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Los metales no son malos por definición, pues muchos resultan esenciales en nuestra dieta.
Pero estando presentes en el medio ambiente de manera natural o por la acción del hombre,
nuestra exposición a través de los alimentos difícilmente puede evitarse.
De los 106 elementos conocidos por el hombre, 84 son metales, por lo que no es de extrañar
que las posibilidades de contaminación metálica en el ambiente sean numerosas. Entre los
metales pesados los más importantes en cuestión de salud son el mercurio, el plomo, el
cadmio, el níquel y el zinc. Algunos elementos intermedios como el arsénico y el aluminio, los
cuales son muy relevantes desde el punto de vista toxicológico, se estudian habitualmente
junto a los metales pesados.
La contaminación entre los alimentos y los metales pesados proviene de diversas fuentes, las
más importantes son: el suelo contaminado en el que se producen los alimentos; los lodos
residuales, los fertilizantes químicos y plaguicidas empleados en agricultura, el uso de otros
materiales, etc.
Como dicha contaminación se produce desde fuentes tan diversas, se encuentra un número
amplio de alimentos contaminados por estos contaminantes, tanto en productos de origen
vegetal (cereales, arroz, trigo, raíces comestibles, setas, etc.) como en alimentos de origen
animal (pescados, crustáceos, moluscos).
a. CEREALES
El trigo es uno de los cereales más limpios, pero muchos de los aditivos que se utilizan al
preparar harinas contienen aluminio. Este metal no es tan tóxico como otros, pero su
presencia en nuestra alimentación es mucho más alta. Se le vincula con problemas
mentales como Alzheimer y varios tipos de cáncer.
Estudios han señalado que el arroz, uno de los cereales más nobles para el organismo por
su nivel de alcalinidad, está contaminado con arsénico, considerado uno de los más
peligrosos venenos para el cuerpo. Está ligado a cáncer de vejiga y a aumento de riesgo de
problemas cardiacos, diabetes y deficiencias del sistema inmune.
El maíz es uno de los alimentos que más mercurio tiene, después de los mariscos. Lo más
grave es que este mercurio se preserva cuando elaboran el jarabe de maíz de alta fructosa,
un sustituto económico y nada nutritivo del azúcar que abunda en millones de alimentos
procesados.
Todos los cereales están expuestos a contaminación por cadmio, que proviene de las zonas
industriales. La sobreexposición al cadmio ha registrado cientos de miles de casos de
problemas renales y debilidad ósea.
b. LECHE
Una de las formas en que los animales se protegen de los metales pesados es
encapsularlos en los depósitos grasos, donde pueden pasar toda la vida sin afectarnos.
Muchas personas, cuando bajan de peso o inician una dieta de desintoxicación sienten
debilidad, dolor de cabeza y se vuelven fácilmente irritables. Esto se debe a que, al
disolverse las grasas, las toxinas regresaron al torrente sanguíneo.
Cuando seres humanos y otros mamíferos producen leche, su rico contenido en grasas
también implica la transmisión de estas toxinas. Es por ello que la leche de vaca suele
transmitirnos antibióticos, hormonas, pesticidas y muchas otras toxinas que la vaca
acumuló a lo largo de su vida.
Los metales pesados no son una excepción. La leche de vaca se usa como parámetro para
conocer los niveles de contaminación por plomo y de radiación, debido a su capacidad para
absorber la radiación circundante.
c. JUGOS DE FRUTA
Los principales afectados eran jugos de uvas y manzanas. El plomo llega a ellos debido a la
contaminación de las tierras de cultivo, donde este metal puede permanecer durante años.
El plomo ataca la médula ósea, los riñones y el sistema nervioso. El arsénico causa cáncer y
deficiencias en el sistema inmunológico.
Manzanas y uvas también están en la lista de las 12 frutas y verduras que más absorben los
pesticidas. En cuanto a frutas, la lista la completan fresas, arándanos, nectarinas y cerezas.
d. VINO
La mayoría de los estudios de contaminación por plomo en las zonas vinícolas se han
llevado a cabo en Francia, debido a que en este país se han encontrado niveles importantes
de plomo en el agua potable, y a que es uno de los más importantes productores
vitivinícolas.
Otro contaminante presente en el vino son los sulfitos, que causan reacciones alérgicas,
desde dolor de cabeza hasta choques anafilácticos. Los sulfitos son aditivos tóxicos
presentes en el vino y en las frutas secas, en carnes y en mariscos. Ya que no existen
métodos confiables de regulación sobre su uso, y a que aceleran la producción y
desecación, es común que las empresas usen más sulfitos del legalmente permitido.
e. MARISCOS
Los mariscos son reconocidos como la principal fuente de intoxicación por mercurio. Este
metal se encuentra en el agua por fuentes naturales y también por la contaminación
industrial. Los niveles de toxicidad han vuelto a muchas especies insalubres, y todos los
océanos están contaminados; mientras más longevo y más grande sea, más mercurio
tendrá.
Restringe tu consumo de peces como tiburón, marlín, pez espada, jurel y atún. Prefiere
peces pequeños y jóvenes. A pesar del mercurio, los pescados silvestres son una mejor
opción que los cultivados en granjas, ricos en hormonas y pobremente nutridos.
f. CARNES
El consumo de carne tiene muchas desventajas en la dieta humana. La carne cultivada con
métodos modernos es incluso peor, y la contaminación por metales pesados es una de las
causas.
El plomo es uno de los metales más vigilados en la carne. Está presente en la leche y sus
derivados y en las zonas de mayor concentración de grasa. Los animales de granja
absorben también los contaminantes presentes en el alimento que consumen, por lo que
están expuestos a contaminación de cadmio, aluminio y mercurio.
g. AGUA POTABLE
El agua de grifo está muy contaminada por plomo en muchos países. Principalmente en
Europa y Estados Unidos. El plomo también llega a los mantos acuíferos a través de la
basura, tanto la producida en casa como en los tiraderos industriales.
El arsénico es otro veneno presente con regularidad en el agua y estrictamente vigilado por
distintos gobiernos.
También el aluminio en el agua es una amenaza real, que sin embargo es vigilada en muy
pocos lugares. Sólo Canadá y Australia tienen reglamentaciones estrictas sobre los niveles
de aluminio en el agua, y se estima que en algunos países supera hasta en 6 mil por ciento
las dosis consideradas seguras.
Tristemente, los métodos tradicionales de purificación del agua no eliminan por completo
estos contaminantes; en cambio, sí se deshacen de nutrientes esenciales en el agua, como
el boro y otros minerales benéficos.
METALES TOXICOS:
1. MERCURIO
2. ARSENICO
4. PLOMO
El plomo se encuentra en metales de uranio y de torio, ya que proviene de la división
radiactiva.
Se usa como aditivo antidetonante en la gasolina, baterías, en monitores de
computadores y pantallas de televisión, joyería, latas de conserva, tintes para el pelo,
grifería, pigmentos, aceites, cosmetología, aleaciones, cerámicas, municiones,
soldaduras, plomadas, armamento, radiación atómica, insecticidas, etc.
La absorción de plomo es un grave riesgo de salud pública; provoca retraso del
desarrollo mental e intelectual de los niños, causa hipertensión y enfermedades
cardiovasculares en adultos.
La intoxicación se debe a la ingestión accidental de compuestos de plomo o a la
ingestión por parte de los animales de forrajes o alimentos con plomo, procedentes de
áreas ambientalmente contaminadas. La absorción de plomo por vía oral es cerca al
10% en adultos y se puede incrementar hasta 50% en niños.
El plomo absorbido se distribuye en riñón, hígado, encéfalo y huesos por semejanza
con el calcio.
El mayor depósito de plomo son los huesos hasta por 20 años; interfiere en la función
del calcio, inhibe la síntesis de hemoglobina y causa daño neurológico.
Los efectos agudos en sistema nervioso central consisten en parestesia, dolor y
debilidad muscular, crisis hemolítica-anemia grave y hemoglobinuria. También afecta
riñones con oliguria y albuminuria.
Aunque la intoxicación aguda puede causar la muerte, es más frecuente que el
paciente se recupere y presente intoxicación crónica con daño gastrointestinal,
neuromuscular, nervioso, hematológico, renal y reproductivo. A nivel gastrointestinal
hay anorexia, cefalea, estreñimiento, espasmo intestinal y dolor abdominal.
Los síntomas neuromusculares presenta debilidad muscular y cansancio seguida de
parálisis de músculos del antebrazo, muñeca y dedos de la mano y algunas veces pies.
1. Preparación de muestra:
De forma que sea posible utilizarla en el equipo(espectrómetro).
Si la muestra no es homogénea tendremos que conseguir que lo sea, lo que se
consigue normalmente por trituración en un molino.
Posteriormente tenemos que conseguir que la muestra quede en disolución
para lo que realizaremos una digestión con lo que disolveremos sus
componentes (mineralización).
Esta digestión puede ser por vía húmeda (mediante la acción de ácidos), o seca
(por calcinación).
2. Medición en el espectrómetro:
A partir de aquí es cuando se va a aplicar la técnica de espectrometría.
En concreto, en nuestro caso, de espectrometría de emisión por plasma óptico
que se basa en la vaporización, disociación, ionización y excitación de los
diferentes elementos químicos de una muestra en el interior de un plasma.
El plasma está constituido por un gas fuertemente ionizado. En la tierra no
existe pero si en la corona solar, espacios interesterales, permite alcanzar
temperaturas de 5.000 a 10.000 Kelvin. En el interior del plasma, se producen
las emisiones características de cada elemento.
Durante el proceso de relajación de los átomos neutros e iones en el interior
de un plasma, se producen las emisiones de radiación electromagnética en la
zona del UV-visible. Estas radiaciones, características de cada elemento, se
separan en función de su longitud de onda y finalmente se mide su intensidad.
La selección de la longitud de onda nos permite determinar el metal
cualitativamente, mientras que la intensidad de la radiación emitida
nos proporcionará la información para poder cuantificarlo.
3. Lectura
En esta fase, a partir de las lecturas de las emisiones que se han producido en
el equipo conseguiremos identificar los metales y saber en qué cantidad se
encuentran en la muestra. Para ello, la selección de la longitud de onda nos
permite saber de qué metal se trata, mientras que la intensidad de la radiación
emitida nos proporcionará la información para poder saber qué cantidad está
en la muestra.