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Carátula: Picotto, Armando Juan vs. Picotto, Ricardo Ramón s.

Societario contencioso - Exclusión de


socio - Recurso de apelación

 Fecha: 05/08/2014

 Juzgado: Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial Tercera, Córdoba, Córdoba

 Fuente: Rubinzal Online

 Cita: RC J 8025/14

En la ciudad de Córdoba a los cinco días del mes de agosto del año dos mil catorce, se reúnen en
audiencia pública los señores Vocales de la Excma. Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de
Tercera Nominación Dres. Guillermo E. Barrera Buteler, Julio L. Fontaine y Beatriz Mansilla de
Mosquera y con el objeto de dictar sentencia definitiva en estos autos caratulados: "PICOTTO
ARMANDO JUAN C/ PICOTTO RICARDO RAMÓN -SOCIETARIO CONTENCIOSO - EXCLUSIÓN DE SOCIO
- RECURSO DE APELACIÓN (EXPTE. N° 664600/36)", venidos del Juzgado de Primera Instancia y 3
Nominación Civil y Comercial, en virtud del recurso de apelación interpuesto a fs. 1790 por el Sr.
Ricardo Ramón Picotto, contra la Sentencia Número trescientos cincuenta y uno de fecha veintisiete
de agosto del año dos mil doce (fs. 1760/1777).

El Tribunal sienta las siguientes cuestiones a resolver:

Primera: ¿Es procedente el recurso de apelación interpuesto por la demandada?

Segunda: ¿Qué resolución corresponde dictar?

Conforme lo dispuesto previamente por el Sr. Presidente y de acuerdo al sorteo que en este acto se
realiza los señores Vocales emitirán sus votos en el siguiente orden: Dres. Beatriz Mansilla de
Mosquera, Julio L. Fontaine y Guillermo E. Barrera Buteler.

A LA PRIMERA CUESTIÓN:

LA SEÑORA VOCAL DOCTORA BEATRIZ MANSILLA DE MOSQUERA DIJO:


1.- El demandado en autos apela la sentencia de primera instancia en tanto resuelve hacer lugar a
las acciones de remoción y exclusión que le promoviera su hermano Armando con relación a la
sociedad de responsabilidad limitada que constituyera con aquél, y no hacer lugar a la demanda
reconvencional de disolución que entablara.

En sus agravios, plantea que ha existido errónea valoración del juzgador, resultando equivocada la
aplicación de los arts. 91 y 92 de la Ley de sociedades. Aduce que se incurre en fundamentación
aparente e incongruente al sentenciar; que los fundamentos resultan escuetos debido a que no se
explicaron bien los hechos ni se conoce cuál fue la magnitud del incumplimiento del socio para
motivar el pacto comisorio. Indica que si bien en el resolutorio se reconoce que se encuentran
acreditadas desavenencias entre los hermanos, señalando las profusas y recíprocas intimaciones, y
se señala el tenor disímil de los informes de los veedores designados en los distintos procesos con
motivo de cautelares, nada refiere al comportamiento del actor, sino que -a su entender- sólo
analiza la conducta del demandado sobre la base de un solo hecho acaecido hace ocho años. En otro
punto, señala que si bien se hace referencia al 2 párrafo del art. 91 de la LSC nada se dice del cómo
ni de porque resulta aplicable al caso que se analiza. Insiste en que la actora por medio probatorio
alguno ha logrado acreditar que el socio demandado haya incurrido en grave incumplimiento en sus
obligaciones para que se justifique la exclusión. Por otra parte, considera que tampoco se encuentra
fundada la remoción de la función de administrador dado que la única base fáctica deviene de la
total ausencia de facetas que importen un acto de administración, sin indicar el perjuicio que la
supuesta inacción trajera aparejada a la sociedad.

2. Inicialmente, corresponde tener presente que, como lo venimos sosteniendo en forma reiterada
ante recurso de apelación interpuesto en proceso de la naturaleza del de autos, el laudo recaído en
el marco de un arbitraje forzoso sólo puede ser atacado por la vía de la nulidad, en pos de
salvaguardar el derecho de defensa de las partes. –

La doctrina y jurisprudencia especializada, interpretando lo normado por los arts. 640 y 643 del CPC
y C de Córdoba (y normas concordantes de otros códigos procesales), se divide en dos posiciones
en orden a la vía que corresponde ejercitar para alegar la mentada nulidad.

Una de las posiciones, considera que el laudo arbitral puede ser atacado sólo a través de la acción
autónoma de nulidad; en tanto la otra, que ha sido la asumida por el Alto Cuerpo de Justicia local in
re: "Biazzi" (TSJ Cba, A.I. 152, 11.08.2004), considera que el laudo arbitral puede ser atacado a través
del recurso de nulidad que prevé el art. 362 de nuestro código de rito.

Ahora bien, la doctrina y jurisprudencia son asimismo contestes en sostener que el hecho de que se
admita que el laudo sea impugnado en el marco de la apelación en la que el recurso de nulidad se
encuentra subsumido (art. 362 CPC), no habilita a las partes a solicitar una revisión de éste en cuanto
al fondo de lo decidido, sino que el juez debe limitarse a controlar el efectivo cumplimiento de los
recaudos que la legislación ha considerado indispensables para una buena administración de
justicia, pues de lo contrario quedaría desnaturalizado el instituto del arbitraje (Rojas, Jorge, "Vías
de impugnación del laudo arbitral", ED 210-836, y jurisprudencia del TSJ Cba. antes citada).

De tal suerte, el recurso de nulidad no puede viabilizar la invocación de cualquier agravio, sino que
requiere para su tratamiento y, en su caso, posterior admisión, que la queja se ciña a las causales
taxativamente prevista por la ley. Será por lo tanto, tarea del impugnante encuadrar los gravámenes
que considera que le ocasiona la decisión en cada una de las causales que prevé la ley procesal para
que sea factible al tribunal ingresar a su análisis.

Siendo así las cosas, dejo adelantado que desde la perspectiva indicada el recurso interpuesto en
autos no puede prosperar dado que no se verifican los vicios de forma que se le endilgan, y no
corresponda a la Cámara entrar a juzgar sobre la justicia del decisorio a causa de que su competencia
se encuentra limitada a los vicios de nulidad, de tal modo, que si de declararse la nulidad del
resolutorio correspondería remitir los actuados a otro Tribunal arbitral para que dicte nueva
sentencia sobre la materia de fondo.

Retomando lo atinente a los agravios del impugnante, es de señalar que acusa la existencia de una
fundamentación aparente alegando que no se explicaron bien los hechos y no se conoce cuál fue la
magnitud del incumplimiento del socio para motivar la exclusión. Sin embargo, claramente el A quo
reconoce una situación conflictiva a la fecha en que fueron iniciadas las actuaciones, lo que infiere
incluso de la acción de exclusión de socio que iniciara el demandado en autos a su hermano
Armando, para luego pasar al estudio de las conductas atribuidas a Ricardo Picotto como causal de
exclusión y de remoción del cargo de gerente.

El sentenciante sostiene la procedencia de la exclusión en mérito a la conducta desplegada por el


accionado consistente en no dejar entrar a nadie al predio del Hotel en el que se desarrolla el objeto
de la sociedad, y que tiene por acreditada sobre la base de lo que emana de la Escritura Número
321 del 5/09/2004 (fs. 36/8), y de los testimonios brindados por los Sres. Correa (fs. 1.200), Tolaba
(fs. 1201). Lo referido descarta que no se encuentre justificado el motivo de exclusión, más allá que
el vencido no esté de acuerdo con la apreciación de fondo. Y no formaba parte de la litis abocarse a
juzgar la conducta del accionante en tanto de lo que se trata es de discernir si la habida por el
demandado resulta causa justa de exclusión por ser aquella el objeto de la acción entablada en
autos. Recuérdese que para el legislador basta la existencia de grave incumplimiento de las
obligaciones por parte de uno de los socios para quedar expedita la acción judicial correspondiente
y que la exclusión la decide el juez tras merituar la virtualidad de los antecedentes de la causa
invocada (Nissen,Ricardo "Ley de Sociedades Comerciales", T. 2, Editorial Abaco de Rodolfo
Desalma, pág. 177/178).

Otro tanto sucede con la remoción del cargo de gerente, ya que, a más de apoyarse en el hecho que
dio lugar a la exclusión en el carácter de socio, se tuvo en consideración la total ausencia de
cumplimiento de las distintas facetas que importa el acto de administración al no haberse
desempeñado en aquella desde mediados del año 2003. Además, bien dejó destacado el A quo, que
ante la conducta obstructiva e impeditiva que dice haber desplegado su hermano Armando, sobre
la base del requerimiento de documentación que da cuenta la Escritura Nro. 218 de fecha 7 de
octubre de 2004 (fs. 85), no lo eximía de continuar obrando como gerente por lo que debió utilizar
las vías societarias y legales oportunas.

Aduce el quejoso que resulta equivocado que se afirme en la resolución que en el ámbito de
sociedades comerciales el instituto de resolución parcial persigue como finalidad permitir la
subsistencia del ente social pese a la extinción del vínculo por parte de algunos socios, indicando al
efecto que la sociedad vivió durante ocho años con el conflicto y nada se resintió en la actividad.
Pero tal observación no puede admitirse porque se trata de un concepto vertido por el juzgador sin
que de aquel se infiera vicio que lleve a la nulidad del decisorio, sino que se relaciona con la discusión
sustancial. No obstante, siendo que en párrafo subsiguiente se aduce como vicio de forma que se
haya tratado como única base fáctica la total ausencia del cumplimiento de las facetas que importan
la administración sin indicar el perjuicio que trajo aparejado su actuar, es de aclarar que resultaba
suficiente la referencia a la ausencia de actos de administración por parte de Ricardo Piccotto para
revelar el incumplimiento, ya que aquel derivaba de la pasividad que adoptara luego del conflicto
suscitado ante la intimación que realizara a Armando en relación a la documentación en el año 2004,
como de la posterior incomparecencia a la sociedad. Tampoco resultaba necesario indicar el
perjuicio que pudiera haber ocasionado a la sociedad, siendo que aquel emana del mero hecho de
no haber ejercido la función que le fuera encomendada. No está de más dejar señalado que la
jurisprudencia ha reconocido procedente la exclusión en caso de una sociedad de dos socios, en la
cual ambos son socios-gerentes- y uno de ellos no concurre al local donde se desarrolla la actividad,
ni designa persona a tales fines, sin mediar impedimento físico o legal que le impida la concurrencia
habiéndose mantenido dicha actitud durante un tiempo más o menos prolongado (CNCom. Sala]B,
1986/09/30, "Mostrada Sangiovanni Alicia M. c. Marconi, GuillermoV. LL 1987-B, 408, DJ 1987-2-
183).

En resumidas cuentas, dado que no se atisba vicio in procedendo que autorice la nulidad del
resolutorio, no cabe hacer lugar al recurso deducido.

EL SEÑOR VOCAL DOCTOR JULIO L. FONTAINE DIJO:


Adhiero al voto de la Dra. Beatriz Mansilla de Mosquera. EL SEÑOR VOCAL DOCTOR GUILLERMO E.
BARRERA BUTELER DIJO:
Adhiero a las consideraciones manifestadas por la Sra. Vocal del primer voto.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN:
LA SEÑORA VOCAL DOCTORA BEATRIZ MANSILLA DE MOSQUERA DIJO:
En mérito a la conclusión precedente, propongo al acuerdo de existir mayoría: No hacer lugar al
recurso de apelación interpuesto por el accionado, con costas (art. 130 CPC). A tales fines de
determinan los honorarios del Dr. Flavio O. Ruzzón en el cuarenta por ciento de tres puntos por
sobre el mínimo que resulte de aplicación en autos (arts. 36, 39, 40, 26 contrario sensu y conc. de la
Ley 9459).
EL SEÑOR VOCAL DOCTOR JULIO L. FONTAINE DIJO:
Adhiero al voto de la Sra. Vocal preopinante.
EL SEÑOR VOCAL DOCTOR GUILLERMO E. BARRERA BUTELER DIJO:
Adhiero a la decisión que propone la Dra. Beatriz Mansilla de Mosquera en su voto.
Por el resultado de los votos que anteceden el Tribunal: RESUELVE:
No hacer lugar al recurso de apelación interpuesto por el accionado, con costas (art. 130 CPC). A
tales fines de determinan los honorarios del Dr. Flavio O. Ruzzón en el cuarenta por ciento de tres
puntos por sobre el mínimo que resulte de aplicación en autos (arts. 36, 39, 40, 26 contrario sensu
y conc. de la Ley 9459).
Protocolícese y bajen.
Beatriz Mansilla de Mosquera - Julio L. Fontaine - Guillermo E. Barrera Buteler.

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