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Comentario

Estudio de la Biblia
Lucas 8:26-39
Por Richard Niell Donovan
Traducción por Ángeles Aller

THE CONTEXT.

Mateo 8:29 – 9:1 y Marcos 5:1-20 también documentan este incidente. El relato
de Mateo es más corto e incluye a dos demoníacos, mientras que el relato de
Marcos se parece más al de Lucas. Ambos Marcos y Lucas lo presentan como
el segundo de cuatro milagros que muestran la autoridad de Jesús. También
representan cuatro tipos de milagros:

• El milagro de la naturaleza: Calmar la tormenta (Lucas 8:22-25; Marcos 4:35-


40),

• El exorcismo: El demoníaco Gadareno (Lucas 8:26-39; Marcos 5:1-20),

• La resucitación: Sanar a la hija de Jairo (Lucas 8:40-42, 49-56; Marcos 5:21-


23, 35-43),

• El sanar: Sanar a la mujer que sufre de una hemorragia (Lucas 8:42b-48;


Marcos 5:24-34).

Existen paralelos interesantes entre estos milagros y los de Lucas 4:31-44:

• Ambos incluyen un exorcismo, y el discurso del demonio en 4:34 se parece al


discurso del demonio en capítulo 8:28.

• Los milagros en capítulo 4 se refieren a Jesús predicando en las sinagogas


(4:42-44) y la llamada de Jesús de los primeros discípulos (5:1-11) – y sus
milagros en capítulo 8 se dirigen hacia la comisión y la proclamación del
hombre que había sido poseído por un demonio (8:39) y la comisión de los
doce (9:1-6).

LUCAS 8:26. LA TIERRA DE LOS GADARENOS

26Y navegaron á la tierra de los Gadarenos, que está delante de Galilea.

Lucas 8:26 y Marcos 5:1 se refieren a la provincia de los Gadarenos, mientras


que Mateo 8:28 se refiere al país de los Gergesenos. Ambas ciudades quedan
a varias millas del Mar de Galilea, el lago donde se ahogarán los puercos en v.
33, pero la provincia de los Gadarenos queda mucho más cerca y seguramente
tiene territorio que llega al agua.

Esta tierra está “delante de Galilea” tanto espiritual como geográficamente.


Es tierra de gentiles, y es el único relato en este Evangelio donde Jesús viaja a
territorio gentil. En su obra de dos volúmenes, los Hechos de los Apóstoles,
Lucas revelará, de forma gradual, la preocupación de Dios por los gentiles. En
7:1-10, Jesús sanó al esclavo de un centurión, pero lo hizo tras la súplica de los
ancianos judíos que anotaron que el centurión les había construido una
sinagoga. Ahora, Jesús entra en territorio gentil sin ser invitado.

LUCAS 8:27. NO VESTÍA VESTIDO Y VIVÍA ENTRE

LOS SEPULCROS

27Y saliendo él á tierra, le vino al encuentro de la ciudad un hombre que tenía


demonios ya de mucho tiempo; y no vestía vestido, ni estaba en casa, sino por
los sepulcros.

El hombre vive entre los sepulcros, desnudo y como un animal. Hasta los
animales viven en familias o rebaños, pero este hombre vive solo. Judíos
piensan de las tumbas como morada de los demonios y las consideran
inmundas. Puercos, por supuesto, también son inmundos y aborrecibles para
los judíos (Lev. 11:7; Deut. 14:8).

La referencia a demonios nos incomoda. Descartamos los demonios como una


creencia primitiva, algo como creer en un mundo plano. “En nuestro día, nos
hemos acostumbrado a atribuir calamidades y desordenes a las fuerzas de la
naturaleza más que a los problemas mentales o emocionales que llevamos en
nuestro interior. El remedio no es el exorcismo, sino consejería o
medicamentos” (Culpepper, 188).

Pero no debemos apresurarnos a clasificar los malestares espirituales como si


fueran de carácter médico o social. Cualquier lectura de historia
contemporánea revelará una maldad tan abrumadora que nos pondríamos
cegueras si lo llamáramos por cualquier otro nombre. ¿Era Hitler un hombre
mentalmente turbado o simplemente malvado? ¿Se hubieran solucionado
mejor los problemas de Stalin con terapia o con exorcismo? ¿Podría un
psiquiatra o farmacéutico haber encaminado bien a Idi Amín? ¿Habría Pol Pot
sido menos matador si hubiera gozado de mejor educación?

LUCAS 8:28-29. RUÉGOTE, NO ME ATORMENTES

28El cual, como vio á Jesús, exclamó y se postró delante de él, y dijo á gran
voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Ruégote que no me
atormentes. 29(Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre:
porque ya de mucho tiempo le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y
grillos; mas rompiendo las prisiones, era agitado del demonio por los desiertos.)

Los discípulos preguntaron, “¿Quién es éste, que aun á los vientos y al agua
manda, y le obedecen?” (8:25), pero, irónicamente, los demonios conocerán a
Jesús como “Jesús, Hijo del Dios Altísimo” (8:28). Los demonios son poderosos
– de manera peligrosa – pero su solicitud a Jesús (“no me atormentes”)
demuestra que saben que Jesús es aún más poderoso.

Los vecinos Gergesenos del demoníaco le mantenían preso con cadenas y


grillos, pero los demonios le ayudaron a escapar. Sin embargo, la libertad que
los demonios le dan es una libertad falsa. Solo sirve para aumentar la
deshumanización y el aislamiento del hombre. Corre desnudo e
inconteniblemente, una presencia incontrolable y temerosa, y vive entre los
muertos en vez de los vivos.

Hoy podemos ver un fenómeno similar entre aquéllos cuyas adicciones les
destruyen física, mental, emocional, social, y espiritualmente. Como el
demoníaco, viven marginados – en las calles o bajo los puentes – aislados de
la comunidad. Son libres de trabajos de 9 a 5, y códigos de vestir – libres de
pagos de alquiler y reparaciones de coches – libres de no obedecer las normas
culturales. Pero, en lo que verdaderamente cuenta, son los menos libres de
todos nosotros.

“Anotemos el valor total de Jesús al tratar con el hombre… Sus compañeros


estaban… aterrorizados de él, …pero Jesús se le enfrentó con calma y sin
temor” (Barclay, 107). Cristianos, fortificados por Cristo, a menudo enfrentan
grandes peligros con gran valor.

El demoníaco (o los demonios que hablaban por su voz) le suplica a Jesús que
no le atormente (v. 28), porque Jesús ha mandado a los espíritus inmundos
que salgan de él (v. 29). A pesar de lo horrible que nuestros demonios sean,
estamos acostumbrados a ellos y nos cuesta dejarlos ir. Consejeros conocen la
frustración de trabajar con gente que se aferra a sus demonios – gente que, a
pesar de su miseria, rehúsa cambiar su comportamiento auto-destructivo.
Vemos este principio funcionando en congregaciones cristianas, descontentos
por su inhabilidad de atraer a gente nueva pero que, al mismo tiempo, se
aferran a las viejas costumbres que les mantienen marginados.

LUCAS 8:30-31. ¿QUÉ NOMBRE TIENES?

30Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Qué nombre tienes? Y él dijo: Legión.


Porque muchos Demonios habían entrado en él. 31Y le rogaban que no les
mandase ir al abismo (griego: abusson).

Una legión es una patrulla romana de unos seis mil soldados, y simboliza las
“fuerzas de ocupación romanas cuyo poder era abrumador y cuya presencia
significaba una pérdida de control sobre cada dimensión de su propia sociedad”
(Nickle, 120).
“Legión” (v. 30). La respuesta del demoníaco nos demuestra la capacidad de
las fuerzas en contra de Jesús – muchas y poderosas. También revela que el
hombre ha perdido su identidad a sus demonios. Lleva su nombre y está bajo
su poder.

Eruditos mencionan una creencia primitiva que el conocer el nombre de una


persona puede conferirle poder sobre esa persona, y sugieren que Jesús le
pregunta al demonio su nombre para ganar el poder sobre ellos. Jesús, sin
embargo, no necesita su nombre para ganar poder. Él ya tiene poder sobre
ellos – el poder del “Hijo del Dios Altísimo” (v. 28) – éste es un hecho
demostrado por los demonios cuando le ruegan a Jesús que no les atormente
(v. 28) o que les mande al abismo (v. 31).

La palabra griega (abusson), traducida como “abismo” en v. 31 se traduce


como “pozo sin fondo” en el libro de Revelaciones (Rev. 9:1; 11; 11:7; 17:8;
20:1, 3), y es el lugar donde las fuerzas demoníacas han de ser exiliadas para
que ya no puedan regir sobre seres humanos. Los demonios del demoníaco le
piden a Jesús que no les “mandase ir al abusson.” Esto sugiere que el abismo
es un lugar que ya conocen – su hogar natural, quizá. Pablo utiliza la
palabra abusson para hablar de la morada de los muertos (Rom. 10:7).

LUCAS 8:32-33. SE ARROJARON AL LAGO Y SE

AHOGARON

32Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron
que los dejase entrar en ellos; y los dejó. 33Y salidos los demonios del hombre,
entraron en los puercos; y el hato se arrojó de un despeñadero en el lago, y
ahogóse.

Ya que Jesús no permite que los demonios permanezcan en el hombre, le


preguntan si pueden residir en otros seres vivientes. Los puercos son lo más
lógico, puesto que ya se consideran inmundos (Lev. 11:7; Deut. 14:8). Jesús se
lo permite, pero los puercos no les pueden salvar. En vez, la presencia
demoníaca les hace correr hacia su propia destrucción (y así causando la
destrucción de los demonios) en el abismo del mar.

Gente moderna tiende a preocuparse por el desastre económico que


representa la muerte de los puercos para sus dueños y también por el destino
de los mismos animales. A los autores de los Evangelios, sin embargo, poco
les preocupaban los puercos o sus dueños.

LUCAS 8:34-37. TENÍAN GRAN TEMOR

34Y los pastores, como vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo
dieron aviso en la ciudad y por las heredades. 35Y salieron á ver lo que había
acontecido; y vinieron á Jesús, y hallaron sentado al hombre de quien habían
salido los demonios, vestido, y en su juicio, á los pies de Jesús; y tuvieron
miedo. 36Y les contaron los que lo habían visto, cómo había sido
salvado (griego: esothe – de sozo – salvado) aquel endemoniado. 37Entonces
toda la multitud de la tierra de los Gadarenos alrededor, le rogaron que se
fuese de ellos; porque tenían gran temor. Y él, subiendo en el barco, volvióse.

“Hallaron sentado al hombre de quien habían salido los demonios,


vestido, y en su juicio, á los pies de Jesús” (v. 35). Esta imagen de
“después” se contrasta dramáticamente con la imagen de “antes.” Este hombre
que antes era “agitado del demonio por los desiertos” (v. 29) ahora se sienta
pacíficamente a los pies de Jesús. Estaba desnudo, pero ahora está vestido.
Había sido controlado por un comportamiento salvaje y auto-destructivo, pero
ahora está “en su juicio.”

“Y tuvieron miedo” (v. 35). Nos sorprende su respuesta. ¿Por qué la gente
local no se alegra de la liberación de este hombre de los demonios? ¿Por qué
tienen miedo?

• Por un lado, Jesús ha llevado a sus vecinos, los dueños de los puercos, a la
bancarrota y no están seguros de quién les seguirá. “Los Gergesenos no
alaban a Dios porque un hombre ha sido sanado; están calculando el coste y
les parece demasiado alto” (Craddock, Preaching, 311).

• Después está el asunto de un poder incontrolable a su alrededor. Como el


fuego, puede ser beneficioso, pero también puede destruir. ¿Qué hará Jesús
ahora? ¿Cómo les afectará?

• También existe el asunto de la rutina alterada. Como el demoníaco, los


Gergesenos están acostumbrados a tratar con demonios. Sí, el hombre estaba
loco, pero vivía fuera de la vista de todos y entre las tumbas. Ahora que está
“vestido, y en su juicio” (v. 35), tendrán que encontrar un lugar para él en su
aldea. ¿Le dará su familia la bienvenida? ¿Se habrá vuelto a casar su mujer?
¿Habrán hecho sus hijos las paces con su ausencia? ¿Cómo se ganará la
vida? ¿Volverá a ser peligroso? ¿Se enamorará de él alguna de sus hijas?
¡Jesús resolvió un problema pero abrió la puerta para mil nuevos!

Claro que ésta no es la primera vez que este Evangelio presenta a gente
temerosa en la presencia del poder de Dios. Los pastores se aterrorizaron al
aparecer los ángeles (2:9). Los discípulos temían cuando Jesús calmó los
mares – temían aún más su poder sobre el mar que el poder del mar sobre
ellos (8:25). Las mujeres en la tumba temieron al enfrentarse con dos hombres
en ropas resplandecientes (24:5).

“Había sido salvado aquel endemoniado” (griego: esothe – de sozo –


salvado) (v. 36). Lucas presenta esto como el sanar del hombre entero – físico,
mental, emocional, social, y espiritual. Jesús ha salvado a este hombre en
todas las maneras que él lo necesitaba.

“Entonces toda la multitud… le rogaron que se fuese de ellos; porque


tenían gran temor” (v. 37). Mientras que podemos entender su miedo, nos da
pena su respuesta. Tienen una elección – no deben permitir que su miedo dicte
sus decisiones. Los pastores temerosos no les pidieron a los ángeles que se
fueran. Los discípulos temerosos no le pidieron a Jesús que dejara su barco.
Los Gergesenos podían celebrar el poder de Dios a su alrededor pero, en vez,
satisfacen su miedo.

“Y él, subiendo en el barco, volvióse” (v. 37). Jesús no se impondrá sobre


gente que indispuesta.

LUCAS 8:38-39. MAS JESÚS LE DESPIDIÓ

38Y aquel hombre, de quien habían salido los demonios, le rogó para estar con
él; mas Jesús le despidió, diciendo: 39Vuélvete á tu casa, y cuenta cuán
grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la
ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él.

Una vez libre de sus demonios, el hombre ya no teme a Jesús, y le ruega que
le permita irse con él. Jesús, sin embargo, le manda a su casa para que
predique a la gente que mejor le conoce – para hacerse “un misionero local”
(Bock, 157). Jesús, por lo tanto, comisiona a este gentil aún antes de
comisionar a los doce (9:1-6).

Las instrucciones de Jesús para este hombre no se parecen a su práctica


general de decirle a la gente que mantenga silencio después de ser sanada. El
testimonio de este hombre será un ministerio continuo entre los gentiles, que
todavía no están preparados para recibir a Jesús entre ellos, pero que tampoco
pueden ignorar el cambio en la vida de este hombre.

El hombre obedece, proclamando “cuán grandes cosas ha hecho Dios


conmigo” (v. 39). A menudo nos sentimos empujados hacia una vocación que
no es la que hubiéramos escogido. En estos momentos es importante escuchar
con cuidado y obedecer la llamada a la que hemos sido llamados. Es mejor ser
un portero en la casa del Señor que ser un príncipe o princesa en cualquier otro
lugar – a no ser que Dios nos haya llamado para ser príncipe o princesa.

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