hubo de realizar ante el interrogatorio del Ministerio Fiscal poniéndole
de manifiesto lo que dijo en sede policial y judicial (con lectura expresa de esas manifestaciones) -frente
lo que inicialmente vino a significar en su declaración-, y que puso de evidencia que la verdad fue lo que
expresó en sede policial y judicial instructora. Esos testimonios, combinados con las manifestaciones de
los agentes policiales que acudieron a la vista oral, que sí fueron testigos directos de extremos explicativos
del comportamiento violento que la Juzgadora atribuye a ambos acusados, llevaron a la Juzgadora a su
conclusión inculpatoria.
En tal sentido la Sala ha procedido al análisis de la grabación del juicio oral, advirtiendo así el acierto de la
ponderación probatoria de la Juzgadora de instancia, por ajustarse a lo dicho por todos los testigos en dicha
vista oral, y extrayendo del conjunto de manifestaciones vertidas las conclusiones oportunas y razonables.
En este sentido procede recordar que la valoración probatoria obra en el Fundamento Jurídico Quinto y Sexto
de la sentencia de instancia, en el que se recoge un sintético, pero suficiente, análisis del contenido de las
manifestaciones vertidas por los comparecientes en la vista oral, analizándose las mismas de forma conjunta
y complementaria, y extrayendo de ello el juicio condenatorio plasmado en la sentencia recurrida.
El análisis judicial de instancia lo ha efectuado la Juez a quo atendiendo a la inmediación y oralidad que
le concede su posición enjuiciadora, que no puede ser sustituida por la Sala en su labor de revisión, pero
que no veda al Tribunal ad quem analizar el discurso de racionalidad de la valoración probatoria realizada
por la Juzgadora de instancia, y controlar los medios de prueba en que se asienta (especialmente cuando
la grabación audio-visual del juicio oral permite apreciar el contenido verbal de lo referido por quienes han
comparecido al mismo, y relacionar ello con las actuaciones documentadas derivadas de la instrucción judicial,
como se ha apuntado con anterioridad).
La Sala, ponderando la valoración de la Juzgadora y los medios de prueba en que se funda, la aprecia razonable
y fundada, además de acreditados razonablemente en términos de suficiencia los hechos denunciados, por
cuanto contaría con las manifestaciones de los testigos mencionados.
Frente a esa prueba inculpatoria la Defensa trata en el recurso de hacer primar una versión parcial, interesada
y no debidamente justificada (dado que sus defendidos no aportan versión alguna que pueda contar con el
apoyo de otros testimonios -se negaron a declarar, como también lo hicieron las dos jóvenes-).
Por lo tanto, la Sala considera justificada y racional la conclusión convictiva alcanzada por la Juez a quo , dados
los extremos valorados por la misma, fundados en la realidad probatoria antedicha y que resultan razonables
en su ponderación crítica, tal y como se aprecia con la lectura de los citados Fundamentos Jurídicos Quinto
y Sexto.
Consecuentemente con lo expuesto, la versión valorativa que el recurrente intenta introducir con su recurso
no debilita, y mucho menos puede sustituir, a la expuesta por la Juez a quo en su sentencia.
Todo lo cual lleva a desestimar el recurso de apelación interpuesto en este punto.
TERCERO: En cuanto a la calificación jurídica dada por la Juzgadora a la actuación enjuiciada, que la sentencia
de instancia califica de delitos de malos tratos en el ámbito de la violencia de género, mientras que para la
Defensa de los acusados no sería tal, al no concurrir en el mismo la exigencia de dominación/menosprecio
del varón sobre la mujer, señalar lo siguiente.

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El criterio sostenido por esta Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Murcia en orden a la aplicación de
los tipos penales relativos a la denominada violencia de género (ya los sea del artículo 153, ya del artículo 171,
del Código Penal , o cualquier otro) cabe condensarlo en el momento actual del siguiente modo, tal y como lo
reflejaba la Sentencia de 24 de enero de 2014 dictada en el Rollo de Apelación Nº 251/2013 - mencionada por
la Juzgadora de instancia- (criterio también acogido en las Sentencias de 13 de mayo de 2014 , 6 de octubre
de 2014 , 17 de octubre de 2014 -Pte. Gil Páez-, 21, 27 y 31 de octubre de 2014, 10 de noviembre de 2014, 10
de diciembre de 2014, de 3, 19 y 27 de febrero, de 27 de marzo, de 8 de abril, de 25 de mayo, de 2 y 19 de
junio, de 6 y 28 de julio, y de 17 de septiembre de 2015 de esta Sección): (...) que la conducta enjuiciada sea
manifestación de dominación/subyugación/imposición/menosprecio por parte del hombre sobre la mujer en su
relación conyugal o de pareja (actual o concluida), exigible para la aplicación de los tipos de violencia de género.
(...) esta Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Murcia entiende inexcusable la concurrencia en el
comportamiento enjuiciado de esa manifestación de dominación/subyugación/imposición/menosprecio por
parte del varón sobre la mujer, sin que sea necesario o indispensable una mención o expresión literal de su
concurrencia, siendo suficiente que el contexto y las circunstancias recogidas en el relato fáctico, analizadas
de modo combinado con la Fundamentación Jurídica de la sentencia, reflejen con claridad la proyección de esa
manifestación. (...).
Esta Sección Tercera, (...), requiere en orden a la aplicación de dichos tipos penales una exigencia de proyección
en el comportamiento del acusado de dominación, discriminación, desigualdad y/o menosprecio a la dignidad
de la mujer cuando ésta resulta víctima, (...).
Atendiendo al referido cuerpo jurisprudencial esta Sala de alzada considera por ello amparada la exigencia de
acreditación de la situación de desigualdad o de dominio sobre la mujer en la relación de pareja para la aplicación
del artículo 153.1 del Código Penal . (...).
Contextos valorativos que permiten analizar con mayor precisión los hechos enjuiciados y la proyección que en
la secuencia fáctica puede tener la denominada dominación del varón sobre la mujer para considerar el valor y
sentido de su comportamiento. (...).
(...) es el contexto de actuación delictiva, las circunstancias del caso, las que permiten atisbar, en ocasiones
sin necesidad de expresión verbal alguna, por resultar comportamientos o actos concluyentes, que se trata de
una situación de dominación, menosprecio o subyugación del varón sobre la mujer, guía del proceder delictivo
del hombre, y expresión de la denominada "violencia o dominación machista", especialmente expresiva en la
violencia habitual, por la situación permanente de dominación instaurada, pero también evidente y necesaria en
los actos puntuales objeto de enjuiciamiento.
Y con cita de dos Sentencias del Tribunal Constitucional, la del Pleno nº 59/2008, de 14 de mayo (Pte. Sala
Sánchez) y la de la Sala Primera nº 52/2010, de 4 de octubre (Pte. Casas Baamonde), se señalaba en esa
sentencia de 24 de enero de 2014 : Esa "consciente inserción" sólo puede ser manifestación directa del principio
de culpabilidad personal y atender a la proyección en el concreto comportamiento del acusado varón de esa
posición de dominio o manifestación de poder o pauta cultural de especial lesividad y desigualdad mencionadas
(...).
Es por todo ello que esta Sala de alzada considera amparada constitucional y jurisprudencialmente la exigencia
de acreditación de la situación de desigualdad o de dominio de la mujer en la relación de pareja o conyugal para
la aplicación del artículo 153.1 del Código Penal , en atención a las sentencias mencionadas.
Reseñando la Sentencia de 6 de mayo de 2014 dictada en el Rollo de Apelación Nº 249/2013, lo siguiente: (...),
este Tribunal viene reiterando que no es preciso ánimo o elemento intencional alguno para la aplicación de los
delitos relativos a la violencia de género. Lo que estimamos necesario en esta suerte de ilícitos es únicamente,
como dijimos en nuestra sentencia de 10 de enero de 2014 (Ponente Sr. Castaño Penalva) que "la conducta del
varón constituya expresión de una voluntad de sojuzgar a la pareja o de establecer o mantener una situación
de dominación sobre la mujer, colocándola en un rol de inferioridad y subordinación en la relación, con grave
quebranto de su derecho a la igualdad, a la libertad y al respeto debido como ser humano en sus relaciones
sentimentales, insistiendo también este Tribunal en que el elemento cabe deducirlo del relato de hechos
probados y, particularmente, de aquellos datos, gestos, expresiones o situaciones que evidencien dominación,
superioridad, menosprecio o humillación a la condición de la mujer". En el mismo sentido en nuestra sentencia
de 24 de enero de 2014 (Ponente Sr. Del Olmo Gálvez) afirmábamos que "Ante el recurso planteado procede
reafirmar que esta Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Murcia entiende inexcusable la concurrencia
en el comportamiento enjuiciado de esa manifestación de dominación/ subyugación/ imposición/menosprecio
por parte del varón sobre la mujer, sin que sea necesario o indispensable una mención o expresión literal de su
concurrencia, siendo suficiente que el contexto y las circunstancias recogidas en el relato fáctico, analizadas

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JURISPRUDENCIA

de modo combinado con la Fundamentación Jurídica de la sentencia, reflejen con claridad la proyección de esa
manifestación." (...).
En este mismo sentido, la sentencia de esta Sección Tercera ya citada, de 24 de enero de 2014 (...), afirma que "De
los anteriores pronunciamientos se infiere que es el contexto de actuación delictiva, las circunstancias del caso,
las que permiten atisbar, en ocasiones sin necesidad de expresión verbal alguna, por resultar comportamientos o
actos concluyentes, que se trata de una situación de dominación, menosprecio o subyugación del varón sobre la
mujer, guía del proceder delictivo del hombre, y expresión de la denominada "violencia o dominación machista",
especialmente expresiva en la violencia habitual, por la situación permanente de dominación instaurada, pero
también evidente y necesaria en los actos puntuales objeto de enjuiciamiento."
Añadiendo por último al respecto la Sentencia de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo de 26 de diciembre
de 2014 (Pte. Berdugo Gómez de la Torre): (...), el bien jurídico protegido es la paz familiar, sancionando aquellos
actos que exteriorizan una actitud tendente a convertir aquel ámbito en un microcosmos regido por el miedo y
la dominación, porque, en efecto, nada define mejor el maltrato familiar como la situación de dominio y de poder
de una persona sobre su pareja y los menores convivientes. (...).
Lo relevante será constatar si en el "factum" se describe una conducta atribuida al recurrente que atenta contra
la paz familiar y se demuestra en agresiones que dibujen ese ambiente de dominación y temor sufrido por los
miembros de la familia, (...).
(...) durante el transcurso de la relación sentimental con la intención de someterla a su voluntad e infundirla
temor o consciente de que tales actos necesariamente provocarían un estado de sometimiento y temor a (...).
Para después señalar esta misma Sentencia: Es verdad que de acuerdo con la jurisprudencia constitucional
para la aplicación del art. 153.1 CP se exige un sustrato que ponga de manifiesto que la agresión, se enmarca en
el contexto de una reprobable concepción implantada en ámbitos culturales o sociales de predominio del varón
sobre la mujer. Pero eso no significa que sea necesario un elemento subjetivo peculiar o un dolo específico. La
presunción juega en sentido contrario. Sólo si consta o hay evidencias de que el episodio, concreto o reiterado,
de violencia es totalmente ajeno a esa concepción que ha estado socialmente arraigada, y que la agresión o
lesión obedece a unas coordenadas radicalmente diferentes, no habría base para la diferenciación penológica y
habrá que castigar la conducta a través de los tipos subsidiarios en que la condición de mujer del sujeto pasivo
no representa un título de agravación penológica. Pero en principio una agresión en ese marco contextual per se
y sin necesidad de prueba especial está vinculada con la concepción que el legislador penal se propone erradicar
o al menos reprobar.
La interpretación del TC vincula a todos los Tribunales ( art. 5.1 LOPJ ). Las Sentencias del TC que abordaron este
tema, (...), tienen cierta naturaleza "interpretativa". Vienen a decir, (...), que el precepto solo será constitucional
si se interpreta en la forma que se desarrolla en el texto, es decir si se descarta el automatismo en la aplicación.
El intérprete no puede arrinconar o desdeñar las razones últimas de la agravación.
La STC 159/2008, de 14 de mayo anuncia en su fundamento de derecho séptimo que la justificación de la
desigualdad entre las sanciones del art. 153.1º y 153.2º hay que buscarla en su mayor desvalor: el legislador
quiere sancionar más unas agresiones que entiende "que son más graves y más reprochables socialmente a
partir del contexto relacional en el que se producen y a partir también de que tales conductas no son otra cosa,
(...), que el trasunto de una desigualdad en el ámbito de las relaciones de pareja de gravísimas consecuencias
para quien de un modo constitucionalmente intolerable ostenta una posición subordinada". Esa perspectiva hace
legítima la desigualdad en las consecuencias. El fundamento octavo de la sentencia desmenuza esa idea: "La Ley
Orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género tiene como finalidad principal prevenir
las agresiones que en el ámbito de la pareja se producen como manifestación del dominio del hombre sobre la
mujer en tal contexto; su pretensión así es la de proteger a la mujer en un ámbito en el que el legislador aprecia
que sus bienes básicos (vida, integridad física y salud) y su libertad y dignidad mismas están insuficientemente
protegidos. Su objetivo es también combatir el origen de un abominable tipo de violencia que se genera en un
contexto de desigualdad y de hacerlo con distintas clases de medidas, entre ellas las penales. (...).
(...) las agresiones del varón hacia la mujer que es o que fue su pareja afectiva tienen una gravedad mayor que
cualesquiera otras en el mismo ámbito relacional porque corresponden a un arraigado tipo de violencia que es
"manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre
las mujeres". (...).
No resulta reprochable el entendimiento legislativo referente a que una agresión supone un daño mayor en
la víctima cuando el agresor actúa conforme a una pauta cultural -la desigualdad en el ámbito de la pareja-
generadora de gravísimos daños a sus víctimas y dota así consciente y objetivamente a su comportamiento de
un efecto añadido a los propios del uso de la violencia en otro contexto. (...). No resulta irrazonable entender, en

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JURISPRUDENCIA

suma, que en la agresión del varón hacia la mujer que es o fue su pareja se ve peculiarmente dañada la libertad
de ésta; se ve intensificado su sometimiento a la voluntad del agresor y se ve peculiarmente dañada su dignidad,
en cuanto persona agredida al amparo de una arraigada estructura desigualitaria que la considera como inferior,
como ser con menores competencias, capacidades y derechos a los que cualquier persona merece...
(...). No es el sexo en sí de los sujetos activo y pasivo lo que el legislador toma en consideración con efectos
agravatorios, sino (...) el carácter especialmente lesivo de ciertos hechos a partir del ámbito relacional en el que
se producen y del significado objetivo que adquieren como manifestación de una grave y arraigada desigualdad.
(...)".
La presencia de una mayor antijuricidad, así definida, no es una presunción iuris et de iure. No siempre que
concurren todos los elementos objetivos típicos del art. 153.1 º se podrá apreciar ese mayor desvalor. (...) el
precepto solo podrá venir en aplicación cuando se aprecie ese mayor desvalor, lo que será habitual pero no
automático. No son descartables a priori situaciones en que excepcionalmente la conducta escape totalmente
de ese sustrato de intolerable asimetría arraigada que justifica la mayor sanción y que, en consecuencia, no deba
castigarse por la vía del art. 153.1º para no incurrir en una discriminación no legítima constitucionalmente: "(...)".
a) (...). No se trata de una presunción normativa de lesividad, sino de la constatación razonable de tal lesividad a
partir de las características de la conducta descrita y, entre ellas, la de su significado objetivo como reproducción
de un arraigado modelo agresivo de conducta contra la mujer por parte del varón en el ámbito de la pareja.
b) Tampoco se trata de que una especial vulnerabilidad, entendida como una particular susceptibilidad de ser
agredido o de padecer un daño, se presuma en las mujeres o de que se atribuya a las mismas por el hecho de
serlo, en consideración que podría ser contraria a la idea de dignidad igual de las personas ( art. 10.1 CE ), (...).
Se trata de que, (...), el legislador aprecia una gravedad o un reproche peculiar en ciertas agresiones concretas
que se producen en el seno de la pareja o entre quienes lo fueron, al entender el legislador, como fundamento de
su intervención penal, que las mismas se insertan en ciertos parámetros de desigualdad tan arraigados como
generadores de graves consecuencias, con lo que aumenta la inseguridad, la intimidación y el menosprecio que
sufre la víctima.
Que en los casos (...) que tipifica el art. 153.1 CP el legislador haya apreciado razonablemente un desvalor
añadido, porque el autor inserta su conducta en una pauta cultural generadora de gravísimos daños a sus
víctimas y porque dota así a su acción de una violencia mucho mayor que la que su acto objetivamente expresa,
no comporta que se esté sancionando al sujeto activo de la conducta por las agresiones cometidas por otros
cónyuges varones, sino por el especial desvalor de su propia y personal conducta: por la consciente inserción de
aquélla en una concreta estructura social a la que, además, él mismo, y solo él, coadyuva con su violenta acción".
(...) en general se puede estar conforme en entender que a raíz de tal pronunciamiento no serán sancionables por
la vía del art. 153.1º episodios desvinculados de esas pautas culturales de desigualdad que se quieren combatir
(por buscar un ejemplo claro e indiscutible: agresión recíproca por motivos laborales de dos compañeros de
trabajo que estuvieron casados mucho tiempo antes).
Dicho con palabras de un voto particular, se procede a la: "introducción en el tipo de un nuevo elemento que
el legislador no ha incluido expresamente, pero que la Sentencia añade a la descripción legal: para que una
conducta sea subsumible en el art. 153.1 del Código Penal no basta con que se ajuste cumplidamente a la
detallada descripción que contiene, sino que es preciso además que el desarrollo de los hechos constituya
"manifestación de la discriminación, situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre
las mujeres".
Ahora bien eso no se traduce en un inexigible elemento subjetivo del injusto (...). No es algo subjetivo, sino
objetivo, aunque contextual y sociológico. Ese componente "machista" hay que buscarlo en el entorno objetivo,
no en los ánimos o intencionalidades. Cuando el Tribunal Constitucional exige ese otro desvalor no está
requiriendo reiteración, o un propósito específico, o una acreditada personalidad machista. Sencillamente está
llamando a evaluar si puede razonablemente sostenerse que en el incidente enjuiciado está presente, aunque
sea de forma latente, subliminal o larvada, una querencia "objetivable", dimanante de la propia objetividad de
los hechos, a la perpetuación de una desigualdad secular que quiere ser erradicada castigando de manera más
severa los comportamientos que tengan ese marco de fondo.
(...) el contexto comporta ese componente; más allá de las intencionalidades concretas o de la personalidad
del autor, o de la forma en que se desencadena el episodio concreto. (...). No hace falta un móvil específico de
subyugación, o de dominación masculina. Basta constatar la vinculación del comportamiento, del modo concreto
de actuar, con esos añejos y superados patrones culturales, aunque el autor no los comparta explícitamente,
aunque no se sea totalmente consciente de ello o aunque su comportamiento general con su cónyuge, o
excónyuge o mujer con la que está o ha estado vinculado afectivamente, esté regido por unos parámetros

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JURISPRUDENCIA

correctos de trato de igual a igual. Si en el supuesto concreto se aprecia esa conexión con los denostados
cánones de asimetría (como sucede aquí con el intento de hacer prevalecer la propia voluntad) la agravación
estará legal y constitucionalmente justificada.
En modo alguno quiso el legislador adicionar una exigencia de valoración intencional para exigir que se probara
una especial intención de dominación del hombre sobre la mujer. Ello iba ya implícito con la comisión del tipo
penal contemplado en los arts. 153 , 171 y 172 CP al concurrir las especiales condiciones y/o circunstancias del
tipo delictivo. La situación en concreto de mayor o menor desigualdad es irrelevante. Lo básico es el contexto
sociológico de desequilibrio en las relaciones: eso es lo que el legislador quiere prevenir; y lo que se sanciona
más gravemente aunque el autor tenga unas acreditadas convicciones sobre la esencial igualdad entre varón
y mujer o en el caso concreto no puede hablarse de desequilibrio físico o emocional. En tal sentido también
mencionar la Sentencia de 28 de mayo de 2015 dictada en el Rollo de Apelación Nº 37/2015 de esta Sección
Tercera de la Audiencia Provincial de Murcia (Pte. Morales Limia), donde tras exponer la doctrina asumida
por esta Sección especializada en materia de violencia de género y doméstica, con menciones al auto de la
Sala de lo Penal del Tribunal Supremo de 31 de julio de 2013 (Pte. del Moral García) y a la Sentencia de la
Sala de lo Penal del Tribunal Supremo de 26 de diciembre de 2014 (Pte. Berdugo Gómez de la Torre), reseña:
Ambas resoluciones, auto y sentencia del Tribunal Supremo, buscan en las resoluciones recurridas analizadas
por su parte datos objetivos a partir de los cuales pueda deducirse, sin añadido especial alguno, que existe esa
manifestación externa de dominación o subyugación. No se exige un ánimo especial.
Lo curioso, sin embargo, es que la exigencia de esa manifestación externa objetiva capaz por sí sola de identificar
una situación de dominación, subyugación, imposición o menosprecio del hombre hacia la mujer en su relación
conyugal o asimilada, actual o anterior, no resulta precisamente novedosa para la Sección Tercera de esta
Audiencia Provincial. En efecto, sin necesidad de reseñar todas las existentes, antes incluso que se dictara el
auto del Tribunal Supremo de 31 de julio de 2013 , esta misma sala ya había dictado una serie de sentencias de
apelación en las que, sin buscar o exigir ánimo o intencionalidad alguna en el sujeto activo de la infracción penal,
examinó los casos sometidos a su consideración a partir de la constatación de la situación de hecho producida
en el caso concreto , según se reseñaba en los hechos probados de la sentencia recurrida, para entender que
se producía esa manifestación de dominación o subyugación del hombre hacia la mujer que era o había sido su
pareja si del contexto del hecho la misma resultaba objetivamente evidente . A aquella situación fáctica objetiva
exigida en este tipo de supuestos esta sala la bautizó con el nombre de " elemento circunstancial ". Y el Tribunal
Supremo habla de un elemento "objetivo, aunque contextual y sociológico". Por tanto, las diferencias estriban en
la fórmula lingüística elegida por el Tribunal Supremo y la empleada por esta misma sala en esas sentencias en
particular que ahora citaremos, pero no había diferencia alguna respecto al fondo de lo que realmente se exigía.
Por tanto, en realidad, no estamos ante una posición verdaderamente novedosa sino simplemente reafirmada
por todos los componentes de esta Sección.
Así, entre otras, se traen a colación las siguientes sentencias de esta misma Sección Tercera: Sentencia nº
68/2010, de 26 de marzo, rollo de apelación nº 63/10, juicio rápido nº 321/09 del Juzgado de lo Penal nº 2 de
Lorca ; sentencia nº 142/2010, de 11 de junio, rollo de apelación nº 60/2010 , juicio rápido nº 260/09 del Jdo.
Penal nº 2 de Lorca; sentencia nº 153/2010, de 16 de junio, rollo de apelación nº 130/2010, juicio rápido nº
105/2009 del Jdo. Penal nº 1 de Lorca ; sentencia nº 159/2010, de 21 de junio, rollo de apelación nº 226/2009,
procedimiento abreviado nº 352/2008 del Jdo. Penal nº 2 de Murcia ; sentencia nº 226/2010, de 8 de septiembre,
rollo de apelación nº 73/2010, juicio rápido nº 194/09 del Jdo. Penal nº 5 de Murcia ; sentencia nº 245/2010, de
13 de octubre, rollo de apelación nº 389/09, juicio rápido nº 130/09 del Jdo. Penal nº 1 de Cartagena ; sentencia
nº 119/2011, de 3 de junio, rollo de apelación nº 26/2011, juicio rápido nº 36/2010 del Jdo. Penal nº 4 de Murcia
; sentencia nº 230/2011, de 22 de diciembre, rollo de apelación nº 86/2011, juicio rápido nº 383/2009 del Jdo.
Penal nº 2 de Murcia .
En ninguna de dichas sentencias se exigió un ánimo especial o elemento subjetivo del injusto para este tipo de
delitos sino un "elemento circunstancial" construido a partir de la constatación de los datos objetivos externos
obrantes en el factum de la sentencia que evidenciaban, por sí solos, la situación de dominación o subyugación
exigida.
A título de ejemplo, en la sentencia nº 159 de 21 de junio de 2010, rollo de apelación nº 226/2009, de esta
Sección Tercera , citada anteriormente, definíamos ese "elemento circunstancial" del siguiente modo: << (...),
Para la concreción o acreditación de ese elemento circunstancial necesario de la dominación o subyugación,
que represente una verdadera situación de machismo o de denigración de la mujer por parte del hombre con el
que mantiene o ha mantenido esa especial y estrecha relación personal de afectividad que exige el precepto, no
se precisa en ningún caso una prueba diabólica por parte de la acusación, pese a que muchos de estos hechos
se cometan en situaciones de soledad, sino la mera profundización técnica en las circunstancias concretas del
hecho sometido a enjuiciamiento penal, que a su vez deben plasmarse en la sentencia, a partir de las expresiones

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JURISPRUDENCIA

proferidas, de los gestos realizados, del posible instrumental empleado, del contexto en que se produce el hecho
de que se trata, valorando el origen de la discusión inicial que muchas veces precede al acto de maltrato o,
en definitiva, rebuscando debidamente en la auténtica causa que originó la situación específica de maltrato
que es objeto de ese enjuiciamiento penal, tomando en consideración, cuando sea posible, los actos anteriores,
coetáneos y posteriores al suceso . (...) >>.
Por tanto, en sentido muy parecido a como lo hizo posteriormente el Tribunal Supremo en su auto de 31 de julio
de 2013 y sentencia TS de diciembre de 2014 ya reseñada.
Es cierto, obiter dicta, que en aquella época otras sentencias de esta misma Sección 3ª sí exigieron ese elemento
subjetivo del injusto. Pero si hubo discrepancias por entonces dentro del mismo tribunal ello no incidió en
los casos concretos examinados pues todos ellos, sin excepción, presentaban parámetros externos objetivos
capaces de poner de manifiesto ese componente machista que aquí se exige. Y desde luego ello también
fue consecuencia lógica de un proceso de necesaria adaptación jurisdiccional desde una postura anterior
completamente diferente a esa otra que incluso se vio condicionada por el hecho de que el propio Tribunal
Supremo fuese dando ciertos bandazos al respecto.
En cualquier caso, es obvio, la Sección Tercera de esta Audiencia no fue por entonces extraña a la exigencia de
componente objetivo, contextual y sociológico acreditativo de la dominación machista. La ventaja es que ahora
se ha conseguido por fin la unanimidad entre sus magistrados, que, ciertamente, redunda en beneficio de la
necesaria seguridad jurídica y en la previsibilidad de la decisión de alzada.
En el caso enjuiciado la Juzgadora ha señalado en su relato fáctico, complementado en su expresión jurídica
en el Fundamento Jurídico Sexto de la sentencia de instancia, que esa proyección de dominación/menosprecio
machista se daba en el comportamiento de ambos acusados respecto a sus respectivas parejas, por cuanto
lo ejecutado por éstos y el modo y contexto en que lo desarrollaron atendía a una situación de dominación,
subyugación y menosprecio evidente a la condición de mujer (celos porque las jóvenes habían mantenido
conversaciones con terceros -"chicos"-), en términos que amparan la aplicación del precepto, tal y como se
ha expuesto y se requiere.
En tal sentido basta con recordar lo que el propio relato fáctico describe, y lo que la sentencia después recoge:
Probado, en consecuencia, que ambos acusados siguieron un comportamiento violento con sus respectivas
novias, sujetándolas y zarandeándolas, llegando ellas a tener que forcejear para que las dejaran, y todo ello
movidos por los celos, al haber estado hablando con otros chicos, en dicha forma de actuar sobradamente
expresivas de un comportamiento dirigido a sojuzgar y denigrar a la mujer prevaliéndose de su superioridad
física .
Es evidente que para apreciar una situación de superioridad y/o de menosprecio a la condición de mujer no
es necesario indagar en la intencionalidad del sujeto a través del motivo desencadenante de la disputa (que
en este caso aparece claro, por celos ante las conversaciones mantenidas por las dos jóvenes previamente
con otros "chicos") sino que aquella debe de aparecer de los hechos objetivos descritos en relación con el
contexto en el que es realizada la acción.
Atendiendo a ello la Sala señala que el comportamiento descrito en el relato fáctico proyecta la dominación
machista y de afrenta a la dignidad y libertad de la mujer requerida para la comisión de ese tipo de delito
de maltrato en el ámbito de la violencia de género, por cuanto el comportamiento desplegado por los dos
acusados constituye acciones en el contexto de dominación/menosprecio que requiere esta Sección Tercera
de la Audiencia Provincial de Murcia para la aplicación del precepto por el que han sido condenados.
Todo lo cual lleva a desestimar el recurso de apelación interpuesto también en este extremo.
CUARTO: Procede, en consecuencia, la confirmación de la sentencia apelada, con declaración de oficio de
las costas de esta alzada conforme a lo dispuesto en los artículos 239 y 240-1º de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal .
Vistos los artículos citados y demás de general y pertinente aplicación.

FALLAMOS
Que con desestimación del recurso de apelación interpuesto por la representación procesal de Sebastián y
Juan Enrique contra la sentencia dictada el 9 de enero de 2015 (aunque por error mecanográfico se recoge
2014) por el Juzgado de lo Penal Nº 3 de Murcia, en Juicio Rápido Nº 453/2014 -Rollo de Apelación de
Sentencia Nº 93/2015-, DEBEMOS CONFIRMAR Y CONFIRMAMOS dicha resolución, con declaración de oficio
de las costas de esta alzada.

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JURISPRUDENCIA

Contra esta sentencia no cabe recurso alguno.


Devuélvase la causa al Juzgado de procedencia con certificación de la presente resolución.
Así por esta nuestra sentencia, de la que se llevará testimonio al Rollo de Sala, lo pronunciamos, mandamos
y firmamos.

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