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En muchas regiones de América se han encontrado manuscritos antiguos que datan de tal
época. Estos manuscritos reposan en catedrales que se levantaron en ciudades virreinales
de América Central y Sudamérica.
Cada catedral contaba con su capilla musical, dirigida por un maestro de capilla que era
secundado por un organista y un grupo de cantantes e instrumentistas. De estas capillas y
catedrales dependía la actividad musical, por lo que se establece que la iglesia toma el
papel más importante de la música colonial o música de los virreinatos americanos.
2. Virreinatos de América Central
Guatemala
Las primeras manifestaciones musicales con las que tuvieron contacto los nativos
guatemaltecos luego de la conquista española, fueron las de tipo religioso. Se puede
afirmar que el Canto Gregoriano y la Polifonía religiosa, fueron de las primeras
manifestaciones musicales escuchadas en Guatemala. Aunque se debe mencionar
también el hecho de la conquista pacífica de las Verapaces en las cuales, según los
señalamientos históricos, fue a través del canto que se logró la evangelización que
propició el posterior sometimiento pacífico. En este sentido es posible afirmar que la
forma musical que en mayor medida se utilizó fue el Villancico.
Hacia finales del siglo XVI se mencionan a los primeros Maestros de Capilla nativos de
Guatemala. En el área de San Juan Ixcoy se pueden mencionar a Tomás Pascual y
a Francisco De León, así mismo es posible señalar algunas composiciones que se les
atribuyen, entre ellas "¡Victoria, victoria!”, atribuida a Tomás Pascual.
Hacia el siglo XVII en el Repertorio de Catedral figuran obras del músico español Tomás
de Torrejón y Velasco que anduvo por tierras americanas en donde se encuentra
mucha de su producción (Perú, Bolivia y Guatemala entre otros países).
Durante la época Colonial es posible señalar a Rafael Antonio Castellanos, que fue el
último maestro de Capilla que radicó en la Antigua Guatemala y el primero en desarrollar
su labor en la Nueva Guatemala de la Asunción.
Biografías.
Victoria, victoria; Hoy es día de placer; Virgen de Chiantla, y Si tanta gloria se da, utilizan
el esquema formal de estribillo y coplas propio del villancico. Sin ser litúrgicas, sus letras
aluden a temas religiosos. Se caracterizan por la sencillez de los textos y la frescura
sonora.
Pascual compuso diversidad de villancicos con alfabeto latino y en idioma indígenas, así
como algunas piezas instrumentales. En los nueve Códices de Huehuetenango, se
encuentran obras de compositores ibéricos de la primera mitad del siglo XVI, fueron
localizados en Santa Eulalia, San Juan Ixcoy, San Mateo Ixtatán y Jacaltenango.
Hoy en día varios investigadores y grupos musicales han recuperado obras de la autoría
de Pascual.
Música secular:
a) Música teatral
b) Villancicos
c) Rorro
d) Danza
Música religiosa:
Rafael Antonio Castellanos. Es la figura máxima de la segunda mitad del siglo XVIII
guatemalteco.
Panamá.
Algunas fuentes señalan al maestro de capilla Juan de Araujo en su paso por Panamá.
Juan de Araujo. Nació en Villafranca (España) en 1646, llegó al Perú con su padre que era
funcionario del Virrey Conde Lems. Se supone por los datos conocidos hasta ahora, que
Araujo estudió en Lima: alrededor de 1670 es nombrado maestro de capilla de la Catedral,
luego pasa en igual función a Panamá, Cuzco y Sucre, donde peramenece desde 1680
hasta su muerte en 1712.
Cuentan que fue muy aplaudido por la suma destreza de sus composiciones y por el
cuidado y vigilancia que siempre muestra en la enseñanza a los coristas. Fue un compositor
de vasta producción: se catalogan unos 140 items (no todos completos, lamentablemente)
repartidos en la Catedral de Sucre, el Seminario de San Antonio Abad del Cuzco, el Museo
Histórico Nacional de Montevideo, la iglesia de San Ignacio en Moxos (Bolivia) y la colección
privada de Julia Elena Fortún, en La Paz. La mayor cantidad de obras pertenece al archivo
sucrense.
Argentina.
El Virreinato del Río de la Plata, conocido también como Virreinato de las Provincias
del Río de la Plata o Virreinato de Buenos Aires fue una entidad territorial que
estableció la corona española en América como parte integrante del Imperio español.
Se creó a consecuencia de aquellas reformas políticas, primero en forma provisional, el 1
de agosto de 1776, y -luego- de manera definitiva, el 27 de octubre de 1777, por orden del
rey Carlos III de España a propuesta de su ministro de Indias José de Gálvez y Gallardo,
y tuvo su capital en la ciudad de Buenos Aires, de escasa importancia hasta ese
momento.2
La triunfante Revolución de Mayo en 1810, ocurrida en Buenos Aires, -que había sido
precedida por las fracasadas revoluciones de Chuquisaca y La Paz, ambas de 1809 en la
provincia de Charcas,- desató el inicio de la guerra de la Independencia Argentina que
culminó con la segregación del virreinato respecto del poder español y su posterior
división.
Con los primeros soldados y colonizadores llegaron a América los misioneros, que
difundieron la doctrina cristiana entre los indios por medio de la música, como lo hicieron
Alonso Barzama (1528-1598), en el Tucumán, y San Francisco Solano (1549-1610), en
el Alto Paraná.
Cosme del Campo (1600-1660), natural de Santiago del Estero, se distinguió como
sacerdote, historiador y notable músico; sus conocimientos musicales eran muy vastos y
por Real Célula de 15 de septiembre de 1649, fue designado "chantre" de la Catedral de
su ciudad natal.
En 1756 figura como director de orquesta en los cultos que se celebraban en la Catedral
de Buenos Aires el maestro Francisco Vandemer, a quien suceden en el cargo Antonio
Beles (1777), quien se alterna en el cargo con Bernardo de San Ginés, Ignacio de San
Martín y Francisco Juan Bautista Goiburu (1759-1813), quien también fue cantor,
sochantre, organista y maestro de capilla, desempeñando esos cargos hasta 1813.
Bolivia.
Una de las instituciones más importantes del gobierno colonial América fueron las Reales
Audiencias, los organismos dedicados a desempeñar las funciones judiciales.
La Audiencia de Charcas, fue la más alta autoridad jurídica del territorio del Alto Perú SIG,
Tucumán, Río de la Plata y Paraguay. Tenía su sede en la ciudad de Chuquisaca,
también llamada entonces La Plata y actualmente Sucre.
La Real Audiencia de Charcas fue creada por Cédula del Rey Felipe II el 18 de
septiembre de 1559 y sus límites fueron fijados por Cédula del 29 de agosto de 1563.
Contaba con cinco oidores, un presidente y algunos funcionarios subalternos. El
Presidente de la Real Audiencia de Charcas, era también Capitán General de La Plata,
cargo equivalente al de un gobernador, y por lo tanto tenía también facultades
administrativas.
Durante algo más de 200 años el territorio de la actual Bolivia constituyó la Real Audiencia
de Charcas, uno de los centros más prósperos y densamente poblados de los virreinatos
españoles. En las últimas décadas del siglo XVIII, Potosí, la ciudad más importante en el
hemisferio occidental del Imperio español, comenzó a decaer hasta pasar al olvido al
agotarse las vetas de plata más ricas y desviarse el comercio hacia otros países.
En 1776 la Real Audiencia de Charcas que pertenecía al Virreinato del Perú, pasó a
depender del nuevo Virreinato del Río de la Plata, con sede en Buenos Aires.
En Bolivia se han preservado numerosas y voluminosas colecciones con música de la
época de la colonia, y del tiempo de la primera evangelización de los pueblos americanos.
En Sucre hay dos espléndidas colecciones con música que documenta la grandeza e
importancia que la catedral metropolitana e iglesias vecinas han tenido en la vida musical
de aquella época.
La segunda, la componen los llamados libros de coro: treinta y cuatro gigantescos libros
(algunos de hasta 20 kilos de peso) con música en canto llano que se practicaba en dicha
catedral.
En las últimas dos décadas, la colección de música que más atención ha recibido, de parte
de investigadores y músicos, es la de las antiguas reducciones de Chiquitos, encontrada
en San Rafael y Santa Ana de Chiquitos, y hoy guardada en Concepción. Más de 5.500
páginas de música de la época de las reducciones chiquitanas, constituyen el documento
más importante en el mundo, para demostrar el rol que la música ocupó en la
evangelización de los pueblos americanos.
Solamente la colección de música guardada en San Ignacio de Moxos, podría ser igualada
en importancia y significado, con la de Concepción.
“El llamado Barroco Misional, es el repertorio que se interpretaba en los siglos XVII y XVIII
en las antiguas reducciones jesuíticas que se extendían por Argentina, Brasil, Paraguay y
Bolivia.
En este conjunto son destacables, tanto por la cantidad como por la calidad, las obras que
se han conservado en las regiones bolivianas de Chiquitos y Moxos que hoy conocemos
como Barroco Boliviano, actualmente en pleno auge no sólo en Bolivia e Hispanoamérica,
sino a nivel mundial.
ste repertorio tiene una historia sorprendentemente reciente. De hecho, a pesar de ser tan
antiguo, empezó a ser rescatado hace apenas 50 años, cuando algunos musicólogos
comenzaron a prestar especial atención a las obras producidas en el ámbito de las
Reducciones Jesuíticas, entre los siglos XVII y la segunda mitad del XVIII, concretamente
hasta 1767, año en que los misioneros fueron expulsados de América, tras la abrupta
supresión de la Compañía de Jesús por parte del Papa Clemente XIII.
Al entrar al recinto se encontró ante un impresionante tesoro artístico: más de cinco mil
partituras y decenas de instrumentos musicales, muchos de ellos construidos por los
miembros de las comunidades chiquitanas (violines, arpas, violonchelos, flautas, oboes,
clarines y diversos tipos de trompetas, entre ellas una de casi dos metros de largo). La
espectacularidad del descubrimiento incentivó nuevas investigaciones en pueblos y
templos cercanos que condujeron a otros importantes hallazgos.
Al año siguiente, en Moxos, donde los jesuitas habían permanecido desde 1681 hasta 1767,
fueron encontradas cerca de cuatro mil partituras más, muchas de ellas compuestas por
músicos nativos que habían aprendido instrumentación con los jesuitas. Otras,
pertenecientes al italiano Domenico Zipoli, un músico jesuita de primera línea que en
Nápoles había sido uno de los más destacados discípulos de Alessandro Scarlatti.
Al poco tiempo de empezar su labor, los jesuitas se sorprendieron de la facilidad con que
los nativos asimilaban las complejas obras del Barroco. No sólo contaron enseguida con
músicos, sino también con compositores.
Pronto estos pobladores locales ocuparon sus lugares en el coro, como solistas,
instrumentistas, copistas, constructores de instrumentos e incluso maestros de capilla.
Muchos no sabían ni leer ni escribir y dominaban, sin embargo, la lectura musical.
Para los jesuitas, la música tenía una función esencialmente religiosa, por esa razón la
mayoría de obras conservadas en los archivos están destinadas a la liturgia.
Los indígenas heredaron este valor de la música y conservaron con celo las partituras,
copiándolas una y otra vez a medida que se deterioraban.
En las obras destinadas a la liturgia era norma no dejar registro del nombre del autor, pero
los jesuitas, desafiando el rigor de las prohibiciones eclesiásticas, solían permitir a los
músicos noveles que firmaran sus obras, asentando determinados signos al pie de la
partitura a manera de un código secreto. Gracias a este recurso quedó un cierto registro de
toda una dinastía de músicos autóctonos.
Maestros de Capilla
Desde 1608 hay libros de coro con canto llano copiado por Diego Cortés y otros.
A principios del siglo XVII, Juan de la Peña (madrileño), es contratado como instructor de
laúd y teclados.
-Gutierre Fernández Hidalgo. Maestro de capilla en la Catedral de Sucre hasta que murió
en 1620.
-Teodoro de Ayala.
Chile.
El estilo del repertorio interpretado en Iberoamérica varió según los siglos. En el siglo XVI
se nutrió de la polifonía española del renacimiento y de la escuela franco-flamenca de
música, la que se mantuvo en contacto con España debido a su vasto imperio e importante
presencia de capillas musicales. En los siglos XVII y XVIII el estilo conservó el aspecto
renacentista, pero introdujo además la música del Barroco, muy influenciada por el arte
italiano aunque siempre manteniendo, un carácter propiamente español.
Esta música, llamada a veces música antigua de Iberoamérica o música virreinal, es hoy
considerada uno de los más importantes legados dejados por el proceso de colonización y
sincretismo ocurrido entre estas dos culturas, convirtiéndose en un hito fundamental de la
memoria y el patrimonio cultural americano, revivido en cada interpretación musical de un
repertorio que se ha mantenido latente por siglos.
En el caso de Chile, uno de los ejemplos más relevantes de rescate de música colonial ha
sido el movimiento de interpretación de música antigua, que ha logrado mantener un
creciente interés por interpretar la música de los antepasados hispanoamericanos y
europeos, considerando de forma respetuosa las condiciones históricas e instrumentos
utilizados en esos períodos. Gracias a ello y a la acción de los musicólogos, se ha
perpetuado una preocupación que se inició en el siglo XIX y que perdura hasta hoy.
Perú.
Perú tiene un pasado muy rico desde la época del Virreinato, y evidentemente nuestro
pasado como capital de ese imperio nos ha dado una vasta historia musical, tanto de
autores peruanos como españoles. Lamentablemente, y hasta ahora, estos autores no
tenían la costumbre de publicar, sus partituras eran hechas a mano muy rudimentariamente
y en varios casos se perdía por robos, saqueos, incendios u otros casos.
Del siglo XVII y XVIII. Es interesante que la música que ellos han conservado en Cuzco es
un riquísimo repertorio de Lima, que no se conservó aquí en razón de los terremotos. El
archivo cuzqueño es cosmopolita, tiene música de Lima, de España e Italia, y también que
se producía en Cuzco. Para mí lo más valioso que he encontrado es la música de Lima del
siglo XVII.
Catalogué 404 obras en el archivo del Cuzco, que no es poca cosa. Ni Lima Triumphante
ni yo vamos a poder armar un repertorio con todas esas obras, o sea que hay trabajo para
rato. Hay 180 obras de música ejecutable porque está completa. Hay que tener en cuenta
que hay algunos anónimos, que son atribuibles a compositores importantes, pero son 6 o 7
compositores de Lima que representan cabalmente el siglo XVII.
¿Entonces Lima Triumphante nació con la idea de explorar y difundir esta música, lo
cual también implicaría completar y publicar esa música redescubierta?
Claro. Por ejemplo, fuera del Cuzco, empezando estas investigaciones, encontramos que
la música del más importante compositor barroco de América, José de Orejón y Aparicio,
nacido en Huacho, había desaparecido de la Catedral de Lima. Estoy seguro que alguien
que sabía, “dispuso”, vamos a usar ciertos eufemismos para no hablar tan duro, de ellas.
Encontramos después de algunos años que fotografías de esa música, muy correctamente
autorizadas por el Cardenal Landázuri, se encontraban en Argentina, en la facultad de
música de la Universidad Católica de Buenos Aires. Nos pusimos en contacto e hicimos un
trabajo juntos, reeditamos y grabamos toda la música perdida de Orejón y Aparicio. Hemos
sacado un libro con 20 partituras de este compositor, y las grabaciones de estas por Lima
Triumphante. Un dato que no se sabe es que este libro fue presentado en Buenos Aires por
el Cardenal Bergoglio (el papa Francisco I) y tengo una carta del Papa felicitando la obra.
Creo que es lo más importante que hemos hecho, más que lo de Cuzco.
Modestamente, por una universidad peruana y otra argentina. Hicieron una edición de un
tiraje muy corto, institucional digamos. Tengo que admitirlo, no son libros que se vendan.
Cuando lo editamos en el 2009, El Comercio lo consideró como uno de los libros más
importantes del año. El libro incluye 3 cds.
Venezuela.
La historia musical de América mantiene con la iglesia una deuda enorme. Esto es
particularmente cierto en este país que, como el resto de los países de América Latina, fue
sometido a un proceso de evangelización y conversión católica de sus habitantes; sólo bajo
esta condición eran otorgadas concesiones políticas y económicas en los territorios
conquistados. Podemos entender entonces cómo la concepción del mundo y la moral
establecida en Venezuela durante la conquista fue simplemente aquella relativa a la religión
católica. Es claro, pues, que la historia cultural y musical venezolana se encuentra
estrechamente vinculada a ese credo religioso.
Hacia 1727 existían conjuntos instrumentales que se contrataban para figurar en el cortejo
de quienes iban a recibir el doctorado en la Universidad Real y Pontificia; estaban formados
por trompetas, chirimías (especie de clarinete), e instrumentos de percusión, tales como
atabales (especie de tambor árabe), tambores y baquetas. Muchos de los instrumentos de
fines del siglo XVII corresponden al barroco europeo debido a la dominante influencia
cultural de España. Existen grandes lagunas en este espacio histórico a pesar de la labor
de investigación desplegada por los musicólogos Juan Bautista Plaza y el Profesor José
Antonio Calcaño.
Existía pues un movimiento musical, quizás no bien organizado, pero que rendía
provechosos frutos a la comunidad esto se comprueba por un documento de 1776 que
menciona una orquesta que toco algunos conciertos, para festejar, en Caracas las Bodas
del príncipe de Asturias en Madrid. El historiador Arístides Rojas afirma que en 1750 se
fundó, en Caracas, una orquesta y relata la presentación en esta ciudad de un Auto a
nuestra señora del rosario, cuya partitura contenía trozos para los personajes y partes para
coro, además de la orquesta. En 1770 fueron traídos de la ciudad de México, 29 violines, y
para las fiestas del Corpus de 1781 el Ayuntamiento contó con una orquesta de violines,
violas, violoncelos. contrabajos, flautas, clarinetes, oboes, trompas, trompetas y bajones
(fagotes).
Desde finales del siglo XVI, 'chantres', organistas y maestros de capilla de las catedrales
de Coro y Caracas, escribieron obras para el servicio religioso. Entre estos músicos cabe
nombrar a los ya mencionados Juan Rodríguez Robledo, chantre de la catedral de Santa
Ana de Coro desde 1536; Francisco Pérez Camacho, bajonista de la catedral de Caracas
en 1682, maestro de capilla cinco años más tarde, catedrático de música del Colegio
Seminario de Santa Rosa desde 1696. Habría que mencionar a Ambrosio Carreño, nacido
en Caracas en 1721 y formado musicalmente por un organista de la catedral, el Padre
Jacobo Miranda. Ambrosio Carreño, maestro de capilla de la catedral de Caracas entre
1749 y 1778, dedicó su vida entera a la música, fue maestro de varios músicos de finales
de la Colonia, entre quienes destacan Pedro Nolasco Colón y don Bartolomé Bello, padre
de Andrés Bello.
Pedro Bermúdez (Granada, España, 1558 - Puebla, México, ¿1605?). Es uno de los
tres compositores peninsulares que trabajaron en la Catedral de Santiago de Guatemala
en las últimas décadas del siglo XVI.
Gaspar Fernández (c.1563/1571-1629). Fue un compositor y organista guatemalteco,
activo como maestro de capilla en las catedrales de Guatemala y Puebla. Es uno de los
tres compositores peninsulares que trabajaron en la Catedral de Santiago de Guatemala
en las últimas décadas del siglo XVI.
José Joaquim Emerico Lobo de Mezquita (Vila del Príncipe, actual Serro, 12 de
octubre de 1746-Río de Janeiro, mayo de 1805). Fue
un organista, maestro, compositor y profesor brasileño. Su vida es apenas conocida y
apenas documentada. Vivió en la época del florecimiento de la región de Minas Gerais,
con ocasión del descubrimiento del oro y de las piedras preciosas.
Diego Lobato. Nacido en la ciudad de Quito en 1541. En 1567 vemos que la catedral le
pagaba 115 pesos de oro por su salario de sacristán, y por tocar el órgano y cantar como
maestro de capilla en Quito.