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Mayakovski nació en el pueblo de Baghdati (de 1940 a 1990 llamada

"Mayakovski" en su honor), en Georgia, en 1893. Era hijo de un inspector forestal.


Tras la muerte de su padre, en 1906, se trasladó a Moscú, donde estudió pintura.

Se entusiasmó con el Futurismo. Por lo que sus primeros poemas, por


ejemplo, La nube en pantalones y La flauta vertebral son inspiraciones en el marco
de dicha corriente. Su actividad política se inició durante el zarismo; se afilió
al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, lo que le acarreara una retahíla de
persecuciones y la sombra solitaria de la cárcel. Allí emprendería su tarea poética.

Al consumarse la victoria de la Revolución rusa, apoyó la política cultural de la


administración bolchevique. Empleó una gran diversidad de procedimientos para
cautivar a las multitudes, abarcando desde la aplicación de un lenguaje coloquial,
a veces prosaico, hasta los más refinados estilos épicos.

En el período de los años 1920 Mayakovski se dedicó a promocionar por el


mundo la Revolución, cruzando Europa entera e interviniendo en cónclaves y
coloquios. En 1922, viajó a Riga, Berlín y París, y en 1925 visitó los Estados
Unidos y México.

Mayakovski se suicidó de un disparo en el corazón el 14 de abril de 1930 sin que


se hayan podido dilucidar, con claridad, las causas de esa determinación; es
probable que intervinieran factores emocionales, como algunas críticas severas por
su expresivo «individualismo».

Durante su viaje a París y a Berlín, en 1928, Maiakovski, en un alarde de su


capacidad creadora, termina otra de sus grandes realizaciones teatrales, La
historia de una chinche.

La historia de una chinche, o La chinche simplemente, está relacionada con la


confusa situación que vivió la URSS en los años siguientes a la terminación de
la guerra civil, especialmente la NEP, que promovió un cierto florecimiento del
capitalismo y, con él, de la burguesía.

El argumento desarrolla la historia del obrero Prisipkin, que, cansado de las


privaciones y del trabajo, aspira a una vida más cómoda y refinada, para lograr
lo cual abandona a su novia, Zoia y seduce a la hija de un rico peluquero. Zoia,
que ama a Prisipkin, se suicida al no poder resistir la traición. Prisipkin no da
apenas importancia a su muerte, preocupado sólo por calcular sus futuras
ganancias al frente de la peluquería. El suegro, por su parte, está también
satisfecho de que entre en la familia un proletario, un miembro del Partido, que
será una especie de seguro para la buena marcha del negocio.
La boda se celebra, pero se produce un incendio en el que todos perecen
menos Prisipkin, que queda congelado por los chorros de agua que arrojan los
bomberos. En la segunda parte, que transcurre cincuenta años después, los
científicos del futuro descongelan a Prisipkin, que abre los ojos a un mundo
completamente distinto al que dejó y que le horroriza. Como recuerdo
sentimental del pasado sólo le queda una chinche, albergada en el cuello de su
camisa, que ha sido descongelada con él. Prisipkin quiere retenerla para conservar
por lo menos un punto de contacto con lo que fue su vida anterior, pero el animal
escapa. Los científicos ordenan la captura del extraño animal, y tras una
persecución cómicamente accidentada, el pequeño-burgués vulgaris y la chinche
normalis van a parar al zoológico, donde son exhibidos con orgullo, como únicos
supervivientes de dos especies totalmente extinguidas.

Aunque toda la obra está construida a base de sorpresas y de artificiosos juegos


escénicos que acreditan la predilección de Maiakovski por el teatro espectacular.

El teatro abandona los recursos psicológicos y recurre a técnicas del circo, del
cabaret, del mítin político. La representación es un acto colectivo y abierto, en
donde
cabe lo inverosímil. El tema es una gran síntesis épica de acontecimientos en curso.
Espectáculo que no está lejos de una fiesta rigurosa y disparatada, con recursos
declamatorios de recital poético.

La lógica del espectáculo debe estar mucho más


allá de la lógica verbal. La representación ya no es una sucesión (y exhibición) de
sentimientos, sino de acontecimientos de resonancia colectiva. Captar el
sentido de esta aglomeración de materiales es una tarea para el espectador, a quien
se concede el honor ser considerado vivo, activo e inteligente.

En el prólogo que precedía a Los baños, Maiakovski explicaba con claridad cuál
era el verdadero sentido de la obra que los espectadores iban a presenciar: El
teatro ha olvidado que es, sobre todo, un espectáculo [...] Mi trabajo teatral ha
consistido siempre en una tentativa de devolver al teatro su primitivo carácter de
espectáculo [...] Dar vida, realizar propaganda y avivar tendencias, debe ser la misión
del teatro de hoy comprendemos su dificultad.

El teatro debe ser, sobre todo, un espectáculo, y para dar a este espectáculo su
mayor brillantez, Maiakovski intercalará entre las escenas de sus obras dramáticas
números de circo, de music-hall y hasta fuegos artificiales.

Maiakovski aporta a la revolución un vigoroso humor, que podía ser amargo en


ocasiones, pero no dejaba nunca de ser optimista La sátira de Maiakovski, siempre
ferozmente crítica, era un acto saludable y vital, para el que hacía falta no poca
valentía.

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