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PART I

THE NATURE OF RATIONALITY


Traducción no autorizada realizada por Mter. Torres Juan Emilio y Dr. Horacio
Faas para uso exclusivo de la Cátedra Introducción a las Ciencias Sociales
CHAPTER 2 THEORETICAL RATIONALITY
Its Sources, Structure, and Scope
ROBERT AUDI

El concepto de racionalidad se aplica a muchas clases diferentes de cosas. Su uso


más amplio y más complejo está en referencia a las personas mismas. Pero el
concepto también se aplica a las acciones, creencias, deseos y a muchos otros
elementos de la vida humana. Hay, por ejemplo, sociedades racionales, planes
racionales, visiones racionales, reacciones racionales y emociones racionales. Una
teoría completa de la racionalidad debe tomar en cuenta esta enorme diversidad.1 Un
informe a escala total de la racionalidad de aún un elemento en esta lista es una gran
empresa y no se puede intentar aquí. Es posible, sin embargo, hacer una breve
contribución al tema de la racionalidad si distinguimos, como lo hizo Aristóteles, entre
la racionalidad teórica y la práctica y nos concentrar principalmente en una de ellas. En
términos generales, la distinción se centra en el contraste entre la racionalidad de la
cognición, tales como las creencias, en virtud de la cual somos seres teorizadores
buscando una representación real de nuestro mundo y, por otro lado, la racionalidad
de los elementos, tales como las acciones, en virtud de la cual somos seres prácticos
que intentan hacer cosas, particularmente satisfacer nuestras necesidades y deseos.
Estas dos dimensiones de la racionalidad son consideradas ampliamente como
interconectadas y debemos considerar algunas de las relaciones entre ellas, pero
nuestro foco principal estará en la racionalidad teórica.

La creencia es central para la racionalidad teórica. Nuestro sistema de creencias nos


representa el mundo - incluyendo el mundo interno de la experiencia “privada”. Por
otra parte, Son esas creencias que, cuando son ciertas y justificadas apropiadamente,
constituyen conocimiento. El conocimiento, a su vez, se toma sin controversias para
ser un “objetivo” de la razón teórica. Aunque la representación de la razón teórica
como “buscando” un objetivo es metafórica, el logro de conocimiento es ampliamente
visualizado como un caso de éxito en el ejercicio de la razón teórica. Si, sin embargo,
como los escépticos han argumentado, nuestro conocimiento es por lejos más limitado
que las atribuciones de sentido común indican de él, la razón teórica representa una
capacidad cuyo ejercicio exitoso está correspondientemente limitado.

La pregunta de si uno u otro tipo de escepticismo sobre conocimiento es sostenible es


grande y difícil. Afortunadamente, puede ser evitada en un breve tratamiento de la
racionalidad teórica. Aún si incluso una creencia no constituya conocimiento, puede
ser racional. Propongo, entonces, concentrarnos en las condiciones para la
racionalidad de la creencia.2 Si éstas se entienden bien, podemos explicar la

1
He desarrollado una teoría detallada y abarcativa de la racionalidad, aplicable a la razón práctica así como a la razón
teórica, en Audi 2001, y algo de lo que digo aquí se extrae de ese libro y se defiende allí.
2
Un gran tratamiento de la racionalidad teórica también consideraría que las condiciones bajo las que el cambio de
creencia es racional, e.g., dejar de creer en una proposición a favor de una diferente. Para algunos filósofos, tal cambio
es el foco primario de la racionalidad, aproximadamente en el sentido que el cambio de la creencia, pero no la creencia
“en curso”, están característicamente necesitando una justificación. Una pregunta aquí es si el cambio de creencia es
racionalidad teórica de una manera que nos permita considerar cuánto de un éxito
puede ser por su ejercicio incluso si el conocimiento frecuentemente nos elude. Incluso
si los escépticos están lo correcto en reclamar que nuestro conocimiento es en el
mejor de los casos altamente limitado, podemos alcanzar un sistema racional de
creencias cuya respetabilidad intelectual esté clara.

I. FUENTES de ELEMENTOS TEÓRICAMENTE RACIONALES

Una manera natural y prometedora de comenzar a entender la racionalidad es verla en


relación a sus fuentes. Las mismísimas fuentes producen justificación, la que está
estrechamente vinculada a la racionalidad. Estas fuentes son también centrales para
la razonabilidad (sensatez), que implica racionalidad pero es una noción más fuerte.
Nuestras creencias razonables, tal como nuestros seres justificados, son racionales,
pero una creencia que es racional - al menos en el sentido mínimo de que no es
irracional - puede ser (más allá de evitar inconsistencia y otros claros defectos)
simplemente plausible para uno, a veces en forma que frecuentemente es una
especulación pura, y puede no poder ser justificada o razonable, como una puede
admitir más tarde. A veces conectaré la racionalidad con estos conceptos, pero evitaré
una indebida complejidad enfocándome principalmente en la racionalidad teórica, con
creencia racional como el caso central.

Las fuentes básicas clásicas de racionalidad

Si, en la historia de la epistemología, algunas fuentes de la racionalidad de la creencia


merecieron ser llamadas las fuentes básicas clásicas, los mejores candidatos son la
percepción, la memoria, la conciencia (a veces llamada introspección) y la razón (a
veces llamada intuición). Algunos escritores han acortado la lista bajo el
encabezamiento “experiencia y razón3.” Este encabezamiento es conveniente en
cuanto sugiere que hay alguna unidad entre las primeras tres fuentes y de hecho la
posibilidad de otras fuentes experimentales de creencia racional; es engañoso en
cuanto sugiere que la experiencia no desempeña ningún rol en la operación de la
razón como fuente de creencia racional (y de justificación y conocimiento). Cualquier
operación de la razón que ocurra en la conciencia – por ejemplo, ocuparse en razonar-
se puede considerar una clase de experiencia intelectual. La reflexión u otro ejercicio
de comprensión requerido por la “razón” para servir como fuente de creencia racional
es ciertamente una clase de experiencia.

Primero exploraremos que es para que una fuente sea básica y algunas de las
condiciones bajo las cuales las creencia producidas sean racionales. Podemos
entonces considerar que tipo de fuente puede no ser básica y si las cuatro fuentes
básicas estándares son las únicas fuentes básicas de la racionalidad teórica.

una clase de acción. Si es así, debe ser gobernada por estándares de la razón práctica; si no, entonces es
argumentativamente raciona cuando la persona tiene una mejor razón para tener una nueva creencia que aquella que
reemplazará. Levi 1991 ofrece un informe detallado del cambio racional de creencia que hace central la noción
epistemológica. Para una discusión pertinente de las condiciones para el cambio racional de creencia, especialmente a
través de hacer inferencias, ver Harman 1999, especialmente cap. 1 y 4. También relevante son Kaplan 1996 y van
Fraassen 1984.
3
La “experiencia y la razón” es una frase de uso frecuente por Roderick M. Chisholm entre otros; ver, e.g., Chisholm
1966, 59.
Entiendo que una fuente de racionalidad (teórica) (o justificación) es aproximadamente
algo en la vida de la persona en cuestión - tal como percepción o reflexión- que
característicamente produce creencias racionales. También entiendo que llamar a una
fuente de racionalidad teórica (o de justificación) básica es hacer una declaración
comparativa. No es descartar cada tipo de dependencia por cualquier cosa, sino decir
simplemente que la fuente produce creencia racional sin dependencia positiva de la
operación de alguna otra fuente de racionalidad (o de justificación). Comencemos con
la percepción.

Percepción

Sobre la base de percepción, uno puede racionalmente creer y en efecto conocer que
el reloj dice diez; conozco esto en virtud de ver su cara exhibiendo esa hora. Sobre la
base de esta breve reflexión, puedo racionalmente creer (y conocer) que si una
proposición supone una segunda y la segunda supone una tercera, entonces si la
tercera es falsa, también lo es la primera. Para estar seguro, esta creencia no es
posible si no tengo los conceptos requeridos para entender lo que creo, pero este
requerimiento conceptual no tiene una dependencia positiva de una fuente de
racionalidad.

Puede parecer que la creencia perceptual puede ser racional solamente si recuerdo
cómo leer un reloj y que por lo tanto la percepción no puede producir una creencia
racional independientemente de la memoria, que es también una fuente de creencias
racionales. Es verdad que la creencia perceptiva racional puede depender de la
memoria de cierta manera. Pero considere esto. Un ser podría adquirir los conceptos
necesarios para leer un reloj al mismo tiempo de ver uno, y por lo tanto no necesitaría
recordar cualquier cosa para formar la creencia (al mismo tiempo) de que el reloj dice
diez. Una posibilidad es la creación de un duplicado de alguien como yo: la lectura de
un reloj sería posible en su primer momento de creación. Aparece, entonces, que
aunque esté la creencia racional basada perceptivamente depende ordinariamente de
cierta forma de la memoria, ni el concepto de percepción ni el de creencia perceptiva
racional (o conocimiento perceptivo) es histórico. La memoria, sin embargo, es
histórica, al menos en este sentido: uno no puede recordar algo a menos que uno lo
haya retenido en la memoria durante un cierto periodo de tiempo.

Uno puede pensar que la percepción no es una fuente básica de racionalidad teórica
debido a la manera que depende de la conciencia. La idea sería que uno no puede
percibir sin ser consciente; por lo tanto, la percepción no puede producir creencia
racional (o conocimiento) aparte de la operación de otra fuente de ella. Concedamos
que la percepción requiere conciencia.4 Si es así, eso no es porque la conciencia es
una condición previa o un requisito causal para la percepción, pero porque la
percepción es una clase de conciencia: conciencia de un objeto externo. La
dependencia sería constitutiva mas que operacional. Puede entonces ser que
concedamos simplemente que la percepción es conciencia perceptual y trata

4
Si la “vista ciega” es un caso de percepción, esto puede ser no ser así (aunque es discutible que el sujeto
simplemente no crea que hay sensaciones visuales o cualquier otro elemento experimental que corresponde a la
percepción).
solamente “conciencia interna” (sentido de lo que es interno de la mente) como fuente
de creencia racional (o de conocimiento) distinta de la percepción.

La conciencia interna, entendido estrictamente, ocurre solo donde sus objetos son
tanto interno en la forma de imágenes y son pensamientos (aproximados, fenomenal)
o abstractos, como en el caso de conceptos y (probablemente) de números. En una
interpretación más amplia, la conciencia interna puede tener estados de disposición
mentales, tales como creencias, deseos y emociones, entre sus objetos. Pero incluso
cuando esto ocurre, parece ser a través de la conciencia de sus manifestaciones que
somos conscientes de tales estados, como cuando somos conscientes de la ansiedad
a través de estar advertidos de pensamientos desagradables de fracaso.

Los filósofos en la tradición de sentir los datos han sostenido que la percepción
ordinaria de objetos físicos es también en cierto modo indirecta, estando “con”
conocimiento con “ideas” de ellos que se nos representan. Pero un informe de la
racionalidad teórica no necesita ser confiada a tal representacionalismo. Uno puede
plausiblemente tener tanto esa percepción que requiere una experiencia sensorial
como que los objetos externos sean directamente percibidos - y que en ese sentido
somos directamente conscientes de ellos, como opuesto s ser conscientes de un cierto
objeto interior que se nos representa.5

Para estar seguro, uno puede también tratar la conciencia como un tipo de percepción:
percepción externa donde el objeto percibido está fuera de la mente, interna donde
está adentro. Pero los objetos abstractos no están “en” la mente, al menos en la forma
en que están los pensamientos y las sensaciones. En todo caso, es preferible no
considerar la conciencia de objetos abstractos como como un tipo de percepción. Una
razón para esto es que aparentemente hay una relación causal entre el objeto de
percepción y cualquier sensación u otro elemento mental que constituye una respuesta
perceptiva a él y por lo menos no está claro que las entidades abstractas tienen poder
causal, o de todos modos esta clase de requisito.6 Esta tema es demasiado grande
para ser perseguido aquí, pero puede ser suficiente observar que no todos los
fenómenos mentales parecen ser tanto perceptivos en cualquier sentido como ser
dirigidos hacia objetos abstractos. Considere, en el lado “pasivo” de la vida mental, el
ocio de soñar despierto, o, en el lado “activo”, el planeamiento. Ni es necesario
preocuparse por lo abstracto, ni debemos suponer que hay objetos en la mente que
tienen características por derecho propio.7 sería imprudente suponer que la percepción
agota la actividad de la conciencia.

Parece, sin embargo, que podemos tomar el concepto de percepción siendo una
noción parcialmente causal. Si usted ve, oye, toca, degusta o huele algo, después le

5
Una pregunta interesante que se presenta aquí es si la conciencia perceptual, que tiene un objeto externo, puede ser,
excepto de una manera híbrida, un estado mental. Para ese caso (y de hecho el conocimiento en general) puede ser
un estado mental, ver Williamson 2000. Lo qué se dice sobre racionalidad en este ensayo es en gran parte neutral con
respecto a ese tema; pero tomo la visión de que algo interno a la mente es qué fundamenta que la racionalidad sea
consistente con la visión de la conciencia de objetos externos es directa, ya sea que un estado sea puramente mental o
no.
6
El aparente carácter no causal de las entidades abstractas es una de las razones principales de que el conocimiento
de ellas- de hecho su verdadera existencia-frecuentemente es considerada problemática. Para una clase de desafío al
reclamo de la inercia causal, ver Plantinga 1993a, 115-17.
7
Para la introspección y la conciencia, en cuanto a la percepción externa, uno puede idear una visión adverbial
plausible, según lo descrito en Audi 1998, cap. 1.
afecta de cierta manera. Y si usted puede decir que percibe su propio latido de
corazón o aún su propia ansiedad, esto es debido a que le causa a usted alguna
impresión experimental análoga a una estimulación que usted puede haber tenido con
los cinco sentidos. Concebida de esta manera, la percepción no es un concepto
cerrado: el deja espacio para clases hasta ahora desconocidas de respuesta
experimental entendida como el lado mental- el lado de la respuesta subjetiva - uno
puede decir - percibir un objeto y de hecho para nuevos o tipos inusuales de objetos a
ser perceptibles.8 Este no es el lugar, sin embargo, de presentar un informe de los que
exactamente es la percepción. Mi punto es que puede haber fuentes perceptivas de
racionalidad teórica distintas a las familiares. El concepto de racionalidad teórica es
seguramente no más cerrado que lo es la noción de fuente perceptiva de creencia.

Memoria

Si, al hablar de percepción, estamos hablando de una capacidad de percibir, al hablar


de la memoria estamos hablando de la capacidad de acordarse. Pero el acordarse, en
el sentido de tener una memoria verídica de algo, no agota la operación de nuestra
capacidad de memoria hasta el punto de la percepción, en el sentido que tener una
percepción verídica de algo, agota la operación de la capacidad perceptiva. Existe
también recordar, que exige pero no es exigida por acordarse; el recordando, que es
similar a recordar pero tiende a implicar acordarse de un episodio (a veces con
esfuerzo), generalmente de una secuencia o de un conjunto de detalles e involucrando
frecuentemente imágenes y creencia de la memoria, que puede ser equivocada y no
exigir ni acordarse ni recuerdo. Parece, sin embargo, que acordarse que p (donde p es
un alguna proposición seleccionada arbitrariamente) exige conocerla y también
hablamos de conocer cosas desde la memoria. Cuando conocemos cosas de esta
manera (enteramente), no es sobre la base de otras cosas que conocemos. Uno
puede conocer un teorema desde la memoria y en base de una prueba simple de un
axioma. Pero cuando uno conoce p enteramente desde la memoria – simplemente por
virtud de acordarse -uno no lo conoce en ese momento en base del conocer o de creer
cualquier cosa.

Estos puntos hacen natural pensar la memoria como fuente básica de conocimiento
así como de creencias racionales que no llegan a conocimiento (digamos porque son
falsas o basadas en una impresión muy débil de la memoria). Pero dudo de que la
memoria sea una fuente básica de conocimiento. Es una fuente esencial
epistémicamente; es decir, la pensamos como “nuestro conocimiento,” en un sentido
global, se derrumbaría si la memoria no lo sostiene: podríamos conocer solamente lo
que ocupa nuestra conciencia en ese momento (alo menos es así si lo qué conocemos
por predisposición en el momento a la vez se debe concebir según lo sostenido por la
memoria en ese momento, aunque si es cierto entonces si intentáramos traer
cualquiera de las proposiciones a la conciencia, entonces normalmente nosotros la
tendríamos allí)9. En virtud de desempeñar este rol, la memoria es una fuente

8
Ver Dretske 1981 y Alston 1991 para indicaciones de cuan amplia es la noción de percepción.
9
La necesidad de “si” ya se ha sugerido aquí: un duplicado mío, en el momento de la creación, me conocería por
predisposición mucho ahora de lo que yo sé por la memoria (no todo, por supuesto, porque algo depende de mi historia
real y él no tiene ninguna historia hasta ahora); pero es confuso cómo esto depende de la memoria. Quizás debemos
decir que no depende de acordarse-por lo tanto no requiere la operación de la memoria- sino depende de la capacidad
de memorizar, puesto que no sería verdad para mí que si necesitara traer cierto ítem de conocimiento a mi mente, a
epistémica en un importante sentido. Pero seguramente uno no puede conocer
cualquier cosa desde la memoria sin volver a conocerlo a través de alguna otra fuente.
Si lo recordamos y de tal modo lo que conocemos, lo conocimos; y debemos haber
vuelto a conocerlo a través digamos, por ejemplo, la percepción o el razonamiento.10

Sin embargo, si la memoria no es una fuente básica de conocimiento, seguramente es


una fuente básica de racionalidad teórica (y de justificación para la creencia). Justo
cómo juega este rol no es fácil de capturar. Pero considere que cree que llamó por
teléfono la semana pasada a un amigo. Hay una manera de que esta creencia pueda
presentarse a uno mismo - o por lo menos su objeto proposicional - confiriendo un
cierto grado de justificación a la creencia (pienso que puede conferir lo suficiente para
permitir que la creencia se constituya en conocimiento si uno está en lo correcto y no
hay rechazo del supuesto propio conocimiento, pero no hay ninguna necesidad de
intentar demostrar eso aquí). Alguien puede objetar que es solamente en virtud del
conocimiento, a través de la conciencia y de las imágenes que recordamos que
podemos justificar tal creencia, pero yo dudo mucho de esto11. Un proposición
recordada puede emerger en la conciencia sin la ayuda de imágenes y a menudo
espontáneamente, sobre la necesidad de la proposición de responder a una pregunta
sobre el tema relevante o como una premisa de un argumento que se puede haber
visto con la necesidad para justificar una demanda que uno ha hecho.

Teniendo en cuenta las puntualizaciones hechos hasta ahora sobre la memoria,


sugiero que es una fuente esencial de conocimiento y una fuente básica de
justificación. En el primer caso es preservadora, conservando el conocimiento ya
ganado; en el último es generativo, produciendo la justificación no adquirida de otra
forma. Dado la manera en que la memoria puede preservar creencia y de hecho
conocimiento - reteniendo a ellos incluso cuando cualquier premisa que pudimos
inicialmente haber tenido como una base para ellas, es olvidada - es otra capacidad
epistémica positiva. Puede ser una fuente preservadora de conocimiento básico
incluso sin ser una fuente básica de él. El conocimiento desde la memoria no necesita
estar basado (inferencialmente) sobre otro conocimiento o creencia y por lo tanto
puede ser básico; pero puesto que el conocimiento se debe adquirir de otra fuente, la
memoria depende operacionalmente de esa fuente y no es una fuente básica del
conocimiento básico en cuestión. La memoria puede, entonces, producir conocimiento
que es básico en orden de comprensión aunque la misma memoria no es básica en
orden de sus fuentes.

Conciencia

La conciencia ya ha sido mencionada como fuente básica de creencia racional (y de


conocimiento). Parece claro que cualquier tipo de experiencia puede producir creencia
racional, es conciencia introspectiva de los que se presenta en nuestra mente. Incluso

menos que tenga suficiente capacidad de memorizar para retenerla hasta el momento de necesitarla, e.g., buscar un
número de teléfono que yo quiera,en el momento “próximo”, en el cual lo traigo a mi mente.
10
Concedido, podría por la capacidad de memoria creer en p pero no conocerlo (digamos, teniendo muy poca
evidencia) y después de que usted me dijo ese p. Pero si ahora lo conozco, será en base de su testimonio; no conozco
esto desde la memoria hasta que conserve el conocimiento y no solo la creencia. La creencia desde la memoria puede
llegar a ser instantáneamente conocida, pero no se convierte instantáneamente en conocimiento desde la memoria.
11
Para una discusión detallada de la epistemología de la memoria, con muchas referencias a la literatura relevante, ver
Audi 1995b.
los filósofos que tomaron el dolor dándole el debido escepticismo, tal como David
Hume, no niegan que tenemos conocimiento - probablemente conocimiento no
inferencial - de nuestra propia vida mental actual.12

Suponga que los que nieguen una aproximación el realismo directo de la visión que
percibimos objetos externos sin la mediación de objetos que constituyen
representaciones mentales de ellos – están en lo correcto y que alguna forma de
realismo representativo (la visión de la mediación solo bosquejada) es cierta. Entonces
es solamente con conciencia del mundo interno- o por lo menos de que cualquiera
puede existir “en” la conciencia - es una fuente perceptiva básica, puesto que la
percepción externa (conciencia del mundo externo) no es una fuente básica. Pero el
mundo interno es un reino muy importante. Puede incluir objetos abstractos, tales
como números y conceptos, así como sensaciones, pensamientos y otras entidades
mentales. (Esto no implicaría que los objetos abstractos son mentales; el sentido en el
cual están en el mundo interno es una cuestión de su accesibilidad directa al
pensamiento, no de su modo de existencia.). Y para los que no son escépticos, incluso
si no percibimos directamente objetos externos, podemos todavía tener conocimiento
de ellos a través de la experiencia perceptiva que, como la experiencia del sentido de
los datos, los representa.

Razón

Cuando comenzamos a razonar, hay, como con la memoria, una necesidad de aclarar
qué aspectos de esta capacidad general nos preocupa. Como la “memoria,” el término
“razón” puede designar cosas muy diferentes. Una es la reflexión, otra el
razonamiento, otra la comprensión y otra aún la intuición. Reflexionamos sobre un
tema, razonamos desde una hipótesis para ver lo que implica, comprendemos un
concepto o proposición (a veces sólo después de la reflexión), e intuimos ciertas
verdades. Éstos son sólo ejemplos y hay superposiciones. Algunos de los objetos en
cuestión deben ser entendidos (adecuadamente, aunque no perfectamente) si van a
ser un objeto de la razón, y comprendiendo la verdad de una proposición - digamos p -
que una intuición puede requerir reflexionar sobre esto: la comprensión puede no venir
rápidamente o incluso fácilmente.

Ayudará el enfocarse en un ejemplo simple. Considere la verdad lógica que si todos


los seres humanos son vulnerables y todos los seres vulnerables necesitan protección,
entonces todos los seres humanos necesitan protección. Podemos razonar desde las
“premisas” (expresado en la cláusula si ) a la “conclusión” (expresada en la cláusula
entonces), pero un uso enérgico de esta sentencia condicional no necesita representar
un argumento dado. Por otra parte, la proposición que expresa no es del tipo que
(normalmente) sea conocida por el razonamiento. Debería ser normalmente creído
racionalmente (y conocido) por “intuición” o, en el caso en el cual tal aprehensión
directa de la verdad no viene fácilmente a una persona, por la reflexión que produce
indirectamente la comprensión. (la conclusión - que todos los seres humanos

12
Considere, e.g., la extraordinaria afirmación de Hume del acceso privilegiado en el Treatise “Desde que todas las
acciones y sensaciones de la mente son conocidas por nuestra conciencia, deben aparecer necesariamente en cada
detalle de lo que son, y ser lo que parecen” (1978, libro 1, parte 4, 190). Esta demanda de doble entrada (double-
barreled) se discute detalladamente en Audi 1998, cap. 3. -
necesitan protección - puede por supuesto ser conocida enteramente sobre la base del
razonar desde las premisas. El conocimiento de uno depende entonces del
conocimiento que uno tenga de ellos, y de que ese conocimiento requiere
seguramente confianza sobre una fuente básica diferente. Pero la proposición en
cuestión es el condicional que conecta las premisas con la conclusión y el
conocimiento de que no se requiere conocimiento del primero ni del último)

Razonamiento

Resulta entonces, que el “razonamiento” no es un buen término para la fuente básica


del razonamiento lógico que estamos considerando. De hecho, si distinguimos
razonamiento de reflexión de un tipo que produce conocimiento que p aparte de
descanse sobre premisas independientes, es mejor no utilizar “razonamiento” en la
descripción de esta fuente. Lo que parece fundamental sobre la fuente es que cuando
el conocimiento de, o la justificación para creer, una proposición proviene de esto, esto
deriva de un ejercicio de la razón con respecto a la proposición. Esto no puede tardar
más tiempo que el requerido para entender una sentencia que expresa la proposición
(la que no puede ser virtualmente ninguna; no necesitamos suponer que toda
consideración de proposiciones están mediadas lingüísticamente, como opuesta en
algún sentido con lo conceptual). Aquí es natural hablar de intuición. Pero la
proposición puede no ser fácilmente comprensible, como (para algunas personas) es
el caso con la proposición que si p exige q y q exige r, y tanto no-q o no-r es el caso,
entonces es falso p. en este caso es más natural hablar de reflexión. En cualquier
caso la fuente parece operar produciendo un grado adecuado de comprensión de la
proposición en cuestión y de tal modo conocimiento. No parece depender
(positivamente) de ninguna otra fuente y esta plausiblemente es considerada básica.13

También parece claro que la razón es una fuente básica de creencia racional (como de
justificación y conocimiento). Tales simples verdades lógicas como aquellas con la
forma de “Si todo As son igual Bs y todas las Bs son Cs, entonces todas las As son
iguales que Cs” pueden ser ambas creídas justificadamente y simplemente conocida
en base de comprenderlas (adecuadamente). Al menos en la gran mayoría de los
casos en los cuales la razón produce conocimiento, aparentemente también produce
justificación. Puede, sin embargo, producir justificación para una creencia sin basar
esa creencia de una manera que lo haga un caso de conocimiento. Esto puede ocurrir
incluso cuando la creencia es cierta14.

El tipo más común de creencias justificadas que no constituyen conocimiento no son


verdaderas. La reflexión cuidadosa puede hacer que una proposición parezca
altamente plausible incluso cuando la reflexión posterior demuestra que es falsa. Si
estamos hablando solamente de racionalidad (y de justificación) prima facie (por lo
tanto rechazable), hay muchos ejemplos en lógica y matemáticas. Considere la

13
El tipo relevante de comprensión y las nociones de conocimiento previo y de la justificación en general se discuten
detalladamente en Audi 1998, cap 4 y Audi 1999b.
14
Por ejemplo, uno puede mirar para el cual tengo razones para pensar que está andando. Suponga que uno sabe
que es aproximadamente las diez. Si es las diez justas cuando uno mira el reloj, uno puede teenr una creencia
justificada verdadera que es casi las diez, pero no sabe esto. Un breve tratamiento de tales casos y muchas referencias
a la literatura se dan en Audi 1998, cap. 8.
paradoja de Russell.15 Pareciera haber un tipo de cosas que no son cucharitas a las
que se adiciona un tipo de cucharitas. El último tipo, sin embargo, no es claramente
una cucharita, puesto que es un tipo. Así pues, no es una cucharita y por lo tanto un
miembro de sí mismo. Lo mismo se sostiene para la clase que no son filósofos: no
siendo un filósofo, es un miembro de sí mismo. Ahora parece que debe haber un tipo
de tales tipos – un tipo de todos y solo aquellos tipos que no son miembros de sí
mismos. Pero no puede haber uno: este tipo sería un miembro de sí mismo si y sólo si
no es un miembro de sí mismo. Así, aparentemente, en base de un ejercicio de la
razón, lo cierto puede ser falso.

Puede objetarse que esto es solamente inferencial, que uno podría creer que hay una
clase de todos y solamente las clases que no son miembros de sí mismos y que por lo
tanto esto no sólo es en base de la operación de la razón que uno debería creer esto.
Pero seguramente podemos tomar el razonamiento de ser una clase de tal operación,
particularmente de razonamiento deductivo. Es verdad que el tipo básico de
conocimiento o de justificación producida por una fuente cualquiera no es inferencial;
no hay buena razón, sin embargo, para reglar que las inferencias no pueden ser
incluidas entre las operaciones de la razón.

Para estar seguro, sigue estando todavía la pregunta de si la inferencia depende de la


operación de la memoria, en el sentido que uno puede extraer una inferencia desde
una proposición solamente si uno la recuerda. Esto parece falso. Uno puede sostener
algunas premisas simples antes de decidirse y al mismo tiempo sacar una inferencia
de ellas. Las personas varían en las capacidades de memoria inferenciales relevantes,
como podemos denominarlas. Si admitimos que la racionalidad (o el conocimiento o la
justificación) que deriva de inferencias simples tales como aquellas en cuestión no
necesita depender de la memoria, podemos concluir que puede ser sobre la base de la
razón inferencial que la proposición en cuestión será creída racionalmente. Es un tema
contingente si tal inferencia depende de la operación de la memoria. Si uno debe
anotar las premisas para no perderlas de vista, (a menos que la representación visual
u otra representación sensorial de ellas no permita tenerlas en mente mientras se saca
inferencia). Sin embargo, si uno puede contemplar conjuntamente las premisas y la
conclusión y en ese momento considerar su relación lógica, no lo es. La distinción
entre estos dos casos no es nítida, sino que frecuentemente es bastante clara.16

Falibilidad (error) y Rechazo (defeasibility)

Incluso la razón no debe ser considerada una fuente infalible de racionalidad (o de


justificación o de conocimiento): una fuente cuya deliberación cognitiva sea cierta. Uno
podría pensar muy superficialmente cuando uno debería conocer mejor, o inferir una
conclusión que obviamente no se cumple. En muchos de tales casos uno puede
formar una creencia falsa. También se puede formar una creencia que incluso no sea

15
Hay una gran cantidad de literatura sobre la paradoja de Beltrán Russell y sobre las teorías de los tipos ideales,
inicialmente por él, para ocuparse de ella. Un informe breve se proporciona en Barker 1964, 83-89.
16
Así, para dios o para cualquiera que tenga una capacidad de memoria infinita, ningún uso de la razón depende
esencialmente del ejercicio de la memoria. Puede ser que agregue incluso que si los puntos tomados aquí sobre
inferencia y memoria están equivocados, el punto total de que la razón puede basar la justificación para p sin producir
conocimiento de el se puede ilustrar para muchos otros casos, probablemente incluyendo que la proposición que
algunas clases son miembros de sí mismos (ya que ésta expresa un error tipo (type-error).
racional (Aunque tampoco se necesita ser claramente irracional- estoy pensando en
casos de dejadez o de falta de atención que ocurren sin una ofensa evidente contra la
razón). Llamar a una fuente básica es afirmar una medida de autonomía epistémica;
no es dar una amplia garantía epistémica. Quizás no es obvio que cada “liberación
cognitiva” de una fuente básica tiene prima facie racionalidad (o justificación prima
facie); pero esta es una visión plausible, si (1) tomamos una liberación cognitiva de
una fuente que es una creencia basada en ella y no meramente causada por ella, y (2)
permitir que una creencia puede ser racional a prima facie incluso cuando su
racionalidad es ampliamente eliminada. Déjenos suponer (1) y (2). Claramente esto no
exigiría una racionalidad irrevocable (o una justificación irrevocable). Si suponemos,
entonces, que no habría creencia racional (o conocimiento o justificación) sin fuentes
básicas de ella, todavía no podemos razonablemente concluir que cada creencia que
esas fuentes entregan es racional tras pensarla (o justificada tras pensarla o, si es
cierta, constituye conocimiento).

Para estar seguros, incluso simples verdades lógicas pueden ser creídas
racionalmente (o conocidas) sobre la base de testimonios, como si alguien primero
lentamente lógicamente comienza a conocer a través del testimonio de un profesor.
Aquí la base inmediata de la creencia, el testimonio, es empírica. Pero, ¿pueden tales
verdades ser conocidas o creídas justificadamente dependiendo sobre la razón de
alguien en algún momento? Parecería que el profesor debe depender de él, o del
testimonio de alguien que lo da, o que por lo menos debe confiar en el testimonio de
algún otro quien depende de la razón, y así sucesivamente hasta que logremos alguna
otra persona que lo conozca a priori17. El conocimiento a través del testimonio,
entonces, aún si es directo en el sentido de “sin inferencias,” se puede llamar
secundario, en contraste con la clase que no depende (en la forma que lo hace
característicamente el conocimiento basado en testimonio) o cualquier otro
conocimiento (o creencia justificada) y es en ese sentido primario.

¿Puede ser que, sin embargo, hagamos el reclamo paralelo para los casos
perceptivos e introspectivos? ¿Podría cualquier persona, por ejemplo, conocer los
colores y sentir las cosas si no tiene conocimiento perceptivo? Si suponemos la
posibilidad de un Dios omnipotente y omnisciente, puede ser que tengamos que
conceder que Dios podría conocer esta clase de cosas en virtud del conocimiento de
la creación de las cosas conocidas (en su totalidad) por Dios con estos colores y
texturas. No obstante, ¿Incluso Dios no tendría que conocer que estas propiedades
son las preferidas para crear las cosas en cuestión con conocimiento completo de la
naturaleza de las cosas así creadas? Supongamos eso. Puede decirse que este
conocimiento es de una clase fenomenal; si es así, el punto demostraría solamente
que para cierto tipo de conciencia del conocimiento es una fuente única: la única clase
capaz de entregarla. Quizás es única y quizás lo mismo se sostendría para las
creencias racionales de los tipos de proposiciones en cuestión. Si la razón y la
conciencia no son sólo básicas, sino también las únicas fuentes únicas, uno puede
entender porqué ambas figuras son tan cruciales en la epistemología de Descartes, o
de hecho cualquier filósofo para quien lo que es accesible a la experiencia consciente

17
Este punto debe ser calificado si W. V. Quine está en lo correcto al negar que hay una distinción viable entre lo
empírico y lo a priori - al menos tendría que hablar en términos de, digamos, diferencias de grado. Para críticas
exhaustivas a Quine, ver BonJour 1998, y para la noción de justificación a priori ver también Audi 1999b.
y al pensamiento es epistémicamente fundamental en la manera de gran alcance que
está implicada por la combinación de ser básica y única.

Testimonio

Las cuatro fuentes básicas estándar no incluyen el testimonio. Pero he indicado un


importante rol epistemológico de él. Es correctamente tomado como una fuente de un
gran número de nuestras creencias racionales. En la vida humana como la
conocemos, el testimonio (en el sentido amplio de las cosas que nos dicen las
personas) es esencial para la racionalidad de una enorme proporción de nuestras
creencias acerca del mundo. No es, sin embargo, una fuente básica de racionalidad
teórica. Para algunas cosas, puede producir creencias justificadas (o conocimiento) en
el recipiente solamente si es percibido por esa persona, digamos oído o leído. Las
fuentes básicas, por el contrario, funcionan autónomamente en sus dominios
respectivos. Hay mucho para decir sobre cómo el testimonio figura en los fundamentos
de la racionalidad teórica. Decir que no es básico es para describir cómo funciona;
esto no es en absoluto disminuir el alcance o la importancia de su rol. Es hora, sin
embargo, de considerar una tipo diferente de fuente.

II. COHERENCIA

Una alternativa a la posición desarrollada hasta ahora es que una fuente importante de
racionalidad teórica y quizás la fuente básica de ella - particularmente bajo la forma de
justificación de creencia - es la coherencia entre las propias creencias. Considere mi
creencia de que el equipo local ha ganado un partido de fútbol, basado en escuchar a
algunos que festejaban cuando el juego estaba por finalizar. ¿No está mi creencia de
que han ganado justificada por su coherencia con la creencia que la gente celebra
ruidosamente las victorias de futbol?, ¿No hay otra explicación de los ruidos de
celebración, de que he notado antes tal patrón en casos de victoria? Y suponga que
pierdo la justificación, debido a evidencia que la debilita, cuando repentinamente veo
repentinamente una fiesta de boda. ¿No es debilitada la justificación de mi creencia de
que el equipo local ganó principalmente por su incoherencia con mi actual creencia
que de que el ruido es de una fiesta de boda? Exploremos el rol de la coherencia en la
justificación.

Coherencia, incoherencia y falta de coherencia (Noncoherence)

Es difícil decir qué constituye coherencia. La noción es evasiva y hay informes con
grandes variaciones.18 Pero para muchos está claro: no podemos evaluar el rol de la
coherencia en la justificación a menos que distingamos la tesis de que la coherencia
es una fuente básica de justificación de la tesis de que la incoherencia puede rechazar
la justificación. El poder de rechazar es destructivo; el poder de proporcionar las bases
es constructivo. Para ver que el poder destructivo de la incoherencia no implica que la
coherencia tiene algún poder constructivo básico, debemos primero observar que la
incoherencia no es contradictoria de la coherencia, es simplemente su ausencia. Es

18
Para algunos informes importantes ver Harman 1973, Lehrer 1974, Davidson 1983, y BonJour 1985; y para muchas
discusiones críticas ver Bender 1989. Debe observarse que en BonJour 1999, BonJour ha abandonado desde
entonces el coherentismo.
algo con un carácter definitivo negativo: dos creencias que son lógica y
semánticamente irrelevantes una con la otra, tal como mi creencia de que el sol es
brillante y de que estoy pensando acerca de las fuentes de conocimiento, no son ni
mutuamente coherentes ni mutuamente incoherentes. Son simplemente sin
coherencia (noncoherence). El paradigma de incoherencia es de una inconsistencia
lógica evidente; la coherencia positiva es ampliamente tomada como mucho más que
la que consistencia mutua, pero mucho menos que vinculación mutua.

Claramente, que la incoherencia puede rechazar la justificación no implica que la


coherencia puede crearla. Si la crea (lo que está lejos de ser obvio), este punto parece
complicado debido a que cualquier coherencia plausible se invoca como fuente de
justificación, una o más de las cuatro fuentes estándar funcionan aparentemente de
una manera que provee una explicación de acuerdo la cual tanto la coherencia como
la justificación surgen de los mismos elementos responsables por nosotros de lo que
podemos llamar bien fundamentado (well-groundedness) de la creencia en cuestión.19
Esto es visto mejor a través de casos.

Considere mi creencia que una sirena está sonando, basado en el escuchar el


distintivo estridencia creciente. Esto parece estar justificado por las impresiones
auditivas relevantes, conjuntamente con información de base acerca de que indica el
correspondiente sonido. Sin embargo, si adquiero una creencia justificada de que
alguien está creando por imitación el fuerte sonido, mi justificación para creer que una
sirena está sonando sería debilitada por la incoherencia actual en mi sistema de
creencia. ¿El poder de rechazo de la incoherencia implica que mi justificación original
requiere coherencia entre mis creencias, incluyendo la creencia que nadie está
haciendo eso? ¿Incluso uno debería tener esa creencia en tal caso? Seguramente no
sería normal tenerla cuando no hay ocasión para sospechar tal cosa. Pero suponga
que la creencia fuera requerida. Observe cuántas creencias necesitaría para alcanzar
coherencia de una magnitud suficiente para ser incluso un candidato plausible para
generar la justificación en cuestión, por ejemplo que mi oído es normal, que no hay
ninguna otra máquina cerca que haga el mismo crispante sonido - no está
absolutamente claro hasta dónde se debe llegar. ¿Formamos incluso muchas
creencias en los casos normales en los cuales adquirimos creencias justificadas del
tipo ordinario en cuestión? Pensar así es caer víctima de una clase de intelectualismo
acerca de la mente que ha afligido a las teorías coherentistas e informes de oposición
a tal justificación.20

Otra analogía puede ayudar a demostrar cómo la incoherencia puede ser una
refutación de la justificación sin (1) su ausencia, (2) creencia que está ausente, o (3) la
justificación por creer que algo es efecto siendo una fuente de justificación. El trabajo
propio puede ser la fuente de sus ingresos, vulnerable en una depresión económica
severa, dado que esta puede eliminar el trabajote uno. A esto no le sigue que la
ausencia de una depresión es una fuente de ingresos para uno. Sseguramente no es
así. Incluso las situaciones económicas positivas no son una fuente, aunque la fuente

19
Esto se sugiere y en un cierto grado se argumenta en Audi 1998 y 2001.
20
Que no formamos creencia de todas las clases que a veces pensamos formar- particularmente todo aquellas que
tendríamos si creyéramos que fácilmente consentiríamos simplemente considerar - se discute detalladamente en Audi
1994.
de ingresos dependa de ellas. La idea de dependencia (positiva) es central en la
comprensión de una fuente.

Debe concederse que hay un sentido negativo en el cuál el trabajo de uno depende de
la ausencia de una depresión; pero esa clase de dependencia- un tipo de
vulnerabilidad - es una condición demasiado negativa para contar como fuente (mucho
menos una base) de ingresos. Incluso una buena economía no le da a uno un ingreso.
Ni explica porqué uno tiene el ingreso. De manera similar, puede ser que digamos que
la justificación de uno depende negativamente de la ausencia de refutación y depende
positivamente de las propias fuentes. Pero la dependencia negativa de la incoherencia
no implica dependencia positiva de cualquier cosa en particular, incluyendo la
coherencia, como fuente, no más que una dependencia negativa de los ingresos de la
ausencia de una depresión implica cualquier fuente particular de ese ingreso.

Posibilitadores Epistémicos versus Bases Epistémicas

Nada puede servir como fuente para cualquier cosa sin la existencia indefinida de
muchas condiciones posibilitadoras. Algunas de éstas son conceptuales. Uno puede,
por ejemplo, ser incapaz de creer una proposición incluso cuando la evidencia de ella
está al frente de uno. Si un niño no tiene ningún concepto de un registrador de vuelo,
ver uno quitado de los restos de un aeroplano no funcionará como una fuente de
justificación para la proposición de que fue recuperado. Otras condiciones
posibilitadoras son psicológicas, referentes a nuestras disposiciones relevantes para
formar creencias. Si mis receptores sensoriales están funcionando incorrectamente, o
no respondo a sus indicaciones formando creencias de la manera normal, entonces
puedo fracasar en estar justificado en ciertas creencias perceptivas. De esta manera,
las variables contextuales son cruciales para determinar si una creencia es racional en
un caso dado (o justificada); pero este punto es uno en que tanto las visiones bien
fundamentadas (wellgroundedness) (y en ese sentido “fundacionalista”
(foundationalism 21) y las visiones coherentistas pueden tener cabida.

Especificar una fuente proporciona tanto una explicación genética de donde viene una
cosa como por suministrar una base, una explicación contemporánea de porqué esto
es así; las condiciones posibilitadoras, por el contrario, no proporcionan ni una cosa ni
la otra. Tomados conjuntamente, explican sus posibilidades, pero no su génesis o su
carácter. No es ni correcto ni iluminador teóricamente inferir la ausencia de las
condiciones posibilitadoras como parte de la fuente o como base. Son imprescindibles,
pero su rol se debe entender en términos de la teoría de revocabilidad (defeasibility)
más que de la teoría de fuentes o de bases positivas.

La importancia de la incoherencia como rechazador de la justificación, entonces, no es


una buena razón para tomar a la coherencia como fuente de justificación. Esto no
implica de ninguna manera que la justificación no tiene ninguna relación importante
con la coherencia. De hecho, al menos normalmente, las creencias justificadas se
conectan, en uno u otro sentido intuitivo, con otras creencias que uno tiene,

21
Foundationalism es cualquier teoría en epistemología (típicamente, teorías de justificación, pero también de
conocimiento) que mantiene que las creencias están justificadas (conocidas, etc.) basados sobre lo que denominamos
creencias básicas (también comúnmente denominadas creencias fundacionales).
típicamente otras creencias justificadas. Ciertamente, dondequiera que haya una
justificación para creer algo, al menos tiende a haber justificación para creer una
cantidad de proposiciones relacionadas y de hecho para creer un conjunto coherente
de ellas. Esto se ve fácilmente reflexionando sobre el punto que una simple
experiencia perceptiva proporciona información suficiente para justificar muchas
creencias: hay allí ante mí un camino, que alguien hace sonar la bocina en él, que esta
serenata es más ruidosa que mi radio, y mucho más.

El concepto de fuentes de creencia racional (y del conocimiento y de la justificación)


que he bosquejado proporciona una manera de explicar porqué la coherencia
aparentemente acompaña las creencias racionales y justificadas - reales e hipotéticas
– a saber la racionalidad y la justificación están en última instancia basadas en las
mismas fuentes básicas. En formas suficientemente ricas, la coherencia puede, tengo
que decir que para todos, comúnmente ser una señal de racionalidad y de justificación:
una indicación de su presencia. Sin embargo, la concepción de coherencia de la
racionalidad y de la justificación, no explica bien porqué aparentemente dependen de
las fuentes estándar. De hecho, como una relación interna entre creencias, la
coherencia puede ser imaginada fácilmente en situaciones artificiales donde la
coherencia de las creencias no está restringida por nuestras tendencias naturales. En
principio, las ilusiones podrían producir una red de creencia tan coherente como la
evaluación de evidencia de muchos estudios.22

Coherentismo 23conceptual

Un tipo de coherencia, seguramente, es totalmente consistente con el concepto de la


mejor base (wellgroundedness) de la racionalidad teórica que viene tomado de derivar
fuentes básicas de las formas que he sugerido. Para ver esto, observe primero que
uno no puede creer una proposición sin tener los conceptos que esencialmente figuran
en ella. Lo que uno no puede entender, tampoco puede creer. Por otra parte, los
conceptos vienen, y trabajan, en familias. No funcionan atomizados. Este punto es el
centro de una teoría de la coherencia de la función conceptual: de la adquisición de

22
Si se toma como una relación interna entre creencias, su contenido no importa, ni se ajusta con la experiencia. Esta
clase de cosas ha sido ampliamente observada; ver Moser 1993 y Bender 1989 para algunos puntos relevantes y
muchas referencias.

23
Como una teoría de coherencia de la verdad (theory of truth coherentism) restringe las sentencias verdaderas a
aquellas que conviven con algún conjunto especificado de sentencias. La creencia de alguien es verdadera si y solo si
es coherente con todas o la mayoría de sus otras creencias. Usualmente, la coherencia es tomada implicando algo
más fuerte que la simple consistencia. Las declaraciones que son abarcativas y encuentran los requerimientos de la
navaja de Occam usualmente son las preferidas. Como una ilustración del principio, si las personas viven en un
universo de realidad virtual, podrían ver pájaros en los árboles que en realidad no existen. No solo los pájaros no
existen, sino que los árboles tampoco. Las personas conocen que los pájaros y los árboles están, debido a que
conviven con el resto de sus experiencias en la realidad virtual. Hablar acerca de coherencia es una forma abstracta de
hablar acerca de las cosas que las personas realmente conocen, sin preocuparse de que ellas estén o no en una
realidad virtual. Quizás la principal objeción conocida a la teoría de coherencia de la verdad es le de Bertrand Russell.
Russell mantenía que dado que tanto una creencia como su negación podría, individualmente, convivir con al menos
un conjunto de creencias, esto significa que creencias contradictorias pueden aparecer como ciertas de acuerdo a la
teoría de la coherencia, y sin embargo la teoría no trabajaría. No obstante, que muchos teóricos de la coherencia dicen
que no deben preocuparse en considerar todas las creencias posibles, sino el conjunto de creencias que las personas
realmente mantienen. El problema principal para una teoría de coherencia de la verdad, entonces, es como especificar
sólo este conjunto particular, dado que la verdad de tales creencias realmente mantenidas solo pueden ser
determinadas por medio de la coherencia.
conceptos y de su operación, notablemente en discurso, discernimiento (judgement) e
inferencia. Esta teoría- abreviando, coherentismo conceptual - es tanto plausible como
fácilmente combinada con la visión presentada aquí. Por ejemplo, no puedo creer, por
lo tanto no puedo creer racionalmente, que una sirena está sonando a menos que
tenga conceptos de la sirena y del sonido. No puedo tener éstos a menos que tenga
muchos otros conceptos, tales como los de señalización, oído y respuestas.
Concedido, ningún concepto específico necesita ser totalmente necesario y varios
conjuntos alternativos lo serán. En parte, tener un concepto (de algo perceptible) debe
(por lo menos para las personas remotamente normales) estar dispuesto a formar
creencias bajo estímulos sensoriales apropiados, digamos creer en un espécimen de
la cosa que se presenta cuando uno puede verla y preguntar si hay tal cosa cerca. Así,
debe esperarse de nuevo que de una sola experiencia perceptiva, muchas
proposiciones conectadas estarán justificadas para el que percibe.
La teoría de la coherencia de función conceptual pertenece más a la semántica y a la
filosofía de la mente que a la epistemología. Pero tiene profundas implicaciones
epistemológicas. Que los conceptos se adquieren en relaciones mutuas puede implicar
que no se presenten la racionalidad y la justificación de forma atomizada, en una
creencia aislada cada vez (o deseo o intención). De esa manera mínima, pueden estar
“cargados de teoría” - aunque el término es engañoso al sugerir que el tener una
familia de conceptos exige tener una teoría. Nada de esto implica, sin embargo, que
una vez que una persona adquiere la capacidad conceptual necesaria para alcanzar la
justificación, la justificación no puede derivar de una fuente a la vez (ni necesitamos
suponer que la formación de conceptos se desarrolla antes que, o sin tener en cuenta,
la formación de creencia racional). Esta teoría de adquisición conceptual y de
competencia es también muy consistente con la visión que, lejos de la derivación de
coherencia, la justificación, en virtud de la manera que se basa en sus fuentes, trae
coherencia con ella.

III. RACIONALIDAD TEÓRICA Y LA ESTRUCTURA DE LA COGNICIÓN

Hemos visto qué tipos de fundamentos basan la racionalidad de las creencias y, a


menudo, también de la justificación y del conocimiento. Pero una persona no alcanza
racionalidad teórica simplemente por tener creencias basadas apropiadamente en una
o incluso en todas las fuentes básicas. Aquellas creencias son, como vimos, sin
inferencias. Si nunca formáramos creencia en base de ellas, sería como si pusiéramos
sólo los cimientos de un edificio y nunca levantáramos ni una sola historia sobre ellas.
Incluso si uno podría simplemente sobrevivir en la tierra, hay mucho que no puede ser
visto sin ascender a niveles más altos. Algunas cosas no podemos conocerlas o
incluso creerlas racionalmente excepto por inferencia (o a través de un proceso de
construcción similar) de lo que creemos a través de las fuentes básicas. La percepción
solamente, por ejemplo, no produce ninguna teoría, y la intuición sin la ayuda de la
inferencia, incluso si proporciona las premisas para las ramas de las matemáticas, no
produce automáticamente ningún teorema.

Inferencia y conocimiento previo inferencial

Principalmente debido a que la inferencia es tan penetrante en nuestras vidas como


seres racionales que el razonamiento es considerado tan importante para nuestra
racionalidad. La inferencia es un caso central del razonamiento y, si el último término
se utiliza estrictamente y se contrasta con “pensamiento,” podría decirse que es el
único caso. He sugerido ya que no se requiere ningún proceso de razonamiento para
una creencia basada, de una manera inferencial, en una o muchas más; pero de
hecho sería en el mejor de los casos anormal para cualquiera de nosotros no razonar
nunca, aproximadamente concebido y pasajero, bajo la guía de un principio apropiado,
desde considerar una o más proposiciones (“premisas") hacia otra (“la conclusión").
No podemos decir “por lo menos una proposición creída,” debido a que hay inferencias
que simplemente hacemos para ver qué sigue desde algo - a veces con el objeto de
refutarlo derivando una contradicción. Aquí podemos hacer una inferencia sin
formación de creencia: inferimos la contradicción sólo para rechazarlo y de hecho de
tal modo inferir (y creer) la negación de la proposición testeada. Y no podemos decir
que la persona debe creer el principio apropiado, puesto que uno puede ser guiado por
un principio que apenas está poniendo a prueba o, como es que común con los niños
al aprender a razonar, uno puede ser guiado por un principio que uno no puede
formular y antes de que uno lo haya internalizado de la manera requerida para creerlo.

No hay un límite preciso al número de creencias que se pueden basar


inferencialmente sobre creencias que son “básicas” en el sentido de “sin inferencias,” y
no hay límite a la longitud de una cadena de inferencias. Uno puede inferir
conclusiones desde conclusiones propias, otras conclusiones de ellas y así
sucesivamente. Nuestra racionalidad no es directamente proporcional al número de
creencias que tenemos, ni incluso a la cantidad pura de nuestras creencias racionales
o conocimiento. Algunas creencias racionales y conocimiento son triviales, dicen que
hay más de una mancha de polvo en esta habitación. Por otra parte, una persona
quien es teóricamente racional debe tener un sistema de creencia con ciertas
características estructurales. Déjenme describir esquemáticamente éstas.

He indicado ya que debe esperarse un cierto grado de coherencia entre creencias en


personas racionales. Podemos agregar que en igualdad de circunstancias, un conjunto
más coherente de creencias tienden a ser globalmente más racionales y anunciar
mayor racionalidad en su poseedor que un conjunto menos coherente. Pero hay otro
punto de mayor importancia. Hay un sentido en el cual las creencias racionales deben
conectarse con la experiencia. Si he experimentando visualmente la impresión negra
sobre un papel blanco, debo (normalmente) creer que tal impresión está antes mí, al
menos si considero que es así; y (normalmente) no debo creer que estoy viendo una
impresión roja. Si el trueno hace vibrar las ventanas, normalmente debo creer que
están vibrando, o algo con ese efecto. La experiencia del mundo interno es semejante
a una base con la cual las creencias racionales deben normalmente conectarse. Si
estoy recitando silenciosamente algunas líneas de poesía, entonces (al menos si
considero que interesa) debo creer normalmente que estoy recitando silenciosamente
algunas líneas.

Algunos modos de formación de creencia

Una forma más general de exponer este punto es decir que la formación de creencia y
de hecho la retención de creencia debe ser adecuadamente receptiva a la experiencia.
Esto no requiere que en el curso de experiencias ordinarias formemos los grandes
números de creencias que podemos formar, decir por lo menos una para todas las
verdades acerca de una habitación que en algún sentido se nos representa
perceptualmente al entrar en ella - que el sofá es azul, que hay tres alfombras
dispersas, que la silla recta es por lo menos un pie más alta que el sofá, que el
alfombrado es completo.24 Pero debemos estar dispuestos a formar creencias de las
proposiciones que nuestra experiencia actual nos las hace evidentes y no formar
creencias de contrarios obvios a aquellas proposiciones.

La clase de sensibilidad a la experiencia que estoy describiendo se puede ver como


una clase de coherencia; pero si es visualizada así, no debemos concluir que su
importancia apoya el coherentismo epistemológico, aproximadamente concebida como
la visión en que la base de la racionalidad cognitiva y de la justificación cognitiva es la
coherencia entre creencias. Esta creencia racional debe en general conectarse con la
experiencia, lejos de implicar que su coherencia mutua produce racionalidad, expresa
una restricción sobre el tipo de creencias cuya coherencia mutua es una razón para
esperar que sean racionales.25 Pera si ninguna de nuestras creencias se basa en la
experiencia - incluyendo el tipo de experiencia reflexiva que produce creencias de
proposiciones evidentes pos sí mismas - entonces cualquier conjunto coherente puede
ser considerado racional, incluyendo uno que es internamente coherente pero
inconsistente con lo que es apoyado por la experiencia de la persona, como en los
casos típicos en los cuales una enfermedad mental lleva a un sistema elaborado de
falsas ilusiones (delusions).

Fundacionalismo26 (foundationalism)

El rol de base que juega la experiencia en la determinación de la racionalidad teórica


es central para las teorías fundacionalistas de esa noción. Una clase moderada de
teoría fundacionalista de la racionalidad que parece altamente plausible dice que si
hay alguna creencia racional cualquiera, Hay alguna que no son inferenciales, y que
cualquier otra creencia racional deriva bastante de su justificación del apoyo que
recibe de una o más creencias fundacionales de modo que si (las otras cosas se
mantienen igual) pierden cualquier apoyo que tengan de otras fuentes, seguirían
siendo racionales. Por el contrario, una teoría coherentista moderada de la
racionalidad negaría que la racionalidad sin inferencias es necesaria y daría a la
coherencia entre creencias la misma importancia que el fundacionalimo da a su base
24
Esto se defiende en Audi 1994.
25
Para una crítica detallada de las teorías coherentistas que apoyan los puntos hechos aquí, ver Plantinga 1993b y
Bender 1989.
26
Fundacionalismo es alguna teoría in epistemología (típicamente, las teorías de justificación, pero también de
conocimiento) que esperan que las creencias estén justificadas (conocimiento, etc.) basadas en lo que se denominan
creencias básicas (también comúnmente llamadas creencias fundacionales). Las creencias básicas son creencias que
dan apoyo justificativo a otras creencias, y las creencias más derivadas están basadas sobre aquellas creencias más
básicas. Se dice que las creencias básicas son justificadoras por sí mismas o auto evidentes, ellas disfrutan una
garantía no inferencial (o justificación), i.e., ellas no son justificadas por otras creencias. Típicamente e históricamente,
los fundacionalistas han mantenido que las creencias básicas están justificadas por eventos mentales, tales como
experiencias, que no constituyen creencias (Estas non llamadas no doxásticos (llamemos doxástico a todo
conocimiento cuyo valor de verdad o cuya validez se funda en el sentimiento de certeza del sujeto, no en principios y
argumentos lógicos. Estados mentales), o que ellos simplemente no son el tipo de cosas que pueden ser (o necesitan
ser) justificadas. Así, generalmente, un fundacionalista puede ofrecer la siguiente teoría de justificación: una creenica
está justificada epistémicamente si y solo si (1) está justificada por una o varias creencias básicas, o (2) está justificada
por una cadena de creencias que están apoyadas por una o varias creencias básicas y sobre las que todas las otras se
basan. Una creencia básica, por otro lado, no requiere justificación debido a que es un tipo diferente de creencia que
no es fundacional.
experimental. Éste no es el lugar para comparar y contrastar las dos teorías
detalladamente; Sugiero que por algunas de las razones indicadas antes, un enfoque
fundacionalista moderado proporciona un informe más plausible de la racionalidad
teórica. Tal aproximación es compatible, y debería sumar, con externalismo epistémico
(reliabilism), epistemología de la virtud, contextualismo y otras perspectivas
epistemológicas plausibles.27

Si la racionalidad teórica requiere una cierta clase de sensibilidad a la experiencia y si


las creencias que son respuestas directas (sin inferencias) a ella son básicas en la
estructura cognitiva de uno, entonces nuestro sistema de creencia debe esperarse que
tenga ciertas características psicológicas. Algunas de nuestras creencias deben ser
sin inferencias y otras basadas en ellas. Muchos pueden basarse en una sola; muchas
básicas pueden apoyar una sola creencia. No hay aquí un límite preciso. Ni hay ningún
límite preciso a cuántos vínculos pueden haber entre un elemento básico y los
elementos basados en él.

Cambio de Creencia

El sistema de creencias propio, puede, además, cambiar enormemente en el tiempo.


Una creencia que es sin inferencia en un momento puede ser más adelante
inferencial, cuando uno ha adquirido una premisa para ella. Un creencia basada de
manera inferencial en premisas se puede conservar en la memoria mucho más tiempo
después de que las premisas se olvidaron y por lo tanto ser sin inferencias – directa
podemos decir directo desde la memoria. Donde la impresión de la memoria que basa
la creencia cumple ciertas condiciones (digamos, es firme y no tiene conflicto con
cualquier otra impresión o creencia que se tiene), la retención de la creencia puede ser
racional. Aquí tanto un tipo de coherencia y una conexión con los elementos
fundacionales son pertinentes. Por ejemplo, si la creencia es del tipo que puedo
racionalmente suponer que adquirí de evidencia adecuada, como con una creencia
fuerte en la memoria de que cierta novela es de Balzac, no tengo ninguna necesidad
de una premisa. La retención de la creencia se conecta con lo que creo
(racionalmente) sobre mi base de evidencia y las mismas impresiones de la memoria
juegan un rol positivo en basar la racionalidad de las creencias.

Dado que estoy dejando el escepticismo a un lado, estoy suponiendo que nuestras
creencias racionales, sean básicas o no, pueden ser una base adecuada para la
extensión tanto inductiva como deductiva. Podemos adquirir nuevas creencias
racionales – por ejemplo, por inferencia a la mejor explicación, como cuando
comenzamos a creer que un tren está atrasado debido a que es lo que mejor explica
porqué un visitante conferencista está atrasado para el seminario. Podemos también
adquirirlos por deducción, como cuando inferimos teoremas de los axiomas. Para estar
seguro, uno puede ser racional en retener una creencia en un nivel de confianza pero
no en uno más elevado. En general no he estado haciendo caso de esta variable, así
como de la noción relacionada de grados de creencias; pero esta noción se puede

27
24 Para una declaración de reliabilism, ver Goldman 1986; por informes de la epistemología de la virtud ver, e.g.,
Sosa 1991, Zagzebski 1996 y Greco 2000. Una breve declaración del contextualismo se da en DeRose 1992. Audi
2001 aclara cómo cada uno de estas clases de perspectiva es compatible con un fundacionalismo moderado.
explicar usando los materiales críticos que hemos estado considerando.28
Manteniendo otras cosas iguales, cuanto mejor base para p, mayor será la confianza
que uno puede racionalmente tener hacia el.

Claramente, la extensión de nuestro sistema racional de creencia puede también


ocurrir como resultado de testimonios. Hay alguna controversia sobre si las creencias
resultantes son genuinamente sin inferencias29. No veo que ellos necesitan serlo; pero
en todo caso, puesto que su fuente no es (a mi criterio) básica, son mejor concebidas
como instancias de extensión más allá de las creencias que se presenten como
respuestas a la experiencia en el reino de las fuentes básicas. Una variedad
inmensamente amplia e indefinida de creencias racionales puede presentarse del
testimonio. No cualquier testimonio es creíble, por supuesto; pero quizás puede ser
que digamos que normalmente, podemos racionalmente creer qué personas
atestiguan a menos que tengamos razones para dudar. Es un tema contingente cuan
frecuentemente se encuentra experiencia social en una persona dada

IV. EL ALCANCE DE LA RACIONALIDAD TEÓRICA

Hemos visto qué tipos de bases tienen elementos teóricamente racionales, básicos e
inferenciales, y qué tipo de estructura tiene un sistema de elementos racionales en una
persona racional. Hasta ahora, sin embargo, el alcance de la racionalidad teórica se ha
dejado abierto en gran parte. ¿Hay proposiciones, como simples verdades lógicas, que
cualquier persona racional debe creer? Y ¿Hay límites al rango de proposiciones que
puedan ser objetos de creencia racional en personas como nosotros? (Supongo que la
omnisciencia no es posible para mentes finitas como las nuestras.) Déjeme poner esto
en orden.

Creencia versus disposiciones a creer

Ya he observado que ser dirigido por un principio lógico puede al parecer preceder la
creencia de el. Por otra parte, hay proposiciones de muchas clases que una persona
racional normal creería al considerarlas, digamos (para los lectores de esta página)
que hay más de 103 letras escritas aquí. Pero aunque nuestro potencial para formar
creencias sea incalculablemente amplio, estamos altamente limitados en qué
proposiciones, particularmente verdades lógicas y proposiciones elementales hechas
obvias por nuestra experiencia, podemos no creer. No obstante, incluso si este
requisito lleva con él una fuerte disposición para creer las negaciones de esas
proposiciones, la creencia real de estas últimas no es una condición de racionalidad.
En la visión total que he estado enfatizando, la racionalidad teórica es sobretodo una
clase de sensibilidad a los fundamentos (la clase en virtud de la cual se justifican las
cogniciones). En los casos básicos, es sensibilidad a las experiencias, particularmente
a las bases experienciales; en los otros casos es sobretodo sensibilidad a las
creencias formadas sobre al base de la experiencia (el segundo caso es típicamente
uno de sensibilidad inferencial (deductiva)). Los casos básicos de sensibilidad a la
experiencia al parecer no requieren la creencia de ninguna proposición particular.

28
La noción de grado de creencia se trata detalladamente en Levi 1991, Kaplan 1996, Harman 1999 y Joyce, cap. 10,
este volumen.
29
Este tema se discute en Audi 1997. Una opinión en contraste se desarrolla en Fricker 2002.
De hecho, parece que la sensibilidad a la experiencia central para la racionalidad no
exige incluso tener creencias, sino las disposiciones a formarlas. El cerebro puede ser
manipulado de una manera tal que por un breve periodo de tiempo quede sin creer,
solamente con las capacidades y las disposiciones de formar creencia. No está claro
qué conocimiento tendría en tal momento; pero un modelo para entenderlo puede ser
un ejercicio en el cual, quizás con la ayuda de la reflexión escéptica, se suspenda el
discernimiento (judgment) sobre una proposición plausible que se está considerando.
Puede haber un límite al cual esta capacidad se puede desarrollar en una persona
racional, pero quizás con la ayuda de la manipulación de la habilidad del cerebro de no
creer se podría inducir en relación a todas las proposiciones de nuestro sistema de
creencias.

Todo lo que digamos sobre la cuestión de si una persona teóricamente racional debe
tener creencias, y de hecho algo que sea teóricamente racional, es evidente que la
pregunta central aquí se refiere a qué se requiere para una sensibilidad apropiada a la
experiencia (directa o indirecta). Si es posible para una persona no tener ninguna
creencia, sino que por el contrario solo capacidades y disposiciones convenientes para
formar creencias, entonces una persona racional no necesita tener creencias.

Algunas limitaciones sobre creencia racional

Nuestra segunda pregunta sobre el alcance de la racionalidad teórica es aún más


difícil. Puede parecer que decimos que el alcance de los elementos posibles
teóricamente racionales está limitado solamente por nuestra condición de seres finitos.
Después de todo, ¿No es posible que un Dios omnipotente pueda simplemente
dotarnos con una creencia racional de cualquier proposición que, dada nuestra
capacidad finita para entender, es comprensible para uno? Esto no es
incondicionalmente así (por lo menos en la supuesto plausible que el poder divino
opera dentro del dominio de lo lógicamente posible). No creeríamos racionalmente una
proposición simplemente porque Dios nos implantó la creencia o incluso porque es
una verdad a priori. La creencia racional (y de hecho la cognición racional de cualquier
tipo) requiere los fundamentos adecuados, no sólo la causalidad por un ser perfecto o
el contenido verdadero eminentemente creíble. Resulta, sugiero, que los límites de
nuestra creencia racional se extienden solo hasta nuestros fundamentos que confieren
racionalidad.

Dado esta dependencia de la racionalidad de los fundamentos, el alcance de la


racionalidad teórica para una persona será muy diferente del alcance para otra. Cada
uno de nosotros tiene diferentes experiencias, y la gente difiere ampliamente en los
poderes inferenciales (deductivos). Una persona intelectualmente normal, sin
embargo, debe tener una sensibilidad mínima a la experiencia-incluyendo a la
experiencia intelectual de la reflexión sobre temas simples a priori - y un mínimo poder
lógico de inferencia. Esto se ha ilustrado con respecto a la experiencia sensorial y a la
consideración de tales simples verdades a priori como que si x es más largo que y,
entonces y es más corto que X. Habría, entonces, considerable coincidencias en las
proposiciones que las personas racionales ordinarias creen racionalmente,
particularmente si comparten el mismo ambiente y son educados de manera similar.
Implícito en la concepción de la racionalidad teórica que estoy delineando está la idea
de que debería haber muchas coincidencias en las creencias racionales de las
personas que experimentan los mismos fenómenos o consideran las mismas
proposiciones evidentes por sí mismas o incluso ampliamente a priori.30 Estoy
suponiendo, por supuesto, que podemos experimentar los mismos colores y formas,
sonidos y texturas, gustos y olores, y los mismos tipos de placeres y dolores, y que
podemos considerar iguales proposiciones a priori, tales como ciertos lógicos y
matemáticos. Si esto es así, entonces no sólo hay coincidencias substanciales en la
cognición teóricamente racional de personas sensorial e intelectualmente normales;
podemos también aumentar esas coincidencias por el tipo de comunicación positiva
constituida por el testimonio y disminuirlo por ciertas clases de elaboración de nuestras
diferencias.

Condiciones finales (closure) para la racionalidad y la justificación

Hay otra pregunta que se presenta cuando consideramos el grado en el cual los
principios de racionalidad son apropiadamente modelados sobre los de la lógica. A los
filósofos, por lo menos, puede ser que les parezca que debe haber cuando menos
mucho paralelo: tanto como la implicación lógica preserva siempre la verdad, la
inferencia válida lógicamente preserva siempre la racionalidad. Si p es verdad e
implica q, entonces q es verdadera; si creo racionalmente lo primero e infiero
válidamente lo último de él (y, como es usual, lo mantengo basado en el primero),
entonces creo racionalmente el último. Ya he sugerido que este principio de cierre
(closure) (así llamado debido a que dice que la clase de creencia racional “está
cerrada” relativa a el tipo de inferencia especificada) parece sostenerse para una gran
cantidad de casos. Pero no es evidente por sí misma que no hay excepciones a él.31

El principio de cierre formula así las preocupaciones del cierre de la racionalidad para
la creencia inferencial. Pero nuestra preocupación con el alcance de la racionalidad
teórica también se extiende a qué proposiciones son racionales para una persona
(para creer). Estamos interesados no sólo en las creencias reales sino también en la
racionalidad teórica aplicada a las creencias potenciales. Bajo esta luz, podemos
sostener que si uno cree racionalmente en p, y p implica evidentemente a q, entonces
(manteniendootras cosas iguales) uno sería racional al creer en q basado en p. Hay
muchos principios de cierre que se refieren a la racionalidad teórica. Uno es que si se
tienen fundamentos sobre los cuales creer en p sería racional pero uno no cree en p,
entonces, si p evidentemente implica q, uno sería racional en creer en q en base a p
debería creer en p sobre esos fundamentos. Esto es plausible pero no evidente. Lo
que podemos decir con alguna confianza es que hay algunos principios de cierre
apropiadamente calificados- incluyendo algunos que son inductivos más que
deductivos – que nos permite ver una gran cantidad de proposiciones como
teóricamente racionales para una persona que tiene creencias racionales, o incluso
para comenzar sólo los buenos fundamentos para la creencia racional.

30
La evidencia por sí misma se analiza y se distingue de otros casos de a priori en Audi 1999b.
31
Para un intento propio que demuestre que hay excepciones, ver Audi 1995a. Para trabajos favorables de apoyo ver
Dretske 1970, Nozick 1981 y Klein 1995.
Hablando en términos más generales, podemos decir que para cualquiera con la gama
de elementos teóricamente racionales que es plausible atribuir a la mayoría de las
personas que tiene una buena educación de la escuela, la racionalidad teórica tiene
indefinidamente un alcance amplio con respecto a las proposiciones que uno puede
racionalmente creer inferencialmente extendiendo el propio sistema de creencia. Cada
fundamento para una creencia racional puede dar más de una creencia basada sobre
lo racional; cada creencia racional es una base para inferencias que pueden producir
indefinidamente muchas más creencias racionales.

La autoridad práctica de la racionalidad teórica

Una pregunta adicional debe ser brevemente tratada aquí. ¿Cuánto alcance tiene la
racionalidad teórica en temas prácticos? Esta pregunta tiene aspectos que no
podemos enfocarnos aquí, pero varios puntos se pueden hacer brevemente y
redondearán el tratamiento de la racionalidad teórica. Los presento. Una vista
extrema- a veces atribuida a Hume - es que no hay racionalidad práctica, por lo tanto
ningún fin particular debemos buscar en la vida; mas bien, la acción es guiada por
creencias, y su éxito depende sobre si satisface los deseos “básicos” del agente. Así,
si usted quiere satisfacer sus deseos, usted debe intentar tener creencias racionales
que lo guíen, puesto que éstas es más probable que sean ciertas que las irracionales.
Uno podría rechazar esta visión extrema y sostener en su lugar que las acciones (y
deseos) son totalmente racionales sobre las bases de creencias racionales reales o
potenciales. (El último caso puede ocurrir cuando uno tiene los fundamentos para
creer en A, pero no ha formado la creencia, que es en ese momento una creencia
racional potencial). Una posición más plausible sería que una acción es racional si y
sólo si la persona tiene fundamentos sobre los cuales sea teóricamente racional creer
que uno puede actuar racionalmente. Esto no requiere que la acción tenga realmente
una base en la razón teórica. También admite que un niño puede actuar racionalmente
antes de tener conceptos adecuados para formar creencias sobre la acción racional, a
diferencia de creencia acerca de medios y fines. El punto es solamente que la
racionalidad práctica es un estatus que puede ser atribuido justificadamente a las
acciones sobre la base de la razón teórica.

Una visión absolutamente diferente es que hay experiencias, tales como comer una
comida deliciosa cuando se tiene hambre, donde es racional buscar tener su propio
bienestar y hay acciones conectadas con ello, tales como comer una comida deliciosa,
que es racional realizar por su propio bien. Asociada a esta visión está la posición que
no sería racional creer que debemos tener tales experiencias si no estaban ya
“deseadas por su valor” y por lo tanto constituyan los fundamentos apropiados para la
racionalidad práctica del deseo y de la acción dirigidos hacia ellos. No necesitamos
enfatizar todas estas ideas aquí. En todo caso hay dos puntos que se sostendrían con
respecto al alcance de la racionalidad teórica en lo que se refiere a su autoridad sobre
la razón práctica. Primero, no hay dudas que la acción y el deseo deben ser guiadas
por la razón teórica, aproximadamente en el sentido que debemos ser guiados en la
búsqueda de nuestros objetivos por creencias racionales de medios-fines. En segundo
lugar, poca duda hay que si mantenemos ciertas clases de creencias negativas sobre
una acción, tal como que el realizarla será doloroso o nos causará fracasar en
conseguir cosas importantes que buscamos reflexivamente, entonces la supuesta
racionalidad práctica de la acción la rechazaría.

Entonces, la autoridad de la razón teórica sobre la razón práctica, es considerable. No


podemos alcanzar ningún destino sin una ruta, ni podemos elegir bien las rutas a
menos que seamos guiados por creencias teóricamente racionales. Por otro lado,
¿Podemos tener un mapa excelente sin tener un destino? y ¿si ninguno valiera la
pena visitar o tomar en cuenta, por qué debemos siquiera ir? ¿Si nada valiera la pena
querer o hacer a causa de lo que es, por qué debemos hacerlo? Parece inverosímil
que sería racional querer hacerlo sólo sobre la base de lo que creemos sobre él
simplemente es un medio para algo más. Sin embargo, este es un tema profundo,
particularmente si consideramos los casos de acciones requeridas por moralidad.
Afortunadamente, la acción y el deseo pueden recibir apoyo tanto desde las creencias
racionales sobre ellas como de las experiencias de sus gratificantes características
intrínsecas o de elementos suficientemente similares. Aquí tendríamos un caso de
alcance amplio por razones teóricas junto con la cooperación con elementos, tales
como experiencias agradables, que apoyan la racionalidad práctica por derecho
propio.

En este punto es natural preguntarse si una creencia puede ser racional sobre una
base práctica, cuando uno puede decir que tiene una razón práctica para llevarla a
cabo. Uno puede, por ejemplo, tener excelentes razones para pensar que creyendo
que uno sobrevivirá a una enfermedad ayudará a hacerlo. En algunas visiones, esto es
una razón pragmática para creer que uno sobrevivirá, y si lo consideramos así puede
ser que pensemos que tales razones pueden en algunos casos traducir una creencia
racional.32 Sin embargo, podemos distinguir, entre una razón de creer p y una razón
que nos hace creer en p. Es cierto que los que nos hace creer en p puede producir
una razón para creer en él - como el creer que uno sobrevivirá la enfermedad
realmente hace esto probable - pero una vez que la distinción básica entre los dos
tipos de razones se observa, parece dudoso que las razones prácticas del tipo en
cuestión - razones de la acción - pueden usarse como razones teóricas- razones para
creer.33

V. PERSONAS TEÓRICAMENTE RACIONALES

Puede parecer que una vez que entendemos la racionalidad teórica para las
cogniciones individuales, paradigmáticamente, creencias, podemos entender la noción
de una persona racional (teóricamente) simplemente especificando que una
proporción conveniente de las creencias de la persona (o al menos disposiciones a
formarlas) son racionales y- dependiendo de las experiencias de la persona - quizás
también requiere creencias de ciertas clases.

Grados de racionalidad

32
Para un tipo de caso acerca de la posibilidad de que las razones prácticas puedan apoyar la racionalidad de la
creencia, ver Foley 1993.
33
Este tema se explora y la conclusión sugerida se defiende, en Audi 1999a.
Incluso si hay desacuerdo sobre la proporción mínima requerida de creencias
racionales para la racionalidad (teórica), podríamos por lo menos definir la noción de
una persona más racional que otra (o que la misma persona en un momento diferente)
en términos del número de creencias racionales. Pero una breve reflexión demuestra
que esto no es así. Para una cosa, algunas creencias son más importantes para la
racionalidad de uno que otras. Una tonta creencia supersticiosa pudo ser una mera
mancha en un expediente cognitivo de otra manera razonable; una creencia que es
subyacente a la falacia del jugador (el que tendría, por ejemplo, un seis en una tirada
de un dado se convierte en más probable su ausencia para una docena de tiradas
sucesivas) puede manchar grandes segmentos grandes de la marca. Por otra parte,
incluso una gran cantidad de importantes creencias en los aspectos relevantes puede
exhibir poca interconexión. Piense en el enorme conocimiento matemático aislado de
creencias permitiendo sus aplicaciones (si esta desconexión es incluso posible), o de
un conjunto sutil de creencias morales en ausencia de creencias relacionadas acerca
de la psicología humana. Las personas con estos tipos de creencias desconectadas
pueden fracasar en ser teóricamente racional de una manera total.

Integración racional

Hay una clase de integración cognitiva que se requiere en una persona que sea
racional desde el punto de vista de la razón teórica, también como un requisito doble:
de una proporción adecuada de cogniciones racionales y de la ausencia de ciertos
tipos de creencias “viciadas” irracionales, tales como las que violan principios lógicos o
previenen una respuesta apropiada a los fundamentos experienciales de la creencia
racional. No hay manera de ser cuantitativo aquí, pero podemos decir que en un
extremo es racionalidad teórica mínima y en el otro la clase que sería exhibida por un
Dios perfectamente omnisciente.

Carácter razonable

Una persona teóricamente racional no necesita cumplir un elevado estándar de


racionalidad, exhibiendo una mente crítica o una buena deliberación (judgment). Entre
la racionalidad mínima y la excelencia intelectual está la razonabilidad en temas
teóricos, un estatus sobre el primero pero que no requieren la satisfacción de elevados
estándares esenciales para este último. De manera similar, una creencia puede ser
mínimamente racional, pero no razonable, como cuando alguien es influenciado por
argumentos que, aunque no sin plausibilidad, se pueden considerar como una
reflexión cuidadosa para ser engañosas. Para cada uno de estos casos, la referencia
relevante depende fuertemente de la experiencia de la persona. Cuanta más limitada
la experiencia de la persona, es menor las formas de creencia racional que debemos
esperar que tenga la persona, manteniendo iguales otras cosas. Pero en una persona
racional debe todavía haber una coherencia total no sólo dentro del sistema de
creencias, sino también entre ellas y la experiencia de la persona. Cuando este patrón
se combina con los activos intelectuales tales como perceptividad, buen juicio y una
capacidad significativa de buen razonamiento, podemos hablar de una persona
teóricamente razonable.

Racionalidad global
La razonabilidad en el dominio teórico no exige racionalidad global, tampoco los hace
el tipo que implica la racionalidad práctica. Incluso si ciertas creencias implican
motivación, no hay garantía que una persona razonable en el dominio de la creencia
tendrá suficiente motivación- y emociones y actitudes apropiadas- para calificar como
persona racional global. No podemos tener éxito como seres prácticos en ausencia de
racionalidad teórica, sino que para el éxito práctico necesitamos más. En cuanto a la
misma realización de la racionalidad teórica, las creencias verdaderas, no importa
cuán numerosas, no son suficientes; las creencias bien fundadas, no importa cuán
ricas o profundas en contenido, no implica apartarse de la integración, e incluso
cuando están integradas pueden también fracasar en producir una persona
globalmente racional. El poder lógico, en ausencia de creencias convenientemente
fundamentadas para proporcionar racionalidad tiene premisas, es como un motor sin
combustible.

Entonces, para entender en un sentido global, la racionalidad teórica requiere el tipo


de buena fundamentación de creencias que es posible solamente con una dada
experiencia sensorial y reflexiva como base; pero una integración entre las creencias
así basadas y la capacidad lógica de construir inferencialmente más allá de lo que es
necesario. Cuando la racionalidad teórica está bien desarrollada, la persona también
tendrá una medida de imaginación, de la clase que nos permite enmarcar hipótesis,
elaborar ideas e incluso construir teorías. Pero la imaginación, incluso si normalmente
anuncia un cierto grado de racionalidad teórica, puede también producir creencias o
hipótesis irracionales. Lo malo como lo bueno puede emerger de los buenos
fundamentos, pero no hay límite a lo qué se puede construir desde él, ni cualquier
dirección fija en la cual la especulación racional y los vuelos imaginativos puedan ir. La
racionalidad teórica exige algún grado de conexión entre nuestras creencias y las
fuentes básicas, y requiere alguna integración entre los elementos que se desarrollan,
no obstante grandes distancias, desde él, pero estas restricciones no son rígidas. La
racionalidad teórica es compatible con muchas tipos diferentes de contenido; puede
brotar en personas con muchas clases diferentes de disposiciones psicologicas; y
puede mejorar indefinidamente en el tiempo.

NOTAS Una versión anterior de este ensayo fue presentada en las universidades de
Francfurt y Roma, y estoy agradecido para las discusiones extensas de la audiencia
en ambas ocasiones. También quiero agradecer a Alfred Mele por los comentarios
provechosos sobre un bosquejo anterior.

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