Lección 105 Venid a Cristo

«Por encima de todo, aclamamos a nuestro Salvador y Redentor, Jesucristo.

Todo lo que somos, todo lo que lleguemos a ser, se lo debemos a Él. Mientras
contemplamos con asombro Su majestad, Él no nos pide que guardemos las dis-
tancias sino que nos invita a venir a Él».
«Venid a Él», Neil L. Andersen, C. G. abril 2009 lee discurso

«Venid a Cristo», Himnos, pág. 60 canta himno

Apocalipsis 3:20 lee escritura

Explique al grupo que tiene dos Compare el mapa de la ciudad

mapas, uno del estado (o país) y
otro de la ciudad. Luego, pregúnteles
qué mapa elegirían si necesitaran en-
contrar una calle en particular. Expli-
que que el mapa del estado es impor-
tante porque nos da una vista amplia
del entorno en donde se encuentra la
ciudad y nos muestra en qué parte del
estado se encuentra. Pero para poder
encontrar una calle específica, necesi-
tamos un mapa de la ciudad para en-
contrar la información detallada que
necesitamos.
con el Libro de Mormón. Este libro fue
escrito específicamente para testificar
de Jesucristo. Compare el mapa del es-
tado con la Biblia. Nos da una buena
visión o descripción general del evan-
gelio. Al usar estos dos libros inspira-
dos, podemos aprender más de nuestro
Salvador y acercarnos más a Él.
(Beth Lefgren and Jennifer Jackson, Power Tools for
Teaching, [Salt Lake City: Bookcraft, 1988], p. 6.)

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 30 min.
6 pers.
Flan de magdalenas
fácil

Ingredientes: Preparación:
• 1 l. de leche • Usamos un cuanco grande y ponemos la leche. Añadi-
mos las magdalenas en trozos grandes o enteras para
• 5 huevos grandes que se empapen en la leche.
• 4 Cda. azúcar • Añadimos los huevos y el azúcar. Mezclamos con va-
rillas para integrar todo e ir desmenuzando las mag-
• 6 magdalenas dalenas.
• Utilizamos otro recipiente para microondas (uno de
silicona es ideal), ponemos caramelo líquido en el fon-
do y por los lados. Añadimos toda la mezcla y lo co-
cemos en el microondas a media potencia entre 10-12
min. Para saber si está hecho, pinchamos hasta que no
salga manchado.
• Dentro del molde, dejamos enfriar un par de horas, de
esta manera endurecerá un poco y se podrá desmoldar
fácilmente.

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 Algo ocurrirá. Ten fe.
D
Larry Barkdull
ios es perfectamente capaz de
presentarnos una solución a
nuestros desafíos. Él sabe de-
cirnos cuándo acelerar, frenar, girar a la
derecha, a la izquierda o simplemente
no hacer nada.
Mi esposo está en el ejército de los
Estados Unidos. Aproximadamente un
mes después de casarnos recibió órde-
nes de ir, sin su familia, a una misión
en Corea del Sur durante todo un año
completo. Yo sabía lo que eso significa-
ba: el ejército no pagaría mi billete de
avión para que fuera con él ni cubriría
nuestros gastos ni el seguro médico.
Pensar que él se tuviera que marchar
por tanto tiempo era más de lo que yo
podía soportar.
Le expresé mi ansiedad al Señor y
le pedí ayuda. El asunto se convirtió en
el tema central de mis oraciones diarias.
Entonces comencé a hacer todo lo posi-
ble para obtener una respuesta. Había
oído hablar de esposas que fueron a
Corea y trabajar enseñando inglés, así
que decidí comprobarlo. Pero algo ex-
traño sucedió. Cada vez que buscaba
empleo en Corea o le preguntaba a al-
guien sobre el tema, tenía la sensación
de que no debía obsesionarme tratando
de encontrar una oferta de empleo:
–«No te preocupes. No hagas planes.
Algo ocurrirá. Ten fe».
Quizás yo no debía ir a Corea;
tal vez debía ir a casa de mis padres
y vivir con ellos durante ese año. Pero
sentí lo mismo:
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–«No te preocupes. No hagas planes.
Algo ocurrirá. Ten fe».
A medida que se iba acercando el
día que mi esposo se tenía que ir, au-
mentaba mi ansiedad por saber qué ha-
cer. Pero cada vez que intentaba obtener
respuesta, sentía la misma impresión:
—«No te preocupes».
Yo quería responder:
–¡¿Pero estás viendo el calendario?!»
Un día, esta impresión cambió y
sentí que debíamos hacer nuestras ma-
letas e ir a visitar a mis padres. Después
de una breve visita, mi esposo tendría
que irse a Corea. Empaquetamos todas
nuestras pertenencias y viajamos a casa
de mis padres. Todavía no tenía ni idea
de lo que iba a hacer yo durante el si-
guiente año ni dónde iba a vivir. Pero el
sentimiento persistió:
–«No te preocupes. No hagas planes.
Algo ocurrirá. Ten fe».
Entonces sucedió algo extraordi-
nario. Una semana antes del viaje de
mi esposo, mi hermana llegó a casa de
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la escuela con un recorte de periódico.
Dijo que era realmente extraño porque
generalmente no leía el periódico y
que nunca leía los anuncios clasifica-
dos. Pero uno de sus maestros le había
asignado a la clase una tarea en la que
tenían que examinar el periódico. La
atención de mi hermana se dirigió a un
pequeño anuncio en el que se buscaba
contratar a un profesor de inglés para
enseñar en Corea del Sur. Había un nú-
mero de teléfono.
Tuve el fuerte sentimiento de que
tenía que llamar. Poco después pude
hablar con el director de una escuela innumerables. Siempre estaré agrade-
en Corea. La escuela buscaba a un gra- cida de haber confiado en el Señor y
duado en enseñanza media para ense- haber seguido sus indicaciones. Sé que
ñar inglés a sus estudiantes. Yo tenía si nosotros escuchamos, él nos guiará.
una licenciatura en ciencias. La escuela
necesitaba a alguien sólo por un año (la (Gifts: True Stories of God’s Love, [Salt Lake
asignación de mi esposo era también City: Deseret Book, 2004], p.93.)
de un año). Pagarían mi pasaje de ida
y vuelta. ¡Ellos proveerían un aparta-
mento en donde vivir, una buena paga, Dé a cada miembro de la familia
seguro médico, vacaciones, días libres una o dos imágenes de la vida
por enfermedad y bonificaciones! Ne- y el ministerio de Cristo. Cada per-
cesitaban a alguien de inmediato (¡yo sona toma turnos dando pistas sobre
ya había hecho las maletas!). su foto. (Por ejemplo, «hay agua en la
Después de hablar con el direc- imagen», «Él está con otras dos perso-
tor y algunos de los maestros estadou- nas», etc.) El resto de la familia tiene
nidenses que trabajaban allí, ¡recibí la que adivinar cuál es la imagen.
confirmación de que debía ir a Corea
y aceptar este trabajo! El director me
ofreció el trabajo por teléfono y acepté.
Llegué a Corea dos semanas después,
justo cuando mi esposo tenía progra-
mado comenzar su asignación. Las in-
creíbles bendiciones que recibí durante
ese año enseñando inglés en Corea son

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Jesús enseña a los ancianos en el templo
La infancia de Jesucristo
Juan el Bautista bautiza a Jesús
El llamamiento de los pescadores (Cristo llama a Pedro y Andrés)
Cristo ordena a los apóstoles
El Sermón del Monte
Cristo sana a un ciego
Se calma la tempestad
Cristo levanta a la hija de Jairo
Cristo con los niños
María y Marta
La entrada triunfal de Cristo en Jerusalén
Jesús lava los pies de los Apóstoles
Jesús ora en Getsemaní
La Crucifixión
Jesús muestra Sus heridas después de resucitar
Por tanto, id, y enseñad a todas las naciones
La Ascensión de Jesús
 «Por encima de todo, aclamamos a nuestro Salvador y Redentor,
Jesucristo. Todo lo que somos, todo lo que lleguemos a ser, se lo debe-
mos a Él. Mientras contemplamos con asombro Su majestad, Él no nos
pide que guardemos las distancias sino que nos invita a venir a Él».
«Venid a Él», Neil L. Andersen, C. G. abril 2009
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