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RESALTANTES
1. DEPRESION.
2. ANSIEDAD
Los trastornos de ansiedad son tan frecuentes en atención primaria que se calcula que
uno de cada diez pacientes que se atienden diariamente lo presentan. De hecho son
más comunes que la diabetes. El diagnóstico de los trastornos de ansiedad presenta
algunas dificultades puesto que el cuadro clínico muestra en primer plano una
sintomatología somática, mientras las quejas psíquicas solo logran aflorar cuando el
médico las pesquisa. Otras veces el trastorno esta subyacente en una enfermedad
orgánica o psiquiátrica. Por otro lado, las personas que padecen sintomatología ansiosa,
aun cuando les provoca sufrimiento y discapacidad están temerosas de hablarlo con el
profesional de salud por que suele considerarle como producto de una debilidad de
carácter. Sin embargo, todo médico puede diagnosticar y tratar estos trastornos sin
recurrir a técnicas sofisticadas; solo se requiere de una buena relación médico-paciente,
escuchar con atención, preguntar diligentemente e indicar medidas educativas,
farmacológicas y psicosociales sencillas. La ansiedad representa un papel importante en
la clínica ya que puede influir en el resultado final de prácticamente todas las
enfermedades médicas. Por ello es importante que todos los profesionales de la salud
se familiaricen con el diagnóstico y tratamiento de la ansiedad. El reconocer la ansiedad
en los pacientes que asisten al consultorio aumenta la capacidad del médico para dar
una atención total a su paciente. El conocimiento de los mecanismos subyacentes ofrece
una base científica el tratamiento. El objetivo de ésta monografía va acorde con la
estrategia de que para enfrentar los trastornos de ansiedad como problema de salud
pública se requiere que el profesional de salud tenga en sus manos una herramienta de
diagnóstico y tratamiento de fácil aplicación.
3. ATAQUES DE PANICO
Los ataques de pánico se caracterizan por un acceso brusco de miedo o malestar
intenso. Pueden aparecer en cualquier momento, aunque no haya nada que temer.
El sistema nervioso de algunas personas activa señales de alarma en momentos
inapropiados. Esas personas sienten las mismas sensaciones físicas y emocionales que
experimentarían si sus vidas estuvieran realmente amenazadas. Los ataques pueden
provenir de la nada, en lugares donde no existe el más mínimo peligro real. A pesar de
que, habitualmente, duran sólo unos pocos minutos, las crisis de pánico hacen que estas
personas se sientan como si fueran a tener un ataque al corazón, desmayarse, o volverse
locas. Es frecuentemente descripta como “la experiencia más terrorífica que he vivido”.
Una de las mayores dificultades con que se encuentran los individuos con trastorno de
pánico es obtener un diagnóstico adecuado.
Los síntomas más comunes de una crisis de pánico son: palpitaciones, sudoración, miedo
a morir, a desmayarse, a perder el control o a volverse loco, dolor en el pecho, mareos,
temblores, sensaciones de frío o calor, ahogos, náuseas, debilidad y sensación de
irrealidad, entumecimiento de extremidades, sensación de hormigueo, sensación de
atragantamiento.
El trastorno de pánico frecuentemente está acompañado por otros trastornos,
particularmente otros trastornos de ansiedad, especialmente la agorafobia, la depresión
y/o problemas por abuso de sustancias.
Afortunadamente, el trastorno de pánico y la agorafobia son altamente tratables una
vez que son diagnosticados.
Las técnicas conductuales se combinan con terapia cognitiva que se focaliza en cambiar
las maneras en que la gente se ve a sí misma y a sus temores. El paciente es entrenado
para analizar sus pensamientos y separar las creencias catastróficas de las reales.
Las fobias sociales suelen comenzar en la adolescencia y giran en torno al miedo a ser
enjuiciado por otras personas en el seno de un grupo comparativamente pequeño (a
diferencia de las multitudes) y suelen llevar a evitar situaciones sociales determinadas.
Al contrario que la mayoría de las fobias, las fobias sociales se presentan con igual
frecuencia en varones y en mujeres.
Algunas de las fobias sociales son restringidas (por ejemplo, a comer en público, a hablar
en público o a encuentros con el sexo contrario), otras son difusas y abarcan casi todas
las situaciones sociales fuera del círculo familiar. El temor a vomitar en público puede
ser importante. El contacto visual directo puede ser particularmente molesto en
determinadas culturas.
Las fobias sociales suelen acompañarse de una baja estimación de sí mismo y de miedo
a las críticas. Puede manifestarse como preocupación a ruborizarse, a tener temblor de
manos, náuseas o necesidad imperiosa de micción y a veces la persona está convencida
de que el problema primario es alguna de estas manifestaciones secundarias de su
ansiedad. Los síntomas pueden desembocar en crisis de pánico. La conducta de
evitación suele ser intensa y en los casos extremos puede llevar a un aislamiento social
casi absoluto.
Las pautas para el diagnóstico son los siguientes:
Los síntomas psicológicos, comportamentales o vegetativos, son
manifestaciones primarias de la ansiedad y no secundarias a otros síntomas
como por ejemplo ideas delirantes u obsesivas.
Esta ansiedad se limita o predomina en situaciones sociales concretas y
determinadas.
a situación fóbica es evitada, cuando ello es posible.
5. TRASTORNO BIPOLAR
Por su parte, el trastorno bipolar de tipo II, tiene una especial predominancia de
cuadros depresivos, por lo que su principal característica es la hipomanía. A
pesar de que también presenta exaltaciones del ánimo, son mucho menos
intensas, tanto que muchas veces pueden ser muy sutiles para la familia y su
entorno social.
Duerme menos.
Se interesa por muchas actividades extra programáticas.
Se cansa menos.
Habla más rápido que sus ideas.
Se siente más rápido y productivo.
No siempre concreta sus objetivos.
8. ESQUIZOFRENIA