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¿Con quien me casaré?

por Luis Palau y Jaime Mirón

Quiero hacer énfasis en la importancia de que cada joven cristiano establezca normas para su vida,
en especial para el noviazgo. Luego debe hacer un pacto de no violar sus normas. Las preguntas
presentadas seguidamente, podrán ser de ayuda en la formación de normas de conducta para llegar
al matrimonio puro y dentro de la voluntad de Dios.

Primera pregunta. La persona con quien quiero casarme, ¿es o no es verdadero creyente en Cristo?
Es la primera pregunta que uno ha de hacerse. La mayoría estamos de acuerdo en que el
matrimonio entre un cristiano y un inconverso está terminantemente prohibido por Dios. Todo
creyente que contrae nupcias con una persona fuera de la familia de Dios, puede estar seguro de
que está actuando contra la voluntad del Señor, cualesquiera que sean las circunstancias.

Sin embargo, hoy día es común que un miembro de es de Cristo se comprometa para casarse con
un inconverso (generalmente una joven cristiana con un muchacho no creyente) y pida al pastor la
bendición de Dios y de la iglesia mediante el matrimonio eclesiástica. Para más sobre esta
cuestión recomiendo que baje de esta página WEB el artículo escrito por el Dr. Jaime Mirón
titulado «El yugo desigual».

Segunda pregunta. ¿Está en plena comunión en una iglesia local? Después de tener la seguridad de
que es cristiano renacido, hay que tener en claro si ha tomado un compromiso con la iglesia local.
Es mala señal si él/ella no es miembro activo en una congregación. Es espera que cambie después
de la boda.

Tercera pregunta: ¿Estoy orgulloso de el/ella o me avergonzaría presentársela a algún personaje


importante? El verdadero amor nunca se avergüenza de la otra persona.

Cuarta pregunta. ¿Considero que es inferior a mí en algún sentido? Existen aquellos, en especial
hombres, que piensan que la mujer «no es digna de dar una opinión» (cito textualmente las
palabras de una mujer peruana). La Biblia dice que no hay diferencias al pie de la cruz (Gálatas
3:28).

Otro asunto parecido e igualmente importante es si la familia considera que la otra persona es
inferior.

Quinta pregunta. ¿Siento respeto por la persona de quien creo estar enamorado, o me tomo ciertas
libertades al maltratarla o abusarla?

Otra manera de hacer la pregunta es dirigirla a la otra persona: ¿Me respeta? ¿Está dispuesto/a a
esperar al matrimonio para todo tipo de contacto sexual conmigo (Mateo 6:33)? El verdadero amor
es paciente y espera al matrimonio para las relaciones sexuales. Uno de los graves problemas en el
noviazgo son las caricias, manoseos y relaciones sexuales propiamente dichas que ocasionan culpa
y problemas aun después del matrimonio. Es un tema que vamos a tratar en otro artículo en el

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Consejero Bíblico.

Sexta pregunta. Al estar en oración, ¿siento tranquilidad al pensar en casarme? Jesús dijo: «Si
ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración (Mateo 21:22 NVI). Las dudas pueden ser
una señal peligrosa. Pablo afirma: «Y que la paz que viene de Cristo gobierne sus corazones»
(Colosenses 3:15 NTV). Sabemos que los sentimientos son variables. Sin embargo debe haber paz
interior, de lo contrario se debe descubrir la fuente de las dudas.

Séptima pregunta. ¿Tengo plena confianza en su amor y fidelidad o hay celos y sospechas
infundadas en mi corazón? La Biblia dice que los celos infundados no provienen de Dios (Gálatas
5:19- 21), en cambio provienen de la carne y de un carácter inmaduro. Después hay que invertir la
pregunta y hacerla referente al novio. ¿El me tiene confianza o sospecha de mí y está celoso?

Octava pregunta. ¿Podemos conversar juntos sin aburrirnos o no tenemos nada de que hablar? Hay
dos partes importantes en esta pregunta. Los esposos primero deben ser amigos, los amigos pueden
conversar sin aburrirse. Cuando la pareja no tiene nada que decir la opción que les queda en el
contacto físico (besos y caricias, actividades que se deben reservar para el matrimonio). No hay
nada mejor que el contacto físico antes del matrimonio para estorbar la comunicación.

Por otro lado, no es aconsejable pasar demasiado tiempo junto muy a menudo. Si los novios por
ejemplo pasan seis horas juntos un viernes, el sábado se ven catorce horas y luego todo el
domingo, se crea una apariencia de intimidad sin, en realidad, llegar a conocerse bien. A menudo
las partes dicen: «Ella (o él) es la única persona que me entiende», y eso se toma como base para la
necesidad del matrimonio.

Es aconsejable distribuir el tiempo que pasan juntos y al mismo tiempo poner intervalos entre las
salidas, a fin de poder evaluar el noviazgo con sabiduría.

Novena pregunta. ¿Estoy dispuesto a esperar cuanto tiempo sea necesario? Cuando consideran el
matrimonio, un error común entre los jóvenes es querer casarse apuradamente, sin haber alcanzado
la suficiente madurez como para sostener el matrimonio. El verdadero amor espera hasta el
momento adecuado (1 Corintios 13:7). Recuerdo la triste historia de una pareja que «no podía
esperar un minuto más» y se casaron cuando los dos aún eran estudiantes de medicina en la ciudad
de México. En seguida ella quedó embarazada y el muchacho tuvo que abandonar sus estudios y
encontrar empleo para sostener la casa. No es extraño que luego se cree resentimiento porque «ella
me impidió terminar mis estudios».

Décima pregunta. ¿Quiero salir siempre con la mía, con mis opiniones y mis deseos o busco el
bien y deseo del otro?

El verdadero amor busca el bien del otro (1 Corintios 13:5). Después de hacerse la pregunta a sí
mismo, ver si el novio aprueba o reprueba el examen.

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Undécima pregunta. ¿Me resulta físicamente atractiva esta persona con quien pienso casarme? Hay
una minoría notable que escoge a su cónyuge sin apreciarlo físicamente. Hay varios motivos por
los que alguien haría semejante cosa:

Celo de espiritualidad. Por el celo de ser espirituales, hay quienes no desean casarse por pasión
física. Ellos merecen aplauso porque demasiados se casan no por amor puro sino por pasión, y
tales enlaces no perduran. Pero tampoco es cuestión de ignorar la apelación del aspecto físico. El
libro de Cantares habla de la atracción física entre los novios. Vale la pena mencionar que la otra
persona no tiene por qué ser atractiva a todo el mundo, sino a la parte interesada.

Escapismo. Otros se casan sin tomar en cuenta la atracción física porque quieren zafarse de una
situación difícil en su hogar. Es importante descubrir si existen tales motivos en el corazón de los
novios. He escuchado razonamientos como: «Cualquier situación tiene que ser mejor a la que estoy
viviendo ahora».

Idealismo futuro. Otros se casan pensando que su cónyuge cambiará después de la boda, o que el
casamiento lo reformará totalmente. Por lo general ocurre lo contrario. Frente a una persona
reformadora, la otra se pone más obstinada y reacia al cambio (aunque tal cambio sea para bien).

Compasión. Otros se casan sin sentirse atraídos físicamente porque sienten lástima por la otra
persona. La compasión tampoco es duradera, y no es el fundamento necesario para el matrimonio.

Duodécima pregunta. ¿Están de acuerdo y satisfechos nuestros padres con nuestro noviazgo y
futuro casamiento? (Colosenses 3:20; Efesios 6:1,2). Además es sabio averiguar lo que opinan los
mejores amigos de los novios. ¿Lo ven como algo de Dios o existen dudas? (Es otro tema que
trataremos en su totalidad en otra edición del Consejero Bíblico.)

Extraído y condensado del libro ¿Con quién me casaré? por el Dr. Luis Palau publicado por
Editorial Unilit.

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