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El examen del primer punto debe ser hecho también con la finalidad de
verificar la justeza de la línea política fijada por el III congreso. El III
congreso de nuestro partido no sólo ha planteado genéricamente el
problema de la necesidad de lograr la dirección del Partido Comunista en el
seno de la clase obrera y de la población trabajadora italiana. Lo
característico de él es que también ha tratado de concretar prácticamente los
elementos políticos a través de los cuales puede efectivizarse esta dirección,
es decir ha tratado de individualizar a aquellos partidos y a aquellas
asociaciones a través de las cuales se despliega la influencia burguesa, y que
son posibles de un cambio, de una inversión de los valores clasistas. Así, es
necesario verificar por los resultados la justeza del terreno organizativo
fijado por el partido como el más apropiado para el inmediato
reagrupamiento de las fuerzas puestas en movimiento por la táctica del
frente único, los comités de agitación.
Puede afirmarse con toda seguridad que nuestro partido ha logrado
conquistar una clara posición de iniciativa política en medio de las masas
trabajadoras. En este último período, todos los órganos periodísticos de los
partidos que controlan a las masas populares italianas han sido colmados de
polémicas contra la acción de conquista de nuestro partido. Todos estos
partidos están a la defensiva contra nuestra acción, y en realidad se hallan
indirectamente conducidos por nosotros, pues por lo menos el sesenta por
ciento de su actividad está dedicado a rechazar nuestra ofensiva o se ve
determinado en el sentido de dar a sus masas una satisfacción que las aleje
de nuestra influencia.
De una parte la tendencia Federzoni, Rocco, Volpi, que quiere extraer las
conclusiones de todo este período posterior a la marcha sobre Roma. Ella
quiere liquidar al partido fascista como organismo político e incorporar al
aparato estatal la situación de fuerza burguesa creada por el fascismo en sus
luchas contra todos los partidos restantes. Trabaja de acuerdo con la corona
y con el estado mayor. Quiere incorporar a las fuerzas centrales del estado,
por una parte a la Acción Católica, es decir al Vaticano, poniendo término
de hecho y posiblemente también de derecho a la disidencia entre la Casa de
Saboya y el Vaticano; por otra parte, a los elementos más moderados del ex
Aventino. Es cierto que, mientras el fascismo en su ala nacionalista, dado el
pasado y las tradiciones del viejo nacionalismo italiano; trabaja hacia la
Acción Católica, por el otro lado la Casa de Saboya busca explotar una vez
más sus tradiciones para atraer a las esferas gubernativas a los hombres del
grupo de Di Cesarò y el grupo Amendola.
La otra tendencia está personificada oficialmente por Farinacci. Ella,
objetivamente, representa dos contradicciones del fascismo: 1] la
contradicción entre agrarios y capitalistas en las divergencias de intereses
especialmente aduaneros. Es verdad que el fascismo actual representa
típicamente al claro predominio del capital financiero en el estado, un
capital que quiere sujetar a sí mismo todas las fuerzas productivas del país.
2] La segunda contradicción es de lejos la más importante y se trata de la
contradicción existente entre la pequeña burguesía y el capitalismo. La
pequeña burguesía fascista ve en el partido el instrumento de su defensa, su
parlamento, su democracia. A través del partido quiere presionar sobre el
gobierno para impedir que el capitalismo la aplaste. Es necesario tener en
cuenta un elemento: la total sujeción por Norteamérica a que el gobierno
fascista ha llevado a Italia. En la liquidación de las deudas de guerra, tanto
para Inglaterra como para los Estados Unidos, el gobierno fascista no se ha
preocupado por tener garantía alguna sobre la comerciabilidad de las
obligaciones italianas. La bolsa y la banca italianas están expuestas en todo
momento a la extorsión política de los gobiernos inglés y norteamericano,
que cuando quieren pueden lanzar al mercado mundial enormes cantidades
de valores italianos. Por otro lado, el préstamo Morgan ha sido contraído en
condiciones todavía peores. Sobre los cien millones de dólares del
préstamo, el gobierno italiano sólo tiene a su disposición 33 millones; de los
otros 67 millones, puede disponer solamente con el alto consentimiento
personal de Morgan: ello significa que el verdadero jefe del gobierno
italiano es Morgan. Estos elementos pueden servir para dar a la pequeña
burguesía, en la defensa de sus intereses a través del partido fascista como
tal, una entonación nacionalista contra el viejo nacionalismo y contra la
actual dirección del partido, que ha sacrificado la soberanía nacional y la
independencia política del país a los intereses de un restringido grupo de
plutócratas. Al respecto, uno de los objetivos de nuestro partido debe ser la
particular insistencia sobre la consigna de los estados unidos soviéticos de
Europa como medio de iniciativa política entre las filas fascistas.
Para la Italia meridional y para las islas, creación de los grupos de trabajo
regionales en el resto de Italia.
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