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PONTIFICIA UNIVERSITAS ANTONIANUM

FACULTAS SCIENTIARUM BIBLICARUM ET ARCHAEOLOGIAE


STUDIUM THEOLOGICUM JEROSOLYMITANUM

Fra’ Jesús Emmanuel Farías Rodríguez OFM.

Cuarto cántico del Siervo

GERUSALEMME,2018
52:13 Miren, mi siervo tendrá cargó sobre él todos nuestros
éxito, subirá y crecerá mucho. crímenes.
14 7
Como muchos se espantaron Maltratado, aguantaba, no abría
de él, porque desfigurado no la boca; como cordero llevado al
parecía hombre ni tenía aspecto matadero, como oveja muda ante
humano; el esquilador, no abría la boca.
15 8
así asombrará a muchos Sin arresto, sin proceso, lo
pueblos; ante él los reyes cerrarán quitaron de en medio, ¿quién
la boca, al ver algo que nunca se meditó en su destino? Lo
había visto y contemplar algo arrancaron de la tierra de los
inaudito. vivos, por los pecados de mi
53:1 ¿Quién creyó nuestro pueblo lo hirieron.
9
anuncio? ¿A quién mostró el Le dieron sepultura con los
Señor su brazo? malvados y una tumba con los
2
Creció en su presencia como malhechores, aunque no había
brote, como raíz en tierra árida: no cometido crímenes ni hubo
tenía presencia ni belleza que engaño en su boca.
10
atrajera nuestras miradas ni El Señor quería triturarlo con el
aspecto que nos cautivase. sufrimiento: si entrega su vida
3
Despreciado y evitado de la como expiación, verá su
gente, un hombre habituado a descendencia, prolongará sus
sufrir, curtido en el dolor; al verlo años y por su medio triunfará el
se tapaban la cara; despreciado, plan del Señor.
11
lo tuvimos por nada; Por los trabajos soportados
4
a él, que soportó nuestros verá la luz, se saciará de saber;
sufrimientos y cargó con nuestros mi siervo inocente rehabilitará a
dolores, lo tuvimos por un todos porque cargó con sus
contagiado, herido de Dios y crímenes.
12
afligido. Por eso le asignaré una porción
5
Él, en cambio, fue traspasado entre los grandes y repartirá botín
por nuestras rebeliones, triturado con los poderosos: porque
por nuestros crímenes. Sobre él desnudó el cuello para morir y fue
descargó el castigo que nos sana contado entre los pecadores, él
y con sus llagas nos hemos cargó con el pecado de todos e
sanado. intercedió por los pecadores.
6
Todos errábamos como ovejas,
cada uno por su lado, y el Señor (Isa. 52:13-53:12 )
INTRODUCCIÓN.

En este trabajo se propone el cuanto cántico del Siervo sufriente como la antítesis del
proyecto originario de la creación, en el cual el hombre, como imagen y semejanza de
su Creador, tiene un lugar preeminente en la creación.

Para lograr este cometido, primero entraremos un poco en el contexto del cántico y a la
figura del siervo, así tendremos las nociones de las situaciones en las que actuaba y
escribía el segundo Isaías.

Después pasaremos a analizar la grandeza que el hombre obtiene de su creador en el


momento de la creación y como es elevado por sobre las demás creaturas. Además del
libro del Génesis, tomaremos el salmo 8, que habla sobre la grandeza del hombre y cobre
como es un poco inferior a los seres celestes.

Siguiendo con el salmo tomaremos ya no en enfoque de grandeza propuesto por el


salmista sino pasaremos a la visión que de él tiene Job, figura que por cierto
estudiaremos, ya que existen bastantes semejanzas entre él y el Siervo.

Y para finalizar este trabajo, estudiaremos brevemente las semejanzas evidentes que
existen entre el Siervo, el protagonista del salmo 22, en el cual existen no solo
coincidencia teológicas sino también a nivel de cómo están estructurados los pasajes.
Ustedes, los que pasan por el camino, miren, vean: ¿Hay dolor como mi dolor? ¡Cómo me han maltratado! El Señor
me ha castigado el día del incendio de su ira. (Lam. 1:12)

El cántico pertenece al segundo Isaías, teoría que aparece gracias a “Johann C. Dolerle,
al reseñar el comentario de Enser a Isaías, habla por vez primera de «un profeta que, en
tiempos del exilio... añadió sus sentimientos y vaticinios a las colecciones de Isaías»
(SCHÖKEL, 1980:263).

Hay tantas cosas inciertas en torno a la figura como nos lo menciona Schökel (1980) su
lugar de nacimiento o donde terminó la predicación, si regresó a Jerusalén o siempre
vivió en ella.

SI bien no existe unanimidad entre los cementistas, la mayoría acepta que este profeta
actuó entre los desterrados de Babilonia a fines del exilo. Basándonos en la mención de
Ciro (del que se habla expresamente en 45,18, cf. Igualmente 41,1-5, 48,12-15) podemos
fijar el contenido de estos capítulos entre el año 553, en que comienza sus campañas
victoriosas, y el 539, fecha de la rendición de Babilonia (SCHÖKEL, 1980:264).

Como nos lo hace saber el comentario al profeta Isaías de González existen dos periodos
de actividad del profeta:

El primero estaría reflejado en los capítulos 40-48.El profeta se dirige a los desterrados
que deben emprender el camino de regreso. El segundo momento de su actividad estaría
reflejado en los capítulos 49-55. Los temas de esta segunda parte serían los cánticos del
Servidor, los cantos de la restauración de Sión y la apertura de las naciones paganas al
Dios de Israel” (GONZALEZ, 1997:28-29)

El periodo del segundo Isaías es un tiempo difícil y de confusión para el pueblo, esto
hace que el profeta tenga un objetivo en su actividad. Según González es la consolación
del pueblo, por eso es llamado también el libro de las consolaciones (GONZALEZ, 1997).

Como se leyó con anterioridad, dentro de la obra del deuteroisaías existen los cánticos
del Siervo, según Schökel (1997) siguiendo como la mayoría a Duhm hablaremos de
cuatro, no de cinco o de siete. (p.264). Este trabajo centra su atención en el cuarto cántico
del Siervo sufriente.
CUARTO CÁNTICO DEL SIERVO SUFRIENTE

Según los estudiosos del profeta, este cántico se encuentra dividido en tres partes,
Levoratti hace una división del cuarto cántico: “el poema se compone de tres partes
principales, formadas a su vez por cinco estrofas de tres versos cuidadosamente
articulados (52,12-15; 53,1-3.4-6.7-9.10-12)” (LEVORATTI, 2007: 316)

González hace una división diferente aunque en sustancia a mi parecer cambia poco. “El
cuarto poema del Servidor del Señor está organizado en tres secciones, que
corresponden a tres escenas. En la primera (Is 52,13) y tercera (Is 53,11-12) habla el
Señor…En la larga sección central (Is 52,14-53,10) un grupo, "nosotros", como si fuera
un coro, habla meditativamente del Servidor. (GONZALEZ, 1997:90)

Sin duda alguna un texto polémico como lo hace notar Levoratti (2007) llamándolo el
cántico más difícil e importante (p. 316), o como González (1997) lo califica, un texto
teológico sombrío (p. 90).

¿Qué es lo que hace este texto tan difícil? ¿Por qué resulta complicado entenderlo o
aplicarlo ya sea a un individuo o a una colectividad?. Es propiamente porque va contra
una lógica que hemos aprendido desde pequeños, porque es injusto que el inocente
sufra por el que tiene culpa.

Pero no solo este es tema que causa polémica en el canto existen otros más que Schökel
nos hace notar:

El contenido es clarísimo, y por eso es tan extraño. Un inocente que debe sufrir (contra la
doctrina de la retribución), mientras son respetados unos culpables (escándalo de algunos
salmos), un humilladlo que triunfa (esto es menos extraño, aunque siempre sorprende),
un muerto que vive (esto suena a ilusión poética). (SCHÖKEL, 1980:321).

La mayoría de los estudiosos concuerdan en la división tripartita del cántico concordando


casi todos el que la división para la primera parte consiste en Is. 52, 13-15. A esta primera
parte viene atribuida la intervención de Dios, según Ramis (2008) recoge las palabras
que conciernen al Siervo por parte de Dios. (p. 217).

Schökel (1980) no duda también en atribuir estos versículos a la voz de Dios (p. 322). En
cambio González tiene una opinión un poco diferente al respecto:

En la primera (Is 52,13) y tercera (Is 53,11-12) habla el Señor, que comienza presentando
a su Servidor y termina anunciando su destino. Is 52,14-15 podría también ser atribuido
a la palabra inicial del Señor; pero si se sigue más de cerca el texto hebreo, parece que
también estos versículos deben ser atribuidos a un grupo que se dirige al Señor.
(GONZALEZ, 1997:90)

Desde el principio Dios anuncia el éxito de su Siervo pero a continuación aparecen una
serie de eventos desafortunados que hacen imposible pensar en que tal éxito sea
posible.

Y es aquí donde aparece una afirmación terrible que es la base de la larga descripción
de detalles sobre la apariencia del siervo: Como muchos se espantaron de él, porque
desfigurado no parecía hombre ni tenía aspecto humano (Isa. 52:14).

Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó (Gen. 1:27)

Una de las características de las cuales el hombre se gloría es precisamente la de ser


imagen de Dios, a tal grado que ha incluso creado polémica con teorías evolutivas pues
se resiste a aceptar la proveniencia de un homínido muchas veces confundido con un
simio.

Y si lo haces es porque “El texto afirma que toda criatura humana lleva la imagen de Dios
en sí misma.” (LOVERATTI, 2005:371)

Respecto a esta grandeza del hombre Ravasi citando a Sófocles dice: Hay muchas cosas
admirables, pero la más admirable de todas es el hombre. A la raza irreflexiva de las aves
y de las fieras salvajes, a las estirpes y criaturas marinas de las ondas envuelve el hombre
ingeniosamente en los lazos de sus redes y los apresa. (RAVASI, 1992:49-50)
La conciencia de esta grandeza parece que la lleva muy dentro de sí, y se coloca en un
lugar especial por sobre las demás criaturas pues:

El primer término (“imagen”) significa escultura, estatua o imagen, pudiendo tratarse de


un ídolo (Am 5,26); el segundo (“semejanza”) evoca la idea de una cosa comparable a
otra, como un altar es conforme al modelo que reproduce (2 R 16,10-16). El hombre,
criatura entre las criaturas, recibe como don cualidades que no comparte con los demás
vivientes. (LOZA, 2005:59)

El hombre es grande y tan especial para Dios que como menciona Loza (2005) recibe
de Dios no solo una simple bendición sino que habla directamente a él (p. 60), y así es
colocado sobre las demás criaturas. Lo que sugiere el contexto es que el ser humano es
el lugarteniente de Dios; ejerce un dominio sobre los demás vivientes. (LOZA, 2005:60)

Y es un lugarteniente porque es la criatura más cercana a Él, porque si bien existen


similitudes con las demás criaturas el ser humano tiene algo que lo separa de ellas, el
ser imagen y semejanza de su Creador.

Ravasi pone en resalto a la dignidad del hombre el Salmo número 8 que expresa la
grandeza de la cual está dotado:

¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que te ocupes de él?
Lo hiciste apenas inferior a un dios, lo coronaste de gloria y esplendor, le diste poder
sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste bajo sus pies.(Ps.8:5-7)

El Salmo 8 es una obra maestra sobre la dignidad del hombre y un resumen del primer
capítulo del libro del Génesis se exalta al hombre y se reafirma su dominio y señorío
sobre la creación.

el ser humano es alguien del que Dios acuerda, alguien de quien Dios cuida. Pero,
además, es un poco menor que un dios, literalmente, un poco menor que un "elohim"; …
A ese hombre Dios lo ha constituido rey de la creación: lo ha investido de dignidad y de
poderío; lo ha coronado de gloria y honor; por último, ha puesto toda la creación bajo sus
pies. El ser humano aparece con categoría casi divina, como vice-Dios. (GONZALEZ,
1997:407)
Esta condición particular pone al hombre en una situación muy concreta y especial, pues
se coloca como dice Ravasi en el vértice de la creación y la única vía de acceso al creador
de todo:

El hombre es, pues, como Dios, pero no es Dios. La vía privilegiada para conocer a Dios
es, por consiguiente, el hombre, por ser su más parecida representación. Situado en el
vértice de todo lo creado y en el momento culminante del acto creador, el hombre aparece
como la obra maestra de Dios: no es simplemente una «cosa buena» como las restantes
criaturas, sino «una cosa muy buena» (RAVASI, 1992: 50)

No obstante el hombre es llamado en cuanto a esta superioridad, a ejercerla con


responsabilidad.

Volviendo al cuarto cántico, el Siervo de Dios fue despojado de todo esto. En Ravasi
encontramos lo siguiente:

el hombre, en cuanto «imagen» de Dios, es la fisonomía más semejante a lo divino


que jamás se le haya ofrecido al universo. De ahí que Israel rechazara las estatuas
o representaciones de Dios («No te harás imágenes...», ordena el Decálogo en
Éx 20,4): en el rostro del hermano, por mísero e insignificante que sea, se
esconden las líneas del rostro de Dios. (RAVASI, 1992 51-52)

Sin embargo el siervo no ha encontrado quien en él vea esta imagen que le es propia, la
perdió y no hay nadie en grado de devolvérsela. Toda la gloria de la que habla el Génesis,
de la que el salmo 8 habla ha desaparecido y lo ha hecho perder su dignidad de hombre.

Debido a esta nueva condición ha perdido todo y ya no es más imagen y semejanza del
Dios altísimo sino que ahora es imagen de lo inferior a él, pues de ahora en adelante
será llamado hombre solo en una situación desfavorable. Fuera de eso será comparado
con plantas y animales, criaturas que se encontraban por debajo de él en dignidad.

Con cuánta razón enmudecieron reyes y naciones, ante un espectáculo aberrante, donde
un hombre se despojaba de su dignidad, donde el Siervo canta con el salmista su dolor:
Pero yo soy un gusano, no un hombre: (Ps. 22:7)
¿Dónde quedó la grandeza del hombre? ¿Dónde está el pequeño y a la vez sublime ser
humano? ¿Cuál es la causa de los sufrimientos del siervo? Hasta ahora el cántico nos
ha hablado del siervo pero no nos ha dado ninguna información sobre estas causas, si
es culpable o inocente o quien es causa de tales sufrimientos es una cosa del todo
ignorada por ahora

Centinela del hombre, ¿por qué me has tomado como blanco? (Job 7:20)

Ahora es claro que hemos dejado la pregunta del Salmo número 8 para pasar a la misma
pregunta pero esta vez hecha por Job, ¿Qué es el hombre para que le des importancia,
para que te ocupes de él, para que lo visites por la mañana y lo examines a cada
momento? (Job 7:17-18)

El sentido del salmo es totalmente diferente, respecto es esto Schökel nos dice:

Cita el salmo 8 retorciendo su sentido: Dios se ocupa del hombre, para su mal. El hombre
se siente envuelto por Dios, oprimido por Dios: de Dios vienen las flechas que envenenan
y los sueños que espantan, su presencia es vigilancia, su mirada es fijeza obsesiva, su
lejanía es la distancia justa para lucir la puntería. Las imágenes son de asedio o de
cacería, Dios se ensaña o se divierte. (SCHÖKEL, 1971:48)

Ahora vemos la otra cara de la moneda de la atención de Dios sobre los hombres, ha
dejado de ser cuidado materno, cálido, entrañable, para convertirse en algo agobiante,
pesado y aterrador.

De hecho, ya su propio nombre nos da las pautas sobre su misión y su relación con Dios:
“Su nombre no es israelita. En idioma hebreo es el pasivo del verbo ‘ayab, odiar: Job es
«el maltratado, el odiado», por Dios y por sus amigos.” (LEVORATTI, 2007:752-753)

¿Quién es quién inflige los castigos a Job? En su caso es Dios quien lo atormenta día y
noche, quien lo ha herido, en el caso del Siervo, ¿Quién está a la base de sus castigos?
El Señor quería triturarlo con el sufrimiento (Isa. 53:10).

En diferentes pasajes de la Escritura encontramos casos en los que Dios castiga al


culpable, bastará con citar algunos: No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque
yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso: castigo la culpa de los padres en los hijos,
nietos y bisnietos cuando me aborrecen (Exod. 20:5); El Señor es paciente y es
poderoso, el Señor nada deja sin castigo. Camina en el huracán y la tormenta, las nubes
son el polvo de sus pasos. (Nah. 1:3) ; Es lo mismo que hicieron nuestros padres, y
fíjense en el castigo que nos mandó nuestro Dios a nosotros y a esta ciudad. Profanando
el sábado ustedes aumentan la ira de Dios contra Israel. (Neh. 13:18)

Pero en el caso de Job y en el caso del Siervo, no encontramos esta culpa, ¿cuál fue el
pecado de ellos, para recibir el castigo? Los dos son inocentes, ¿de dónde les viene
pues estas aflicciones?

Es bien conocido que Job rechaza la teoría de la retribución y que en el pensamiento


teológico Dios en verdad no hace justicia él es quien deja la tierra en poder de los
malvados y venda los ojos a sus gobernantes: ¿quién sino él lo hace? (Job 9:24 )

Aunque resulte difícil de concebir, sobre todo en el cristianismo que ha hecho del primer
principio lo Bueno, Bello y Verdadero, en ambos casos es Dios quien inflige terribles
castigos sobre alguien, no solo son los hombres incapaces de reconocer la marca del
Dios creador, Conoce el buey a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; pero Israel
no me conoce. (Isa. 1:3), sino que parece que incluso el mismo Dios se ha olvidado de
lo que ha hecho, y ha dejado de reconocerse en su creatura, en oposición total con lo
que había dicho poco antes por la boca del mismo profeta Isaías “¿Puede una madre
olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pero, aunque ella se
olvide, yo no te olvidaré.” (Isa. 49:15).

Parece que ha cambiado la condición de amigo del hombre por una totalmente contraria
pues tanto Job como el Siervo dejan de ser tratados de una forma justa, y es clara y
comprensible la pregunta que Job dirige a Dios ¿Por qué ocultas tu rostro y me tratas
como a tu enemigo? (Job 13:24). Pero creo oportuno aclarar una situación que Levoratti
pone en resalto:

Job no es un ateo. Tampoco es un simple teísta: protesta ante el dios de la imagen


tradicional. Porque tiene confianza en Dios, Job es franco y directo en su lamento,
inclusive atrevido en sus acusaciones; no teme decir lo que siente, ni lo encubre con
diplomacias, y por lo mismo exigirá luego un careo frente a frente con Él. (LEVORATTI,
2007:771)

Existen bastantes coincidencias entre Job y el siervo sufriente, no tanto como para
asegurar que Job fuera el Siervo sino para ver el actuar de Dios sobe hombres justos a
los cuales decide imponer castigos terribles.

Ramis pone en resalto y el propósito de la perdida de la apariencia humana: Mientras el


artesano confiere aspecto humano a la imagen incapaz de salvar (44,13), el Siervo pierde
el aspecto humano (52,14) para convertirse en mediador de la salvación (53,5). (RAMIS,
2008:217)

¿Salvación? ¿De qué tenía que salvarse, qué pagaba? Por el mismo cántico sabemos
cuál es la carga que llevaba en sus hombros: Él, en cambio, fue traspasado por nuestras
rebeliones, triturado por nuestros crímenes. (Isa. 53:5). No es el traspasado de Zacarías
al que todos mirarán y por el cual harán luto, sino que por ahora es el traspasado que al
verlo causa tal repugnancia al grado te cubrirse la cara.

Contradiciendo el texto mismo Levoratti (2007) afirma que el siervo no sufre ningún
castigo de parte de Dios, sino que solo carga nuestras enfermedades. Cierto es que el
texto menciona que ha cargado con nuestras enfermedades, pero retomando un punto
tocado anteriormente, habla también del castigo infligido por Dios.

Para el sustentamiento de esto recurriré por primera vez al texto en hebreo en el cual
viene manifiesto lo anteriormente expresado: ‫( ַוָּֽיהוה֙ ה ְפ ִּ֣גיעַ ּ֔בֹו ֵ֖את עֲ וֹ֥ ן כ ָֻּּֽלנּו‬Isa. 53:6). Según
Schökel (1999) en los diversos significados para ‫ עֲֹוֹ֥ ן‬no es atribuible enfermedad sino
castigo, iniquidad, delito (p. 551), es entonces justo hablar de Dios que carga sobre él el
castigo de todos nosotros.

¿Cuál es el castigo que carga? ¿Nuestro?, el mismo texto nos lo explica: a él, que soportó
nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores, (Isa. 53:4); el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes. (Isa. 53:6)
La primera vez que aparecen las palabras sufrimiento y dolo en la Biblia es en el Génesis
como consecuencia del pecado: A la mujer le dijo: –Multiplicaré los sufrimientos de tus
embarazos, darás a luz hijos con dolor, tendrás ansia de tu marido, y él te dominará.
(Gen. 3:16) la fatiga con la que el hombre sacara pan de la tierra es solo una forma de
expresar el dolor, pues en el texto hebreo viene aplicada la misma palabra para los
dolores del parto como para la fatiga del hombre.

El carga los pecados y las trasgresiones de un pueblo, según Ramis (2008) la maldad i
la iniquidad del pueblo es la idolatría.

Pero quienes meditan entienden que el sufrimiento del Siervo no encaja en el esquema
de la teoría de la retribución. Ellos pecaron, pero es el Siervo quien soporta la pena
(53,4a). El Siervo cargó con las culpas y rebeldías de quienes ahora meditan, y les
devolvió la paz (53,5). (RAMIS, 2008:220)

Un particular del cántico es la aparición de las llagas. Generalmente los contextos en los
cuales aparece esta palabra, siempre son circunstancias de enfermedad, causas de
excomunión y de tormento como lo es en el caso de Job: la noche me taladra hasta los
huesos, pues no duermen las llagas que me roen. (Job 30:17).

Sin embargo existen las excepciones en las que la palabra llagas aparece en contextos
diversos , justamente una de ellas es en el cuarto cántico del siervo, porque existe un
beneficio, no para el portador que las sufre, sino para los que han sido curados a causa
de ellas “con sus llagas nos hemos sanado.” (Isa. 53:5).

En su comentario al libro de los Proverbios González nos muestra otra excepción a la


concepción negativa de las llagas “Las llagas externas constituyen el signo de la
sanación interior. Dice el refrán: "Herida en capa, a su dueño no mata".” (GONZALEZ,
1997:639)

Vamos viendo como no siempre las llagas aunque dolorosas y expresión manifiesta de
algún malestar físico o según la visión de la teología de la retribución, ya demostrada
como no siempre veraz, signo de algún castigo divino, pueden volverse favorables para
sí mismo según los Proverbios y para otros según el cuarto cántico.
Es el mismo González que nos da una explicación del pasaje del cántico donde se habla
de las llagas del Siervo.

Con sus llagas nos curó (Is 53,5) corrige con audacia principios profundamente
enraizados en la cultura religiosa antigua, y también en la del Antiguo Testamento. El
Servidor no responde herida por herida como permitía e incluso ordenaba la ley del talión
(Ex 21,25); mucho menos trata de vengarse desproporcionadamente de la herida recibida
(Gn 4,23-24). Por el contrario, sorprendentemente sus propias heridas llevan la curación
a un cuerpo cubierto de ellas, el cuerpo de Israel y de cada uno de sus miembros. Sal 38
incluye las heridas del cuerpo como parte de la descripción de la figura repugnante de
uno que implora la misericordia del Señor. (GONZALEZ, 1997:91)

Aunando estos dos elementos del Siervo que carga nuestras penas y sufrimientos y las
llagas que salvan llegamos a la conclusión que González propone:

Cargando con sus culpas (Is 53,11), o cargó con sus pecados (Is 53,12) (de ellos), son
expresiones que manifiestan que el Servidor se asocia o asume la culpa en la cual otros
habían incurrido. Como en Ez 23,49, estas expresiones manifiestan una verdadera
responsabilidad moral sobre las acciones que cada uno, individuo o grupo, debe asumir.
De un modo semejante, el sumo sacerdote Aarón no solamente lleva ante el Señor los
símbolos que representan los nombres de las tribus de Israel, sino que, como
representante del pueblo, lleva también la "flor de oro", signo de las culpas cultuales que
el sumo sacerdote expía (véase Ex 28,36-39 y en particular Is 53,38). (GONZALEZ,
1997:88)

Comenzamos a ver como poco a poco aparece la idea de una expiación vicaria, pues ya
se ha hecho notar que existe una necesidad de expiación. “El Señor redime al pueblo a
través de la entrega de Siervo. El Siervo padeció por su fidelidad a Yahvé, pero su lealtad
ha posibilitado la curación de quienes meditan sobre su entrega (véase 53,5).” (RAMIS,
2008:220)

Entramos aquí en una controversia de figuras, para esto creo que es necesario citar el
libro del Levítico: Con las dos manos puestas sobre la cabeza del chivo vivo, confesará
las iniquidades y delitos de los israelitas, todos sus pecados; se los echará en la cabeza
al macho cabrío, y después, con el encargado de turno, lo mandará al desierto.
22 El chivo se lleva consigo, a una región deshabitada, todas las iniquidades de los
israelitas. El encargado lo soltará en el desierto. (Lev. 16:21-22)

Sin embargo en el cántico el Siervo no viene comparado con un chivo, sino con un
cordero, y aquí me parece oportuno citar de nuevo el Levítico: Si ofrece un cordero en
sacrificio expiatorio, será hembra y sin defecto. 33 Pondrá la mano sobre la cabeza de la
víctima y la degollará en sacrificio expiatorio en el matadero de los holocaustos. (Lev.
4:32-33)

No se niega el valor expiatorio del cordero, y es gracias a su sangre sobre las puertas
que los hijos de Israel fueron salvados del ángel exterminador. No se niega también que
es sacrifico del cordero es pago de rescate por el pecado Al terminar los días de su
purificación –por hijo o por hija–, llevará al sacerdote, a la entrada de la tienda del
encuentro, un cordero de un año en holocausto y un pichón de paloma o una tórtola en
sacrificio por el pecado. (Lev. 12:6 ) y por los primogénitos del hombre.

Si bien el Siervo es el rescate de su pueblo, no cumple solo con la función de cordero,


sino también con la función del chivo expiatorio pues al igual que el sacerdote y cada
uno de los miembros del pueblo cargaban sus pecados sobre el chivo, es Dios y el pueblo
los que cargan al Siervo de los pecados, ambos son enviados a morir por los pecados
de otros, uno al desierto y el otro en la misma tierra árida en la que creció.

Habíamos citado con anterioridad el ejemplo de Job como otro justo castigado por Dios,
sin embargo, viendo lo precedente podemos notar una diferencia abismal en el modo de
reaccionar frente a una situación similar, Job se lamenta de su situación:

En un primer momento Job se queja amargamente de su desgracia, que incluye la


denuncia de la supuesta justicia divina: «Me hacen frente los terrores de Dios». Según
Job, la causa de sus males es que Dios se ha ensañado con él como un enemigo y lo ha
hecho blanco de sus «flechas» (v. 4; 7,20). (LEVORATTI, 2007:771)

Sin embargo “La descripción del Siervo mediante la imagen de la oveja muda ante el
esquilador (53,7) sugiere, de nuevo, el sufrimiento del justo inocente (Sal 35; 44; 77)
(RAMIS, 2008:221), la presentación del este animal cambia cuando la personaliza el
Siervo, antes es paradoja de la perdición de los salvados pues erraban como ellas,
después es signo de expiación de la muchedumbre que salva.

La oveja para la expiación debía cumplir con ciertos requisitos que la hacían digna de
cumplir su objetivo que era la purificación, bien pues, para poder llevar a cabo esta
purificación el Siervo debía cumplir también con ciertos requisitos. “Para ser "justificado"
es necesario tener en sí un elemento de justicia, es decir, participar en la justicia del
Señor, que es el único Justo (Is 45,24-25).” (GONZALEZ, 1997:91).

Para comprender esta participación en la justicia del Señor, primero partiremos de la


justicia de Siervo. Que es inocente y justo, el cántico nos lo deja claro.

Sin haber tenido un proceso justo, Schökel pone en resalto la cuestión del tema de la
justicia: “Hasta ahora han hablado de dolores corporales y de desprecios, ahora se habla
de un juicio y condena injusta. Entra con fuerza el tema de la injusticia. Entonces, ¿es
injusto Dios, que lo dispone y lo quiere?” (SCHÖKEL, 1980:324) y no solo se habla de la
injusticia también se habla de la consecuencia, fue arrancado de la tierra de los vivos, al
respecto Ravasi nos dice esto:

Le esperan la muerte y la sepultura, sello de una vida de dolor y menosprecio. Incluso si


su cadáver es arrojado a la fosa común de los ajusticiados, ponen sobre su tumba una
lápida modelo: "No ha cometido crímenes ni hubo engaño en su boca" (RAVASI,
1989:126)

Una vez leído esto es imposible no darse cuenta de las coincidencias que presenta con
el profeta Jeremías: bastará con citar este pequeño versículo, para darse cuenta de la
comparación de las figuras: Yo, como cordero manso llevado al matadero, no sabía los
planes homicidas que tramaban contra mí: Cortemos el árbol que está en todo su vigor,
arranquémoslo de la tierra de los vivos, que su nombre no se pronuncie más. (Jer. 11:20).

Arrancado como se arranca un árbol, y dado que se retiene al Siervo como justo,
podemos inferir que el Siervo se encontraba también él en pleno vigor. ¿En qué consiste
el vigor de este árbol? su tarea es la ley del Señor y susurra esa ley día y noche. (Ps.
1:2).
El Siervo fue arrancado de la tierra de los vivos cuando se encontraba en la plenitud del
cumplimiento de la Ley del Señor, cuando la meditaba día y noche.

Y sabemos no solo por esto que era justo sino también porque se hace mención de su
tumba puesta entre los malhechores, poniéndolos en contraposición, pues si fuera
malhechor como los compañeros de cementerio no habría necesidad de aclarar este
detalle.

Schökel nos da un poco de información sobre la cuestión de las tumbas y la importancia


que estas tienen en la historia de Israel.

La sepultura sella toda una vida de dolor y desprecio. Termina en la fosa común de los
ajusticiados (14,19). Desde el tiempo de Abrahán y de los Jueces, siguiendo por la cadena
de los reyes, la sepultura tiene Importancia capital en Israel (SCHÖKEL, 1980:325)

Cuando me duerma con mis padres, sácame de Egipto y entiérrame en la sepultura con
ellos. Contestó José: –Haré lo que pides. (Gen. 47:30); Gedeón, hijo de Joás, murió en
buena vejez, y lo enterraron en la sepultura de su padre Joás, en Ofrá de Abi-Ezer. (Jdg.
8:32). De los versículos anteriores podemos inferir que se sepulta de acuerdo a las
familias o probablemente a los grupos sociales.

De acuerdo a las descripciones de los sufrimientos de siervo y la tradicional doctrina de


la retribución una sepultura del tipo va de acuerdo con el Siervo, es castigado, maldecido
de Dios, insoportable de ver, sí, estos sufrimientos que han producido unas llagas que
llevan la salvación a su pueblo, sí, se puede declarar una cierta justicia desde el momento
en que se le contrapone a los malvados con los que fue enterrado.

Pero esto en nada alivia los sufrimientos del Siervo, ni hace menos la injustica cometida
con él. “Para mayor escarnio, la sepultura del Siervo fue entre los impíos y malhechores
(v.9). El ser privado de la sepultura familiar se consideraba como un gran castigo para el
difunto.” (GARCIA, 1961:318)

Hasta ahora sabemos los sufrimientos por los que ha pasado el Siervo, infligidos por la
voluntad de Dios, tenido en poco valor por los que lo ven, y aunque parezca repetitivo la
insistencia en detallar los sufrimientos y la sepultura ignominiosa, es todo con un
propósito.

Con todo esto el profeta no busca sino destacar el aspecto humillante y deshonroso de la
muerte del Siervo de Yahvé. En vida fue despreciado y en muerte siguió, a los ojos de los
hombres, la misma suerte, y sólo después se había de reconocer su obra prodigiosa y el
misterio de su misión. (GARCIA, 1961:319)

Después de esto podemos observar un cambio en la composición del cántico, algo


cambia y parece no encajar, Schökel nos lo hace notar.

Los que narran la historia añaden, como una lápida, que era Inocente en obras y palabras.
No lo dijo él, es decir, no protesto de su Inocencia como es común en los salmos de
acusación injusta, ni se dijo en vida suya, al menos durante el juicio capital. La
proclamación de Inocencia la pronuncian otros, y después de la muerte ¿no es demasiado
tarde? (SCHÖKEL, 1980:325)

Es hasta ahora que viene reconocida la inocencia del Siervo, no de parte suya, pues él
si bien habló en el tercer cántico, en este no hemos escuchado su voz, (al contrario calla
como oveja), no viene tampoco proclamada de parte de Dios, sino de la muchedumbre
que antes lo veía con horror y se admiraba de sus sufrimientos. Ante esto Schökel nos
dice lo siguiente:

Hay un Impresionante paralelismo de negaciones «no tenía presencia m belleza ni


aspecto atractivo», «no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca» Los
mismos narradores lo tuvieron «en nada» y ahora lo tienen en mucho tal cambio de
actitud, ¿no está proclamando también el valor de esa extraña muerte? Sin duda vale
más esta proclamación tardía que un magnífico mausoleo (SCHÖKEL, 1980:325)

Y a partir de aquí ignorando lo que ya se ha puesto en resalto sobre la voluntad de Dios


para castigar al Siervo, existe un cambio en el tema del cántico. Cambio que ya había
sido anunciado al principio, pero que hasta ahora agobiados por las penurias de un
inocente y las injusticas cometidas contra él, no veíamos la hora en que llegara, y es aquí
donde por fin se encuentra el sentido a todo lo que padeció el siervo.
“Todos sus sufrimientos no son sino expresión de la voluntad de Dios, pues le había
escogido para expiar los pecados de muchos y en orden a su reconciliación con Dios.”
(GARCIA, 1961:319).

Aquí viene retomado la cuestión ritual tratada anteriormente sobre el cordero y el chivo
y las funciones de ellos asumidas por el Siervo del Señor:

El Siervo ha entregado su vida como expiación en favor de su pueblo. El término hebreo


por “expiación”, aunque puede presentar un aspecto profano (Gn 26,10; 1 S 6,3-4.8.17),
adquiere su relevancia en el ámbito religioso… El pueblo ha pecado, y el Siervo se
convierte en la víctima que propicia la reconciliación entre Dios y su pueblo. (RAMIS,
2008:222)

El que el sacrificio sea vicario, creo que ya ha quedado explicado, de que ha pagado el
justo por los pecadores, no ha quedado duda alguna. Y es ahora que como a Job, Dios
le retribuye algo, a cambio de una muchedumbre que solo se dio cuenta de su inocencia
después de la muerte, le dará una descendencia.

Su supervivencia no significa, sin embargo, que el concepto de resurrección en sentido


cristiano esté ya presente, pero sí implica que quien se pone al lado de los pecadores
para asumir su culpa y buscar la expiación de la misma, participe de un modo especial de
la bendición del Señor. Precisamente porque el Servidor ha cumplido esa condición, el
Señor permite que continúe presente de algún modo en aquellos con quienes se ha
identificado. (GONZALEZ, 1997:91)

Son propio estos descendientes del Siervo los que gozan del triunfo. Según Schökel ni
siquiera esto podemos atribuirle al Siervo, aun después de muerto, y de haber obtenido
una descendencia:

El texto del salmo 1 nos aclara un dato el salmo anuncia el éxito de las empresas del
hombre honrado, en nuestro caso, lo que triunfa es la empresa del Señor, y triunfó no por
la acción enérgica del Siervo, sino por su pasión silenciosa. No haciendo nada, no
diciendo nada, hace que triunfe el designio de Dios. Hay que colocar esta figura poética
junto a la actividad de Moisés y la predicación de Jeremías entre otros (SCHÖKEL,
1980:326)
La recompensa obtenida por todos los sufrimientos es la restitución de la luz al siervo y
una muchedumbre rescatada por su sacrificio. “Ahora se descubre la fecundidad del
brote árido (2), la vida que supera una muerte violenta (8), el éxito del fracaso. El Justo
contempla la luz” (SCHÖKEL, 1980:326)

¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?, (Ps. 22:2)

Creo que no se puede pasar por alto las grandes coincidencias teológicas y también a
nivel de la forma en que está estructurado el salmo 22. Como vimos con anterioridad el
cántico está formado de tres partes, mientas el salmo según Kraus de dos.

A mediados del siglo pasado ya se admitía que el Sal 22 está compuesto de dos partes
diferentes. Los v. 2-22 tratan de la angustia por el abandono de Dios en que uno se
siente, mientras que los v. 23-32 expresan gratitud y acción de gracias por la ayuda
prestada por Yahvé. (KRAUS, 1993:413)

Eliminando la primera parte del cántico del, la segunda parte describe detalladamente
los sufrimientos soportados por el Siervo, mientras que el salmo describe detalladamente
al angustia de uno que ha sido arrojado a la muerte y que sufre en sí los dolores del
abandono de Dios.

El gravísimo e insondable sufrimiento de sentirse lejos de Dios y abandonado por él, se


expresa en la lamentación con un « ¿por qué?» que sirve de introducción. El Dios de
quien se tiene derecho a esperar ayuda y salvación es el Dios oculto y lejano (Jer 23,23).
(KRAUS, 1993:416)

Como menciona Kraus (1993) a pesar del todo el sufrimiento y angustia del siervo y
abandono por parte de Dios, quien sufre el abandono no deja al que lo ha abandonado,
continua siendo su Dios, (p. 416).

Y este abandono tiene repercusiones en la existencia del que sufre porque a cambio de
ese abandono están cerca otras cosas que angustian en lo profundo del salmista.
Pero es un Dios que está lejos, muy lejos. En realidad lo que está cerca es la angustia de
la muerte que asedia (v. 12). Tiene forma de animales feroces (vv. 13-14.17), de aguas
caóticas (v. 15) y de polvo desintegrante (v. 16). (APARICIO, 2005:216)

Al igual que en el caso del Siervo sufriente, el salmista ha perdido la huella de Dios y la
dignidad que el ser humano posee desde la creación. En el caso del siervo las penas
sufridas por el pueblo lo han desfigurado, en el caso del salmista, los sufrimientos
causados por el abandono de Dios, le han arrebato también esta imagen y semejanza
que tenía hacia su creador. “Quien grita su dolor ante la muerte es un “no-hombre”, es
un vil gusano, animal frágil e impuro porque habita en el polvo (cf. Jb 25,6). Es un
«deshecho de hombre..., como uno ante quien se oculta el rostro despreciándole» (cf. Is
53,3).” (APARICIO, 2005:219)

Otra cosa que comparten tanto el Siervo como el salmista son los sufrimientos, tanto
físicos como psicológicos, no son más que un cúmulo de agonías sofocantes que van
aumentando gradualmente.

La reacción instintiva ante el gusano es “el asco”: soy «asco del pueblo» (v. 7). Junto con
el asco vienen la afrenta y el desprecio, que se traducen en gestos de burla (v. 8). Al dolor
físico se uno el psicológico, y a éste se le suma el dolor moral: «Se confio a Yahve», se
le dice (v. 9)… Nada ha ganado por la inversión realizada; no puede decir como aquel
otro salmista: «Me salvó porque me amaba» (Sal 18,20). (APARICIO, 2005:219)

Y al igual que en el caso del Siervo, es Dios quien quería triturarlo con el sufrimiento (Isa.
53:10) es en el caso del salmista el mismo Dios que estando lejano y sordo al grito
angustioso de su interlocutor se acerca para terminar con él.

«Tú me sumes en el polvo de la muerte» (v. 16c). El Dios lejano se hace ahora cercano,
pero para hundir en la muerte al moribundo. «Esa cercanía final de Dios, mortífera e
incomprensible, es la tragedia abismal del orante. Dios abarca su existencia entera: lo
arrancó con fuerza del seno materno, ahora lo deposita en la tumba» (APARICIO,
2005:220)
Al igual que con el Siervo para el salmista los sufrimientos llegan hasta el extremo, al
punto de arrebatarle todo lo que poseía y quedar verdaderamente sin nada más que los
sufrimientos y el abandono.

A la persona marcada por el juicio de Dios, se le arrebata lo último. Lo de echar suertes


sobre sus vestiduras le está diciendo al afligido: ¡Ya has muerto para nosotros! (Eclo
14,15). En un canto de Mesopotamia se dice: «Estaba abierto el féretro y cada uno se
llevaba lo que le parecía bien de mis cosas preciosas; aun antes de que yo estuviera
muerto, ya se había terminado la lamentación fúnebre» (KRAUS, 1993:421)

Y al igual que con el cántico, al improviso, la situación cambia de tal manera que
pareciera un texto injertado de algún salmo de alabanza a Dios. Solo que existe una
diferencia entre el salmista y el Siervo. Al igual que Job, el salmista habla, y esto ha sido
motivo de salvación en ambos casos.

La notable exclamación (<<¡Tú me has oído!») se halla entre las dos partes principales
del salmo. Sirve de enlace entre la lamentación y el cántico de acción de gracias y de
alabanza, que sigue ahora en los v. 23ss. Con una sola palabra el cantor declara: Yahvé
me ha escuchado. (KRAUS, 1993:421)

Y al igual que en el caso del Siervo, existe una descendencia, pero con una diferencia,
la descendencia del siervo son los beneficiarios de la muerte expiatoria del Siervo. En el
caso del salmista es su descendencia propia, no una dada por el Señor, descendencia
que contará a un pueblo que nacerá lo que ha ocurrido.

Los confines de la tierra y las familias de todos los pueblos, aunque no sean israelitas,
“recordaran”… Las naciones también creen en Yahvé, como Israel cree… El final del
camino es la postración adorante ante Yahvé. La razón última de este comportamiento
inesperado de los pueblos es que el Dios de Jerusalén gobierna a todos los pueblos como
dueño del mundo. (APARICIO, 2005:222)
CONCLUSIÓN.

Cuando comencé este trabajo, no tenía idea de todo lo que podía contener este pasaje
del profeta Isaías. Y para ser honesto, jamás lo había visto en la forma en la que analicé
en este trabajo.

El punto de partida originalmente era en versículo 10 en el cual se dice que Dios quiso
postrarlo con dolores, pero en toda la bibliografía que tuve e mi disposición (en un primer
periodo de busque en italiano, y en un segundo periodo en español) no había nadie que
hablara de esto, y todos pasaban a la segunda parte que habla de la prolongación y el
éxito del plan de Dios.

Convencido de que no es una mala traducción sino más bien miedo por parte del
cristianismo a concebir a Dios como autor del mal o responsable de los males me puse
a leer todo el cántico, y fue allí que me di cuenta de lo que se propone en este trabajo.

No solo el siervo inocente sufre porque Dios así lo dispone, (cabe resaltar que no es el
único en la historia de Israel) sino que también pierde la figura humana, lo que de más
íntimo y propio tiene el hombre, lo que comparte directamente con Dios.

A partir de esto viene comparado a las criaturas que eran inferiores a él y comienza una
serie detallada de sus sufrimientos físicos y psicológicos según lo que aprendí en este
trabajo.

También me sorprendió el encontrar tantas semejanzas entre el siervo y Job, es otras de


las cosas en las que hasta antes de este trabajo jamás me había puesto a analizar.

Por otra parte quede verdaderamente desconcertado de la falta de estudios sobre esta
concepción de Dios, que viene en la revelación escrita. Tanto el en libro de Job, como
en el cuarto cántico del siervo y en el salmo 22, existe un final en el que todo da un giro
de 180º, y de repente Dios que infligía o causaba o acababa con los protagonistas viene
disculpado de esto.
Es entonces cuando aparecen explicaciones como las de un bien mayor o que en
realidad no era un mal sino que nuestra mente limitada es incapaz de comprender los
misteriosos designios del Señor.

Desde mi punto de vista no es otra cosa sino el miedo que tenemos de romper
paradigmas establecidos donde como ya lo comentaba en el trabajo el primer principio
es lo Bueno, Bello y Verdadero.

Del resto quedo muy contento porque aprendí cosas que antes me eran totalmente
desconocidas y que me ayudan a la reflexión personal. Me queda al final, el deseo de
seguir profundizando en este tema, que como usted ya sabe por otras conversaciones
es una inquietud que me apasiona.
BIBLIOGRAFÍA

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2005.

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KRAUS H. Los Salmos. Sal. 1-59 vol. I., SIGUEME, Salamanca, 1993.

LEVORATTI A. Comentario Bíblico latinoamericano vol.I. , EVD., Navarra, 2005

LEVORATTI A. Comentario Bíblico latinoamericano vol.II. , EVD., Navarra, 2007

LOZA J. Comentario a la nueva Biblia de Jerusalén Génesis 1-11. DDB, Sevilla, 2005.

RAMIS F. Comentario a la nueva Biblia de Jerusalén. Isaías 40-66. DDB, Bilbao, 2008.

RAVASI G. Guía espiritual al Antiguo Testamento. El libro del Génesis (1-11), HERDER,
Madrid, 1992.

RAVASI G. Los profetas, PAULINAS, Milano, 1989.

SCHÖKEL A. Diccionario bíblico hebreo-español, TROTA, Valladolid, 1999.

SCHÖKEL A. Los libros sagrados Vol. VIII, Job. CRISTIANDAD, Madrid, 1971.

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