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 “El compromiso individual con un

esfuerzo colectivo es lo que hace


que un equipo, una empresa o una
sociedad funcionen”. Vince
Lombard
Contenido EL CONTRATO DE CONSORCIO DE
CONSTRUCCIÓN ......................................... 6
LA ASOCIACIÓN EN
PARTICIPACIÓN Y EL 1.- ANTECEDENTES..................................... 6
CONSORCIO DE 2.- DEFINICIÓN. .......................................... 7
CONSTRUCCIÓN. .......................... 3
3.- CARACTERÍSTICAS. ................................ 7
I. INTRODUCCION: ................................. 3
CONCLUSIONES ................................... 8
LOS CONTRATOS DE ASOCIACIÓN EN
PARTICIPACIÓN: ......................................... 3 BIBLIOGRAFÍA Y WEB GRAFIA .................... 9

1.- ANTECEDENTES: .................................... 3


2.- DEFINICIÓN ........................................... 4
3.- CARACTERÍSTICAS. ................................ 5

LA ASOCIACIÓN EN PARTICIPACIÓN Y EL CONSORCIO DE


CONSTRUCCIÓN.

I. INTRODUCCION:
La presente investigación se orienta a la determinación de los principales puntos
controvertidos que se pueden observar en la ejecución de los contratos de
asociación en participación y consorcio, en función a su recurrencia de uso entre
los que se dedican a los emprendimientos de construcción, particularmente en
sus matices jurídicos y tributarios. Como puede fácilmente constatarse, estas
modalidades contractuales han experimentado un particular apogeo en su
celebración en nuestro país, estimulado especialmente por la dinámica
económica que atraviesa el sector construcción. Los objetivos de este trabajo se
dirigen a la identificación del estado de la cuestión y problemática de la práctica
misma de este tipo de contratos y sus derivaciones tributarias, con el fin de
ofrecer a los interesados un pormenorizado vademécum en torno a los intereses
de la administración y las atingencias respecto de los contribuyentes frente a un
proceso de fiscalización.

LOS CONTRATOS DE ASOCIACIÓN EN PARTICIPACIÓN:

1.- ANTECEDENTES:
La primera Ley de Sociedades Mercantiles en nuestro país, de 1966, reguló el
contrato de asociación en participación en sus artículos 398º al 406º, bajo la
forma legal de un contrato nominado y típico. Tal como hoy la tenemos en la
actual normatividad, se trataba de un contrato asociativo, en el cual las partes se
unían para alcanzar un fin común a todos, sin dar nacimiento a una persona
jurídica y sin afectar los intereses individuales de cada uno. Sin embargo sus
caracteres esenciales lo convertían en una figura contractual que no era
adecuada para los casos en que todos los contratantes deseaban actuar
abiertamente.

Desde entonces se concibe a la asociación en participación como un acuerdo


mediante el cual, el asociante permite, a cambio de una determinada
contribución, el ingreso de un asociado a uno o varios negocios que el primero
realice, por lo cual, podrá este último participar en los resultados del o de los
mismos[1].

Luego de estos breves antecedentes recogidos por la vigente Ley General de


Sociedades, y siendo nuestro tema su análisis tributario, debemos señalar desde
ya que su regulación ha venido modificándose en los últimos años,
especialmente con la dación de La Ley Nro. 27034, generándose posiciones
encontradas en cuanto a su debida interpretación y/o aplicación.

2.- DEFINICIÓN
Como ha quedado entendido líneas arriba, los Contratos de Asociación en
Participación pueden entenderse como aquellos por los cuales un empresario
denominado asociante, concede a una o más personas naturales o jurídicas,
llamadas asociados, una participación en los resultados de una o más empresas
o negocios específicos, a cambio de contribuciones o aportes en dinero, bienes
o servicios, sin que el contrato de lugar a la formación de una nueva persona
jurídica.

La finalidad de esta modalidad contractual es la de obtener la mayor posibilidad


competitiva en el mercado: “si este es el objetivo del asociante, por el asociado
la finalidad será participar en las ganancias de una empresa comercial sin verse
obligado a intervenir en su gestión ni arriesgar mayor capital que el aportado”[2].

En este sentido, efectivamente, el artículo 440º de LGS define al contrato de


asociación en participación legalmente como uno por el cual una persona,
denominada asociante, concede a otras u otras personas, denominadas
asociados, una participación en el resultado o en las utilidades de uno o de varios
negocios o empresas del asociante, a cambio de una determinada contribución.

En esta línea de pensamiento, se puede entrever hasta dos tipos de intereses, a


saber: uno común y otro individual; es decir, tanto asociante y asociado,
persiguen la consecución de un determinado negocio que les brinde beneficios:
el interés inmediato particular del asociante, será el de obtener capital sin las
necesidad de recurrir a un préstamo, mientras que el estímulo del asociado, será
el de invertir sus bienes sin tener que realizar actos de gestión alguno[3].

La participación del asociado ha quedado bien precisado en los alcances de esta


modalidad empresarial, dado que participa en el riesgo y en el resultado del
negocio determinado o de la empresa, pero no en la gestión: “El elemento
«participación» en la sociedad consiste en el poder de formación de la voluntad
social, en el poder de gerencia y en el igual derecho a las utilidades frente al ente
social”[4], con todas las ventajas que ello comporta para sus contratantes.

Respecto a terceros, los bienes aportados pertenecen en propiedad al asociante,


a no ser que por la naturaleza de la aportación, fuere necesaria alguna
formalidad, o que se estipule lo contrario y se inscriba la cláusula en el Registro
respectivo donde el asociante ejerce el comercio[5].

3.- CARACTERÍSTICAS.
A continuación las principales características[6]:

a) Es un contrato, pues no se encuentra presente el affectio societatis, que es


indispensable para la constitución de una sociedad. Valga mencionar que
respecto de esto, nuestro ordenamiento señala que la Asociación en
Participación no es una persona jurídica distinta a sus partes contratantes, que
carece de razón o denominación social, ni requiere inscripción en los Registros
Públicos.

b) El asociante actúa y responde en nombre propio, pues el negocio continúa


siendo del asociante, por lo que, éste actuará en nombre propio. Asimismo, al
tratarse de una figura que no requiere de inscripción alguna, la responsabilidad
frente a terceros recaerá exclusivamente en el asociante.

c) Existe la presunción de propiedad los bienes aportados a la Asociación, es


propio de la naturaleza de este contrato que, el asociante, gestor único del
negocio o empresa, aparezca ante terceros como el propietario exclusivo del
negocio y, por ende de los bienes que tengan la condición de contribuidos a favor
de la asociación. Consecuentemente, los terceros tienen acción contra el
asociante y contra los bienes referidos, mas no contra los asociados.

La LGS, en su artículo 443º contiene una norma de protección en favor de


terceros que contraten con el asociante, al determinar que, respecto de terceros,
los bienes contribuidos por los asociados se presumen de propiedad del
asociante. Sin embargo, dicha presunción no opera si se trata de un bien que
figure inscrito en el Registro a nombre del asociado.

d) El convenio sobre participación en los resultados del negocio o empresa, esto


es respecto de la distribución de las utilidades y pérdidas del negocio, el que se
encuentra libre de limitación y sometido a la autonomía de la voluntad de los
contratantes.

Sin embargo, en el supuesto que no hubiera pacto expreso entre las partes, se
regirán por lo dispuesto en el artículo 444º de la LGS, que establece lo siguiente:
- Los asociados participan en las pérdidas en la misma medida que hayan
pactado para las utilidades.

- Las pérdidas que afecten a los asociados no pueden superar el importe de sus
contribuciones a la asociación en participación.

- Es válido pactar: que un asociado participe en las utilidades sin participar en


las pérdidas; y, que se atribuya a un asociado una participación en las utilidades
o en las pérdidas sin que realice ninguna contribución.

EL CONTRATO DE CONSORCIO DE CONSTRUCCIÓN

1.- ANTECEDENTES.
La Ley General de Sociedades anterior no regulaba a los consorcios, pues
consideraba que el contrato de asociación en participación era lo suficientemente
amplio y dúctil como para englobar a todos o a la mayoría de lo contratos
asociativos, lo que en la práctica no ocurrió así.

Por ello, este sistema se fue abandonando, siendo reemplazado por contratos
innominados que eran verdaderos pactos asociativos en los cuales todas las
partes asumían las responsabilidad integral e inclusive, en la mayoría de los
casos, las gestión conjunta del negocio. Entre otras denominaciones, muchas
veces estos contratos fueron llamados “consorcios”.

La doctrina manifiesta que el Consorcio surgió en la corriente italiana “a propósito


de la tendencia de las empresas de coordinar sus acciones y a regular sus
recíprocas relaciones para afrontar de manera conjunta al mercado”[7]

De a cuerdo con lo establecido en la Ley General de Sociedades, “el contrato de


consorcio es una modalidad de contrato asociativo en virtud del cual dos o más
personas se asocian para participar en forma activa y directa en un determinado
negocio o empresa con el propósito de obtener un beneficio económico,
manteniendo cada una su propia autonomía”[8], haciendo además incapié que
esta modalidad contractual no genera una persona, debe constar por escrito y
no está sujeto a inscripción en el Registro Público.
2.- DEFINICIÓN.
Se trata, pues, de un contrato conforme al cual dos o más personas convienen
en participar activa y directamente en un determinado negocio, con el propósito
de obtener un beneficio económico. Como hemos dejado establecido, el
consorcio recién ha merecido regulación expresa con la LGS. Hasta antes de la
promulgación de esta norma societaria, el consorcio estaba librado a la
autonomía de la voluntad de las partes intervinientes, quienes le daban contenido
y obligatoriedad[9].

Vale mencionar en este contexto, que la doctrina distingue hasta dos tipos de
contratos de tipo asociativo: en sentido lato y en sentido propio. Entre los
primeros se advierte un asociante y un asociado (o más); entre los segundos,
todos los intervinientes son asociados entre sí y no existe la figura del asociante.

Precisamente, los contratos de consorcio de construcción se ubican entre los


contratos en sentido propio, dado que “no existe un asociante y uno o más
asociados, sino que cada parte participa directamente y a título jurídicamente
igualitario en el negocio de la empresa (…). Aquí son todos asociados entre
sí”[10].

Textualmente el Art. 445º de la Ley General de Sociedades, lo define de la


siguiente manera:

“Es el contrato por el cual dos o más personas se asocian para participar en
forma activa y directa en un determinado negocio o empresa con el propósito de
obtener un beneficio económico, manteniendo cada una su propia autonomía.

Corresponde a cada miembro del consorcio realizar las actividades propias del
consorcio que se le encargan y aquéllas a que se ha comprometido. Al hacerlo,
debe coordinar con los otros miembros del consorcio conforme a los
procedimientos y mecanismos previstos en el contrato.”

Queda establecido por tanto, que este tipo de contrato no genera “un ente dotado
de personería jurídica distinta a la de sus partes intervinientes, las cuales
mantienen como tales su propia identidad y autonomía”[11].

3.- CARACTERÍSTICAS.
a) Es un contrato y no una sociedad comercial, porque carece de personalidad
jurídica, por lo que se considera que no existe la affectio societatis requerido,
pues eso se traduce en disposiciones tales como la responsabilidad a título
particular o la vinculación individual.

b) Cada consorciado responde en nombre propio, pues cada miembro adquiere


derechos y obligaciones frente a terceros a nombre propio.
c) La propiedad de los bienes aportados por los consorciados, la Ley General de
Sociedades ha establecido que mientras el Contrato de Consorcio se encuentre
vigente, los bienes que se hayan designado a efectos del cumplimiento de la
empresa, continuarán siendo de propiedad de cada uno de los consorciados.

Asimismo, en el supuesto que durante la ejecución del referido contrato se


adquirieran determinados bienes, ellos se encontrarán sujetos al régimen de
copropiedad.

d) El contrato establece los sistemas de participación de los miembros en las


utilidades y en las pérdidas del consorcio, pues dependerá de la voluntad de las
partes, la determinación de los sistemas y del régimen de distribución de las
utilidades y de asunción de las pérdidas del consorcio entre las partes,
limitándose la Ley General de Sociedades a establecer una regla de carácter
supletorio: a falta de normas contractuales, se entiende que ello se produce por
partes iguales.

e) Hay gestión en el negocio, característica diferenciadora del Contrato de


Asociación en Participación, toda vez que en el Contrato de Consorcio las partes
integrantes actúan de manera directa en el manejo del negocio.

CONCLUSIONES

1.- La dinámica jurídico-económica ha generado una serie de formas


contractuales con el propósito de facilitar el intercambio civil y comercial de los
sujetos, entre los que se encuentran los contratos de asociación en participación
y el consorcio de construcción, de gran uso en los últimos años en nuestro país.

2.- La finalidad del contrato de asociación en participación es obtener la mayor


ganancia en el mercado, para lo cual se ha dispuesto competencias
diferenciadas para los sujetos participantes: dirección directa del negocio para
uno (asociante), e inversión limitada de capital para otro (asociado).

3.- La finalidad del contrato de consorcio de construcción es la asociación de dos


o más personas con el objeto de obtener un beneficio económico,
salvaguardando cada quien su autonomía, resultando ser jurídicamente todos
asociados entre sí.

4.- La tributación es el conjunto de pagos obligatorios que deben hacer las


personas naturales y jurídicas de acuerdo a la disposiciones legales vigentes,
debiendo, la administración tributaria, interpretar sus normas para el
requerimiento de los tributos en función a los principios que corresponden a los
sujetos contribuyentes.

5.- La problemática tributaria que se advierte en la praxis de los contratos de


asociación en participación y el consorcio de construcción obedecen a múltiples
factores, entre ellos la poca claridad en las normas regulatorias y las limitadas
capacidades de la administración para una real fiscalización.

6.- Las normas regulatorias de los contratos en participación y consorcio de


construcción deben ser revisadas con el fin de transparentar su ordenamiento y
ser previsibles para los contribuyentes.

BIBLIOGRAFÍA Y WEB GRAFIA


 [1] NAVARRO PALACIOS, Indira. Anáisis tributario de los contratos de
asociación en participación y de consorcio. Revista Peruana de Derecho
de la Empresa. Nro 54, p. 90.
 [2] VILLANUEVA ENRIQUEZ, Martha. Contratos de colaboración
empresarial. Casos práticos. Centro de Especialización en contabilidad y
finanzas. Lima, 2015, p. 63.

 [3] GUTIERREZ CAMACHO, Walter. Derecho y mercado. Gaceta


Jurídica. 2015, p. 55.
 [4] CALDERÓN AGUILAR, Lourdes. Algunas implicancias tributarias del
contrato de Joint Venture. Actualidad empresarial. Lima, 2002, p.3.

 [5] RESA GARCÍA, Manuel. Contabilidad de sociedades. Edit. Thomson.


2011, p. 181.
 [6] NAVARRO PALACIOS. Op., cit., p. 91 y ss.
 [7] CALDERÓN AGUILAR, Lourdes. Algunas implicancias tributarias del
contrato de Joint Venture. Actualidad empresarial. Lima, 2002, p.4.

 [8] CACHAY CASTAÑEDA, José Andrés. Los contratos de consorcio y su


tratamiento fiscal en el Perú. Revista Asesoría Tributaria. Informe práctico.
Gaceta Jurídica. 2014, p. 6.
 [9] ALDEA CORREA, Vladik. Los acuerdos de accionistas y socios. ECB
ediciones. Thomson Reuters. Lima, 2012, p. 221.

 [10] VILLANUEVA ENRIQUEZ, Martha. Contratos de colaboración


empresarial. Casos práticos. Centro de Especialización en contabilidad y
finanzas. Lima, 2015, p. 71.

 [11]CACHAY CASTAÑEDA, Op. cit., p. 6.

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