La pedagogía inclusiva, supone la activa participación de todos los actores de la comunidad

educativa: docentes, alumnos, directores, personal administrativo, padres de familia y otros

profesionales vinculados a la institución, que pretenden un fin el común: Construcción de una
comunidad escolar acogedora y estimulante.

La inclusión escolar permite responder a las diversas necesidades que tienen los estudiantes,
poniendo a su servicio una educación a la medida de todos, independiente del origen, problemas
de aprendizaje, condiciones personales, sociales o culturales.

El modelo de inclusión no contempla mecanismos de selección o discriminación, por el contrario,

personaliza el apoyo en función a las necesidades, habilidades o niveles de competencia.
Desarrollando así una perspectiva plural y diversa, entendiendo que podemos ser parecidos mas
no iguales.

El proceso de inclusión es continuo y va desarrollándose progresivamente, pues en su camino

encuentra muchas barreas, que pueden ser del tipo económico, social, administrativo y hasta
arquitectónico.

Es necesario que la institución adopte ciertas estructuras como: Conocer la realidad de los
alumnos, desarrollar un ambiente abierto y cordial entre familias, sociedad y otras instituciones,
potenciar la participación familiar, diseñar programas interdisciplinarios, planificar guías en
función al ritmo y estilo de aprendizaje de los alumnos, poner énfasis en los alumnos con mayor
riesgo de fracaso y exclusión social, fomentar valores, trabajo en equipo, tolerancia y convivencia.
El conjunto de lo antes mencionado podría albergarse en una propuesta curricular flexible, abierta
y diversificada.

Con estas guías es posible lograr la verdadera inclusión social y educativa.