Sie sind auf Seite 1von 11

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla

Facultad de Filosofía y Letras

Licenciatura en Historia

Historiografía I

“Suetonio, el biógrafo y sus De vitas Caearum”

Autor: Abisaí Pérez Zamarripa 200923135

Titular de la materia: Amado Cortés

Primer semestre-otoño, 2009


Introducción

Como ya sabemos, para los romanos la historia tenía la cualidad de ser magistra vitae, es
decir que servía para educar a los ciudadanos, pues este aspecto lo habían retomado de los
griegos. Alrededor del año 300 a.C. se tienen los primeros registros de historiografía
romana; en este tiempo los que se dedicaron a escribir o a recopilar las crónicas y sucesos
del pueblo romano fueron los sacerdotes, era el sumo pontífice quien plasmaba estos
recuerdos en los annales maximi. Después, son las grandes e importantes familias romanas
quienes sienten la necesidad de salvar su memoria por medio de la escritura para que sus
ancestros fuesen por siempre recordados, así es como se escriben “himnos a los
antepasados”, una suerte de poesía en prosa.

Hacia el 220 a.C. se le toma mayor importancia a los hechos militares puesto que en
ese tiempo se sucedían la primera guerra púnica; por lo que se comienza a popularizar la
historia épica o la epopeya, ejemplo de este género son los autores Ennio y Nevio. Sin
embargo, es la segunda guerra púnica donde surgirá la analística romana, un importante
avance en la historiografía romana, será una empresa nacionalista en contra de los cronistas
procartagineses; Catón será un personaje clave para el desarrollo de éste nuevo género
historiográfico pues el romperá con la rutina del encadenamiento cronológico además de
que el influenciará mucho en las próximas corrientes de pensamiento, especialmente en la
ciceroniana y en la biografía republicana.

Elegí trabajar a Suetonio porque lo considero como el biógrafo más original de los
emperadores del primer siglo de nuestra era, ya que es muy objetivo en comparación con
otros como Plutarco y además porque me llama la atención de la estructura de su obra así
como a las fuentes que recurre. Así, siendo Roma una de las civilizaciones que más me
interesan en lo particular, elaboro este trabajo con la finalidad de que se entienda la obra de
los biógrafos más importante de los primeros tiempos del imperio romano, pues hoy en día
los investigadores siguen citando su obra maestra para obtener información de los
emperadores romanos.
La vida de Suetonio y contexto en el que vivió

Cayo Suetonio Tranquilo nació alrededor del año 69 a.C. en la Galia Cisalpina, cuando la
república había dejado de existir para ceder paso al imperio. Los autores que investigan su
vida se basan en las cartas que nuestro personaje escribía a su amigo Plinio con el que
estaría estrechamente relacionado durante la mayor parte de su vida. Su adolescencia
transcurrió bajo el imperio de Domiciano, desde entonces tomó mucha de la tradición oral
de sus familiares militares, pues su abuelo había vivido en la época de Calígula así como su
padre sirvió en el ejército de Otón.

Como pertenecía a la clase ecuestre, desde niño tuvo el privilegio de ser educado
por el litterator, el grammaticus y por el maestro de retórica. Mas para nada se refiere a sus
años de estudio y ni siquiera menciona el nombre de sus maestros. Probablemente en su
formación obtuvo mucho del conocimiento y la práctica que en su obra se reflejaría como
lo es la retórica y la erudición de fuentes.

La infancia de Suetonio estuvo situada en el gobierno de Domiciano, quien


aterrorizó a la aristocracia y ejecutó a muchos de sus miembros por supuestos actos de
traición, y aplicando la ley de "Majestatis" sobre ofensas a la persona del Emperador, que
hacía años que no se aplicaba, confiscó los bienes de los condenados, para hacer frente a
sus crecientes gastos. Durante esta época de terror, nadie podía relajarse, todo podía ser
ofensivo al emperador. En el 92 d.C. expulsó de Roma a los filósofos y matemáticos, por
considerarlos subversivos, también persiguió a los cristianos.

Después, Trajano llegó al poder en la época en que Suetonio estaba en su adultez. El


emperador Trajano, a pesar de que pasó la mayor parte de su reinado ocupado en las
campañas militares, realizó diversas reformas administrativas. Se construyeron vías nuevas,
canales y puentes, se restauró la vía Apia, se desecó parte de la llanura Pontina, y se levantó
el magnífico Foro de Trajano, en Roma. En Italia, se construyó el puerto de Centum Cellae
(la actual Civitavecchia), y en la provincia romana de Numidia, en el norte de África, se
fundó la ciudad de Timgad. Sus numerosas construcciones públicas debilitaron las arcas
imperiales, pero contó con el apoyo del Senado. Hacia los cristianos demostró una actitud
intransigente, pero no promovió ninguna persecución.
Siendo ya un adulto, Suetonio conoció y entabló amistad con uno de los personajes
más importantes en el ambiente culto de la Roma contemporánea: Plinio el joven, como
Montes de Oca dice en la introducción de Los doce césares: “Éste se refería repetidas veces
a Suetonio en su correspondencia, pintándolo siempre como hombre de buen carácter,
digno del mayor aprecio… recomendándole ante el emperador Trajano como erudito e
investigador.” En estas palabras podemos inferir que el noble le tenía mucha estima a
Suetonio y constantemente le apoyaba en sus proyectos, pues gracias a su influencia el
biógrafo pudo ingresar a la corte imperial mediante un favor que su amigo le pidió al
emperador Trajano y ni siquiera el gobernante lo dudó.

Es en este periodo cuando Suetonio comienza a trabajar en algunas de sus obras. Sin
embargo, la prematura muerte de su protector, Plinio, hizo que el scholasticus quedara bajo
el amparo de C. Septicio Claro, uno de los más allegados del finado y al cual dedicaría a su
vez nuestro biógrafo, las Vidas de los Césares.

El nombre de este personaje está asociado al periodo más brillante de su existencia,


pues no sólo se vio beneficiado por su nuevo protector sino por las políticas del nuevo
emperador: Adriano. Éste gobernante fue amante de la cultura helena, construyó el Panteón
de Agripa, luego destruido; la Villa Adriana en las afueras del Tivoli, a 23 kilómetros de
Roma y el famoso Jardín Alejandrino en la ciudad. Asimismo, realizó variadas obras
públicas tales como acueductos y termas. Escribió poesía en latín, idioma que manejaba
con gran destreza, y una autobiografía. Fue un humanista interesado en resolver problemas
sociales de sus gobernados, entre ellos, prohibió la esclavitud y todo tipo de tortura. Creó
un consejo de especialistas que respondía directamente a él, en contra de los deseos del
Senado, e intentó de fortalecer la relación entre la Capital y las provincias.

En los primeros años del reinado de Adriano, del 119 al 122, fue Septicio prefecto
del pretorio y procuró a Suetonio el puesto de bibliotecario y secretario en la corte imperial.
Este cargo tenía una importancia considerable y era uno de los más delicados del palacio.
El secretario ab epistulis no redactaba por sí mismo, como cabría suponer, las cartas
oficiales ni los discursos del emperador; encargado de toda la correspondencia del Imperio,
tenía a sus órdenes un personal muy numeroso, cuyo trabajo se limitaba a dirigir o vigilar.
Adriano, cuyo acceso al tronó suscitó grandes esperanzas en el mundo de la cultura, quiso
por el contrario, que se reservara siempre a caballeros, cuidadosamente escogidos por él
entre gente de mérito y eruditos, y no olvidemos que Suetonio era del orden ecuestre.

Sin embargo, hacia el 122 cuando el emperador Adriano regresa de Bretaña después
de construir su famoso vallum, éste decide expulsar a varios miembros de la corte imperial,
incitado por su esposa, la bella emperatriz Sabina. Con estas intenciones, la emperatriz
pretendía favorecer a una corte que le era más de su agrado, aunque hoy en día todavía se
discute mucho sobre la expulsión de Suetonio puesto que no se ha encontrado evidencia
concreta. Es en esos años cuando nuestro autor publica su obra titulada Vida de los doce
césares y vivirá otros veinte años para morir tranquilamente en el 140.

Su obra

El género de la biografía

Vida de los doce césares o en latín De vitas Caearum, aborda el periodo de los
emperadores de la dinastía de los Julios y los Claudios, comenzando desde Julio César
hasta Domiciano. Suetonio se dedica a relatar la vida de estos gobernantes, es decir, cultiva
el género de la biografía (en latín bios-vida grafia-escritura) que como variedad del género
historiográfico había nacido en Grecia, acunada por la filosofía peripatética y estoica.

La biografía que escribían los historiadores grecorromanos aspiraba principalmente


a reseñar aquellas acciones de los grandes personajes que pudieran caracterizarlos como
individuos. En la época de la República, la biografía tuvo un importante desarrollo, sin
embargo fue en la época imperial cuando el género se popularizó puesto que era forzoso
que los biógrafos escribieran sobre los personajes que detentaban el poder.

Rasgos personales e influencias

Suetonio fue un caballero y como tal obtuvo una buena educación, digna de los miembros
de su clase. Poseía erudición y, tal vez, una cultura muy vasta, que compartía con los
mejores de sus contemporáneos. Compartía con sus protectores, Plinio y Septicio, un gran
respeto por la religión tradicional así como le tenía desconfianza a los cultos extranjeros, él
además le tomaba mucha importancia a los prodigios, augurios y adivinación, prueba de
ellos es que siempre señalaba en su descripción de los césares esta clase de rasgos místicos,
como las señales que anunciaban el nacimiento, el acceso al trono o la muerte de ellos.

Nuestro biógrafo sobre todo es un estudioso, un hombre de biblioteca, curioso,


averiguador, que no buscaba la publicidad ni la fama, pues se esmeró tanto en elaborar un
buen trabajo que no adelantó su publicación aunque Plinio le exhortase a ello. El era lo
contrario del hombre de letras de su tiempo, que trataba de brillar en la retórica o en la
poesía mediante las lecturas públicas o la edición de sus obras trabajadas con la lima;
prefirió dedicar buena parte de su vida a elaborar un minucioso trabajo, no le gustaba el arte
de las armas ni tampoco salir.

Autores especializados en el tema como Jean Marie André y Alain Hus, en su libro
La historia en Roma, afirman que literatos y eruditos de la era republicana, especialmente
Cicerón, influenciaron mucho en la obra de Suetonio: “… [Suetonio] admira a Cicerón por
la acción que había conducido a favor de los caballeros y llega a juzgar a los emperadores
por su actitud ante ellos…” y a pesar de una nostalgia por la era republicana, considera
mejor que el orden de la cosas permanezca como está, quizás porque en la época en que
vivió fue la edad de oro romana bajo el gobierno de los emperadores antoninos, periodo en
el cual Roma floreció en todos los ámbitos. Sin embargo, con los eruditos de su tiempo,
como Tácito o Plutarco, es indiferente pues queda claro que deseaba hacer algo diferente a
ellos.

Sus fuentes

Las fuentes de Suetonio son muchas, como lo dice André, aunque la investigación en este
dominio sólo ha llegado a resultados decepcionantes. Entre sus fuentes escritas, ignoró a los
historiadores contemporáneos, quizás por no compartir su punto de vista o porque no quiso
citar a historiadores vivos. Su producción anterior a los Doce césares (De viris illustribus y
De grammaticis et rhetoribus) lo había llevado a leer muchos autores, en particular los del
fin de la República y de la época de Augusto, que habían tratado cuestiones concernientes a
antigüedades: Varrón, Fenestela, Santra, Cornelio Nepote, Higinio, Asconio, Plinio el
Antiguo, etc. También cita a Vispanio Mesala, Aufidio Baso, Fabio Rústico, Séneca Padre
y Séneca el Filósofo. Aunque a estos últimos los haya utilizado menos de lo que podría
creerse, evidentemente aprovechó los ricos materiales que sus funcionarios ponían a su
disposición.

Ésta última característica pudo haber enriquecido su obra, pues recordemos que
como miembro de la corte tuvo acceso a la biblioteca imperial que resguardaba documentos
ricos en información, ¡como diplomas que databan desde la época de César! Suetonio pudo
acceder a los documentos secretos (publicaciones retiradas de la circulación,
correspondencia privada, escritos de los emperadores, etc.), también se interesa por las
inscripciones hechas por el pueblo sobre los muros de Roma, por las estatuas, edificios y
monumentos que existían; esto último es muy interesante pues me recuerda a lo que decía
Jacques Le Goff sobre la lectura del documento/monumento1, y lo curioso aquí es que
Suetonio recurrió a tales fuentes para enriquecer de cierta manera su obra, pues hasta toma
en cuenta los versos que le cantaban en los bares y burdeles a los emperadores como
Augusto y Tiberio2.

Utilizó mucho las fuentes orales: conversaciones que le transmitían los rumores de
la corte contemporánea y de las cortes anteriores, pues aunque él mismo trató de ser
objetivo como lo menciona en su dedicatoria a Septicio, en varias líneas de su obra se
puede leer “según los rumores” “algunos cuentan” “se dice que”3; también utilizó los
recuerdos de su padre4 y evidentemente recuerdos personales. La abundancia de estas
fuentes orales explica que su obra esté llena de anécdotas que, a menudo, son sólo
conocidas por él.

1
Muestra de ello se encuentra en la página 67, donde Suetonio menciona la inscripción de una estatua, por
citar sólo un ejemplo.
2
Como lo es el caso de la versos mencionados en la página 71 y 72, donde se recopilan algunos versos de
poetas que le dedicaban a Augusto con motivo de burla.
3
Como por ejemplo en el caso de Julio César, en la página 21 da muestra de ello citando algunas frases
despectivas de los enemigos del político que reconoce como “rumores”.
4
Su padre, Suetionio Leto, como se dijo anteriormente, participó en los ejércitos de Otón así como su
abuelo, de los cuales seguramente tomó muchos relatos para construir la vida de este emperador, por decir
un ejemplo de las fuentes orales que Suetonio recopiló.
Estructura de los Doce césares

Es principalmente la cuestión estructural por la que Suetonio es muy original. A pesar de


que la obra de Suetonio aborda el mismo período que las Historias y los Annales de Tácito,
nuestro personaje escribe de una manera singular pues en algunos aspectos rompió con el
esquema tradicional historiográfico. No es de extrañar por ello que su obra haya tenido un
gran éxito en su tiempo como en la actualidad tiene una gran valor histórico.

Suetonio no relata la vida del personaje en forma cronológica, se toma la libertad de


escribir más sobre aquellos césares a los que considera más trascendentales para el pueblo
romano (como los extensos capítulos de Julio César o Augusto), a diferencia de sus
coetáneos que se inclinan por relatar mayor información acerca de los personajes más
cercanos a su historia y de forma cronológica. Así, se puede decir que cada biografía de su
obra está divida en dos partes. En la primera, se abordan los hechos y acontecimientos de la
vida del césar, comenzando con los orígenes del emperador, ubicando a sus padres y
familiares, después señalando su trayectoria política y militar, para finalmente describir su
reinado. Ahora bien, la segunda parte trata sobre el retrato físico y psicológico del
personaje, abarcando los vicios, virtudes y el medio del emperador; donde Suetonio trata de
ser minucioso y contar todo aquello que sabe. Esta estructura no es rígida, pues en algunos
casos puede alterarla levemente y además no es arbitraria pues en todos los casos se puede
leer las líneas donde Suetonio indica que termina de explicar lo referente a la primera parte
para continuar con la segunda: “Ahora que he mostrado así como era en el mando y las
magistraturas, al frente de los ejércitos, en el gobierno de la República y del mundo, en la
guerra y la paz, me referiré a su vida íntima y privada.” (Augusto, LXI).

Para dar un ejemplo de la estructura de la obra de Suetonio, mostraré una tabla que
compara la escritura de la vida de Augusto y Nerón:
Augusto Nerón
1-4. Antepasados y padres de Augusto. 1-5. Familia y antepasados de Nerón y su
5. Nacimiento de Augusto padre.
6-7. Primeros años e infancia. 6. Nacimiento.
8. Adolescencia y ascenso a su carrera política y
7-8. Infancia y adolescencia.
militar.
8. Su acceso al trono a los 17 años.
9-50. Guerras civiles, campañas militares,
9-19. Su reinado. Actos loables, o
triunfo como único vencedor; gobierno y
indiferentes.
administración.
20-39. Actos condenables y vicios.
51-54. Familia y descendencia.
55-78. Vicios, virtudes, costumbres y gustos. 40-50. El final de su vida y su muerte.
79-83. Aspecto físico. 51. Retrato físico.
84-89. Rasgos y cualidades culturales. 52-57. Recapitulación y juicio.
90-93. Supersticiones en las que creía.
94-97. Presagios y augurios que anunciaron su
nacimiento y victorias.
98-99- Presagios sobre su muerte.
100-101. Muerte y testamento

Nótese en seguida la enorme diferencia en cuanto a la extensión. A pesar de que


Nerón fue más próximo a su vida, Suetonio le dedica más páginas a Augusto, del cual
parece tener mucha información. Además, en los dos difiere un poco en cuanto a la
estructura pero nunca lo relata en orden cronológico.

Crítica

Suetonio, aunque quiere ser objetivo, no puede escapar de dictar juicios morales o criticar
el gobierno de un emperador. A primera vista, su inclinación a ciertos césares es obvia pues
se puede observar en la extensión de sus biografías, a quienes les da más importancia es
muy detallado en cuanto a su relato o a quienes los considera de poca trascendencia abarca
sólo lo esencial.
También, aplica ciertos adjetivos de los cuales inferimos su criterio con respecto a
los emperadores. Como por ejemplo a Augusto lo describe como alguien justo, estricto,
aunque también con sus vicios; mientras que a Tiberio se refiere a él como un tirano que
cuando murió todos se alegraron o a Calígula le da el adjetivo de un “monstruo”.

Legado y su obra en nuestro días

Su modelo de biografía será imitado en la Edad Media, en la biografía de Carlomagno,


escrita por Eginardo, el libro de Suetonio tiene ese gran éxito porque su autor es un gran
narrador. La influencia de Suetonio es grande en la literatura, Shakespeare toma muchos de
los datos dados por Suetonio para su tragedia Julio César.

La obra fue impresa por primera vez en 1540 por Robert Estienne, un impresor y
humanista francés. Interesado en las letras, llegó a poseer un conocimiento profundo del
griego, el latín y el hebreo; creó imprenta propia en 1526; se especializó en obras
pedagógicas y ediciones críticas de clásicos.

En 1907 sale una nueva edición en latín hecha por el filólogo alemán Maximilian
Ihm y en 1913 sale otra edición, sólo que con cambios estéticos impresa por la Loeb
Classical Library. Pero es sólo hasta 1957 cuando Robert Graves hace una traducción
minuciosa al inglés y por primera vez la obra se publica en un idioma que no sea el latín
por Penguin Classics, desde ahí la obra se ha traducido a todos los idiomas importantes,
incluido el español; aunque hay que aclarar que la obra está incompleta, puesto que se
perdieron algunas partes, incluyendo el prefacio y los primeros capítulos de la vida de
César.
Conclusiones

A lo largo de este trabajo se ha analizado la obra de Los doce césares, que constituye una
obra importante para aquellos que se dediquen al estudio de la historiografía grecolatina ya
que este conjunto de biografías, aparte de reflejar la vida de algunos emperadores romanos,
expone las formas de escritura de un historiador romano en determinado contexto temporal
y espacial, pues si se compara a Suetonio, su obra es única porque se distingue de los
Annales de Tácito o las Vidas paralelas de Plutarco.

Este personaje nos ha legado su obra, pero lo ha hecho porque consideró importante,
al igual que otros de sus coetáneos, recopilar la vida de los gobernantes de Roma, dueña en
ese entonces de todo el Mediterráneo, del mundo conocido. Ahí está la importancia que
tuvo la historia a lo largo de los tiempos, pues si bien en la antigüedad tuvo la calidad de
magistra vitae, el propósito primero de los biógrafos romanos fue de rescatar la memoria de
Roma, de su pasado, para poder entender así su asenso como primera potencia. No sólo eso,
sino que también, por medio de las biografías, los emperadores que se sucedían en el trono
podían reclamar el poder diciéndose herederos de César o Augusto, eh ahí también la
importancia de escribir biografías, pues recordemos que los proyectos estaban
generalmente patrocinados por el emperador en turno, como el caso de Suetonio, que si
bien Adriano no le encomendó la obra, le permitió instalarse en el palacio teniendo acceso a
la biblioteca imperial y poniendo a su disposición gente capacitada que seguía sus órdenes
al pie de la letra.

Quizás nunca sepamos totalmente el propósito de la obra y sólo esté sujeta meras
interpretaciones puesto que el prefacio se perdió. Sin embargo, Los doce césares hoy en
días siguen aportando nuevas cosas sobre la vida de personajes importantes y mitificados,
así como también del contexto social romano. Espero que los estudios de las obras clásicas
siga en progreso, pues personalmente me interesa mucho esta época de la civilización,
considero necesario no terminar de investigar porque de todo proyecto siempre se puede
obtener nuevas conjeturas que ayuden a comprender cada día mejor el pasado de una
cultura tan importante como Roma.

Das könnte Ihnen auch gefallen