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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD ROMULO GALLEGOS


SAN JUAN DE LOS MORROS – ESTADO GUÁRICO
AULA MÓVIL YARACUY

EL ESTRÉS SOCIAL Y LA NCIDENCIA DE ENFERMEDADES EN LAS


CONSULTAS DEL AMBULATORIO DR. NELSON GARCÍA
DE LA CRUZ ROJA VENEZOLANA

Autora: Ana Luisa Cartaya


C.I. 11.427.982

Sección: Uno

Facilitadora: Lcda.. Josefa López


Actualmente el estrés está considerado como el factor de Riesgo más
importante en la aparición de problemas de salud. Como concepto ha
alcanzado gran popularidad tanto en el lenguaje cotidiano como en la literatura
científica, por lo cual, ha estado sometido a diferentes consideraciones. Existe
actualmente la opinión generalizada de que la exposición a estresores de
diferentes naturalezas, está estrechamente relacionado con el deterioro de la
salud.

Dabelic y col (2004) estudiaron el incremento de las enfermedades


crónicas y la disminución de las infecciosas en EEUU durante el periodo de
1900 a 1953. Utilizaron dos índices para estudiar esta evolución: el nivel de
mortalidad infantil, como un indicador de la calidad de los servicios médicos, y
la tasa de suicidio, como medida de estrés. Estos autores encontraron que los
niveles de incidencia de las enfermedades crónicas (cardiovasculares y
malignas) se relacionaban más con la tasa de suicidio que con él índice de
mortalidad infantil. Basándose en ello, formularon como primer postulado de su
modelo del estrés social que la incidencia de las enfermedades crónicas varía
con el nivel de estrés inducido socialmente, resaltando también que estas
varían de forma inversa a la estabilidad y duración de las relaciones sociales.
Una característica de la investigación epidemiológica es el creciente
reconocimiento de la importancia de los factores psicológicos, especialmente la
percepción y los estilos de afrontamiento, en la etiología de numerosas
enfermedades.

En 1991, Cohen y col. demostraron que los factores ambientales pueden


tener un efecto medible sobre la salud. En este estudio realizado en Minesota,
voluntarios humanos fueron inoculados con 5 virus diferentes de catarro común
y como resultado, muchos de ellos enfermaron y otros no. La probabilidad de
enfermar con catarro fue directamente proporcional a la cantidad de estrés que
los individuos dijeron haber experimentado durante los años anteriores.
Estudios realizados en Cuba demuestran claramente una unión entre el
estrés y el desarrollo y curso de muchas enfermedades. El estrés es definido
como una condición que ocurre cuando un individuo percibe las demandas de
una situación que excede sus recursos y puede incrementar la vulnerabilidad
del organismo a ciertas enfermedades ejerciendo un efecto inmunosupresor.
Se realiza una actualización acerca de las influencias del estrés psicológico en
aquellas enfermedades que están conectadas directamente con los
mecanismos inmunológicos tales como las infecciones, las enfermedades
autoinmunes y las neoplasias, así como también su efecto sobre las
enfermedades cardiovasculares. Se señala que intervenciones psicológicas
oportunas pueden contribuir a modular la respuesta al estrés y mejorar el
comportamiento de la salud, enseñando a los individuos métodos más
adaptativos para interpretar los desafíos de la vida con respuestas más
efectivas. (Sánchez, M 2015)

Sanchez, L (2005) elaboro una investigación, que tuvo como propósito


determinar la presencia de los factores psicosociales, estrés laboral y la
sintomatología músculo esquelética en los trabajadores de una empresa de
fabricación y distribución de silenciadores para vehículos ubicada en Valencia,
Estado Carabobo. Se realizó un estudio de campo con diseño descriptivo,
cuantitativo no experimental transversal y nivel causal comparativo en una
población conformada por 130 trabajadores, de la cual se extrajo una muestra
probabilística de 39 sujetos a quienes se aplicaron los cuestionarios Mini
Psychosocial Factor (MPF), Estrés Laboral INSHT y Cuestionario Nórdico de
Síntomas Musculoesqueléticos, concluyendo que los factores psicosociales y
los estresores ocupacionales debe evaluarse y analizarse en forma sistemática
y continua a fin de cambiar políticas y/o métodos de trabajo e intervenir ante los
primeros síntomas músculo esqueléticos, los cuales pueden desencadenar
patologías crónicas que generan ausentismo y bajo desempeño, así como
ameritar la discapacidad permanente del trabajador.
Así mismo se ha investigado el efecto del estrés laboral sobre la salud
física y mental del individuo, tal como el trabajo realizado por Corredor (1998)
en el cual se estudió el estrés en residentes y adjuntos de anestesiología del
Hospital Central Universitario “Antonio María Pineda “Barquisimeto .Estado
Lara, y se concluyó que el anestesiólogo maneja factores productores de estrés
relacionados con el trabajo como tal, así como factores extralaborales
(Sociales) que contribuyen a agravar el mismo. Igualmente el trabajo realizado
por Blanco (1998), que estudió el estrés en docentes de educación primaria y
media del Estado Lara, encontrando que un importante grupo de docentes,
presentó niveles de estrés alto relacionado con la organización del trabajo.

Sin embargo, en la amplia bibliografía consultada, a nivel nacional e


internacional, se evidencia que los múltiples trabajos realizados acerca del
estrés son predominantemente en adultos y toman en cuenta el área laboral,
como factor más importante desencadenante de estrés en éste grupo etario,
conociéndose poco sobre el estrés y sus efectos en la aparición de
enfermedades

Bases Conceptuales

Estrés.
El término Estrés se deriva de una voz inglesa que significa tensión,
esfuerzo y violencia. En medicina engloba una serie de signos y síntomas que
identifica una patología conocida como “Síndrome General de Adaptación”, que
fue desarrollada por el endocrinólogo Hans Selye en 1936, y que explica el
estrés como una respuesta no específica del organismo a toda demanda que
se le haga.
Es una idea muy extendida en nuestra sociedad que el estrés, puede
llegar a producir graves problemas de salud en las personas. En esta visión se
asume una concepción negativa del estrés, como una experiencia nociva que
se debe eliminar. Sin embargo, esto no siempre es así. El estrés es un
fenómeno adaptativo de los seres humanos que contribuye, en buena medida,
a su supervivencia, a un adecuado rendimiento en sus actividades y a un
desempeño eficaz en muchas esferas de la vida. Ahora bien, lo que resulta
negativo y llega a ser nocivo es que esa experiencia sea excesiva, incontrolada
o incontrolable.

El estrés, se determina como cualquier demanda, física, psicológica o


emocional, positiva o negativa, provoca una respuesta biológica del organismo,
idéntica y estereotipada. El estrés está íntimamente unido a reacciones no
específicas de adaptación y gracias a ese Síndrome General de Adaptación,
descrito por Selye, el individuo se adapta a las condiciones cambiantes del
medio ambiente y a las diferentes circunstancias de la vida.

Ante las demandas o estímulos ambientales que la persona percibe como


peligrosos, se producen un conjunto de complejas reacciones fisiológicas y
psicológicas que según Selye, se desarrollan en tres fases: Una reacción de
alarma, donde el cuerpo da muestra de excitación generalizada; luchar o
escapar; una reacción de resistencia al estrés, donde el organismo canaliza la
respuesta hacia órganos específicos para manejar o eliminar el estrés y una
reacción de agotamiento, donde el organismo tiende a cansarse o debilitarse.

No es necesario que intervengan esas tres fases para que se pueda


hablar de síndrome general de adaptación; la mayor parte de los esfuerzos
física o mental de adaptación, las infecciones y otros agentes generadores de
estrés provocan unas modificaciones que corresponden solamente a la primera
y a la segunda fase. Solo un evento generador de estrés intenso y prolongado
desemboca en el agotamiento y en la muerte.
A mayor es la cantidad de acontecimientos productores de tensión a los
que ha estado expuesto el individuo durante cierto periodo, mayor es la
probabilidad de que contraiga enfermedad. Si embargo, a pesar de que la
relación entre el estrés y las enfermedades esta demostrada, no se le
considera necesariamente decisiva, es decir, existen individuos que enferman
sin haber soportado un gran evento en su vida, en tanto que hay personas
que han tenido que encarar acontecimientos extremadamente difíciles y no han
enfermado. Se ha demostrado por medio de estudios, que las personas que
confían en poder controlar los acontecimientos que les afectan, o al menos
tener influencia sobre ellos, que se sienten profundamente identificadas con
sus actividades, o que interpretan todo cambio como un desafió excitante que
posibilita un mayor desarrollo, convierten un hecho negativo en reacciones
positivas y no se enferman. Peiró (1999).

Igualmente, cuando se produce una relación positiva entre los


acontecimientos estresores y la enfermedad, esta no afecta un solo órgano o
sistema sino que más bien se manifiesta a través de varios trastornos
incluyendo problemas cardiacos, ansiedad, depresión e intentos de suicidio.
También, aumenta la susceptibilidad a padecer enfermedades infecciosas o
cancerigenas, tiende a alterar las actividades diarias del individuo, ya sean
sociales, hábitos de sueño y alimentación o simplemente la rutina de cuidado
diario del individuo.

Respuestas psicobiológicas al estrés.


Cada vez más, las enfermedades crónicas o de adaptación han ido
ocupando los primeros puestos entre las alteraciones causantes de muerte en
las sociedades occidentales, desplazando a otras, como las infecciosas, que
eran las causas prevalecientes en siglos anteriores. Muchas enfermedades
han sido relacionadas con el estrés propio de los estilos de vida actuales. Los
estresores provocan en el individuo, junto a las respuestas conductuales,
respuestas fisiológicas que, si se mantienen, ocasionan problemas de salud.
Por ello las respuestas psicobiológicas al estrés son generalmente
consideradas mediadores de la relación estresor – salud, atribuyéndoseles un
papel importante en las consecuencias a largo plazo del estrés. Dichas
consecuencias son conceptualizadas en términos de enfermedad, pero no hay
que dejar de lado la salud mental, así como otros aspectos relacionados con la
vulnerabilidad a los accidentes y al ausentismo laboral. Peiró (1999).

Según Valdez y Flores (1985) la aparición de determinadas enfermedades


es considerada como la consecuencia más importante, a largo plazo, de la
exposición prolongada a situaciones estresantes y de la desadaptación que
esta produce en el organismo. De hecho, a lo largo de este siglo se ha
producido un aumento de las enfermedades crónicas como enfermedades
cardiovasculares, cáncer y alteraciones psicológicas (depresión, ansiedad), que
presentan cada vez mayor incidencia social.

De acuerdo con estos autores el individuo reacciona ante situaciones de


estrés con una respuesta coordinada a nivel fisiológico y conductual. Esta
coordinación tiene lugar en el sistema nervioso central, donde se integra la
actividad motora, autonómica y endocrina por cuanto, la adaptación del
organismo se realiza a través de cuatro ejes psicofisiológicos,
psiconeuroendocrinos, psicoinmunológicos y conductuales.

Como consecuencia se produce la activación de algunos ejes y hormonas


y la inhibición de otros. El sentido de estos cambios hormonales, con
incrementos y disminución simultánea de diversas hormonas, está
estrechamente relacionado con la búsqueda de una respuesta adaptativa por
parte del organismo. En una situación de estrés agudo, el organismo moviliza
sus recursos energéticos para poder usarlos en forma inmediata. Las
catecolaminas incrementan el tono vascular y respiratorio, asegurando un
mayor y más rápido aporte de glucosa y oxigeno a los tejidos, preferentemente
a aquellos que tienen un papel más importante en la posible respuesta
conductual. Así, el sistema muscular se ve favorecido, mientras que el digestivo
ve reducido su aporte produciendo una disminución en la percepción del dolor.
Estos cambios endocrinos tienen efectos sobre la mayoría de los sistemas
orgánicos y constituyen globalmente una respuesta a la situación de estrés
agudo. La activación sostenida de este sistema fisiológico de respuesta
conlleva, sin embargo, a alteraciones en los órganos sobre los que tiene
efectos.

En cuanto al aspecto sexual la exposición prolongada al estrés inhibe las


hormonas sexuales, puede llegar a causar infertilidad en el varón, y
alteraciones en el ciclo menstrual e incluso amenorrea en la mujer. En el ámbito
psicológico, se produce una disminución del deseo sexual. Recientemente, se
está prestando especial atención a los efectos del estrés sobre el sistema
inmune principalmente los mediados por el cortisol, ya que conlleva a la
disminución de la resistencia del organismo a la enfermedad. También, se ha
resaltado el efecto negativo de los glucocorticoides en el sistema nervioso
central que se relaciona con el déficit en el aprendizaje y la memoria
contribuyendo al deterioro propio del envejecimiento. Tal como se ha
comentado anteriormente, el problema surge cuando la respuesta fisiológica se
activa muy frecuentemente o durante tiempo prolongado, o ante estresores
para los que no constituye una respuesta apropiada. Valdez y Flores (1985).
Manifestaciones Clínicas.
Los efectos del estrés son tan extensos que es posible que sea un factor
causal de casi todas las enfermedades y dolencias. El estrés excesivo afecta el
equilibrio químico del cuerpo. Walter (1929), estudió las reacciones del cuerpo
ante cambios repentinos. Descubrió que el miedo, la rabia y el dolor producen
reacciones muy notables en el organismo.

Matterson e Ivacevich(1987) afirman que las consecuencias negativas del


estrés sobre la salud pueden ser agrupadas en tres categorías que incluirán:
primero, diversas enfermedades y patologías, segundo: alteraciones en el
bienestar y la salud mental y tercero alteraciones conductuales con
repercusiones en el desempeño y rendimiento de las tareas realizadas. Estas
consecuencias son denominadas enfermedades de adaptación y constituyen la
respuesta inadaptada del organismo ante uno o más agentes externos, como
se explica a continuación.

Peiró (1999) expone que en la primera categoría, las enfermedades


cardiovasculares representan probablemente el subgrupo más importante. La
hipertensión, los accidentes cardiovasculares, muerte súbita e incluso la
migraña, la cual se debe a alteraciones vasculares. También son frecuentes los
dolores de cabeza originados por la contracción sostenida de los músculos de
la cabeza y cuello. En la etiología de ambos se encuentra una importante
contribución del estrés. El desarrollo y empeoramiento de estas enfermedades
ha sido relacionado con diversas características del estrés, especialmente su
cronicidad. La exposición prolongada a estresores, en el ambiente laboral o
familiar aumenta el riesgo de este tipo de enfermedades, jugando un papel
fundamental en dicha relación la percepción y el significado. Peiró(1999).

El cáncer también ha sido relacionado con la exposición al estrés mediado


por la influencia negativa que ejercen los glucocorticoides sobre el sistema
inmune.
Además de estar relacionado con los estilos de vida y hábitos de conducta
como fumar, existe evidencia de la influencia de las variables: tipo de
personalidad y estilos de afrontamiento en el curso de la enfermedad,
recurrencia y periodo de supervivencia. De allí que la exposición a estresores
parece estar ligada a la etiología y progresión del cáncer. Cooper citado por
Peiró(1999).

Halabe y Saita(2016) afirma que en la actualidad existen muchos datos


que demuestran que los factores psicológicos estresantes intervienen en la
mecánica asmática, mejoran o agravan el cuadro clínico dado por absceso de
tos, dificultad para respirar, respiración rápida y sensación de falta de aire. El
estrés también actúa por diferentes medios para favorecer el desarrollo e
enfermedades respiratorias tal como el síndrome de insuficiencia respiratoria
del adulto, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, el enfisema y la fibrosis
intersticial.

Para estos autores, el estado de ánimo y el estrés emocional originan


muchos síntomas digestivos, más difíciles de interpretar que los síntomas de
padecimientos orgánicos. El estrés emocional puede ser causa contribuyente
para el desarrollo de úlcera péptica cuyo mecanismo se desconoce, pero es
probable que se deba a la disminución de los mecanismos locales de defensa.
También influye en el funcionamiento del tubo digestivo; ocasiona trastornos
mioelectricos que disminuyen la motilidad durante la depresión y la aumentan
en caso de ansiedad. Estos cambios en la motilidad suelen ocasionar dolor
abdominal, distensión abdominal y diarrea después de un episodio de estrés en
los pacientes con síndrome de colon irritable.

Esta inestabilidad originada por factores estresantes favorecen además, el


acercamiento de los sujetos a prácticas de alto riesgo desencadenantes de
alteraciones gastrointestinales como comer rápido y en exceso sobre todo
productos industrializados, así como el consumo de tabaco y alcohol; lo que
puede originar una enfermedad ulcerosa o una entidad clínica denominada
dispepsia no ulcerosa que puede manifestarse con síntomas tales como: dolor
abdominal, plenitud postpandrial, saciedad temprana, nauseas, vómitos
recurrentes, distensión abdominal y molestias abdominales inespecíficas.

Según Halabe y Saita (2016) el estrés es considerado como una de las


principales causas de dolor músculo esquelético tal como la cervicalgia y
dorsalgia. El dolor muscular se origina por el aumento continuo de la actividad
simpática que aumenta el tono y la fuerza de contracción, que cuando persiste
conduce a la fatiga. Es muy frecuente el dolor de origen psicológico en la
región lumbar, que se caracteriza por una distribución que no corresponde con
los dermatomas; por lo general el paciente exagera el dolor y lo refiere como
prolongado. Estos autores menciona entre las alteraciones dermatológicas, la
hiperhidrosis crónica, el eritema facial paroxístico y otras dermatosis
desencadenadas, agravadas o sostenidas por el estrés como la psoriasis,
urticaria y la alopecia areata.

Asimismo, el estrés interviene en la presencia de infecciones bacterianas,


virales y parasitarias, además de aumentar el riesgo para el desarrollo de
neoplasias. También se ha relacionado con alteraciones endocrinas tales como
anormalidades menstruales, diabetes y trastornos tiroideos, entre otras.
Algunos de estos problemas mantienen una relación causal directa con el
estrés, mientras que en otros casos actúa en forma indirecta.

La segunda categoría está representada por las alteraciones psicológicas


relacionadas con el estrés donde destacan la ansiedad, la pérdida de
autoestima, la inestabilidad, disminución de la motivación, la depresión y
finalmente el suicidio. Esta categoría incluye distorsión a nivel cognitivo,
afectivo y perceptivo con repercusiones en el funcionamiento psicobiológico, lo
que disminuye la eficacia de las decisiones y de las estrategias de
afrontamiento provocando estados de ansiedad y depresión. También se ha
descrito la existencia de un proceso de amplificación de la sintomatología
subjetiva de molestias, favorecido por un estilo de amplificación somática por el
que en situaciones estresantes se produce un incremento subjetivo de las
molestias. Igualmente a causa del estrés se presenta insomnio; es difícil que
los individuos concilien el sueño, se despiertan durante la noche y existe un
aumento de la fase uno del sueño.

La tercera categoría constituye una agrupación heterogénea, ya que


incluye las alteraciones conductuales desarrolladas en una situación de estrés
que pueden aumentar la exposición a estímulos nocivos como fumar, beber,
comer en exceso, consumir drogas o psicofármacos, o disminuir la frecuencia
de conductas promotoras de salud. Como la realización de ejercicios. Este
mecanismo se caracteriza por la aparición o alteración de conductas y hábitos
que son perjudiciales para la salud y que favorecen la aparición o agravamiento
de enfermedades. Entre otras alteraciones de la conducta se han citado: la
disminución del rendimiento, la reducción en la toma de decisiones efectivas, el
incremento de los accidentes y las conductas violentas.

Las manifestaciones clínicas del estrés pueden presentarse como


molestias transitorias. Sin embargo, los síntomas suelen ser múltiples, crónicos
y se originan en uno o varios órganos. Entre estos síntomas cabe destacar:
astenia, anorexia o aumento del apetito, prurito, transpiración, rash cutáneo,
herpes, dolor en extremidades, espalda ,cervical, cefaleas, náuseas, vómitos,
dolor abdominal, pirosis, diarrea, irregularidades menstruales, suspensión de la
menstruación y disminución del deseo sexual , insomnio, problemas de
concentración y agresión entre otros. Halabe y Saita (2016).
Bibliografía consultada

Blanco M.(). Estrés y Salud. El papel de los factores protectores. Revista


de comportamiento. Universidad Simón Bolívar

Dabelic S, Flogel M, Maravic G, Louc G. Stress causes tissue-specific


changes in the sialyltransferase activity. Z Naturforsch 2004;59:276-80.

Halabe J. y col. (2016). Estrés y Manifestaciones Clinicas. Temas de


medicina Interna. McGraw-Hill Internacional editores . Mexico.

Piero, Jose (1999) Desencadenantes del Estrés Laboral. Editorial Eudena.


España.

Sánchez M, Cruz C. Roseta alogénica: su aplicación en pacientes


sometidos a estrés agudo. Rev Cubana Hematol Inmunol Hemoter 2015;7:88-
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Matterson y col. (1987). Stress and Doping. McGraw Hill. Nueva York

Valdez y col. (1990) Psicobiologia del Estres. Ediciones Martinez Roca.


Barcelona. España

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